EL
SACERDOCIO
Éxodo 28
Enseñanzas Típicas del Libro
del Éxodo
Edward Dennett
Todas
las citas bíblicas se encierran entre comillas dobles ("") y han sido tomadas
de la Versión Reina-Valera
Revisada en 1960 (RVR60) excepto en los lugares en que, además de las
comillas dobles (""), se indican otras versiones, tales como:
LBLA
= La Biblia de las Américas, Copyright 1986, 1995, 1997 by The Lockman
Foundation, Usada con permiso.
VM
= Versión Moderna, traducción de 1893 de H. B. Pratt, Revisión 1929 (Publicada
por Ediciones Bíblicas - 1166 PERROY, Suiza).
Antes de entrar a considerar este asunto,
sería bueno recordar el punto al que hemos llegado. Con la excepción del altar
del incienso y de la fuente, el tabernáculo, con sus enseres (utensilios)
sagrados, está ahora completo. Comenzando con el arca del pacto, a continuación
se describió la mesa de los panes de la proposición y el candelero. El
tabernáculo (las cortinas de obra primorosa), la tienda, o cubierta, (las
cortinas de pelo de cabra), y, a continuación, las cubiertas de pieles de
carnero teñidas de rojo, y de pieles de tejones. Después vino la descripción de
las tablas del tabernáculo, y de qué manera debían ser erigidas, y la división
entre el lugar santísimo y el lugar santo mediante el velo, y 'la cortina para
la puerta del tabernáculo'; es decir, la entrada desde afuera al lugar santo. Luego
se dispuso el lugar en que debían colocarse los enseres (utensilios) sagrados:
el arca, con el propiciatorio y sus "querubines de gloria" (Hebreos
9:5), fue colocada en el lugar santísimo, y la mesa y el candelero ocupaban el
lugar santo. A continuación, el altar de bronce fue prescrito, y por último, el
atrio del tabernáculo.
Hasta ahora, todo lo presentado es
una manifestación de Dios, o, como se le denomina a menudo, un símbolo de
exhibición; es decir, revela, en tipo o figura, algo de Dios en Cristo. Es
Dios, por decirlo así, saliendo a encontrar a Su pueblo. A partir de entonces,
el orden se invierte. No se trata ahora del asunto de Dios saliendo, sino de ir
a Dios. Todo lo que sigue a continuación, por tanto, concierne al acceso a Su
presencia; y, por consiguiente, todos los enseres que han sido omitidos son
símbolos de aproximación; es decir, son enseres necesarios para acercarse a
Dios. Pero antes que entremos a considerarlos hay una pausa, y se nos detalla
la designación y consagración del sacerdocio. La razón de esto es que deben
estar designadas las personas para acercarse antes de que los enseres puedan
ser usados. Hay, por tanto, un orden divino en esta aparente confusión. Dios ha
salido, en tipo y figura, a encontrar a Su pueblo; Él indica, entonces, a
aquellos que han de ser apartados para Su servicio en el santuario —los que van
a disfrutar del privilegio especial de acceder a Él; y por ultimo, son
presentados los enseres (o utensilios), etc., que necesitarían en su sagrada
tarea en la casa de Dios. Este arreglo nos ayudará también a comprender la
introducción del mandamiento concerniente a la provisión para el aceite del
candelero que está al final de Éxodo 27.
El aceite, como ya se ha explicado,
es un tipo del Espíritu Santo. A los hijos de Israel se les manda, por medio de
Moisés, traer el aceite, y así se les vincula formalmente (en figura) con (y
están representados así) la luz del candelero que debía ser ordenado por Aarón
y sus hijos desde la tarde hasta la mañana delante de Jehová. En otras
palabras, se definen las personas (aunque esta verdad será declarada más
claramente cuando lleguemos al dinero de la expiación) para las cuales los
sacerdotes han de actuar antes de que los sacerdotes fuesen designados. Se verá
así que cada detalle, y la posición de cada versículo, así como también el
orden de los asuntos, llevan el sello de la sabiduría y la significancia
divina. Estando todo arreglado de este modo, los sacerdotes han de ser
apartados para su santo oficio.
