EL
ATRIO DEL TABERNÁCULO
Éxodo 27: 9-19
Enseñanzas Típicas del Libro
del Éxodo
Edward Dennett
Todas
las citas bíblicas se encierran entre comillas dobles ("") y han sido tomadas
de la Versión Reina-Valera
Revisada en 1960 (RVR60) excepto en los lugares en que, además de las
comillas dobles (""), se indican otras versiones, tales como:
LBLA
= La Biblia de las Américas, Copyright 1986, 1995, 1997 by The Lockman
Foundation, Usada con permiso.
VM
= Versión Moderna, traducción de 1893 de H. B. Pratt, Revisión 1929 (Publicada
por Ediciones Bíblicas - 1166 PERROY, Suiza).
Habiendo sido prescrito el altar de bronce, el atrio del Tabernáculo
sigue a continuación. Se recordará que este era el espacio abierto que rodeaba
el Tabernáculo, cercado mediante cortinas de lino fino torcido, como se detalla
en esta Escritura. Este atrio formaba la tercera división —cuando es
considerado como una parte, o más bien, como estando conectado con el
Tabernáculo propiamente dicho. En este último, como se mostró anteriormente,
estaban el lugar santísimo, siendo el compartimiento más interior; luego,
pasando hacia afuera, el lugar santo; y después el atrio que es presentado
aquí. Este es también una manifestación de Dios —enseñando de qué manera Cristo
está siempre ante la mente del Espíritu en cada parte del santuario; y que
Cristo es así la única llave para descubrir sus misterios.
"Harás también el atrio del tabernáculo.
Al lado sur habrá cortinas de lino fino torcido para el atrio, de cien
codos de largo por un lado. Sus columnas serán veinte, con sus veinte
basas de bronce; los ganchos de las columnas y sus molduras serán de
plata. Asimismo a lo largo del lado norte habrá cortinas de cien codos
de largo y sus veinte columnas con sus veinte basas serán de bronce; los
ganchos de las columnas y sus molduras serán de plata. Para el
ancho del atrio en el lado occidental habrá cortinas de cincuenta codos con
sus diez columnas y sus diez basas. Y el ancho del atrio en el lado oriental será
de cincuenta codos. Las cortinas a un lado de la entrada serán de
quince codos con sus tres columnas y sus tres basas. Y para el otro lado
habrá cortinas de quince codos con sus tres columnas y sus tres basas. Y
para la puerta del atrio habrá una cortina de veinte codos de tela
azul, púrpura y escarlata, y de lino fino torcido, obra de tejedor, con
sus cuatro columnas y sus cuatro basas. Todas las columnas alrededor del atrio
tendrán molduras de plata; sus ganchos serán de plata y sus basas de
bronce. El largo del atrio será de cien codos, y el ancho de cincuenta
por cada lado, y la altura cinco codos; sus cortinas de lino fino
torcido, y sus basas de bronce. Todos los utensilios del tabernáculo usados
en todo su servicio, y todas sus estacas, y todas las estacas del atrio serán
de bronce." (Éxodo 27: 9-19; LBLA).
A partir de esta descripción resulta claro que
el atrio del Tabernáculo era de cien codos de longitud, y cincuenta codos de
ancho (versículos 9-13). Estaba hecho como sigue: primero, había veinte
columnas en cada uno de los dos lados, norte y sur (versículos 10, 11), y luego
diez columnas (o pilares) en cada uno de los dos extremos, al este (oriente) y al
oeste (occidente) —las columnas del lado este (oriental), el lado de la
entrada, estando formado de tres columnas a cada lado de la entrada, y cuatro
para la cortina de la puerta del atrio (versículos 12-16). Había sesenta
columnas en total. Sobre estas columnas —o para hablar exactamente, sobre
cincuenta y seis de ellas— excluyendo las cuatro que eran para colgar la cortina
de la puerta— se colgaba el lino fino torcido que formaba el atrio. De este
había cien codos en cada lado, cincuenta codos en el extremo oeste (occidente),
y treinta en el este (oriente) (versículos 9-15) —doscientos ochenta codos en
total. La puerta de entrada, en el lado este (oriente), estaba compuesta de
azul, y púrpura (o escarlata), e hilo fino torcido, de obra de recamador —al
igual, en cada aspecto, que la cortina para la entrada al lugar santo— y era de
veinte codos de longitud. Las basas (bases) de las columnas eran todas de
bronce, y los ganchos (capiteles) y molduras para la cortina eran de plata
(versículo 17). Se percibirá que la enseñanza típica de estas cosas brota de su
doble presentación simbólica de Cristo y del creyente.
