¿QUIÉNES SON "LOS ÁNGELES
DE LAS SIETE IGLESIAS?
Todas las
citas bíblicas se encierran entre comillas dobles ("") y han sido tomadas de
la Versión Reina-Valera
Revisada en 1960 (RVR60).-
Apocalipsis 1:20 –
"El misterio de las siete estrellas que has visto en mi diestra, y de los
siete candeleros de oro: las siete estrellas son los ángeles de las siete
iglesias, y los siete candeleros que has visto, son las siete iglesias."
Pregunta: ¿Cómo debemos
interpretar Apocalipsis 1:20?
Respuesta: "El misterio de las siete
estrellas" sugiere la idea del poder —de un poder subordinado—, y los ángeles
son los representantes simbólicos de las iglesias. (Se ha supuesto que la
palabra ángel es empleada en relación con el ángel de la sinagoga y
que se refiere, por consiguiente, al obispo o principal anciano. Pero el ángel
de la sinagoga no era el jefe de ésta, era en cambio un lector; el principal de
la sinagoga era otro personaje). El poder espiritual, como representando a
Cristo sobre la tierra, era lo que la Iglesia hubiera debido desplegar. En la
Escritura, el poder supremo está simbolizado por el sol; y un poder
subordinado, por las estrellas. El ángel de alguien, designa el representante
de uno que no está allí, aun cuando se trate del ángel de Jehová. Así cuando
Pedro llamó a la puerta dijeron: "¡Es su ángel!" (Hechos 12:15). Como
ejemplo de lo que entiendo, cuando Jacob tuvo su encuentro en Peniel con el ángel y
él fue el más fuerte,
llamó el lugar 'rostro de Dios'
(Génesis 32:30); es así como fue en el caso de Moisés con el ángel en la zarza;
y es así que tenemos a los ángeles de las siete iglesias.
Tomemos ahora la idea general. Hemos visto que
no tenemos aquí a la Iglesia considerada en su unión con Cristo, su Cabeza;
tampoco es considerada en su propio carácter celestial (aunque este carácter
deba ser manifestado en ella), sino que es considerada en su estado temporal,
como situada bajo el ojo del Señor para ser juzgada.
No es Cristo como Cabeza del Cuerpo el que es
presentado aquí, sino las responsabilidades ligadas al Cuerpo en su estado
temporal, en relación con los privilegios recibidos, y la conducta que deberían
desprenderse de ellos. Tampoco es la comunicación de estos privilegios, sino el
uso que de ellos hemos hecho. Al objeto de ilustrar esto, consideremos un tiempo
de particular bendición para la Iglesia. La Reforma, por ejemplo, ha sido una
obra del Espíritu de Dios, y Dios viene, por decirlo así, a fin de ver lo que
los hombres han hecho de Su obra, de la manera que han hecho uso de la
bendición que habían obtenido por el avivamiento de Su verdad; viene a fin de
juzgar el uso que han hecho de los privilegios que les fueron acordados en
aquel entonces. ¿Cuál ha sido el resultado de los tres siglos transcurridos
(el original corresponde al siglo pasado) después que el Espíritu Santo trabajó
con tanto poder? La obra del Hijo de Dios en testimonio al Evangelio de Su
gracia, la justificación por la fe: es lo que entonces, como bien sabemos fue sacado
a la luz. ¿Cuál ha sido el resultado en la iglesia profesante? Es como si El
dijera: '¿Que más había para hacer?
Sembré la buena semilla, planté una cepa exquisita y ahora vine a buscar el
fruto; ¿dónde está?'.
Ninguna de las iglesias, por lo tanto, es
presentada aquí como siendo la obra de Dios en sí misma; pues ya que se trata
de una investigación judicial, Dios no juzga aquí Su propia obra (apenas si
tengo necesidad de decirlo), sino que juzga al hombre, sobre la base de la
responsabilidad, según lo que éste ha recibido por esta obra.
John N.
Darby
Revista
"VIDA CRISTIANA", Año 1962, No. 60.-