EL
TABERNÁCULO
Éxodo 25: 1-9
Enseñanzas Típicas del Libro del Éxodo
Edward Dennett
Todas
las citas bíblicas se encierran entre comillas dobles ("") y han sido tomadas
de la Versión Reina-Valera
Revisada en 1960 (RVR60) excepto en los lugares en que, además de las
comillas dobles (""), se indican otras versiones, tales como:
LBLA
= La Biblia de las Américas, Copyright 1986, 1995, 1997 by The Lockman
Foundation, Usada con permiso.
Con este capítulo empezamos un nuevo tema —el
del Tabernáculo. No se termina hasta el final de Éxodo 30. Pero este,
nuevamente, se divide en tres partes. En primer lugar, en las instrucciones
para la edificación del Tabernáculo y sus utensilios y su mobiliario, se
describen esos utensilios que manifiestan a Dios. Esta parte abarca hasta Éxodo
27:19. En segundo lugar, se presenta las vestiduras y la consagración de los
sacerdotes, en Éxodo 28 y 29. Luego, por último, los utensilios de acercamiento
—es decir, los que eran necesarios para acercarse a Dios, son detallados en
Éxodo 30. Se observará que algunos de los que manifestaban a Dios —alguna parte
de Su gloria—se usan también para el acercamiento; pero si se recuerda el
diseño principal de cada uno, se evitará la confusión, y el arreglo será
comprendido fácilmente. Tendremos ocasión, mientras se pasa revista a las
varias partes del Tabernáculo, de indicar más precisamente el significado de
cada uno. Mientras tanto, la división presentada puede ayudar al lector a
emprender con más inteligencia el estudio de esta sección del libro.
"Jehová habló a Moisés, diciendo: Dí a los
hijos de Israel que tomen para mí ofrenda; de todo varón que la diere de su
voluntad, de corazón, tomaréis mi ofrenda. Esta es la ofrenda que tomaréis de
ellos: oro, plata, cobre, azul, púrpura, carmesí, lino fino, pelo de cabras, pieles
de carneros teñidas de rojo, pieles de tejones, madera de acacia, aceite para
el alumbrado, especias para el aceite de la unción y para el incienso
aromático, piedras de ónice, y piedras de engaste para el efod y para el
pectoral. Y harán un santuario para mí, y habitaré en medio de ellos. Conforme
a todo lo que yo te muestre, el diseño del tabernáculo, y el diseño de todos
sus utensilios, así lo haréis." (Éxodo 25: 1-9).
Hay tres cosas en estas instrucciones en las
que hay que poner la debida atención. La primera es el objeto de ellas —el cual
es hacer un santuario. "Harán un santuario para mí, y habitaré en medio de
ellos." La idea primordial del Tabernáculo es, por tanto, que era la
morada de Dios. Tal como se observa en Éxodo 15:2, Dios nunca moró en la tierra
con Su pueblo hasta después que cruzaron el Mar Rojo —hasta que la redención,
en figura, fuese cumplida. Él visitaba a Adán en el huerto, aparecía y se
comunicaba con los patriarcas; pero hasta que Él hubo redimido a Su pueblo
fuera de Egipto, nada se dice de hacer un santuario en que Él pudiese morar. El
Tabernáculo fue así una prueba de la redención, y la señal de que Dios había
traído a un pueblo redimido a relacionarse con Él, siendo Él el Centro alrededor
de quien ellos eran reunidos. Tal es el pensamiento de Dios en la redención. No
sólo salvará a Su pueblo, según Sus propios propósitos, sino que también,
conforme a Su corazón, desea tenerlos en un lugar de cercanía, reunidos a Su
alrededor —siendo Él mismo su Dios, y ellos Su pueblo. Sabemos, en los
resultados, cuán imperfectamente se hicieron realidad los deseos de Su corazón,
por el fracaso del pueblo bajo responsabilidad. Aun así, Él tuvo Su santuario
en medio de ellos, tanto en el desierto como durante el reino. En la
dispensación Cristiana, Su pueblo forma Su casa; en el milenio tendrá otro
santuario material en Jerusalén; y, finalmente, en el estado eterno, la santa
ciudad, la nueva Jerusalén, descenderá del cielo, de Dios, y formará sobre la tierra
nueva el tabernáculo de Dios con los hombres (Apocalipsis 21: 2, 3). Entonces
los consejos del corazón de Dios serán mostrados en su perfección completa, y,
puesto que las cosas anteriores, con todos los dolores relacionados con ellas
por el pecado del hombre, habrán pasado, no habrá nada que impida el disfrute
pleno, perfecto, y bienaventurado surgiendo del libre manantial del corazón de
Dios a Su pueblo, y de sus corazones a Él, y de Su manifestación perfecta, y la
adoración y servicio perfectos de ellos. Pero el tipo de todo esto se encuentra
en este santuario, del cual Israel recibió instrucciones para hacer, de modo
que Dios pudiese morar entre ellos.
