EDIFICACIÓN ESPIRITUAL CRISTIANA EN GRACIA Y VERDAD

CONFEDERACIONES DE HOMBRES Y LOS JUICIOS DE DIOS (J. G. Bellett)

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Confederaciones de hombres y los Juicios de Dios

 

J. G. Bellett

 

Todas las citas bíblicas se encierran entre comillas dobles ("") y han sido tomadas de la Versión Reina-Valera Revisada en 1960 (RVR60) excepto en los lugares en que además de las comillas dobles ("") se indican otras versiones mediante abreviaciones que pueden ser consultadas al final del escrito.

 

Prólogo

 

Esta es una reimpresión de un folleto enviado por nuestro hermano J. G. Bellett en el año 1867. Desde entonces ha habido un marcado desarrollo de los principios presentados a la Iglesia de Dios por nuestro difunto hermano.

 

Una comprensión de estos principios fundamentales es sumamente necesaria en nuestros días para el santo que busca andar verdadera y completamente con Dios. «Puede ser doloroso y difícil mantenerse alejado de la unidad latitudinaria [véase nota]; ella tiene una forma amable en general, es en cierta medida respetable en el mundo religioso, no pone a prueba la conciencia de nadie y permite la voluntad de todos. Es de lo más difícil tomar una decisión acerca de ella porque está a menudo conectada con un deseo verdadero para lo bueno, y está asociada con una naturaleza amable; rechazar andar así parece ser algo rígido, y angosto, y sectario. Pero el santo que tiene la luz de Dios debe andar claramente en esa luz. Dios vindicará sus caminos a su debido tiempo. El amor a cada santo es un deber claro; andar en sus caminos no lo es

 

[N. del T.] El latitudinarismo fue un movimiento teológico y filosófico que surgió en la Iglesia de Inglaterra en el siglo XVII, especialmente durante la Restauración inglesa (1660-1689). El término 'latitudinarismo' proviene del concepto de 'latitud' (amplitud), refiriéndose a la tolerancia y flexibilidad en materia de creencias religiosas.

Los latitudinarios abogaban por:

Tolerancia religiosa: aceptaban la diversidad de creencias y prácticas dentro de la Iglesia de Inglaterra.

Razón y evidencia: valoraban la razón y la evidencia empírica sobre la autoridad dogmática.

Minimalismo doctrinal: enfatizaban la importancia de los principios básicos del cristianismo, en lugar de detalles doctrinales específicos.

Enfoque en la moralidad: destacaban la importancia de la moralidad y la ética en la vida cristiana.

 

La gloria de Israel consistió en estar separados de las naciones; su fracaso consistió en ser semejantes a ellas.

 

El creyente tiene ahora una vida que es celestial en su fuente y celestial en su naturaleza. "Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo". (1ª Juan 5: 11). Por lo tanto el Señor puede decir, "No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo". (Juan 17: 16). El creyente es bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo. (Efesios 1: 3). La esperanza está guardada para nosotros en el cielo. (Colosenses 1: 5). Esperamos desde el cielo al Hijo de Dios. (1ª Tesalonicenses 1: 10). "Así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial". (1ª Corintios 15: 49). Nosotros hemos sido llamados a proseguir a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.  (Filipenses 3: 14). Por eso Pablo ruega que sean alumbrados los ojos de nuestro entendimiento (corazón), para que sepamos cuál es la esperanza a que Él nos ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de Su herencia en los santos. (Efesios 1: 18).

 

La confederación (o, alianza) en todas sus formas, sea ella política, social o religiosa, desechará siempre la obediencia fiel a la Palabra para tener una unidad agradable al hombre. En el libro de los Jueces vemos a Sansón (tipo de la posición de la Iglesia en relación con el mundo, — llamado al nazareato) teniendo tratos con los filisteos. Al final él pierde su vista y luego su vida en el mismo juicio que destruyó a los filisteos.

