LAS
CORTINAS DEL TABERNÁCULO
Éxodo 26: 1-14
Enseñanzas Típicas del Libro
del Éxodo
Edward Dennett
Todas
las citas bíblicas se encierran entre comillas dobles ("") y han sido tomadas
de la Versión Reina-Valera
Revisada en 1960 (RVR60) excepto en los lugares en que, además de las
comillas dobles (""), se indican otras versiones, tales como:
BTX
= Biblia Textual, © 1999 por Sociedad Bíblica Iberoamericana, Inc.
LBLA
= La Biblia de las Américas, Copyright 1986, 1995, 1997 by The Lockman
Foundation, Usada con permiso.
RVR1909
= Versión Reina-Valera Revisión 1909 (con permiso de Trinitarian Bible Society,
London, England).
RVA
= Versión Reina-Valera 1909 Actualizada en 1989 (Publicada por Editorial
Mundo Hispano)
El último
capítulo considerado finaliza con una intimación a obedecer. Los pensamientos,
o designios, del hombre no deben tener lugar alguno en la casa de Dios. Su
autoridad debe ser respetada y reconocida allí como suprema. Este es un
principio de la mayor importancia; y, por consiguiente, es afirmado una y otra
vez en el curso de estas comunicaciones. Habiendo recordado a Moisés que el
modelo que se le mostró en el monte debe tenerse siempre a la vista, Jehová
procede a instruirle con respecto a la composición, tamaño, etc., de las
cortinas que habían de formar el tabernáculo, la tienda, y sus cubiertas.
"Harás
al Tabernáculo diez cortinas de lino torcido y azul, púrpura y carmesí. Las
harás con querubines, obra de hábil diseñador. La longitud de cada cortina será
de veintiocho codos y su anchura de cuatro codos, una misma medida para todas
las cortinas. Cinco cortinas estarán unidas una a otra, y las otras cinco
cortinas unidas una a otra. Harás presillas de tejido azul en la orilla de cada
cortina, al final de la serie, y lo mismo harás en la orilla de la última
cortina en la segunda serie. Harás cincuenta presillas en la primera cortina, y
cincuenta presillas en el borde de la cortina que está en la segunda serie. Las
presillas estarán contrapuestas unas a otras. Harás cincuenta corchetes de oro,
y unirás las cortinas la una con la otra por medio de los corchetes, y el
Tabernáculo será uno."
"También
harás cortinas de pelo de cabra a modo de tienda sobre el Tabernáculo: Once
cortinas harás. La longitud de cada cortina, treinta codos, y la anchura de
cada cortina, cuatro codos. Una sola medida para las once cortinas. Unirás
aparte cinco cortinas, y separadamente otras seis cortinas, y la sexta cortina
doblarás en la parte frontal de la Tienda. Harás cincuenta presillas en la
orilla de la cortina, en la última de la serie, y cincuenta presillas en la
orilla de la segunda cortina en la segunda serie. También harás cincuenta
corchetes de bronce, y meterás los corchetes por las presillas y unirás la
Tienda, y será una sola. El sobrante de las cortinas de la Tienda, la mitad
sobrante de la cortina, colgará por la parte posterior del Tabernáculo. El codo
sobrante de una parte y el codo de la otra, que sobra en la longitud de las
cortinas de la Tienda, colgará a los lados del Tabernáculo, a uno y otro lado
para cubrirlo. Harás también a la Tienda un cobertor de pieles de carneros
teñidas de rojo, y por encima un cobertor de pieles de tejones." (Éxodo
26: 1-14; BTX).
Se puede
ver que hay cuatro juegos de cortinas. El primero es llamado el
"Tabernáculo" (versículos 1 al 6); el segundo —las que estaban hechas
de pelo de cabra— es llamado "la cubierta" (o "La Tienda" –
BTX); y los dos restantes son llamados sencillamente 'cobertores' o 'cubiertas'.
Tres términos (y
es así igualmente en el original) se aplican a los cuatro juegos de cortinas;
por ejemplo, "el tabernáculo" al más interior de todos los juegos,
"la tienda" al segundo; y 'cobertores' o 'cubiertas' a los dos más
externos —al juego que estaba hechos de pieles de carnero teñidas de rojo, y al
de pieles de tejones.
