¿QUÉ APRENDO YO DE LA ESCRITURA?
Collected Writings Vol. 23, Doctrinal No. 7.
PREFACIO
El siguiente artículo fue preparado, ante la petición efectuada al escritor para que diera una declaración de
su fe.
La respuesta a esta petición fue que el escritor no firmaría una confesión de fe que hubiera preparado él mismo;
que toda declaración humana de la verdad era tan inferior a la Escritura, aun cuando se obtuviera de ella [de la Palabra escrita],
que el no podía hacerlo; y la preparación de este artículo sólo le convenció más aún de ello.
En primer lugar, importantes puntos podrían ser dejados fuera, o se podría incluir aquellos que sería mejor
que no estuviesen allí. Y suponiendo que todo lo que se encontrara allí fuese correcto, sería como un árbol hecho en vez de
un árbol en crecimiento. La Palabra presenta la verdad en sus operaciones eficaces. Se trata de una presentación en relación
con Dios, en relación con el hombre, con la conciencia, con la vida divina, y es, de este modo, una cosa totalmente diferente.
Para hacer uso de otra imagen, no se trata del árbol en crecimiento, pero suponiendo que todo esté allí, se trataría de varas
reunidas en un atado. No obstante, el escritor no tuvo ninguna objeción personal para decir lo que el creía, para dar una
respuesta cuando se formulase la pregunta. Lo que sigue a continuación es presentado con una convicción, más profunda que
nunca, acerca de la imperfección de una colección humana de la verdad; añadiendo el escritor que hay muchas cosas más que
él debería enseñar. Pero él pudo decir, 'Yo creo esto'; Yo he aprendido esto de la Escritura.
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Yo
aprendo de las Escrituras que hay un Dios viviente (1), revelado plenamente a nosotros en Cristo (2), y conocido por medio
de Él como Padre, Hijo, y Espíritu Santo (3), en la unidad de la Deidad (4), pero revelados distintamente queriendo (5), actuando
(6), enviando, enviado (7), viniendo (8), distribuyendo o repartiendo (9), y otras actuaciones; o, como se expresa habitualmente
entre los Cristianos, tres personas en un Dios, o Trinidad en Unidad. Dios es el Creador de todas las cosas; pero el acto
de crear es atribuido personalmente al Verbo (la Palabra) o al Hijo, y a la operación del Espíritu de Dios (10).
(1)
1 Timoteo 2:5; cap. 4:10.
(2)
Juan 1:18.
(3)
Mateo 3: 16-17; cap. 28:19; Efesios 2:18.
(4)
Juan 5:19; 1 Corintios 12:6.
(5)
Juan 6: 38-40; cap. 5:21; 1 Corintios 12:11.
(6)
Juan 5:17; 1 Corintios 12:11.
(7)
Juan 14:26; cap. 15:26; cap. 5: 24, 37; 1 Pedro 1:12; 1 Juan 4:14.
(8)
Juan 15:26; cap. 16: 7-8, 13.
(9)
1 Corintios 12:11.
(10)
Génesis 1: 1-2; Job 26:13, Juan 1: 1, 3; Colosenses 1:16; Hebreos 1:2.
Aprendo
que el Verbo (la Palabra), que era (estaba) con Dios y era Dios, fue hecho carne, y habitó en medio de nosotros (11), el Padre
enviando al Hijo para ser el Salvador del mundo (12) - que Él, como el Cristo, nació de mujer (13), por el poder del Espíritu
Santo viniendo sobre la virgen María (14), verdadero hombre (15), sin pecado (16), en quien habita corporalmente toda la plenitud
de la Deidad (17), del linaje de David según la carne conforme a la promesa (18), el Hijo del Hombre (19), e Hijo de Dios
(20), declarado Hijo de Dios con poder según el Espíritu de santidad por la resurrección de entre los muertos (21), una Persona
bendita, Dios y hombre (22), Jesucristo hombre o el hombre Cristo Jesús (23), el hombre ungido (24), Jehová el Salvador (25).
(11)
Juan 1: 1-2, 14.
(12)
1 Juan 4:14.
(13)
Gálatas 4:4.
(14)
Lucas 1:35.
(15)
Filipenses 2:7; Hebreos 2: 14, 17; 1 Juan 4:2; 2 Juan 7.
