LAS GRANDES PROFECÍAS DE DANIEL (William Kelly) DANIEL- Capítulo 6 |
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Jerusalén LBLA = La Biblia
de las Américas, Copyright 1986, 1995, 1997 by The Lockman Foundation, Usada con permiso RVA = Versión
Reina-Valera 1909 Actualizada en 1989 (Publicada por Editorial Mundo Hispano) VM = Versión Moderna, traducción de 1893 de H.B.Pratt, Revisión 1929 (Publicada
por Ediciones Bíblicas - 1166 PERROY, Suiza) LAS GRANDES PROFECÍAS DE DANIEL Una serie de conferencias sobre Las Profecías y Principios del Libro de Daniel por William Kelly Capítulo
6. DANIEL UN TIPO DE CRISTO Tenemos ahora otro tipo, y uno final, de
los poderes gentiles traído a la escena. Pero al considerar los tipos nosotros debemos tener siempre en mente que la cuestión
no es acerca del carácter personal de aquel que proporciona el tipo. Así, Aarón fue, oficialmente, un tipo de Cristo, pero
no debemos suponer, por tanto, que sus modos de obrar eran como los Suyos. Aarón fue, en algunos aspectos, un hombre muy culpable.
Fue él quien hizo el becerro de oro y quien, incluso, trató de engañar al respecto. Pero esto no lo descalifica para ser un
tipo de Cristo. Él fue un tipo de Cristo a pesar de todo eso y no un tipo de Cristo en eso. David tipificó a Cristo, no como
sacerdote sino como rey - primero como un rey sufriente y rechazado, y luego como uno reinando y exaltado. Hay dos partes
en la vida de David. En primer lugar, la época cuando él fue ungido rey pero, al mismo tiempo, cuando el poder del mal todavía
era permitido y él era buscado por todas partes y perseguido, y, en segundo lugar, cuando Saúl murió, él toma el trono y suprime
a sus enemigos. En ambos sentidos, David fue un tipo de Cristo. Pero hubo manifiestamente, asimismo, el contraste con Cristo
en el fracaso del rey David, y el terrible pecado en que él cayó. Pero si, por otra parte, nosotros encontramos
aquí un tipo, como yo creo que lo hay, de una escena horrible, que cierra la actual dispensación, no hemos de suponer que
ella no puede ser su tipo debido a que había buenas cualidades en el rey. El Rey Darío, más que Belsasar, prefigura la manera
en que el hombre tomará el lugar de ser Dios. Fue lo que hizo Darío, o lo que permitió que se hiciera, lo que expone esto
en calidad de principio. Mientras Belsasar fue uno de los más depravados de la raza humana, Darío fue una persona que, en
su propio carácter y modos de obrar, tuvo mucho de lo que era sumamente amable, sino algo mejor. Pero yo no estoy planteando
ahora un asunto acerca de Darío personalmente. Nosotros hemos tenido el tipo de la caída de Babilonia, y el juicio de Dios
que descenderá sobre ella, debido a su iniquidad al insultar y profanar lo que pertenece al Dios verdadero, y al mezclar sus
propios ídolos, y al brindarles su alabanza y adoración, en una actitud de indiferencia a los sufrimientos del pueblo de Dios.
