LAS GRANDES PROFECÍAS DE DANIEL (William Kelly) DANIEL- Capítulo 7 |
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Reina-Valera 1909 Actualizada en 1989 (Publicada por Editorial Mundo Hispano) VM = Versión
Moderna, traducción de 1893 de H.B.Pratt, Revisión 1929 (Publicada por Ediciones Bíblicas - 1166 PERROY, Suiza) LAS GRANDES PROFECÍAS DE DANIEL Una serie de conferencias sobre Las Profecías y Principios del Libro de Daniel por William Kelly Capítulo
7. SEGUNDA GRAN DIVISIÓN DEL LIBRO Entramos ahora en la segunda gran división
del libro. El Espíritu de Dios nos presenta aquí, no meramente la historia o las visiones de un pagano, como Nabucodonosor
u otros, sino las comunicaciones de Dios al propio profeta. De ahí que los más altos pensamientos en la mente del Espíritu
son con respecto a lo que se relacionaba con los Judíos, como siendo ellos el objeto del especial favor de Dios en aquel tiempo,
y, más particularmente, lo que les esperaba en un día bendito que está por venir. Daniel fue el canal apropiado para tales
revelaciones. En consecuencia, el Espíritu repasa nuevamente el terreno de los cuatro grandes imperios Gentiles, así como
el quinto imperio, el reino de los cielos, que va a ser introducido por el Señor Jesús. Pero todo es presentado desde un punto
de vista diferente, aunque, por supuesto, con perfecta consistencia. No se trata ahora de una gran imagen comenzando con lo
que era magnífico, el oro y la plata, y descendiendo, con evidente deterioro del esplendor, hasta el vientre y muslos de bronce,
y piernas de hierro y pies de barro. Tenemos aquí rapaces bestias salvajes. Se hace referencia a los mismos poderes, pero
se trata de otro aspecto de ellos. Fue muy adecuada la figura de la imagen presentada a los ojos de la gran cabeza del imperio
Gentil, sus cambios y relaciones unos con otros; pero se trata ahora del punto de vista de Dios de estos mismos poderes, y
su relación con Su pueblo. Tenemos así, en esta sencilla consideración,
la clave a las diferentes maneras en que estos poderes son representados. Hallaremos, también, en los detalles, aquella sabiduría
que nosotros siempre podemos buscar en lo que procede de la mente de Dios. Cuatro Bestias Salvajes Emergen El profeta, en la visión, ve una masa de
aguas, agitada por los vientos del cielo. De este mar agitado emergen cuatro bestias salvajes y, yo puedo agregar, sucesivamente;
pues es muy claro que, como en los imperios presentados por los metales, etc. en Daniel 2, de igual modo en los mismos poderes
presentados aquí, nosotros tenemos que considerar imperios no contemporáneos, sino sucediéndose el uno al otro en gobernar
sobre el mundo bajo la providencia de Dios. "La primera era como león, y tenía alas de águila." (Daniel 7:4). Allí, incuestionablemente,
tenemos el imperio de Babilonia. Tampoco es, en absoluto, una novedad encontrar al Espíritu Santo aplicando la figura de un
león a Nabucodonosor, ni tampoco la de un águila. Jeremías ha utilizado ya la misma. "El león sube de la espesura, y el destruidor
de naciones está en marcha." (Jeremías 4:7). Ezequiel, al igual que Jeremías, lo representó, también, bajo la figura de un
águila. Efectivamente, él es mencionado tanto como león y como águila en Jeremías 49: 19-22. En la visión de Daniel el Espíritu
Santo combina las dos figuras en un símbolo, para representar apropiadamente lo que el imperio Babilónico era en la mente
de Dios. Pero, además de estos símbolos de grandeza
y rapidez de conquista, tenemos la señal de un cambio notable que iba a pasar sobre esta bestia, y un cambio del cual no había
ninguna apariencia, humanamente hablando, en aquel momento. Pero todo estaba abierto ante los ojos de Dios, cuyo objeto en
dar la profecía es que Su pueblo viera de antemano lo que Él ve. A Dios le ha complacido, en la sabiduría y bondad perfectas
que pertenecen a Su naturaleza, impartir semejante medida de conocimiento del futuro tal como Él lo ve para Su propia gloria;
y un hijo obediente oye y guarda las palabras de su Padre. Él presentó ahora al profeta el conocimiento
de que el imperio Babilónico iba a ser humillado. No iba a ser destruido totalmente como nación, sino que iba a ser depuesto
completamente como poder gobernante en el mundo. Esto fue lo que significaban las alas arrancadas, y que el animal fuera levantado
del suelo y puesto sobre los pies como un hombre, lo que destruiría, evidentemente, su fuerza. Pues por muy apropiada que
una actitud como esta sea para un hombre, está claro que para una bestia rapaz sería más bien una humillación. En concordancia,
también, con esto, "le fue dado corazón de hombre." (Daniel 7:4). Puede haber en esto una especie de contraste con lo que
realmente sucedió en el caso de Nabucodonosor, a quien se le dio un corazón de bestia (Daniel 4:16). El rey orgulloso no estaba
mirando a Dios, lo cual es claramente el deber ineludible de cada alma humana. No es apropiadamente un hombre quien no reconoce
al Dios que lo trajo a existencia, y que vela sobre él y abunda en beneficios hacia él cada día: el Dios que reclama la lealtad
de la conciencia y que solamente puede convertir el corazón. En el caso de Nabucodonosor, el hombre estaba ocupado consigo
mismo. La dación misma de dominio universal de parte de Dios fue pervertida por el poder de Satanás, de manera de lograr que
el yo y no Dios sea el objeto de sus pensamientos. En la enfática frase de la Escritura, su corazón no fue el corazón de un
hombre que mira a lo alto, reconociendo a Uno por sobre él, sino el corazón de una bestia que mira hacia abajo en la gratificación
de sí mismo y en la prosecución de sus propios instintos. Este fue el caso con Nabucodonosor, y por lo tanto, un juicio muy
solemne y muy personal fue ejecutado sobre él. Pero la misericordia de Dios se interpuso, después de un cierto tiempo de humillación,
y él fue restaurado. Esta fue una muestra de la condición a la cual los poderes Gentiles iban a ser llevados por no reconocer
al Dios verdadero, pero hubo, también, el testimonio de su futura bendición y restauración, cuando ellos reconocerán el reino
dentro de poco. En el caso que tenemos ante nosotros, el león fue reducido de su poder como una bestia a una posición de debilidad.
