EL DÍA DEL SEÑOR
William
Kelly
Todas las citas bíblicas se encierran entre comillas dobles (" ") y han
sido tomadas de la Versión Reina-Valera Revisada en 1960 (RV60) excepto en los lugares en que además de las
comillas dobles ("") se indican otras versiones mediante abreviaciones que pueden ser consultadas al final del escrito.
"Ahora
bien, os rogamos hermanos, por (o teniendo presente) la venida de nuestro Señor Jesucristo
y nuestra reunión con él, que no seáis movidos fácilmente en vuestra mente, ni seáis
perturbados, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera nuestra, como que el día del Señor
está presente (o ha llegado]".
2ª
epístola a los Tesalonicenses 2: 1, 2 – JND, WK.
1ª
Parte
Anoche
mostré la importancia de no confundir el día del Señor con la promesa de Su venida. Por otra parte, nosotros
debemos tener también el cuidado de no confundir la venida del Señor con Su día, día del cual
se habla aquí. Es decir, debemos mantener cada uno separado del otro; cada uno en su propia singularidad. Yo he procurado
con diligencia mostrar que la venida del Señor será la consumación de la gracia del Señor. El
día del Señor será la ejecución del juicio del Señor. Por lo tanto, si nosotros mezclamos
la venida del Señor con Su día debilitamos la solemnidad del juicio, así como si mezclamos el día
del Señor con la venida del Señor perdemos toda la frescura y la plenitud de Su gracia. En resumen, la gracia
y el juicio deben tener cada uno su debida expresión, y así como la venida del Señor Jesús es
aquello que la Escritura emplea para expresar el regreso del Señor a la tierra para llevarse consigo a los Suyos y
presentarlos ataviados de Su gloria en la casa del Padre en las alturas, así el día del Señor incluye
Su intervención con los hombres en la tierra, derribando toda la soberbia, la maldad y la incredulidad de los hombres,
e introduciendo un nuevo sistema de gobierno divino donde todas las cosas estarán sujetas a su autoridad. Yo no digo
que todos los hombres convertidos sino todos los hombres llevado a estar bajo Su gobierno. Habrá una obediencia fingida
prestada durante ese día del reino aquí abajo. A ustedes no les puede sorprender que ello sea así porque
no sólo habrá un remanente de hombres eximidos al principio de aquel día del Señor, sino que su
curso abarcará no menos de mil años, y durante aquel largo período de prosperidad ininterrumpida, con
todas las muestras de la bondad divina prodigadas sobre los hombres que viven aquí abajo, habrá millones de
personas nacidas de aquellos que fueron eximidos desde el principio. De estos millones la Escritura no enseña en ninguna
parte que serán nacidos de Dios. Puede que ellos lo sean, o puede que no, pero incluso aquellos que no hayan nacido
de Dios ya no tendrán que lidiar con el mal con el que el hombre tiene que lidiar ahora. No habrá más
carencia; no habrá más opresión; no habrá más tentación a la abierta iniquidad;
no habrá más guerras ni combates; no habrá más enfermedad ni pestilencia; a Satanás no
se le permitirá tentar a los hombres porque estará bajo restricción durante todo aquel tiempo.
Ustedes
que leen las Escrituras no pueden ignorar estas cosas; y afortunadamente en este país (Gran Bretaña), por lo
menos la mayoría de los hombres leen la Biblia, y ustedes deben saber que en lo que he estado diciendo yo me estoy
refiriendo a la clara y positiva Escritura. La Biblia es un libro abierto en Escocia y los niños aprenden a leerla,
aunque algunas veces sus mayores no se la explican cómo sería de desear. Pero eso está allí y
en términos muy claros en el último libro del Nuevo Testamento. Además, es un gran error suponer que
sólo el último libro del Nuevo Testamento es el que habla de aquel día. Por el contrario, todos los profetas
del Antiguo Testamento abundan en ello, aunque no lo definen como un período de mil años. Esto les estaba oculto.
Esperaba a un profeta aún más grande que ellos. Fue apropiado en la sabiduría de Dios que Juan el Evangelista
fuera también Juan el Profeta y que quitara el velo de aquellos tiempos y sazones de los cuales el Señor no
permitió que Sus discípulos se ocuparan cuando Él ascendió al cielo. A ellos les bastaba saber,
no los tiempos y las sazones de la redención de Israel, sino que Dios Padre estaba ahora a punto de cumplir la promesa
del Espíritu Santo, y de hacerlos testigos para Jesús por toda la tierra; y esto está sucediendo ahora.
(Hechos 1: 1-11). Ahora se está dando testimonio del Señor Jesús por medio del Espíritu Santo.
Eso es lo que comúnmente llamamos el evangelio, y con toda razón. Pero ustedes deben recordar siempre que junto
con el evangelio va la iglesia, — siendo el evangelio el testimonio de Dios a toda criatura, y siendo la iglesia la
reunión de los que reciben el evangelio y reconocen al Señor Jesús, bautizados por un solo Espíritu
en lo que en la Escritura es llamado "el cuerpo de Cristo".
Ahora
bien, yo tengo un poco que decir al explicar este asunto más plenamente, — es decir, el día del Señor;
y todavía mantendré el contraste entre la venida del Señor y el día del Señor porque en
cuanto a éstos el asunto más importante es que ustedes tengan claridad acerca de su propia posición como
creyentes; que ustedes conozcan su propia porción en el día de gracia. La venida del Señor Jesús
para cumplir todo lo que Su amor ha asegurado a la fe es de primordial importancia. El día del Señor,
aunque es de gran interés de una manera positiva es, en lo que a nosotros concierne, más negativa y no debemos
mezclar las secuelas del juicio con los tratos de la gracia si queremos evitar una grave deshonra a la verdad. Esta confusión
fue evidentemente un peligro desde el principio. Aquí lo vemos en estos versículos, — "Ahora bien,
os rogamos hermanos, por (o teniendo presente) la venida de nuestro Señor Jesucristo y nuestra
reunión con él, que no seáis movidos fácilmente en vuestra mente, ni seáis perturbados,
ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera nuestra, como que el día del Señor está
presente (o ha llegado]". (2ª epístola a los Tesalonicenses 2: 1, 2 – JND, WK). La forma
particular de fraseo empleada por el Espíritu Santo agrupa las dos ideas y hace que ellas sean un todo conectado. La
venida de nuestro Señor Jesús y nuestra reunión con Él son las dos partes de una gran acción.
Reitero
lo que ya he dicho, a saber, que el traslado de los cristianos que ahora están aquí abajo, así como de
los santos del Antiguo Testamento, es la consecuencia necesaria e inmediata de la presencia de nuestro Señor en el
aire. En el momento en que Él viene, todos los que son Suyos se elevan instantáneamente en un estado transformado
o glorificado para encontrarse con Él en lo alto, y estos dos acontecimientos están unidos en la misma frase.