Esto será verificado muchísimo más en la historia futura. Existe en la tierra aquello que toma el elevadísimo lugar de ser
la iglesia de Dios. Existe aquello, que se jacta de su unidad, de su fuerza, y de su antigüedad; que se jacta de su linaje
ininterrumpido; que se atribuye crédito a sí misma por la santidad y la sangre de los mártires. Pero Dios no es indiferente
a sus pecados, que han ido en aumento y profundizándose de generación en generación; y ellos sólo están esperando que venga
el día del Señor, para que el juicio sea ejecutado y para recibir la sentencia que merecen. En el libro de Apocalipsis hay
dos grandes objetos de juicio - Babilonia y la bestia. Una representa a la corrupción religiosa, y la otra a la violencia;
dos formas diferentes de maldad humana. En la última forma de ella, nosotros vemos a un hombre, impelido por Satanás, presumiendo
tomar el lugar de Dios en la tierra. Ahora bien, esto es lo que Darío permite que se haga. Él mismo puede no saberlo, pero
había otros alrededor de él que le condujeron al hecho espantoso. Las circunstancias históricas que condujeron
a ello fueron estas: - Ellos buscaron una ocasión contra Daniel, y sabían muy bien que era imposible hallar una ocasión salvo
que la hallaran contra él "en relación con la ley de su Dios." (Daniel 6:5). Así que se ponen de acuerdo y, aprovechándose
de la costumbre de los Medos y los Persas en el sentido de que los nobles redactaban la ley y el rey la establecía y la firmaba,
ellos elaboran un edicto que establecía por ley que nadie debía formular una petición a ningún dios u hombre por el transcurso
de treinta días, excepto al rey. ¿Qué fue esto sino el hecho de que un hombre ocupe el lugar de Dios? El hecho de que ninguna
oración había de ser ofrecida al Dios verdadero, y que absolutamente toda oración que se ofreciera debía ser ofrecida al rey:
si eso no fue darle los derechos de Dios al hombre, entonces yo no sé qué es. El rey cayó en la trampa, y firmó el edicto. La Hermosa Conducta de Daniel Pero ahora tenemos que prestar atención a
la hermosa conducta de Daniel. No hay ninguna insinuación de que el edicto era un secreto para Daniel. Por el contrario, él
estaba perfectamente enterado (versículo 10) de lo que había sido promulgado como ley. Pero, por otra parte, él no podía comprometer
a su Dios. Su curso, por lo tanto, fue tomado. Él era un hombre de edad avanzada, y la fe que había ardido dentro de él desde
tempranos días era, a lo menos, tan resplandeciente como siempre. Así que cuando supo que todo había sido firmado, y sellado,
y establecido, en cuanto a lo que el hombre podía hacer, y que la ley inalterable de los Medos y Persas ordenaba que ninguna
rodilla humana se postrara ante Dios por treinta días, - sabiendo todo esto, él va a su aposento. No hay ostentación, pero
él no lo oculta. Con sus ventanas abiertas, como de costumbre, hacia Jerusalén, él se postra ante su Dios tres veces al día,
y ora y da gracias tal como solía hacerlo antes (Daniel 6:10). Él da a sus enemigos la ocasión que ellos buscaban. Inmediatamente
ellos le recuerdan al rey el edicto que había hecho, y proceden a denunciar a Daniel ante él. "Ese Daniel," ellos dicen, "uno
de los cautivos de Judá, no ha hecho caso de ti, oh rey, ni del edicto que has firmado. Más bien, tres veces al día hace su
oración." (Daniel 6:13 - RVA). Entonces al rey "le pesó en gran manera" (Daniel 6:14), y en vano buscó, hasta la puesta del
sol, la forma de salvar a aquel que, por lo menos, él respetaba. Aunque estaba abatido, con todo, ante la apelación que le
efectuaron los nobles sobre el terreno de la inmutabilidad de las leyes de los Medos y Persas, él peca nuevamente. Él entrega
al profeta a la furia de sus enemigos, para ser echado en el foso de los leones, con la esperanza, que quizás él apenas se
permitía tener, de que su Dios le liberaría. Y Dios aparece para Su siervo. Dios libra: y el espantoso destino, que había
sido pensado para el profeta, cayó sobre aquellos que le habían acusado al rey. "¡Hundiéronse los gentiles en el hoyo que
hicieron; en la red que escondieron fué cogido su mismo pie! Jehová se ha hecho conocer en el juicio que ejecutó; en
la obra de sus mismas manos fué enredado el inicuo." (Salmo 9: 15, 16 - VM). Nada puede ser más claro que la relación de esto
con la liberación del remanente piadoso al final mediante el estallido de ira y destrucción sobre los traidores de adentro
y los opresores de afuera de los postreros días. El fin será como lo vemos aquí - el reconocimiento por parte de los Gentiles
de que el Dios vivo es el Dios de Israel libertado, y que Su reino no será destruido. Tenemos aquí, entonces, en Daniel 5 y 6,