"Harás
llegar delante de ti a Aarón tu hermano, y a sus hijos consigo, de
entre los hijos de Israel, para que sean mis sacerdotes; a Aarón y a Nadab,
Abiú, Eleazar e Itamar hijos de Aarón." (Éxodo 28:1).
Dos o tres observaciones preliminares
conducirán a nuestro entendimiento acerca de este tema. La necesidad de la
designación de sacerdotes radica en el hecho de que los que componían el pueblo
eran pecadores, y como tales, en la medida que no había aún ninguna provisión
para limpiarles de la culpa del pecado, no tenían derecho a entrar a la
presencia de Dios. El hombre tal como es no puede, no se atreve, a ir delante
de Dios. El objeto del oficio sacerdotal era, por tanto, servir como sacerdotes
de Dios (versículo 1); pero para servir como sacerdotes de Dios a favor del
pueblo (Hebreos 5: 1, 2). En esta dispensación (N. del T.: época de la gracia, paréntesis
celestial), no existe tal
cosa como algunos del pueblo de Dios actuando como sacerdotes a favor de los
demás en esta manera especial. Todos los creyentes son ahora sacerdotes (véase
1ª. Pedro 2: 5, 9); todos por igual disfrutan de la libertad de acceso al Lugar
Santísimo. (Hebreos 10). Por tanto, Aarón es un tipo de Cristo —un tipo de
Cristo cuando él está solo; pero cuando se asocia a sus hijos, él junto a ellos
es un tipo de la Iglesia como familia sacerdotal; pero, a la vez, de la Iglesia
en asociación con Cristo. Esta distinción aparecerá muy claramente en el
capítulo siguiente. Es de suma importancia tener claridad acerca de este
asunto, porque, a través de la ignorancia o la indiferencia a la verdad, miles
de creyentes profesantes han retrocedido, y miles más están retrocediendo, al
terreno Judío, sobre el cual ellos aceptan la existencia de un orden especial
de hombres que pretenden poseer, al igual que Aarón y sus hijos, el privilegio
particular de acceder a Dios a favor de sus semejantes. La afirmación de tal
pretensión es atacar el fundamento mismo del Cristianismo, en la medida que
niega la eficacia perpetua del sacrificio único de Cristo. Aarón, entonces,
recuérdese, es un tipo de Cristo; pero si es contemplado junto con sus hijos,
entonces se presentan los privilegios de la Iglesia, en asociación con Cristo
como familia sacerdotal. La elección de Aarón y sus hijos fue de pura gracia.
Una calificación esencial para el cargo era la designación divina (Hebreos
5:4); pero Aarón no fue escogido sobre el terreno de algún mérito en él mismo;
fue, en este asunto, simplemente el objeto del divino y soberano favor. No
tenía derecho alguno, en absoluto, ante Dios para semejante honor; pero Dios se
lo dio en el ejercicio de Su prerrogativa divina.
Este capítulo contiene dos cosas —la vestidura
sacerdotal, y el oficio sacerdotal. Los dos se entremezclan, pero la vestidura es
lo primero que se presenta para ser considerada.
"Y harás vestiduras sagradas a Aarón tu
hermano, para honra y hermosura. Y tú hablarás a todos los sabios de corazón, a
quienes yo he llenado de espíritu de sabiduría, para que hagan las vestiduras
de Aarón, para consagrarle para que sea mi sacerdote. Las vestiduras que harán
son estas: el pectoral, el efod, el manto, la túnica bordada, la mitra y el
cinturón. Hagan, pues, las vestiduras sagradas para Aarón tu hermano, y para
sus hijos, para que sean mis sacerdotes. Tomarán oro, azul, púrpura, carmesí y
lino torcido, y harán el efod de oro, azul, púrpura, carmesí y lino torcido, de
obra primorosa. Tendrá dos hombreras que se junten a sus dos extremos, y así se
juntará. Y su cinto de obra primorosa que estará sobre él, será de la misma
obra, parte del mismo; de oro, azul, púrpura, carmesí y lino torcido."
(Éxodo 28: 2-8).
Había seis vestiduras sagradas en total
(versículo 4), o, si añadimos la lámina de oro fino colocada sobre la mitra
(versículo 36), estas constituían las vestiduras para honra y hermosura. El
efod está en primer lugar porque era, preminentemente, la vestidura sacerdotal.