 

El rey Josafat es otro creyente que fracasó en este nazareato. Primero él hizo una alianza con Acab en sus guerras, luego en el comercio; y él tuvo que padecer bajo el gobierno de Dios por ambas alianzas.

 

El rey Josías es también un ejemplo solemne de un hombre fiel a Dios que restauró la adoración verdadera de Jehová en su día; sin embargo, por su interferencia en las guerras del mundo él al final pereció. No me cabe duda alguna acerca de que la restauración en los días de Josías prefigura la recuperación de la verdad que se ha producido en el pasado siglo XIX.

 

Hay también una voz solemne que habla a la cristiandad en el mensaje a la iglesia en Sardis en Apocalipsis 3: 3, — leemos, "Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo, y arrepiéntete. Pues si no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti". El Espíritu de Dios advierte de antemano que si ellos no velaban, Su venida sería como la de un ladrón, — pero es precisamente de esta manera que Él vendrá sobre el mundo. (Véase 1ª Tesalonicenses 5: 1-6). ¿Acaso no debería esto despertarnos al solemne hecho de que si la Iglesia asume el lugar del mundo ella debe compartir los juicios del mundo?

 

Más adelante en el libro de Apocalipsis (capítulo 18, versículo 4) leemos: "Oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas". Cuando estos juicios tienen lugar no hay ninguno de los santos allí; es una llamada moral ahora a los que tienen "oídos para oír" en la perspectiva de los juicios inminentes.

 

La senda de la fe nunca será estimada como sabia a los ojos de los que usan la sabiduría natural en las cosas de Dios. Los judíos (representados por los principales sacerdotes y los fariseos) argumentaron así: "Si le dejamos así, todos creerán en él; y vendrán los romanos, y destruirán nuestro lugar santo y nuestra nación". (Juan 11: 48). Ahora bien, el Señor les había advertido (véase Mateo 22: 1-7) que el rechazo de la invitación dada en gracia tendría como resultado esto mismo que ellos temían. El apóstol Pablo tuvo que recordar a los corintios que: "El Señor conoce los pensamientos de los sabios, que son vanos". (1ª Corintios 3: 20). Nosotros podemos tener mucho celo por la gloria de Dios, pero cuanto mayor sea nuestro celo más daño hará si no es conforme a ciencia,  a conocimiento.

 

«El que anda mediante la sabiduría divina debe contentarse con que lo consideren un necio y le digan que será presa del mundo, porque el mundo y el hombre no espiritual no entienden la senda de la fe. Sin embargo, ¡qué preciosa y qué dulce es una senda tal! Ella preserva incluso a un niño que no conoce los modos de obrar del mundo. Él no necesita conocerlos; conociendo el pensamiento del Señor por medio de la Palabra él evita mediante la sencilla obediencia toda la sutileza del enemigo. La introducción de la autoridad de Dios en la Palabra desecha nuestra voluntad, nuestra sabiduría; nosotros obedecemos porque Le amamos y Le conocemos.» 

H.E.H.

 

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Confederaciones de hombres y los Juicios de Dios

 

J. G. Bellett

 

La Escritura contempla hostiles asociaciones de hombres y de naciones. El libro de Isaías, capítulos 7 y 8 fue la época de una y la profecía de otra. El libro de Joel, capítulo 3 habla de "multitudes, multitudes", reunidas en el día del dolor final de Jerusalén. El Salmo 83 anticipa una confederación contra el Israel de Dios; y "Gog" es el testigo de un ejército de naciones unidas en desafío infiel al Señor.

 

Pero la Escritura contempla también las asociaciones civiles o mundanas, — y a nosotros nos incumbe vigilar el espíritu, el propósito y el funcionamiento de ellas, terribles como de hecho ellas son al formar el carácter y la historia del mundo, y al apresurarlo en su camino a enfrentar el juicio de Dios.

