LAS GRANDES PROFECÍAS DE DANIEL (William Kelly) DANIEL- Capítulo 4 |
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Reina-Valera 1909 Actualizada en 1989 (Publicada por Editorial Mundo Hispano) RVR1977 = Versión
Reina-Valera Revisión 1977 (Publicada por Editorial Clie) VM = Versión
Moderna, traducción de 1893 de H.B.Pratt, Revisión 1929 (Publicada por Ediciones Bíblicas - 1166 PERROY, Suiza)
LAS GRANDES PROFECÍAS DE DANIEL Una serie de conferencias sobre Las Profecías y Principios del Libro de Daniel por William Kelly Capítulo
4. LA EXPLICACIÓN DE DANIEL ACERCA DE LA VISIÓN Hemos visto, después de la visión de la gran
imagen, que siguió a continuación un capítulo presentando, a primera vista, poca apariencia de conexión con la profecía, pero
que, yo confío, se demostró que tiene una relación muy importante con ella. Pues en Daniel nosotros tuvimos meramente la historia
general de los poderes Gentiles, no sus cualidades morales. Imperio tras imperio iba surgiendo y desapareciendo de la escena
de la providencia de Dios. Pero no vimos cuál era el carácter de estos imperios, de qué manera ellos utilizaron el poder que
Dios entregó en sus manos. Estos incidentes históricos fueron introducidos deliberadamente entre el primer gran esquema en
Daniel 2 y los detalles que siguen desde Daniel 7 hasta el final del libro. Ellos muestran la conducta de los imperios mientras
están en posesión de autoridad suprema concedida por Dios en el mundo. El primer retrato de sus maneras morales fue presentado
en Daniel 3: la religión, tal como era, hecha obligatoria por el poder Gentil, con independencia de las demandas de Dios y
la conciencia del hombre. El principio de esto corre, desde el comienzo,
a través de todo el tiempo de los Gentiles. Indudablemente ello pareció ser necesario a consecuencia de la inmensa extensión
del imperio, para tener a alguien controlando la religión que uniría las varias tierras y las varias naciones sometidas. ¡Y
esto a cambio del lugar de honor en que Dios había colocado a Nabucodonosor! No obstante, ello sólo brindó la ocasión para
que Dios mostrase Su poder, aun en los cautivos Judíos ahora bajo el control de los Gentiles. En el capítulo anterior (Daniel
2) quedó claro que la sabiduría de Dios se hallaba entre ellos. Todo el saber del imperio Babilónico
fue completamente defectuoso. Sólo Daniel pudo explicar las visiones. Pero aunque la sabiduría divina estaba allí, el poder es otra cosa, y Dios se valió del terrible castigo, tal como pareció, de los tres Hebreos,
y mostró ser Él, de la manera más conspicua, el Libertador de los fieles en la hora de su necesidad. El comienzo del imperio
Gentil es sólo la prefiguración de lo que será la escena final. Y así como entonces hubo liberación mediante el poder divino
en el principio, así la habrá en una futura ocasión; y esto se hallará especialmente en conexión con los fieles de Israel,
los Judíos. Yo no quiero decir, por supuesto, con los Judíos en su estado actual; porque, ahora, un Judío que permanece como
tal es un enemigo de Dios. Pero ese no será siempre el caso. Está por llegar el tiempo cuando la simiente de Abraham, sin
dejar de ser Judíos, se convertirá a Dios - recibirá al Mesías, según las profecías. No me refiero a que los Judíos entrarán
en el mismo bendito conocimiento y gozo que nosotros tenemos ahora; sino que el Judío estará entre los fieles que serán hallados
en el postrer día, tal como se predice en muchas profecías. Obviamente, esto supone un cambio muy importante, que ha de tener
lugar en la historia del mundo, o más bien, Dios sacará del mundo lo que no es del mundo, para poder Él reanudar Su interés
en lo que está sucediendo en la tierra. Debido a que la obra de Dios, en el momento actual, no está inmediatamente relacionada
con los movimientos del mundo. Sus etapas de progreso y decadencia no son la expresión de Su voluntad, aunque Él ejercita
siempre un control providencial sobre ellos. La Relación de la Historia y la Profecía Pero nosotros sabemos que hubo un tiempo,
en la historia del mundo, cuando Dios tomó un interés directo e inmediato en lo que estaba sucediendo entre los hombres. Incluso
se decía que las batallas de ellos eran las batallas del Señor; y que sus derrotas, hambrunas, etc., eran enviadas como castigo