Esto tuvo lugar, realmente, cuando Babilonia perdió su supremacía en el mundo, lo cual parece ser claramente el significado
de la última parte del versículo. Tenemos primero a Babilonia, en la plenitud de su poder, y luego el gran cambio que ocurrió
cuando fue despojada del imperio del mundo. En el versículo siguiente (Daniel 7:5), se
da una descripción del imperio Persa, que había sido representado en la gran imagen como el "pecho, etc., de plata." "Y he
aquí otra segunda bestia, semejante a un oso, la cual se alzaba de un costado," - un rasgo notable, que, a primera vista,
podría no ser obvio, pero que pronto es explicado. Era un imperio no tan uniforme como el Babilónico. Consistía de dos pueblos
unidos bajo una cabeza. Otro rasgo notable es este: el que prevaleció fue el inferior de los dos reinos. El Persa aventaja
al Medo. Así vimos en Daniel 5 que Darío el Medo tomó el reino; pero Ciro siguió pronto, y de ahí en adelante fue siempre
el Persa el que gobernó, y no el Medo. Tenemos, en esta circunstancia, un nuevo ejemplo de que nosotros no necesitamos realmente
la historia para la comprensión de la profecía. La falta de atención a esto hunde a las personas en la incertidumbre. Nosotros
podemos recurrir a la historia como una especie de homenaje tributado a la profecía, pero la confirmación histórica de la
profecía cumplida es una cosa muy distinta de su interpretación. La profecía, al igual que toda la Escritura, es explicada
sólo por el Espíritu de Dios; y Él no necesita dejar la palabra escrita para que la ayuda humana explique
lo que Él ha inspirado: sólo Aquel que es el autor de la Escritura es realmente capaz de explicarla. Yo no debería tener que
enfatizar esto, aunque es un principio primario de la verdad; pero tenemos que insistir bastante sobre principios primarios
de verdad tanto ahora como siempre. Aquí, entonces, la Escritura nos proporciona
el hecho evidente de que, mientras el segundo imperio consistía de dos partes, y mientras los Medos fueron la rama más antigua
del imperio, con todo, el que iba a ser más prominente fue Ciro el Persa. Este fue el costado que se alzó. "Tenía tres
costillas en su boca, entre sus dientes," (Daniel 7:5 - VM), claramente, yo pienso, esta es la señal de la rapacidad extraordinaria
que caracterizaría el imperio Persa. Si tuvieran que sernos presentadas, en una especie de panorama, bestias diferentes, y
si uno de los animales fuera descrito con una cantidad de presas y realmente devorándolas, de inmediato deberíamos tener la
idea de un apetito singularmente voraz. Tal fue el caso con los Persas. Hubo frecuentes insurrecciones que tuvieron que enfrentar,
a causa de su extorsión y crueldad. Es verdad que Dios obró providencialmente a través de ellos a favor de los Judíos; pero
esto sólo hizo más sorprendente el contraste con sus modos comunes de actuar. Pues mientras los Persas fueron excesivamente
duros con los demás, hubo muestras de indulgencia y favor hacia Israel; pero esto fue sólo la excepción. En general, como
forma de describir el carácter de ellos, una rapaz bestia salvaje lo exhibe. De ahí que se dice que el oso tiene tres costillas
en su boca, entre sus dientes. Fue en el acto mismo de demostrar sus rapaces propensiones. "Y le dijeron así: "Levántate,
y devora mucha carne." (Daniel 7:5 - LBLA). Esa fue la explicación en palabras de la visión: se refería, evidentemente, a
sus hábitos predatorios. El Imperio Dividido en Cuatro En el tercer caso, tenemos un leopardo, con
algunos rasgos notables acerca de él, aunque no debemos buscar la regularidad de la consistencia descriptiva. Hay ciertas
verdades dadas a entender por cada figura; pero si los hombres tratan de poner todos los detalles en una armonía formal, ellos
no se mantendrán unidos. En el presente caso, no había nada en la naturaleza semejante a este leopardo; pero Dios toma de
diferentes cosas que existían en los rasgos de la naturaleza que eran necesarios para dar una idea combinada de este nuevo
imperio. De ahí que, mientras que el leopardo es notable por su agilidad al perseguir su presa, no obstante, para presentar
algo que trasciende la naturaleza, nosotros oímos que "tenía cuatro alas de ave en sus espaldas." (Daniel 7:6 - VM). Si hubo
alguna vez un caso en que se unieron el impetuoso coraje en prosecución de grandes designios y la velocidad en conseguir una
sucesión de conquistas, lo hallamos en la historia de Alejandro Magno. El reino Macedonio, o Griego, tiene un carácter de
celeridad ligado a él que ningún otro imperio tuvo jamás; y por eso el leopardo, por una parte, y las cuatro alas de ave,
por la otra. Pero, además de eso, "tenía también esta bestia cuatro cabezas; y le fue dado dominio." (Daniel 7:6). Ustedes
tienen allí no tanto lo que se hallaba en el propio Alejandro, sino más bien en sus sucesores. Las cuatro cabezas se refieren
a la división de su imperio en cuatro partes diferentes después de su muerte. No es, por lo tanto, meramente un símbolo de
lo que fue el imperio Griego en su primer origen, sino que presenta así también su futuro. Se trata enfáticamente del imperio
que se separó en cuatro divisiones distintas. No es que hubo solamente cuatro, porque está claro que hubo, en un momento,
una especie de división entre sus generales, seis de los cuales reinaron sobre diferentes partes, pero ellos disminuyeron
gradualmente a cuatro. Esto lo sabemos del siguiente capítulo: no hay necesidad de acudir a la historia para ello. Todos los
hechos, toda ciencia, deben confirmar la Palabra de Dios; pero la Palabra de Dios no necesita de ellos para demostrar que
ella misma es divina. Si lo hiciera, ¿qué sería de aquellos que no entienden nada de ciencia e historia? Las personas que
se interesan superficialmente en una u otra con el propósito de confirmar las Escrituras, jamás han cosechado algo más que
