PRINCIPIOS DE ASAMBLEA
F.
B. Hole
Introducción del Editor de la Edición
Inglesa de 1977
El escrito "Principios de Asamblea" del Sr. Frank B. Hole ha sido escogido
como el Cuarto Volumen de "Christian Update Series" debido a su enfoque lógico,
completo y único de la verdad de la Asamblea - la verdadera Iglesia de Dios compuesta por todos los creyentes de esta dispensación.
La verdad de la Asamblea, tal como la Escritura la presenta, casi se ha perdido hoy en día en lo que respecta a las
masas del amado pueblo de Dios. Los creyentes están tan atrapados en las diferentes denominaciones - las iglesias de los hombres
- que la verdad de la Asamblea como Dios la ve y como es presentada en Su Palabra,
parece fuera de lugar e incluso extraña.
Aun aquellos de nosotros que tenemos algún conocimiento de la Asamblea, tenemos la tendencia a deslizarnos en pensamientos
y prácticas que no son respaldados por la Escritura. Necesitamos que nuestros pensamientos se alineen con los pensamientos
de Dios acerca de Su Asamblea y yo creo que este folleto escrito por el Sr. Hole nos ayudará a ver claramente los pensamientos
de Dios, así como ayudará a otros a aprender la verdad básica de la Asamblea.
El Sr. Hole nació en Inglaterra alrededor de 1880. Él fue un maestro Bíblico muy conocido, amado y respetado, a lo
largo de muchos años entre las asambleas Inglesas. Durante el transcurso de su vida, el Sr. Hole escribió varios folletos
tales como Principios de Asamblea (el cual se publicó por primera vez en 1920).
Él escribió también tres libros muy conocidos, La Gran Salvación, Fundamentos de la
Fe y Bosquejos de Verdad. La Gran Salvación
es el Volumen 5 de "Christian Update Series". Fundamentos
de la fe y Bosquejos de Verdad serán el tema, si Dios lo desea así, de futuros
volúmenes.
El Sr. Hole utiliza la palabra iglesia y asamblea de manera intercambiable, lo cual podría causar alguna confusión. La palabra Griega ecclesia es utilizada en el Nuevo Testamento para describir tanto a la verdadera Iglesia universal de Dios, que
incluye a todos los creyentes, como a la iglesia o asamblea local. La palabra significa llamados
a salir afuera. De esta manera, la palabra Española asamblea es una mejor traducción
de ecclesia que la palabra iglesia.
Pero en la medida que conozcamos su verdadero significado, tanto iglesia como asamblea pueden ser utilizadas sin problemas. El problema principal con la palabra
iglesia es que la gente la confunde con alguna construcción
eclesiástica o con alguna denominación (por ejemplo: la iglesia Bautista, etc.).
Ninguno de estos es un uso correcto de la palabra griega ecclesia.
Ruego al Señor que utilice aún más esta edición editada de 1977 de Principios
de Asamblea para ayudar a muchos del amado pueblo del Señor a ver más claramente la verdad
de la verdadera Asamblea (Iglesia) y si la posición Eclesiástica de ellos es agradable
o no a Dios como parte de Su Asamblea.
Todas las citas de la Escritura son de la Versión Reina-Valera Revisión 1960 y se incluyen entre
comillas dobles (" "), excepto donde se indica el uso de otra traducción al Español.
Se han hecho todos los esfuerzos para incluir muchas referencias a través de todo el opúsculo. Por consiguiente, lean,
por favor, este opúsculo con una Biblia abierta. Usted no desea obtener la opinión del Sr. Hole, o la mía propia, acerca de la Biblia sino la verdad clara de la Escritura que se puede obtener
solamente asegurándose de que todo lo que usted lee está respaldado sólidamente por la Palabra de Dios, tal como le es revelada
mediante la oración y el estudio por el Espíritu Santo.
Roger P. Daniel
(Editor de la versión Inglesa de este escrito)
* * *
PRINCIPIOS DE ASAMBLEA
La pregunta acerca de sobre
cuál terreno deberíamos congregarnos en nuestras reuniones de iglesia fue muy importante para muchos Cristianos del siglo
19 (años 1800 a 1900). Al mismo tiempo, la parte de la Palabra de Dios que presenta los pensamientos y propósitos de Dios
con respecto a la Iglesia llegó a ser notablemente clara para ellos, y ellos obedecieron la verdad que descubrieron. Pero,
como resultado del fracaso que caracteriza a todo lo que es confiado a la responsabilidad del hombre, muchas de esas verdades
tempranas se han perdido para muchos. Así, hoy en día, la misma pregunta está siendo formulada con urgencia añadida. Por lo
tanto, trataremos de responderla nuevamente en lo que sigue a continuación.
Nuestra respuesta debe ser,
todavía, la antigua. Nosotros debemos congregaros sobre el terreno de la verdad revelada
completa en cuanto a la Iglesia de Dios, considerada tanto en su aspecto universal como local. Estas son palabras muy
fáciles de leer, pero no son tan fáciles de poner en práctica. Por consiguiente, nos proponemos investigar el asunto paso
a paso, dividiendo lo que tenemos que decir en secciones claramente marcadas.
Dios nos revela la verdad para que la obedezcamos.
Dios no nos revela la verdad
para satisfacer nuestra curiosidad o para darnos tópicos para discutirlos, o aun sencillamente para esclarecer nuestras mentes, sino para que nosotros, siendo esclarecidos, podamos obedecer lo que aprendemos.
Si el evangelio es predicado, es "para la obediencia a la fe" (Romanos 1:5). Si
el misterio de la Iglesia es revelado, es "para que obedezcan a la fe" (Romanos
16:26). Si los creyentes se vuelven a la ley después de haber comenzado en la gracia, la pregunta que se formula es "¿quién os estorbó para no obedecer a la verdad?"
(Gálatas 5:7).
Este hecho debería hacernos
solemnes. Nosotros podemos entender, de este modo, por qué nuestro Señor dijo, "Por tanto, tened cuidado de cómo oís; porque al que tiene, más le será dado; y al que no tiene, aun lo que cree que
tiene se le quitará." (Lucas 8:18 - LBLA). Existe un sentimiento de regocijo cuando la verdad de la Escritura se abre a nuestras
mentes, pero tal regocijo se atenúa hasta llegar a ser un ejercicio sobrio y aun profundo cuando
enfrentamos la responsabilidad de un andar que exprese la verdad en la práctica. La
verdad puede ser tan dulce como la miel para nuestras bocas, pero cuando es digerida, se sienten el poder y aun la amargura
de ella. (Apocalipsis 10: 9-10).
Una parte considerable de la verdad de Dios trata con La Iglesia de Dios y nosotros debemos obedecer esta parte tanto
como cualquier otra parte de la Biblia.
Mucha verdad Bíblica trata con
nosotros como individuos y estamos individualmente (pero no solos) en muchas relaciones. Por ejemplo, cada uno de nosotros
es un hijo de Dios aunque somos, también, parte de la familia de Dios. Llegó un momento en los modos de obrar de Dios cuando
todos Sus hijos fueron traídos a una nueva unidad. La inconsciente profecía de Caifás (Juan 11: 51-52) habló de ello. Él profetizó
que "Jesús había de morir por la nación; y no solamente por la nación, sino también para
congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos." Este hecho de juntar, o congregar, tuvo lugar mediante la
venida del Espíritu Santo poco después de la ascensión de Jesús (Hechos 1 y 2).
La Iglesia de Dios fue formada
así. Nosotros fuimos traídos a estar dentro de ella mediante la recepción del Espíritu de Dios y pertenecemos así a la Iglesia,
ya sea que lo comprendamos o no. Las epístolas del Nuevo Testamento nos revelan el llamamiento, los privilegios, el orden
de la Iglesia, y nuestras responsabilidades inherentes a ella. Ese llamamiento, esos principios, su orden y nuestras responsabilidades
deben ser respondidos de una manera práctica por cada uno de nosotros. Ninguna
epístola es simplemente una exposición (una presentación) de la verdad. Cada epístola aplica
la verdad expuesta y la da a conocer de una manera práctica. En algunos casos, se dice
mucho más mediante una enseñanza práctica a la luz de la verdad que en la presentación de la verdad misma.
Nosotros somos parte de esta
magnífica institución, la Iglesia de Dios. Por lo tanto, debemos procurar diligentemente aprender acerca de aquella a la cual
pertenecemos y entonces obedecer la verdad en cuanto a ella.
Nosotros no necesitamos ir fuera de la Biblia para cualquier detalle de la verdad que demanda nuestra obediencia.
Toda verdad se halla en las Sagradas Escrituras.
Sin tener en cuenta lo que algunas
«iglesias» pueden decir, la Biblia dice que "Toda la Escritura es inspirada por Dios; y es útil para enseñanza, para reprensión,
para corrección, para instrucción en justicia; a fin de que el hombre de Dios sea perfecto,
estando bien preparado para toda buena obra." (2 Timoteo 3: 16-17: LBLA).
La Biblia es plenamente suficiente para perfeccionar (equipar completamente) a los creyentes que, incluso, están tan avanzados
espiritualmente como para ser llamados «hombres de Dios». Si el versículo se hubiera detenido en "a fin de que el hombre de
Dios sea perfecto", los hombres podrían haber argumentado que la Escritura perfecciona en cuando a doctrinas amplias pero
no en cuanto a los detalles de la conducta práctica. Pero no es así, la Escritura equipa completamente al hombre de Dios en
una manera detallada para toda buena obra. Esto
abarca toda obra que Dios puede llamar "buena."
Esto es muy importante porque
algunos establecerían estándares para la Iglesia de Dios que trascienden cualquier cosa indicada en la Escritura. Pero incluso
un amor que ama más de lo que manda la Escritura, o una santidad más santa de la santidad ordenada en la Escritura no son ni amor verdadero ni santidad verdadera.
La verdad Bíblica en cuanto a La Iglesia de Dios puede ser clasificada bajo dos apartados: El Cuerpo de Cristo y La Casa de Dios.
El primero de estos dos apartados
es completamente una idea del Nuevo Testamento; el segundo encuentra su lugar en el Antiguo Testamento. La primera mención
de la casa de Dios está en Génesis 28:17, aunque aquella casa no fue establecida ni siquiera típicamente (a manera de retrato)
entre los hombres en la tierra hasta que la redención fue llevada a cabo típicamente (Éxodo 15: 2, 13; Éxodo 25:8). Desde
el momento en que los hijos de Israel fueron redimidos como una nación, la casa de Dios se halló en medio de ellos y cuando
la casa dejó de estar en medio de ellos, la existencia nacional de ellos dejó de existir. Luego, poco antes de que los ejércitos
Romanos destruyesen la casa de Dios (el templo) sobre el Monte Moriah en Jerusalén en al año 70 d.C., Dios formó Su casa de
una manera totalmente nueva. Creyentes en Cristo, recibiendo el Espíritu Santo, llegaron a ser piedras vivas, edificadas "como casa espiritual" (1 Pedro 2:5). Ellos (Judíos y Gentiles) eran "juntamente edificados
para morada de Dios en el Espíritu." (Efesios 2:22).
La casa de Dios implica ahora
una cercanía a Dios y una intimidad con Él que no fue posible en tiempos más tempranos. Nosotros leemos, "Así que ya no sois
extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios." (Efesios 2:19). Aquellos
que son de la casa son también de la familia de Dios, y por Su Espíritu, Dios mora ahora en Su casa de una manera más íntima
y vital que nunca fue posible anteriormente.