(16)
Lucas 1:35; 1 Juan 3:5.
(17)
Colosenses 2:9.
(18)
Romanos 1:3; Hechos 2:30; cap. 13:23; 2 Timoteo 2:8.
(19)
Mateo 16:13.
(20)
Juan 1: 18, 34.
(21)
Romanos 1:4.
(22)
Filipenses 2: 6-10; 2 Corintios 5: 19-21; Hebreos caps. 1 y 2; 1 Juan 2:23 a 3:3; cap. 5:20; Apocalipsis 22; 12, 13; Juan
1:14; cap. 8:58, y muchos otros.
(23)
1 Timoteo 2:5.
(24)
Hechos 10:38.
(25)
Mateo 1:21. La palabra Cristo o Mesías
significa ungido, y Jesús o Josué, significa
Jehová o Jah el Salvador.
Aprendo
que Él murió por nuestros pecados conforme a las Escrituras (26), habiéndose presentado una vez en la consumación de los siglos
(de las edades) para quitar el pecado mediante el sacrificio de Sí mismo (27); que Él ha llevado en Su cuerpo nuestros pecados
sobre el madero, padeciendo por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios (28), y que Él es nuestra justicia
ante Dios (29).
(26)
1 Corintios 15:3.
(27)
Hebreos 9:26.
(28)
1 Pedro 2:24; cap. 3:18.
(29)
1 Corintios 1:30; Hebreos 9:24.
Aprendo
que Él resucitó de los muertos (30), resucitado por Dios, por Él mismo, por la gloria del Padre (31), y que ascendió a lo
alto (32), habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de Sí mismo, y está sentado a la diestra de Dios
(33).
(30)
1 Corintios 15:20; Mateo 28:6, y muchos otros.
(31)
Hechos 3:15; Juan 2:19; Romanos 6:4; Efesios 1:20.
(32)
Marcos 16:19; Lucas 24:51; Efesios 4: 8-10, y otros.
(33)
Hebreos 1:3; cap. 10:12; Efesios 1: 20-21, y otros.
Aprendo
que después de la ascensión de Cristo, el Espíritu Santo ha sido enviado para morar en Su pueblo individual y colectivamente,
de modo que en ambos sentidos ellos son el templo de Dios (34). Nosotros somos sellados (35) y ungidos con el Espíritu (36),
habiendo sido derramado en nuestros corazones el amor de Dios (37); nosotros somos guiados por Él (38), y Él es las arras
de nuestra herencia (39); nosotros clamamos, ¡Abba, Padre! sabiendo que somos hijos (40).
(34)
Juan 16:7; cap. 7:39; Romanos 8:9; el Padre envía, Juan 14:26; Cristo envía del Padre, Juan 14: 16-17, 26; Romanos 8:11; 1
Corintios 6:19; cap. 3:16; Efesios 2:22; 1 Corintios 12:13; Efesios 5:30; cap. 1:23.
(35)
Efesios 1:13; 2 Corintios 1:22.
(36)
2 Corintios 1:21; 1 Juan 2: 20, 27.
(37)
Romanos 5:5.
(38)
Romanos 8:14.
(39)
Efesios 1:14; 2 Corintios 1:22; cap. 5:5.
(40)
Romanos 8:15; Gálatas 4:6.
Aprendo
que Cristo vendrá otra vez a tomarnos a Él mismo (41), resucitando a los que son Suyos, o transformándolos si ellos están
vivos, conformando sus cuerpos a semejanza de Su cuerpo glorioso, por el poder por el cual Él puede sujetar a Sí mismo todas
las cosas (42), y que los que de ellos mueran en el intertanto, partirán y estarán con Él (43).
(41)
Juan 14:3.
(42)
1 Tesalonicenses 4: 16-17; 1 Corintios 15: 23, 51-52; Filipenses 3: 20-21.
(43)
2 Corintios 5:8; Lucas 23:43; Hechos 7:59.
Aprendo
que Dios ha determinado un día en que Él juzgará al mundo con justicia por un Varón a quien Él ha designado; de lo cual ha
dado certeza a todos los hombres, levantándole de entre los muertos (44),
y que al final, Él se sentará en el gran trono blanco, y juzgará a los muertos, pequeños y grandes (45).
(44)
Hechos 17:31.
(45)
Apocalipsis 20: 11-12.
