¿Cuál es nuestro poder para andar?
Publicado
en la revista "Christian Friend", vol. 11, 1884, p. 108.
Esta pregunta nos fue dirigida recientemente,
y, como puede ser de ayuda para otros, nos proponemos responderla detalladamente. Para que la dificultad pueda ser primeramente
entendida, nosotros presentamos la forma exacta en que esta pregunta nos fue formulada, a saber: «¿Es Cristo o es el Espíritu
Santo nuestro poder para andar?» Ahora bien, antes de considerarla de este modo, sería bueno señalar, algo que todos admiten,
que Cristo es nuestro ejemplo en Su andar a través de este mundo. Esto es afirmado, de hecho, claramente por el apóstol Juan.
Él escribe, "El que dice que permanece en él, debe también él mismo andar como él anduvo." (1 Juan 2:6 - NTHA). Y si se reúnen
todas las Escrituras que hablan del ejemplo de Cristo, se verá que ellas son utilizadas de doble manera - ya sea como Juan,
para indicar el estándar de Dios para el creyente (vean 1 Juan 2: 28-25); o para animarnos a seguir en Sus pisadas como en
Hebreos capítulo 12, donde Cristo es presentado como el Autor y Consumador de la fe; como el ejemplo perfecto de dependencia
desde el principio hasta el fin; como Aquel que sufrió la muerte de mártir (aunque Su muerte fue mucho más que esto), y nosotros
somos exhortados a tener Su andar delante de nuestras almas como estímulo para una paciencia semejante en la senda de la fe.
"Aun no habéis resistido", dice el apóstol, "hasta derramar vuestra sangre {como Él lo hizo}, combatiendo contra el pecado."
(Hebreos 12:4 - NTHA).
Cada creyente dará su asentimiento a estas
declaraciones; y la pregunta, entonces, viene ahora, «¿Mediante qué poder se ha de lograr tal andar?» Una o dos Escrituras
nos darán la información necesaria. "Si, por el espíritu, hacéis morir los hechos del cuerpo, viviréis. Porque todos cuantos
son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios." (Romanos 8: 13, 14 - VM). Y otra vez: "Si vivimos por el Espíritu,
andemos también por el Espíritu." (Gálatas 5:25). Dos cosas son enseñadas claramente aquí: primero, que el obstáculo (si podemos
expresarlo de este modo) a nuestro andar como Cristo anduvo, yace en los hechos del cuerpo, o, como leemos en Gálatas, en
la carne, pues "la carne desea lo que es contrario
al Espíritu" (Gálatas 5:17 - RVA), y procura reafirmar su control sobre el Hijo de Dios; y, en segundo lugar, que el único
poder por medio del cual la carne puede ser contenida - mantenida en el lugar
de muerte, según el juicio de Dios sobre ella en la cruz de Cristo - es el Espíritu Santo. Hay también la enseñanza adicional de que podemos ser guiados por el Espíritu; es decir, que Él no sólo es nuestro
poder para la represión, sino también para la mortificación de nuestros miembros (Colosenses 3), pero El también nos capacita
para andar — y es, por lo tanto, nuestro poder para el progreso en la senda divina. Debemos sostener estas enseñanzas
muy tenazmente, porque por medio de ellas nosotros aprendemos que no tenemos absolutamente ningún recurso natural; que estamos
enteramente limitados a la energía del Espíritu Santo para el conflicto y para el andar, en cuanto a cada actividad de la
vida divina.
Esto, entonces, a primera vista, parecería
resolver la pregunta que encabeza nuestro artículo. Pero hay otra consideración, y esta, si es sinceramente comprendida, irá
a la raíz de la dificultad que es sentida por tantas almas. Obsérvese pues que, aunque se acepte que el Espíritu Santo es
nuestro único poder para andar, la pregunta puede aún surgir, ¿Cómo es entonces que El no nos capacita para seguir a Cristo
con más energía? Hay muchos santos sinceros que anhelan ser como Caleb, pero que se decepcionan a cada paso que ellos dan.
Ellos siguen, pero en vez de hacerlo plenamente, sienten que son más bien como Pedro, que siguen de lejos (Mateo 15:54). Ahora
bien, ayudará a todos aquellos que están en esa situación entender que, a pesar de que poseen el Espíritu de adopción, y están
así sellados, El será inoperante, no hará pública ninguna energía, a menos que el ojo esté en Cristo, es decir, a menos que
Cristo esté constantemente delante del alma como el objeto de la fe. Como el apóstol dice, "y aquella vida que ahora
vivo en la carne, la vivo por la fe en el Hijo de Dios, el cual me amó, y se dió a sí mismo por mí." (Gálatas 2:20 - VM).