impuesto de parte de Dios por algún mal con el cual Él estaba tratando. Ahora bien, mientras permanece perfectamente verdadero
que no hay guerra ni sufrimiento de ninguna clase que suceda sin Dios, y que todo está bajo Su control soberano, ello no es
en la forma del mismo gobierno directo. De modo que una persona no puede decir ahora, «Esta guerra está en la Palabra de Dios»;
o, «Esta hambruna es un castigo por tal o cual mal.» Indudablemente que hay personas muy suficientemente dispuestas para pronunciarse
en cuanto a estos asuntos. La equivocación de ellos surge del hecho de no apreciar el gran cambio que ha tenido lugar en la
forma en que Dios ejerce el gobierno del mundo. Mientras Israel era la nación en la cual Dios estaba mostrando Su carácter
para la tierra, estas cosas se hallaban directa e inmediatamente de Dios. Pero desde el momento en que Dios dejó de tratar
con Su pueblo Israel, este control que Dios ejerce sobre los asuntos humanos ha sido meramente indirecto, providencial, de
un tipo general. Otra cosa ha entrado. Cuando el Cristo verdadero
fue rechazado por Israel, e Israel perdió, de este modo, su oportunidad de ser restaurado a su lugar de supremacía, Dios,
podemos decir, se valió de esto para introducir otra cosa - el llamamiento de la Iglesia. Ya no se trató de Dios gobernando
una nación como Israel bajo Su ley; tampoco fue, sencillamente, un gobierno indirecto de los Gentiles; sino la revelación
de Él mismo como Padre a Sus hijos en Cristo, y el Espíritu Santo enviado desde el cielo, no sólo para actuar sobre sus corazones,
sino para morar en medio de ellos, y para bautizarlos, Judío o Gentil, en un cuerpo, el cuerpo de Cristo con Su Cabeza en
el cielo. Eso continúa ahora. Y, por tanto, Dios no tiene ahora ninguna relación particular con los Judíos: Él no trata con
ellos más de lo que no trata con los demás, excepto que ellos tienen una sentencia de ceguera judicial sobre ellos. Ellos
eran ciegos anteriormente. Dios no los obligó a rechazar a Cristo. Él nunca ciega a una persona en ese sentido: sólo el pecado
ciega de esa manera. Pero cuando los hombres rechazan la luz de Dios, y rechazan obstinadamente su propio testimonio, Él puede,
y lo hace, entregar algunas veces a una total oscuridad, en el sentido judicial, en adición a lo que es natural al corazón
humano. La nación de Israel está ahora bajo esa ceguera judicial. Pero mientras este es el caso con la gran mayoría, no es
así con todos. Siempre habrá un remanente de Israel. Ellos son la única nación de la que se puede decir eso verdaderamente
- la única nación que Dios nunca ha abandonado totalmente. Otras naciones pueden conocer el hecho de que Dios las visite por
un tiempo, y que las visite notablemente en gracia. Dios ha bendecido maravillosamente a nuestro propio país - ha dado a los
hombres Su palabra libremente, y muchos otros privilegios. Pero mientras ese es el caso, no hay ninguna obligación de parte
de Dios para mantener a Inglaterra en esa posición. Si el país muestra un oído sordo, alejándose de la verdad, y prefiriendo
la idolatría, algo que no es del todo imposible, ciertamente será dejada, y caerá bajo el engaño que Dios enviará pronto al
mundo (2 Tesalonicenses 2:11). Pero Dios se obligó a Sí mismo mediante una promesa especial a Israel, y Él nunca los abandonará
enteramente. En Israel habrá siempre una simiente santa en los tiempos más oscuros. Y esto está relacionado con una observación
que yo hice antes. Mientras Dios está ocupado en reunir a la Iglesia, no puede haber ninguna relación especial con Israel
para sacarlos a la luz como Su pueblo, y librarlos de sus angustias, y cosas por el estilo. Pero cuando Dios se complazca
en sacar a la Iglesia de esta escena actual, Israel se presentará otra vez; y es en aquel día, cuando sus corazones sean tocados
por el Espíritu de Dios, que se producirá el cumplimiento de una liberación, cuyo tipo vimos al final de Daniel 3. Yo sólo puedo hacer notar acerca de esa ocasión,
que el rey fue tan grandemente conmovido, que él mandó, como una especie de ordenanza de su reino, que el Dios de Sadrac,
Mesac y Abed-Nego, tenía que ser honrado; y que cualquier persona que intentara hablar contra ese Dios sería descuartizada,
y su casa convertida en muladar (Daniel 3: 28, 29). Pero lo que sí encontramos es esto: que, tanto el honor especial tributado