escasos fragmentos, por lo que a la cosecha de la Escritura se refiere. Otra cosa es si una persona se nutre de la Palabra,
crece en el conocimiento de la Escritura, y luego es llamada, en el curso del deber, a ocuparse de lo que los hombres dicen
acerca de ella: él encontrará que no hay nada, ni siquiera en los descubrimientos más recientes de la ciencia, que no rinda
un involuntario homenaje a la Escritura. El hombre que adopta su actitud hacia la Escritura, mirando a Dios en lo alto, y
utilizando cualquier medio que sea dado por medio de la Palabra y el Espíritu de Dios, tiene el verdadero terreno de la ventaja:
su confianza está en Dios, y no en los descubrimientos o pensamientos de los hombres. El hombre que está buscando aquí abajo,
está sujeto a toda la incertidumbre y confusiones de este mundo inferior. Aquel que obtiene su luz de la Palabra de Dios tiene
un sol más brillante que el del medio día; y, por consiguiente, en la medida en que él se somete a ella, él no se extraviará,
no puede extraviarse. Y el Espíritu de Dios puede, y quiere, producir esta sujeción en nosotros. Todos nosotros nos extraviamos,
más o menos, como de hecho lo hacemos; pero la razón no es por algún defecto en la Palabra de Dios, o alguna falta de poder
para enseñar por parte del Espíritu Santo. Nosotros nos equivocamos porque no tenemos suficientemente fe sencilla en la perfección
de la Escritura, y en la bendita guía que el Espíritu ama ejercer conduciéndonos a toda verdad. Inicio de Otra Visión El versículo siguiente (versículo 7) es el
inicio de otra visión. Pues, hablando correctamente, desde el primer versículo hasta el séptimo es una sección o visión, cada
una siendo presentadas mediante las palabras, "Miraba yo en mi visión de noche." Daniel vio primero las cuatro bestias en
una manera general; y algunas fueron especificadas particularmente, fueron las tres primeras. Pero la cuarta bestia fue, evidentemente,
la que ocupó más peculiarmente la mente del Espíritu Santo y, por lo tanto, el profeta obtiene una visión fresca de ella.
"Después de esto miraba yo en las visiones de la noche, y he aquí la cuarta bestia, espantosa y terrible y en gran manera
fuerte, la cual tenía unos dientes grandes de hierro." (Daniel 7:7). Aquí está, claramente, una figuración profética del cuarto
imperio o imperio Romano. No entraré ahora en las muchas demostraciones de ello. Es probable que difícilmente alguna persona
que lee estas páginas combata el pensamiento, de que en los cuatro bien conocidos imperios nosotros tenemos la estatua de
Daniel 2, y las bestias de Daniel 7. Algunos han negado esto, pero se trata de una excentricidad tal que uno no necesita decir
nada más al respecto. La Cuarta Bestia - el Imperio Romano Entonces, admitiendo esto, nosotros tenemos,
en la cuarta bestia, el imperio Romano claramente presentado. Lo que lo caracteriza políticamente es la fuerza irresistible.
Es representado por un monstruo que nada que se pueda encontrar en la naturaleza puede explicar. Tenemos una narración completa
de ello en el Apocalipsis; porque el imperio Romano, siendo entonces establecido, y llevándonos su futuro destino hasta el
fin del siglo, llegó a ser el objeto exclusivo de atención - la bestia. Por consiguiente, tenemos una descripción de él en
Apocalipsis 13, donde lo encontramos representado como un leopardo, "y sus pies como de oso, y su boca como boca de león."
Y esta criatura compuesta se distingue, además, por tener "diez cuernos y siete cabezas, y sobre sus cuernos, diez coronas."
(Apocalipsis 13:1 - VM). Ese era el poder bajo el cual Juan estaba en ese mismo momento sufriendo en la isla de Patmos; y
como mayores sufrimientos estaban reservados para el pueblo de Dios, y mayor blasfemia contra Dios, no necesitamos maravillarnos
de que tengamos una narración minuciosa de ello. Se lo ve aquí como una "cuarta bestia, espantosa
y terrible y en gran manera fuerte, la cual tenía unos dientes grandes de hierro; devoraba y desmenuzaba, y las sobras hollaba
con sus pies." (Daniel 7:7). Es decir, había un poder sin precedente de conquista y engrandecimiento, y lo que no se incorporaba
a su propia sustancia, ella lo hollaba y quedaba así estropeado para los demás. "Y era muy diferente de todas las bestias
que vi antes de ella." Fue un imperio que mantuvo un fuerte sentimiento de la voluntad del hombre - del pueblo. Combinaba
ciertos elementos republicanos con un despotismo tan férreo como jamás había gobernado en este mundo. Estas dos cosas fueron
utilizadas distintamente, pero aparentemente en una forma armoniosa. Además de esto, existe otra marca y una muy distintiva:
"y tenía diez cuernos." En otros imperios no fue así. El imperio Griego fue transferido gradualmente, después de la muerte
de su fundador, a cuatro cabezas; pero la peculiaridad del imperio Romano es la posesión de diez cuernos. Sin embargo, no
hemos de buscar el desarrollo real de la historia en esta visión. Si este hubiera sido el caso, está claro que los diez cuernos
no habrían sido vistos en la bestia Romana, cuando fue vista por primera vez por los ojos del profeta. De hecho, no fue hasta
después de cientos de años después que Roma había existido como un imperio, que tuvo más de un gobernante. El Espíritu de
Dios trae claramente en la primera visión los rasgos que se encontrarían al final, y no al principio. Era fuerte y fiera;
era una que devoraba, que hollaba las sobras con sus pies; era diferente de todas las demás. Roma puede haber sido todo esto
durante la época de los Césares; pero no tuvo, en ese entonces, diez cuernos. No puede haber pretensión posible para una noción
semejante hasta que el imperio fuera quebrantado; y después de eso, hablando correctamente, el imperio Romano dejó de existir.