 

Fue este tipo de confederación el que existió entre los descendientes de Noé. Un único idioma y las mismas palabras de los hijos de los hombres en aquel tiempo los llevó a juzgar que ellos eran fuertes, y que con un poco de destreza y esfuerzo podrían fortalecerse aún más, incluso hasta llegar a ser independientes de Dios. El material que tenían en sus manos en la llanura de Sinar prometía ser muy adecuado. Todos tenían el mismo idioma y viajaban en la misma dirección. Ellos fueron invitados por circunstancias favorables (providencias, como ellos podrían decir), y harían un esfuerzo común, y probarían los recursos industriales de la naturaleza. Las cosas se presentaban bien para progresar. Con un poco de destreza y diligencia por parte de ellos la fructífera llanura les proporcionaría ladrillos y argamasa y podrían lograr mucho. ¿Y por qué no iban a utilizar ellos los recursos de la naturaleza y ejercitar sus propias capacidades? ¿Por qué no tendrían ellos que probar aquello a lo que 'la materia prima', por medio del 'arte y la manufactura' del hombre los conduciría, y haría por ellos?

 

Este fue el lenguaje de los hijos de los hombres en Génesis 11. Si acaso Dios lo aceptaría así o no, ellos nunca pensaron en esperar para considerarlo. Él no estaba ante ellos. Ellos hicieron lo que a ellos les plació. Edificaron una ciudad y una torre para que tanto el nombre como la seguridad, la gloria y la fuerza, pudieran ser de ellos.

 

Así fue en aquellos tempranos días. En otros y muy distantes días, en los días del Salvador, sucedió lo mismo, — con esta circunstancia agravante, — que en aquel entonces se formaron confederaciones de elementos extraños y discordantes a causa de la acción de la enemistad natural del corazón hacia Dios, — y que ese corazón sea disciplinado o entrenado como pueda serlo, ya sea en una escuela judía o gentil. En esa enemistad el judío y el gentil son encontrados juntos; y así están también el fariseo y el saduceo, — hombres de diferentes políticas y de diferentes sectas. El mundo combinó estos diversos materiales contra un Jesús que no era de este mundo. Este fue el secreto de la confederación de ellos. El fariseo y el saduceo eran hombres de pensamientos totalmente diferentes considerados simplemente en sí mismos; pero el mundo puede ser el común objeto de ellos en la resistencia contra Cristo. Esto es visto en Mateo 16: 1-5: donde leemos que ellos se reúnen y le dicen, «Muéstranos una señal del cielo». Es decir, desafían al Señor a acreditarse a Sí mismo de alguna manera que el mundo pudiera apreciar, o que de lo contrario, Le rechazarían por un común consentimiento.

 

Esto debe ser considerado con atención. El mundo tiene poder para combinar elementos muy diferentes cuando un Cristo que no es de este mundo se destaca como enemigo común. Herodes y Pilato se hicieron amigos. Puede haber lo secular y lo eclesiástico, incluso lo incrédulo y lo supersticioso; pero que aparezca un Cristo que no es de este mundo, y Él será desafiado como el objeto de una común enemistad. Un extranjero celestial que reside en la tierra por un tiempo, produce disgusto como un intruso a ambos; y con independencia de aquello en lo que ellos difieren, ellos se pueden aliar y actuar juntos contra Él. Dios, tal como el corazón del hombre o la religión del hombre lo presenta, el hombre lo aceptará; pero el Dios verdadero, cuya imagen es Jesús, nunca Le bastará.

 

Todo esto es para la consideración actual de nuestras almas. Porque el mundo se está convirtiendo en un objeto común en estos días nuestros. Todos están ayudando a su avance y al desarrollo de sus capacidades, y a la multiplicación de sus cosas deseables y deleitosas, — y una generación como ésta puede convertirse fácilmente en el material de una confederación, o asociación común contra el Jesús que no es de este mundo y la iglesia de Dios.