Estaba hecha de cuatro materiales —azul, púrpura, carmesí (o escarlata), y lino
fino torcido, los cuales han sido tan frecuentemente considerados, con el
añadido del oro (versículo 5). El oro es mencionado en primer lugar, y
significa lo que es divino. No obstante, si tomamos el oro como un emblema de
la justicia divina, significará que este es el terreno sobre el que Cristo,
como Sacerdote, ejerce Su oficio; que Su intercesión es según dicha justicia
delante de Dios, y, por tanto, de necesidad prevalente. En los cuatro
materiales restantes están: el carácter celestial de Cristo (azul), Sus glorias
como Hijo del Hombre e Hijo de David (púrpura y carmesí), y Su pureza
inmaculada (lino fino torcido), como santo, inocente, sin mancha, apartado de
los pecadores. Dos cosas se enseñan mediante ello. Primero, que Cristo actúa
por nosotros como Sacerdote en todo lo que Él es como divino y humano, como el
Dios-hombre. Todo el valor de Su persona entra en el ejercicio de Su oficio —el
oro hablando de lo que Él es como divino, y los varios colores hablando de Sus
perfecciones y dignidades como hombre. El apóstol combina estas dos cosas en la
epístola a los Hebreos: "Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que
traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios," etc. (Hebreos 4:14). Él es
Jesús, y Él es el Hijo de Dios. Es esta verdad muy preciosa la que se muestra,
en tipo, en los materiales del efod. ¡De qué manera engrandece nuestras
concepciones del valor de Su obra por nosotros como Sacerdote el hecho de recordar
lo que Él es en Sí mismo, y que somos sostenidos así en Su intercesión por todo
lo que Él es como Jesús, y como el Hijo de Dios!
En segundo lugar, estos materiales revelan el
carácter de Su sacerdocio. Hay glorias reales retratadas, así como también Su
naturaleza y carácter esenciales. Él será, en efecto, un Sacerdote en Su trono.
("Sí, edificará el Templo de Jehová, y llevará sobre sí la gloria; y se
sentará y reinará sobre su trono, siendo Sacerdote sobre su trono; y el consejo
de la paz estará entre los dos." Zacarías 6:13 - VM). Él ejerce ahora Su
oficio a favor de los creyentes según el modelo Aarónico en el gran día de la
expiación dentro del velo; pero la expresión plena de Su oficio sacerdotal para
Israel se verá en Su carácter de Melquisedec. (Salmo 110; Hebreos 7). El efod
de Aarón hablaba de estas glorias venideras, que se mostrarán cuando Cristo
será tanto Rey de justicia como Rey de paz. Por tanto, estrictamente hablando,
la vestidura es emblemática de Cristo como Sacerdote para Israel, aunque Aarón
no entró nunca en el lugar santísimo en el carácter que dicha vestidura
exhibía; ya que el fracaso entró a través de Nadab y Abiú, y, como
consecuencia, a él se le prohibió entrar a la presencia de Dios, excepto una
vez al año, y además, no en las vestiduras para honra y hermosura. (Levítico
capítulos 10 y 16). Pero Cristo ocupará todo lo que tipificaban esas
vestiduras, y entonces se verá, por vez primera, plenamente cumplido el
pensamiento de Dios acerca del sacerdocio a favor de Su pueblo.
El
cinto del efod, fue bordado
con los mismos materiales que el efod. Por tanto, nuestra atención es dirigida
a la significancia del cinto mismo. En la Escritura es constantemente típico
del servicio. Un hermoso ejemplo de esto se encuentra en Lucas —en las palabras
de nuestro Señor mismo. Él dice, "Bienaventurados aquellos siervos a los
cuales su señor, cuando venga, halle velando; de cierto os digo que se ceñirá,
y hará que se sienten a la
mesa, y vendrá a servirles."
(Lucas 12:37). El cinto del efod significará, entonces, el servicio de Cristo
como Sacerdote, el servicio que nos presta delante de Dios en esta capacidad.
