EDIFICACIÓN ESPIRITUAL CRISTIANA EN GRACIA Y VERDAD

La Significación Plena de la Conversión (J.N.Darby)

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La Significación Plena de la Conversión

 

J. N. Darby

 

Todas las citas bíblicas se encierran entre comillas dobles ("") y han sido tomadas de la Versión Reina-Valera Revisada en 1960 (RVR60) excepto en los lugares en que además de las comillas dobles ("") se indican otras versiones mediante abreviaciones que pueden ser consultadas al final del escrito.

 

De la revista "Words of Faith", Vol. 3, 1884, página 36

 

Lectura Bíblica:

"Porque ellos mismos cuentan de nosotros la manera en que nos recibisteis, y cómo os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero, y esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera".

1ª Tesalonicenses 1: 9, 10

 

No obstante lo bienaventurado que es exponer el evangelio de la gracia de Dios,  siempre se debe tener presente que el Señor mismo debe ser el centro en el testimonio. Aquí, en la ciudad de Tesalónica, estas almas fueron sacadas del paganismo y llevadas a servir al Dios vivo y verdadero. Toda la persona se volvió a Dios, — un estado totalmente nuevo de principio a fin; no meramente obteniendo alivio para la conciencia sino que Dios mismo en Cristo se convirtió en el objeto ante el alma. Esta es la plena significación de la conversión, tal como lo tenemos en 1ª Tesalonicenses 1: 9, 10, — una persona que es convertida a Dios; hay arrepentimiento hacia Dios y fe en nuestro Señor Jesucristo.

 

Cuando usted cree obtiene una vida totalmente nueva y usted juzga el pasado, — se arrepiente porque cree; todo viene junto, como el hijo pródigo cuando se volvió a la casa de su padre, hay una vida, un estado y un objeto totalmente nuevos. "Los que son del Espíritu, (piensan) en las cosas del Espíritu", etc. (Romanos 8), y, "Nuestra ciudadanía está en los cielos", etc. (Filipenses 3),  es la afirmación doctrinal de esto. Usted debe obtener un conocimiento tal de su "yo" como para deshacerse de él. Si usted dijera fielmente: «Estoy muerto», Satanás no podría tentarlo. Es posible que no siempre usted pueda hacer esto, pero a usted no le corresponde decirlo, como alguien nacido "de agua y del Espíritu". (Juan 3: 3-5). El agua limpia, pero nacer del Espíritu da una nueva posición y una nueva vida.

 

Nosotros sabemos que hemos nacido de Dios, — esa vida eterna, la cual estaba con el Padre es mi vida, y esa vida es Cristo; Él se ha convertido en mi vida. El soplo del Señor sobre los discípulos no fue el Espíritu Santo enviado desde el cielo. (Juan 20: 22). Cuando Cristo ascendió al cielo Él recibió el Espíritu Santo de nuevo por nosotros. (Hechos 2: 32, 33). Él Lo tenía antes, pero lo recibió por nosotros cuando ascendió a lo alto. Es por medio del segundo Hombre ido a la gloria después de haber quitado nuestros pecados que nosotros obtenemos el Espíritu. Dios desciende a nosotros en nuestros pecados como Hombre, y como Hombre asciende y recibe el Espíritu Santo por nosotros. En Cristo la persona asume un nuevo lugar en resurrección.

 

La obra de Cristo en la cruz limpia la conciencia; luego Cristo mismo se convierte en nuestra vida. Este es un estado totalmente nuevo, — una nueva criatura (otra trad., una nueva creación). (2ª Corintios 5: 17).

 

La primera cosa necesaria es tener el asunto del pecado resuelto y saber que todos nuestros pecados fueron llevados por Cristo, y quitados. Si usted me acusa de mis pecados Dios declara que la sangre que me limpió está siempre bajo Su mirada; Él no puede imputarme mis pecados, mis pecados fueron imputados a Cristo. Lo que me limpia es lo que Dios ve, no que yo haya aceptado a Cristo, sino que Dios lo ha hecho. Lo que da Paz es que la obra de Cristo ha resuelto perfectamente el asunto del pecado.