Es decir, su fe tenía a Cristo como el Hijo de Dios como su objeto — objeto glorificado a la diestra de Dios, glorificado
como hombre, pero además Hijo de Dios, siendo siempre, en esta conexión, el objeto verdadero y apropiado de la fe. Él mismo
dijo, "creéis en Dios, creed también en mí." (Juan
14:1). Y cuando vivimos cada hora, sí, momento a momento, en dependencia, Cristo,
exhibido de este modo, llenando la visión de nuestras almas, el objeto de nuestra contemplación, el Espíritu de Dios no es
contristado, y nos guía mediante la grandeza de Su poder, para que la vida divina que nos ha sido dada fluya en los mismos
canales, cualquiera sea la diferencia del volumen, como aquellos en los cuales la vida de Cristo encontró expresión cuando
El estuvo en este mundo. Es a causa de esto que el Espíritu es llamado "el Espíritu de Cristo" en Romanos 8:9.
Esto explica también otra dificultad. To walk like Christ, it is sometimes asked, must we look at Him in His earthly pathway,
or as seated at the right hand of God? Para andar como Cristo, a veces se pregunta, ¿tenemos que mirarle a Él en Su
senda terrenal, o como estando sentado a la diestra de Dios? We have already explained
the uses made of the example of Christ in the Scriptures; and it will be readily seen that it is not Christ on earth, but
Christ glorified, who is the object of our faith. Ya hemos explicado la utilización que se hace del ejemplo de Cristo
en las Escrituras; y será fácilmente visto que no es Cristo en la tierra, sino Cristo glorificado, quien es el objeto de nuestra
fe. It is, of course, the same Christ, but Christ as He now is, in the condition
of glory, not as He was "after the flesh," is always presented to our souls. Aquel que siempre es presentado a nuestras
almas es, por supuesto, el mismo Cristo, pero Cristo, como Él es ahora, en la condición de gloria, no como fue "según la carne"
(2 Corintios 5:16). We study the life of Christ as displayed in this scene to learn
how He acted, comported Himself in the different circumstances through which He passed; and our souls are drawn out in adoring
wonder as we behold the manifestation of His perfections, graces, and excellencies; but we know Him now only as glorified
(see 2 Cor. 5); and it is therefore to Him as such, we repeat, that we now look.Nosotros estudiamos la vida de Cristo
como se muestra en esta escena para ver cómo Él actuó, cómo se comportó en las diferentes circunstancias a través de las cuales
Él pasó; y nuestras almas son llevadas a expresarse en adorador asombro mientras contemplamos la manifestación de Sus perfecciones,
gracias, y excelencias; pero le conocemos ahora solamente como glorificado (vean 2 Corintios 5); y, por tanto, es a Él como
tal, repetimos, a quien ahora miramos.
Junto con esto está conectada otra cosa.
CContemplating the glory of the Lord, which shines forth without a veil, we are
gradually transformed by the power of the Spirit — gradually, because it is from glory to glory — into the likeness
of the One with whom we are thus occupied.ontemplando la gloria del Señor, que resplandece sin un velo, nosotros somos
gradualmente transformados por el poder del Espíritu - gradualmente, porque es de gloria en gloria - en la misma semejanza
de Aquel con quien nos ocupamos de este modo. And the same Spirit, who is the power
of our transformation while our eyes are upon Christ, works mightily within us for the exhibition of Christ in our walk.
Y el mismo Espíritu, que es el poder de nuestra transformación mientras nuestros ojos están puestos en Cristo, obra poderosamente
dentro de nosotros para que exhibamos a Cristo en nuestro andar. AndarWalking as
Christ walked is not, therefore, external imitation, but the display of the inner life, in proportion as we are changed into
the same image, in and through us, by the power of the Holy Gh como Cristo anduvo no es, por lo tanto, la imitación
externa, sino la manifestación de la vida interior, en proporción a la medida en que somos transformados en la misma imagen,
en y a través de nosotros, por el poder del Espíritu Santo.
Nosotros no añadimos más por el momento;
pero nuestros lectores verán que, cuando hablamos de poder para andar, no podemos separar a Cristo del Espíritu Santo. Yo
podría decir, de acuerdo a la Escritura, con el apóstol, «Yo puedo hacer todas las cosas por medio de Él' (por medio de Cristo,
indudablemente), 'quien me fortalece.» (Colosenses 3; 2 Corintios 12); y también puedo decir, de acuerdo a la Escritura, «es
solamente por medio del Espíritu que yo puedo hacer morir los hechos del cuerpo.» (Romanos 8:13 - VM). Así fue en la vida
de nuestro bendito Señor. Él actuó y obró, y al mismo tiempo todo lo que Él hizo fue por el Espíritu Santo.
Edward
Dennett
Traducido
del Inglés por: B.R.C.O. - Noviembre 2007.-
Título original en inglés: WHAT IS OUR POWER
FOR WALK?, by Edward Dennett
Versión Inglesa |
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