Un Siervo —el Siervo perfecto— deleitándose siempre cuando estuvo en este mundo
en hacer la voluntad de Su Padre, Él en Su amor y gracia, aunque ha sido glorificado,
permanece aún como Siervo. Ha ido al cielo para presentarse ahora en la
presencia de Dios por nosotros. (Hebreos 9:24). Es en este carácter que Él
mantiene una infatigable intercesión a favor nuestro, mediante la cual asegura
para nosotros esas continuas ministraciones de misericordia y gracia
—misericordia para con nuestra debilidad, y gracia para nuestro socorro cuando
somos tentados— que necesitamos como un pueblo pasando a través del desierto.
Es de lo más consolador levantar nuestros ojos, y contemplar a Cristo investido
con Su cinto sacerdotal, ya que mediante ello se nos asegura que Él nos salvará
a través de todo el camino, nos llevará a salvo a través del desierto, y nos
introducirá en el reposo de Dios, porque Él vive siempre para interceder por
nosotros. (Hebreos 7:25). ¡Y de qué manera ello nos revela las profundidades de
Su propio corazón! Moisés se quejó ante Jehová de que la carga de Israel —la
carga de conducirles en sus andanzas— era demasiado pesado para él. Pero el
Señor Jesús, como nuestro gran Sumo Sacerdote, jamás se cansa, a pesar de los
continuos fracasos e incredulidad, y el retroceder a Egipto en el corazón, de
Su pueblo. Él es siempre infatigable y no descansa en Su servicio, porque Su
amor es inagotable. ¡Bendito sea Su Nombre!
Tenemos, a continuación, las piedras de ónice y
el pectoral.
"Y tomarás dos piedras de ónice, y
grabarás en ellas los nombres de los hijos de Israel; seis de sus nombres en
una piedra, y los otros seis nombres en la otra piedra, conforme al orden de
nacimiento de ellos. De obra de grabador en piedra, como grabaduras de sello,
harás grabar las dos piedras con los nombres de los hijos de Israel; les harás
alrededor engastes de oro. Y pondrás las dos piedras sobre las hombreras del
efod, para piedras memoriales a los hijos de Israel; y Aarón llevará los
nombres de ellos delante de Jehová sobre sus dos hombros por memorial. Harás,
pues, los engastes de oro, y dos cordones de oro fino, los cuales harás en
forma de trenza; y fijarás los cordones de forma de trenza en los engastes. Harás
asimismo el pectoral del juicio de obra primorosa, lo harás conforme a la obra
del efod, de oro, azul, púrpura, carmesí y lino torcido. Será cuadrado y doble,
de un palmo de largo y un palmo de ancho; y lo llenarás de pedrería en cuatro
hileras de piedras; una hilera de una piedra sárdica, un topacio y un
carbunclo; la segunda hilera, una esmeralda, un zafiro y un diamante; la
tercera hilera, un jacinto, una ágata y una amatista; la cuarta hilera, un
berilo, un ónice y un jaspe. Todas estarán montadas en engastes de oro. Y las
piedras serán según los nombres de los hijos de Israel, doce según sus nombres;
como grabaduras de sello cada una con su nombre, serán según las doce tribus. Harás
también en el pectoral cordones de hechura de trenzas de oro fino. Y harás en
el pectoral dos anillos de oro, los cuales pondrás a los dos extremos del
pectoral. Y fijarás los dos cordones de oro en los dos anillos a los dos
extremos del pectoral; y pondrás los dos extremos de los dos cordones sobre los
dos engastes, y los fijarás a las hombreras del efod en su parte delantera. Harás
también dos anillos de oro, los cuales pondrás a los dos extremos del pectoral,
en su orilla que está al lado del efod hacia adentro. Harás asimismo los dos
anillos de oro, los cuales fijarás en la parte delantera de las dos hombreras
del efod, hacia abajo, delante de su juntura sobre el cinto del efod. Y
juntarán el pectoral por sus anillos a los dos anillos del efod con un cordón
de azul, para que esté sobre el cinto del efod, y no se separe el pectoral del
efod. Y llevará Aarón los nombres de los hijos de Israel en el pectoral del
juicio sobre su corazón, cuando entre en el santuario, por memorial delante de
Jehová continuamente. Y pondrás en el pectoral del juicio Urim y Tumim, para
que estén sobre el corazón de Aarón cuando entre delante de Jehová; y llevará
siempre Aarón el juicio de los hijos de Israel sobre su corazón delante de
Jehová." (Éxodo 28: 9-30).