 

El Señor mismo nos presenta una extraña coalición de este tipo en el evangelio de Lucas, capítulo 11. Se trata de una palabra solemne de advertencia; y yo puedo añadir, de una palabra oportuna, justo en este día actual.

 

El espíritu inmundo había sido el inquilino original de esta casa leprosa. A su debido tiempo él la abandonó buscando otros escenarios de acción. Pero después de un tiempo él regresa y encuentra su antigua casa en una nueva condición. Su ausencia, la ausencia de un espíritu inmundo, la ha dejado abierta a otras influencias; y por consiguiente a su regreso la encuentra "barrida y adornada". Sin embargo, esto no le decepciona. Más bien él lo considera más adecuado que nunca para su propósito. Y es en este hecho, — en este hecho solemne y terrible, — donde yo creo que hay algo para nuestra atenta y especial observación en este momento y para esta generación.

 

Esta casa leprosa cambió su estilo o condición, pero no su dueño, ni su idoneidad para responder a los propósitos de su dueño. Si el espíritu inmundo había sido defraudado en sus andanzas, él no lo es al regresar a su antigua morada. Tan diferente es la situación que él va a reunir otros siete espíritus peores que él, y todos ellos entran en la casa con más empeño que nunca para llevar a cabo su ruina. Y ellos tienen éxito. El postrer estado de ella viene a ser peor que el primero.

 

Verdaderamente este es un retrato de confederaciones extrañas e inesperadas. Un espíritu inmundo entra en una casa barrida asociando consigo a otros siete espíritus. Esta es una extraña coalición. En esta casa se encuentran juntas cosas que de manera natural no convenían ni a la casa misma, ni entre sí. Pero aún así, allí están en compañía y habitan y trabajan juntos. Un espíritu inmundo, con otros siete espíritus, ¡en una casa barrida y adornada!

 

¿Está la cristiandad en su postrer estado? ¿Va a llegar ella a esto? Pregunto más bien, ¿no está ya en camino de estarlo? ¿Acaso no hay síntomas demasiado evidentes como para equivocarse de esas extrañas y antinaturales alianzas a todo nuestro alrededor? ¿Acaso no están los repulsivos elementos en sí mismos comenzando a probar su capacidad de combinarse? ¿Acaso no es 'alianza' la consigna favorita del día? ¿No está el espíritu inmundo de días anteriores, de días más oscuros haciendo una nueva entrada en una casa reformada, barrida y ornamentada? ¿No es ésta la cristiandad de la hora actual? ¿Acaso no se están haciendo realidad las premoniciones del Profeta divino ante nosotros y a nuestro alrededor en este momento?

 

Hay muchos espíritus "salidos por el mundo" circulando en la actualidad. El viejo "espíritu inmundo" está circulando en creciente vigor, el espíritu de Idolatría o superstición. El espíritu incrédulo está circulando. El espíritu mundano está circulando, — esa energía que con sus diez mil argucias está embelleciendo y equipando su lugar nativo, usando refinamiento de todo tipo, la moral, la religión, la cultura intelectual y los deleites intelectuales, la ciencia y la música, los libros y los cuadros, todo lo que puede ser puesto en marcha y hacer que sea atractivo o aceptable para el mundo, y uniendo 'las masas' con los nobles en el disfrute de ello.

 

Así sucede en la historia de esta hora actual. La verdad conmovedora de que Jesús es el Jesús rechazado en este mundo está prácticamente olvidada en todo esto. Ese misterio es despreciado por algunos, negado por otros, menospreciado por otros, y nosotros que lo reconocemos completa y enteramente entre las cosas profundas y preciosas de Dios, obramos de acuerdo a ello sólo fría, descuidada y débilmente. Porque decimos: ¿Cómo podía Dios encontrar en este mundo otra cosa que el rechazo? El mundo ya se había apartado de Él antes que Él entrara en él. Este mundo se había establecido por sí mismo mucho antes, incluso desde los días de Caín y la ciudad de Enoc. Pero ¡cuán profundamente arraigada debía estar su enemistad cuando se negó a conocer a alguien como Jesús! Esta enemistad del mundo era como la enemistad de los judíos que podían olvidar todo su aborrecimiento hacia el gentil, asentado y arraigado como estaba ese aborrecimiento en el corazón mismo de la nación, y en el deseo de librarse de Él decir: "No tenemos más rey que César". (Juan 19: 15). Rechazaron las aguas de Siloé que corrían mansamente, y se regocijaron con Rezín y con el hijo de Remalías. (Véase Isaías 8).

