CUALIFICACIONES PARA ADORAR
Hebreos 9:24 a 10:23.
de: "Memorials of the Ministry of G. V. Wigram. Vol. 1."
[Notes on Scripture; Lectures and Letters. Second Edition, Broom 1881 (First Edition 1880)]
Cuarta Parte. MINISTERIO MÁS RECIENTE.
Estos dos capítulos muestran de un modo muy simple la verdadera adoración. El Señor
dijo a la mujer de Samaria, "la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre", etc. (Juan
4:21), "Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren." (Juan 4:24). A primera vista, puede parecer como si esto se aplicara simplemente a los hijos de Dios; pero
no es tan así, ya que en el tema de la adoración están involucradas, la pregunta acerca de la posición del alma de aquel que
adoraría, y la pregunta acerca de si la conciencia ha sido limpiada y purificada.
Hay un fuerte contraste entre la epístola a los Hebreos y la epístola a los Romanos.
En la dirigida a los Romanos (el libro sobre el hombre aquí abajo en la tierra), el hombre es tomado como una criatura contra
quien se revela la ira de Dios desde el cielo. El Espíritu pasea la mente del apóstol por toda la condición del hombre a partir
del día de la creación, sin ley, bajo la ley, el efecto de lo cual era que toda boca es cerrada, y todo son traídos culpables
ante Dios. Entonces él muestra a Dios en el cielo, habiendo dispuesto que el Hijo, que estaba a Su diestra, diese luz en el
mundo, y que en Él estuviese la respuesta a la ruina que había aquí abajo, y así sucesivamente, pero esto se refiere siempre al hombre aquí abajo, y como debe ser enfrentado el mal en el hombre.
La epístola a los Hebreos no sólo se ocupa del hombre aquí abajo, sino más bien de
la pregunta acerca de si es posible que el hombre, actuando bajo la ley, sea capaz, alguna vez, de adorar a Dios en espíritu
y en verdad; y muestra que, lejos de ser este el caso, incluso a los Hebreos se les tuvo que predicar el evangelio de Cristo,
y que un nuevo tabernáculo tuvo que ser levantado en el cielo. Y con relación
a este nuevo tabernáculo, nosotros tenemos un Sumo Sacerdote, el Señor Jesús en el cielo, y eterna redención, y salvación
eterna, en Él. Y si alguna persona puede tener realmente una conciencia apta para Dios y entrar en lo que el alma desea, el
corazón debe elevarse de la tierra al cielo, y debe saber lo que ha ocurrido allí, y se convierte en uno que mora en el cielo,
donde el Señor Jesús está.
En la epístola a los Romanos tenemos la luz que brilla abajo, no al hombre entrando
en ella. En Hebreos, no se trata solamente del trono de Dios en el cielo, y la luz brillando abajo en la tierra, sino que
es el velo rasgado; y las personas que tienen fe, pueden entrar confiadamente y simplemente en el Lugar Santísimo, encontrarse
con Dios, y llegar a relacionarse con toda la maravillosa adoración del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo en el verdadero
tabernáculo.
Yo consideraría otro contraste asombroso entre las fiestas de la ley, y las fiestas,
por decirlo así, del Cristianismo. La primera fiesta en el Judaísmo era la Pascua;
la segunda, la fiesta de Pentecostés; la tercera, el gran día de la Expiación. En la Pascua, no había ningún servicio para
el sacerdote; este servicio estaba a cargo del cabeza de familia. Y las dos verdades enseñadas en estas fiestas eran, la sangre
del rescate, y la sangre de la asociación; pero no la sangre de la propiciación. Dios dijo, <<Cuando vea la sangre,
pasaré de vosotros. El pueblo tiene la sangre como señal de sometimiento y obediencia a Mí en Mis ordenanzas. Como pueblo
Mío, ellos están en asociación conmigo, y el ángel destructor no entrará.>> Y allí estaba la sangre del rescate; pero
no había ninguna relación con la habitación de Dios. En la sangre de la expiación esto comenzó con la presencia de Dios sobre
el propiciatorio. En la Cena tenemos la asociación con Dios, y el rescate en la Primera Epístola de Pedro: "fuisteis rescatados
. . .con la sangre preciosa de Cristo." (1 Pedro 1: 18, 19). Luego, Pentecostés era una fiesta muy peculiar. Cuando el
sumo sacerdote realmente estuvo meciendo la gavilla, el Señor Jesús se estaba levantando de la tumba; y como, después que
hubiesen pasado varios días, se presentaban delante del Señor dos panes con levadura en ellos, y entonces estos panes podían
ser comidos (Levítico 23: 9-22), así, después de la fiesta de Pentecostés (Hechos 2), la Iglesia fue mostrada; y por el Espíritu
Santo que mora aquí abajo, todas las riquezas de Cristo podrían ser exhibidas.