(1) Siguiendo
el orden de la Escritura, el juego interior —el tabernáculo— puede ser
considerado en primer lugar. Estas cortinas están hechas de cuatro materiales —lino
torcido, azul, púrpura y carmesí. Además de esto, había querubines bordados
sobre ellas. Su enseñanza típica radica en estos materiales. El lino torcido es
un símbolo de pureza
inmaculada. Los sacerdotes fueron vestidos con él por esta razón (Éxodo 28:
39-43); y en el gran día de la expiación, Aarón se vestía con este material
(Levítico 16:4) para que pudiese tipificar la pureza absoluta de la naturaleza
de Aquel de quien él no era más que la sombra. En el Nuevo Testamento se habla
del lino fino como siendo "las acciones justas de los santos."
(Apocalipsis 19:8). El azul es
siempre un símbolo de lo que es celestial —el color mismo señalando
inequívocamente a esta significancia. La
púrpura es emblemática de la realeza Gentil. El evangelio de Juan, por
ejemplo, registra que cuando los soldados, con violenta brutalidad, se burlaban
de las afirmaciones de Jesús acerca de ser Él el Rey, colocan sobre Él un manto
de púrpura (Juan 19:2). El carmesí (o
escarlata) expone la gloria humana, y puede ser, a la vez, la realeza
Judía. David habla así a Saúl por haber vestido a las hijas de Israel con
escarlatas con otros deleites (2º. Samuel 1:24) —como expresando la dignidad
que había puesto sobre ellas; y en el evangelio de Mateo, donde Cristo es
presentado especialmente como el Mesías, se habla de Él como habiendo sido
vestido por los soldados con un manto de escarlata, antes de que hincasen sus
rodillas escarnecedoras delante de Él, y clamasen, "¡Salve, Rey de los
judíos!" (Mateo 27: 28, 29). Aplicando todo esto a Cristo, el significado
es de lo más sorprendente. Presenta a Cristo en la pureza absoluta de Su
naturaleza, Cristo en Su carácter celestial, Cristo como Rey de Israel (y, como
Rey de Israel, investido con toda gloria humana), y, en último lugar, Cristo
reinando también sobre los Gentiles. Los dos últimos rasgos se coligan, porque
cuando Cristo se sentará sobre el trono de Su padre David, será el período de
Su soberanía mundial, cuando todos los reyes se postrarán delante de Él, y todas
las naciones Le servirán (Salmo 72:11). Se trata, por tanto, de Cristo como Él
fue como Hombre en este mundo, y de Cristo como será en la futura exhibición de
Su gloria en este mundo, como Hijo de David, y como Hijo del Hombre. Pero hay
otra cosa. Había querubines bordados sobre estas cortinas. Se ha explicado que
los querubines significan autoridad judicial. Esto presenta una representación
adicional de Cristo —de Cristo como teniendo también autoridad para ejecutar
juicio, por cuanto es el Hijo del Hombre. (Juan 5:27). Es, de este modo, una
exhibición plena de lo que Cristo era esencialmente como Hombre, y de Sus
glorias y dignidades relacionadas con la tierra. ¡Bienaventurados quienes, una
vez admitidos en el ejercicio de su cargo sacerdotal dentro del recinto del
lugar santo, tuvieron el privilegio de contemplar estas variadas muestras de
las excelencias y glorias del Cristo de Dios!
Las dimensiones de las
cortinas no son sin significado. "La longitud de una cortina de veintiocho
codos, y la anchura de la misma cortina de cuatro codos; todas las cortinas
tendrán una misma medida." (Éxodo 26:2). Ahora bien, 28 = 7 x 4; y por
consiguiente, la longitud corresponde a siete veces cuatro; es decir, 28
dividido por 4 = 7. Siete y cuatro son así números característicos. Siete es el
número perfecto, siendo absolutamente indivisible excepto por sí mismo, y es el
número primo más alto; y cuatro es el número de plenitud en la tierra —como se
ve, por ejemplo, en los cuatro confines de la tierra, los cuatro vientos, el
cuadrado, los cuatro evangelios, etc. Las dimensiones de las cortinas
denotarán, entonces, la perfección exhibida en plenitud en la tierra; y un
significado tal sólo podía ser aplicado a la vida de nuestro bendito Señor. Las
cortinas del tabernáculo, por consiguiente, hablan del despliegue completo de
Sus perfecciones como Hombre cuando estuvo atravesando esta escena.
