LAS
DEMANDAS DE DIOS
Éxodo 13
Enseñanzas
Típicas del Libro del Éxodo
Edward
Dennett
Todas las citas
bíblicas se encierran entre comillas dobles ("") y han sido tomadas de la Versión
Reina-Valera
Revisada en 1960 (RVR60) excepto en los lugares en que, además de las
comillas dobles (""), se indican otras versiones, tales como:
BTX = Biblia Textual,
© 1999 por Sociedad Bíblica Iberoamericana, Inc.
LBLA = La Biblia de
las Américas, Copyright 1986, 1995, 1997 by The Lockman Foundation, Usada con permiso
VM = Versión Moderna,
traducción de 1893 de H. B. Pratt, Revisión 1929 (Publicada por Ediciones
Bíblicas - 1166 PERROY, Suiza)
La
narración del éxodo desde Egipto se suspende para introducir ciertas
consecuencias – consecuencias responsables para los hijos de Israel –
consecuencias que emanaron de su redención de la tierra de Egipto. Ya que
aunque ellos están aún en la tierra, la enseñanza del capítulo se fundamenta
sobre el hecho de que ellos han sido sacados, y es, en efecto, anticipativa de su
permanencia en Canaán. Si Dios actúa en gracia para con Su pueblo, Él
establece, debido a eso, demandas sobre ellos, y estas demandas son las que se
despliegan aquí. Un pueblo redimido se convierte en la propiedad del Redentor.
Leemos así, "no sois dueños de vosotros mismos; porque fuisteis comprados
a gran precio." (1ª. Corintios 6: 19 y 20 – VM). Jehová habla aquí a
Moisés sobre el mismo principio, diciendo, "Santifícame todo primogénito;
todo primer nacido entre los hijos de Israel, tanto de hombres como de
animales, mío es." (Éxodo 13:2 – VM). Pero otra cosa es introducida con
relación a esto. La fiesta de los panes sin levadura fue ordenada en el
capítulo anterior inmediatamente después de la aspersión de la sangre. Eso fue
para mostrar que las dos cosas – refugio por la sangre, y la obligación de una
vida santa – jamás pueden ser separadas. Dicha fiesta es presentada nuevamente
ahora, con instrucciones para su observancia cuando Jehová los habrá llevado a
la tierra de los Cananeo (versículo 5), en conexión con la santificación del
primogénito.
"Y
Moisés dijo al pueblo: Acordaos de este día en que salisteis de Egipto, de la
casa de esclavitud, pues el SEÑOR os ha sacado de este lugar con mano poderosa.
No comeréis en él nada leudado. Vais a salir hoy, en el mes de Abib.
"Y
será que cuando el SEÑOR te lleve a la tierra del cananeo, del hitita, del
amorreo, del heveo y del jebuseo, la cual juró a tus padres que te daría,
tierra que mana leche y miel, celebrarás esta ceremonia en este mes. Por siete
días comerás pan sin levadura, y en el séptimo día habrá fiesta solemne al
SEÑOR. Se comerá pan sin levadura durante los siete días; y nada leudado se
verá contigo, ni levadura alguna se verá en todo tu territorio. Y lo harás
saber a tu hijo en aquel día, diciendo: "Esto es con motivo de lo que el
SEÑOR hizo por mí cuando salí de Egipto." Y te será como una señal en tu
mano, y como un recordatorio en tu frente, para que la ley del SEÑOR esté en tu
boca; porque con mano fuerte te sacó el SEÑOR de Egipto. Guardarás, pues, esta
ordenanza a su debido tiempo de año en año.
"Y
sucederá que cuando el SEÑOR te lleve a la tierra del cananeo, como te juró a
ti y a tus padres, y te la dé, dedicarás al SEÑOR todo primer nacido de la
matriz. También todo primer nacido del ganado que poseas; los machos pertenecen
al SEÑOR. Pero todo primer nacido de asno, lo redimirás con un cordero; mas si
no lo redimes, quebrarás su cerviz; y todo primogénito de hombre de entre tus
hijos, lo redimirás.
