Enseñanzas Típicas del
Libro del Éxodo
Edward Dennett
Todas las citas
bíblicas se encierran entre comillas dobles ("") y han sido tomadas de la Versión
Reina-Valera
Revisada en 1960 (RVR60) excepto en los lugares en que, además de las
comillas dobles (""), se indican otras versiones, tales como:
BTX = Biblia Textual,
© 1999 por Sociedad Bíblica Iberoamericana, Inc.
RVR1865 = Versión Reina-Valera Revisión 1865 (Publicada
por: Local Church
Bible Publishers, P.O. Box 26024,
Lansing, MI 48909 USA)
Prefacio
Los
capítulos siguientes son muy sencillos y meramente expositivos. Al tratar del
Tabernáculo y sus utensilios sagrados, el tema podría haber sido hecho más
atractivo si se hubiese adornado con ilustraciones. Cabe preguntarse, sin
embargo, si acaso las representaciones gráficas o visuales, aunque puedan tener
su valor desde un punto de vista educacional, sea para el joven o para el
estudiante, verdaderamente no entorpecen más que ayudan en la comprensión de la
enseñanza espiritual. Ahora que el velo se ha rasgado, y los creyentes tienen
acceso, en virtud de la sangre preciosa de Cristo, al Lugar Santísimo, a la
presencia inmediata de Dios, el significado del Tabernáculo es mejor
comprendido volviendo la mirada atrás a él a través de la luz del cumplimiento
de todo en Cristo. Ya que Él, y Él solo, es la llave para dar libre acceso a
estos misterios sagrados. En una palabra, es Cristo quien explica el
Tabernáculo, y no el Tabernáculo el que explica a Cristo. El Tabernáculo,
efectivamente, no fue un tipo, sino un antitipo, y era solamente una "figura para aquel tiempo presente" (Hebreos 9:9 – RVR1865), "dando
el Espíritu Santo a entender con esto que aún no se había manifestado el camino
al Lugar Santísimo, entre tanto que la primera parte del tabernáculo estuviese
en pie." (Hebreos 9:8). Es, por tanto, la ferviente esperanza y oración
del escritor, que el examen de estas páginas pueda, mediante la bendición de
Dios, ayudar al lector a descubrir más de las bellezas y excelencias de la
persona de Cristo, y a comprender más plenamente la naturaleza y perfección de
Su obra, así como también al lugar bienaventurado de privilegio y gracia al
cual los creyentes han sido, en consecuencia, llevados.
E.
Dennett, LONDRES 1882.
* * *
ISRAEL
EN EGIPTO
Éxodo 1
El gran tema del libro del Éxodo es
el de la redención. En Génesis tenemos la creación, y luego, después de la
caída, y del anuncio de un Libertador en la simiente de la mujer, que heriría
la cabeza de la serpiente (Génesis 3:15) – la revelación, de hecho, del segundo
Hombre, de quien Adán era una figura (Romanos 5:14), y en quien todos los
consejos de Dios se establecerían – 'todos los grandes principios elementales
que encuentran su desarrollo en la historia de las relaciones de Dios con el
hombre, la cual está registrada en los libros siguientes'. El libro de Génesis,
por lo tanto, ha sido acertadamente denominado como el 'semillero' de la
Biblia. Pero en el libro del Éxodo, el tema es uno – la redención con sus
consecuencias, consecuencias en gracia, y cuando el pueblo, mostrando su
insensibilidad para con la gracia, así como también la ignorancia de su propia
condición, se colocaron ellos mismos bajo la ley, consecuencias del gobierno.
Aun así, se cumple el gran resultado de la redención, el establecimiento de un
pueblo delante de Dios, en relación
con Él; y esto es lo que imparte un interés tal al libro, y hace que sea tan
instructivo para el lector Cristiano.