Tenemos, a
continuación, su arreglo y el número de
ellas. Cinco cortinas estaban "unidas una a otra" (Éxodo 26:3 –
BTX), de modo que había dos juegos de cinco —así como había diez en total. Diez
es el número de la responsabilidad hacia Dios, como, por ejemplo, en los diez
mandamientos (véase también Éxodo 30:13, etc.), y cinco es responsabilidad
hacia el hombre. (Véase Génesis 47:24; Números 5:7, etc.). Se nos enseña, así,
que Cristo como Hombre cumplió con toda Su responsabilidad tanto hacia Dios
como hacia el hombre, que Él amaba a Dios con todo Su corazón, y a Su prójimo
como a Sí mismo —y en cuanto a esto, sabemos, incluso infinitamente más allá. Y
Él era el Único mediante el cual estas responsabilidades fueron plena y
perfectamente cumplidas.
Después, las presillas (o lazadas) tienen
igualmente algo que decir. Había cincuenta lazadas de azul y cincuenta
corchetes de oro, mediante los cuales se enlazaban una a otra. Recordando que
el azul es el color celestial, y que oro es el divino, y que los dos números de
diez y cinco, que ya han sido explicados, entran en la composición de las
cincuenta lazadas, aprendemos que el carácter celestial y divino de nuestro bendito
Señor aseguraba el ajuste perfecto de Su doble responsabilidad como Hombre,
hacia Dios y hacia el hombre; o que ellas estaban perfectamente unidas por Su
energía divina y celestial. Se advierte al lector que estos significados son
sugerencias, pero sugerencias que son dignas de devota consideración a la luz
de la Escritura y que, si son examinadas en la presencia de Dios, no pueden
dejar de ser tanto interesantes como provechosas.
(2) Las
cortinas de pelo de cabra. Estas vienen junto a, e inmediatamente por encima de,
aquellas a las cuales se las denomina 'el Tabernáculo', y formaban la tienda.
Esta cubierta señala también a Cristo —«A Su pureza
positiva, o más bien a esa severidad de separación del mal que Le rodeaba, lo
que Le dio el carácter de profeta –severidad, no en Sus modos de obrar hacia
los pobres pecadores, sino en separación de los pecadores, la intransigencia en
cuanto al compromiso, en cuanto a Sí mismo, que Le mantuvo aparte y Le dio Su
autoridad moral, el vestido de pelo que distinguía al profeta.» Como confirmación
de esta interpretación, Zacarías dice, "Y
sucederá en aquel tiempo, que todos los profetas se avergonzarán de su visión
cuando profetizaren; ni nunca más vestirán el manto velloso para mentir,"
etc. (Zacarías 13:4; compárese con Mateo 3:4). Las dimensiones de estas
cortinas difieren de las de las cortinas del tabernáculo del mismo ancho, ellas
eran dos codos más largas —treinta codos en vez de veintiocho —y había una
cortina más. Mientras nos vemos incapacitados para sugerir algún valor típico a
los números, la razón por su mayor tamaño es, con todo, evidente. Debían
sobrepasar los extremos del tabernáculo, en todos lados, de modo de proteger
completamente las cortinas del mismo. "El sobrante de las cortinas de la
Tienda (es decir, las cortinas de pelo de cabra), la mitad sobrante de la
cortina, colgará por la parte posterior
del Tabernáculo. El codo sobrante de una parte y el codo de la otra, que
sobra en la longitud de las cortinas de la Tienda, colgará a los lados del Tabernáculo,
a uno y otro lado para cubrirlo."
(Éxodo 26: 12, 13 – BTX). El significado será, entonces, que Cristo en todo lo
que Él era, simbolizado por las cortinas interiores, era guardado del mal por
esa separación perfecta que brotaba de Su pureza positiva y absoluta. Él pudo,
por tanto, desafiar a Sus adversarios con las palabras, "¿Quién de
vosotros me redarguye de pecado?" (Juan 8:46). Sí, Él pudo decir a los
Suyos, "viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí."