Aprendo
que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí mismo (46), y que cada uno recibirá según lo que haya hecho mientras estaba
en el cuerpo, sea bueno o sea malo (47); y así como los justos heredarán la vida eterna (48), así también los injustos serán
castigados con la pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor, e irán al castigo eterno, y serán echados
en el lago de fuego preparado para el diablo y sus ángeles; y que cualquiera que no se halle inscrito en el libro de la vida
será lanzado al lago de fuego (49).
(46)
Romanos 14:12.
(47)
2 Corintios 5:10.
(48)
Romanos 6: 22-23; Mateo 25:46.
(49)
2 Tesalonicenses 1: 7-9; Mateo 25:46; Apocalipsis 20:15.
Aprendo
que este Bendito, el Señor Jesucristo, murió por todos, habiéndose dado a Sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio
testimonio a su debido tiempo (50); que Él ha hecho propiciación por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros sino por
los de todo el mundo.
(50)
2 Corintios 5:14; 1 Timoteo 2:6; 1 Juan 2:2.
Aprendo
que Él ha obtenido así una redención eterna (51), y que ofreciéndose Él mismo una vez y para siempre, efectuó la purificación
de los pecados de todos los que creen en Él (52), y que por fe en Él nuestras conciencias son limpiadas también (53), no acordándose
más Dios de sus pecados e iniquidades (54) - que siendo llamados por Dios, ellos reciben la promesa de la herencia eterna
(55), siendo perfeccionados para siempre, de modo que tenemos libertad para entrar en el Lugar Santísimo por Su sangre, por
el camino nuevo y vivo que Él nos ha abierto (56).
(51)
Hebreos 9:12.
(52)
Hebreos 1:3; cap. 9:22; cap. 10:2.
(53)
Hebreos 9:14; cap. 10:2.
(54)
Hebreos 10:17.
(55)
Hebreos 9:15.
(56)
Hebreos 10: 14, 19-20.
Aprendo
que para entrar en el reino de Dios nosotros debemos nacer de agua y del Espíritu, nacer de nuevo (57), estando nosotros naturalmente
muertos en pecados, y siendo por naturaleza hijos de ira (58). Aquello que Dios emplea para que nosotros nazcamos de nuevo
es Su Palabra (59). De ahí que es por fe que nosotros llegamos a ser Sus hijos (60).
(57)
Juan 3: 3, 5.
(58)
Efesios 2: 1, 3; 2 Corintios 5:14.
(59)
Santiago 1:18; 1 Pedro 1:23.
(60)
Gálatas 3:26.
Aprendo
que de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree tenga vida eterna
(61), pero que para aquel propósito, siendo Dios un Dios justo y santo, el Hijo del Hombre tuvo que ser levantado en la cruz
(62) - que Él llevó allí nuestros pecados en Su cuerpo sobre el madero (63), y fue hecho pecado por nosotros, para que nosotros
fuésemos hechos justicia de Dios en Él (64).
(61)
Juan 3:16
(62)
Juan 3: 14-15.
(63)
1 Pedro 2:24.
(64)
2 Corintios 5:21.
Aprendo
que Él amó a la iglesia, y se entregó a Sí mismo por ella, para santificarla
y purificarla por el lavamiento del agua por la Palabra, a fin de presentársela a Sí mismo, una iglesia gloriosa, sin mancha
ni arruga, ni cosa semejante (65).
(65)
Efesios 5: 25-27.
Aprendo
que el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo nos ha escogido en Él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos
y sin mancha delante de Él en amor (66).
(66)
Efesios 1:4.
Aprendo
que los que creen son sellados con el Espíritu Santo, el cual es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión
adquirida (67); que por Él el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones (68), que no hemos recibido el espíritu
de esclavitud para estar otra vez en temor, sino el Espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!; que aquellos
que han recibido este Espíritu no sólo claman: ¡Abba, Padre! sino que saben que ellos están en Cristo, y Cristo en ellos (69);
que de esta manera, no sólo Él se presenta en la presencia de Dios por ellos, sino que ellos están en Él, el cual está sentado
a la diestra de Dios, esperando hasta que Sus enemigos sean puestos por estrado de Sus pies (70); que ellos están muertos
al pecado ante los ojos de Dios, y que deben considerarse así; habiéndose despojado del viejo hombre, y revestido del nuevo;
vivos para Dios por medio de Jesucristo (Cristo es la nueva vida de ellos); crucificados para el mundo, y muertos para la
ley (71).