 

En la práctica, si yo peco, no sólo estoy fracasando miserablemente sino que estoy haciendo la cosa que causó la agonía de Cristo, pero si ello hizo eso, dicho pecado no puede ser imputado a mí. Nosotros tenemos la enseñanza relacionada con nuestro estado práctico en el tipo de la vaca alazana. (Libro de Números, capítulo 19). Las cenizas, — el pecado consumido en la cruz, — con el agua corriente, el agua viva, eran rociadas sobre la persona inmunda. Las cenizas son aplicadas al alma en testimonio de que todo ha sido consumido, — el pecado quitado de en medio . (Hebreos 9: 26-28). Si yo me permito un pensamiento necio, incluso el Espíritu Santo es contristado y me siento incómodo, pero yo no me puedo juzgar a mí mismo por el pecado, a menos que esté seguro de que no es imputado. La respuesta a todo es la obra hecha en la cruz. Esa obra nos coloca en la presencia de Dios, en la luz, sin mancha, habiendo sido cargado nuestro pecado sobre Cristo, conforme al conocimiento que Dios tiene de él.

 

Nada pone a prueba tanto al corazón como darse cuenta de que el adorador, limpio una vez, no tiene "ya más conciencia de pecado". (Véase Hebreos 10) . No puede haber santificación real o correcta hasta que una persona tenga claridad acerca del pecado. Hasta que yo conozca mi perfecta aceptación y esté perfectamente seguro de la salvación por haber desaparecido todo pecado, yo estoy mezclando mi estado con mi posición. La naturaleza santa está allí pero no puede haber una santificación propiamente dicha hasta que yo entienda que Cristo no ha llevado mis pecados hasta tal día, sino que todos mis pecados han desaparecido y, además de eso, tengo una perfecta aceptación en Cristo.

 

Hay tres cosas: paz en cuanto a los pecados; gracia actual; y gloria venidera. No meramente no hay condenación estando en Cristo Jesús habiendo sido eliminado todo pecado, sino que una posición, — un nuevo lugar en Cristo mismo, — es nuestra . Todo, en cuanto al primer Adán, fue resuelto en la cruz y yo tengo un nuevo lugar en Cristo, y soy llamado a andar ahora como Cristo anduvo, pero he de ser hecho conforme al Hijo de Dios en gloria. Debo andar como Cristo anduvo, no ser como Cristo fue. Él fue sin pecado en El, nosotros tenemos pecado en nosotros, pero el pecado en nuestro andar nunca debe ser permitido.

 

"Nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor". (2ª Corintios 3: 18). No sólo mis pecados han sido eliminados sino que veo a un Hombre que ha ido a la gloria, y ahora no sólo yo no pecaría sino que quiero ser como aquel Cristo en la gloria, — prosigo a la meta. "Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es". (1ª Juan 3: 2). Yo veo ahora a Cristo en la gloria por medio de la fe; sé que voy a ser semejante a Él en breve y quiero ser tan semejante a Él como pueda serlo, incluso ahora. Ello es como una luz al final de un túnel, cuanto más me acerco, más resplandeciente es la luz. Veo que la carne en mí nunca cambia, sólo parece peor y peor; pero si mi mirada está fija y mi mente está ocupada con Cristo, y llena de Cristo, a cada paso me pareceré más a Él, — "transformados de gloria en gloria en la misma imagen".

 