 

Pero la confederación aún no ha finalizado su historia ni ha agotado toda su energía. Todo lo contrario. Ella debe ser vista en plena acción al final, como lo fue al principio. Nosotros la hemos visto en los primeros días de Babel y en los manifiestos días maduros del Señor Jesús, y todavía la veremos en los días decadentes de Apocalipsis. Y la "serpiente antigua" será la vida y la instigadora de confederaciones al final, como lo fue al principio y hasta ahora. El libro de Apocalipsis atestigua esto, especialmente en los misterios o símbolos de la "Mujer" y la "Bestia". 

 

La Mujer está sentada sobre muchas aguas. Muchedumbres, lenguas, naciones y pueblos, todos reciben de su mano el cáliz de la fornicación. Los reyes de la tierra, los mercaderes de la tierra, todo piloto, y marineros, y todos los que trabajan en el mar, están sometidos a ella. La Bestia tiene a todo el mundo asombrado ante ella. En sí mismo combina el león y el oso y el leopardo, y tiene diez cuernos y siete cabezas. El Falso Profeta le sirve, y los reyes, de común acuerdo, le dan su poder. Todos los que habitan en la tierra lo adoran. Pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, reciben su marca en la frente. (Apocalipsis 17 y 18; Apocalipsis 13).

 

Estas son muestras terribles de energías del mal confederadas. Y en ellas vemos el principio reproducido al final. Porque confederación es el modo o forma en que el hombre hace alarde de sus soberbia y apostasía naturales.

 

Y en esa forma de confederación Dios juzgará prontamente a los rebeldes hijos de los hombres tal como Él ya lo ha hecho en los primeros días. Al principio fue la alianza entre la Mujer y la Serpiente la que Él rompió, diciendo a la Serpiente: "Pondré enemistad entre ti y la mujer". (Génesis 3: 15). Fueron los que estaban reunidos en la llanura rebelde de Sinar los que Él esparció sobre la faz de toda la tierra. (Génesis 11). Y así, es el cuerpo de la Mujer Apocalíptica en su soberbia el que Él entregará para ser quemado en el fuego; y Su cena, "la gran cena de Dios", celebrará la condenación y ruina de la Bestia y sus asociados. (Apocalipsis 19: 11-21).

 

Nuestra victoria actual, amados, es mediante separación. Separación es santidad, — si ello es separarse al lugar y carácter que el llamamiento de Dios sugiere.

 

El propósito de la serpiente en el huerto fue retirar a Eva de la condición en que Jehová Dios la había colocado. Ella debía sacrificar eso y obtener un avance de parte de la serpiente. Ella consintió; y de inmediato, como "virgen pura", quedó arruinada. Su pureza se perdió. Todo lo que ella ganó, lo perdió. Ella perdió aquello que Dios la había hecho.

 

La iglesia, como la Eva de Génesis capítulo 2, debe ser lo que la mano de Dios la ha hecho ser, tomando, como lo ha hecho en esta época, la cruz de Cristo como su instrumento o material. Y esa cruz la ha acercado a Dios pero la ha alejado del mundo, y cuando los principios del mundo proponen cultivar y hacer progresar a la iglesia, y tal propuesta es oída, nosotros vemos de nuevo lo que vimos antaño en Génesis 3, a saber, la Eva mística ha perdido su pureza virginal.