Al finalizar el año, venía el gran día de la Expiación. Luego tenemos el gozo del
campamento, y dos cosas relacionadas con este gozo; la sangre era llevada al Lugar Santísimo como señalando el camino hacia
Dios, y era puesta sobre el propiciatorio en Su presencia. Había allí todo lo que mostraba debilidad en relación con esta
fiesta. Era sólo para el período de doce meses; ellos comenzaban a pecar otra vez al día siguiente. Si el macho cabrío expiatorio
(el macho cabrío por Azazel) se iba a llevar los pecados a una tierra de olvido, ellos necesitarían otro el próximo año. El
sacerdote era un hombre que podía pecar, como Aarón. El hombre puesto sobre ellos, Moisés, era un hombre que podía ser cortado antes de entrar en la tierra.
Todos estos eran pobres rudimentos, y sólo temporales, y en la tierra.
¡Solamente vean el contraste en relación con las fiestas del Cristianismo! Nosotros
comenzamos al otro extremo, y al otro extremo de la última de ellas. No debemos creer que Cristo ha entrado en el cielo, y
hará la expiación. Si yo digo, <<Él ha entrado, y hay una Persona en el cielo que es capaz de cumplir
todo>>, esto no es Cristianismo. La base del Cristianismo es, que Él, con una sola ofrenda, hizo perfectos para siempre
a los santificados. (Hebreos 10:14). Ese es el punto de partida. Si Cristo fue crucificado,
ha resucitado, y ha ido a tomar Su lugar a la diestra de Dios, es muy natural que yo crea que, aunque yo no tenga nada, con
todo, en el poder de lo que Cristo hizo, soy presentado perfecto delante de Dios.
Es muy natural si digo, <<Mi está apta para Dios Él mismo, Él me ha comprado por
precio; yo sólo viviré para Aquel que murió por mí.>>
Ahora volvemos nuestra mirada
a la porción que está aquí ante nosotros. La primera cosa que notamos (como siendo la que tiene prioridad de importancia en
la Escritura) es, que la obra traída ante nosotros con relación a nuestra fe,
es una obra en la cual el hombre no tuvo absolutamente nada que hacer. El Padre obró por medio del Hijo, y lo demostró por
medio del Espíritu Santo. Para mí, alzar la vista y ver que Dios ha hecho algo, es muy diferente a mirar dentro de mí mismo.
La obra del Espíritu en nosotros es en proporción a nuestro entendimiento de la obra de Cristo por nosotros.
"Por lo cual, entrando en el mundo dice: Sacrificio y ofrenda no quisiste; Mas
me preparaste cuerpo." (Hebreos 10:5). Hay dos cosas en relación con esto,
en cuanto a lo que tiene que ver con propósito de la obra divina relacionado con Dios que mora en el cielo. El apóstol había
estado demostrando la imposibilidad de que un Judío, por medio de las ordenanzas
Judías, pudiese borrar su culpa. Aquí él presenta al Señor mismo, que entra, diciendo, "Sacrificio y ofrenda no quisiste."
"He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad." (Hebreos 10:7). A partir del momento que el hombre pecó, la muerte
de una víctima fue introducida, y profeta tras profeta, reivindicaron la palabra de Dios a favor del sacrificio de Abel en
preferencia al de Caín. Por fin, un sistema fue establecido -Dios en el tabernáculo donde todo se tornaba en sacrificio. Él
moraría entre ellos; pero no sólo había allí ciertos sacrificios ofrecidos diariamente, sino que había un gran día de Expiación,
que los unía a todos juntos, y el ritual completo de sacrificios en relación con él. Un Hombre entra en la escena, y Él contempló
todo como un hijo de carpintero, y Él nunca habló contra los servicios del templo; pero cuando el Espíritu Santo viene a explicar
Su mente, fue que se descubrió que el completo ritual de servicios era totalmente vano, y que Él había venido para poner todos
ellos aparte. ¿Y quién era Él? Aquel que era la Palabra de Dios. Y aquí se pone
ante nosotros, lo que eran Sus pensamientos antes de que Él viniera al mundo: <<Vengo a hacer Tu voluntad; Yo haré a
un lado todos los sacrificios y estableceré Tu voluntad.>> ¿Hablaron alguna vez los profetas de esta forma? No; ellos
profetizaron por fragmentos. Cuando el Hijo vino, Él dijo, <<Yo estoy en la escena, y todo gira alrededor de Mí como
el centro. Pondré todo a un lado, y estableceré Tu voluntad.>> Todo fue hecho por el Hijo, pero todo fue hecho según
los pensamientos del Padre. Aquí tenemos que el Espíritu de Dios atribuye al Hijo todo lo que estaba en Su mente -el cumplimiento
de la expresión de lo que había estado en la mente de Dios.