En los tiempos del Antiguo Testamento,
no existió ningún pensamiento acerca del cuerpo de Cristo porque Cristo no se había revelado todavía. No obstante, Cristo
ha venido ahora y, habiendo muerto y resucitado, el Espíritu Santo vino y bautizó a Judíos y Gentiles creyentes en un cuerpo
- el cuerpo de Cristo. Previamente, el Señor Jesús pudo decir, "Me preparaste cuerpo" (Hebreos 10:5) y Él sufrió en aquel
sagrado cuerpo. Hubo "la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez" (Hebreos 10:10). Ahora,
Él está sentado en el cielo en un cuerpo espiritual, y el único cuerpo que Él reconoce aquí en la tierra es el UN CUERPO producido
por el bautismo de un solo Espíritu, el cual procedía de Él mismo, su Cabeza glorificada. Cristo va a ser manifestado
en ese cuerpo, en Sus rasgos morales en este mundo.
Tanto el Cuerpo de Cristo como la Casa
de Dios expresan lo que la Iglesia es como un hecho real, práctico en la tierra, y no como una idea mística y teórica
para el cielo.
Nosotros oímos o leemos comúnmente
las frases: el cuerpo místico de Cristo y la
iglesia Invisible. Quienes utilizan estas palabras pueden querer decir lo que es correcto, pero las frases inducen a error,
ya que ellas oscurecen, o niegan, la verdad de que el cuerpo de Cristo es un hecho
real. Este cuerpo existe en la tierra hoy en día, de la misma manera que existía en la época apostólica, aunque su manifestación
se ha estropeado por la intrusión de la voluntad y los modos de obrar del hombre. Es verdad que el cuerpo de Cristo no puede
ser señalado en una forma concreta como en el tiempo de los apóstoles (cuando era también uno en la práctica), y de este modo nosotros debemos pensar en él en forma abstracta. Pero, estos pensamientos deben
ser formados por lo que nosotros encontramos en la Escritura, puesto que la verdad
que sólo puede ser percibida en forma abstracta es tan verdadera y real como la verdad que puede ser vista en forma concreta.
Por consiguiente, la verdad de la Iglesia está pensada para regular nuestras relaciones
con el Señor Jesús, con Dios, y con nuestros santos pares aquí en el mundo.
La verdad en cuanto al Cuerpo de Cristo pone especial énfasis sobre la supremacía de Cristo como cabeza y sobre la
energía impregnante del Espíritu Santo como poder, con los consiguientes unidad, amor y crecimiento del cuerpo.
Lo expresado arriba es evidente
en los versículos donde el cuerpo de Cristo es mencionado. El primer pasaje es Romanos 12. Aquí, se alude sólo brevemente
a la verdad del cuerpo, para enfatizar la variedad del don espiritual hallado entre sus miembros.
En 1 Corintios 12, el cuerpo
de Cristo es explicado en detalle. Mediante la ilustración y la analogía del cuerpo humano, se demuestra que la Iglesia es
una unidad orgánica compuesta de varios miembros. Ella fue formada por el bautismo del Espíritu Santo. Los que eran traídos
a ella se abstraían en cuanto a sus características humanas (fuesen ellas naturales o sociales) y, por consiguiente, eran
hechos uno en la energía totalmente impregnante de un solo Espíritu Santo. Obviamente
que aquellos formados de este modo en unidad permanecían también como individuos. Así, el don del Espíritu Santo significa
también un «beber de» un solo Espíritu de modo que cada miembro es poseído y controlado por el un solo Espíritu, que es Quien
anima el todo. De esta manera, en 1 Corintios 12, nosotros vemos al Espíritu Santo manifestado en el Cuerpo. Los varios dones
son manifestaciones del Espíritu (1 Corintios 12:7).
Pero el Espíritu Santo, que
es Quien hace que todo esto suceda, es el Espíritu de, y de parte del, Cristo ascendido. Por lo tanto, el cuerpo es el de Cristo (1 Corintios 12: 12, 27) y Él gobierna
en él. En el siglo venidero (el Milenio) Su administración como Señor cubrirá toda la tierra. Sin embargo, la Iglesia es,
actualmente, la esfera de Su gobierno en lo que respecta a la tierra. La voluntad de
Dios se encuentra en la Iglesia en la tierra (1 Corintios 12:5).
La aplicación práctica de la
norma de Cristo en la Iglesia se contempla en el cuidado, la consideración, y la compasión
vistos en la última parte de 1 Corintios 11, en el amor de 1 Corintios 13, y en
las instrucciones de 1 Corintios 14, las cuales regulan el uso del don en la asamblea. 1 Corintios 12 nos presenta el poder del Señor y del Espíritu Santo residiendo en la Asamblea.
1 Corintios 13 nos presenta el amor gobernando el cuerpo, y el capítulo 14 nos
presenta el dominio propio o templanza
(vean 2 Timoteo 1:7). Todo esto coloca ante nosotros el cuerpo de Cristo funcionando divinamente aquí en la tierra.
En Efesios, nosotros tenemos el cuerpo de Cristo contemplado en la altura de sus privilegios, conforme al propósito
eterno de Dios. La Cruz es la base de su formación (Efesios 2:16). Su función es ser "la plenitud de Aquel que todo lo llena
en todo." (Efesios 1:23), es decir, ser el complemento, o el equivalente, de Cristo - aquello en que Él se expresa plenamente.
La altura de los privilegios de la Iglesia será exhibida públicamente cuando Cristo sea manifestado como "cabeza sobre todas
las cosas, con respecto a su Iglesia." (Efesios 1:22 - VM). Hubo un tipo (retrato) de esto cuando Adán fue establecido como
cabeza sobre la creación animal y cuando él también llegó a ser cabeza con respecto
a Eva (siendo ella formada de su cuerpo), como compartiendo en su dominio.
En Efesios 4: 2-3, 15-16, obtenemos
más aplicaciones prácticas de estas verdades. Dice, "con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos
a los otros en amor, solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la
paz." De ahí que nosotros creceremos "en todos respectos en aquel que es la cabeza, es decir, en Cristo",
y de quien el cuerpo irá aumentando "para edificación de sí mismo, en amor." (Efesios 4: 15, 16 - VM).
Por último, en Colosenses se habla sólo brevemente del cuerpo, ya que el gran tema
de Colosenses es la gloria de la Cabeza. No obstante, se insiste sobre la responsabilidad que tiene cada miembro de «asirse
a la Cabeza» (Colosenses 2:19). Vemos también al Apóstol Pablo, como un miembro del cuerpo, gozarse en padecimientos por causa
del cuerpo (Colosenses 1:24) y hallamos los amables y hermosos rasgos de Cristo, culminando en amor y paz, manifestándose
en los santos.
De esta manera, la verdad del
cuerpo de Cristo incluye a todos los santos. Hay unidad absoluta en unión con Cristo, y en sujeción a Él, de modo que Él como
Cabeza, se exprese en Su cuerpo.
La verdad en cuanto a la Casa de Dios pone especial énfasis sobre la presencia de Dios por Su Espíritu en la Iglesia
y, por consiguiente, sobre el Orden, la Piedad y la Santidad que conviene a Su morada, porque la Casa debe conformarse a Aquel
a Quien pertenece la casa.
Lo expresado arriba se puede
ver a partir de los versículos donde se nos presenta el aspecto de casa de la Iglesia.
Se utilizan dos expresiones: casa y templo.
Hay un matiz de diferencia entre ellas, pero ambas presentan la misma idea general y tienen así un significado práctico similar.
En 1 Corintios 3, los santos
son el "templo de Dios" porque el Espíritu de Dios mora colectivamente en ellos.
Por consiguiente, la santidad es imperativa (1 Corintios 3: 16-17). Este pensamiento de santidad es expandido grandemente
en 2 Corintios 6:14 a 2 Corintios 7:1. Estos versículos demandan santidad sin ningún yugo desigual - una clara separación
del mundo contaminante, sin siquiera tocar lo inmundo. Esto involucra el rechazo
de toda inmundicia, tanto de carne como de espíritu.
En los versículos finales de
Efesios 2, el único adjetivo usado con respecto al templo es "santo."
En 1 Timoteo 3:15, la Iglesia
es llamada "la casa de Dios . . . columna y apoyo de la verdad" (1 Timoteo 3:15 - VM), y toda la epístola está llena de enseñanza
en cuanto al orden y la piedad que conviene a aquellos que pertenecen a ella. El carácter de Dios debería ser visto en aquellos
que componen Su casa.
Por último, en 1 Pedro 2:5,
la casa es llamada "casa espiritual", compuesta de todos quienes, habiendo venido a la
Piedra Viva, son ellos mismos piedras vivas. Cada uno es un Pedro (una piedra pequeña)
edificada sobre la Roca (Cristo).
La verdad de la casa de Dios
excluye todo mal que difamaría, o comprometería, el carácter de la santidad de Aquel a Quien pertenece la casa. La exclusión
puede tener que involucrar a personas pecadoras como se muestra en 1 Corintios
5 (que sigue a continuación de la verdad en cuanto al templo de Dios en 1 Corintios
3). La misma cosa de una acción práctica que sigue a una verdad es vista en 2 Timoteo 2: 15-22, que sigue a continuación de
la verdad de la casa de Dios presentada en la primera epístola a Timoteo: sólo que aquí, en
lugar de quitar al malhechor (1 Corintios 5) la acción práctica consiste en limpiarse uno
mismo de malas asociaciones.
Cuando nosotros vemos la verdad de la Iglesia tal como es presentada en la Escritura y pensamos acerca de ponerla
en práctica, caemos en la cuenta de que la actual condición general de la Cristiandad (el cristianismo profesante) es una
negación total de estas verdades eclesiásticas.
Algunas cosas no son, obviamente,
conforme a la Escritura, tales como la multiplicidad de denominaciones la cual niega la unidad de la Iglesia, la unión deliberada
de las iglesias del estado con el mundo, el hecho de poner a un lado al Señor para que el hombre
cierre del todo la Biblia y luego reclame crear santos y libere almas del purgatorio (como se ve en la religión Católica Romana)
y la casi total falta de disciplina de manera que toda clase de mal doctrinal y moral ocurren bajo el manto del Cristianismo
nominal.
Otras cosas no son tan obvias.
El pecado distintivo de esta dispensación actual ha sido ignorar en forma práctica
y, posteriormente, dejar a un lado la presencia y las operaciones del Espíritu Santo en la Iglesia. Los servicios Cristianos
son conducidos en modos que demuestran una completa incredulidad en Su presencia en la Iglesia (admitiendo a la vez, quizás,
que Él está presente en los individuos). Por ejemplo, un hombre es designado como
el vocero de la congregación. Mediante tales acciones, los capítulos de 1 Corintios 12 y 1 Corintios 14 son reducidos a palabras
muertas. Los efectos de la redención sobre nuestro acercamiento a Dios son negados
mediante la construcción de lugares santos en la tierra con altares y sacerdotes que sirven a un laicado o a personas comunes que están excluidas de Dios y, a menudo, mantenidas en mayor ignorancia de lo que
era el promedio Judío antes de que Cristo viniese. El orden y los arreglos humanos han desplazado la sencillez del orden divino
que fue establecido por los apóstoles al comienzo de la Iglesia. Para el pensamiento humano, este orden humano puede ser muy
ordenado y un freno a cualquier desorden que pudiera resultar de un intento de seguir lo que los apóstoles establecieron,
pero todo orden que no es un orden divino, es desorden.