"Y
será que cuando tu hijo te pregunte el día de mañana, diciendo: "¿Qué es
esto?", le dirás: "Con mano fuerte nos sacó el SEÑOR de Egipto, de la
casa de servidumbre. "Y aconteció que cuando Faraón se obstinó en no
dejarnos ir, el SEÑOR mató a todo primogénito en la tierra de Egipto, desde el
primogénito del hombre hasta el primogénito de los animales. Por esta causa yo
sacrifico al SEÑOR los machos, todo primer nacido de la matriz, pero redimo a
todo primogénito de mis hijos." Será, pues, como una señal en tu mano y
como insignias entre tus ojos; porque con mano fuerte nos sacó el SEÑOR de
Egipto." (versículos 3 al 16 – LBLA).
Dos o tres
observaciones pueden ser añadidas a la fiesta de los panes sin levadura para
incluir los detalles adicionales presentados aquí. Dicha fiesta iba a estar relacionada
para siempre con el recuerdo de dos cosas. En primer lugar, con el día de la
redención de ellos. "Acordaos de este día en que salisteis de Egipto, de
la casa de esclavitud" (versículo 3 – LBLA). El Señor haría que Su pueblo
recordase siempre el día de su liberación, el día en que fueron sacados de las
tinieblas a la luz, de debajo del juicio debido a sus pecados al perfecto favor
de Dios en Cristo. En segundo lugar, ellos no debían olvidar la fuente de su
liberación. "Pues el SEÑOR os ha sacado de este lugar con mano poderosa."
(versículo 3 – LBLA). Con Él solo se habían endeudado. Ningún otro brazo podía
haber quebrantado sus grilletes, herido a su opresor, haberlos protegido del
destructor, y dado liberación. El Señor Jesús leyó así, "El Espíritu del
Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los
pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar
libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los
oprimidos; A predicar el año agradable del Señor." (Lucas 4: 18 y 19). Es,
por tanto, sumamente significativo que, inmediatamente después que se les
recordara estas dos cosas, se añade, "no comeréis en él pan fermentado."
(Éxodo 13:3 – VM). Si el Señor actúa para Su pueblo, es para redimirlos de toda
iniquidad, y purificar para Sí un pueblo propio, celoso de buenas obras (Tito
2:14). Puesto que Él es santo, Él busca santidad en Sus redimidos, y a lo largo
del período completo (siete días) de sus vidas. Ninguna levadura debía ser
vista en cualquiera de sus territorios. No sólo eso; sino que en todo festival
recurrente el padre era instruido a enseñar a su hijo acerca del significado de
la fiesta. Siendo responsable por sus hijos, les debe explicar cuidadosamente
el por qué no se podía permitir nada de levadura. Ello sería inconsistente con
el terreno de la redención sobre el que él estaba. "Se hace esto", él
debía decir, "con motivo de lo que Jehová hizo conmigo cuando me sacó de
Egipto. Y te será como una señal sobre tu mano," etc. (Éxodo 13: 9 y 10);
y todo esto para que la ley de Jehová pudiera estar en su boca. He aquí el
secreto, tanto de la separación del mal como de la separación para Dios.
"¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra. . . En mi
corazón he guardado tus dichos, Para no pecar contra ti." (Salmo 119: 9 y
11). Es así que los creyentes pueden guardar verdaderamente ahora la fiesta de
los panes sin levadura, poniendo atención y obedeciendo la Palabra de Dios.