(Juan 14:30). Fue tan completa Su separación moral de todo mal que pudo tocar
aun al leproso y no contaminarse.
Los
corchetes de las cortinas eran de bronce en lugar de oro. El color de las presillas
(o lazadas) no se menciona. El bronce, en esta conexión, parecería significar
la justicia divina, no, como se ve en el oro, según lo que Dios es en Sí mismo,
sino como poniendo a prueba al hombre en responsabilidad. Esto se mostrará más
plenamente cuando llegue el momento en que el altar de bronce (o de metal) será
considerado. La pertinencia de esta significancia en relación con las cortinas
de pelo de cabra se comprenderá de inmediato. Trae ante nosotros a Cristo como
separado moralmente de los pecadores, pero probado por la justicia divina en Su
senda a través de toda Su estadía terrenal —y probado, apenas hace falta
añadir, sólo con el resultado del descubrimiento de que Él respondió
perfectamente a cada una de sus demandas.
(3) Sobre
la "tienda" —es decir, las cortinas de pelo de cara—había dos cobertores
(o cubiertas); primero, uno de pieles de carnero teñidas de rojo, y luego otra
de pieles de tejones. El carnero fue escogido como la ofrenda de consagración
en relación con el apartamiento de los sacerdotes a su cargo. Es llamado el "carnero
de las consagraciones" (Éxodo 29:27). El teñido rojo señalará, muy
evidentemente, a la muerte. El significado es, por tanto, entera consagración,
devoción hasta la muerte; y ¿dónde se vio jamás eso en su perfección excepto en
Aquel que se humilló, y se hizo obediente hasta la muerte, y muerte de cruz?
Las pieles
de tejones son un emblema de esa santa vigilancia exhibida en Su andar y Sus
modos de obrar, que Le preservaron de todo mal. De Jerusalén se dice haber sido
'calzada de tejón' (Ezequiel 16:10), la provisión que Jehová había hecho para protegerla
del mal en su andar. La vigilancia simbolizada así es expresada a menudo en los
Salmos: "por la palabra de tus labios yo me he guardado de las vías del
destructor." (Salmo 17:4 – RVR1909); y otra vez, "En mi corazón he
atesorado tu palabra, para no pecar contra ti." (Salmo 119:11 – LBLA). Las
cubiertas, por tanto, proclaman igualmente la perfección de Aquel a quien ellas
tipifican. Al mismo tiempo, no se debe olvidar que los rasgos que ellas retratan
deberían ser vistos en cada creyente. Ya que Él es nuestro ejemplo en todo lo
que Cristo fue en Su andar a través del mundo. Si, por consiguiente, admiramos
las perfecciones y excelencias que fueron exhibidas en Él, debemos recordar que
Él es colocado ante nosotros como el estándar de nuestra responsabilidad.
"Mi
Salvador, guarda mi espíritu firme,
Siguiéndote
atentamente,
Hasta
que revestido de ropas blancas,
En
gloria yo vea Tu faz."
Si por un
momento se supone que el Tabernáculo está completo, se verá que las pieles de
tejones sólo se encontraban con la mirada exterior. Pero el sacerdote, que gozaba
del privilegio de entrar en el lugar santo, veía la belleza plena del lino fino
torcido, el azul, la púrpura, y el carmesí, y los querubines bordados. Se
trataba de Cristo afuera y de Cristo adentro, tal como era visto por el ojo
natural —no descubriendo hermosura alguna en Él como para desearle; y se trataba
de Cristo adentro tal como era visto por el ojo abierto por el Espíritu de
Dios; Cristo, por tanto, como Aquel que "sobresale entre diez mil"
(Cantares 5:10 – RVA), y como "todo él, deseable." (Cantares 5:16 –
LBLA).
Edward
Dennett
Traducido
del
Inglés por: B.R.C.O. – Noviembre 2012.-
Título original en inglés: TYPICAL TEACHINGS OF EXODUS - The Curtains
of the Tabernacle (Exodus 26: 1-14) , by Edward Dennett
Versión Inglesa |
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