Podría haber el mantenimiento del nombre y título de emperador, pero era la cosa más vacua posible. Entonces, ¿cómo podía
cumplirse esta profecía si mientras existió un imperio no dividido no hubo cuernos; y si, por otra parte, el imperio, como
tal, feneció cuando se quebrantó en reinos separados? ¿De qué manera vamos a unir estos dos hechos? Porque está claro, a partir
de lo que se nos presenta aquí, que una bestia es una cosa totalmente diferente de un cuerno. Una bestia representa la unidad
imperial. Pero en Roma, mientras el imperio subsistía, no hubo "diez cuernos": y cuando los reinos divididos surgieron, no
hubo tal cosa, en ese entonces, como una unidad imperial. ¿Cómo, entonces, las dos cosas están puestas
juntas en la profecía? Yo creo que el Espíritu de Dios estaba mirando hacia adelante, a la última etapa del imperio Romano,
cuando ambos rasgos reaparecerán, y reaparecerán juntos. Esta última etapa termina en un juicio divino; tal como está escrito
un poco después, "Estuve mirando hasta que fueron puestos tronos, y se sentó un Anciano de días, cuyo vestido era blanco como
la nieve, y el pelo de su cabeza como lana limpia; su trono llama de fuego, y las ruedas del mismo, fuego ardiente." (Daniel
7:9). Ustedes tienen allí, evidentemente, una figura de la gloria divina en el juicio, no algún mero trato providencial en
la tierra, sino el proceso de juicio que Dios mismo instituirá. "Un río de fuego procedía y salía de delante de él; millares
de millares ministraban delante de él, y millones de millones en su presencia se levantaban; el Juez se sentó, y los libros
fueron abiertos." (Daniel 7:10 - VM). Cualquiera que sea el tiempo en el cual se supone que esto tiene lugar, es manifiesto
que se trata de un juicio divino. "Estaba mirando entonces a causa de la voz de las grandes palabras que hablaba el cuerno;
estaba mirando hasta que fué muerta la bestia, y su cuerpo destruído y entregado al fuego devorador." (Daniel 7:11 - VM).
El cuerno que se menciona aquí es el undécimo, el que salió de entre los diez. (Daniel 7:8). Y fue este cuerno pequeño, que
comenzó con un principio insignificante, el que, por uno u otro medio, logró arrancar de raíz tres de los primeros cuernos,
y llegó a ser, por consiguiente, el guía y gobernante de la bestia entera. "Estaba mirando entonces a causa de la voz de las
grandes palabras que hablaba el cuerno; estaba mirando" [no 'hasta que fue derribado
el cuerno', sino], "hasta que fué muerta la bestia" (Daniel 7:11 - VM), de modo que se implica que este cuerno pequeño
había logrado gobernar a la bestia entera. Este versículo demuestra que debía haber un juicio divino que lidiaría con el cuerno
pequeño y con la bestia, y los destruiría. ¿Ha sucedido esto? Evidentemente no. Está claro que, independientemente de lo
que ha caído sobre el imperio Romano en tiempos pasados, se ha tratado del curso ordinario y la decadencia de una gran nación.
Hordas bárbaras lo despedazaron, y se formaron reinos separados. Pero la profecía nos dice completamente otra cosa. Ella nos
advierte de un juicio que se deshace de la bestia de un modo totalmente diferente, y en contraste con las demás. "Seguí mirando
hasta que mataron a la bestia, destrozaron su cuerpo y lo echaron a las llamas del fuego. A las demás bestias, se les
quitó el dominio, pero les fue concedida una prolongación de la vida por un tiempo determinado." (Daniel 7: 11, 12 - LBLA).