Acto
seguido, siguen las instrucciones para la santificación del primogénito. La devoción,
la consagración, deben marcar también al redimido, y será siempre un fruto de
la separación verdadera; y por eso la fiesta de los panes sin levadura precede
a la dedicación del primogénito. En primer lugar, podemos notar la excepción a
esta ley general. "Todo primer nacido de asno, lo redimirás con un
cordero; mas si no lo redimes, quebrarás su cerviz; y todo primogénito de
hombre de entre tus hijos, lo redimirás." (Éxodo 13:13 – LBLA). La
conjunción del primer nacido de un asno con el primogénito del hombre es muy
sorprendente, y tanto más en que ambos por igual debían ser redimidos. Hay
también otra cosa. El primer nacido de asno debía ser redimido con un cordero;
los primogénitos de Israel eran redimidos con un cordero en la noche de pascua.
Añadan el hecho de que el asno debía ser destruido si no era redimido, tal como
los Israelitas ciertamente lo habrían sido cuando Jehová hirió a los Egipcios,
y el paralelismo está completo. ¿Qué aprendemos, entonces, mediante ello? Que
el hombre, tal como nace en este mundo, es clasificado con el primer nacido de
un asno; que ambos por igual son impuros, y, como tales, condenados a la
destrucción, a menos que sean redimidos con un cordero. ¿Puede algo ser más
humillante para la soberbia del hombre natural? Jactándose de lo que él es, y
de sus capacidades intelectuales, que contemple él aquí la estimación divina de
su condición. No se pudo hacer una comparación más degradante, y aun así es una
comparación a la que cada creyente pone su sello como siendo divinamente
cierto. Ya que aquel era nuestro estado por naturaleza – perdidos e desvalidos
– y habríamos ciertamente perecido si, en las riquezas de la gracia de Dios, no
hubiéramos sido redimidos por la sangre del Cordero. Por otra parte, ¡de qué
manera ello magnifica la gracia de Dios al condescender a personas tales como
éramos, encontrándonos cuando estábamos en ese estado, llevándonos a Él y
asociándonos para siempre con el Cordero por el cual hemos sido redimidos! Si
por naturaleza no podíamos haber caído más bajo, por gracia no podíamos haber
sido elevados más alto; ya que Él nos ha predestinado para que fuésemos "hechos
conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos
hermanos." (Romanos 8:29).
Es
importante observar el terreno sobre el cual Dios reclama el primogénito. Está
expresamente relacionado con la destrucción del primogénito en la tierra de
Egipto (Éxodo 13:15). Como hemos visto, Israel fue librado en aquella terrible
noche únicamente sobre el terreno de la sangre asperjada de cordero inmolado –
sobre el terreno de la muerte de otro. Fue, por tanto, sobre el principio de
sustitución; y este, de hecho, es el terreno de la demanda de Dios en este
capítulo. Si Dios perdonó al primogénito debido al Cordero Pascual, a partir de
entonces Él los reclamó como Suyos. Así es ahora. Nosotros pertenecemos a Aquel
que nos ha redimido, debido a que Él tomó nuestro lugar, y llevó nuestros
pecados en Su cuerpo sobre el madero (1ª Pedro 2:24). "Él
murió por todos, para que los que viven, no vivan ya para sí mismos,
sino para aquel que por ellos murió, y volvió a resucitar." (2ª. Corintios
5:15 – VM). Está bien que nos preguntemos frecuentemente, ¿estamos reconociendo
Su demanda – Su demanda sobre nosotros, sobre todo lo que somos, y sobre todo
lo que tenemos? El padre debía inculcar también en la mente de su hijo esta
verdad (Éxodo 13: 14 al 16); ya que de ese modo se le enseñaría las demandas de
Jehová sobre él al igual que con su padre – que ambos por igual, como
redimidos, debían su servicio al Redentor. Es una ganancia inmensa cuando el
creyente se considera a sí mismo y a su familia como pertenencia del Señor.