 

La propuesta de hacer avanzar a la iglesia por tales medios es atractiva. Pero también lo fue la propuesta de la serpiente al principio: "Seréis como Dios". (Génesis 3: 5). Este era un ángel de luz, un ministro de justicia, en el criterio de la carne y la sangre. Pero obró corrupción y ruina moral absoluta, pues la engañó para sacarla del estado en que Dios la había dejado.

 

Y esta generación está haciendo lo mejor que puede hacer para recomendar el mundo a la iglesia, nuevamente el árbol a la mujer. Dicha generación habla como si el mundo fuera ahora una cosa muy diferente de lo que la cruz de Cristo ha dado a conocer y ha demostrado que es. Habla como si Cristo ya no fuera un Cristo rechazado. Pero si el santo escucha, como antaño lo hizo Eva, él ya está corrompido, — pues él está renunciando al lugar, a la condición y al carácter que la cruz de Cristo le ha dado y lo que ella ha hecho que él sea.

 

La serpiente de buen grado daría al hombre un huerto nuevamente. Y será un huerto más feliz que el que Dios les dio una vez. Él tendrá todos los árboles en ese huerto. El mundo será un mundo sabio, un mundo religioso, un mundo cultivado, un lugar delicioso, y aún progresando. El hombre de benevolencia, el hombre de moral, el hombre religioso y el intelectual, el hombre de gustos refinados, todos encontrarán su hogar en él. Y ésta será la unicidad del mundo. Y todos los que deseen la felicidad de sus semejantes y el descanso común después de tantos siglos de confusión y problemas, ciertamente no rehusarán unirse a esta honorable y feliz confederación.

 

Nada resistirá todo esto excepto "el amor de la verdad", nada excepto la fe en esa Palabra que allega a un pecador a Jesús y Su sangre, y las esperanzas de un pobre creyente cansado del mundo a Jesús y Su reino. Independientemente de lo que a usted le ocurra, amado, aunque sea ello moral y refinado, o religioso en su índole, si no es de "la verdad" ello es injusticia. (2ª Tesalonicenses 2).

 

El mundo se va a asombrar "viendo la bestia" antes que toda lengua confiese que Jesús es el Señor. Cada una de estas cosas será en su día, pero la Bestia tendrá su día, su día de dominio del mal antes que Jesús tenga Su día de dominio de luz y justicia. El santo tiene que andar separado de esas confabulaciones o confederaciones que se están empeñando en hacer que el mundo sea lo que Dios pueda aceptar, hasta que el rechazo de Cristo es contestado desde el cielo. Muchos de los que favorecen el sistema de ordenanzas religiosas y afirman los derechos y dignidades del cargo, piensan que ellos se están combinando con los que cultivan a las masas y al pueblo mediante instituciones liberales. Pero ello es así, — pues todos están cultivando al hombre en vez de renovarlo. Todos están haciendo algo contra la verdad y no a favor de la verdad. (Véase 2ª Corintios 13: 8). El intento es muy artificioso. El sistema de la Bestia y sus reyes será en su día muy bueno. Todos tienen "un mismo sentir", y del atractivo de una unidad tal nada preservará el alma excepto la fe que conoce los principios de Dios y sabe que cualquier cosa o todo lo que propone poner el mundo en orden hasta que los juicios lo hayan limpiado es del dios de este mundo y no del cielo. Lo que ha de tener este "mismo sentir" es la cosa misma que resistirá al Cordero y es juzgada por Dios en el día del Señor (Apocalipsis 17: 14; Apocalipsis 19: 19, 20).