La mayoría de denominaciones
e iglesias se basan en ciertas verdades (el bautismo, por ejemplo) o ciertas opiniones acerca de la verdad, o como estando
identificadas con hombres piadosos de tiempos pasados. Por consiguiente, estas iglesias carecen de una integración divina ya que ellas buscan solamente creyentes que compartan sus opiniones o que se hayan convertido
en seguidores del líder en cuestión. Estas iglesias carecen también de exclusividad
divina porque ellas son, generalmente, tan celosas para construir su sistema, que la falsa enseñanza o la infidelidad a Cristo
y a Su verdad son tratadas, a menudo, con una tolerancia acomodadiza.
Siendo estas cosas así, ¿estamos nosotros obligados aún a poner la verdad de la Iglesia en práctica? ¿No sería simplemente
mejor sostener la verdad mentalmente y evitar toda complicación ulterior permaneciendo
justo donde estamos en nuestras relaciones eclesiásticas?
La respuesta Escritural a estas
preguntas es sí a la primera y no a la segunda. Las epístolas que contemplan días de dificultad no
suponen, ni por un momento, que la verdad ha llegado a ser un asunto de mera teoría, divorciada de cualquier expresión práctica
de ella.
Por ejemplo, en 2 Timoteo 3:
16-17, Pablo habla de la utilidad de la Escritura, no sólo para enseñar sino para corregir e instruir en justicia. Si alguno
piensa que tanto la corrección como la instrucción son sólo aplicables a la mente, nosotros lo dirigimos al versículo siguiente
(2 Timoteo 3:17), donde se declara claramente que el objetivo de toda la corrección e instrucción es "a fin de que el hombre
de Dios sea perfecto, enteramente capacitado para toda buena obra." (2 Timoteo
3:17 - RVA). Esto es extremadamente práctico: ¡se trata de nuestras acciones!
En 2 Juan y 3 Juan, Juan dice
mucho acerca del andar del creyente. Él habla de andar en la verdad y conforme a Sus mandamientos. Andar en algo es poner ese algo en práctica.
Dios enfatiza este punto justo cuando maestros anti-Cristianos se estaban haciendo comunes y Diótrefes se estaba imponiendo
a sí mismo y causando confusión en la Iglesia.
El hecho es este: Mientras más proliferen esa confusión y esa defección, más importante es andar en la verdad - poner toda la verdad
en práctica, aun si sólo unos pocos lo harán.
¿Puede la verdad de la Iglesia ser practicada bajo las actuales condiciones? ¿Cómo es posible hacerlo hoy en día?
Sería imposible entrar en cualquier
edificio donde los servicios religiosos fuesen conducidos conforme a una liturgia (un orden formal de servicio), o por medio
de una ministro ordenado, y tratar de reunirse conforme a los principios establecidos por el Espíritu Santo en 1 Corintios
12 y 14. Cualquiera que lo intente sería considerado desordenado. La única manera de practicar la verdad en cuanto a la Iglesia
es dejando de practicar lo que no es la verdad. Esto se puede hacer solamente retirándose de todo lo que no tiene la aprobación de la Escritura. Librándonos de la
desobediencia nosotros podemos, entonces, ser obedientes. De este modo, nosotros debemos primeramente dejar de hacer lo malo y aprender a hacer lo bueno. Cualquier intento de continuar con los dos sería un gran perjuicio
para la causa de la verdad. Ello sería decir, en efecto, que no existe diferencia básica, real, entre lo que es puramente
humano y lo que es divino y, por consiguiente, nosotros podemos continuar con cualquiera de los dos o con ambos.
Algunos sostienen que retirándose
del mal termina solamente en la formación de una secta más. Pero no hay nada sectario
(*) en reunirse de la manera que es obedecer a la verdad.
(*) Una secta es un grupo de personas que adhieren a una creencia religiosa en particular de
factura humana. N. del Ed.)
¿Tenemos nosotros autoridad Escritural para retirarnos de organizaciones Eclesiásticas a menos de que ellas defiendan
o toleren fundamentalmente doctrinas falsas?
Déjenme responderles con una
pregunta. ¿Es una organización, o sistema humano, introducido en el orden de Dios para Su Iglesia, suficientemente mala como
para que debamos abandonarla aun si cuesta mucho hacerlo?
Muchos de los sistemas religiosos
actuales contienen una forma muy pretensiosa de infidelidad basado en grandes pretensiones de erudición, llamada modernismo.
Pero, existe una gran cantidad de organizaciones más pequeñas, y más o menos independientes, que se sustentan sobre la base
de sana (correcta) verdad fundamental, aunque ignorando el orden de la Iglesia tal como es presentado en la Escritura. Quienes
apoyan estas organizaciones son, generalmente, personas serias y piadosas. ¿Debemos permanecer apartados de tales organizaciones?
Antes que nada, la intrusión
de cualquier sistema u organización humana en el orden divino, en donde el orden divino está, eventualmente, extinto, ¡es
un pecado muy grave! No es un pecado que deba ser adjudicado a algún individuo en particular, puesto que este pecado ha entrado
encubierta y lentamente: con todo, es un mal serio. Es asombroso el hecho de que al final de un largo pasaje acerca del orden
divino para la actual reunión de la iglesia en 1 Corintios 14, Pablo advierta que, "Si alguno se cree profeta, o espiritual,
reconozca que lo que os escribo son mandamientos del Señor." (1 Corintios 14:37).
De esta manera, el Espíritu Santo anticipó la descuidada tendencia que invariablemente sale a la luz dondequiera la carnalidad
(los modos de obrar naturales, humanos) prevalece, tendencias que son prominentes hoy en día.
Cuando el poder espiritual es
bajo y principios mundanos entran en la Iglesia, la tendencia es a encontrar molesto el orden divino porque hace ciertas demandas
acerca de una buena condición espiritual - una condición que no está presente. Este orden divino expone, también, la mundana
debilidad que está presente. Entonces, la fuerte tentación es ser descuidados en
cuanto a las instrucciones de la Escritura: útiles en muchas ocasiones, interesantes, instructivas pero opcionales - algo
que puede ser obedecido y no algo que debe
ser obedecido. Todo esto, sin embargo, es barrido completamente por el hecho de que
estas instrucciones son "mandamientos del Señor." De este modo, nosotros no estamos en libertad de alterarlos según nuestros
gustos y sentimientos.
Como una analogía, piensen ustedes
en lo que fue instituido en relación con la Ley de Moisés que dio sólo una "figura y sombra de las cosas celestiales." (Hebreos
8:5). Moisés siguió estrictamente el modelo de Dios. Después, cuando la casa permanente iba a ser edificada en Jerusalén,
"Dió entonces David a Salomón su hijo . . . el diseño de todo lo que tenía ideado, por el Espíritu, . . . Todo esto,
(dijo David,) lo tengo en escrito por la mano de Jehová." (1 Crónicas 28: 11-19; VM). Una vez más, cada detalle
fue divinamente ordenado por escrito. Nosotros
tenemos por escrito, en el Nuevo Testamento, las instrucciones divinas en cuanto al orden de la casa espiritual de Dios.
¿Se nos da a nosotros más libertad para manipular estas instrucciones de la que se permitió antiguamente en cuanto a las instrucciones
para la casa material, terrenal? ¡No, ciertamente!
En una fecha posterior, los
Judíos añadieron a los reglamentos divinos para la casa material. ¿Cuál fue el
resultado? El Señor Jesús, cuando Él la visitó, dijo, "Escrito está: Mi casa es casa de oración; mas vosotros la habéis hecho
cueva de ladrones." (Lucas 19:46). Ellos también manipularon, generalmente, la Palabra divina. Por consiguiente, el Señor
los acusó de invalidar "la palabra de Dios con vuestra tradición que habéis transmitido. Y muchas cosas hacéis semejantes
a estas." (Marcos 7:13). El fuerte lenguaje utilizado por el Señor en estas ocasiones nos demuestra cómo se sintió Él acerca
de estos pecados.
A continuación, consideremos
las claras instrucciones Escriturales en cuanto a la posición del creyente en relación con un sistema de religión exterior.
La epístola a los Hebreos fue
escrita justo antes de que toda la economía religiosa Judía fuera barrida por la destrucción de Jerusalén. En la epístola
a los Hebreos, el Espíritu Santo anima a los creyentes Judíos demostrándoles que el anterior sistema de símbolos religiosos
visibles (Judaísmo), instituido en conexión con la Ley, era sólo un sistema de sombras.
Quienes se habían vuelto a Cristo poseían las realidades mediante la fe. El Espíritu
Santo finaliza con un llamamiento a que ellos corten sus últimos lazos con el sistema agotado de religión terrenal y, después,
Él coloca ante ellos el Cristo que "padeció fuera de la puerta." La exhortación del Espíritu Santo es, "Salgamos, pues, a
él, fuera del campamento, llevando su vituperio." (Hebreos 13: 12-13).
Nosotros hemos de salir a Cristo
fuera del campamento, no fuera de la ciudad. La epístola a los Hebreos se refiere constantemente al orden de cosas relacionadas con el peregrinar de Israel en el desierto -
el tabernáculo y el campamento. La epístola a los Hebreos contempla a los Cristianos
como una compañía con asociaciones celestiales yendo en su camino a un reposo celestial pero aún en condiciones desérticas
en la tierra. Las circunstancias de Israel en el desierto fueron tipos de nuestro peregrinar actual. Además, en el tabernáculo
en el desierto, Dios expuso Su propósito de morar en medio de un pueblo redimido y de reunir aquel pueblo a Su alrededor.
Así, el campamento era Israel, en una manera ordenada, rodeando la morada de Dios
- Israel contemplado religiosamente.
Cuando la epístola a los Hebreos
fue escrita, la nube Shekinah que había sido la gloria del campamento de Israel, hacía tiempo que se había apartado. Con todo,
el campamento - el Judaísmo, el sistema religioso de Israel - aún permanecía. No obstante, este sistema había sellado su destrucción
al crucificar a Jesús fuera de la puerta. De esta manera, el tiempo había llegado para todo creyente fiel Judío de cortar
su último lazo con aquel sistema de religión terrenal aunque en su comienzo, fue instituido
divinamente. No quedaba nada ahora sino "débiles y pobres (sin valor) rudimentos." (Gálatas 4:9).
De este modo, si en el primer siglo de Cristianismo, fue la voluntad de
Dios que los creyentes que habían estado dentro de un sistema religioso terrenal divinamente comenzado cortasen sus últimos
lazos con él y salieran fuera de él a Cristo, la voluntad de Dios para los creyentes no puede ser, hoy en día, que permanezcan
dentro de sistemas religiosos terrenales que son puramente humanos en su origen y que ¡jamás fueron, en ninguna época, instituidos
por Dios!
Cristo está, de tal manera, fuera
de cualquier sistema religioso de origen humano (aunque, obviamente, Él puede ser muy amado por muchos queridos santos, y
puede estar muy cerca de ellos, siendo ellos santos que permanecen enredados en el sistema humano). De este modo, nosotros
tenemos autoridad divina para retirarnos de cualquier organización religiosa de origen humano para que podamos andar conforme
al orden divino, tal como está establecido en la Escritura.
La separación del mal y de hombres malos es siempre el deber de todo aquel que teme al Señor y que invoca Su Nombre.
Este hecho es declarado poderosamente,
con plena autoridad apostólica, en 2 Timoteo 2:14 a 3:5, donde la separación es ordenada seis veces bajo seis diferentes términos,
como sigue a continuación:
- Esquiva las charlas vanas
y profanas.