De este modo la fuerza del primer versículo es ésta: «Os rogamos, teniendo presente vuestra esperanza
bienaventurada , por aquello que está lleno de consuelo y gozo, — Su presencia para reuniros con Él
en lo alto, — que no os alarméis por el falso rumor de que el día del Señor ya ha llegado.
No ha llegado, y no puede llegar hasta que se cumplan ciertos males terribles, los cuales son futuros.»
Ahora
bien, ustedes deben observar cuidadosamente que el apóstol no dice que el Señor no puede venir primero. Ellos
estaban completamente equivocados con respecto a aquel "día". Para usar una frase vulgar, «el carruaje
fue puesto delante del caballo.» Es decir, ellos pusieron el día del Señor antes de la venida
del Señor, mientras que el apóstol da a entender que la verdadera ocasión de estos acontecimientos
es la venida del Señor en primer lugar, no para ocuparse de Sus enemigos sino para reunir a Sus santos en Su presencia.
Él tiene un objeto mucho más cercano. Él tiene un objeto amado. Lo primero que hace el Señor cuando
viene del cielo es reunir instantáneamente a Él a todos los que Le esperan. Nosotros debemos tener siempre en
cuenta que se supone que todos los hijos de Dios Le están esperando. No se permitan ustedes el pensamiento de que las
personas que pueden no tener gran claridad al respecto no esperan la venida del Señor. La verdad de ello es que todos
los santos lo hacen más o menos, aunque algunos de ellos tienen nociones erróneas. Algunos suponen que debe
haber intervalos y acontecimientos terribles entre el momento actual y la venida del Señor; otros suponen que habrá
un largo período de bienaventuranza. Ambas nociones son falsas.
No
obstante, permitan que yo les diga que lo que comúnmente es dicho por algunos que es la venida del Señor (a
saber, cuando el Señor asume Su lugar en el gran trono blanco para juzgar a todos los muertos) no es la venida del
Señor en absoluto. Si ustedes consideran el capítulo veinte de Apocalipsis verán que eso no es Su venida.
Cuando ustedes hablan de la venida del Señor ustedes debiesen querer decir que el Señor está regresando
aquí, — viniendo desde donde Él se ha ido. Este es el verdadero significado, — a saber, Aquel que
está ausente estará presente. No se nos dice dónde estará el gran trono blanco, y el motivo por
el cual no se nos dice es muy sencillo. Siempre al juzgar la distancia de manera natural nosotros juzgamos desde la tierra,
desde donde estamos. Tal es el punto desde el cual toda distancia es medida por el hombre de manera natural. Ello es inferido
necesariamente de su situación, y con toda razón. Ahora bien, cuando el gran trono blanco del juicio sea instalado,
los cielos y la tierra que ahora existen habrán desaparecido por completo. Habrá, por el momento, una disolución
total tanto del cielo como de la tierra.
En
ese caso no se trata de una "venida". Leemos, "Y Vi un gran trono blanco y al que estaba sentado sobre él,
de cuya presencia huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar fue hallado para ellos. Vi también a los muertos,
grandes y pequeños, que estaban de pie delante del trono". (Apocalipsis 20: 11, 12 – RVA). Habrá
juicio eterno. Todos los muertos irán y estarán de pie ante el gran trono blanco, pero nadie puede decir dónde
ocurre eso. Sólo Dios lo sabe. El motivo es que los cielos que ahora existen se desvanecen e igualmente la tierra,
y es imposible decir dónde está dicho trono.. Sus elementos estarán en algún lugar del espacio
y podemos comprender perfectamente que cuando los inicuos estén de pie ante el Juez de todos, no tiene la más
mínima importancia decir dónde. Nosotros conocemos también el hecho concomitante de que los cielos que
ahora existen habrán desaparecido por completo. Por lo tanto, es demasiado tarde para hablar de "venida".
La venida del Señor debe ser antes que este universo desaparezca. Eso está claro; y es lo que todo aquel que
habla de la venida del Señor debe querer decir. Aquel que vino una vez en humillación viene de nuevo en gloria;
no se dice que viene a los cielos nuevos y a la tierra nueva, aunque yo no dudo que Él también estará
allí; pero esto no es lo que se quiere decir mediante la expresión, la venida del Señor.
Todos
los credos de la cristiandad reconocen que Cristo vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos, y que de cierto es necesario
que el cielo Le reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas. (Hechos 3: 18-21). Esto significa
que todo lo que ahora está gimiendo será enmendado; que este pobre mundo que ahora es una escena de aflicción
y dolor, será transformado; y que esta poderosa transformación será producida por la intervención
del Señor en poder, no por las panaceas de los hombres. (Romanos 8: 19-23). Toda la medicina que los sabios pudieran
dar al mundo no haría la más mínima diferencia en la tierra ni transformaría la naturaleza de
la raza. Esta poderosa transformación va a ser efectuada por alguien más grande que el hombre, y Aquel que es
más grande es el Redentor. Esa va a ser esencialmente la gloria del Señor Jesús. Ni siquiera el Espíritu
Santo efectuará ese cambio. El Espíritu Santo no se hizo carne ni padeció por nuestros pecados. Es el
Salvador quien va a ser glorificado a la vista de todos los hombres, — no meramente en el cielo sino en la tierra. El
Señor está glorificado ahora y nosotros que andamos por fe y no por vista entramos en eso. Los incrédulos
en este día no saben nada acerca de Dios; nada acerca de ellos mismos; nada acerca del Hijo de Dios. Yo no los reprendo;
Dios no lo permita. Lamento muy profundamente el descuido de ellos, sus prejuicios y su culpa, porque si alguien lee la Palabra
de Dios encontrará en ella el conjunto de testimonio más poderoso de su verdad. No se trata simplemente de los
razonamientos de los hombres. Éstos pensamientos nunca satisfarán realmente el alma, — nunca podrán
corregir un corazón. Sólo Cristo puede hacer esto mediante el poder de Su redención, mediante
Su infinito amor, mediante gracia y verdad, mediante una vida de santidad y justicia. No hay otro objeto en el que el corazón
pueda descansar. Incluso el rey más sabio que jamás haya vivido se convirtió al final en un necio. Yo
no conozco persona en posición más lamentable que el anciano rey Salomón cediendo a los desatinos de
su esposa egipcia, de sus setecientas esposas y trescientas concubinas. Esa es una historia triste y malvada, y sin embargo
Salomón era hijo del gran rey David. Nosotros queremos el Hijo más grande del gran David. (Lucas 1: 32). Ese
Hijo mayor es el Señor Jesús; el verdadero Hijo de David, Aquel que es específico para el bien de los
hombres; el Único que muestra la perfección de la santidad, pero que sin embargo murió para poder ganar
a los más impíos para Dios. Allí está la Persona para transportar el corazón y ligarlo
para siempre al Dios que hasta entonces había difamado. Nosotros habíamos pensado que Él era un duro
capataz, y las personas hablan muy a menudo de la gran deshonra de Dios. Ellas piensan que es algo terrible que Dios condene
a un hombre por comer una cosa tan pequeña como una manzana. Pero esta no es la verdadera manera de expresarlo. Adán
vendió a Dios por una cosa tan pequeña como un fruto. ¿Acaso no es ésta la humillante verdad?