Están, en primer lugar, las dos piedras
de ónice, con los nombres de los hijos de Israel,
seis tribus en cada una, grabados sobre ellas, engarzadas en engastes de oro, y
colocadas sobre las hombreras del efod, etc.
El hecho de que esta descripción se relaciona, en figura, al ejercicio del
oficio sacerdotal, resulta claro a partir de la declaración de que "Aarón
llevará los nombres de ellos delante de Jehová sobre sus dos hombros por
memorial." (versículo 12). Las piedras de ónice eran gemas —piedras
preciosas, figurativas delas excelencias de Cristo, y combinando esta verdad
con el hecho de que estaban engarzadas en oro, nos presentará dos cosas;
primero, que los nombres de Su pueblo aparecen sobre los hombros del Sacerdote
en toda Su belleza y excelencia, y, como siendo simbolizado por el oro, que
están engarzados en justicia divina. El hombro es el emblema de la fuerza.
(Véase Isaías 9:6; Isaías 22:22, etc.). Cristo, por tanto, como es retratado
aquí, sostiene a Su pueblo en la presencia de Dios en toda Su fuerza
omnipotente; y tiene el derecho de hacerlo, viendo que ellos están colocados
sobre Sus hombros en justicia divina e investidos con todo el resplandor de Su
propia hermosura. ¡Qué consuelo para nosotros en la conciencia de nuestra
absoluta debilidad! Aquel que sostiene todas las cosas por la palabra de Su
poder, nos mantiene delante de Dios; y, mientras nos mantiene en alto en Su
presencia, Dios nos contempla como teniendo un derecho innegable a estar sobre
los hombros, y nos ve circundados por toda la excelencia, del Sumo Sacerdote.
Nuestro memorial está así delante de Él continuamente; ya que Cristo no puede
estar en la presencia de Dios sin que se vean nuestros nombres sobre Sus
hombros. Observen también que los engastes de oro en los cuales estaban
engarzadas las piedras de ónice, estaban fijos por dos cadenillas de oro puro
trenzadas (versículo 14 – LBLA), atándolos sobre Sus hombros en justicia
divina.
El pectoral sigue a continuación. Sus
materiales se correspondían con los del efod. (versículo 15). Su forma era la
de un cuadrado, y en él estaban montadas cuatro hileras de piedras preciosas; y
sobre estas piedras estaban grabados, igualmente, los nombres de los hijos de Israel
según sus doce tribus, etc. La enseñanza típica será, entonces, del mismo
carácter —notando, no obstante, la diferencia entre los hombros y el pecho.
(1) Aarón llevaba, en aquel entonces, los
nombres de los hijos de Israel sobre su corazón, así como también sobre sus
hombros. El pecho es simbólico de los afectos. Por tanto, ello enseña, por una
parte, que si Cristo sostiene a Su pueblo delante de Dios mediante fuerza
eterna, por la otra, Él también los lleva sobre Su corazón en amor eterno. Fuerza
eterna y amor eterno unidos en la presentación de los creyentes delante de Dios
por el Sacerdote. ¡Sobre el corazón de Cristo! ¿Y quién sondeará sus profundidades?
Si pensamos acerca del poder, recordamos Sus palabras, "nadie las
arrebatará de mi mano." (Juan 10:28). Si nuestro pensamiento es acerca del
amor, se nos recuerda el desafío del apóstol, "¿Quién nos separará del
amor de Cristo?" (Romanos 8:35). Y estos dos —fuerza y amor — y estos dos
como estando unidos en Cristo— se ocupan de presentarnos delante de Dios. Él
nos ha fijado sobre Sus hombros —llevando nuestro peso— con Su propia fuerza
todopoderosa, y nos ha asegurado sobre Su corazón con Su imperecedero e
insondable amor. Esto nos ayudará a comprender un poco la eficacia de Su
intercesión, basada, tal como lo está, sobre la eficacia de Su sacrificio a
nuestro favor.