"Pero las profanas [y] vanas charlas esquiva." (2 Timoteo 2:16 - NTIGE)
- Apártese de iniquidad (la
expresión "de injusticia" es más apropiada, según reza la Elberfelder Bibel en Alemán - N. del T.)
"Apártese de iniquidad [de injusticia] todo aquel que invoca el nombre de
Cristo." (2 Timoteo 2:19)
- Si alguno se limpia completamente
de estos.
"Por tanto, si uno mismo se habrá limpiado completamente de estos, separándose
él mismo de ellos, él será un instrumento para honra, santificado, útil al Maestro, preparado para toda buena obre." (2
Timoteo 2:21 - Traducción de la Versión de la Biblia en Inglés de J. N. Darby - N. del T.)
- Huye también de las pasiones
juveniles.
"Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio
invocan al Señor." (2 Timoteo 2:22).
- Evita las cuestiones necias,
y nacidas de la ignorancia.
"Pero evita las cuestiones necias, y nacidas de la ignorancia, sabiendo que engendran contiendas." (2 Timoteo 2:23
- VM).
- Apártate también de los tales.
"teniendo la forma de la piedad, mas negando el poder de ella: apártate también de los tales." (2 Timoteo 3:5 - VM).
Si algo se te presenta y tú lo esquivas, te apartas, te limpias completamente
de ello, huyes de ello, lo evitas, y te apartas de ello, tú has adoptado, ciertamente, una actitud de separación inquebrantable.
Abramos nuestras Biblias y consideremos
este pasaje en 2 Timoteo 2 en detalle.
2 Timoteo 2: 14 y 15
"Trae estas cosas a su memoria, requiriéndoles solemnemente delante del Señor, que no contiendan sobre palabras,
que para nada aprovechan, sino para trastornar a los oyentes. Procura con diligencia presentarte ante Dios como ministro
aprobado, obrero que no tiene de qué avergonzarse, manejando acertadamente la palabra de la verdad." (VM)
Pablo le dice a Timoteo que
les recuerde a los creyentes la verdad y que les encargue que no discutan sobre puntos que para nada aprovechan y que tienen,
meramente, el efecto de trastornar a los creyentes. Entonces, ser un obrero hábil al servicio de Dios debía ser el objetivo
personal de Timoteo, manejando la Palabra de Dios con entendimiento y precisión.
2 Timoteo 2: 16-18
"Mas evita [esquiva] los discursos profanos y vacíos; porque los adictos a ellos avanzarán más y más
en la impiedad; y su palabra comerá cual gangrena; de los cuales son Himeneo y Fileto, hombres que según la verdad
se han descarriado, diciendo que la resurrección ha pasado ya; y subvierten la fe de algunos." (VM).
Timoteo debía esquivar también
un mal aún peor - conversaciones profanas (comunes), sin valor, que conducen a más impiedad, impiedad que se extiende como
gangrena o cáncer. Tales malas conversaciones aumentarán tanto en intensidad como en extensión si se les permite continuar
sin control. De modo que nadie pudiera malinterpretar aquello acerca de lo cual él estaba hablando. Pablo nombra dos hombres
que lideraban en estos discursos profanos - Himeneo y Fileto. Ellos estaban diciendo que la resurrección ya había sucedido.
Pablo señala la gravedad de este error: algunos habían atendido a dicho error y la fe de ellos se había derrumbado. El error
era fundamental y subversivo para la fe de quienes lo aceptaban.
2 Timoteo 2:19
"A pesar de todo, el sólido fundamento de Dios queda firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son suyos
y "Apártese de iniquidad [de injusticia] todo aquel que invoca el nombre del Señor."
(RVA).
En oposición a la falsa enseñanza
humana, el sólido fundamento de Dios permanece firme. Todo lo que es realmente fundado por Dios es inamovible. El fundamento
de Dios un tiene un doble sello: el primero se relaciona con la soberanía y la omnisciencia (que es todo el poder) que garantiza
la seguridad eterna de los Suyos, y el segundo se relaciona con la responsabilidad de todos los que profesan sometimiento
a Cristo como Señor para apartarse de iniquidad.
Todo lo mencionado arriba está
declarado en términos generales, pero parece que es una alusión a Coré, Datán y Abiram en Números 16. Ellos se levantaron
contra la Palabra de Dios, presentada por Moisés y Aarón, y derribaron la lealtad de algunos. El mensaje del Señor en aquella
ocasión fue también doble: "Mañana mostrará Jehová quién es suyo" (Números 16:5) y, "Apartaos ahora de las tiendas de estos
hombres impíos." (Números 16:26).
De este modo, este pasaje del
Antiguo Testamento arroja luz sobre nuestro asunto. Sin embargo, nuestros versículos declaran simplemente principios generales;
con todo, el creyente debe apartarse siempre de iniquidad. La iniquidad asume diferentes
formas, así que el «apartarse» necesario puede ser llevado a cabo en diferentes maneras Escriturales, pero el creyente no ha de continuar jamás con cualquier clase de mal. Él debe apartarse del mal en todas sus formas.
2 Timoteo 2:20
"Empero en una casa grande, hay no solamente vasos de oro y de plata, sino también de madera y de barro: y algunos
son para honra, y otros para deshonra." (VM)
Habiendo dejado establecido
los principios generales que gobiernan la actitud del creyente hacia todo mal, Pablo ilustra ahora el asunto. En una casa
grande, hay muchos vasos hechos de varios materiales y utilizados en muchas maneras diferentes. Algunos están hechos de oro
y plata; otros de madera y barro. Algunos son para uso honroso y otros para uso deshonroso. El retrato es de la Iglesia (profesante)
que ha llegado a ser como una casa grande conteniendo en su interior hombres como Himeneo y Fileto - hombres que eran como
vasos puestos para uso deshonroso.
2 Timoteo 2:21
"Por tanto, si uno mismo se habrá limpiado completamente de estos, separándose
él mismo de ellos, él será un instrumento para honra, santificado, útil al Maestro, preparado para toda buena obre." (2
Timoteo 2:21 - Traducción de la Versión de la Biblia en Inglés de J. N. Darby - N. del T.)
Pablo aplica ahora el principio
general del versículo 19 al caso de Himeneo y Fileto presentado en los versículos 17-18; una aplicación hecha a la luz de
la ilustración de la casa grande presentada en el versículo 20. Consideremos el versículo 21 en detalle.
"Si uno mismo." (JND) ["Si alguno" RVR60)]. Estas palabras demuestran que Pablo tenía la aplicación de la ilustración delante de él con respecto a la triste condición manifestada, en ese entonces, en
la Iglesia. El término "alguno" (o la expresión "uno mismo") es utilizado debido a que, aunque el mandamiento es aplicable
a todos, la responsabilidad de obedecer personalmente a Dios reposa sobre cada creyente individual.
"Si uno mismo se habrá limpiado completamente." La palabra Griega traducida "limpiado completamente" significa
purificarse o limpiarse completamente. Su única otra ocurrencia es en 1 Corintio 5:7 donde es traducida "limpiaos" y es aplicable
a la labor normal de limpiar y quitar el mal de la Iglesia. Aquí, en 2 Timoteo,
nosotros vemos la labor anormal de un hombre limpiándose completamente él mismo (a saber, separándose) de una asociación que ha llegado a estar dominada por el mal.
"De estos." Nosotros creemos que "estos" se refiere a Himeneo, a Fileto y a sus asociados. No obstante, si alguno
cree que "estos" se refiere a los vasos para deshonra del versículo anterior, el significado permanece sin alterar porque
los vasos para deshonra ilustran simplemente estos hombres pecadores.
El resto del versículo 21 adopta
claramente el lenguaje de la ilustración en el versículo 20. Un creyente que se limpia completamente de toda comunión y complicidad
con los maestros de doctrina fundamentalmente falsa es como un vaso para honra, santificado y útil para el Maestro y preparado
para toda buena obra.
2 Timoteo 2:22
"Mas huye de las pasiones juveniles, y sigue tras la justicia, la fe, el amor, la paz, con los que invocan al Señor
con corazón puro." (VM)
"Huye también de las pasiones
juveniles" es otra aplicación del principio general de apartarse "de iniquidad." Pero esta exhortación demanda santidad personal,
sin la cual la separación de los hombres malos sería mera hipocresía. La frase "pasiones juveniles" es usada debido a que
Timoteo era un joven. Obviamente, nosotros debemos huir de toda pasión pecaminosa
y seguir, entonces, "la justicia, la fe, el amor, la paz." El mundo está lleno
de pecado, ceguera espiritual, odio y contienda, y el santo, estando en medio del mundo, se ha de vestir del cuádruple carácter
de Cristo mencionado arriba. Por otra parte, estas cosas buenas se han de seguir
de una manera práctica "con los que invocan al Señor con corazón puro."
"Con" significa compañerismo, no aislamiento. «Invocar al Señor» significa profesar sometimiento a Él. Hacer esto "con corazón
puro (o limpio)" (esencialmente la misma palabra que aparece en el versículo 21) significa hacerlo sinceramente con el hombre
completo limpiado completamente del mal, tanto por medio de santidad personal como por medio de santidad en las asociaciones.
Tomen nota de que no se nos
dice que sigamos con todos los que invocan al Señor con corazón puro. Eso sería
imposible bajo las presentes condiciones. Por ejemplo, muchos Cristianos piadosos que se ajustan a esta descripción, rehúsan
la compañía de otros que se ajustan igualmente a la descripción debido a un prejuicio o a una información equivocada o incompleta.
No obstante, nosotros podemos "seguir . . . con los que invocan al Señor con corazón
puro" - con tantos como estén disponibles; Y, ciertamente, mientras más haya disponibles, más nos regocijaremos.
2 Timoteo 23-26
"Pero evita las cuestiones necias, y nacidas de la ignorancia, sabiendo que engendran contiendas. Y el siervo del Señor
no debe ser contencioso, sino manso para con todos, apto para enseñar, sufrido, instruyendo con mansedumbre a los que se oponen;
por si acaso Dios les conceda arrepentimiento para conocimiento de la verdad; y para que se escapen del lazo del diablo, por
el cual han sido apresados para hacer su voluntad." (VM).
Estos versículos demuestran
que el santo que obedece las instrucciones arriba detalladas debe evitar cuestiones necias que causan contienda. A la vez,
él debe esperar oposición y entonces enfrentarla en el espíritu humilde de Cristo para que él pueda ser usado para bendición
y recuperación de los que se oponen.
Aunque el Espíritu Santo tomó
la oportunidad creada por la falsa enseñanza de Himeneo y Fileto para dar estas instrucciones, parece que el mal no había
alcanzado la etapa que obligó a Timoteo a retirarse de la masa de creyentes profesantes. Parece, más bien, que el mal fue
enfrentado mediante la energía del Espíritu Santo y que algunos fueron recuperados "del lazo del diablo" (2 Timoteo 2:26),
mientras los falsos maestros, repelidos en sus esfuerzos, "salieron de (ellos)" (1 Juan 2:19). No obstante, las instrucciones
dadas por Dios permanecen y desde hace tiempo que retirarse ha llegado a ser necesario. De
hecho, perseguir la unión a expensas de la verdad es traición contra el Señor porque ninguna unión que involucra complicidad
con el mal es de Dios. La unidad de Dios se encuentra únicamente en separación del mal.
Recuerden ustedes que la separación
arriba mencionada es una responsabilidad individual, aunque el individuo que obedece
fielmente a Dios en esto, es guiado, en el versículo 22, a esperar encontrar asociados en la posición que él asume de este
modo.
