LA VERDAD ES LA PRUEBA.
De:
Notas de una plática acerca de Segunda y Tercera Epístolas de Juan, por F. B. Hole.
(Extractado
de "Scripture Truth", Vol. 39, 1956-8, página 17).
Uno apenas puede leer
estas dos cortas epístolas sin sentirse asombrado por el número de veces que el Apóstol Juan utiliza la palabra "verdad."
Si yo recuerdo correctamente, ella aparece cinco veces en la Segunda Epístola y seis veces en la Tercera.
En el primer capítulo
de su Evangelio él nos dice que, "la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo."
(Juan 1:17). Desde luego que Dios había mostrado paciencia y gracia en los tiempos del Antiguo Testamento, pues Él fue siempre
un Dios de gracia, y Él proclamó serlo. De nuevo, muchas cosas que eran verdaderas y reales fueron dadas a conocer a Israel
por medio de Moisés, pero cuando se trata de la cosa absoluta, nosotros tenemos que volvernos a Cristo. En Él la gracia de
Dios fue plenamente revelada y la verdad de Dios fue plenamente manifestada. Muchas cosas verdaderas fueron dadas a conocer
en la ley, pero la realidad misma resplandeció en Cristo. En Él la revelación de ambas, la gracia y la verdad, fue completa.
Indudablemente todos nosotros
hemos descubierto que estamos viviendo en un mundo que es muy irreal. Una y otra vez encontramos algo que es imitación suplantando
al artículo genuino. Esto es lo que caracteriza particularmente la época en que estamos viviendo. El hombre es muy inteligente
e inventivo y nosotros descubrimos que las cosas no son lo que profesan ser, y que existe un gran elemento de irrealidad.
Poncio Pilato reconoció esto, pues como juez Romano, él estaba implicado continuamente con la deshonestidad de la vida humana.
Ustedes recuerdan su frase
famosa, "¿Qué cosa es verdad?" (Juan 18:38 - VM). Pero habiendo preguntado esto, él volvió las espaldas a Aquel que era la
verdad, y salió al mundo falso e inconstante. No muchas horas antes el Señor había dicho, "Yo soy el camino, la verdad y la
vida." (Juan 14:6 - RVA). Él es el camino a Dios el Padre; Él es la verdad con respecto a Él, y la vida en que Él puede ser
verdaderamente conocido. No sirve de nada que le hables a tu perro de los asuntos humanos, pues él no los entiende, ya que
solamente posee vida canina, y no vida humana. Del mismo modo, ¡es lamentable! multitudes a nuestro alrededor, estando muertos
en sus pecados, no conocen la verdad. Ellos sólo poseen la vida de Adán, y no tienen la vida que está en Cristo Jesús. Pero
en Cristo nosotros somos introducidos en el mundo de realidades Divinas.
Cuando el Apóstol Juan
escribió estas dos Epístolas se enfrentaba a aquello que estaba poniendo en peligro la verdad. El adversario se estaba introduciendo
muy poderosamente y eso en una manera doble, Antes que nada, habían aparecido hombres propagando activamente el error en cuanto
a Cristo, y si la enseñanza en cuanto a Él es falsificada, todo se estropea, puesto que Él es la verdad. Esos falsificadores
de los primeros siglos eran conocidos como 'Gnósticos', un término derivado de la palabra Griega utilizada para 'conocimiento'.
Ellos afirmaban ser los conocedores. Los Apóstoles de nuestro Señor eran, en cuanto a las cosas del mundo, "hombres sin letras
y del vulgo", de modo que los Gnósticos afirmaban ser capaces de llevar a una enseñanza mejorada y más intelectual. Ellos
no permanecieron en lo que era "desde el principio." La palabra traducida "extravía" en 2 Juan 9, significa realmente "excede" (BJ), es decir, ellos afirmaban que, en lo que ellos enseñaban, estaban haciendo
un adelanto sobre ideas tempranas. En realidad, sus adelantos imaginarios eran destructivos.