a Daniel, en Daniel 2, como la orden de que sus súbditos debían honrar al Dios de Sadrac, Mesac y Abed-Nego, en Daniel 3,
tuvieron solamente una breve permanencia. Se trató meramente de un sentimiento pasajero, el cual, al igual que la nube mañanera,
se disipó de la mente del rey. Él mismo registra en este capítulo 4, cuán poco habían alcanzado su corazón los modos de obrar
de Dios, no obstante el hecho de que él pudiera haber sido impactado, por el momento, con la muestra de Su sabiduría. Una
cosa es mostrar honra por un profeta, y obligar a los súbditos de su reino a honrar al Dios quien libertaba como ningún otro
podía hacerlo. Pero, ¿cómo sucedió en el caso del propio Nabucodonosor? "Yo Nabucodonosor", él dice, "estaba tranquilo en
mi casa, y floreciente en mi palacio." (Daniel 4:4). Confesiones de Nabucodonosor Así, ustedes ven, es claro, de lo que se
desprende de su propio relato, aunque lo presenta para mostrar la misericordia manifestada hacia él, que, después de todas
las maravillosas transacciones de los capítulos anteriores, Nabucodonosor seguía siendo aún el mismo hombre en el fondo. No
hubo ningún cambio profundo en su alma - nada semejante a que su corazón fuera traído a Dios. Él estaba tranquilo en su casa
y próspero en su palacio. Tal como el hombre de la tierra, todo lo que Dios le había dado en sus manos solamente alimentó
su orgullo y auto-complacencia. En esta condición, Dios le envía un nuevo testimonio. "Ví un sueño que me atemorizó, y mis
pensamientos sobre mi cama y las visiones de mi cabeza me aterraron. Por lo cual dí orden de hacer presentarse delante de
mí todos los sabios de Babilonia, para que me hiciesen conocer la interpretación del sueño." (Daniel 4: 5, 6 - VM). Por tanto,
él emite un decreto, ordenando traer a todos los sabios de Babilonia, para que ellos pudiesen darle a conocer la interpretación
del sueño. Ellos vienen, y él les dice el sueño. Pero dice, "no me pudieron mostrar su interpretación, hasta que entró delante
de mí Daniel, cuyo nombre es Beltsasar, como el nombre de mi dios," etc. (Daniel 4: 7, 8). A él le habla con confianza. "Oh
Beltsasar, jefe de los magos, ya que sé que en ti está el espíritu de los dioses santos y que ningún misterio te confunde,
declárame las visiones del sueño que he visto, y su interpretación." (Daniel 4:9 - LBLA). Él puede hablar con él en un estilo
pagano; él puede atribuir la sabiduría del Dios Altísimo en él a sus propios dioses; pero, con todo, él reconoce que hay algo
especial y peculiar en Daniel. Él menciona también la visión en el mismo estilo. Daniel, cuando oye el sueño, y se da cuenta
de su significado, se turbó y quedó atónito por una hora. Tampoco debemos nosotros limitar esto a la historia de Nabucodonosor.
Tal como vimos en Daniel 2 que se dijo que el rey era la cabeza de oro, igualmente en este capítulo él era el árbol. Pero
en Daniel 2 no se trataba sólo del rey personalmente, sino de su dinastía que estaba representada por la cabeza de oro. En
un cierto sentido, lo que era verdad de Nabucodonosor caracterizaría al imperio Gentil hasta el final. De igual manera en
este presente escenario. Daniel tuvo el dolor y el horror de ver lo que le esperaba a Nabucodonosor. Y esto, ¡por desgracia! presagió muy claramente el problema de este nuevo sistema que el Dios del cielo
había establecido. Pero, siguiendo sencillamente el capítulo
que tenemos ante nosotros, Daniel explica la visión. Él dice, "Señor mío; sea el sueño para los que te odian, y su interpretación
para tus adversarios. El árbol que viste, que se hizo fuerte y corpulento, cuya copa llegaba hasta el cielo y que era visible
en toda la tierra, . . . eres tú, oh rey, que te has hecho grande y fuerte." (Daniel 4: 19-22 - LBLA). Todos deben estar familiarizados
con la manera en que tanto los salmos como los profetas utilizan la figura del árbol para describir la posición asignada por
Dios a Israel, así como a otros pueblos. Así, la vid en el Salmo 80 es, claramente, lo que Israel estaba destinado a ser en
el propósito de Dios. Pero hubo un fracaso total. Y así vemos en Jeremías 2, Ezequiel 15, etc., que el propósito de Dios pareció
ser quebrantado. Pero Él nunca lo abandona. Él se puede arrepentir de la creación. Pero dondequiera que exista aquello que
no es meramente la obra de Su mano, sino el fruto de la acción de Su corazón - y que es Su propósito, - Dios nunca lo abandona.