Es Adán renunciando a Dios, — la mujer primero, lamento decirlo. Ella obró sobre él a través
de sus afectos; el hombre no se separaría de ella ni siquiera en el pecado. Está bien cuando un hombre no es
demasiado soberbio como para seguir a su esposa en lo que es bueno, — a veces ellos no lo hacen; pero seguir a una esposa
o a cualquiera en lo que es malo es una triste acción insensata así como un pecado. Por lo tanto, uno no sólo
quiere que Dios se muestre tal como es en gracia a toda iniquidad del hombre, sino que quiere a Dios en la persona de un hombre,
el Hijo del Hombre para que Dios sea glorificado de ese modo.
Toda
la locuacidad de aquellos que les encanta hablar de la perfección del hombre y de la gloria del hombre queda avergonzada
por el nombre de Jesús, porque después de todo, ¿a qué llega su locuacidad? Ellos son sobresalientes
en cuanto a la teoría de la evolución. Piensan que una vez sus padres fueron simios, pero yo no necesito decir
que todo eso es tan contrario a la verdad de Dios así como contrario a toda ciencia, porque nadie vio jamás
la pierna de un simio combinándose con la pierna de un hombre. No hay nada por el estilo en ningún resto fósil,
por no hablar de los fenómenos actuales. Toda ciencia verdadera está fundamentada en principios fijos y en hechos
observados. No hay duda que existen variaciones de las especies. Todo el mundo lo sabe y lo admite. Puede haber una gran y
amplia variedad en cada especie, pero aun así ustedes nunca encuentran una especie convirtiéndose en otra. Nadie
conoció jamás una manzana convirtiéndose en una pera. ¿Acaso no es algo extraordinario que hombres
inteligentes produzcan tales fantasías y las denominen ciencia?
Volviendo
a nuestro tema tenemos aquí al Apóstol exhortando desde el bienaventurado motivo de la esperanza y diciendo
a los tesalonicenses que ellos no deben alarmarse por el falso temor.
2ª
Parte
Y
dejen ustedes que yo les diga que una de las armas favoritas del diablo para dañar al pueblo de Dios consiste en el
temor. Es muy probable que en primer lugar él los atraiga a algo malo. Él atrae a los hombres, tal vez, al pecado.
Eso es una falta; y luego él distrae y trastoca la conciencia de ellos y los hace juzgar a Dios según la propia
noción que ellos tienen de lo que ellos merecen. Por otra parte, él trabaja también mediante la falsedad
y hace que incluso el creyente dude de Dios. Pero su gran arma, de muchas maneras, ha sido siempre el temor. ¿Cuál
es el arma de Dios? ¿Cuál es Su manera de sacar a los hombres del poder de Satanás y de todo tipo de
mal? La fe, — no el temor; sino la fe en la gracia y la verdad de Dios reveladas en Su Hijo; fe no sólo en la
Persona sino en la obra infinita del Salvador. Su persona por sí sola no sería suficiente. Pero por otra parte,
Su obra no podría haber sido suficiente sin Su persona. Yo no estoy llamado a adorar la gracia sino a adorar a Aquel
que murió sobre el madero. (1ª Pedro 2: 24). Es fácil deslizarse de la verdad y convertir la obra del Señor
en objeto de idolatría, tal como nosotros vemos en el sistema católico romano donde la Cena del Señor
es convertida en una de las formas más espantosas de idolatría. Uno puede entender que los hombres avancen poco
a poco para idolatrar una hostia. Obviamente uno podría razonar acerca de ello como algo casi increíble, pero
ahí está el hecho. Todos nuestros antepasados la adoraron; toda la cristiandad la adoró una vez, con
una muy pequeña excepción, — una delgada línea de testigos a quienes el Señor levantó
pero de quienes, en su mayor parte, se hablaba como que eran lo más vil de la tierra; y recuerden ustedes que no fueron
sólo hombres malos quienes los persiguieron. El mejor de los Papas alentó la persecución de los valdenses.
[Véase nota]. A través de sus vanas tradiciones y sus impíos prejuicios, ellos realmente jugaron un papel
muy malvado en la persecución de estos verdaderos hijos de Dios que se rebelaron contra esa corrupta mujer, —
esa gran ciudad Babilonia. (Véase Apocalipsis capítulos 17 y 18).
[N. del T.] El movimiento de los valdenses comenzó en el año 1173. Considerados uno
de los primeros movimientos protestantes se caracterizaron por su búsqueda de una vida más cercana a las enseñanzas
de Jesús y por su rechazo a ciertas prácticas y doctrinas de la Iglesia Católica Romana de su tiempo.
La Biblia era su única autoridad: Rechazaron la autoridad del Papa y de los sacramentos, considerando
la Biblia como la única fuente de verdad y autoridad en materia de fe.
En 1179 Pedro Valdo, fundador del movimiento, y sus seguidores solicitaron al papa Alejandro III el
permiso para predicar, pero se les negó. A pesar de esto, continuaron predicando y expandiendo su movimiento, lo que
eventualmente llevó a su condena como herejes por la Iglesia Católica en 1184.
Debido a sus creencias los valdenses fueron perseguidos tanto por la Iglesia Católica como
por las autoridades civiles. Se vieron obligados a refugiarse en las zonas montañosas de los Alpes, donde desarrollaron
una rica tradición oral y literaria.
Los valdenses son considerados precursores de la Reforma Protestante ya que muchos de sus principios
y críticas a la Iglesia Católica fueron retomados por líderes como Martín Lutero y Juan Calvino.
A pesar de las persecuciones los valdenses lograron sobrevivir y mantener viva su fe durante siglos.
Mientras
el enemigo obra mediante el temor el Señor lo hace mediante la fe. Ustedes ven que ello es exactamente lo que es sacado
a relucir en estos versículos. ¿Cuál es el gran objeto de esperanza en las palabras que están
ante nosotros? Es la venida del Señor. Después de Su venida para llevarnos al cielo yo veo nubes oscuras y ascuas
de fuego. Veo que la ira del Señor va a prorrumpir, — porque no olvidemos la ira del Cordero. Pero, ciertamente
nosotros no debemos mezclar estas cosas y hacer una mera combinación de gracia y juicio. Esto es precisamente lo que
la fe desenmaraña. La fe aferra a Cristo como el verdadero objeto de la esperanza del cristiano. El juicio es para
los incrédulos. Ustedes no permitan jamás el pensamiento de que una persona no es responsable de su incredulidad.