Los creyentes que salen a Cristo fuera del campamento, y que se limpian completamente de falsos maestros y de sus
enseñanzas, deben reunirse ahora conforme a toda la verdad de la Iglesia, recordando, a la vez, que ellos son sólo unos pocos
de aquellos que pertenecen a ella.
Los creyentes que se han separado
del mal, lo han hecho como resultado de un ejercicio y una acción individuales, pero no se los deja a que sigan solos como
si todo lo que es de una naturaleza corporativa haya dejado de existir. El cuerpo de Cristo y la casa de Dios aún son realidades
y los creyentes son, hoy en día, tanto como lo han sido siempre, de aquel cuerpo y piedras vivas en esa casa. De ahí que los
privilegios y responsabilidades que están unidas al cuerpo y a la casa son de ellos tanto como siempre lo han sido.
Cuando creyentes que se han
limpiado y se han separado se reúnen, ellos se deberían reunir conforme a lo que ellos son y, luego, actuar dirigidos por
la Palabra de Dios. Ellos deberían hacer esto, aun si son solamente dos o tres y todos los demás Cristianos en su localidad
permanecen en el "campamento" o en complicidad con el mal. Cristo es aún Cabeza de ellos y se puede contar con Él para dirección.
El Espíritu Santo está aún allí y se puede contar con Él con seguridad para el poder. Además, aún se puede contar con la Biblia
para enseñanza.
Por consiguiente, los creyentes
que se han separado pueden aún disfrutar una medida de comunión conforme al modelo apostólico. Ellos se pueden regocijar considerando
a los demás creyentes sencillamente como miembros del cuerpo de Cristo y pueden recibir, conforme
a la Palabra, a todo aquel que desee ser recibido, siempre que no estén descalificados por mala práctica, mala doctrina
o malas asociaciones. Toda secta recibe a santos que están preparados formalmente para «unírseles», pero recibir a santos sencillamente porque ellos son miembros de Cristo (y no están Escrituralmente descalificados)
es recibir a personas conforme a la verdad.
Sin embargo, una parte del modelo
apostólico ya no está disponible. Esto es, la designación oficial de ancianos y
diáconos para el gobierno y el servicio en la asamblea. Nosotros carecemos, en la actualidad, de autoridad apostólica para
designarlos. Pero, ancianos oficialmente designados no son esenciales para una asamblea. Evidentemente, no había ninguno en
Tesalónica cuando Pablo les escribió la segunda epístola. Él dijo, "Os rogamos, hermanos, que reconozcáis a los que trabajan
entre vosotros, y os presiden en el Señor" (1 Tesalonicenses 5: 12-13). Esta instrucción sería posible sólo si existieran
verdaderos ancianos, pero allí donde existieran sin designación oficial. Aun en la actualidad, se puede reconocer ancianos donde ellos existen. Noten que en 1 Corintios (la epístola del orden de la asamblea), obispos
y ancianos ni siquiera son mencionados. Además, al corregir los desórdenes en Corinto, Pablo no sugiere, ni siquiera una vez,
que se debería designar ancianos.
Desde hace algún tiempo, los creyentes se han esforzado para reunirse del modo arriba mencionado. Pero la experiencia
les ha demostrado que ciertos peligros amenazan con alejarlos de la verdad. Algunos de estos peligros son:
Sectarismo
Es muy fácil deslizarse hacia
el sectarismo (la adhesión a un conjunto particular de puntos de vista y calificaciones para la membresía). Aquellos que han
procurado reunirse de la manera Escritural se han encontrado, necesariamente, fuera de las organizaciones religiosas de hoy
en día y, por consiguiente, separados exteriormente de la gran masa de sus pares
creyentes que adhieren a tales organizaciones. ¡Cuán fácil es, entonces, llegar a estar enteramente
separados de ellos en corazón y afecto! ¡Cuán fácil es decaer hasta convertirse en
una comunidad selecta, compacta y autónoma, y sin ningún interés en nada que quede fuera de los límites de la comunidad!
Este peligro de sectarismo ha
aumentado por el gran conocimiento de la Escritura dado, completamente por gracia, a aquellos que se han reunido en obediencia
práctica a la Palabra de Dios. Por consiguiente, la tendencia natural ha sido utilizar este gran conocimiento del mismo modo
en que los creyentes Corintios usaron (o abusaron) de sus dones en época temprana. Ellos usaban sus dones para ellos mismos, en lugar de usarlos para beneficio de todo el cuerpo. Un gran conocimiento Escritural puede ser
mal empleado del mismo modo: a saber, dar crédito y distinción a la comunidad que
la posee en lugar de usarlo para el bien de todos los santos. Tal conocimiento se convierte, entonces, en la credencial de una secta y la comunidad se vuelve sectaria y la luz
se vuelve tinieblas. Entonces la luz (o aquello que es tenido por luz en cualquier época dada) llega a ser la prueba de comunión, y la disposición a convertirse en un miembro de
la comunidad es la cosa de suma importancia. Entonces, todo pensamiento acerca de recibir santos (no descalificados por mala
conducta, mala doctrina o mala asociación, o complicidad con cualquiera de ellas) sencillamente como miembros de Cristo es
descartada, y nosotros nos encontramos de regreso sobre terreno sectario, sólo que con mucho más exactitud en nuestro modo
de reunirnos y en nuestro conocimiento Escritural, pero, por ese mismo motivo, ¡más condenados por nuestro sectarismo!
Los santos que se reúnen en
obediencia a la verdad son acusados, a menudo, de ser una mera secta, ¡y una secta pequeña, en lo que a eso se refiere! Siendo
solamente una pequeña parte de la Iglesia, ellos pueden encontrar imposible rechazar la acusación. Pero, que ellos huyan del
sectarismo tanto en su espíritu como en el principio de su reunión, independientemente de lo que los demás los acusen.
Laxitud de Principio y de Práctica
Esta laxitud es el peligro opuesto
a lo que hemos estado considerando. El sectarismo es el peligro especial para los
que son rígidos, estrechos e intelectuales, mientras que la laxitud es el peligro
de aquellos que tienen ideales grandes y universales, y de corazones amables y generosos. El primer tipo de persona tiende a preservar la verdad y a mantener la santidad mediante la exclusión de todos excepto los más selectos,
mientras que el segundo tipo de persona tiende a promover el amor, la armonía y
la unión mediante una tolerancia relajada (laxa) de cosas incorrectas.
Semejante laxitud es fatal para
la asamblea fiel porque debilita seriamente al asumir el lugar con Cristo "fuera del campamento", ya que compromete y se aferra
a los alrededores del campamento con el objetivo de ganar más personas. Adicionalmente, la
laxitud debilita o destruye un rechazo claro e inflexible tanto de la doctrina fundamentalmente
defectuosa como de la separación de quienes la propagan (2 Timoteo 2: 15-26; 2 Juan 7-11). La laxitud permite una tolerancia
impropia y permite así (mientras toma, en última instancia, acción contra el mal manifiesto) que el mal esté presente en una
forma modificada o disfrazada.
Cuando la laxitud es permitida,
el camino está pavimentado para el abandono de un andar conforme a la verdad, no por un paso decisivo, sino por etapas lentas.
La historia nos proporciona muchas ilustraciones acerca de la manera en la cual la laxitud trabaja. Siempre que la Iglesia
se ve confrontada a un mal fundamental, algunos lo han enfrentado vigorosamente sin componenda, pero otros han implorado tolerancia
y componenda y cuando sus súplicas fueron oídas, muchos se desviaron de la verdad.
La Arrogación Eclesiástica
El peligro de arrogación eclesiástica
(autoridad eclesiástica) es, principalmente, una excrecencia del sectarismo. Despreocupadas del estado caído de la iglesia
profesante, las personas pueden asumir una autoridad para la cual no existe autorización divina - autoridad que se percibe,
quizás honestamente, como siendo necesaria para preservar la comunidad en su forma apropiada. Las decisiones y acciones de
carácter asambleario, aunque hayan sido concebidas precipitadamente y ejecutadas bajo presión individual o grupal, pueden
recibir gran inviolabilidad y pueden convertirse en tema de demandas extravagantes. La autoridad puede ser establecida en
ciertas localidades o en ciertas camarillas y, de este modo, se puede introducir subrepticiamente un sistema de supervisión
central, de una sede central metropolitana, de un control burocrático (o de cualquier otra forma que ustedes puedan llamarlo),
y entonces ¡ay del santo individual que tiene la temeridad de cuestionar lo que es
arreglado o decidido bajo tales condiciones!
Independencia Eclesiástica
El péndulo puede oscilar al
extremo opuesto, lejos de las elevadas demandas de la arrogación eclesiástica. Para evitar los males relacionados con la arrogación
eclesiástica, el sistema de independencia puede ser restaurado. En independencia, cada reunión de creyentes llega a ser una unidad autónoma, sosteniéndose sobre su propia base,
independiente de cualquier otra reunión de creyentes. La Iglesia como el cuerpo de Cristo, la casa de Dios, una unidad compuesta de todos los santos en todas partes, fuera de toda cuestión acerca de la localidad, es enteramente
pasada por alto o es tratada solamente como un ideal, no demandando, de esta manera,
una práctica en conformidad con eso. Pero, adoptar un orden de cosas que nos da varias
asambleas locales independientes, estén o no afiliadas cercanamente, de modo que la medida más grande posible de libertad
personal sea permitida, ¡es practicar algo que incumple la Escritura!
Disciplina Extravagante, No Escritural
La disciplina extravagante es
el resultado natural del sectarismo y de la arrogación eclesiástica. Una posición sectaria provoca, casi siempre, un arrebato
de celo en su defensa. Ningún espíritu es más fiero que un espíritu de facción y, bajo su influencia, las más extremas medidas
de defensa son adoptadas. Aun en los días de los apóstoles, la Iglesia se vio amenazada por toda clase de mal interno. Por
consiguiente, Dios dio instrucciones disciplinarias claras y detalladas por medio de Sus apóstoles. Ahora bien, implementar
una disciplina más severa que la demandada por la Escritura puede tener la apariencia de gran santidad y celo, pero ello es
realmente sólo presunción y obstinación, como si nosotros fuésemos más sabios que Dios. La
sustitución de la disciplina severa por el cuidado pastoral y el fiel trato en amor (cosas que ponen a prueba nuestros poderes
espirituales) ha sido una causa principal de grave fracaso.
Disciplina Laxa
La disciplina laxa, descuidada,
es la consecuencia natural de la laxitud e independencia generales. Si la universalidad
es lo más importante, uno debe ser muy tolerante. Si la asamblea local independiente, autónoma, está delante de la mente,
entonces cualquier disciplina está limitada a esa comunidad local e incluso esa disciplina puede ser fácilmente hecha inútil
por la acción contraria de otra asamblea independiente cercana. Cuando Pablo escribió a los Corintios e instó urgentemente
a una severa disciplina (1 Corintios 5), él dirigió su carta a "la iglesia de Dios que está en Corinto . . . con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo." (1 Corintios 1:2). La asamblea
local en Corinto era primariamente responsable por la disciplina, pero la Iglesia toda
estaba implicada en ella. Por consiguiente, si los santos que procuran reunirse en el terreno de la asamblea y andar en
la luz de la verdad son llamados a hacer uso de la disciplina, ellos actúan conforme a esta Escritura.
Si los santos están afuera de
organizaciones religiosas humanas y están andando separados del mal, y están practicando la verdad y el andar conforme a la
verdad de la Iglesia tal como se halla en la Escritura, nosotros creemos que ellos serán aprobados por Dios en cuanto a la
posición que ellos toman ya que se están reuniendo sobre terreno divino. No obstante todo lo mencionado arriba, que nunca
se olvide que la cosa más importante es nuestra condición personal y espiritual.