Donde Él meramente llama a existir a aquello que no existía antes, un cambio puede entrar. Pero no hay ningún cambio donde
Dios pone Su amor sobre una persona, y da ciertos dones adecuados. "Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios." (Romanos 11:29). ("Porque
los dones y la vocación de Dios no están sujetos a cambio de ánimo." Romanos 11:29 - VM). Esto es algo muy importante, al
estar relacionado con almas individuales. Duden de la fidelidad de Dios en cualquier respecto, y ustedes la debilitan en cuanto
a cualquier otra cosa. Si Dios pudo llamar a Su pueblo Israel, y abandonarlos después absolutamente, ¿cómo podría yo estar
seguro que Dios me guardaría siempre como Su hijo? Porque si alguna vez se trató de esto, fue en Israel. Si yo creo en la
fidelidad de Dios para conmigo, individualmente, ¿por qué dudar de ella en cuanto a Israel? La pregunta es siempre, ¿Es Dios
fiel? ¿Se ha apartado Él de Su propósito, o ha retirado Sus dones? Si no es así, independientemente de lo que las apariencias
puedan decir por un tiempo, Dios vindicará Su verdad y misericordia al final. Pero para volver a
nuestro asunto, la figura del cedro en Ezequiel 31:3 puede ayudar aún más para ilustrar lo que tenemos en Daniel. "He aquí
que el asirio era cedro en el Líbano, de hermosas ramas, de frondoso ramaje y de gran altura, y su copa estaba entre densas
ramas." (Ezequiel 31:3 - RVR1977). Luego, más adelante, encontramos, "Los cedros en el jardín de Dios no le aventajaban en altura." (Ezequiel
31:8 - VM). Esos eran los otros poderes en el mundo. "Los abetos no podían compararse a sus ramas", etc. (Ezequiel 31:8 -
VM). Y, más aún, encontramos que hay una alusión al Faraón rey de Egipto en el versículo 18. Pero no me extenderé más sobre
ello. Mi deseo ha sido demostrar, a partir de estos varios pasajes, que es una cosa común en la Escritura utilizar el árbol,
sea como símbolo de producción de fruto o como un lugar de alta dignidad e importancia. En el Nuevo Testamento la figura se
extendió a aquello que sustituye, por un tiempo, a Israel. Mateo 13 nos muestra que la dispensación del reino de los cielos
es comparada, en una de sus fases, a un árbol creciendo desde pequeños comienzos. El Señor despliega la historia de la Cristiandad
profesante. En Mateo 12, Él había presentado Su veredicto sobre Israel. El postrer estado sería peor que el primero. Tal será
el estado de la mala generación de Israel, que da muerte al Señor Jesús, antes de que Dios la juzgue. Luego el Señor se vuelve
hacia la Cristiandad, y muestra, antes que nada, Su propia obra en la tierra. Él siembra semilla. En la parábola siguiente
aparece un enemigo en la escena, se entremete en el campo, y siembra mala semilla. Se trata de la intrusión del mal en el
campo de la profesión Cristiana. La siguiente parábola revela que lo que era pequeño en su comienzo, crece hasta ser una vasta
cosa elevada en la tierra. La pequeña semilla de mostaza llega a ser un gran árbol. Ahora bien, podemos
ver por estos pasajes que en cada caso, sea un individuo como expresión de poder, como Nabucodonosor, o una nación, la cual
toma el predominio, o un sistema de religión, como en Mateo 13, el símbolo de un árbol señala la grandeza en la tierra, a
menos que el fruto sea el objeto. Esa es su enseñanza universal. Yo no estoy hablando ahora, por supuesto, de esos árboles
que eran meramente para producir fruto, como los que fueron escogidos, también, por su tamaño y majestuosidad. El poder terrenal
está dado a entender, claramente, por el árbol en Daniel (Daniel 4:21). "En el que había alimento para todos, debajo del cual
moraban las bestias del campo y en cuyas ramas anidaban las aves del cielo, eres tú, oh rey, que te has hecho grande y fuerte,
y tu grandeza ha crecido y ha llegado hasta el cielo, y tu dominio hasta los confines de la tierra." (Daniel 4: 21, 22 - LBLA).
Este árbol era la admiración de los hombres. Había todo lo que gratificaba el corazón: sus propias dimensiones magníficas,
la belleza de sus ramas y hojas, la abundancia y la dulzura de sus frutos, la sombra benigna bajo la cual todas estas criaturas,
las bestias del campo y las aves del cielo, hallaban protección. Todo esto, y mucho más, se hallaba en él, y tales eran los
pensamientos del hombre acerca de él. Pero, ¿cuál era la estimación de Dios? "En cuanto a lo que vio el rey (un vigilante,
uno santo, que descendía del cielo y decía: "¡Derribad el árbol y destruidlo; . . .)" (Daniel 4:23 - RVA). Observen, es meramente
una destrucción por un tiempo; no hay nada semejante a una aniquilación de ninguna cosa en la mente de Dios. "Pero dejad el
tronco de sus raíces en la tierra." (Daniel 4:23 - RVA). Tiene que haber medios utilizados por Dios para mantenerlo vivo.