 

Es fácil escribir esto, amados, — pero yo sé que es el poder de la separación lo que debe ser apreciado por nosotros. Fue así en el alma del querido apóstol, tal como lo hemos visto en la 2ª epístola de Pablo a Timoteo. En esa conmovedora epístola él infunde un espíritu que era fuerte en la gracia que es en Jesucristo, y pasaba conscientemente las fronteras de la gloria. Y con esto él tenía ardiente amor por la prosperidad de la iglesia y de su amado Timoteo. Aquí estaba la virtud oculta de su hermosa y clara separación del mundo, o de la corrompida "casa grande", que en aquel entonces se levantaba ante él y a su alrededor. Su separación fue en el poder de esta fe y esperanza y amor. Y a una gracia semejante nos llama el Espíritu en este día cuando la "casa grande" de aquella epístola se ha convertido en la cristiandad de nuestros días.

 

El escenario de los profetas (y aquel escenario es tan real como lo que en este momento está bajo nuestros ojos), y yo puedo decir, muy especialmente el de Apocalipsis, está adquiriendo una mayor nitidez en los pensamientos de muchos de los santos de Dios en estos días. En otros días ello era considerado confuso y velado. Y yo pregunto, ¿ acaso no es esto algún síntoma de que nos estamos acercando a esas regiones, — un síntoma de que somos conscientes de una creciente claridad debido a la cercanía?

 

Y Además, entre nosotros existe una especie de giro de pensamientos instintivo acerca del juicio y de la gloria. Hay un cierto sentido de este hecho solemne, a saber, de que Dios está a punto de interferir de un modo u otro en el curso de las cosas que nos rodean. Las energías del mal son vistas estando muy activas, y el mundo es visto siendo muy arrogante y autosuficiente. El día actual es el de la madurez del mundo. El mundo está actuando como hombre ahora. Habla de otros días como quien recuerda su infancia. Se jacta de sí mismo más allá de todas las anteriores pretensiones, y promete hacer cosas aún mayores. Y continuará así hasta que en el momento de su más elevada soberbia le sobreviene el juicio de Dios.

 

El pueblo de Dios debe esperar con el cinto y la antorcha que son los hermosos símbolos permanentes de su llamamiento hasta que el Señor aparezca, — es decir, con mentes ceñidas a una santa separación de las cosas actuales, y con el corazón animado con el deseo y la expectativa de cosas venideras.

 

Estos pensamientos acerca de los juicios pueden conmover provechosamente nuestros corazones en esta hora. Pero permítanme añadir, porque es un consuelo recordarlo, que los juicios de Dios son siempre sólo circunstanciales, y nunca finalizan la escena, o terminan Su acción y propósito. Ciertamente Él pasa a través de ellos, pero Él sólo pasa a través de ellos, o más bien con ellos, hacia la gloria y el reino, que es Su llamamiento. El diluvio, uno de Sus juicios, condujo al nuevo mundo bajo el gobierno de Noé. En el juicio de las ciudades de la llanura hubo sobrevivencia, y Abraham es visto en lo alto, a la mañana siguiente, por encima de todo ello, y Lot es liberado. (Génesis 19). El juicio de Egipto fue la redención de Israel destinado a la herencia.

 

Y para mayor fortaleza y consuelo yo puedo añadir que si la mente pudiera ser libertada del poder cegador y prejudicial del amor propio, ella hablaría del juicio de justicia y justificaría a Dios en Sus juicios. Considere usted a Adán. Su escondite entre los árboles del huerto le atrajo juicio contra sí mismo con Dios. Considere usted el campamento en Números capítulo 14. El absoluto silencio de ellos en el momento en que apareció la Gloria hizo lo mismo. Fue como Adán cuando se escondió. Considere usted a David. (2º Samuel capítulos 11 y 12). Natán se apoderó de la conciencia de David cuando apeló sencillamente a su sentido moral, a su estimación de lo correcto y lo incorrecto, su medida de la iniquidad y su retribución. Él obtuvo de David una sentencia que justificó el juicio de Dios contra él mismo. Poco sospechó él que estaba dictando sentencia en su propia causa. Pero así fue, — y descartado o desechado por un momento el amor propio, y al ser dejado solo el sentido moral en compañía de la ofensa, David es juzgado por su propia boca, y el juicio de Dios es justificado.