Es decir, lo que queda de los Caldeos, o de las razas que fueron llamadas así, aún lo tenemos. Persia permanece como reino,
y los Griegos han llegado a ser un reino últimamente*. Ellos existen, por lo tanto, aunque no como poderes imperiales. {* N. del T.: En cuanto a la mención de Persia y Grecia como reinos, debemos recordar que
el autor escribe alrededor del año 1857. En el día de hoy, año 2008, Persia corresponde a Irán y ya no es un reino sino una
República Islámica desde el 1 de Abril de 1979, y Grecia ha dejado dejó de ser un reino y se convirtió en República en 1973.} Tenemos
estas razas de hombres representando, más o menos, a esos poderes; más pequeños, es verdad, y no teniendo ya dominio como
imperios. Este es el significado del versículo 12. Su dominio como gobernantes de la tierra les fue quitado, pero "les fue
concedida una prolongación de la vida por un tiempo determinado." (Daniel 7:12 - LBLA). En este último imperio, cuando la
hora del juicio llegue, la realidad es totalmente otra cosa. En el caso de las tres primeras bestias, ellos perdieron su dignidad
imperial, pero, se puede decir, que ellas mismas existen. Pero en el caso del cuarto imperio, la hora cuando su dominio es
destruido es la misma hora en que ese imperio mismo es destruido. "Fué muerta la bestia, y su cuerpo destruído y entregado
al fuego devorador." (Daniel 7:11 - VM). ¿Quién puede dudar que esta es la misma escena a la que hemos aludido en Apocalipsis
19, donde se nos dice, "Y ví a la bestia, y a los reyes de la tierra y sus ejércitos, congregados para hacer guerra contra
Aquel que estaba sentado sobre el caballo, y contra su ejército."? (Apocalipsis 19:19 - VM). El profeta había llegado a la
última bestia. Más atrás en la revelación divina tuvimos a las otras tres bestias; ellas habían tenido su día, y quedó sólo
la última. Por consiguiente, cuando Juan dice "la bestia", hemos de entender
el imperio Romano. Esta bestia, entonces, y los reyes de la tierra, están haciendo guerra contra el Señor. "Y fué tomada la
bestia, y con ella el falso profeta que había hecho prodigios en su presencia, con los cuales él había engañado a los que
recibieron la marca de la bestia, y los que adoraban su imagen. Éstos dos [pongan atención
a esto] fueron echados vivos en el lago de fuego que arde con azufre." (Apocalipsis 19:20 - VM). Ahora, esto es muy notable;
porque tenemos aquí el lago de fuego, el cual responde al juicio del fuego devorador en Daniel 7:11: sólo que se trata de
una declaración más completa. No era un mero control de las circunstancias, sino un poder divino que lanza directamente al
infierno sin la necesidad de un juicio previo. Pues estaba perfectamente claro en qué estaban ellos. Ellos fueron hallados
en abierto antagonismo al Señor de gloria, y fueron lanzados en las llamas. ¿Se ha verificado esto, alguna vez, en el imperio
Romano? Evidentemente no. ¿Qué sigue, entonces, a continuación? El imperio Romano ha desaparecido; por los últimos mil años,
y más, no ha existido, excepto como un título que no significa nada, que ha sido objeto de contención entre hombres ambiciosos.
Reinos separados han reemplazado al imperio Romano indiviso. El Imperio Romano Reapareciendo Pero,
¿qué tenemos aquí? Tenemos al imperio Romano reapareciendo. Y esto concuerda exactamente con otras partes de la Palabra de
Dios. Pues hay una notable expresión en el Apocalipsis, a la que hemos aludido más de una vez. Se trata de Apocalipsis 17:8,
etc., "la bestia que era y no es, aunque es. [Lit. estará presente.]" (Apocalipsis
17:8 - RVA). Yo no sé de qué manera las personas pueden haber utilizado la expresión, "aunque es." Ni siquiera es el sentido,
y el pensamiento real es particularmente sencillo. Aquí no se da a entender ningún enigma: el imperio Romano iba a tener tres
etapas. La primera es su forma original imperial, cuando Juan sufrió bajo el último de los Césares. La siguiente es su condición
de inexistencia, desde alrededor del siglo quinto, cuando los Godos, y Vándalos, etc., lo quebrantaron; en esa condición está
ahora. Pero, entonces, hay una tercera etapa, y es en esa última condición que se lo ha de encontrar en abierta oposición
a Dios y al Cordero. Este es el futuro del imperio Romano. Se va a reorganizar, va a emerger, otra vez, como un imperio, y
en esta última fase, luchará contra Dios para ruina suya. Y observen de qué manera esto deja espacio para el punto que yo
deseaba ilustrar. Nosotros no podíamos haber tenido diez cuernos, así como a la bestia, en el pasado; en el futuro podemos
tenerlos, y eso es lo que la escena en Apocalipsis 17 demuestra. "Y los diez cuernos que viste son diez reyes que aun no han
recibido reino." Pero se añade, "mas recibirán autoridad como reyes, con la bestia, por una hora." (Apocalipsis 17:12 - VM).
Así que cuando la bestia haga su reaparición, habría este rasgo singular: que si bien habría una gran cabeza de unidad imperial,
no habría exclusión de reyes separados. Se trataría aún de los reyes de Francia, España, etc. Que nadie suponga que decir
esto es profetizar. La verdadera forma para ser guardado de esa presunción es estudiar la profecía. En un caso, ustedes están aprendiendo lo que Dios dice; en el otro, ustedes están dejando salir nada más
que sus propios pensamientos. En este pasaje el punto es, no sólo un imperio sin los diez reyes, tampoco los diez reyes sin
el imperio, sino la unión de estas dos cosas. Está la unidad imperial, que responde a la bestia; y están, al mismo tiempo,
estos reyes separados. Lo que caracterizará al imperio Romano en su última fase es la coexistencia de estas dos cosas. Todo
está tendiendo ahora a eso. Islamismo y Catolicismo El profeta vio la condición última de este
imperio con sus diez cuernos. "Mientras yo contemplaba los cuernos, he aquí que otro cuerno pequeño salía entre ellos, y delante
de él fueron arrancados tres cuernos de los primeros; y he aquí que este cuerno tenía ojos como de hombre, y una boca que
hablaba grandes cosas." (Daniel 7:8). Los hombres solían aplicar todo esto al papa. Sin duda el pontífice Romano fue extremadamente
desagradable para todos lo que valoraban la Palabra de Dios. Pero, siempre debemos tener cuidado, cuando leemos la Escritura,
no ser ansiosos acerca de aplicar la Palabra de Dios a lo que está en nuestro camino, o a lo que nosotros podemos pensar que
es extremadamente malvado - como lo son, indudablemente, el papa y el catolicismo. Pero debemos procurar entender lo que Dios
da a entender en Su palabra. Queda admitido el hecho de que existe una notable analogía entre el papado y el cuerno pequeño.