Por lo tanto, Él dice, déjenlo, "con atadura de hierro y de bronce, entre el pasto del campo. Que él sea mojado con el rocío
del cielo y que con los animales del campo tenga su parte, hasta que pasen sobre él siete tiempos." (Daniel 4:23 - RVA). "Ésta
es la interpretación, oh rey", dice él, "y éste es el decreto del Altísimo que ha de venir sobre mi señor el rey." (Daniel
4:24 - VM). Y entonces él da su aplicación personal a Nabucodonosor. En este caso, todo fue perfectamente sencillo. Nabucodonosor
fue advertido acerca de lo que iba a venir sobre él. Sería echado de entre los hombres, y su morada sería con las bestias
del campo. Pero más que eso, él mismo iba a ser reducido a la condición de ellas. "Con
hierba del campo te apacentarán como a los bueyes, y con el rocío del cielo serás bañado." (Daniel 4:25). Y esto por un cierto
tiempo definido. "Y pasen siete tiempos sobre ti; hasta tanto que conozcas que el Altísimo gobierna en el reino de los hombres,
y lo da a quien le parece." (Daniel 4:25 - VM). No necesitamos detenernos en esta historia de Nabucodonosor. Ningún creyente
sencillo estaría dispuesto a esgrimir dificultades acerca de ella. Los hombres lo han hecho, explicándola como una simple
ilusión en la mente del rey. Pero estas no son preguntas que un Cristiano debería aun considerar, excepto por el bien de otro.
La Palabra afirma que el rey Nabucodonosor fue, por el poder de Dios, reducido en apariencia a una condición bestial. Si nosotros
reconocemos que Dios pudo hacerlo y puso a un lado las leyes de la naturaleza, otorgándole a algunos el poder caminar sin
sufrir ningún daño en el más feroz de los fuegos, y preservando intacto a otro en un foso de leones, debemos sentir que se
trata de un mero asunto de Su voluntad y Su palabra el hecho de que Nabucodonosor fuera llevado a esta terrible degradación;
echado entre las bestias del campo, y dándosele a comer hierba como los bueyes. El hombre que cree lo uno, debe creer lo otro.
Sólo el poder de Dios pudo obrar así, y la Palabra de Dios es la autoridad para todo. Pero mientras eso
es bastante claro y sencillo, nosotros tenemos una imagen adicional del poder Gentil, su carácter de auto exaltación, y el
juicio de Dios sobre él. Yo entiendo que Nabucodonosor, personalmente, demostró solamente lo que sería la tendencia general
de los Gentiles, como teniendo poder dado a él por Dios. Él se admiraría y exaltaría a sí mismo, atribuyendo a su propio crédito
toda la grandeza que Dios le había conferido. Se le mostró claramente los juicios que caerían sobre él; pero la advertencia
fue desatendida. Por lo tanto, "Todo esto vino sobre el rey Nabucodonosor. Al cabo de doce meses, paseando en el palacio real
de Babilonia, habló el rey y dijo: ¿No es ésta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder,
y para gloria de mi majestad? Aún estaba la palabra en la boca del rey, cuando vino una voz del cielo: A ti se te dice, rey
Nabucodonosor: El reino ha sido quitado de ti." (Daniel 4: 28-31). La sentencia fue ejecutada. Los poderes Gentiles han actuado
exactamente así con respecto a Dios. No estoy hablando ahora de individuos que pueden surgir de tiempo en tiempo. Personas
piadosas pueden haber estado en la posición ocupada incluso por Nabucodonosor, pero, como regla general, sus sucesores desde
aquel día hasta hoy - aquellos que han tenido la supremacía del mundo, y la gloria del mundo - la han utilizado, principalmente,
para ellos mismos. Yo no hablo ahora, ni por un momento, como para permitir un sentimiento de desacato hacia esos poderes;
sino que solamente estoy estableciendo el hecho bien conocido del gobierno Gentil. Ellos fueron paganos por muchos siglos
hasta Cristo, y después de Cristo; y cuando el Cristianismo fue aceptado por Constantino, y su profesión fue asumida gradualmente
por el imperio, nadie puede suponer que ello fue más que un sistema de religión adoptado. Pero esto no impidió el curso general
de las cosas. La única diferencia fue: que la profesión pagana, que era dominante anteriormente, fue suprimida, y el Cristianismo,
que había sido hollado anteriormente, fue establecido. El paganismo y el Cristianismo cambiaron de sitio. Constantino pudo
haber pensado que era correcto suprimir a los paganos y mostrar honor a los Cristianos; pero no hubo el interrogante acerca
de si él tomó la Biblia y consultó, «¿Cuál es la voluntad acerca de mí? ¿Cómo demostraré mi obediencia a Dios?» Ese jamás
ha sido el caso, desde la época de Nabucodonosor, con ninguno de los que han dirigido los destinos del mundo. Y esto no podía
ser. Yo hablo de los grandes amos del mundo, cuando el imperio era una cosa intacta. Y aun desde eso, aunque pueden haber
existido casos excepcionales de reyes que han tenido temor de Dios delante de ellos, con todo, aun entonces no ha estado en
su poder el hecho de cambiar el curso substancial de la política en sus reinos. Los que han intentado hacerlo así han fracasado
completamente. Una cosa es la autoridad de Dios en el mundo, y absolutamente otra es que Dios tenga un alma obediente a Él
como Su siervo. Este capítulo nos
muestra, entonces, el hecho de que de todo el poder, y la autoridad, y la gloria que Dios dio a los hombres, fue convertido
en un medio de gratificar la propia soberbia de ellos. La consecuencia de esto es, que les sería quitado todo entendimiento
de los pensamientos de Dios. Nabucodonosor tuvo notables visiones y revelaciones de parte de Dios. Pero, ¿para qué le sirvieron?