Una posición eclesiástica correcta
sin una condición espiritual correcta es un espectáculo tan triste como uno se
lo puede imaginar. Así, por encima de todo lo demás, busquemos la piedad práctica, lo que no es mundano, la comunión con Dios
y la consagración a Cristo y Sus intereses. Solamente estas cosas harán que una posición
correcta sea un testimonio a la verdad y algo para la gloria de Dios.
Aquellos que han intentado reunirse sobre terreno Escritural han fracasado y han dado lugar a divisiones. Estas divisiones
han ocultado la expresión exterior de la verdad de la Iglesia y, por consiguiente, han hecho surgir preguntas acerca de «un
círculo de comunión.» ¿Cuál es la verdad en cuanto a un círculo de comunión?
En primer lugar, debemos comprender
cómo eran las cosas al comienzo de la Iglesia. Había solamente tres cosas que tenían un estatus definido (o posición definida)
- solo tres entidades distintivas, Escriturales. Estas eran:
1. El santo individual.
2. Las varias asambleas locales
en Jerusalén, Antioquía, Corinto, etc. Estas asambleas locales conservaban cada una el carácter del cuerpo de Cristo. Pablo
dijo a los Corintios "Ahora bien, vosotros sois cuerpo de Cristo" (1 Corintios
12:27 - Traducción de la Versión de la Biblia en Inglés de J. N. Darby; N. del T.) y no "el
cuerpo de Cristo" como rezan casi todas las versiones de la Biblia en Español además de la traducción King James de la Biblia
al Inglés. La Iglesia toda es el cuerpo pero cada iglesia conserva el carácter del cuerpo en su propia localidad. Cada asamblea
local tiene, también, su propio estado (su propia condición) y responsabilidad delante del Señor y puede ser escudriñada por
Él separadamente de otras asambleas locales (Apocalipsis 1:11 a 3:22). En resumen,
cada asamblea local tiene su propio
estado definido.
3. La Iglesia toda en la tierra en cualquier momento dado, la cual es el un
cuerpo de Cristo, animado por un único Espíritu Santo (Efesios 4:4).
En lo que sigue a continuación,
nos referiremos a estas tres cosas como el santo individual, la asamblea local y la Iglesia toda. Consideremos ahora varios puntos
para ayudar a responder la pregunta arriba mencionada.
Punto Uno
Al comienzo de la Iglesia, cuando
las cosas eran aún conforme a la Mente divina, no existía ninguna otra entidad que tuviese estatus Escritural entre el santo
individual y la asamblea local. El intento de crear círculos más pequeños que la asamblea local en Corinto ("Yo soy de Pablo;
etc.") fue severamente reprendido (1 Corintios 1: 11-13; 1 Corintios 3: 1-8). Existían
asambleas en las casas de diferentes santos (Romanos 16:5; Colosenses 4:15, etc.). Nosotros no sabemos si estas eran las asambleas
locales en sus localidades o sencillamente un número de santos en alguna parte de una gran ciudad reuniéndose así por conveniencia
práctica. Quizás aquellos que estaban orando en casa de María (Hechos 12:12) eran una asamblea pero, de haber sido así, no
tenían estatus salvo como siendo una parte de "la iglesia (o asamblea) que estaba en Jerusalén." (Hechos 11:22).
Tampoco había nada allí que
tuviera su propio estatus Escritural definido entre la asamblea local y la Iglesia toda. Nosotros leemos acerca de las "iglesias
de Galacia" (1 Corintios 16:1; Gálatas 1:2) y de que "la iglesia (mejor traducción que «las iglesias» como rezan varias versiones
del Nuevo Testamento en Español y otros idiomas) gozaba de paz por toda Judea, Galilea y Samaria." (Hechos 9:31 - LBLA) -
la iglesia o iglesias dentro de ciertos límites geográficos. Pero no hay tal cosa como «la iglesia de Galacia», lo cual podría
servir como precedente para la iglesias del estado tales como la iglesia de Inglaterra.
Punto Dos
Cuando consideramos hoy las
cosas, no es muy difícil encontrar al santo individual. No obstante, tanto la asamblea local como la Iglesia toda han retrocedido
(exteriormente) al reino de la verdad abstracta. No se las puede encontrar en ninguna forma definida, clara, que pueda ser
vista y a la cual se pueda recurrir.
En los tempranos años del 1800,
muchos Cristianos alrededor del mundo se retiraron de varias conexiones no escriturales y mundanas, para reunirse como miembros
del cuerpo de Cristo sobre el sencillo terreno de la Iglesia de Dios y sus principios originales. Como resultado, se pudo
ver en varios lugares una reunión definida de santos que se congregaban y eran formados conforme a los principios Escriturales
de la asamblea local. Con todo, ellos solos no eran, de ninguna manera, LA asamblea local en sus varias localidades ya que la mayoría de creyentes en esas localidades no se congregaban
con ellos.
A medida que esas reuniones
locales crecieron en número, ellas se pusieron en contacto y procuraron gozar de comunión práctica unas con otras conforme
al modelo de la Iglesia apostólica. Ellos se recomendaban unos a otros por medio de cartas, etc. De este modo, tal como había
santos reuniéndose localmente y actuando conforme a los principios de la asamblea
local (aunque no constituían ellos solos LA asamblea local), los santos tenían,
asimismo, comunión unos con otros por todo el mundo y estaban, de esta manera, actuando conforme a los principios de la Iglesia toda, aunque no eran ellos solos la Iglesia toda.
Las cosas continuaron de este
modo por algún tiempo. Luego obró Satanás, y ello resultó en división con sus efectos de dispersión, tanto con respecto a
la reunión local andando conforme a la verdad de la asamblea local, como con respecto al gran número de santos andando conforme
a la verdad de la Iglesia toda.
Debido a la confusión y a la
angustia causadas por la división, algunos Cristianos condenan ahora el pensamiento acerca de santos intentando andar en la
luz de la verdad de la Iglesia toda. Ellos consideran ese intento como una forma de mantener meramente un círculo de reuniones o círculo de comunión. Ellos, a la vez, aprueban y apoyan su reunión local, aunque esa reunión esté lejos de ser LA asamblea
local ya que es sólo una de varias otras reuniones en la misma localidad, teniendo cada una poca, o ninguna, comunión práctica
unas con otras, debido a las divisiones que han ocurrido. Ellas, entonces, aducen que, puesto que no hay ninguna entidad Escritural
entre la asamblea local y la Iglesia toda, el remedio para nuestras dificultades es abandonar cualquier idea de un círculo más grande que el pequeño círculo de una reunión local. En cuanto a cualquier cosa más grande, cada reunión
y cada individuo en una reunión debe ser libre para formar su propia «comunión» o «círculo» en la medida que ellos lo juzguen
correcto delante del Señor.
Es cierto que no hay nada Escritural
entre la asamblea local y la Iglesia toda si el término «la asamblea local» no
significa alguna pequeña reunión sino LA asamblea local que, no obstante, no tiene
actualmente forma definida. Obviamente que es igualmente cierto que no existe ninguna entidad Escritural entre el creyente
individual y LA asamblea local (pero quienes defienden la idea que estamos considerando
jamás enfatizan este hecho). Pero, ¿por qué no ser consistentes? El razonamiento que prohíbe generalmente a los santos tener cualquier comunión claramente reconocida con otros a través del mundo, de modo
que ellos puedan andar juntos conforme a la verdad de la Iglesia toda, es igualmente válido contra unos pocos santos intentando
disfrutar localmente cualquier comunión claramente reconocida, a fin de andar conforme
a la verdad de LA asamblea local. Así, el razonamiento que estamos considerando,
obligaría concluir que todo el movimiento de los primeros años del 1800 fue un error y, de este modo, no fue aprobado por
Dios.
Si nosotros no tenemos ninguna
autoridad para andar conforme a la verdad de la Iglesia toda, ¿qué autoridad tenemos para reunirnos conforme a la verdad de
LA asamblea local? Recuerden que, actualmente, podemos decir que la asamblea local
es accidental y no esencial: es provisional debido a la condición actual de la
Iglesia.* En el Rapto, cada asamblea local dejará de existir instantáneamente y sólo la Iglesia toda, que comprende todos
los santos desde Pentecostés hasta aquel momento, permanecerá. La Iglesia toda es la cosa permanente relacionada con
los propósitos eternos de Dios.
* Nota del Editor del artículo en Inglés: Esta declaración de accidental
- esencial demuestra sencillamente la situación tal como existe en la actualidad con la descomposición que ha entrado
en la profesión Eclesiástica (a la cual el Sr. Hole denomina accidental). Esta
descomposición no es conforme al aspecto perfecto y sin defectos de la Iglesia (al cual el SR. Hole denomina esencial) como es contemplada a través de los ojos de Dios.
Punto Tres
Algunos pueden preguntar si
acaso Mateo 18:20 es la autoridad Escritural para una reunión local de santos que podría no incluir a todos los santos de
la localidad. Nosotros creemos esto con gratitud. Aunque este pasaje no es primariamente profético de los postreros días,
con todo, el Señor enmarcó de tal modo Sus palabras que ellas dan, incluso a dos o tres, la autoridad para reunirse a Su Nombre
en los días de ruina que han entrado durante Su ausencia.
Con igual gratitud, nosotros
creemos que 2 Timoteo 2:22 es la autoridad Escritural, en un modo general, para
que el santo que se ha limpiado ande con santos de pensamiento similar. ("sigue
tras la justicia, la fe, el amor, la paz, con los que invocan al Señor con corazón puro." - VM) Ese pasaje no tiene una aplicación
local. No fue escrito a una asamblea local sino a un dotado siervo de Cristo. Timoteo, obviamente, debe haber estado en alguna
localidad pero él no tenía ningún cargo local (tal como un anciano) sino que era un hombre investido con un don (lo cual es
universal, para la Iglesia toda, y no local). La "casa grande" de 2 Timoteo 2:20 ilustra aquello en lo la iglesia profesante
(la Cristiandad) se estaba convirtiendo rápidamente. De ahí que todo el pasaje, incluyendo el versículo 22, debe ser leído
en un sentido universal. Noten, no obstante, que tanto en Mateo 18 como en 2 Timoteo 2, se encuentra una condición, En Mateo es "en mi nombre" (o, "a mi nombre), y en 2 Timoteo es "con corazón puro." (VM). Estas cláusulas
están diseñadas para causar ejercicio de corazón y de conciencia.
Punto Cuatro
Se nos puede preguntar, también,
si nosotros afirmamos que todos aquellos santos con quienes gozamos comunión poseen ese corazón puro, y si todos los que están
fuera carecen de él, y si afirmamos que solamente quienes se reúnen localmente con nosotros, se reúnen a Su Nombre. Nosotros
no hacemos ninguna de tales afirmaciones sino más bien hacemos que nuestra meta
sea satisfacer personalmente ambas condiciones mientras esperamos el día del examen
cuando el Señor determinará la medida en que nosotros hemos tenido éxito en nuestro objetivo. Ninguna de las dos preguntas
debe asustarnos por el hecho de hacer que nuestro objetivo sea andar conforme a la verdad tanto de la asamblea local como
de la Iglesia toda.
Punto Cinco
Se nos puede pedir, también,
que proporcionemos un claro «Sí» o «No» como respuesta a si nosotros creemos en un círculo
de reuniones o de comunión. Nuestra respuesta es «No» debido a que nosotros creemos
en algo mucho más grande que un círculo de reuniones o de comunión - nos referimos
a la verdadera Iglesia de Dios.