Puede ser que los hijos de Dios en distintas épocas, quienes estaban sufriendo por medio del papado, hayan tenido la intención
de aplicarlo de este modo, para su ayuda y aliento. El cambio de los tiempos y la ley (Daniel 7:25), así como sus grandes
palabras y la persecución de los santos, pueden haber sido llevados a cabo en sus cánones, bulas, e influencia política. Pero
queda pendiente de respuesta lo siguiente, ¿es aquel el significado completo y el diseño apropiado de la profecía? Tomen un
ejemplo de Mateo 24. Había el "principio de dolores": luego, "la abominación desoladora" sería colocada en el lugar santo,
y una advertencia a huir de Jerusalén; una tribulación sin precedente, etc. Yo puedo entender todo esto teniendo una medida
de aplicación a la destrucción de Jerusalén llevada a cabo por los ejércitos de Tito. Pero, ¿quién dirá que esto es el fin
de todo, y que el pleno significado se realiza allí? Es imposible que alguien que lo examine atentamente pueda pensar de este
modo. Cuando Dios da una profecía, Él, muy a menudo, permite que haya una especie de arras en el cumplimiento de ella; pero
jamás hemos de tomar aquello como la cosa completa. El imperio Romano ha caído, y, de la caída de aquel imperio, un poder
nuevo y singular, con reclamaciones divinas, se ha puesto en marcha y se establecido contra Dios. Pero decir que esto es el
pleno cumplimiento de la profecía, sería un error tan grande como suponer que Dios nunca aludió a ello, en absoluto. Iban
a existir, el Islamismo en el este, y el catolicismo en el oeste; pero, con todo, la pregunta se repite, ¿es eso todo lo que
el Espíritu Santo dio entender? Yo digo, ¡no! por la razón ya dada - que si se considera la historia del catolicismo, la bestia
desapareció, apropiadamente, cuando el papa tomó su lugar. Más que esto. El papa jamás ha adquirido
tres de los diez reinos. Él podría recibir el patrimonio de Pedro, pero ha sido siempre un poder políticamente insignificante,
de ninguna importancia en cuanto a territorio. En lugar de adquirir tres de los diez reinos, todo su peso ha surgido de su
engaño espiritual sobre las almas de los hombres. Claramente, entonces, un poder, pequeño en sus comienzos, se ha de levantar
y ha de derribar tres de estos grandes poderes, adquiriendo todo el dominio de ellos. El papa nunca ha hecho nada semejante.
Así que, aunque ha existido una medida de semejanza, existe la suficiente diferencia para hacer que lo que los diferencia
sea suficientemente claro. El imperio está en pleno vigor en la época
en que esos diez cuernos y el cuerno pequeño aparecen. Este último, posteriormente, se engrandece, y gobierna a la bestia
entera. En lugar de esto, el papa ha perdido desde hace mucho tiempo la mitad de su influencia en Europa, y ha sido, últimamente,
despojado de la parte principal de sus dominios en Italia; y ningún hombre puede decir cuál puede ser el fin de las agencias
que están obrando ahora. Tenemos aquí un poder muy vigoroso, que tiene
a los diez cuernos sometidos a él mismo. El Apocalipsis nos dice que todos los diez reyes conspiraron para entregar su poder
y fuerza a la bestia (Apocalipsis 17:13). Dios ha abandonado todo, porque es el tiempo cuando habrá un poder engañoso, y los
hombres creerán a la mentira (2 Tesalonicenses 2:11). Yo no infiero, a partir de eso, que esto no tenga relación con el papado,
sino que su cumplimiento pleno es en el futuro. La Escritura es explícita en cuanto a que el Imperio Romano, el cual dejado
de existir, será reorganizado, y será el instrumento, bajo la dirección del falso profeta, para llevar a cabo el último gran
esfuerzo de Satanás contra el Señor Jesucristo. En Daniel nosotros encontramos que este cuerno
pequeño derroca tres poderes. A continuación tenemos sus características morales. Tiene ojos como de hombre, y una boca que
habla "cosas espantosas." (Daniel 7:8 - VM). Se destaca por una inmensa inteligencia - no por la fuerza bruta. Su descripción
contrasta con la del Señor, el Cordero que fue inmolado, quien se caracteriza por tener siete cuernos y siete ojos - es decir,
la perfección de inteligencia y de poder (Apocalipsis 5:6). En este caso no es así. El poder parece ser, exteriormente, mucho
mayor. Tiene diez cuernos en lugar de siete - un monstruo en vez de la perfección. El resultado es una especie de grotesca
exageración del poder y la sabiduría de Cristo que ese hombre impío, energizado por Satanás, se arrogará a sí mismo. Luego
viene el derrocamiento (Daniel 7:11) debido a su espantosa blasfemia contra Dios. "Uno como un Hijo de Hombre" Una nueva visión sigue a continuación (Daniel
7: 13, 14), en contraste con los poderes que fueron representados por bestias rapaces. El objeto nuevo y prominente es "uno como un Hijo de Hombre" (Daniel 7:13
- LBLA). Tal como en el capítulo segundo fue una piedra insignificante que golpeó la gran imagen, y todo se desmenuzó en pedazos
desde la cabeza hasta los pies. Aquí, el Hijo de Hombre venía "con las nubes del cielo", y "vino hasta el Anciano de días,
y le hicieron acercarse delante de él." El Anciano de días representa a Dios como tal, "el Alto y Sublime, el que habita la
eternidad." (Isaías 57:15). En el Apocalipsis
ambas gloria se unen en la Persona de Cristo. Apocalipsis 1 nos muestra a uno semejante al Hijo del Hombre: pero cuando encontramos
Su descripción, algunos de los rasgos son exactamente los mismos que son atribuidos aquí al Anciano de días, de cuyo vestido
se dice que era blanco como la nieve, y el pelo de Su cabeza como "lana purísima." (Daniel 7:9 - VM). El profeta Judío (Daniel)
ve a Cristo simplemente como hombre. El profeta Cristiano (Juan) lo ve a Él como hombre pero, además, como Dios. "Y le fue dado dominio,
gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará,