La segunda cosa que debe ser comentada en cuanto a la obra, la tenemos en el versículo
15: "Y nos atestigua lo mismo el Espíritu Santo", etc. Cuando ha sido cumplida, el Espíritu Santo es testigo de ello.
Se introducirá otro pacto que permanecerá y será eficaz. Realmente todo hacía salir el pecado, cuando Dios trataba con el
hombre simplemente como una criatura arruinada. Cuando el Espíritu Santo descendió del cielo para dar testimonio de la obra
llevada a cabo por el Hijo conforme a los pensamientos del Padre, esto no trae el pecado a la memoria, sino que nos recuerda
que "nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones." (Hebreos 10:17). Hay solamente otra cosa
presentada en relación con eso, y es lo que se dice del bendito Señor en cuanto
a Su regreso -"la segunda vez, sin pecado, [Él] aparecerá para la salvación. . ." (Hebreos 9:28 - Versión Moderna)
- y en cuanto al pueblo que Le espera. Él era un Hombre santo, inocente, sin mancha, pero Él tenía un bautismo que cumplir.
Cuando Él venga otra vez será, "De ti será mi alabanza en la gran congregación." (Salmo 22:25). Cuando la voluntad es hecha con relación al pueblo celestial, Él, "sin pecado, aparecerá para la salvación."
Ustedes pueden entender, que la gran doctrina del Cristianismo es el asunto acerca
de cuáles eran los ocultos consejos de Dios en los malvados hechos del hombre.
El hombre -Judío y Gentil, se relacionaron para dar muerte al Señor Jesús. Dios les deja hacer lo peor que pueden hacer, pero
tenía en Su mente la sangre por la cual la conciencia del pobre pecador podría acercarse.
Cristo está en el trono. Soy limpio. Esto es salvación eterna, no temporal como Israel
en Egipto -es eterna redención, no temporal como la prometida a Abraham, Isaac,
y Jacob. Hay una obra hecha por el Hijo según los pensamientos del Padre, testificada por el Espíritu Santo, y no una obra
dentro de nosotros. ¿Está el Cordero en el trono de Dios como sacrificio acepto? ¿Es el testimonio del Espíritu Santo en el
día de Pentecostés, según los pensamientos de Dios, que cualquier Judío que hubiese mojado su mano en la sangre del Señor
Jesús, creyendo en esa sangre, podría ser salvo? ¡Eso es el evangelio! Y ningún alma que alza la vista al Señor Jesús en el
trono de Dios, dejará de ver cómo Dios, en Su propia eternidad, tiene un testigo. Aquel que está llenando el cielo, y la Luz
desde el cielo irrumpiendo en medio de las cosas aquí abajo, y testificando al corazón - Él dice: <<entren con libertad
a través del velo al Lugar Santísimo, el lugar donde Dios mora, donde Dios ha expresado en Su Hijo, que está sentado a Su
diestra, lo que Él piensa acerca de los hijos de los hombres, y ha mostrado la única forma en que el hombre puede honrarle.>>
Él está mostrando cómo se ha encontrado con la criatura arruinada.
¿Están ustedes caminando según el plan actual de Dios? ¿Están ustedes respondiendo
a los pensamientos actuales de Dios, "Tendré misericordia del que yo tenga misericordia"? (Romanos 9:15). ¿Tienen ustedes la mente de Dios acerca de ello, que lo único que pueden darle a Dios son sus pecados?