(2) Los nombres de los hijos de Israel estaban
grabados sobre las piedras preciosas. La escena del ejercicio del sacerdocio,
según el pensamiento de Dios, y verdaderamente así en el caso de Cristo, si no
en el de Aarón, era en la inmediata presencia de Dios —delante del fulgor pleno
de la santidad de Su trono. Ahora bien, la acción de la luz sobre las piedras
preciosas tiene el efecto de exponer sus variadas y múltiples hermosuras. Por
eso, como se observó en relación con las piedras de ónice, los nombres del
pueblo de Dios, como siendo llevado sobre el corazón del sacerdote,
resplandecen en todo el lustre y la belleza rutilantes de las piedras sobre las
que están grabados. Esto simboliza el hecho de que los creyentes están delante
de Dios en toda la aceptación de Cristo. Cuando Dios contempla al gran Sumo
Sacerdote, ve a Su pueblo sobre Su corazón, así como también sobre Sus hombros,
adornado con toda la belleza de Aquel sobre quien Su ojo reposa siempre con
perfecto deleite. O, considerándolo desde otro aspecto, se podría decir que
Cristo presenta a Su pueblo a Dios, en el ejercicio de Su sacerdocio, como Él
mismo. De este modo, Él establece en Su intercesión Sus propios derechos ante
Dios a favor de ellos. ¡Y con qué gozo Él los presenta así delante de Dios!
Puesto que son aquellos por los que Él ha muerto, y a quienes ha limpiado con
Su propia sangre muy preciosa, aquellos a los que Él ha hecho los objetos de Su
amor, y a quienes llevará a estar, finalmente, con Él para siempre; y Él pide
por ellos delante de Dios según toda la fuerza de estos lazos, según, como se
observó anteriormente, todos los derechos que Él mismo, a causa de la obra que
Él llevó a cabo en la cruz, tiene sobre el corazón de Dios.
(3) El pectoral se fijaba al efod mediante
cordones de hechura de trenzas de oro fino, y "un cordón de azul", y
anillos de oro. Deducimos, entonces, que el pectoral no puede ser despegado del
efod. Está ligado inseparablemente con el oficio sacerdotal de Cristo. Está asegurado
al efod —la vestidura sacerdotal— mediante cordones de oro, en justicia divina,
justicia divina adecuada a la naturaleza de Dios, por tanto, por todo lo que
Cristo es como siendo divino. Es también una relación eterna, tal como está
tipificada por los anillos —no teniendo el anillo un final (por ser un círculo),
y por eso, como se vio cuando se consideró la estructura del tabernáculo, siendo
un emblema de eternidad. Como Sacerdote, Cristo jamás nos puede fallar. Si una
vez Él ha asumido nuestra causa, Él jamás se deshará de ella. Ciertamente esta
verdad fortalecerá nuestros corazones en tiempos de prueba o debilidad. Podemos
desanimarnos, pero si alzamos nuestros ojos podemos regocijarnos en el
pensamiento que nuestro lugar sobre el corazón y los hombros de Cristo jamás se
puede perder. Hay temporadas cuando muchos creyentes sienten como si no
pudiesen entrar a la presencia de Dios, o lograr que Él les oiga
—indudablemente a través del fracaso, o frialdad de corazón, o debilidad
espiritual. Estas cosas no se han de pasar por alto; pero, ciertamente, el
hecho de recordar que si no podemos orar personalmente, Cristo jamás deja de
sostenernos en Su intercesión prevalente, y que estamos ligados
inseparablemente sobre Su corazón y sobre Sus hombros, demostrará ser un
antídoto contra las tentaciones de Satanás en tales períodos. No, más aún, ello
disipará pronto nuestra oscuridad y frialdad de corazón, porque nos conducirá a
quitar la vista de sobre nosotros mismos, y esperar todo de Él, y de Su
ministerio continuo por nosotros en la presencia de Dios. Como otro ha dicho, «Él nos presenta, como aquello que tiene sobre Su corazón. No puede estar ante Dios sin hacerlo; y
todo lo que demande el ruego y el deseo del corazón de Cristo tiene que hacer
explícito el favor de Dios, operando en explicitar ese favor sobre nosotros. La
luz y el favor del santuario —como morando Dios allí— no pueden resplandecer
sobre Él sin resplandecer sobre nosotros, y eso es como un objeto presentado
por Él para ello.»