Los trabajos de Pablo en el
primer siglo produjeron lo que tuvo la apariencia de ser un círculo de asambleas
Cristianas, sin embargo, aquello no era eso porque era más que eso: él estaba siendo usado para llevar al cuerpo de Cristo
a una clara evidencia.
Los trabajos de hombres piadosos
en los primeros años del 1800 produjeron, también, lo que tuvo la apariencia de
ser sólo un pequeño círculo de reuniones, sin embargo aquello no fue eso porque ellos creyeron que estaban siendo usados por
Dios para guiar a algunos santos de regreso a la obediencia práctica de la verdad de la Iglesia, tanto en sus aspectos locales
como generales. Mucha confusión y división ha ocurrido desde entonces, pero nosotros no deseamos actualmente ningún objetivo
diferente o menor. Nuestro deseo es andar conforme a esa verdad y no formar o mantener un mero círculo de reuniones o de comunión.
Punto Seis
Si consideramos ahora a aquellos
que afirman haber abandonado completamente la idea de un círculo de reuniones (a favor de la independencia, etc.), ¿qué encontramos?
Nosotros encontramos que, en la práctica, ellos no se pueden escapar de algún tipo
de círculo. Existen tantas y tal variedad de reuniones que independientemente de lo altamente inclusivo que un creyente
pueda ser, probablemente él no puede abrazar a todas ellas y se debe satisfacer, de este modo, con un círculo de algún tipo. Lo que ellos han abandonado es la idea de zanjar
colectivamente cuestiones acerca de la comunión a favor de zanjarlas individualmente. Sea que los santos se reúnan aquí o
allá, ellos deberían ser reconocidos como reuniéndose en la verdad y, de este modo, estar en comunión es, ellos juzgan, una
decisión individual independientemente cuán conflictivas puedan ser las decisiones posteriores. Abandonando un círculo de
reuniones (o de comunión), ellos están abandonando cualquier intento de obedecer y practicar la verdad en cuanto a la Asamblea
toda.
Nota del Editor del artículo en Inglés: Ustedes pueden estar confundidos por la aparente contradicción
entre los puntos 5 y 6. Ambos puntos consideran un círculo desde el aspecto abstracto, teórico,
doctrinal. Nosotros no encontramos un círculo en la Escritura: solamente LA asamblea
local y la Iglesia toda. Así, nuestros pensamientos y objetivos no deberían restringirse a algún círculo. Pero, como se ve en el Punto 6, debido a que todos los santos
no caminarán por la senda Escritural, o no estarán de acuerdo con nosotros acerca de algo, existen aquellos que están con
nosotros y aquellos que no están con nosotros. De este modo, aunque ello no debería - no debe - ser nuestro objetivo, no podemos,
en la práctica, escaparnos del hecho de un círculo de reuniones (o de comunión).
Punto Siete
Somos plenamente conscientes
de que existe un considerable terreno para que alguien diga que nos hemos deteriorado de tal manera en cuanto a la comprensión
y a la práctica de la verdad, que todos nosotros hemos llegado a ser simplemente muchos círculos de comunión - simplemente
facciones en pugna, cada una contendiendo por su propio punto de vista de la verdad, o de sus propias acciones y decisiones
eclesiásticas. Si eso fuese verdad, la senda de fe sería bastante clara. Una persona tendría que estar fuera de todos los
grupos de este tipo.
En 1 Corintios, donde
todas las escuelas de opinión estaban dentro de la única asamblea (no única en cuanto a local de reunión sino la que estaba compuesta por todos los santos de
la ciudad. - N. del T.), los que son aprobados serían
aquellos que, con exclusión de los perversos (como en 1 Corintios 5), se movían libremente entre todos los santos, enteramente
por sobre todos los grupos y fuera de ellos. Pero actualmente, la situación es mucho más seria porque las divisiones internas de Corinto se han convertido ahora en abiertas divisiones
que, si no son aprobadas por el Señor, son un pecado muy grave. De este modo, moverse
actualmente entre todos sería excusar todo el pecado que ellos representan.
Nosotros no creemos que todos hayan caído tan bajo como para que existan solamente facciones en pugna. El considerable ejercicio que existe
en muchos corazones hacia los demás demuestra lo contrario. Pero, si lo pensáramos así, no podríamos adoptar el remedio de,
por así decirlo, «intercírculo-ismo» (como el actual «inter-denominacionalismo»). Si nosotros nos hemos enredado en lo que
ha llegado a ser solamente un círculo de reuniones, abandonemos el círculo con
arrepentimiento (porque el arrepentimiento abre siempre «una puerta de esperanza») (Apocalipsis 2: 5, 16, 21; Apocalipsis
3: 3, 19) pero no abandonemos el objetivo de andar conforme a la verdad de la Iglesia toda a favor de cualquier persona que
esté haciendo, en asuntos de comunión, lo que es correcto a sus propios ojos.
Punto Ocho
Por último, nos damos cuenta
que muchas cosas han arrojado, en general, mucho descrédito sobre la verdad de la Iglesia y sobre cualquier intento de practicar
esta verdad. Por consiguiente, hay una tendencia cada vez mayor en los creyentes de reunirse fuera de las denominaciones organizadas,
en grupos pequeños, debido, a menudo, a las labores de algún evangelista honesto. Estas reuniones tienen vínculos con cualquier
cuerpo de Cristianos con el que el evangelista está relacionado, pero tales vínculos son, a menudo, débiles en la historia
temprana de la reunión. Nosotros creemos, si se abre la oportunidad para ello, que se puede rendir un servicio especial a
tales creyentes enseñándoles para que ellos puedan estar "firmes, perfectos y completos en todo lo que Dios quiere." (Colosenses 4:12). Pero cualquier siervo
que valora la comunión debería ser cuidadoso en cuanto a actuar, en la medida de lo posible, en acuerdo con aquellos con quienes
él está caminando.
Un punto final debe ser planteado debido al surgimiento del Eclecticismo*. Entre los antiguos filósofos Griegos, los
Eclécticos eran aquellos que rechazaban suscribir cualquier sistema filosófico
reconocido pero preferían seleccionar ciertas ideas sacadas de varios sistemas y juntar estas ideas seleccionadas en sus propios
sistemas. Nosotros utilizaremos esta palabra para describir a Cristianos que seleccionan y reúnen a las personas más deseables para formar una compañía selecta. ¿Es Escritural
reunir una compañía selecta de personas más deseables y espirituales aparte de personas menos deseables y menos espirituales?
* Escuela filosófica que procura conciliar las doctrinas que parecen mejores o más verosímiles, aunque procedan
de diversos sistemas. (Fuente: Diccionario de la Lengua Española - N. del T.).
Cualquiera que esté bien informado
acerca del movimiento guiado por el Espíritu que comenzó a comienzos de 1800 (el cual hemos mencionado varias veces), sabe
que ello resultó en la clara recuperación y enseñanza de la verdad en cuanto a la naturaleza, carácter, actuales privilegios,
actual responsabilidad y destino futuro de la Iglesia de Dios. Asimismo, se reunieron santos fuera de muchos sistemas no-Escriturales,
de modo que ellos pudieran reunirse en reconocimiento práctico de la verdad así recuperada, y en obediencia a ella. Si cualquier
persona argumenta que el objetivo de estos hermanos fue reunir en un cuerpo a todos los más seleccionados y espirituales que
se encontraban en la Cristiandad, la contención de ellos debe fracasar ante la presencia de la aún abundante disponibilidad
de escritos de aquel período.*
Nota del Editor del artículo en Inglés: Este movimiento piadoso que comenzó en todo el mundo a comienzos
y hasta mediados de los años 1800, llegó a ser conocido como el movimiento de los hermanos
(con minúscula en el original, como es lo apropiado - N. del T.) y creció rápidamente. Los escritos de sus hombres dotados
por Dios y piadosos tales como J. N. Darby. William Kelly, C. H. Mackintosh, F. W. Grant, etc, circulan aún ampliamente y
son leídos incluso en círculos denominacionales. Aunque son denominados, a menudo, Hermanos
Plymouth, estos hermanos (con "b" minúscula - Nota del Autor en Inglés) rechazan cualquier título o nombres que pertenecen
realmente a todos los creyentes. Ellos se consideran a ellos mismos sencillamente como siendo hermanos en Cristo que se reúnen
al Nombre del Señor Jesucristo (Mateo 18:20) y que están procurando obedecer
la verdad de la Iglesia y las verdades de toda la Palabra de Dios.
Pero, ¿qué dice la Biblia?
Nosotros creemos que la Escritura indica que la única senda aprobada por Dios para los últimos días de cualquier dispensación
es regresar, en la medida de lo posible, a los principios
y a las prácticas originales que caracterizaron la dispensación en su comienzo. La historia de pasadas dispensaciones
ilustra este principio, tal como veremos. Dios establece siempre aquello que es conforme a Su pensamiento. De ahí que cualquier
desviación de Sus principios, involucra la corrupción de ellos. Contrariamente, los
inventos del hombre comienzan en bruto y son mejorados mediante el cambio.
Hace miles de años, Dios
dio a conocer Su pensamiento por medio de Moisés y todo fue perfecto así como fue dado. Israel, sin embargo, desobedeció constantemente.
Muchos profetas fueron enviados para recordarles las cosas que Dios había establecido al principio. El profeta Jeremías, por
ejemplo, profetizó, "Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen
camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma." (Jeremías 6:16). Pero Israel rehusó y, por consiguiente,
fue a la cautividad Babilónica.
Más tarde, bajo Zorobabel,
Esdras y Nehemías, muchos Judíos regresaron a la tierra. Ciro, el Rey Persa, abrió la puerta para cualquier Judío diciendo,
"¿Quién hay entre vosotros de todo su pueblo? Sea Dios con él, y suba a Jerusalem." (Esdras 1:3 - RVR1865). Ahora bien, esta
proclamación tuvo un efecto selectivo. Aquellos "cuyo espíritu despertó Dios" (Esdras
1:5) fueron los que respondieron y subieron. Estos fueron, indudablemente, los Judíos más piadosos, pero el movimiento no
fue deliberadamente ecléctico sino simplemente un regreso a la tierra y al conocimiento
y a la práctica de la Ley dada por Moisés (Nehemías 8: 1-13; Nehemías 9:3; Nehemías 10:29).
El remanente que regresó
se deterioró pronto espiritualmente de una manera sutil. Ellos no volvieron a la idolatría ni desatendieron la "letra" de
la Ley. Antes bien, a la vez que veneraban la letra, ellos evadieron el espíritu
de la Ley. Se llenaron de una autosatisfacción orgullosa por poseer la Ley. Este estado deplorable fue expuesto por el profeta
Malaquías. Aun entonces hubo unos pocos que "temían a Jehová" (Malaquías 3:16). Este fue un remanente dentro del remanente,
pero Dios les dijo, "Acordaos de la ley de Moisés mi siervo, al cual encargué en Horeb ordenanzas y leyes para todo Israel." (Malaquías 4:4). Este remanente del remanente fue remitido de regreso a todas las palabras de Dios dadas originalmente a través de Moisés y se les recordó que toda la Palabra era para
todo el pueblo de Dios y no solamente para ellos.
Esta fue la última palabra
de parte de Dios en la antigua dispensación. A partir de ella, es claro que la senda de la voluntad de Dios al final de una
dispensación implica un regreso a los principios que la caracterizaron al principio, aun
si sólo unos pocos lo harán.