y su reino uno que no será destruido." (Daniel 7:14). No habrá nada semejante a que el reino le sea quitado a Él, o a que
otro poder Le suceda. Será eterno en el sentido de que existirá mientras el mundo durará. Pero, estrictamente, esta no es
una escena eterna. Los profetas Judíos muestran a ustedes el milenio; pero ellos no despliegan, como el Nuevo Testamento lo
hace, el hecho de que cuando todas las cosas estén sujetas al Dios y Padre, Dios será todo en todos. (1 Corintios 15: 24-28). Esto estaba reservado
para otro día; y Apocalipsis lo corrobora en la manera más bendita, en Apocalipsis 21: 1-8. A propósito, presten
atención solamente a un rasgo de alguna importancia. La última parte del capítulo consiste en explicaciones; pero nunca hemos
de suponer que las explicaciones de la Escritura se refieren meramente a lo que ya se ha dado. Este es el caso en los escritos
humanos, pero en las explicaciones de Dios hay siempre verdad adicional sacada a la luz. Esto tiene importancia. Por no entender
esto, se ha supuesto que el reino de Cristo es meramente el predominio moral o influencia de Sus santos. Habrá el reino del
Hijo del Hombre y el reino de Su pueblo, pero ciertamente no debemos suponer que mediante eso se da a entender el reinar de
los santos en una manera figurada con exclusión del Hijo del Hombre. La explicación pone de manifiesto a los santos, lo cual
no lo hace la visión. Pero el principio es falso, como también lo es la deducción. En el versículo 17,
la persona a la cual el profeta apela le dice, "Estas grandes bestias, que son cuatro, son cuatro reinos que surgirán de la
tierra." (Daniel 7:17 - VM). Su origen era puramente terrenal. No hay contradicción, en absoluto, entre esto y el hecho de que en el versículo
3 se nos dice que ellas subieron del mar. La razón por la cual se dice que ellas suben de allí es que el mar representa a una masa de hombres en un estado
de anarquía política. Es de este estado perturbado de personas que el imperio surge. Tomen el Imperio Francés como ejemplo.
Una revolución quebrantó el antiguo sistema de gobierno. Siguió luego un estado de confusión, como el mar agitado por los
vientos, y de todo esto emergió un imperio (N. del T.: el autor se refiere al imperio formado por Napoleón Bonaparte). Cuatro
grandes imperios surgieron de semejante estado de cosas en el mundo. Fue, también, casi al mismo tiempo, que los comienzos
de los cuatro grandes imperios fueron establecidos.
Hubo una diferencia inmensa en el grado de desarrollo en el Este (Oriente) en comparación con el Oeste (Occidente). Los poderes
Occidentales estaban, comparativamente, sólo en ciernes; pero el comienzo de estos varios poderes se podía rastrear hasta
la fecha más o menos igual y al mismo estado de confusión y anarquía. Eso parece ser lo que se quiere dar a entender mediante
su salida del mar. Pero en el versículo 17 se dice que ellos se van a levantar de la tierra. Ellos no tienen un origen celestial. La fuerza del mar era para mostrar,
meramente, de que ellos crecieron de un estado de sociedad previamente perturbada. Tal era su origen providencial. Pero aquí, su origen moral es considerado como siendo puramente terrenal, en contraste
con el Hijo del Hombre, quien viene en las nubes del cielo. (Marcos 13:26). La Venida de Cristo en Juicio Lo que hace que esto
sea aún más claro es que en el siguiente versículo se dice, "Pero los santos del Altísimo recibirán el reino, y poseerán el
reino para siempre, y para siempre jamás." (Daniel 7:18 - VM). El margen dice, los santos de los "altísimos." Se trata del
origen de la expresión del Nuevo testamento, "lugares celestiales." La frase es la misma, ya sea que se aplique a nuestras
bendiciones, "nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo," (Efesios 1), o a los enemigos
en "las regiones celestiales." (Efesios 6:12 - VM). Los santos de los lugares celestiales(es decir, probablemente, de Dios
en conexión con los lugares celestiales) "recibirán el reino." (Daniel 7:18). Esto presenta el contraste. En cuanto a estos
cuatro grandes poderes, lo mejor que pudo decirse de ellos, si ustedes consideran el origen político de ellos, fue que se
levantaron de un estado de cosas confuso y tumultuoso en el mundo; o, si consideramos su origen moral, ese levantarse no fue
del cielo. Si, por otra parte, ustedes consideran a los santos de los lugares celestiales, ellos son los destinados a recibir
el reino, el cual poseen para siempre jamás. Esto añade una importante verdad al hecho del Hijo del Hombre obteniendo el reino.
Cuando el dominio le sea dado, Él no lo recibirá solo. Todos los que alguna vez han esperado este reino, en todas las épocas,
vendrán con Él. Será el tiempo cuando Él manifestará a Sus resucitados, y cuando Abraham, Enoc, David, sin importar quienes
puedan ser los que le han conocido a Él mediante la fe, estarán allí en sus cuerpos cambiados y glorificados, y reinarán con
Él. "¿No sabéis", dice el apóstol, que nosotros hemos "de juzgar al mundo?" (1 Corintios 6:2). Eso debe significar, claramente,
en este reino del Hijo del Hombre. Porque si fuera meramente un asunto de ir al cielo para estar con Cristo, esto no es juzgar
al mundo. De modo que, si bien es cierto que nosotros vamos a ir al cielo, ello no es todo. "¿O no sabéis que hemos de juzgar
a los ángeles?" (1 Corintios 6:3). Si nosotros no hemos conocido, ¿cómo va a pasar? Si no hemos buscado tales cosas es porque
se ha dejado deslizar alguna verdad. Y pongan atención a la importancia práctica de ello. El hecho mismo de que ustedes no
lo sepan, demuestra que ustedes carecen de algo a lo cual Dios otorga una gran importancia. ¿Y de qué manera Dios lo utiliza
en la Epístola a los Corintios? Fue para reprochar a esos santos el hecho de que ellos llevasen sus asuntos ante el mundo.