(4) Aarón llevaba el juicio del pueblo en
relación con el Urim y Tumim. Estos estaban puestos en el pectoral del juicio. (Éxodo
28: 29, 30). Urim y Tumim significan probablemente 'luces' y 'perfecciones'. «Necesitamos estos dos para obtener bendición. Si estuviéramos
delante de
Dios, tal como somos, deberíamos atraer el juicio, o perder el efecto de esta
luz y perfección de Dios, quedándonos nada.
Pero, como Cristo ha llevado nuestro juicio según
estos, nuestra presentación a Dios es conforme a la perfección de Dios mismo —ya
que nuestro juicio ha sido llevado; pero entonces nuestra posición, guía, luz,
e inteligencia espiritual son según a estas mismas luz y perfección divinas. Ya
que el sumo sacerdote preguntaba y tenía respuestas de parte de Dios según el
Urim y Tumim. Este es un privilegio bienaventurado.» Todas
estas cosas, en efecto, no hacen más
que enseñar cuán perfectamente Cristo, como Sacerdote, actúa y cuida de Su
pueblo.
El
manto del efod es descrito a
continuación.
"Harás el manto del efod todo de azul; y
en medio de él por arriba habrá una abertura, la cual tendrá un borde alrededor
de obra tejida, como el cuello de un coselete (una orla tejida), para que no se
rompa. Y en sus orlas harás granadas de azul, púrpura y carmesí alrededor, y
entre ellas campanillas de oro alrededor. Una campanilla de oro y una granada,
otra campanilla de oro y otra granada, en toda la orla del manto alrededor. Y
estará sobre Aarón cuando ministre; y se oirá su sonido cuando él entre en el
santuario delante de Jehová y cuando salga, para que no muera." (Éxodo 28:
31-35).
El manto del efod era todo de azul —indicativo
de lo que es celestial, bosquejando el carácter celestial del Sacerdote, y
puede ser, a la vez, la escena del ejercicio de Sus funciones, o más bien, de
que Su carácter era el adecuado para el lugar. Así, en la epístola a los
Hebreos, se habla de Él no sólo como santo, inocente, inmaculado, y apartado de
los pecadores, sino también como "hecho más excelso que los cielos."
(Hebreos 7:26 – VM). Se debía tener cuidado para que el manto no se rompiese
(Éxodo 28:32), ya que lo que es celestial en carácter debe ser, necesariamente,
indivisible en su perfección. En la parte inferior del manto debía haber
granadas de azul, y de púrpura, y de carmesí, y campanillas de oro en
alternancia; y se declara que el objetivo es que esté sobre Aarón cuando
ministre: "y se oirá su sonido cuando él entre en el santuario delante de
Jehová y cuando salga, para que no muera." (versículo 35). La
significancia simbólica de estas dos cosas se señala claramente; es el fruto y
el testimonio del Espíritu. Y por eso, el momento "cuando él entre" y
"cuando salga", marcan dos períodos distintos. Hablando ahora de
Cristo, del cual Aarón no era más que la figura, Él entró cuando ascendió a lo
alto, y se escuchó el sonido en el día de Pentecostés en el testimonio que el
Espíritu de Dios levantó en aquel entonces por boca de los apóstoles. Hubo
también fruto relacionado con aquel testimonio—fruto del Espíritu en el andar y
en la vida de aquellos que fueron convertidos por medio del testimonio (Véase
Hechos 2). Lo mismo sucederá cuando Él salga, y ambas cosas emanan de Cristo en
Su carácter celestial. Pero ello une los dos períodos. Pedro clamó a la
multitud, que se había reunido asombrada ante el testimonio del Espíritu,
"Mas esto es lo dicho por el profeta Joel: Y en los postreros días,
dice Dios, Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, Y vuestros hijos y
vuestras hijas profetizarán; Vuestros jóvenes verán visiones, Y vuestros
ancianos soñarán sueños;"
etc. (Hechos 2: 16, 17). Lo que estaba sucediendo delante de sus ojos asombrados
no era sino una muestra de aquello, aunque de diferente carácter, que se
presenciará cuando el Sacerdote salga con bendición para Israel. (N. del T.:
el autor se refiere aquí al comienzo del milenio). El significado de los
colores de las granadas se puede aprender en esta última relación. El fruto del
Espíritu es celestial en carácter, y, por consiguiente, "azul" es el
primer color. Pero están también el "púrpura", y el
"carmesí", debido a que estarán asociados, en aquel entonces, con las
glorias del reino de Cristo; sí, con las glorias que Él heredará como Hijo del
Hombre y como Hijo de David. Los dos períodos —entrar, y salir— pueden
responder así a la lluvia temprana y a la tardía, a lo menos en asociación con
Israel. (Oseas 6: 1-3).