El Tabernáculo puede, no obstante, ser visto de
otra forma. La casa en que Dios moraba debería ser, necesariamente, la escena
de la revelación de Su gloria. Por eso, como se verá cuando lo consideremos en
detalle, cada una de sus partes entraña alguna manifestación de Él. Como otro
escribe: «Las glorias, en cada forma, de Cristo el Mediador son presentadas
en el tabernáculo; no precisamente, todavía, la unidad de Su pueblo,
considerado como Su cuerpo, sino en cada manera en que los modos de obrar y las
perfecciones de Dios son manifestadas por Él, ya sea en el pleno alcance de la
creación, en Su pueblo, o en Su Persona. La escena de la manifestación de la
gloria de Dios, Su casa, Su dominio, en que Él muestra su ser (en la medida que
se puede ver), los modos de obrar de Su gracia, y Su gloria, y Su relación por
medio de Cristo con nosotros —pobres y débiles criaturas, pero que se acercan a
Él—nos son reveladas en él, pero aún con un velo sobre Su presencia, y con Dios,
no con el Padre.» Por
esta razón, la mente espiritual sigue el rastro con deleite en las enseñanzas
típicas de los pequeños detalles de este santuario, aprendiendo de ellas las
varias medidas y los varios métodos en que Dios se ha revelado, y que sólo se
han de comprender cuando la llave de cada secreto que contienen es poseída en
la Persona de Cristo. Recordando esto, controlaremos, por una parte, todos los
vuelos de la imaginación, e investiremos, por la otra, nuestras meditaciones
con un interés nuevo, en la medida que Cristo mismo esté siempre ante el alma.
Hay aún un tercer aspecto del Tabernáculo. Es
una figura de los cielos mismos. Estaba el atrio, el lugar santo, y el lugar
santísimo. Así, el sacerdote pasaba a través del primero y del segundo al
tercer cielo —la escena de la presencia especial de Dios. Pablo habla de que
fue "arrebatado hasta el tercer cielo" (2ª. Corintios 12:2). Hay una
alusión a esta significancia del Tabernáculo en la epístola a los Hebreos
—"Por tanto, teniendo un gran Sumo Sacerdote que ha traspasado (lit.: a pasado
a través de) los cielos:
Jesús el Hijo de Dios" (Hebreos 4:14). Cristo es considerado en esta
Escritura como habiendo pasado, como el sumo sacerdote Judío en el día de la
expiación, a través del atrio, el lugar santo, al lugar santísimo (todos los
cuales son simbólicos de los cielos), a la presencia de Dios.