La gracia da fe a una persona para creer; pero la persona es verdaderamente responsable de su incredulidad. La persona sabe
muy bien que está luchando contra la Palabra de Dios.
Tomemos,
por ejemplo, a aquellos hombres que dicen que nunca hubo un personaje como el Señor Jesucristo; nunca nada tan humilde,
tan afectivo, tan santo, tan sublime. Yo admito libre y enteramente que si el Señor Jesús no era el Hijo Unigénito
de Dios, Él no era santo ni sublime. Las personas que dicen mentiras no son gente muy admirable; y yo digo que si Cristo
no era Dios Él no era bueno, porque es imposible que Aquel que era bueno pretendiera ser otro y mejor de lo que Él
era. Ahora bien, el Señor Jesucristo deja constantemente la impresión en el alma tanto indirecta como directamente
de que Él era Dios. Tomemos por ejemplo estas palabras, — "Antes que Abraham fuese, Yo soy". (Juan
8: 58). Antes que Abraham llegara a existir, Yo soy, — no dice «Yo llegué a existir».
Él era Aquel que existía por sí mismo antes que Abraham existiera. Abraham nació; el Hijo de Dios
nunca comenzó a ser el Hijo de Dios. Él nació como hombre; el Verbo se hizo carne pero él era
el Unigénito y el Eterno antes que Él viniera al mundo. Eso es lo que yace en el fondo mismo de toda la verdad
en cuanto a Cristo; y por lo tanto, si las personas objetan esto y tratan de trastocarlo, sólo consideren ustedes el
insulto a Dios. Piensen en lo que Dios siente acerca del rechazo de Su infinito amor, — ¡el rechazo de Aquel a
quien todo el cielo adora! ¡Piensen ustedes en los pobres hombres endebles que desprecian al Señor!
Yo
supongo que nunca hubo en la historia del mundo una época en la que tantas personas respetables bautizadas rechazaran
al Señor Jesucristo. No ha transcurrido mucho tiempo desde que al otro lado del río Tweed, río que fluye
a través de las fronteras entre Escocia e Inglaterra en el Reino Unido, un obispo predicó un sermón instando
a los judíos a convertirse en cristianos; y un inteligente judío replicó a su señoría diciéndole
que era un momento muy inoportuno para pedir a los judíos que se convirtieran en cristianos cuando tantos cristianos
estaban dejando de ser cristianos. Oír esto fue algo muy doloroso pero me temo que el obispo no pudo salir bien del
apuro. Es decir, él no pudo negar imparcialmente el hecho de que muchos cristianos nominales están abandonando
el cristianismo nominal, especialmente entre hombres educados. Yo me atrevo a decir que los trabajadores de Inglaterra también
están bastante dispuestos en ese sentido, al menos lo estaban hace algún tiempo. Pero por el lado opuesto, los
maestros, los abogados, los médicos y el clero les han dado un ejemplo notablemente malo. ¿Y por qué
yo digo esto? Sólo para que en cualquier caso podamos tener la verdad ante nosotros y no ser dejados en un insensato
paraíso de nuestras propias ideas; para que podamos darnos cuenta verdaderamente de la solemnidad del momento actual,
y para que podamos adherirnos personalmente a la verdad con pleno propósito de corazón. La verdad se encuentra
inseparable de Cristo.
Lo
que el Espíritu Santo aduce para enfrentar la mentira de Satanás es la verdad. La fe aferra la verdad y la verdad
en cuanto a este asunto es que Cristo mismo viene a reunir a todos los que son Suyos para encontrarse con Él en lo
alto, transformados en Su gloriosa semejanza. El apóstol presenta esa esperanza para neutralizar el temor del "día".
El temor que el maligno estaba creando entre los tesalonicenses era que el día del Señor había llegado.
Tal vez muchos de ustedes recuerden el tiempo en que una persona en América llamada Miller produjo una horrenda condición
de cosas. Él pretendió fijar la fecha en que vendría el día del juicio, — el día
del Señor en la tierra, — y la consecuencia fue que muchas personas dejaron sus negocios, cerraron sus establecimientos
comerciales, abandonaron sus granjas, — eran principalmente personas de esa clase de vida. Llegó el día
señalado pero no hubo tal cosa como el día del Señor; y no fue meramente que la fe de la gran mayoría
de las personas fue sacudida hasta su centro, o que muchos perdieron sus negocios y se arruinaron, sino que muchos de ellos
perdieron la razón a causa de la conmoción. Sin embargo, esto no fue algo nuevo en el mundo en absoluto. En
el año 1000 d. C. hubo un gran momento de alarma. Personas ignorantes pensaron que había un encantamiento fatal
en la palabra "mil" y según la estimación de los académicos se les enseñó que
el día del Señor sería en aquel entonces. El día llegó y pasó y no hubo ninguna
aparición del día del Señor. Antes de aquel momento, en el año 600 d. C. , se había producido
otra conmoción quizá más leve de ese tipo de perturbación. Todas estas situaciones pasaron, ¿y
cuál fue el efecto? Las personas se endurecieron más y más en incredulidad. ¿Por qué ocurrió
esto? Porque eso no era la verdad. Ellos no tenían derecho alguno para hablar del día del Señor de esa
manera. Estaban desconcertados y alarmados acerca del día del Señor porque no se daban cuenta que el Apóstol
tenía el motivo de consuelo en la venida del Señor.
Hay
un verdadero orden de los acontecimientos. El Señor viene, — eso es lo primero, — viene a reunir a los
Suyos; y por lo tanto ellos no necesitan perturbarse por el clamor alarmante de que el día del Señor estaba
allí, porque incluso cuando aquel día llegase, eso no los afectará. El día del Señor, es
decir, La manifestación o aparición del Señor caerá sobre aquellos que no conocieron a Dios, ni
obedecen al evangelio. (2ª Tesalonicenses 1: 8).
Yo
puedo dirigir la atención de cualquiera de ustedes que desea entender el tema del capítulo anterior a éste.
Ustedes encontrarán que hay una muy cuidadosa preparación para la debida comprensión del día del
Señor. El apóstol les presenta la verdad en el capítulo anterior mostrando que ellos estaban muy equivocados
en sus expectativas en cuanto a la naturaleza de aquel día, porque ellos temían que dicho día caería
sobre los santos. En absoluto. Cuando aquel día llegue, ustedes llegarán con él. Entonces, ¿quiénes
son las personas que tendrán problemas en aquel día? Las personas que los están perturbando ahora, —
sus perseguidores. El día del Señor es un día de tribulación, no para el pueblo de Dios, sino
para los enemigos de Dios. Todos los tesalonicenses estaban equivocados en sus pensamientos y el apóstol los corrige
acerca de la naturaleza del asunto antes de introducir él la elaborada refutación en el segundo capítulo.