los tipos combinados de lo que pondrá término a la presente dispensación. Pues si ustedes miran más adelante en este libro
de Daniel, ustedes tienen la presentación de una persona llamada "el rey" (Daniel 11:36, etc.). Ustedes tienen allí una profecía
directa de hechos similares. "El rey hará lo que le plazca, se enaltecerá y se engrandecerá sobre todo dios, y contra el Dios
de los dioses dirá cosas horrendas," etc. (Daniel 11:36 y ss. - LBLA). No es que Darío hizo esto personalmente. Yo estoy hablando
acerca de lo que su acción o edicto significó ante los ojos de Dios. La cuestión es qué pensó Dios acerca del pecado en el
que Darío se involucró, y esto, como un tipo del futuro. Se dice, además, acerca del "rey", en Daniel
11, "Del Dios de sus padres no hará caso, . . . , porque sobre todo se engrandecerá." En el Nuevo Testamento se menciona esto
en más de un lugar. Una persona podría decirme, «Eso es acerca de los Judíos, y no se refiere a la actual dispensación.» Bueno,
entonces, retomando lo que se refiere a ello, yo citaría como prueba 2 Tesalonicenses 2: 3, 4: "No dejéis que nadie os engañe
en manera alguna; porque ese día no puede venir [es decir, el día del juicio
del Señor sobre este mundo], sin que venga primero la apostasía, y sea revelado el hombre de pecado, el hijo de perdición;
el cual se opone a Dios, y se ensalza sobre todo lo que se llama Dios, o que es objeto de culto; de modo que se siente
en el templo de Dios, ostentando que él es Dios." (VM). Ahora bien, es claro que lo que Darío hizo fue, en efecto, exaltarse
a sí mismo por sobre todo lo que se llama Dios o que es objeto de culto. Porque, prohibir orar a Dios, y obligar que la oración
que era ofrecida usualmente a Dios tuviese que ser ofrecida a él, sólo por un cierto espacio de tiempo, fue, nada más y nada
menos, que el tipo de aquel que tomaría este lugar en una manera mucho más terrible y grave, y literal. Nosotros tenemos,
claramente, una demostración del Nuevo Testamento de que estos días de los cuales se habla en Daniel, y tipificados en ese
entonces, están aún por venir; que esta persona, que es anticipada por la profecía, es una que se ha de ensalzar ella misma
como Dios, no meramente como el vicario de Cristo, teniendo a personas dispuestas a postrarse ante él y besar su pie. Todo
esto es maligno y supersticioso; pero no se trata acerca de un hombre diciendo que él es Dios, sentándose en el templo de
Dios, y diciendo, «No se debe dirigir la oración a nadie más que a mí.» Cualquiera que sea el mal del Catolicismo y la presunción
del papa, hay algo mucho peor por venir. Y la cosa solemne que hay que recordar es esta: que no sólo será meramente el problema
del Catolicismo, sino del Catolicismo Y del Protestantismo, etc., sin Dios. Ni siquiera la propagación de la verdad será algo
que preserve contra ello. Muy culpables y necios fueron quienes una vez se imaginaron que debido a que Israel tenía el arca
del pacto de Jehová, ¡ellos estaban necesariamente seguros en el conflicto con los Filisteos! El arca regresó en triunfo pero,
¿dónde estaban ellos? Tengan cuidado con la acariciada presunción
de que, debido al celo religioso, ningún daño puede acontecer a este país. Más bien estén seguros de esto: mientas se tenga
más luz, más Biblias, más predicación, más de todo lo bueno que existe, si los hombres no se conforman a ello, y no andan
conforme a ello, mayor es el peligro. Si ellos tratan todo esto como una cosa liviana, y lo desprecian; si no tienen conciencia
acerca de postrarse de forma práctica ante la luz de la Escritura, es muy seguro que ellos caerán bajo uno u otro engaño.
Porque, ¿quién va decir qué no es de importancia en la Escritura? o, ¿por medio de qué el diablo gana poder sobre el alma?
Dondequiera que el alma se comprometa a negarse a oír a Dios, dondequiera que se entregue ella misma a la desobediencia a
Dios en cualquier cosa, ¿quién ha de decir dónde va a terminar? No hay ninguna seguridad excepto en la senda de santa dependencia
en Dios y obediencia a Su Palabra. Nosotros no debemos escoger una parte de la Escritura por sobre otra debido a que obtenemos
más consuelo de esa parte. No hay ninguna seguridad salvo que nosotros tomemos toda la Escritura. Es muy dulce estar disfrutando
de la presencia del Señor, pero, más que eso, es una cosa espantosa ser hallado en desobediencia al Señor. La desobediencia
es como pecado de hechicería. (1 Samuel 15:23 - BJ). No hay nada más terrible. Desobedecer a Dios es, virtualmente, destruir
Su honra. Así fue en Israel, y, no obstante, hay algo mucho peor por venir, levantándose de la laxitud y mal estado de la
Cristiandad. Los Lazos del Día Postrero Tenemos, entonces, en primer lugar la apostasía.
