
¿ESTÁN LOS
CRISTIANOS BAJO UN PACTO?
Pregunta de M. A. W: Usted pide una explicación en cuanto al Pacto
o Testamento (en Griego; διαθήκη, diadséke) de Gálatas 3:17 y Hebreos capítulos 8 y 9;
y si ¿estamos nosotros bajo el nuevo
pacto, o bajo algún pacto en absoluto?
Respuesta: En Gálatas 3: 15 al 29, nosotros tenemos la exposición
de la relación entre la ley y la promesa, en cuanto a cómo está situada la una
con respecto a la otra. La promesa incondicional fue hecha a Abraham 430 años antes
de la ley, y la ley que entró después
con sus condiciones, no podía desechar las promesas incondicionales. Además, en
la ley había dos partes participantes y un mediador; en la promesa no había más
que Uno solo — Dios, actuando por Sí mismo, y no requiriendo ningunos términos
condicionales. Lo uno era un contrato, el otro era gracia. Leamos Gálatas 3:16
de este modo: "Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas (Génesis
12), y a su simiente"; es decir, a Cristo resucitado, como Isaac, en
figura, resucitado de los muertos (Génesis 22); donde Dios ratificó el pacto
dado previamente (Génesis 12 y Génesis 15), mediante este juramento, al cual no
se añadieron ningunas condiciones en absoluto. Gálatas 3:17, "Esto, pues,
digo: El pacto previamente ratificado por Dios para con Cristo, la ley que vino
cuatrocientos treinta años después, no lo abroga," etc. La ley fue
añadida, "a causa de las transgresiones" (Gálatas 3:19), pero no
abrogó el propósito previo de Dios, mientras pone al hombre a prueba.
Hay, en realidad,
solamente dos pactos en la Escritura — el antiguo pacto y el nuevo. Aun así, la
palabra "pacto" es usada en varios lugares en relación con el Señor,
cuando no se trata más que de la
enunciación de ciertas relaciones en las cuales Él se ha complacido en
entrar con el hombre o la criatura (Génesis 9; 8 al 17, etc.), para que el
hombre se acercase a Él, pero sin condiciones. El contexto debe decidir el
sentido.
En Hebreos capítulos
8 y 9, Él muestra que el antiguo pacto es dejado de lado, y la introducción de
un segundo, aún por ser hecho con
Judá e Israel. Mientras tanto, un Mediador es introducido antes del tiempo cuando
Israel y Judá estén nuevamente en la tierra que les corresponde. Este Mediador
ha derramado la sangre necesaria para el establecimiento de este pacto, pero no
lo ha establecido aún — no estando aún, la parte interesada, bajo este trato de
Dios; es decir. Israel y Judá. Si se lee Jeremías 31: 31 al 40, donde el nuevo
pacto es enunciado, se verá que no se nombra mediador alguno. Cristo, habiendo
sido rechazado cuando vino a cumplir las promesas
hechas a los padres, derrama Su sangre y asciende a lo alto, y todos los tratos
directos con Israel son suspendidos, aunque todo lo necesario para el establecimiento
definitivo del nuevo pacto ha sido consumado. En Mateo 26:28, Él dice, "Esto es mi
sangre del nuevo pacto":
no dice, «Esto es el nuevo pacto», sino "la sangre" de él. El pacto
mismo no ha sido establecido aún.
Por eso es que en
Hebreos, si bien el escritor muestra que el antiguo pacto ha pasado, y muestra
la introducción del nuevo, él nunca muestra su aplicación como una cosa actual.
Las únicas dos bendiciones del nuevo pacto que nosotros obtenemos como
Cristianos son: el perdón de pecados, y la enseñanza directa de Dios. Los
Cristianos no están bajo un pacto en manera alguna. Ellos tienen que ver con el
Mediador del pacto mientras está oculto en los cielos, antes que Él renueve Su
relación con Judá e Israel, que son los únicos a los cuales el pacto pertenece.
Véase Jeremías 31:31: "He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales
haré nuevo pacto con la casa de Israel y
con la casa de Judá."; y Hebreos 8: 8 al 12: "Porque
reprendiéndolos dice: He aquí vienen días, dice el Señor, en que estableceré con la
casa de Israel y la casa
de Judá un nuevo pacto; no como el pacto que hice con sus padres el día que
los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos no
permanecieron en mi pacto, y yo me desentendí de ellos, dice el Señor. Por lo
cual, este es el pacto que haré con la
casa de Israel después de aquellos días, dice el Señor: pondré mis leyes en
la mente de ellos, y sobre su corazón las escribiré; y seré a ellos por Dios, y
ellos me serán a mí por pueblo; y ninguno enseñará a su prójimo, ni ninguno a
su hermano, diciendo: Conoce al Señor; porque todos me conocerán, desde el
menor hasta el mayor de ellos. Porque seré propicio a sus injusticias, y nunca
más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades."
Por eso es que
también, en Hebreos 9:15, Él dice: "por eso [Él] es mediador de un nuevo
pacto, para que interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones que
había bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia
eterna"; no dice, «reciban el establecimiento del nuevo pacto», sino
"reciban la promesa de la herencia eterna" como teniendo que ver con
el Mediador mismo cuya sangre había sido derramada.
Es sorprendente
la
manera en que el escritor evita la aplicación del nuevo pacto a los Cristianos,
a la vez que habla de dicho pacto con referencia a Judá e Israel, y, al mismo
tiempo, adecua a este último (a Israel), las dos bendiciones que emanan del
pacto para ellos.
Hebreos 9:16 y 17
son un paréntesis. Estos versículos muestran que, aun en las cosas humanas, un
testamento no tiene validez alguna mientras el testador vive. Sobreviene la
muerte, y entonces es válido. Se trata de la misma palabra en el idioma Griego
(testamento o pacto), pero usada claramente en este sentido.
F. G. Patterson
Traducido del Inglés por: B.R.C.O. –
Febrero
2015.-
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