Yo
dirijo ahora mi atención a esto porque está lleno de enseñanza espiritual para nuestras almas. Observen
en primer lugar la cuidadosa preparación del terreno, y en segundo lugar la cuidadosa corrección del corazón.
"Os rogamos hermanos, por (o teniendo presente) la venida de nuestro Señor" (2ª Tesalonicenses 2: 1
– JND, WK) , — ese es el motivo por (ὑπέρ, jupér) el
cual él les suplica, a saber, la venida de nuestro Señor Jesucristo. Ese no es el asunto que les preocupaba.
Yo creo que aquí los Revisores del Nuevo Testamento han hecho daño porque la versión de ellos conecta
la venida del Señor con el día del Señor. Ellos lo entienden como que es el tema del cual el apóstol
habla en el primer versículo; pero no lo es. Es el motivo contra el rumor, cuyo temor se había apoderado de
ellos y los conturbaba. Claramente el tema es "el día del Señor", y la venida del Señor Jesús
es el motivo de consuelo contra la falsa interpretación y el temor de que había llegado. Confundir los dos días
es fatal; y no tengo duda alguna de que fue eso lo que llevó a la errónea traducción y a que se entendiera
que el día del Señor estaba "cerca" (RV60), y no que había llegado realmente, como decían
los heterodoxos.
Yo
recuerdo haber ojeado un libro de cierto Catedrático de idioma griego designado por la corona británica acerca
de las Epístolas a los Tesalonicenses. Ustedes esperarían que un profesor de griego de la Universidad de Oxford
entendiera griego; pero lo extraordinario era que continuaba con la misma traducción errónea que aparece en
la Versión Autorizada de la Biblia en inglés KJV, y en la mayoría de las versiones de la Biblia en español.
No hay motivo para dudar de que el verbo final significa "está presente", o "ha llegado" (JND),
no, "está cerca": un error tanto de traducción como de doctrina que contradiría la propia enseñanza
del apóstol en Romanos 13: 12, de que el día se acerca. Ciertamente los falsos maestros no anticiparon lo que
el apóstol enseñó; pretendieron tener su autoridad para decir que el día había llegado,
para alarma de los tesalonicenses. No hay ningún justo motivo para cuestionar el sentido común. El profesor
eludió lo que ahora admiten todos los eruditos griegos dignos de ser consultados. ¿Cómo explican ustedes
eso? Las personas acuden al Nuevo Testamento con sus propias ideas de lo que debiese ser en lugar de recibir lo que Dios dice.
Esta es la manera que las personas adoptan cuando ellas se rebelan contra las verdades más claras que están
en la Biblia. Ello ocurre porque sus mentes están ocupadas de antemano. Ellas tienen una cierta idea preconcebida y
debido a eso cometen los mayores errores. Recuerden ustedes que yo no digo que la persona que se dirige a ustedes no esté
expuesta a cometer un error tan garrafal. Yo estoy seguro de que todos lo estamos si acudimos a la Biblia en ese espíritu.
Por lo tanto, ustedes no supondrán que mi intención es hablar irrespetuosamente de alguna persona sino insistir
en hechos positivos. Nosotros debiésemos rendir más pleitesía a la verdad que a las personas. Yo no entiendo
a un hombre que escribe para ocultar la verdad. Puede parecer algo maravilloso encontrar a una persona que tiene la justa
reputación de ser un erudito malinterpretando el griego sencillo. Pero el mencionado catedrático lo hizo; y
ello se debió enteramente al hecho de que él tenía un sistema en su mente que falsificaba sus opiniones
acerca de la Escritura y la traducción de la Escritura. La única manera en que un hombre puede librarse de eso
es cuando liberado por gracia del prejuicio acude al Señor y se acerca a la Escritura con el deseo de aprender lo que
Dios dice.
Después
de haberles presentado el motivo de consuelo por el cual ellos no debían agitarse acerca de este informe que tanto
los había alarmado, el apóstol les da a conocer que las personas que habían difundido ese informe no
eran mejores de lo que debían ser, ¡porque en realidad ellas habían expedido una carta propia como si
fuera una carta del apóstol! Ustedes no deben suponer que habían malinterpretado su Primera Epístola.
Lo que él dice es: "Que no seáis movidos fácilmente en vuestra mente, ni seáis perturbados,
ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera nuestra". Él no dice que la carta fuera de
él. Si él se hubiese referido a la Primera Epístola, habría dicho, «nuestra carta».
Él se habría referido a ella como una carta bien conocida. Si se hubiera referido a ella vagamente podría
haber sido cualquier carta, pero no habría dicho " como si fuera", sino nuestra. Lo que él quería
decir es que dicha carta pretendía ser lo que no era. La peor moralidad es mostrada particularmente en dar por supuesto
que lo que no es verdad fue inspirado.. La falsificación es un gran pecado. No era simplemente que ellos pretendían
tener una revelación o una palabra dicha en la asamblea, sino que ellos realmente pretendían que la carta era
de Pablo. Cuando se pierde la verdad, ¡cuán a menudo los hombres dejan de ser veraces!
Y
ahora el apóstol examina los hechos del mal que deben preceder al día que ha de juzgarlos. Él dice: "Nadie
os engañe en ninguna manera; porque [aquel día] no vendrá sin que antes venga la apostasía,
y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición". 2ª Tesalonicenses 2: 3). No recuerdo lo que reza
la Versión Revisada de la Biblia inglesa, pero no dudo que ustedes encontrarán que reza, "la
apostasía", que es la palabra habitual para el abandono de la verdad. No es meramente una expresión indeterminada,
— por ejemplo '"una apostasía" como reza la Versión Autorizada Inglesa KJV. A continuación,
el hombre de pecado. La apostasía se refería a lo que ya era conocido entre los cristianos e incluso entre los
judíos. En el undécimo capítulo del libro de Daniel leemos acerca de un rey que obraría según
su voluntad, un rey que habría de venir en una futura ocasión; y este rey es descrito con una intensidad muy
característica. Él rechaza a los dioses falsos, rechaza al Dios de su padre, no aceptará lo que es llamado
el deseo de Israel, es decir, el Mesías; y rechaza al Dios verdadero. Sin embargo y a pesar de todo eso él cae
víctima de un dios de su propia invención. Al igual que Jeroboam él establece una nueva religión
para lograr fines políticos. (Véase 1º de Reyes capítulo 12). No se trata simplemente de un prelado
ambicioso que se erige a sí mismo, — esto sería bastante malo, — sino de alguien que reclama la
honra debida a Dios. Él no hace ninguna pretensión hipócrita de ser siervo de Sus siervos. Reclama para
sí la suprema y exclusiva adoración divina en el templo de Dios.