El Cristianismo será dejado, y cuanto más luz, más ciertamente esta apostasía llegará para las masas que rechazan esa luz.
Nunca hubo un tiempo en Israel que parecía tan promisorio como el día cuando nuestro Señor estuvo en la tierra, nunca un tiempo
semejante de actividad religiosa, los escribas y Fariseos recorriendo mar y tierra para hacer un prosélito. Ellos mostraban
celo, aparentemente, en la lectura de las Escrituras. Tenían a los sacerdotes y Levitas; no había idolatría, no había nada
que fuera grosero. Ellos eran un pueblo de lectores de la Biblia, y un pueblo de guardadores del día de reposo (Sábado); ellos
llamaron quebrantador del día de reposo a nuestro Señor mismo, así de rígidos parecían ser exteriormente para observar el
día. Todo esto estaba sucediendo, pero, ¿en qué terminó esto? ¿Qué hicieron ellos? Crucificaron al Señor de gloria, y rechazaron
el testimonio y el obrar en gracia del Espíritu Santo, de modo que el final fue que el Rey envió Sus ejércitos, destruyó a
esos asesinos y quemó su ciudad. Tampoco se trató de que no tuviera lugar ninguna conversión. Dios ejerció Su poder y hubo
miles de convertidos. Jacobo dice, "Ya ves, hermano, cuántos millares [más bien miríadas] de judíos hay que han creído." (Hechos
21:20). Hubo, entonces, miles y decenas de miles de convertidos después de la cruz de Jesús, y la gente podría pensar que
todo Israel y el mundo serían convertidos. Pero, ¿cuál fue el hecho? Dios estaba
meramente reuniendo de entre ellos estos miles en Su gracia para dejar que el resto fuese destruido en el juicio que cayó
sobre Jerusalén. Esa es una pequeña prefiguración del juicio que va a caer sobre el mundo de aquí a poco tiempo. Y si Dios
está ejerciendo ahora Su poder y está sacando y reuniendo almas fuera del mundo en todas partes, ello se trata de un asunto
solemne para todos, sean convertidos o no. Y si son convertidos, es un llamamiento a que ellos anden en la senda de obediencia,
sometiéndose en todas las cosas a la Palabra de Dios, y esperando a Cristo. La idea que algunos tienen acerca de una conversión
universal es un engaño. Babilonia o la bestia: estas serán los dos grandes lazos del día postrero. Una de ellas será la fuente
de corrupción unida con la religión y la profanación de todas las cosas santas. La otra se caracterizará por el grado extremo
de soberbia y violencia. Parecerá que el Cristianismo ha sido un completo fracaso, y los hombres pensarán que ellos tienen
una nueva panacea, mejor que el Evangelio, para todos los males y miserias del hombre. Y ellos alabarán sus ídolos de oro,
y plata, y bronce, gloriándose en el hecho de que el Cristianismo, salvo su forma exterior, ha desaparecido de la faz de la
tierra. Entonces vendrá el juicio. La Babilonia del Nuevo Testamento Apocalipsis 17 nos muestra que, como con
Babilonia en Daniel, así será con la Babilonia del Nuevo Testamento, la forma corrupta de apostasía religiosa. El hombre será
utilizado como el instrumento de la caída de Babilonia, la mujer ebria de la sangre de los santos y de la sangre de los mártires
de Jesús. Tenemos a hombres que ejercen su venganza sobre ella. Ya no se la ve más sentada sobre la bestia escarlata, sino
hollada, aborrecida, y desolada. Y, ¿qué tenemos entonces? No tenemos al Cristianismo difundiéndose por todas partes en el
mundo. Por el contrario, la bestia llena la escena, y asume el lugar de Dios. En lugar de tener meramente un Cristianismo
adormecedor, desvalorizado, será el hombre quien se levantará, entonces, en orgulloso desafío a Dios. Él toma el lugar de
Dios en la tierra. Yo no pretendo decir qué espacio de tiempo transcurrirá entre la destrucción de Babilonia y la caída de
la bestia. Apocalipsis 17 demuestra que, en lugar de que la destrucción de Babilonia haga del mundo una escena mejorada, nosotros
tenemos sólo el mal audaz en lugar del mal hipócrita; y en vez de corrupción religiosa, ustedes tienen un soberbia irreligiosa
y un desafío irreligioso a Dios. "Y los diez cuernos que has visto, son diez reyes, que aún no han recibido reino; pero por
una hora recibirán autoridad como reyes juntamente con la bestia. Estos tienen un mismo propósito, y entregarán su poder y
su autoridad a la bestia." (Apocalipsis 17: 12, 13) - no a Dios. A la bestia se le da todo para el propósito de exaltar al
hombre. La hora habrá llegado para que el hombre tenga el lugar supremo en el mundo. Pero, contrariando la ambición que el
hombre tiene generalmente, habrá la entrega de la propia voluntad de ellos a la voluntad de otro - el deseo de tener a alguien
muy elevado y exaltado, ante quien todos deben postrarse. Una vez logrado este objetivo, "Éstos harán guerra contra el Cordero;
y el Cordero los vencerá." (Apocalipsis 17:14 - VM). Es claro que esto sigue a continuación de la destrucción de Babilonia.