No debe haber nada en el corazón o en el andar que no sea a semejanza de Cristo, — todo debe ser entregado a Él; y en cuanto al andar, yo debo andar como Cristo lo hizo. (1ª Juan 2: 6). El relato que tenemos acerca de la carne es la iniquidad, antes del diluvio; luego, bajo la ley ella hace un becerro de oro; después, una vez que Cristo vino en gracia, Él es rechazado y crucificado; acto seguido el Espíritu Santo es rechazado a través de Esteban; y por último, si un hombre va al tercer cielo, tan pronto como él desciende la carne debe tener un aguijón. No hay cambio alguno en ella, pero eso no es motivo para que la dejemos actuar; no hay conciencia inmediata de que la carne esté actuando en absoluto si el alma está llena de Cristo. Yo no pienso en ella si pienso en Cristo, considero que la carne está muerta. Si una persona está muerta no se le puede acusar de una voluntad inicua y de concupiscencias. No sólo Cristo fue crucificado sino que yo he sido crucificado juntamente con Él. Siempre tengo que traer esa muerte de la cruz, y tengo a Cristo como mi vida, — "Si morimos con Cristo… también viviremos con él". (Romanos 6: 8). Yo tengo el poder de Cristo actuando en mí con esta nueva vida. Al pecado que encuentro en mi carne se le ha dado muerte en Cristo y he terminado con él. Pero otro asunto es que yo obtengo a Cristo como objeto de mi vida, — "Aquella vida que ahora vivo en la carne, la vivo por la fe en el Hijo de Dios, el cual me amó, y se dio a sí mismo por mí". (Gálatas 2 : 20 – VM).

 

Usted encuentra a muchos que saben que sus pecados han sido perdonados pero no saben lo que es haber sido crucificado juntamente con Cristo. Usted nunca podrá librarse del yo hasta que sepa esto. En Romanos capítulo 7 al alma se le ha dado vida pero no es libertada; está bajo el primer marido, renovada debido a que conoce la espiritualidad de la ley, pero es un aprendizaje que no tiene fuerza. Es más difícil aprender que usted no tiene fuerza, que aprender que usted es impío. La última etapa es: "¡Doy gracias a Dios por medio de Jesucristo nuestro Señor!" (Romanos 7: 25 – RVA). Esto es liberación. En el momento en que Cristo entra hay poder, pero yo debo aprender mi debilidad; no un equilibrio entre carne y Espíritu. Habiendo Dios condenado en Cristo al pecado en la carne, yo estoy muerto a él. (Romanos 8: 3). Si me hablan de un buen concierto, o de cualquier otra cosa, digo: «Yo estoy muerto a ello.» Un jardinero no tiene la idea de podar un manzano silvestre, lo corta, y lo injerta con una cosa completamente nueva.

 

Las personas no reconocen el hecho de que ellas han muerto juntamente con Cristo, así como el hecho de que Cristo ha muerto por ellas. Muchas almas a las que les ha sido dada vida no conocen el pleno valor de la obra de Cristo, y que "como él es, así somos nosotros en este mundo". (1ª Juan 4: 17).  Cuando la sangre estuvo en los dinteles y postes de las puertas los israelitas estuvieron a salvo, pero cuando llegaron al Mar Rojo y se les dijo que estuviesen firmes y vieran "la salvación que Jehová" haría con ellos, hubo una liberación positiva, — ellos fueron sacados de un lugar y colocados en otro. (Véase Éxodo 14).

 

La posición manifiesta, visible, es que yo no vivo según la carne, sino según el Espíritu: pero "Si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él", — no está en una posición correcta en absoluto. (Romanos 8: 9).  "Vosotros en mí, y yo en vosotros" (Juan 14: 20), de allí es de donde obtengo mi posición en Cristo ante Dios. Soy completamente perfecto, maduro, si estoy en Él, y Él está en mí; y en cuanto al cuerpo, yo tengo que considerarlo muerto.

 

La manera en que vivían los tesalonicenses en cuanto al testimonio era de lo más bienaventurada. Uno nunca puede presentarlo tratando de hacerlo. Si mi corazón está lleno de Cristo no me limitaré a evitar el mal sino que tal como ora Pablo en relación con los filipenses, desearé llenarme de frutos de justicia; y habiendo entendido el pensamiento de Dios, Le entregaré mi cuerpo en sacrificio vivo. (Filipenses 1: 8-11; Romanos 12: 1). Pablo hizo una única cosa; corrió tras Cristo en la gloria. Esto es lo que la conversión realmente es: a saber, Cristo es todo para el alma.

 

J. N. Darby

 

Traducido del Inglés por: B.R.C.O. – Septiembre 2024

Título original en inglés:
The Full Import of Conversion, by J. N. Darby
Traducido con permiso

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