Yo
pienso que es injusto decir que esto se ha hecho realidad hasta ahora plenamente. Supongo que tengo tan mala opinión
del catolicismo romano como cualquiera de los aquí presentes, pero no creo que el catolicismo romano es la apostasía.
La apostasía es mucho más y mucho peor. Creo que una persona que es católica romana puede ser salva;
creo que en medio de las terribles corrupción y superstición de la iglesia romana hay suficiente lectura de
la palabra de Dios, suficiente lectura acerca de Cristo para que una pobre alma aferre la gran verdad de una Persona Divina
que se hizo hombre y murió por los pecadores. Por lo tanto, yo creo que no sólo han
sido salvos laicos católicos romanos sino también sacerdotes católicos romanos, y lo que es más,
Papas católicos romanos. Creo que el Papa León 1º fue un buen hombre (aunque fue ambicioso), como también
el Papa Gregorio 1º. Por desgracia, Gregorio 7º fue un hombre muy diferente. Sólo me refiero a éstos
como dos que se me ocurren que parecen haber sembrado un temor de Dios y el amor a Su verdad en medio de las abundantes oscuridad
y superstición. No debemos dejarnos llevar demasiado por la controversia. Debemos tener en cuenta que hay personas
que pueden ser objeto de la gracia divina en las circunstancias más adversas. Yo puedo concebir que un católico
romano sea salvo pero, ¿quién puede concebir que un unitario se salve? [Véase nota]. Este último
niega la divinidad y la expiación de Cristo. De hecho, cualquiera que niegue incluso la verdadera humanidad del Señor
es peor que un católico romano. La apostasía significa el rechazo de toda verdad revelada.
[N. del T.] El unitarismo es una rama de la cristiandad que rechaza la Trinidad y la divinidad
de Jesucristo, enfatizando la unidad de Dios y la humanidad de Jesús. Los unitarios creen en un solo Dios y consideran
a Jesús como un profeta o maestro, pero no como Dios.
Algunos puntos clave del unitarismo son:
Rechazo de la Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo)
Negación de la divinidad de Jesucristo
Enfatización en la unidad de Dios
Jesús es considerado un profeta o maestro, no Dios
Foco en la razón y la interpretación individual de las Escrituras.
3ª
Parte
Luego
el apóstol nos dice que el día del Señor no puede venir hasta la apostasía y la manifestación
del "hombre de pecado". Eso está perfectamente claro. (2ª Tesalonicenses 2: 3). Jehová dijo a
Abram, como motivo para no juzgar a los amorreos, que la copa de la iniquidad de ellos aún no estaba llena. (Génesis
15: 16). La copa de Sodoma y Gomorra estaba llena, como sabemos, pero no la de los amorreos. Se les permitió seguir
sus malos caminos hasta que la tierra estuvo lista para vomitarlos, y entonces la espada de la retribución cayó
sobre ellos por orden de Dios. Es siempre un principio en los tratos de Dios que la iniquidad que Él juzga debe ser
completamente eliminada. La iniquidad o estado de anarquía de la cristiandad no es completamente manifiesta. En medio
de muchas cosas que son muy tristes todavía están ocurriendo una gran cantidad de conversiones. También
hay no poca consagración a Cristo. Las formas y la realidad de la verdad son todavía aparentes y ello es todavía
"el misterio de la iniquidad". (2ª Tesalonicenses 2: 7). En aquel día será algo totalmente diferente.
Llegamos así a aquello acerca de lo cual me voy a explayar ahora: — a saber, que la venida
del Señor difiere del día del Señor no solamente en carácter sino en cuanto al momento en que
ellos ocurren. Hay un intervalo entre ellos. La duración de ese intervalo debe ser aprendida de otras Escrituras, donde
los momentos y las ocasiones son abordados, — a saber, en el Libro de Apocalipsis. ¿Dónde buscarían
ustedes las ocasiones proféticas tan fácilmente como en aquel libro? ¿Qué encuentran ustedes en
él, considerándolo como un todo? Ustedes tienen las epístolas a las siete iglesias que dan una visión
profética de la iglesia mientras esté aquí abajo; y al final de la última de las siete iglesias,
— la iglesia de Laodicea, — una puerta se abre en el cielo, y al profeta se le permite mirar al interior y ve
una nueva compañía en el cielo, de hecho, nunca vista allí antes, — veinticuatro ancianos
alrededor del trono central de Dios, estando ellos mismos sentados en tronos. (Apocalipsis capítulo 4).
¿Quiénes
son estos ancianos coronados? Yo opino que ellos simbolizan a los santos del Antiguo Testamento y a los santos del Nuevo Testamento,
— la gran compañía de las cabezas del sacerdocio celestial. Este es el motivo por el cual se dice que
son veinticuatro, — pues veinticuatro era el número de grupos o clases de sacerdotes bajo la dispensación
mosaica. Ustedes no deben suponer que los veinticuatro significan veinticuatro individuos, — podría haber miles,
posiblemente millones de santos. Yo creo que la gran idea del símbolo es que los veinticuatro son el sacerdocio celestial,
— los principales sacerdotes de la gloria. Dios va a tener otros sacerdotes y reyes además de éstos. ¿Quiénes
son ellos? Son personas que son llamadas al conocimiento de Dios después que los ancianos son tomados y llevados al
cielo. Porque recuerden ustedes que a los ancianos nunca se les añade; ustedes nunca encuentran veinticinco o veintiséis,
— menos aún ustedes tienen treinta y seis o cuarenta y ocho. No hay adición alguna. Se trata de un cuerpo
completo. Ahora bien, ese es un hecho muy importante. Otros serán objetos de la gracia divina pero ellos no son añadidos
a los veinticuatro ancianos, —- ellos mismos se agrupan. Son una compañía bendecida por Dios, —
glorificados, sin duda, a su debido tiempo, pero no añadidos a los veinticuatro.
Nosotros
debemos dejar espacio para los tratos de Dios. Dios es soberano; y si yo puedo creer en la soberanía de Dios ahora
en una forma, yo puedo creerla en otra. El libro de Apocalipsis muestra particularmente este mismo principio. Por ejemplo,
más adelante en el libro es vista una compañía que está en pie sobre un mar de vidrio; y lo que
es muy notable, sobre un mar de vidrio mezclado con fuego. (Apocalipsis capítulo 15). En el cuarto capítulo
de Apocalipsis hay un mar de vidrio pero no hay fuego alguno. En el capítulo quince, donde tenemos esta nueva compañía
de victoriosos, nosotros tenemos un mar de vidrio mezclado con fuego. ¿Qué significa esto? Significa que ellos
han pasado por la tribulación. Como ustedes ven, los otros han ascendido antes de esa terrible tribulación.