Encontramos la misma cosa
en el Nuevo Testamento, especialmente en las epístolas finales de Pablo, Pedro y Juan. Entre las instrucciones de despedida
de Pablo a Timoteo estaba esta: "Aquel buen depósito que te fué encomendado, guárdalo, por medio del Espíritu Santo
que habita en nosotros." (2 Timoteo 1:14 - VM). Él dice también a Timoteo que toda
la Escritura es nuestra única salvaguardia (2 Timoteo 3: 16-17). Pedro escribe, "excito vuestro ánimo sincero por medio de
recuerdos; para que tengáis memoria de las palabras que fueron dichas antes por los santos profetas, y del mandamiento del
Señor y Salvador, que ordeno por medio de vuestros apóstoles." (2 Pedro 3: 1-2; VM).
Juan habla de "lo que
era desde el principio" y dice, "En cuanto a vosotros, permanezca en vosotros lo que habéis oído desde el principio. Si permaneciere
en vosotros lo que desde el principio habéis oído, vosotros también permaneceréis en el Hijo y en el Padre." (1 Juan 2:24
- VM). Él advierte también, diciendo, "Todo el que se excede y no permanece en la doctrina de Cristo, no posee a Dios." (2
Juan 9 - BJ).
Los santos más esclarecidos
y los más piadosos serán, en general, quienes discernirán y responderán a la voluntad
y al propósito originales de Dios para Su Iglesia. Aquellos que discernirán y obedecerán las instrucciones de 2 Timoteo 2:
16-16 estarán, indudablemente, entre los creyentes más espiritualmente dispuestos pero
eso es un rasgo incidental y no esencial de tal movimiento. La base del movimiento de principios de 1800 fue, y es, la
separación para la justicia, la fe, el amor, la paz, en asociación con aquellos que invocan al Señor con un corazón puro.
La justicia comienza al dar a Dios y a Su Palabra su lugar apropiado de supremacía
y autoridad. La fe adopta todo el consejo
y toda la voluntad de Dios. Así, el movimiento del cual hablamos no es básicamente
un intento de juntar a cierta clase espiritual de creyentes (aunque eso puede ocurrir en la práctica). Se trata de un movimiento conforme a la santidad de Dios, de modo que pueda haber algo definido que pueda ser visto
y al cual se pueda recurrir. El alcance de su obediencia es obedecer a toda la Palabra revelada de Dios, y tal obediencia
es justicia práctica.
En vista de todo lo arriba
expuesto, cuando nos reunimos con unos pocos santos al Nombre del Señor, ¿hemos de considerarnos como una compañía ecléctica,
ligados por la lealtad a ciertos procedimientos, o a ciertas decisiones religiosas, o a un testimonio que nosotros creemos
que nos ha sido confiado, o por una condición mental superior de la cual pensamos que nos ha hecho más espirituales que los
demás? ¿O nos reunimos como unos pocos santos que valoran el Nombre del Señor y desean reconocer Su autoridad, y que desean
andar en obediencia práctica a toda la verdad, asumiendo así el verdadero terreno de la asamblea mientras esperamos Su regreso?
Ahora bien, no se trata
de una cuestión de mero interés teológico o académico. Asuntos muy importantes dependen de ello. Nuestra conducta y nuestras
acciones de carácter asambleario son muy influenciadas por nuestra respuesta. Los malentendidos acerca de este punto han sido
la causa de muchos lamentables errores en el pasado.
El asunto de la disciplina
ilustra bien las diferencias entre las dos posiciones en el asunto arriba expuesto. Hay considerable enseñanza acerca de la
disciplina en las Epístolas donde se manda ejercer disciplina de varios grados de severidad, culminando algunos casos en excomunión (lo cual es realmente la admisión de que toda disciplina apropiada para
detener el mal ha fracasado).
Desde el principio de
la historia de la Iglesia, ha existido debilidad en su medio. Las epístolas nos muestran que las iglesias establecidas por
Pablo no fueron modelos de todo lo que una asamblea debería ser, sino que en ellas habías muchos "niños", muchos cuyas manos
estaban caídas, y cuyas rodillas estaban paralizadas, y cuyos pies, probablemente, se saldrían del camino. (Ver Hebreos 12:
12-13).
Había, asimismo, "contumaces,
habladores de vanidades" (Tito 1:19), hombres que predicaban a Cristo "por envidia y contienda" (Filipenses 1:15), y aun maestros
Judaizantes que trataban de llevar a los santos de regreso a la esclavitud de la Ley y del Judaísmo. De esta manera, no sorprende
que hoy en día, dondequiera que los santos se reúnan sobre el terreno de la asamblea, pronto se manifieste un estado similar
de cosas en medio de ellos. ¿Qué es lo que se debe hacer?
La respuesta es sencilla
para aquellos que están sobre un terreno ecléctico. Cualquiera que no esté de acuerdo con su asociación ecléctica es, de este
modo, indeseable y, de ser posible, ha de ser puesto fuera. Por ejemplo, puede darse el caso que un hermano no esté de acuerdo
con cierta acción, o con cierta decisión eclesiástica, y él protesta contra ella. Como resultado de esto, no se puede permitir
que él permanezca en comunión aunque, habiendo aliviado su conciencia por medio de su protesta, él está dispuesto a permanecer
en comunión. O algún otro hermano es incapaz de aceptar alguna enseñanza muy propugnada como siendo una exposición sana y
balanceada de la verdad Escritural. Puesto que la asociación ecléctica está entregada a esta verdad, no puede haber descanso
hasta que él sea removido de estar "dentro" y puesto "fuera." De este modo, la excomunión,
sea ella directa o mediante muchas maneras solapadas y tortuosas, se convierte en el remedio para todo mal en un sistema ecléctico.
Si usted no pertenece completamente al sistema de ellos, su lugar está afuera.
Esto es sumamente simple y tiene una apariencia de gran santidad. No llama a ningún ejercicio. No pone a prueba la paciencia
de nadie. No hay expresión de la gracia de Cristo. Esto apela al sentido del hombre de su propia importancia y permite libertad
a la voluntad de cualquiera que es parte del sistema ecléctico. No sorprende, por tanto, que el eclecticismo haya llegado a establecerse bien en muchas mentes y que algunos sean incapaces de apreciar algo más.
La cuestión, no obstante,
no es tan fácil para quienes están sobre el terreno de la asamblea. La base misma de su posición es que los principios de
la asamblea deben regirlos a ellos. Ahora bien, la asamblea es el lugar donde el Señor
administra y el Espíritu Santo opera (1 Corintios 12: 4-11). Es el lugar donde
la Palabra inspirada de Dios gobierna y dirige. En Hechos 15: 13-29 leemos, "Simón ha relatado . . . con esto concuerdan las palabras de los profetas, tal como está escrito . . . Por tanto, yo opino . . . nos pareció bien, habiendo llegado a un común acuerdo." (leer Hechos 15: 13-29;
LBLA). La asamblea es el lugar donde
la voluntad de Dios en Su Palabra es
la única cosa que cuenta. De ahí que nunca es permisible ejercer una disciplina
que sea más rigurosa de lo que la Escritura dicta. La pregunta no es «¿Qué le conviene a nuestra compañía?» sino «¿qué es
lo conveniente para la casa de Dios a la cual pertenecemos, y qué es conforme a los principios en los cuales deseamos andar?»
Esa pregunta sólo puede ser respondida a la luz de la Palabra de Dios.
Todo esto exige mucho
ejercicio para que la Escritura sea aplicada correctamente. Nuestra paciencia será probada a menudo, debido a que encontraremos
casos para los cuales no tenemos instrucciones Escriturales claras. Entonces, más que tomar la ley en nuestras manos y actuar
sin Él, nosotros tendremos que esperar en el Señor en oración, con el fin de que Su voluntad pueda ser conocida. Se clamará por gracia continuamente. Todo será hecho para sentir la propia insignificancia de
ellos y la mera voluntad propia será reprendida. Después de todo, la autoridad para usar disciplina en la casa de Dios viene
solamente de Dios mismo. Como estando reunidos al Nombre del Señor, nosotros tenemos autoridad (Mateo 19: 18-20) pero podemos
actuar sólo en Su Nombre cuando somos dirigidos por Su Palabra.
El eclecticismo, a menudo,
ha entrado precipitadamente y ha actuado donde aquellos que tiemblan ante la Palabra de Dios han temido actuar porque no tenían
autoridad para hacerlo. La compañía ecléctica, o su causa, debía ser defendida, de modo que ellos sintieron que se necesitaba
una acción drástica y si no tenían autorización de parte del Señor, ellos usaban algunos pasajes con una aplicación remota
u obscura según el caso. Así, una y otra vez, aquello que ha sido denominado la disciplina de la casa de Dios ha sido utilizado
solamente para apoyar fines personales o de grupo - ¡siendo esto un pecado muy grave!
Mediante tales actos, el eclecticismo se delata a sí mismo como siendo solamente un claro sectarismo bajo un disfraz muy pretensioso.
Observaciones Finales
Cuando los santos, independientemente
de lo poco o lo débil que ellos sean, se reúnen realmente sobre el terreno de la Asamblea de Dios, ellos andan conforme a
la santidad de la casa de Dios tal como es presentada en Su Palabra. Sin embargo, ellos nunca aíslan sus corazones y afectos
de toda la Iglesia de Dios. Reconocen a Cristo como Cabeza de ellos en lo alto y al Espíritu Santo como el Poder de ellos
aquí en la tierra. Saben que jamás necesitan ir más allá de las instrucciones de la Palabra para preservar aquello que es
de Él (2 Timoteo 3: 16-17). En realidad, ellos no se ocupan mayormente de «sacar adelante» una causa o «el testimonio» porque
comprenden que el Señor sabe cómo mantener
hasta el final Su propia causa y preservar Su propio testimonio. La preocupación de ellos es obedecer toda la Palabra de Dios.
Mediante tal obediencia, ellos aseguran salvación tanto para ellos mismos como para aquellos que los oyeren (1 Timoteo 4:
15-16).
Al igual que el Salmista,
nosotros hacemos bien si podemos decir, "¡Oh Jehová! no se ha ensoberbecido mi corazón, ni se han enaltecido mis ojos; y no
me he ocupado en asuntos muy grandes, ni en cosas demasiado maravillosas para mí." (Salmo 131:1 - VM). Hay grandes asuntos
que son demasiado elevados para nosotros y que el Señor mantiene en Sus propias manos. Él prosigue con Su obra. Él dirige
Su testimonio y lo preserva cuando es necesario. Él ordena y controla a Sus siervos. No obstante, cuando hombres bien intencionados
intentan hacer estas cosas que jamás se les pidió que hicieran, ¡ellos terminan, por lo general, fracasando en lo que Dios
tenía la intención que ellos hicieran!
Dios quiere que nosotros
hagamos la obra menos pretenciosa, pero más práctica, de andar en obediencia a Su pensamiento revelado. Nosotros somos dejados
aquí para obedecer la verdad, cosa que es un asunto suficientemente grande y elevado para nosotros. Toda verdad ha salido
a la luz en Cristo: Él es la verdad. Toda verdad nos es revelada en la Escritura, de modo que la Palabra es verdad. El Espíritu
Santo nos es dado para que podamos conocer y obedecer la verdad: Él es el Espíritu de verdad. De esta manera, ¡que nosotros
podamos tener gracia suficiente para dirigir nuestra energía espiritual en esta instrucción de obedecer la verdad!
F. B. Hole (editado originalmente en Inglés)
Edición Inglesa de 1977.
Traducido del Inglés por: B.R.C.O. - Septiembre 2009.-