La única conexión que el hombre tuvo con la cruz de Cristo fue su pecado al crucificarle. Si yo soy una criatura arruinada,
uno de quienes Dios ha dicho que estamos "muertos en vuestros delitos y pecados" (Efesios 2:1), uno a quien Satanás
tenía en la vorágine en la cual él convierte al mundo, con pasiones obrando en mi corazón, ¿qué podría dar una criatura tal
a Dios? La última cosa que el corazón natural quiere darle a Dios es -sus pecados.
¡Oh, dale a Dios tus pecados! Entra ante Él, y dale todo ese 'yo' tan ansioso, tan inquieto por hacer algo. ¡Entrégate a Dios,
y no dejes que tú mismo seas tú centro, sino Dios mismo, Padre, Hijo, y Espíritu Santo! El trono de Dios es el propiciatorio;
si tú no deseas misericordia tú no irás allá. Si el actual plan de Dios es mostrarse a Sí mismo, y Su eterna redención, las
riquezas de Su provisión, entra a buscar todo esto tal como eres, directamente al Lugar Santísimo. Y si alguna vez llegas
allí, te puedo asegurar que, ¡nadie resplandece allí sino el Señor Jesucristo! Tu no brillarás, ni un pensamiento, ni un deseo
tuyo propio; dejarás todo el resplandor al Señor Jesús, y tú resplandecerás en Su luz.
Ahora bien, descender del terreno más alto de la eterna salvación de Dios en los cielos, Padre,
Hijo, y Espíritu Santo -de la luz que resplandece abajo- ¿qué en cuanto al yo personal? << ¡Cristo murió! entonces estoy
limpio - ni una mancha en el interior.>> El Cordero, el sacrificio acepto, en el trono de Dios, donde los anfitriones
celestiales pueden contemplarlo, donde el Padre ve al Hijo en Su obra cumplida, y el Espíritu Santo da testimonio de Él. ¿Qué
puede un pobre pecador decir de esto? << ¡La misericordia y el amor de Dios! - ni una nube sobre mí! >> Aquel
sacrificio ha sido aceptado por mí. ¿Ha satisfecho Dios todas las demandas de Su trono de esa manera? Decir esto es humildad,
no la arrogancia del corazón del hombre que originará cosas para él. ¡Dios ha hecho una obra por el poder omnipotente del
Hijo de Su amor, y yo no me atrevo a cuestionarla! Todo Su carácter está envuelto en ella. Mucho están ocupados con la obra
del Espíritu en ellos, y no en la obra de Cristo por ellos, y el resultado es que ellos no tienen paz, no tienen santidad.
En lugar de decir, <<Dios ha hecho una obra, y Dios me llama a poner mi atención en ella>>, ellos se vuelven hacia
ellos mismos. La conciencia es como el equilibrio con una viga en la cuerda floja, sin ninguna certeza. Los Brahmanes (N. del T.: miembro de la clase sacerdotal,
la más alta de las cuatro castas hindúes principales.),
los Judíos, Saulo de Tarso, todos actuaron conforme a la conciencia. La conciencia es una pobre cosa. Sí, pero, ¿qué hará
Dios con uno que se presenta ante Él sin una conciencia limpia? ¡Nada! Oh, ¡de qué manera Dios está salvando almas para permitirles
decir, << ¡Cristo murió, estoy limpio! >>! Pero, por otra parte, Él desciende como testimonio a la conciencia
- ¡la sangre de la limpieza!
Hay tres cosas distintas - quitar los sacrificios, mostrar la obra perfecta de Dios,
y que el pecador pueda conocer el lugar que Él ha hecho manifiesto. La presencia de la sangre es una cosa, la apropiación
de ella, es otra. ¿Cuál es el significado de que estoy lavado, santificado, y justificado en el nombre del Señor Jesús y por
medio del Espíritu de nuestro Dios, sino que aquello que está allí en la obra de Cristo delante de Dios ha descendido a mi
corazón y a mi conciencia? Yo hable de la obra del sacrificio único. Mil personas
pueden estar de pie delante de una luz, y el efecto puede estar en cada uno. La obra completa es llevada a cabo si el Espíritu
Santo ha despertado la conciencia acerca de la sangre. ¡Qué inmenso efecto si la fe es simple! "Con una sola ofrenda hizo
perfectos para siempre a los santificados." (Hebreos 10:14). Lo que se presenta
es el valor de la obra, y no el valor de la fe. Se trata de que el sacrificio de Cristo ha resuelto todo el asunto, o de que
nunca puede ser resuelto. Está hecho; Él se ha sentado.