En el caso de ellos el símbolo del fuego no tendría significado alguno.
Tal
vez yo debiese explicar qué es lo que se quiere dar a entender mediante este símbolo de un mar de vidrio. Ya
sea en referencia a la primera compañía o a la segunda, el mar sería un pensamiento natural. Un mar de
agua (fuente de bronce fundido) sería para lavarnos de las impurezas que adquirimos en nuestro paso a través
de este mundo. Como ustedes saben, los sacerdotes solían lavarse primero todo el cuerpo; pero después, cada
vez que iban a prestar servicio en el Templo se lavaban las manos y los pies. (2º Crónicas 4: 1-6). En el mar
celestial ya no hay agua, sino cristal. ¿Por qué? Porque ya no se trata de que la impureza sea eliminada. Toda
la de ellos ha desaparecido. La impureza nunca podría tener entrada en el cielo. Por lo tanto, ustedes ven en primer
lugar que cuando los ancianos son arrebatados al cielo en la venida del Señor, — nada más podía
llevarlos a lo alto, — hay un mar de vidrio pero ninguna mezcla con fuego.
Luego,
en la parte central del libro ustedes tienen esta gran tribulación, — los más terribles juicios de Dios
sobre la iniquidad del hombre. La tribulación continúa; y en el capítulo quince ustedes tienen la nueva
compañía en pie sobre el mar de cristal, con arpas de oro en sus manos y no sólo cantando el cántico
del Cordero sino de Moisés y el Cordero. Los veinticuatro ancianos cantan el cántico del Cordero solamente.
(Apocalipsis capítulo 5). Nosotros no cantamos el cántico de Moisés. Estará muy bien que
los judíos convertidos lo hagan, y así lo harán; pero nosotros hemos conocido, por la gracia de Dios,
la superabundante gloria del Señor Jesús. En el monte de la transfiguración el apóstol Pedro pidió
que se le permitiera hacer tres enramadas, —una para Moisés, otra para Elías y otra para Cristo. No, dice
Dios Padre; "Este es mi Hijo amado; a él oíd". (Lucas 9: 28-35). Él es el único Objeto
inmensurable y exclusivo de este nuevo cántico. Que nadie suponga que quiero dar a entender la más mínima
falta de respeto a Moisés como siervo de Dios. Lejos de ello. Yo sostengo que cada palabra que Moisés ha escrito
es inspirada. El Señor Jesús nunca fue llamado a escribir nada porque Él era el Verbo, la Palabra, y
no habría sido adecuado para Su gloria que Él hubiera escrito una línea. Él estaba por encima
de todo eso. Entonces, no se trata de que Él escribiera sino del Espíritu Santo guiando a otros a escribir acerca
de Él. De este modo ustedes ven en el quinto capítulo de Apocalipsis que los ancianos cantan meramente acerca
de Dios y del Cordero, mientras que esta nueva compañía que viene a través de la tremenda tribulación
cantará el cántico de Moisés y del Cordero. Este no es llamado un nuevo cántico en absoluto. Es
muy importante captar estas diferencias en la Escritura.
Ahora
bien, entonces apliquen ustedes esto a lo que tenemos ante nosotros. El Señor vendrá y como efecto instantáneo
reunirá a todos los Suyos para que estén con Él en el cielo. El Espíritu de Dios comenzará
la obra de convertir almas mediante la Palabra, particularmente entre los judíos, pero no se limitará a ellos.
Él hará una obra tanto en los judíos como en los gentiles; sólo que ellos no serán reunidos
en un solo cuerpo. Esa notable propiedad, esa cualidad exclusiva de la iglesia de Dios, la eliminada distinción entre
judío y gentil, ya no caracterizará la obra de Dios; sino que los judíos serán convertidos como
judíos, y los gentiles como gentiles. En el capítulo séptimo de Apocalipsis ellos son vistos como dos
cuerpos distintos, — en primer lugar, de todas las doce tribus, y luego toda una gran multitud, la cual nadie podía
contar.
Yo
soy consciente de que hay hombres eruditos que dicen que ellos son lo mismo; pero en realidad, el modo de interpretación
de ellos es motivo de constante asombro para mí. Ningún hombre sencillo podría creer que ellos fuesen
lo mismo. A veces se requiere mucho razonamiento para hacer que uno reciba un pensamiento como ése. Cuando las personas
se ocupan completamente en una cosa es asombroso cómo ellas pueden persuadirse a sí mismas y a otros para creerla.
Según mi convicción habrá dos compañías. Yo creo que esto lo presentan claramente las declaraciones
de la Escritura, — no sólo para el lector más sencillo sino también para el teólogo más
profundo. Habrá una compañía tomada de todo Israel que está sellada, y una inmensa compañía
tomada de los gentiles. Sobre éstos, durante el milenio, reinará el Señor cuando regrese. Pero, además
de éstos habrá un número de personas a las que se les dará muerte. Ellos no viven para estar bajo
el reinado del Señor; y por tanto, si el Señor no obrara algo muy bienaventurado por ellos, ellos perderían
tanto la gloria celestial de la iglesia como el gozo terrenal de aquellos que han de poblar la tierra cuando Él venga
a reinar en gloria. ¿Qué hace Él por ellos? Él espera hasta que el último hombre haya padecido
y entonces Él también los lleva resucitados de entre los muertos a la gloria celestial.
Yo
sé que hay quienes manifiestan una gran confusión acerca de eso. Ellos fantasean que todo el mundo debe resucitar
exactamente en el mismo momento. Es perfectamente cierto que nosotros resucitaremos en el mismo momento; pero el motivo por
el cual todos los demás deban resucitar junto con nosotros me parece peculiar. Yo no veo ninguna necesidad para ello
en absoluto, sino todo lo contrario. Apocalipsis capítulo 20 y versículo 4 habla muy claramente de la importancia
de captar la diferencia entre la venida del Señor y el día del Señor, — Leemos, "Y vi tronos,
y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio
de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron
la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años".
¿Quiénes
eran éstos? Los primeros eran los ancianos que salieron del cielo. Estas eran las personas que habían estado
mucho tiempo en el cielo, y por consiguiente en el caso de ellos ustedes observan que ellos ya tenían sus asientos
en los tronos, y les fue dado el juicio, — no es que el juicio es ejecutado sobre ellos. Es exactamente todo lo contrario.
Ellos Iban a juzgar al mundo, a juzgar a los ángeles, como nos dice el apóstol Pablo en la primera epístola
a los Corintios. (1ª Corintios 6: 1-3).