Él había tenido esta advertencia, la más personal de todas. Pero, ¿para qué le sirvió? Daniel le había aconsejado que renunciara
a sus pecados y actuara con justicia, y que pusiera fin a sus iniquidades mostrando misericordia a los pobres (Daniel 4:27
- NVI, LBLA). Pero él no prestó atención a ello. Doce meses pasaron cuando, con un corazón ensoberbecido, él atribuyó a sí
mismo, y a la obra de sus propias manos, toda la grandeza y esplendor con los que se rodeaba. Esa gran Babilonia era lo que
él había edificado, "¿No es ésta la gran Babilonia que yo he edificado como residencia real con la fuerza de mi poder y para gloria de mi majestad?" (Daniel 4:30 - LBLA). De inmediato el fallo
tiene efecto sobre él, y lo que era literalmente verdad de él individualmente, fue verdad moralmente de los poderes Gentiles
como un todo. El carácter de los Gentiles a través de todos los tiempos sería el estar privados de la comprensión de Dios
y sin sumisión a Él. "En aquella misma
hora se cumplió en Nabucodonosor esta sentencia; pues que de entre los hombres fué expulsado, y como los bueyes comía
la hierba, y con el rocío del cielo fué mojado su cuerpo, hasta que los cabellos le crecieron como plumas de águila,
y sus uñas como las de aves de rapiña." (Daniel 4:33 - VM). En el versículo 16, se había dicho, "Su corazón de hombre
sea cambiado, y le sea dado corazón de bestia." Todo pensamiento acerca de Dios fue enteramente perdido. Él no tuvo más idea
sobre Dios que la que tenía la bestia del campo. Aun un hombre natural tiene una conciencia en Él. Pero Nabucodonosor perdió
todo pensamiento, fue reducido a la falta de inteligencia de una bestia. El hombre fue formado para ser el ser que buscase
a Dios en la tierra, y se mantuviese en dependencia de Él. Esa es su gloria. Una bestia disfruta, por decirlo así, de lo que
es su propia esfera de gozo, según la capacidad que Dios le ha conferido de forma natural, pero no tiene ninguna idea del
Dios que la hizo a ella y todas las cosas. El hombre la tiene. Es decir, reconocer a Dios es la gran diferencia esencial entre
un hombre y una bestia, si uno pudiera hablar ahora en una especie de forma práctica de la verdad que se ha pretendido enseñar
por medio de la historia. Yo entiendo que se nos demuestra, por medio de esta historia, si la leemos en forma típica, que
los poderes Gentiles abandonarán el reconocimiento de Dios en el gobierno ejercido por ellos. Ellos podrían utilizar Su nombre
exteriormente, pero en cuanto a cualquier reconocimiento de Dios como la fuente de todo lo que poseyeran, ello pasaría totalmente
de sus mentes; y ha sido así. Pero hubo un cambio
físico, y esto fue lo que realmente sucedió en el caso de Nabucodonosor. Reducido a la condición de una bestia, él perdió
lo que caracteriza a un hombre - todo reconocimiento de Dios. Él tenía un corazón de bestia, tal como se dice aquí. No tenía
nada del carácter y la gloria de un hombre. El hombre es colocado aquí abajo como la imagen y gloria de Dios. Él es responsable
de dar a conocer a Dios; y solamente él puede hacerlo porque él considera a Dios. Existen quienes tienen una apariencia externa
de hombre, pero "El hombre que está en honra y no entiende, Semejante es a las bestias que perecen." (Salmo 49:20). Esto recibió
su más notable confirmación en el caso de Nabucodonosor, pero lo mismo es verdad, en principio, de todo hombre que tiene a
su 'yo' y no a Dios delante de sus ojos. Eso fue exactamente verdadero en el caso del rey Babilónico. Él no entendió. Atribuyó
todo a sí mismo y no a Dios; y entonces, mediante una terrible retribución, él es reducido al estado más abyecto. Nunca un
Gentil poseyó semejante gloria y majestad como Nabucodonosor; pero en un momento todo es cambiado. En el punto culminante
de su soberbia, la sentencia de Dios cae sobre él. "Fue echado de entre los hombres; y comía hierba como los bueyes", etc.