Otro asunto es si ellos están reconociendo individualmente esa demanda, y nunca
es excesivo enfatizar demasiado que no
hay salvación aparte de la fe individual; pero es de gran importancia que
la cabeza de la familia recuerde continuamente que él y todos los suyos son del
Señor. Sólo entonces podrá, mediante la bendición de Dios, criar a sus hijos en
la disciplina e instrucción del Señor (Efesios 6:4 – LBLA), gobernarlos para
Él, y como estando delante de Sus ojos; y es solamente de la manera en que los
hijos perciban esta verdad que ellos considerarán el gobierno paternal como
siendo la expresión de la autoridad del Señor. Que los creyentes, por tanto, no
se cansen de dar a conocer a sus hijos las demandas del Señor sobre el terreno
de la redención.
Se reanuda
ahora la narración.
"Y luego que
Faraón dejó ir al pueblo, Dios no
los llevó por el camino de la tierra de los filisteos, que estaba cerca; porque
dijo Dios: Para que no se arrepienta el pueblo cuando vea la guerra, y se
vuelva a Egipto. Mas hizo Dios que el pueblo rodease por el camino del desierto
del Mar Rojo. Y subieron los hijos de Israel de Egipto armados. Tomó también
consigo Moisés los huesos de José, el cual había juramentado a los hijos de
Israel, diciendo: Dios ciertamente os visitará, y haréis subir mis huesos de
aquí con vosotros. Y partieron de Sucot y acamparon en Etam, a la entrada del
desierto. Y Jehová iba delante de ellos de día en una columna de nube para
guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarles, a
fin de que anduviesen de día y de noche. Nunca se apartó de delante del pueblo
la columna de nube de día, ni de noche la columna de fuego." (Éxodo 13: 17
al 22).
Lo primero
que esta parte de nuestro capítulo nos
presenta es Dios escogiendo el camino para Su pueblo a través del desierto. Si
Él conduce a Su pueblo al desierto, Él se encargará de ellos en todo respecto;
Él no esperará nada de ellos sino obediencia a Su palabra. Pongan atención, además,
la ternura que Él mostro escogiendo el camino de ellos. Él tuvo consideración
con la debilidad y timidez de ellos. Él "no los llevó por el camino de la
tierra de los filisteos, que estaba cerca; porque dijo Dios: Para que no se
arrepienta el pueblo cuando vea la guerra, y se vuelva a Egipto." Hermosa
exhibición de Su tierna compasión – revelándonos cuán plenamente Él se
involucra y siente por Su pueblo, en todas sus debilidades y temores. Es cierto
que Él tenía otros propósitos para ellos; pero es algo que trasciende lo dulce
notar que Él determinó el camino particular por el cual Él los conduciría fuera
de lo referido a su condición. "Como el padre se compadece de los hijos, Se
compadece Jehová de los que le temen. Porque él conoce nuestra condición; Se
acuerda de que somos polvo." (Salmo 103, 13, 14). [*]
[*] Nota
del Editor del texto en Inglés: Mucha discusión se ha planteado acerca de la
declaración de que los hijos de Israel
subieron de la tierra de Egipto armados (Éxodo 13:18) – como si la palabra
significase necesariamente: armados como guerreros. Pero esto es un error.
Dicha expresión parece implicar nada más que ellos iban marchando en un orden
regular, como sería necesario al conducir los movimientos de una hueste tan
grande. (N. del T.: "Sino
que hizo Dios que el pueblo diese vuelta por el camino del desierto
del Mar Rojo. Y los hijos de Israel subieron en buen orden de la tierra de
Egipto." Éxodo 13:18 – VM. Otras versiones de la Biblia en Español rezan,
"subieron quintados" (BTX), es decir, en filas de cinco.)