Así que el Apóstol escribió
a una cierta mujer Cristiana y a sus hijos, advirtiéndoles contra estos falsos maestros. Ellos iban, evidentemente, de casa
en casa, tal como la hacen hoy en día. Precisamente a ellos se les tenía que negar la entrada y no se les debía otorgar ninguna
comunión, incluso en forma verbal. Si una mujer e incluso los hijos tenían que ser tan inflexibles en su rechazo de semejante
error fundamental, una actitud tal hacia un falso maestro y su enseñanza debe caracterizar a cada uno de nosotros. Aquí hay
instrucción práctica en cuanto a qué hacer cuando hombres o mujeres semejantes vienen a golpear a nuestras puertas. No los
reciban ni les expresen deseos de que Dios los guarde. Yo recuerdo a uno de ellos llegando a mi casa cuando yo vivía en la
ciudad de Bath. Ciertamente no le recibí ni le deseé que Dios le guardara. Yo le resistí, y muy pronto él reveló un espíritu
no Cristiano. El lobo se quitó la piel de oveja.
Las cinco referencias
a la verdad están en los primeros cuatro versículos de la segunda Epístola de Juan. El amor está en la verdad y circula entre
todos los que han conocido la verdad. Habiendo conocido la verdad, ellos aman a causa de la verdad, y así la verdad viene
a ser exhibida; no meramente existiendo en agradables nociones o hermosas palabras, sino expresándose ella misma en amor,
lo cual es la naturaleza Divina.
Entonces nuevamente se
puede decir de santos verdaderos que la verdad "permanece en nosotros, y estará para siempre con nosotros." (2 Juan 2). En
su primera Epístola, Juan nos ha dicho que "el Espíritu es la verdad." (1 Juan 5:6). Siendo eso así, la verdad mora en nosotros,
puesto que el Espíritu mora en nosotros. Pero Cristo también es la verdad, y como nosotros estaremos para siempre en Su presencia,
la verdad estará con nosotros para siempre. En Cristo todo se ajusta en su verdadera luz. Dios es revelado plenamente: el
hombre ha sido plenamente expuesto: los pensamientos y propósitos de Dios han sido manifestados: todas cosas han sido colocadas
en su perspectiva correcta. De ahí que la gracia y la misericordia lleguen a nosotros desde el Padre y el Hijo en verdad y
amor.
Queda una cosa más, presentada
en 3 Juan 4. La verdad que es puesta objetivamente ante nosotros en Cristo, y que mora subjetivamente en nosotros por el Espíritu,
ha de gobernar nuestras acciones. Nosotros hemos de caminar en la verdad, y el hecho de caminar significa actividad. Todas
nuestras actividades, ya sea el pensar, el hablar, o el hacer, han de ser gobernadas por la verdad. Si estos hijos de la "señora
elegida" (2 Juan 1) eran gobernados de este modo, una vida similar es obligatoria para todos nosotros. Un joven santo, o uno
anciano, andando en la verdad, es una visión hermosa. No es de extrañar que Juan se regocijase grandemente cuando vio esto;
y es igualmente hermoso cuando es visto hoy en día. Hoy nosotros debemos, tanto como en el primer siglo, proteger la verdad
rechazando la falsa doctrina que la destruiría.
Pero hay una segunda cosa
que pone en peligro la verdad y esa sale a la luz en 3 Juan; no es la propagación de doctrina falsa sino el mantenimiento
rígido de un 'status' oficial y lo que se considera corrección exterior. De esto, Diótrefes fue un triste ejemplo, mientras
que Gayo, a quien fue dirigida la epístola, se caracterizaba por andar en la verdad y por ser un cooperador de la verdad.
Leyendo esta epístola vemos nuevamente que la verdad es de primera importancia y todo lo demás es probado y medido por ella. Gayo caminó en la verdad porque la verdad estaba en él, y todo esto fue fuente
de gran gozo para el Apóstol.
En esos días hubo hombres
de celo ferviente quienes salieron a predicar la Palabra, tal como lo hicieron esos hombres de Chipre y Cirene, cuando los
discípulos fueron esparcidos, como leemos en Hechos 11: 19-20. Llegaban al lugar donde Gayo vivía, él los recibía hospitalariamente
y los encaminaba como era digno del servicio de ellos a Dios, para que continuasen su viaje, aunque él no los había conocido
previamente. Al final de 3 Juan 5 no hay dos clases - primero, los hermanos, y en segundo lugar, los desconocidos. Es más
bien, "a los hermanos, especialmente a los desconocidos." Gayo no recibía y ayudaba a estos hermanos desconocidos (extranjeros,
según otras versiones) porque él los había conocido y le agradaban, sino debido
a que ellos se consagraron al Nombre de Cristo, y estaban separados del mundo, no aceptando ayuda de él, y debido a que ellos
estaban anunciando la verdad.