 

Igualmente en cuanto a los labradores del evangelio de Mateo capítulo 21. Como Natán con David, el Señor se apodera de la conciencia de los judíos y les hace pronunciar su propia condena. Y todo esto es porque el amor propio fue nuevamente, por así decirlo, enviado fuera de la corte de justicia, y el mero sentido moral, el sentido del bien y del mal, lo correcto y lo incorrecto, está solo en el tribunal. El decreto de Dios contra ellos está allí anticipado por ellos mismos.

 

Lo mismo sucedió con el hombre que no estaba vestido de boda en el capítulo 22 de Mateo. Entró en el banquete de bodas con un corazón descuidado pensando sólo en sí mismo en el poder de una forma u otra de la mera naturaleza. Pero además, en su caso, cuando el sentido que juzgaba lo que era apropiado y necesario fue llamado a ser ejercitado, y no hubo nada que interfiriera con su acción en la conciencia, — cuando le es presentado el pensamiento sencillo y sin mezcla, de si acaso una persona con tal vestido debía estar en tal lugar, él "enmudeció", se sintió culpable, él no tuvo nada que decir, y su propio criterio le dice que alguien como él no tenía nada que hacer en un lugar como aquel.

 

Estos ejemplos pueden ser usados por el alma como ilustraciones de la gran verdad de que el Juez de toda la tierra hará lo correcto, que Él será justificado cuando hable, y claro cuando Él juzgue. De nuestra propia boca Él condenará. Cuando Eva alegó la astucia de la serpiente, y Adán alegó el don por parte de Dios de Eva a él, Jehová Dios no condescendió a responder las alegaciones. ¿Y quién de nosotros en esta hora no justifica a Dios al pronunciar esa sentencia sin responder a esas excusas?

 

Todo esto es para nosotros y para nuestro consuelo, cuando pensamos en Aquel con quien tenemos que ver; y podemos cantar acerca de Él y de Su alabanza cuando el tema es "misericordia" o "juicio". (Salmo 101). Pero yo digo nuevamente que el juicio nunca finaliza la escena. Nunca es "el propósito final del Señor". (Santiago 5: 11 - RVA). Las cosas de Job fueron enmendadas y mucho más que eso, antes que se alcanzara "el propósito final del Señor" en su historia. Sus cosas en el mundo, en su propia persona, tanto en la mente como en el cuerpo, en la familia y en la compañía, estaban todos en confusión. Su ganado había sido robado, sus casas estaban en ruinas, sus hijos habían muerto, y sus hermanos se habían puesto en su contra, malinterpretándolos él e injuriándolos, y ellos lo vituperaban y condenaban injuriosamente. Todo estaba así fuera de orden; dentro y alrededor de él, en cuanto al mundo, la familia y la compañía.

 

¡Cómo podía haber más confusión! Pero el "propósito final" de Dios estaba más allá de todo esto, — pues nunca llegamos al propósito final de Dios en la disciplina del juicio, ni en la disciplina de un santo individual, ni en el juicio de un pueblo o de un mundo.

 

Entonces, sólo el Santo Jesús cierra y corona el libro que detalla los juicios venideros de Dios. (Apocalipsis capítulo 22).

 

Cuán poco se eleva el alma en el poder de estas cosas que son tan fácilmente discernidas, y acerca de las cuales tan libremente se habla y escribe.

 

J. G. Bellett

 

Traducido del Inglés al Español por: B.R.C.O.- Octubre 2024

 

Otras versiones de La Biblia usadas en esta traducción:

RVA = Versión Reina-Valera 1909 Actualizada en 1989 (Publicada por Editorial Mundo Hispano).

Título original en inglés:

The Confederacies of Men and the Judgments of God

by J. G. Bellett
Traducido con permiso
Publicado por:
Bible Truth Publishers

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