El
lino fino torcido es un
emblema, como se ha mostrado más de una vez, de la pureza sin mancha de Cristo,
de la pureza positiva de Su naturaleza. Aquí se puede ver de otra manera. La
medida total de estas cortinas de lino fino torcido era de doscientos ochenta
codos. En las cortinas del Tabernáculo (Éxodo 26: 1, 2) había también
doscientos ochenta codos —habiendo allí diez cortinas, y cada cortina siendo de
un largo de veintiocho codos. Las medidas de estas dos eran, por tanto,
iguales. Las cortinas del Tabernáculo presentan a Cristo, a Cristo en Su
naturaleza y carácter, y a Cristo en Sus glorias y autoridad judicial futuras;
pero presentado así, Él era para los ojos de Dios, y para los ojos del
sacerdote. Él no podía ser visto como tal desde afuera, sólo desde dentro. Las
cortinas de lino fino torcido presentan también a Cristo, pero no tanto a los
que están adentro como a los que están afuera. Podían ser vistas por todos en
el campamento. Se trata, por tanto, de la presentación de Cristo al mundo, de
Cristo en la pureza de Su naturaleza. Él podía desafiar así a Sus adversarios a
que probasen, o le convencieran, que tenía pecado (Juan 8:46); Pilato tuvo que
confesar una y otra vez que no hallaba delito alguno en Él; y las autoridades
Judías, aunque procuraban, con el 'ojo de lince' de la malicia, no lograron
establecer, o incluso presentar, una sola prueba de fracaso. Ni una sola
partícula se pudo detectar sobre el lino fino torcido de Su vida santa, Su vida
de justicia práctica que emanaba de la pureza de Su ser.
Hay otra cosa. Estas cortinas eran de 5 codos
de alto (Éxodo 27:18); y el largo de ellas en los lados era de cien codos, y a
los dos extremos cincuenta y treinta codos respectivamente. Todos estos últimos
números se pueden dividir por diez y por cinco. Aceptando, entonces, que el
poder de estos números como responsabilidad para con Dios, y responsabilidad para
con el hombre, se entiende que la pureza inmaculada de Su vida brotó del hecho
de que Él cumplió perfectamente esta doble responsabilidad. Él amó a Dios con
todo Su corazón, y a Su prójimo como a Sí mismo, sí, y más que a Sí mismo. Por
tanto, a aquellos cuyos ojos estaban abiertos, estas cortinas proclamaban la
venida de Uno que respondería perfectamente en Su vida y andar, a cada demanda
de Dios.
Las
columnas, sus basas, sus molduras, etc. El material de las columnas no
se declara. Parecería, a primera vista,
a partir del versículo 10, como si hubiesen sido de bronce; pero al comparar
con Éxodo 38:10, es muy probable que el bronce se refiera sólo a las basas. Se
podría inferir de la analogía que eran de madera de Sittim (especie de acacia)
cubiertas con bronce; pero allí donde la Escritura guarda silencio, las
inferencias humanas son inciertas, aun cuando sean permisibles. No obstante, se
mencionan dos cosas. Ellas encajaban en bases de bronce, y las molduras eran de
plata. (Éxodo 38:17). El bronce es la justicia divina probando al hombre en
responsabilidad. Por eso, en efecto, el bronce es característico del exterior,
así como el oro del interior, del Tabernáculo. La responsabilidad del hombre
debe ser probada y se debe cumplir antes de que él pueda ser llevado a la
presencia de Dios. Cristo, al presentarse al mundo, como está simbolizado por
las cortinas de lino fino torcido, está sobre el terreno de haber satisfecho
cada demanda de la justicia divina. Este es el fundamento de Su carácter como
Salvador. La plata habla de redención. Las columnas tenían molduras de plata, y
las cortinas colgaban de ellas. Cristo muestra así la eficacia de Su obra. Es
Su corona de gloria a la diestra de Dios. Por tanto, si bien Él escudriña al
pecador mediante las basas de bronce, Él le declara, a la vez, el valor de la
sangre tal como es mostrada por la plata. El bronce probando al hombre descubre
su necesidad, y tan pronto como la necesidad es conocida, la plata está allí
para satisfacerla. El número de columnas sobre las cuales colgaban las cortinas
era de cincuenta y seis —excluyendo las de la entrada. Cincuenta y seis es
siete veces ocho. Siete es el número perfecto; y ocho es el de la resurrección.
La justicia práctica de Cristo, mostrada perfectamente en Su vida terrenal,
está sellada, por decirlo así, por Su resurrección. Él fue "declarado Hijo
de Dios con poder, según el Espíritu de
santidad, por la resurrección de entre los muertos." (Romanos 1:4).
La
cortina para la puerta del atrio
es igual a la cortina que forma la entrada al lugar santo y, como en esa,
prefigura a Cristo en todo lo que Él es en relación con la tierra, Su carácter
celestial, Sus glorias reales como Hijo del Hombre y como Hijo de David, y Su
pureza inmaculada. Una vez más no hay querubines, y esto es debido a que Él es
aquí la Puerta, el Camino, como presentado al mundo; ya que se nos dice que
Dios no envió a Su hijo a juzgar al mundo (esa no era Su misión en aquel
entonces), sino para que el mundo sea salvo por Él. ("Porque Dios no envió
a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por
El." - Juan 3:17 - LBLA). No hay ahora querubín alguno, ni espada
encendida alguna que guarden el camino del árbol de vida, porque la espada
encendida ha descendido sobre esa víctima santa que fue ofrecida a Dios en el
Calvario, y habiendo satisfecho así, y eso para siempre, las demandas de la
santidad de Dios, Él puede presentarse ahora al mundo en todas las atracciones
de Su Persona y Su gracia, como el camino, la verdad, y la vida. Allí, ante los
ojos de todos, esta cortina para la puerta fue mostrada, y mientras cada color
hablaba de Cristo, todos juntos, en su armonía y belleza, se unían proclamando,
"el que por mí entrare, será salvo" (Juan 10:9). Se puede observar
también que Cristo es el camino al lugar santo, y al lugar santísimo, así como
también al atrio. «Él
es la única puerta», ha comentado uno, «a las variados campos de gloria
que han de ser mostrados aún, sea en la tierra, en el cielo, o en el cielo de
los cielos.»