Los cinco primeros versículos
contiene una breve declaración de los nombres de los hijos de Jacob que
entraron en Egipto con su padre – ellos y sus familias, que suman, junto con
José y su casa ya en Egipto, setenta almas. Los detalles, de los que esto es un
breve resumen, se encuentran en Génesis 46. La ocasión inmediata de que ellos
descendieran a Egipto fue la hambruna; pero mediante la hambruna, así como
mediante la iniquidad de los hijos de Jacob al vender a su hermano a los
Ismaelitas (Génesis 37:28), Dios no hizo más que llevar a cabo el cumplimiento
de Sus propios propósitos. Mucho antes de esto, Él había dicho a Abraham,
"Ten por cierto que tu descendencia morará en tierra ajena, y será esclava
allí, y será oprimida cuatrocientos años. Mas también a la nación a la cual
servirán, juzgaré yo; y después de esto saldrán con gran riqueza." (Génesis
15: 13, 14). Esta es la historia de los doce primeros capítulos en el Éxodo; y
ello nos llena de admiración para reflexionar que, independientemente de las
actuaciones de los hombres, incluso en maldad y en prepotente rebelión, ellos
están subordinados al establecimiento de los consejos divinos de gracia y amor.
Tal como Pedro dijo ciertamente, en el día de Pentecostés con respecto a
Cristo, "a éste, entregado por el determinado consejo y anticipado
conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos,
crucificándole." (Hechos 2:23). Así, incluso la ira del hombre es uncida a
las ruedas del carruaje de los decretos de Dios.
Existe, indudablemente, una razón
por la cual se nos muestra, al comienzo del libro, a los hijos de Israel en
Egipto. En la Escritura, Egipto es un tipo del mundo, y de ahí que Israel en
Egipto llega a ser una figura de la condición natural del hombre. De este modo,
después de la declaración de que "murió José, y todos sus hermanos, y toda
aquella generación" (Éxodo 1:6), la narración pasa rápidamente a describir
sus circunstancias y su condición. Se indica, en primer lugar, su aumento y,
efectivamente, su prosperidad. Ellos "fructificaron y se multiplicaron, y
fueron aumentados y fortalecidos en extremo, y se llenó de ellos la tierra."
(Éxodo 1:7). Eran los hijos de la promesa, si bien estaban en Egipto, y como
tales el favor de Dios reposaba sobre ellos. En virtud de esto se nos presenta este
retrato de prosperidad terrenal. Dios jamás olvida a Su pueblo, aunque ellos
puedan olvidarse de Él.
Aparece ahora otra figura en la
escena – "se levantó sobre Egipto un nuevo rey que no conocía a José"
(versículo 8). La declaración de que "no conocía a José" es en
extremo significativa. José en Egipto fue un tipo de Cristo en Su gloria
terrenal y, por consiguiente, no conocerle a Él es algo característico de un
estado moral. El Faraón, de hecho, es el dios de este mundo, y como tal debe
estar necesariamente en antagonismo al pueblo del Señor. Por consiguiente,
leemos inmediatamente acerca de sus maquinaciones astutas y designios
maliciosos para destruir la prosperidad de ellos, y para reducirlo a
servidumbre impotente y desesperada (versículos 9 al 12). ¿Y cuál fue su
motivo? "Para que no se multiplique, y acontezca que viniendo guerra, él
también se una a nuestros enemigos y pelee contra nosotros, y se vaya de la
tierra" (versículo 10). Satanás conoce aquello que tenemos tendencia a
olvidar, que el mundo debe aborrecer a los hijos de Dios, y que ellos, si son
fieles, deben estar en antagonismo con el mundo, y de ahí que él, en la persona
de Faraón, parece proveer para la contingencia de una guerra, y para evitar la
liberación de ellos. Él, por tanto, puso "sobre ellos comisarios de
tributos que los molestasen con sus cargas; y edificaron para Faraón las
ciudades de almacenaje, Pitón y Ramesés." (versículo 11). [1]
[1] Nota: Ni siquiera el sitio donde estaban estas
ciudades – aunque se ofrece muchas conjeturas – puede ser identificado ahora
con alguna certeza.