A
continuación, "Y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de
Dios". Leemos, "Vi las almas", — no los cuerpos. Ustedes tienen claramente allí una compañía
de personas que habían padecido después que los ancianos habían sido tomados y llevados al cielo, y ellos
todavía estaban en el estado separado. El apóstol Juan vio los espíritus separados o las almas de aquellos
que fueron decapitados. No se dejen ustedes llevar por la idea de que "almas" a veces significa personas. Obviamente
nosotros sabemos eso; pero es fácil discernir si se trata de almas separadas o de personas vivas. "Con setenta
almas tus padres descendieron a Egipto". (Deuteronomio 10: 22 – JND). Eso es muy inteligible. Ellas no eran almas
separadas sino personas; pero si yo dijera que setenta almas del pueblo descendieron a Egipto, eso sería otra cosa.
En resumen, se habría utilizado una forma diferente de fraseología. La Escritura es siempre muy precisa. Yo
niego completamente lo que los incrédulos dicen, que las cosas son expresadas allí con vaguedad. Si hubiera
sido, — «Vi setenta almas que habían sido decapitadas», es evidente que la referencia sería
a tantas personas.
Por
último y siempre en Apocalipsis 20: 4 leemos, "los que no habían adorado", etc. Hay aquí
un leve pero desafortunado error de traducción. Debería ser, "y a los que no habían adorado a la
bestia", — una tercera clase de personas. Esto es ahora generalmente admitido. Yo no creo que algún erudito
tenga alguna duda al respecto. El decano Alford, el cual era un buen erudito, lo toma como lo he escrito aquí, —
una tercera clase. El difunto Sr. Elliott hace lo mismo. Los menciono porque no están de acuerdo conmigo en muchos
aspectos; pero yo estoy de acuerdo con ellos y ellos conmigo en esto, a saber, que hay tres clases. La primera son los ya
glorificados y por lo tanto no hay una sola palabra acerca de sus almas; mientras que, en la segunda y tercera clases, encontramos
las almas, — en primer lugar las almas de personas que habían sido decapitadas por la palabra de Dios, y luego
los que no recibieron la marca de la bestia, en la última parte.
Si
ustedes quieren encontrar la confirmación de esto la encontrarán en el sexto capítulo de Apocalipsis
donde las almas fueron vistas bajo el altar, — en un estado separado, obviamente, — y se les dijo que debían
esperar hasta que se completara el número de sus hermanos que iban a ser muertos como ellos. (Apocalipsis 6: 9-11).
Allí está la segunda clase de personas. Debía haber dos cuerpos de sufrientes: el primer cuerpo al principio
de Apocalipsis, y el segundo cuerpo en el capítulo 15; y ahora ambas clases están aquí ante nosotros.
Pero antes que oigamos hablar a estos dos en su estado separado, tenemos a los ancianos en su estado glorificado. (1) "Y
vi tronos, y se sentaron sobre ellos… y (2) vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús…
y (3) los que no habían adorado a la bestia… y vivieron y reinaron con Cristo mil años".
(Apocalipsis 20: 4). ¿Por qué se dice que las dos últimas clases vivieron? Porque hasta ahora ellos estaban
en el estado separado. No se dice esto acerca de los que estaban sentados en los tronos por ser innecesario; pero era necesario
decirnos que iban a vivir los que habían sido martirizados en la crisis apocalíptica.
¿Cuándo
tuvo lugar toda esta decapitación y este sellado de aquellos que no aceptaron la marca de la bestia? Durante el tiempo
de la gran tribulación. Así que ustedes tienen los que tuvieron que pasar no meramente por un mar de vidrio
sino por un mar de vidrio mezclado con fuego. La venida del Señor implica el traslado de aquellos que ahora Le esperan.
Luego viene un intervalo de tremenda prueba a través del cual han de nacer almas para Dios, muchas de las cuales tendrán
que padecer; pero sus padecimientos les serán compensados al ser resucitados cuando el Señor aparezca en gloria,
y reinarán todos ellos juntos, — los que ya habían sido arrebatados y los que resucitan ahora; mientras
que los que aún están vivos son el pueblo bienaventurado del milenio, los cuales formarán el núcleo
de esa gran escena de bendición que llenará toda la tierra; porque ciertamente Jehová Jesús reinará
en aquel día.
Yo
les he presentado ahora un bosquejo tan claro como pude hacerlo de este importante tema en una única disertación.
Pero el gran asunto acerca del cual insisto es la diferencia esencial entre el ejercicio de la gracia en la venida del Señor
para llevar a los Suyos a estar con Él, y el ejercicio del juicio cuando se trata del día del Señor.
Esa es la diferencia que ustedes deben tener en cuenta, — el cristiano caracterizado por una gracia que lo toma y lo
lleva al cielo; el judío caracterizado por la aparición del Señor para ejercer el juicio, juicio que
lo dejará libre de sus enemigos aquí abajo. Nuestra bendición no depende de la ejecución del juicio.
Nuestra bendición es de pura gracia soberana. Nosotros no tenemos reivindicaciones, ni desiertos, ni siquiera súplicas
en apoyo de nuestro caso; y cuando el Señor venga a llevarnos consigo no habrá ejecución de juicio alguno
sobre la tierra. Pero será diferente cuando Él aparece para salvar a los pobres judíos. Ellos deben pasar
por un tiempo de tribulación retributiva; y entonces el Señor, en el último momento, cuando parece que
ellos están a punto de ser barridos, desciende sobre sus enemigos y libera al remanente piadoso.
Yo
creo que ustedes tienen en esto un bosquejo y que a ustedes les corresponde apropiarse de la verdad. Escudriñen la
Palabra y encontrarán abundantes pruebas que se amontonan sobre ustedes cuando leen con fe; pero ustedes nunca leerán
así, y nunca obtendrán pleno provecho a menos que sus almas tengan completa claridad en cuanto a la propia redención
de ustedes. Esta es la condición indispensable para crecer en el conocimiento de Cristo, y del verdadero entendimiento
en la palabra de Dios. Si ustedes no tienen claridad acerca del Evangelio yo pregunto, ¿cuál es la utilidad
de hablar mucho de la segunda venida? Y por lo tanto, los exhorto a que cuiden que sus almas hayan participado de la bendición
de la primera. Amén.
William
Kelly
Traducido
del Inglés por: B.R.C.O. – Agosto 2024
Otras versiones de La Biblia usadas en esta traducción:
JND = Una traducción del Antiguo Testamento (1890) y del Nuevo Testamento (1884)
por John Nelson Darby, versículos traducidos del Inglés al Español por: B.R.C.O.
WK = Una traducción del Nuevo Testamento por William Kelly, versículos traducidos
del Inglés al Español por: B.R.C.O.