Pero hay aún otro aspecto del atrio del
Tabernáculo. Si, por una parte, presenta a Cristo, por la otra, y debido a que
se trata de Cristo, presenta el estándar de la responsabilidad del creyente. No
se puede esgrimir o aceptar ningún estándar inferior; porque Él nos ha dejado
un ejemplo para que sigamos en Sus pisadas (1ª. Pedro 2:21 - VM). Las medidas,
consideradas también en este aspecto, son significativas. Las cortinas del
Tabernáculo completaban, como se declaró, doscientos ochenta codos. Estas
muestran a Cristo ante los ojos de Dios. Pero como Él es, así somos también nosotros
en este mundo. (1ª. Juan 4:17 – LBLA). Ellas son, por tanto, las cortinas del
privilegio —revelando, tal como lo hacen, nuestra perfecta aceptación delante
de Dios. Las cortinas de lino fino torcido completaban también doscientos
ochenta codos, y en la medida que mostraban la justicia práctica de la vida de
Cristo, Su andar sin mancha, Su pureza inmaculada, ellas son las cortinas de la
responsabilidad. En el Apocalipsis se dice que el lino fino es la justicia
perfecta de los santos ("Y a ella le fué dado que se vistiese de lino fino
blanco, resplandeciente y puro: porque el lino fino blanco es la
perfecta justicia de los santos." Apocalipsis 19:8 - VM). La responsabilidad
del santo es medida por su privilegio, por lo que él es delante de Dios.
Hay otro pensamiento. Nuestra responsabilidad
de andar como Cristo anduvo (1ª. Juan 2:6), es nuestra responsabilidad para con
Dios. Pero estas cortinas eran de cinco codos de alto. Cinco, se recordará, es
el número de la responsabilidad para con el hombre; y, mediante ello, se puede
aprender que somos responsables para con el hombre así como también para con
Dios —responsables de presentar a Cristo en nuestro andar y en nuestra manera
de vivir.
Las columnas pueden señalar también al
creyente. Encajadas en basas de bronce, cimentadas en la justicia divina, cuyas
demandas han sido satisfechas, y con el valor de la redención, como lo tipifica
la plata sobre nuestras cabezas, ellas son prerrequisitos para semejante
exhibición de Cristo.
Había también estacas y cuerdas (Éxodo 27:19;
Éxodo 35:18). Estos eran para la estabilidad —para mantener las columnas con
las cortinas de lino fino torcido colgando en su lugar. Interpretando esto con respecto
al creyente, enseñará que la fuente de su fuerza no está en él mismo, que
necesita un poder desde afuera si es que ha de mantener la exhibición de la
justicia práctica ante el mundo; y, de hecho, la verdad más amplia, que aunque
se le da una posición sobre el terreno de la justicia divina, y está bajo el
valor de la redención, él no podía mantener la posición, ni por un solo
momento, si era dejado a depender de sus propios recursos. Las estacas y las
cuerdas revelan, por tanto, que el creyente es guardado "por el poder de
Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser
manifestada en el tiempo postrero." (1ª. Pedro 1:5). Todo es de Dios; todo
lo que el creyente es, tiene, y disfruta, es el don de Su gracia. Su posición,
así como también su responsabilidad, puede ser mantenida sólo en dependencia
del Señor. Todas estas estacas, al igual que todos los utensilios del
tabernáculo en todo su servicio, y todas las estacas del atrio, eran de bronce.
(Éxodo 27:19). De este modo, todo lo que estaba afuera del lugar santo y del
lugar santísimo, se caracterizaba por la justicia divina, pero la justicia
divina probando al hombre en responsabilidad, porque era el lugar de encuentro
entre Dios y el pueblo (Véase Éxodo 29:42). No obstante, puesto que el hombre,
por sí mismo, no puede satisfacer sus demandas, la justicia de Dios es por
medio de la fe de Jesucristo, para todos los que creen en Él. Por tanto,
mientras él es salvo por gracia, está delante de Dios, como salvado así, sobre
el fundamento inconmovible de la justicia divina. Porque la gracia reina, por
medio de la justicia, para vida eterna, mediante Jesucristo nuestro Señor.
(Romanos 5:21 – LBLA).
Edward
Dennett
Traducido
del Inglés por: B.R.C.O. – Noviembre 2012.-
Título original en inglés: TYPICAL TEACHINGS OF EXODUS - The Court
of the Tabernacle (Exodus 27: 9-19) , by Edward Dennett
Versión Inglesa |
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