Así son
llevados a estar bajo servidumbre al mundo, "Y los egipcios hicieron
servir a los hijos de Israel con dureza, y amargaron su vida con dura
servidumbre." (versículos 13 y 14). El otro aspecto del retrato es, "Pero
cuanto más los oprimían, tanto más se multiplicaban y crecían." (versículo
12). Esto surgió del hecho ya señalado, que, no obstante su condición, ellos
eran el pueblo de la promesa, incluidos en los propósitos de Dios, y como tal,
se velaba sobre ellos, eran protegidos, y bendecidos; de modo que Faraón, como
el dios de este mundo, era impotente para llevar a cabo su destrucción. La
verdadera cuestión era, tal como muestra el asunto, entre Dios y Faraón; y el
rey de Egipto estaba, en sus ardides contra los hijos de Israel, luchando contra
Dios. De ahí su fracaso en todo aspecto. Por otra parte, la condición de los
Israelitas retrata muy sorprendentemente la condición del pecador – más bien el
pecador al que se le ha hecho sentir el yugo acerado de ser esclavo del pecado
y de Satanás. Tal como con el hijo pródigo, el cual cae cada vez más bajo,
hasta que está a punto de morir y en degradación completa, antes de que vuelva
en sí, así hace Dios aquí que los hijos de Israel sientan el peso de sus
cargas, y prueben la amargura de su vil servidumbre, para despertar en ellos un
deseo de liberación antes de que Él comience a actuar a favor de ellos. Existe
una cosa tal como el pecador siendo insensible a su degradación, y estando
satisfecho, si es que no está feliz, en su alejamiento de Dios; pero si él ha
de ser salvo, debe pasar a través de la experiencia que es prefigurada por este
relato de la condición de los Israelitas. Hasta entonces, él no conoce jamás su
estado verdadero, o jamás desea liberación.
El resto
del capítulo (versículos 15 al 22) se ocupa con una descripción de otro intento
para debilitar, y a su tiempo destruir, a los hijos de Israel. Pero nuevamente
está la actividad de otro a favor de ellos. Faraón era un rey absoluto, y
ninguno de sus súbditos se atrevía a oponerse a su voluntad; pero incluso estas
débiles mujeres son sostenidas en su desobediencia, porque consideraban que su
primer deber era temer a Dios. El monarca más poderoso en el mundo es impotente
contra Dios, y así igualmente contra los que se identifican con Dios o con Su
pueblo. Por eso Sifra y Fúa "no hicieron como les mandó el rey de Egipto"
(versículo 17), y Dios trató con ellas, y debido a que temieron a Dios, Él
prosperó sus familias (versículos 17 al 21). "Si Dios está a favor de
nosotros, ¿quién contra nosotros?" (Romanos 8:31 – BTX). Por tanto,
podemos aprender primeramente, la impotencia total del enemigo para frustrar
los propósitos de Dios; en segundo lugar, la invencibilidad de aquellos que
están relacionados con Sus propósitos; en tercer lugar, de qué manera el temor
de Dios puede elevar al más débil y al más humilde sobre el temor del hombre y
luego, al final de todo, cuán grato para el corazón de Dios es toda señal de
fidelidad a Él en medio de una escena donde Satanás reina, como dios de este
mundo, y oprime y procura destruir a Su pueblo.
Pero la enemistad
de Faraón aumenta, y "mandó a todo su pueblo, diciendo: Echad al río a
todo hijo que nazca, y a toda hija preservad la vida" (versículo 22). El
capítulo siguiente nos mostrará de qué manera Dios usó este mismo decreto del
rey para preparar un libertador para Su pueblo.
Edward Dennett
Traducido del Inglés por: B.R.C.O. – Noviembre
2011.-
Título original en inglés: TYPICAL TEACHINGS OF EXODUS - Prefactory and Israel
in Egipt (Exodus 1), by Edward Dennett
Versión Inglesa |
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