¿ARREBATAMIENTO PARCIAL?
Hebreos 9:28
Todas las citas bíblicas se encierran entre comillas dobles ("") y han sido tomadas de la Versión Reina-Valera Revisada en 1960 (RVR60) excepto en los lugares en que,
además de las comillas dobles (""), se indican otras versiones, tales como:
LBLA = La Biblia de las Américas, Copyright 1986, 1995, 1997 by The Lockman
Foundation, Usada con permiso
Pregunta: ¿Cabe deducir del versículo 28 de Hebreos capítulo 9 que algunos santos
no serán arrebatados cuando venga el Señor? La parábola de las diez vírgenes, ¿confirmaría aquel
pensamiento?
Respuesta: La aparente dificultad de este versículo sólo se origina si se le quiere
dar un sentido peculiar, aislándolo del resto de las Escrituras, lo que resulta peligroso.
Notemos en primer lugar que, aunque la expresión "para
salvar a los que le esperan" o
"aparecerá para la salvación de los que le esperan" (VM) pueda tener mayor alcance (y aplicarse,
por ejemplo, a la aparición de Cristo al remanente judío que le esperará; o a la espera y anhelo
de las criaturas, es decir, de la creación entera que está gimiendo (Romanos 8: 19-21), se aplica plenamente a la venida del Señor para arrebatar a la Iglesia.
I. La Palabra de Dios nos enseña claramente que la espera del Señor para salvación es una posición y un privilegio
de los creyentes, que no dependen de ellos, pero que han de realizar para poder gozarlos. Somos todos exhortados
a seguir el ejemplo de los Tesalonicenses, los cuales se habían convertido de los ídolos
a Dios para "esperar de los cielos a su Hijo." (1ª. Tesalonicenses 1: 9-10)
II. Que lo realicemos o no, los creyentes estamos esperando la venida de Cristo, conforme
a la preciosa promesa que nos hizo: "si me fuere, y os preparare
lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo" (Juan 14:3). Cristo arrebatará a todos cuantos hemos creído en El: "los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego
nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor
en el aire" (1ª. Tesalonicenses 4: 16-17).
III. Hebreos
9 nos enseña que "ahora, una sola vez en la consumación de los siglos, (Cristo) se ha manifestado para
destruir el pecado por el sacrificio de sí mismo." (Hebreos 9:26 – LBLA).
Aquel
sublime sacrificio nos ha granjeado una salvación completa y eterna cuya plena realización no se llevará a cabo mientras estemos
aún en la tierra, pero lo será cuando el Señor vuelva para arrebatar a los que somos Suyos. La expresión del versículo 28:
"aparecerá… para salvar" se refiere a la salvación definitiva: la
redención del cuerpo completando la del alma (véase la pregunta bíblica LA PALABRA "SALVACIÓN" EN LAS ESCRITURAS ).
La salvación definitiva es asegurada a todos los creyentes, o sea a los "muchos" mencionados en el citado versículo
28, y cuyos pecados fueron agotados por Cristo.
Ahora bien: la plena redención sólo se realizará cuando se produzca el arrebatamiento
de los santos, y va indisolublemente ligada a aquel precioso acontecimiento: "esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea
semejante al cuerpo de la gloria suya." (Filipenses 3: 20, 21).
¿Cómo suponer, entonces, que la expresión "los que
le esperan" de Hebreos 9:28 establezca una diferenciación entre
los creyentes, —salvados todos por la sangre preciosa de Cristo—, de modo que unos serían arrebatados cuando
acontezca la venida del Señor mientras que otros se quedarían atrás? Semejante pensamiento
no haría más que rebajar singularmente los resultados de la obra de la Cruz.
"Los que le esperan"
es pues un término que indica una posición, un privilegio adquirido, pero no siempre realizado o entendido, y
que —sin distinción alguna— es la porción de los "muchos", cuyos
pecados Cristo tomó sobre sí (versículo 28).
Numerosos cristianos ignoraron, y siguen desconociendo todavía, la verdad del regreso del Señor para arrebatar a la Iglesia. (Notemos, de paso, que la Reforma, en
el siglo 16, hizo énfasis sobre la justificación
por la fe y afirmó la autoridad absoluta de la Biblia en materia de fe, pero desconoció prácticamente las verdades del
regreso de Cristo para los Suyos y de la acción del Espíritu Santo en el creyente y en la asamblea).
El hecho de que tan preciosa verdad sea desconocida,
o muy imperfectamente entendida por los cristianos, no cambia ni resta nada de su valor, y,
con todo, participarán de su cumplimiento. Los Corintios eran carnales; sin embargo, el apóstol
les escribe que están "esperando la manifestación de nuestro Señor Jesucristo", contando con Dios, el cual es fiel
para confirmarlos para que sean irreprensibles "en el día de nuestro Señor Jesucristo." (1ª. Corintios 1: 7-9).
En cuanto a la parábola de las diez vírgenes, no parece relacionarse con el asunto que nos ocupa. Es verdad que
las vírgenes insensatas no entraron con el Esposo a las bodas, pero ellas no son una imagen
o símil de los creyentes: no poseían la vida divina, no tenían aceite
en sus vasos (figura del Espíritu Santo). Las vírgenes prudentes, o sea las
verdaderas creyentes, entran todas con el Esposo: aun cuando vemos que se dejaron invadir por
el sopor, figurando así el declinar de la Iglesia, la cual ha dejado su primer amor (Apocalipsis 2:4).
¡Bendito sea el Señor! ¡No faltará ningún redimido en el glorioso encuentro con Cristo! Amados hermanos,
ya hemos oído el clamor de medianoche: aprestémonos para ir al encuentro del Esposo. Si por Él
vibran nuestros corazones y afectos, viviremos constantemente en la espera de Su regreso.
Revista
"VIDA CRISTIANA", Año 1954, No. 9.-