Entonces el efecto en el corazón de un creyente es que él dice, <<Con una sola
ofrenda estoy perfeccionado para siempre.>> Perfeccionado, ¿en qué sentido?
Santificado, ¿en qué sentido? Las personas tienen una gran confusión entre la santificación y la purificación. La santificación
es la separación de una cosa, de una persona. Nosotros somos separados para andar como Cristo anduvo, separado en cuerpo, alma y espíritu. El propio Cristo fue separado, pero no podemos aplicar el término
"purificado" a Cristo; pero nosotros somos llamados a purificarnos. La sangre del Señor Jesucristo, en esta epístola, es aquello
que separa para Dios. Cuando el Mar Rojo volvió a ocupar su lugar entre Egipto e Israel, Israel fue separado de Egipto; y
cuando la sangre es conocida por una persona, esta sangre la separa del mundo. ¿Murió Cristo por ustedes, "para que los
que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos."? (2 Corintios 5:15). Y tú, ¿vives en
el mundo para ti mismo, y al mismo tiempo profesas ser un Cristiano? Imposible. La queja del Cristiano es, <<Yo creo
que he sido separado; pero, en forma práctica, no estoy tan separado como debo estar.>>
Oh, las maravillas relacionadas con ello, expresadas en la persona del Señor en el
cielo, ¡el sacrificio único que no ha de repetirse jamás! No sólo pone a la conciencia en paz con Dios, sino que forma la
conciencia. Si Él está satisfecho con la sangre, yo lo estaré también. Esto tiene lecciones en todo sentido. Enseña el carácter
del sistema completo de iniquidad del cual yo he venido -enseña el pecado en su enormidad, de una forma que nadie sino Dios
lo puede hacer. Muestra otra cosa en relación con el viaje a través del desierto - la necedad del hombre, y la necedad de
Satanás. Cuando toda la maldad de ellos salió a luz contra Dios, Dios espera tranquilamente, teniendo profundos consejos en
Su propia mente. ¡Ellos debían dar muerte al Cordero que iba a expiar el pecado! ¡Qué profunda sabiduría! ¡Qué revelación
de lo que el hombre es! ¿Qué dice esto acerca de todo lo relacionado con la escena donde el hombre está en la tierra? Aquel
cuya sangre habla desde el trono, estuvo aquí una vez. Él está allá arriba ahora, y Su homicidio permanece en la tierra, y
clama a Dios por venganza.
Oh, !el contraste entre Él, que ha derramado Su sangre, y uno mismo! Hay algo maravilloso
en esto. Él fue santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores. Ningún otro hombre es así. ¿Qué dio su efecto a la sangre? El propio Dios contra quien el hombre pecó en Edén, contra quien ha estado toda
voluntad propia e independiente, fue el Aquel mismo que ejecutó juicio cuando Su Hijo estaba en la cruz. Sin una conciencia
purificada es imposible adorar a Dios en espíritu y en verdad. Una escena donde toda adoración es continua es donde Dios está,
donde el Cordero está. ¿Puedes tú decir, <<yo estoy allí, mi conciencia da testimonio>>? ¿Puedes decir, <<Cristo
es el sacrificio acepto, y yo he confiado todo a Él, porque Él no puede fallar>>? Esto es paz perfecta. Dios reposa
en amor con Cristo allí ante Él, y el alma del pecador, por consiguiente, puede descansar en Cristo.
Ahora somos llamados a actuar en forma digna de lo que Cristo ha hecho. Si Dios ha
limpiado nuestra conciencia con la sangre de Su amado Hijo, nosotros debemos cuidarnos de no contraer mancha o suciedad mientras
pasamos por este mundo.
Oh, ¡que Dios actúe de tal forma en las almas, que puedan reflejar aquí abajo la obra
que Dios ha hecho, -en forma real, en forma práctica, separadas del mundo, reflejando la luz que recibimos allá arriba de
Él! Nosotros no somos lo que eran los Cristianos de Pentecostés - no en cuanto al don, sino que debemos ser como ellos en
cuanto al carácter y la consagración individual a Él.
G.
V. WIGRAM
Traducido
del Inglés por: B.R.C.O. - Junio 2005.-
Título original en inglés: "QUALIFICATIONS FOR
WORSHIP", by G.V.Wigram
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