¿Acaso no saben, Él razona con ellos, que ustedes son llamados a este lugar de dignidad? No se trata meramente de que ustedes
lo tendrán de aquí a muy poco tiempo; sino que Dios lo da a conocer y lo hace verdadero para la fe ahora. Así como el heredero
de un reino es instruido y preparado para el trono que ha de ocupar, así Dios está educando ahora a Sus santos para compartir
el reino del mundo que va a pertenecer a Cristo. Es una verdad revelada por Dios que los reinos del mundo vendrán a ser de
nuestro Señor y de Su Cristo (Apocalipsis 11:15); pero cuando Él reine, los santos reinarán también. Los santos de los lugares
celestiales - ¿quiénes son ellos? Son aquellos cuyos corazones están con Cristo en lo alto, son los que se convertirán antes
de que Cristo venga, y gobernarán un pueblo reunido en la tierra; son los que han muerto en Cristo en épocas pasadas, o los
que están esperando ahora a Cristo; son, también, aquellos que pasarán a través de la gran tribulación: todos estos son santos
del Altísimo. Ellos están en contraste con los demás. Pues habrá también santos cuando Cristo venga a reinar, los cuales serán
bendecidos en la tierra. Habrá una gran siega allí. El Señor traerá a esos santos para que entren en todas las bendiciones
prometidas de Su reino. Pero nosotros somos escogidos en Cristo antes de la fundación del mundo (Efesios 1:4), y reinaremos sobre la tierra (Apocalipsis 5:19). Eso se distingue del reino
y del dominio debajo de todo el cielo (Daniel 7:27). Hay ciertos
santos que están en los cielos; pero hay otra clase de la cual se habla que está aquí abajo. El reino será dado al pueblo de los santos del Altísimo. Esas son
algunas de las personas sobre las cuales los santos reinarán. "¿O no sabéis," Pablo insta, "que los santos han de juzgar al
mundo?" (1 Corintios 6:2). Por consiguiente, tenemos aquí "al pueblo de los santos del Altísimo" como una clase distinta.
(Daniel 7:27). Hay muchos detalles
en este capítulo en los que yo no he entrado. Pero hay una descripción de la conducta malvada del cuerno pequeño sobre la
cual yo debo decir algunas palabras, aunque ello esté un poco fuera de lugar. Se dice (versículo 20) que el cuerno "tenía
ojos y una boca que hablaba con mucha arrogancia, y cuya apariencia era mayor que la de sus compañeros. Mientras yo miraba,
este cuerno hacía guerra contra los santos y prevalecía sobre ellos, hasta que vino el Anciano de Días y se hizo justicia
a favor de los santos del Altísimo, y llegó el tiempo cuando los santos tomaron posesión del reino." (Daniel 7: 20-22, LBLA).
Luego, en la siguiente narración, se dice (versículo 25) que este cuerno pequeño "proferirá palabras contra el Altísimo y
afligirá a los santos del Altísimo, e intentará cambiar los tiempos y la ley; y le serán entregados en sus manos por un tiempo,
por tiempos y por medio tiempo." (Daniel 7:25 - LBLA). Es necesario entender lo que el cuerno pequeño hará. El significado
es que él destruirá la adoración Judía, proseguida en ese entonces en la tierra. Por la palabra "tiempos" se da a entender
sus festivales o días de fiesta. Él interferirá con estos como Jeroboam lo hizo; "y le serán entregados en sus manos," etc.
(Daniel 7:25 - LBLA). A menudo se ha supuesto que el pronombre personal "le" significa 'los santos', es decir, que los santos
le serán entregados. Pero esto es un completo error. Son "los tiempos y la ley" los que han de ser entregados en sus manos,
por un cierto período limitado de tiempo. Dios le permitirá que él lo haga a su manera. Y el hecho de que estos han de ser
entregados en sus manos demuestra que él logra, por un tiempo, llevar a cabo sus deseos. Pero Dios jamás entregará a Sus santos
en las manos de Sus enemigos, ni siquiera por un tiempo tan corto. Él los guarda siempre en Sus propias manos. Job nunca estuvo
más en las manos de Dios que cuando Satanás deseo tenerle para poder zarandearle como a trigo. Las ovejas están en las manos
del Padre y del Hijo, y nadie podrá arrebatarlas de allí. No existe semejante pensamiento en la Palabra como el de que Dios
las deje o las abandone. Aquí se trata, sencillamente, de los arreglos externos de adoración, de la cual los Judíos serán
los representantes en la tierra; y se permitirá que estos arreglos caigan, por un tiempo, bajo su poder. Pues está claro que
en aquel tiempo habrá, también, santos Judíos reconociendo a Dios y a Jesús, en una medida: como se dice en Apocalipsis 14,
"Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús." Estos santos estarán en
una posición muy peculiar. Habrá, hasta cierto punto, una especie de combinación de la ley con un reconocimiento de Jesús.
Durante este estado de cosas, ellos llegarán a estar bajo el poder del cuerno pequeño, por un "tiempo, y tiempos, y medio
tiempo" - es decir, por tres años y medio, a los que la venida de Cristo en juicio pondrá fin. William Kelly Traducido del Inglés por: B.R.C.O. - Agosto 2008.-
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