(67)
Efesios 1: 13-14; 2 Corintios 1:22.
(68)
Romanos 5:5.
(69)
Romanos 8:15; Gálatas 4:6; Juan 14:20.
(70)
Efesios 2:6; Hebreos 9:24; cap. 10: 12-13.
(71)
Colosenses 3: 3-4, 9-10; Romanos 6: 6, 11; Gálatas 2:20; cap. 6:14.
Aprendo
así que si ellos están en Cristo, Cristo está en ellos y ellos son llamados a manifestar, en su carne mortal, la vida de Jesús
(72), y a andar como Él anduvo (73), habiéndolos establecido Dios en el mundo como carta de Cristo (74) cuya gracia es suficiente
para ellos, y cuyo poder se perfecciona en la debilidad de ellos (75).
(72)
Juan 14:20; Romanos 8:10; 2 Corintios 4:10.
(73)
1 Juan 2:6.
(74)
2 Corintios 3:3.
(75)
2 Corintios 12:9.
Aprendo
que ellos se convierten para esperar de los cielos al Hijo de Dios (76), y se les enseña hacerlo; y que tienen la promesa
de que ellos no perecerán jamás, ni nadie los arrebatará de la mano de Cristo (77), sino que Dios los confirmará hasta el
fin, para que sean irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo (78).
(76)
1 Tesalonicenses 1:10; Tito 2: 12-13; Lucas 12: 35-37.
(77)
Juan 10:28.
(78)
1 Corintios 1: 7-9.
Aprendo
que ellos tienen parte en estos privilegios por medio de la fe en Cristo Jesús, en virtud de lo cual se les imputa justicia
(79); que Cristo, el cual obedeció hasta la muerte, y llevó a cabo una obra perfecta sobre la cruz por ellos (80), es ahora
su justificación, algo que Dios le hizo para ellos (81), y que somos hecho justicia de Dios en Él (82); que así como Su sangre
preciosa nos limpia de todo pecado, así también somos personalmente aceptos en el Amado (83), que así como por la desobediencia
de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de Uno, los muchos serán constituidos
justos (84).
(79)
Romanos 5: 1-2; Gálatas 3: 24-26; cap. 3: 11, 14; Romanos 4:16; Efesios 2:8; 2 Corintios 5:7; Gálatas 2:20; Hebreos 11:4;
Hechos 13:39; Gálatas 3: 6, 9; Romanos 4: 24-25, y muchos otros.
(80)
Filipenses 2:8, Juan 17:4; Hebreos 7:27; cap. 9: 25-28; cap. 10: 12, 18.
(81)
1 Corintios 1:30.
(82)
2 Corintios 5:21.
(83)
Efesios 1:6.
(84)
Romanos 5:19.
Aprendo
que somos santificados, o apartados para Dios, por Dios el Padre, por medio del sacrificio de Jesucristo de una vez y para
siempre, y por la operación y el poder del Espíritu Santo mediante la verdad, de manera que todos los Cristianos son santos
(85), y que en nuestro estado práctico nosotros debemos seguir la santidad (86), y crecer a la medida de la estatura de la
plenitud de Cristo, siendo transformados a Su imagen, a quien seremos perfectamente conformados en la gloria (87).
(85)
Judas 1; Hebreos 10:10; 2 Tesalonicenses 2:13; 1 Corintios 6:11; Juan 17: 17, 19; 1 Pedro 1:22; Romanos 1:7; 1 Corintios 1:2;
Efesios 1:1.
(86)
Hebreos 12:14; 2 Pedro 3:14.
(87)
Efesios 4: 13, 15; 2 Corintios 3:18; 1 Juan 3: 2-3; Efesios 4:1; Colosenses 1:10; 1 Tesalonicenses 2:12; cap. 5:23.
Aprendo
que el Señor dejó dos ritos, u ordenanzas, ambos representativos de Su muerte; uno de iniciación, el otro de observancia continua
en la iglesia de Dios: el bautismo y la Cena del Señor (88).