Después está la lámina de oro fino.
"Harás además una lámina de oro fino, y
grabarás en ella como grabadura de sello, SANTIDAD A JEHOVÁ. Y la pondrás con
un cordón de azul, y estará sobre la mitra; por la parte delantera de la mitra
estará. Y estará sobre la frente de Aarón, y llevará Aarón las faltas cometidas
en todas las cosas santas, que los hijos de Israel hubieren consagrado en todas
sus santas ofrendas; y sobre su frente estará continuamente, para que obtengan
gracia delante de Jehová." (Éxodo 28: 36-38).
Esta es la provisión de gracia que Dios ha hecho
para las imperfecciones y contaminaciones de nuestros servicios y nuestra
adoración. Él puede aceptar sólo lo que es idóneo para Su naturaleza. Todo lo
que se Le ofrece, por tanto, debe llevar el sello de la santidad. Siendo esto
así, si se nos deja a nosotros mismos, a pesar que somos limpiados y llevados a
una relación con Él, y teniendo el derecho de aproximarnos, nuestras ofrendas jamás
podrían ser aceptadas. Pero Él ha satisfecho nuestra necesidad. Cristo, como el
sacerdote, lleva la iniquidad de nuestras faltas cometidas en las cosas
sagradas; y Él es santidad a Jehová, de modo que nuestra adoración, presentada
por medio de Él, es aceptable a Dios. ¡Bendita consolación, ya que sin esta
provisión estaríamos excluidos de la presencia de Dios! De ahí que al apóstol
habla no sólo de la sangre y del velo rasgado, sino también del Sumo Sacerdote
sobre la casa de Dios. (Hebreos 10).
La instrucción en cuanto a la túnica de
lino sigue a continuación.
"Y bordarás una túnica de lino, y harás
una mitra de lino; harás también un cinto de obra de recamador." (Éxodo
28:39).
El lino fino, como siempre, es un tipo de la
pureza personal, y, como siendo aplicado a Cristo, de pureza personal,
absoluta; y el hecho de que dicha túnica sea bordada nos habla de que, como
tal, Él se adornaba de toda gracia. Por tanto, todas las vestiduras por igual
hablan de Cristo; aunque, recuérdese, ellas eran sombras de los bienes
venideros, y no la imagen misma de las cosas. (Hebreos 10:1). Siempre es
necesaria esta precaución cuando se considera los tipos y figuras.
Se debería declarar, una vez más, que estas
vestiduras para honra y hermosura no se usaron nunca dentro del velo. Este
hecho hace que sean más aplicables a nuestra posición; ya que si Aarón, vestido
así, hubiese disfrutado del acceso al lugar santísimo, ello habría sido la
señal de la plena aceptación del pueblo a quienes él representaba. Nosotros
somos acepto en el Amado; y Cristo, glorificado, ministra en el santuario
verdadero como el Sumo Sacerdote de Su pueblo, y, por consiguiente, nos coloca
en el disfrute de todas las bendiciones prefiguradas aquí. Esto se puede
deducir de la epístola a los Hebreos, y nos explica la razón del por qué Cristo
es presentado allí en todos los aspectos como un contraste con lo que, en la
antigua dispensación, Le había prefigurado, sea en Su persona, Su oficio, o Su
obra.
Los atavíos de los hijos de Aarón junto con él
(Éxodo 28: 40-43) está mas adecuadamente relacionada con el tema del capítulo
siguiente, a saber, la consagración de los sacerdotes.
Edward
Dennett
Traducido
del Inglés por: B.R.C.O. – Diciembre 2012.-
Título original en inglés: TYPICAL TEACHINGS OF EXODUS - The Priesthood (Exodus 28) ,
by Edward Dennett
Versión Inglesa |
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