Pues dice después, "los diez cuernos que viste, y la bestia,* éstos aborrecerán a la ramera, y la dejarán desolada y desnuda."
(Apocalipsis 17:16 - VM). Esto es exactamente lo que responde al tipo de Darío. Darío entra y destruye Babilonia y toma inmediatamente
el reino, y lo que sigue a continuación es que él es llevado por sus cortesanos a tomar el lugar de Dios mismo. Él promulga
una ley, o confirma una, de que ninguna oración será ofrecida a nadie más que a él mismo, por treinta días. Es decir, él asume,
en efecto, ser el objeto de toda adoración; se arroga aquello que le corresponde exclusivamente al Dios verdadero. {* Esta es una mejor lectura y no "Y los diez cuernos que viste en la bestia", como reza
la RVR1960.] Estos dos tipos son sumamente instructivos,
como cerrando la historia general de los Gentiles. Ellos muestran, no lo que los había caracterizado desde el principio y
durante su progreso, sino el rasgo principal del mal al final. Habrá destrucción cayendo sobre Babilonia, debido a su profanidad
en las cosas religiosas de Dios; y luego el punto culminante de la soberbia blasfema al cual la cabeza del imperio se elevará
al asumir la honra y la gloria que corresponden solamente a Dios mismo. Y yo estaba ansioso de conectar las dos cosas porque,
de otro modo, nosotros no podemos obtener, de tan buena manera, la verdadera fuerza de ellas. Fin de la Primera Parte de Daniel Hemos concluido ahora lo que yo puedo llamar
el primer volumen de Daniel, porque divide el libro exactamente en dos porciones al final de este capítulo; y esa es una razón
por qué se menciona que Daniel prosperó en el reinado de Darío, y en el reinado de Ciro el Persa. En el capítulo siguiente
encontraremos que regresamos al reinado de Belsasar, cuando Daniel es traído otra vez ante nosotros. Pero debo dejar esto,
sólo orando para que esta muestra de la gran importancia de leer la Escritura considerando los tipos incluidos en ella, donde
se ha determinado que se lea de este modo, pueda despertar a los hijos de Dios para que vean que hay mucho más para aprender
de la Escritura de lo que aparece en la superficie a primera vista. Lo que Dios dice tiene un carácter acerca de ello que
es infinito. En lugar de agotarse por una porción de agua sacada de ella aquí o allí, ella es el pozo mismo; el manantial
de verdad que fluye constantemente. Mientras más crecemos en la verdad, nos sentimos menos satisfechos con lo que hemos obtenido,
y sentimos más lo que tenemos aún que aprender. Ello no es para afectar palabras de humildad, sino que es el sentimiento real,
profundo, de nuestra total insuficiencia, en presencia de la grandeza y bondad de nuestro Dios, que ha tomado a semejantes
pobres gusanos, que es lo que nosotros somos, para colocarnos en Su propia gloria - pues tales son, efectivamente, los poderosos
modos de obrar de Su gracia. William Kelly Traducido
del Inglés por: B.R.C.O. - Julio 2008.-
REGRESAR A SITIO PRINCIPAL DE "EDIFICACIÓN CRISTIANA EN GRACIA Y VERDAD" |
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