En relación con esto se puede mencionar, y este
es el segundo punto, que el Tabernáculo fue hecho según el modelo mostrado a
Moisés en el monte (Éxodo 25: 9, 40, etc.), y era, por tanto, tipo de cosas
celestiales. Esta enseñanza se desarrolla en la epístola a los Hebreos. Leemos
ahí acerca de Cristo como "ministro del santuario, y de aquel verdadero
tabernáculo que levantó el Señor, y no el hombre" (Hebreos 8:2); y se dice
otra vez, "Por tanto, fue necesario que las representaciones de las cosas
en los cielos fueran purificadas de esta manera," (la sangre de
sacrificios de animales), "pero las cosas celestiales mismas, con mejores
sacrificios que éstos. Porque Cristo no entró en un lugar santo hecho por
manos, una representación del verdadero,
sino en el cielo mismo, para presentarse ahora en la presencia de Dios por
nosotros." (Hebreos 9: 23, 24 – LBLA). Se comprende fácilmente, por tanto,
que el Tabernáculo fue la escena de la ministración sacerdotal; ya que al ser
la morada de Dios, fue también el lugar del acercamiento del pecador a Dios (o
más bien, del acercamiento de un pueblo traído a una relación con Él) en la
persona del sacerdote. De hecho, el sumo sacerdote entraba sólo una vez al año
en el lugar santísimo (véase Levítico 16); pero esto fue a consecuencia del
fracaso del sacerdocio, y no empañaba, de manera alguna, su diseño original.
Todo esto, en efecto, junto con el velo, y la exclusión del lugar santo de
todos exceptuando los sacerdotes, no hará más que enseñar, aun por medio del
contraste, los más plenos y más bienaventurados privilegios de los cuales
disfrutan los creyentes de la presente dispensación (o época). Tienen libertad
de acceso, en todo tiempo, al Lugar Santísimo, habiéndose rasgado el velo,
puesto que son hechos perfectos para siempre, no teniendo ya más conciencia de
pecados, por el solo sacrificio de Cristo (Hebreos 10), y se acercan, no a
Jehová, sino a su Dios y Padre en Cristo Jesús.
El último punto a mencionar es la invitación
dirigida al pueblo para que trajese ofrendas de materiales de los que se iba a
componer el Tabernáculo. Se trata de una exhibición resplandeciente, de parte
de Dios, asociando así al pueblo con Él en Su deseo de tener un santuario para
morar en medio de ellos. De ahí que dichas ofrendas se tuviesen que tomar sólo
de corazones dispuestos. Esto es extremadamente hermoso. Dios produce en primer
lugar la disposición, y luego les atribuye la ofrenda que entregaban. Él
contaba con la comunión del pueblo, esperando una respuesta a los deseos
expresos de Su corazón. El pueblo respondió, como se verá más tarde en el
libro, y tan plenamente que se tuvo que hacer una proclamación para detener las
ofrendas. Un buen ejemplo de esto se vio también en David con respecto al
templo: "De cómo juró a Jehová, Y prometió al Fuerte de Jacob: No entraré
en la morada de mi casa, Ni subiré sobre el lecho de mi estrado; No daré sueño
a mis ojos, Ni a mis párpados adormecimiento, Hasta que halle lugar para
Jehová, Morada para el Fuerte de Jacob." (Salmo 132: 2-5). Si bien en
menor medida de lo que caracterizaba al rey de Israel, con todo, las ofrendas
solicitadas fluyeron en abundancia de corazones dispuestos, corazones cuya
disposición fue hecha por la gracia de Dios, que disfrutaron así el privilegio
de contribuir con materiales que, cuando se utilizaron conforme a las
instrucciones dadas, formarían la morada de Jehová, y que se emplearían,
separadamente, como un emblema, y una manifestación de algún rayo de Su gloria.
La significancia típica de los varios
materiales ofrecidos será explicada en relación con su lugar especial en el
Tabernáculo. Bastará ahora decir que todos ellos señalan a Cristo.
Edward
Dennett
Traducido
del Inglés por: B.R.C.O. – Noviembre 2012.-
Título original en inglés: TYPICAL TEACHINGS OF EXODUS - The Tabernacle (Exodus 25:
1-9) , by Edward Dennett
Versión Inglesa |
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