(88)
Mateo 28:19; Marcos 16:16; Hechos 2:38; cap. 8: 12, 16, 36; cap. 9:18; Efesios 4:5; 1 Corintios 1:17; 1 Pedro 3:21; Romanos
6:3; Colosenses 2:12; Mateo 26: 26-28; Marcos 14: 22-23; Lucas 22: 19-20; 1 Corintios 11: 23-26; cap. 10: 3-4.
Aprendo
que cuando Cristo ascendió a lo alto, Él dio dones a los hombres, para el perfeccionamiento de los santos, para la obra del
ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo; y para que de Cristo, todo el cuerpo, bien concertado y unido entre
sí por todas las coyunturas, reciba su crecimiento para ir edificándose en amor (89).
(89)
Efesios 4: 6-13; Hechos 2:33; 1 Corintios 12:28; Romanos 12:6; 1 Pedro 4: 10-11; Mateo 25:14; Lucas 19:13.
Aprendo
que, así como la gracia y el amor soberano de Dios es la fuente y origen de toda la bendición (90), así también la dependencia
continua y diligente en esa gracia es aquello por medio de lo cual podemos andar como Él y para Su gloria, el cual nos ha
dejado ejemplo para que sigamos Sus pisadas (91).
(90)
Juan 3: 16, 27; 1 Corintios 2:12; cap. 4:7; Efesios 2: 7-10; Tito 2:11.
(91)
Juan 15:5; Filipenses 2: 12-13; 1 Tesalonicenses 5:17; Romanos 12:12; Lucas 18:1; 2 Pedro 1: 5-10, y muchos otros. Juan 8:12;
cap. 10:4; cap. 12:26; cap. 17:10; 2 Corintios 5:15; 1 Corintios 6: 19-20; Romanos 14: 7-8; 1 Corintios 10:31; Colosenses
3:17; 1 Juan 2:6; 1 Pedro 2:2.
Aprendo,
a partir del ejemplo y la autoridad del Señor y sus apóstoles, que las Escrituras del Antiguo y Nuevo Testamento son inspiradas
por Dios, y deben ser recibidas como la palabra de Dios, teniendo Su autoridad ligada a ella, y que obra eficazmente en los
que creen (92); y que el testimonio del Señor es fiel, que hace sabio al sencillo, discerniendo los pensamientos y las intenciones
del corazón, siendo entendidas, no mediante la sabiduría humana, sino por la enseñanza de Dios, siendo discernidas espiritualmente,
ellas son reveladas, comunicadas, y discernidas por el Espíritu (93).
(92)
Mateo 4: 4, 7, 10; Lucas 24: 25-27, 44-46; Juan 5:39; cap. 10:35; Mateo 5: 17-18; Juan 20:9; Mateo 1:23, y una multitud de
pasajes. Mateo 26:54; 2 Pedro 1: 20-21; Gálatas 3:8; 2 Timoteo 3: 14-17; 1 Tesalonicenses 2:13; 1 Corintios 15: 2-3; cap.
2:13; cap. 14: 36-37; Romanos 16:26, donde no se trata de "las Escrituras de los profetas", es decir, en todo caso se trata
de "las Escrituras", pero el Nuevo Testamento, no el Antiguo; 2 Pedro 3:16.
(93)
Salmo 19:7; Hebreos 4: 12-13; Lucas 24:45; 1 Corintios 2:10; 1 Juan 2: 20, 27; Juan 6:45; 1 Corintios 2: 12-14.
Aprendo
que sólo Dios es inmortal en y por Sí mismo (94), los ángeles no están sujetos a la muerte (95), y que la muerte de un hombre
no afecta la vida de su alma, sea él malvado o renovado, sino que todos viven aún con respecto a Dios, aunque estén muertos
(96), y que el malvado será resucitado así como el justo (97).
(94)
1 Timoteo 6:16.
(95)
Lucas 20:36.
(96)
Lucas 12: 4-5, Mateo 10:28; Lucas 16:23; cap. 20:38.
(97)
Juan 5: 28, 29; Hechos 24:15.
Aprendo
que cada asamblea de Dios está obligada a ejercer disciplina, según la Palabra, para mantenerse pura en doctrina y en un andar
piadoso (98).
(98)
Hebreos 12: 15-17; 1 Timoteo 3:15; Tito 3: 10-11; 1 Corintios 5: 7, 13.
J.
N. Darby
Traducido
del Inglés por: B.R.C.O. - Enero 2009.-