Después
de la declaración de la manera de su marcha, se hace mención de los huesos de
José. Esto es muy hermoso. Retrocediendo al lecho de muerte de José, leemos que
él "juramentó a los hijos de Israel, diciendo: De seguro os visitará Dios,
y haréis llevar mis huesos de aquí." (Génesis 50:25 – VM). En la epístola
a los Hebreos, se registra la estimación de Dios acerca de esta acción. "Por
la fe José, al morir, mencionó la salida de los hijos de Israel, y dio
mandamiento acerca de sus huesos." (Hebreos 11:22). En nuestro capítulo
encontramos la respuesta de Dios a la fe de Su siervo. Había, ciertamente, lo
suficiente como para ocupar la mente de Moisés en esa noche de la pascua –
organizando la partida de una muchedumbre tan grande. ¿De qué tiempo pudo
disponer para preocuparse de los huesos de José? Pero José había juramentado a
los hijos de Israel en dependencia de Dios. Él creyó, y por tanto habló; y
poniendo su confianza en Dios fue imposible que pudiese ser avergonzado. Para el
ojo natural había verdaderamente poca probabilidad – cuando José estaba
muriendo – de que su pueblo dejara Egipto. Pero este santo que estaba muriendo
descansó sobre la Palabra y la promesa ciertas de Dios, y, por tanto, con
confianza "dio mandamiento acerca de sus huesos." Años habían pasado
– casi cuatrocientos (porque los Israelitas estuvieron en Egipto cuatrocientos
treinta años en total – Éxodo 12:41) – y Dios visitó a Su pueblo, y el
juramento fue recordado, de modo que los huesos del patriarca los acompañó en
su éxodo. Es ciertamente un ejemplo notable de la fidelidad de Dios, así como
también de la preciosura, ante Sus ojos, de la fe de Su siervo.
El
versículo siguiente (Éxodo 13:20) registra los nombres de sus primeros lugares
donde acamparon. "Y partieron de Sucot y acamparon en Etam, a la entrada
del desierto. Ellos partieron desde Ramesés (Éxodo 12:37), luego llegaron a
Sucot, etc., tal como se describe aquí. Todos estos lugares estaban en Egipto,
y aunque mucho estudio e investigación se ha dedicado al tema, su
identificación apenas ha alcanzado los límites de la probabilidad conjetural.
Lo que tiene más importancia es notar que ellos fueron guiados divinamente en
su marcha. Aquel que seleccionó su senda, los guio en ella, fue delante de
ellos en la columna de nube de día, y la columna de fuego de noche, en todos
sus peregrinajes. Estos símbolos de gracia de Su presencia, Él nunca los apartó
de ellos mientras estuvieron en el desierto. Esto es sólo una ilustración de la
verdad de que el Señor es siempre el guía de Su pueblo. Aquel que los conduce
fuera de Egipto puede ser visto siempre en la senda en la cual ellos han
entrado. Él jamás dice, «Vayan»; sino
que Su palabra es siempre, «Síganme.»
Él nos ha dejado un ejemplo para que sigamos Sus pisadas (1ª. Pedro 2:21). Él
mismo es el Camino, así como también la Verdad y la Vida (Juan 14:6). Es muy
cierto que no tenemos la guía visible que disfrutaron los hijos de Israel; pero
ella no es menos discernible y cierta para el ojo espiritual. La Palabra es una
lámpara a nuestros pies y una luz a nuestro camino (Salmo 119:105).
Es
interesante comentar que no hubo tal guía en Egipto o en la tierra. Esto saca a
la luz la importante verdad de que es solamente en el desierto donde la
indicación de un camino es necesaria. Y es allí, en Su ternura y misericordia,
donde el Señor toma la conducción de los Suyos – mostrándoles el camino en el
que deben andar – dónde iban a reposar, y cuando marchar, no dejando nada a
ellos, sino encargándose Él mismo de todo por ellos, solamente demandando que
sus ojos fuesen mantenidos fijos en su Guía. Feliz el pueblo que es conducido
así, y al que se le hace estar dispuesto a seguir, y que por gracia puede
decir:
"Sólo Tú eres nuestro líder,
Y nosotros aún Te seguiremos."
Edward Dennett
Traducido del Inglés por:
B.R.C.O. – Abril
2012.-
Título original en inglés: TYPICAL TEACHINGS OF EXODUS - God's Claims (Exodus 13) ,
by Edward Dennett
Versión Inglesa |
|
|