(Daniel 4:33). Pero todo esto tuvo sus límites. Iba a durar " hasta que pasen sobre él siete tiempos." (Daniel 4:23). La palabra
"tiempos" puede haber sido utilizada en lugar de años, quizás porque este juicio de Nabucodonosor es el tipo de la condición
a la que son reducidos los poderes Gentiles durante todo el curso de su imperio. De ahí que un término simbólico puede haber
sido escogido en lugar de uno de la vida común. Los Gentiles, pese al don de Dios de poder supremo, estarían sin ningún reconocimiento
adecuado de Él en el gobierno ejercido por ellos. Utilizarían su poder para sus propios fines e intereses. En cuanto a conformarse
ellos real y honestamente a la voluntad de Dios, ¿cuándo se oyó alguna vez de que algo semejante fuera el objeto de cualquier
política nacional desde que ellos obtuvieron su poder? No estoy al tanto de que alguna vez se pensara en ello. Así que realmente
esta figura tiene su aplicación al entero curso de los Gentiles. El Efecto de su Castigo Consideremos un poco
el efecto del juicio sobre Nabucodonosor. Siete tiempos pasaron sobre el rey. "Mas al fin del tiempo yo Nabucodonosor alcé
mis ojos al cielo." (Daniel 4:34). Por lo tanto, fue la primera gran señal de la devolución de la inteligencia. Una bestia
mira hacia abajo. Ella nunca alza sus ojos al cielo, en el sentido moral de la expresión. El hombre, actuando moralmente como
hombre, reconoce en su conciencia a Uno de quien él ha recibido todo, y Uno a quien él tiene que honrar y obedecer. Nabucodonosor,
cuando el período del juicio finalizó, alzó sus ojos al cielo. Él está tomando el verdadero lugar como hombre. "Y mi razón
me fue devuelta." ¿Cuál fue la consecuencia? "Y bendije al Altísimo, y alabé y glorifiqué al que vive para siempre." Noten
la diferencia. En ocasiones previas, quizás él se habría inclinado delante del profeta, y habría ordenado que le ofreciesen
incienso (Daniel 2:46): él podría emitir estatutos y decretos estableciendo que el Dios de los Judíos debe ser honrado por
todos sus súbditos. Pero, ¿qué hace él ahora? Deja todo lo demás, por el momento, y se inclina ante Dios. Nabucodonosor no
se ocupa en obligar a otras personas para bien o para mal, sino que se obliga a sí mismo, bendiciendo, alabando, y honrando
al Altísimo. Observen, asimismo, la expresión "Altísimo"; porque es utilizada aquí con particular énfasis. "Y bendije al Altísimo
y alabé y glorifiqué al que vive para siempre; porque su dominio es un dominio eterno, y su reino permanece de generación
en generación. Y todos los habitantes de la tierra son considerados como nada, mas El actúa conforme a su voluntad en el ejército
del cielo y entre los habitantes de la tierra; nadie puede detener su mano, ni decirle: "¿Qué has hecho?" (Daniel 4:
34, 35 - LBLA). Cuando los tiempos
de los Gentiles finalicen, "la cepa" (o, "el tronco de las raíces del árbol" Daniel 4:26 - RVA), la cual fue dejada en la
tierra, protegida por la providencia divina, afirmará su vitalidad, y se le permitirá ser aún un freno en medio de la anarquía
que, de otra forma, se habría extendido sobre la tierra. Debemos recordar que el gobierno del mundo es una notable misericordia
para la tierra, en comparación con no tener ningún gobierno en absoluto. Con todo, mientras Dios lo ha controlado y lo ha
mantenido en Su providencia para el bien del mundo, hay un tiempo que está próximo, cuando esto brotará de nuevo y se hallará
cumpliendo realmente el objeto por el que Dios lo había establecido en la tierra. ¿Y cuándo será esto? "Cuando tus juicios
se manifiestan en la tierra, los habitantes del mundo aprenden justicia." (Isaías 26:9 - RVA). Cuando todo lo que ha venido
de Dios será verdaderamente cumplido según Su voluntad - cuando el hombre será bendecido plenamente, y ya no será más semejante
a la bestia que perece - cuando Israel no será hallado más rechazando a su propio Mesías, ni los Gentiles arrogándose ellos
mismos el poder conferido sobre ellos por Dios, en Su soberana generosidad. Ese mismo día verá toda estas glorias resplandeciendo;
pero sólo puede ser "cuando Cristo, el cual es nuestra vida, sea manifestado", y cuando nosotros seremos "manifestados
juntamente con él en gloria." (Colosenses 3:4 - VM). Para Él está reservado ser cabeza de los Gentiles así como de los Judíos.