Este último punto es hecho
muy claro al final de 3 Juan 8. Cooperando con estos indistintos siervos de Dios, Gayo estaba cooperando con la verdad y todos
nosotros deberíamos hacer lo que él hizo. Juan no dice que nosotros deberíamos recibirles si nos sintiéramos inclinados a
ello: él dice que debemos hacerlo. Es imperativo y no opcional.
Y esto enfatiza otra cosa:
lo que es importante no es el hombre sino la verdad que él trae. Existía entonces la tendencia, y existe ciertamente la tendencia
hoy en día, por lo menos en algunas partes, de darle la mayor importancia al hombre, de modo que si él es tenido por 'espiritual',
lo que él dice tiene que ser aceptado. El hombre acredita el mensaje que él trae. Lo que nosotros vemos aquí es lo contrario
de esto. El mensaje de verdad que es traído acredita al hombre que lo trae; así como en la segunda Epístola de Juan el error
que es traído desacredita al hombre que lo trae.
El mismo pensamiento sustenta
lo que se dice de Demetrio en 3 Juan 12, ya que él no solamente tiene a su favor el testimonio de todos, sino también el de
"la verdad misma." Noten, no es que él daba testimonio de la verdad, sino que la verdad daba testimonio de él. Demetrio no
era la norma por la cual la verdad era probada. La verdad era la norma por la cual Demetrio era probado; y habiendo sido probado
de este modo, él resultó aprobado.
Con el pobre Diótrefes
fue completamente de otra manera. No se nos dice porqué él tomó una posición tan fuerte contra estos hermanos desconocidos
y contra otros que los recibieron, e incluso contra el propio Juan. Puede haber sido el surgimiento del clericalismo, o un
exceso de celo por puntos o procedimientos de enseñanza imaginarios, y cosas similares; pero lo que sí sabemos es lo que subyace
bajo sus arbitrarias acciones. ¿Qué pasaba realmente con el hombre? Él amaba tener la preeminencia entre los santos. Ese gran
e importante 'YO', del cual hablamos algunas veces, se destacaba. Él 'YO' había salido para establecer una posición dominante
para sí mismo.
Al igual que el Apóstol,
nosotros condenamos a Diótrefes, pero no olvidemos el hecho, que nos confronta en Jeremías 5:31: "los profetas profetizan
falsamente, los sacerdotes gobiernan por su cuenta, y a mi pueblo así le gusta. Pero ¿qué haréis al final de esto?" (LBLA).
En medio de Israel había mucha enseñanza falsa y mediante ella, los sacerdotes adquirían un lugar dominante, pero, el Señor
dijo, "a mi pueblo así le gusta." El pueblo quería sus placeres pecaminosos y estaban bastante satisfechos dejando que los
sacerdotes hicieran sus deberes religiosos en lugar de ellos.
Eso se ha vuelto a realizar
en la historia de la iglesia, y un vigoroso Diótrefes moderno puede ser muy bienvenido, incluso por los santos, si ellos desean
evitar el ejercicio personal de corazón y vivir despreocupadamente vidas semimundanas. El hecho es que la historia se repite.
Lo hace debido a que las tendencias humanas son siempre las mismas. Al seguir a un Diótrefes, nosotros negamos la verdad en
lugar de cooperar con ella. Grande es la verdad y finalmente ella prevalecerá. Los hombres que nos traen la verdad pueden exponerse a mucha crítica en cuanto a tosquedad en el hablar o en los modos. La verdad nos critica.
Nosotros estamos viviendo
en días cuando la verdad está siendo atacada por todos lados. Recordemos que Cristo es la verdad, y como Él mismo dijo a Su
Padre, "tu palabra es la verdad." (Juan 17:17 - VM). Esa verdad nos ha llegado en "la fe que de una vez para siempre fue entregada
a los santos." (Judas 3 - LBLA), y contendamos ardientemente por ella, ya que es de un valor inestimable. Y que cada uno de
nosotros pueda tener gracia para ser caracterizado de tal manera por ella, de modo que andemos en la verdad. Los ojos del
Señor están sobre nosotros, y eso es lo que Él busca, mientras le esperamos.
F.
B. Hole
Traducido
del Inglés por: B.R.C.O. - Mayo 2007.-