Todas las naciones y tribus y lenguas le servirán a Él. Porque Dios sólo puede ser conocido donde Cristo es conocido - sólo
puede ser visto en Su bondad y gloria donde Cristo es reconocido como la expresión exacta de ello. Y así será en aquel día
resplandeciente. El Señor Jesucristo mismo vendrá y establecerá, en perfección, todo lo que sólo se ha derrumbado bajo las
manos del hombre, y, en el mejor de los casos, lo que tuvo solamente un efecto
negativo en el mundo, frenando el mal aquí y allá, pero muy por debajo de todos los medios de bendición que Dios tiene. Cuando
aquel día llegue, se verá que el gobierno Gentil, no en su actual estado corrompido, sino limpiado del mal, y ampliado conforme
a los pensamientos de Dios, prosperará en la tierra, y será el canal solamente de bendición. Es únicamente el pecado lo que
ha impedido, hasta ahora, la misericordia de Dios en ello. De este modo, cuando tendrá lugar el gran cumplimiento de esta
historia, en forma de tipo, de Nabucodonosor - cuando el tiempo del "corazón de bestia" hacia Dios, preocupándose sólo del
'yo', satisfaciendo el orgullo y la sed de poder, habrá pasado, Dios tomará las riendas en Sus propias manos como el Dios
Altísimo, y los Gentiles se inclinarán en alabanza y agradecido gozo. "El Dios Altísimo" Cuando encontramos
por primera vez esa expresión "Dios Altísimo", hay una escena muy asombrosa. Y en la Escritura nosotros debemos recurrir,
a menudo, al primer uso de una expresión, para obtener el pleno significado. Encontramos primeramente la expresión "Dios Altísimo"
en el caso de Melquisedec, cuando Abraham estaba regresando victorioso de perseguir a los reyes que habían apresado a Lot
(Génesis 14). Así será el final de esta dispensación, cuando no sólo habrá victoria sobre todos los poderes que se reúnan
contra el pueblo de Dios, sino que habrá la respuesta a la escena bendita que siguió a continuación. Melquisedec se encuentra
con Abraham, y Abraham le da los diezmos de todo, y recibe su bendición. Y Melquisedec es tipo de Cristo en esto: en que Él
une la gloria real con la sacerdotal. Él era el Rey de Salem, y su nombre mismo era Rey de justicia. Entonces será el día
de paz fundamentado sobre la justicia. Pero él era, también, el sacerdote del Dios Altísimo. No es la ofrenda de sacrificio
o de incienso lo que caracteriza esta acción, sino el hecho de que pan y vino fueron sacados para refrigerio de los conquistadores.
Él bendice, y pronuncia la bendición del Dios Altísimo, creador de los cielos y la tierra. Porque en aquel día, ya no habrá más una sima moral entre
el cielo y la tierra, sino que habrá una completa unión. No será una confusión o amalgama de los dos, sino un vínculo de la
más íntima armonía; y el Señor Jesús será aquel vínculo que une. La Cabeza de aquellos que pertenecen al cielo, Él también
es el REY DE REYES, Y SEÑOR DE SEÑORES - el soberano Dispensador de todo poder terrenal. Todos se inclinarán ante Él, los
que están en el cielo, en la tierra, y debajo de la tierra. Esta será la época abundante de la restauración de la inteligencia
y bendición Gentiles. Si algunas personas
son llamadas a honrar la verdad de Dios, y a andar en la comprensión de Sus modos de obrar, ellos son Sus hijos, quienes gozan
del hecho de tener conciencia del amor de su Padre. ¡Y que nosotros podamos, entendiendo este nuestro lugar, estar capacitados
para recordar cuál será el fin de todas las cosas, en lo que respecta al hombre! Se acerca ese día de juicio que estar por
llegar sobre el mundo, y cuyo peso caerá sobre Judíos y Gentiles, ambos en un estado de apostasía. No obstante, nosotros sabemos
que aquel día verá a un remanente de ambos sacados a resplandecer con mayor bienaventuranza que nunca - los Judíos serán exaltados,
los Gentiles serán bendecidos, en sus verdaderos lugares. Ya no más una cepa (o, un tronco) pobre, mutilada, sino brotando
ella nuevamente hasta tener su fortaleza y majestad normales, bajo el rocío del cielo. Que el Señor conceda que podamos esperar
lo bueno de parte de Dios, recordando que en medio del juicio hay misericordia que triunfa sobre el juicio en todos los casos,
excepto en el de aquel que rechaza totalmente a Cristo - que vive rechazando Su misericordia - que muere considerándose indigno
de la vida eterna. Recuerden que ningún alma que oye el evangelio se pierde simplemente porque es malvada. Hay un remedio
seguro para todo lo que nosotros somos. Los hombres se pierden porque ellos rechazan y desprecian la vida eterna, el perdón,
la paz, todo, en el Hijo de Dios. William Kelly Traducido del Inglés por: B.R.C.O.- Junio 2008.-
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