Dificultades del Nuevo Creyente
Un
diálogo, la esencia de varias conversaciones.
Charles
Stanley (1821-1890)
Todas las citas bíblicas se encierran entre comillas dobles
("") y han sido tomadas de la Versión Reina-Valera
Revisada en 1960 (RV60.
Primera
conversación
Santiago.
Con tu permiso, Juan, antes de exponer mis dificultades, ¿acaso no sería bueno ver primero si estamos de acuerdo
en cuanto a quiénes se refiere la Escritura cuando habla de "creyentes"? Las palabras del Señor Jesús
que a menudo tú me citas: "De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió,
tiene vida eterna; y no vendrá a condenación" (Juan 5: 24), — ¿acaso no enseñan estas
palabras que un creyente ha nacido de nuevo, — tiene vida eterna? Que él no ha asentido meramente con su mente:
sino que recibe las palabras de Cristo en su corazón, creyendo a Dios el cual Le envió.
Juan.
Ciertamente, Santiago; y como se dice en otra parte, la justicia nos es imputada o contada, "esto es, a los que creemos
en el que levantó de los muertos a Jesús, Señor nuestro, el cual fue entregado por nuestras transgresiones,
y resucitado para nuestra justificación. Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro
Señor Jesucristo". (Romanos 4: 24; Romanos 5: 1). Entonces, así es el creyente. Él tiene vida eterna
tal como Jesús dice: "Yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás". (Juan 10: 28). Y creyendo
él a Dios es considerado justo. El creyente ve a su Portador del pecado, una vez entregado para llevar sus pecados
y que está ahora en la presencia de Dios, el cual es su justicia, resucitado de entre los muertos: los pecados han
desaparecido para siempre y para nunca más ser recordados. Y, siendo considerado justo, estando justificado por el
principio de la fe, él tiene paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo: y, por tanto tiene siempre
la misma paz.
Santiago.
Muy bien; entonces, teniendo en cuenta lo que nosotros tenemos, — pues por la misericordia de Dios hemos
creído a Dios y nuestros oídos han sido abiertos para oír las palabras de Jesús, — efectivamente,
tenemos estas dos cosas, vida eterna, y paz inmutable para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo. Expondré
ahora mis dificultades.
Juan.
Primero espera un momento, Santiago. Tú podrías haber nombrado muchas cosas más. ¿Has recibido
el Espíritu Santo cuando creíste?
Santiago.
Esa pregunta me ha llamado mucho la atención últimamente. Es una pregunta muy solemne. La mayoría de
los cristianos parecen no ir más allá del hecho de que tenemos vida: pero yo veo una gran diferencia en Hechos
8: 16 y Hechos 19: 2. Sería un asunto muy importante para examinar a fondo y me gustaría hacerlo en otra ocasión;
especialmente la diferencia entre sostener que el Espíritu Santo es una influencia, y, tal como la Escritura Le revela,
sostener que es la persona misma de Dios el Espíritu Santo. Y, ¡oh, pensar que nuestros cuerpos son templos del
Espíritu Santo!
Juan.
Entonces, ¿entiendo yo que tú dices que recibiste el Espíritu Santo cuando creíste?
Santiago.
Es una pregunta muy solemne y por gracia confío en poder decirlo aunque soy muy nuevo en la fe y estoy deseando grandemente
indagar más plenamente y en dependencia del Espíritu Santo el significado de la palabra de Dios.
La
primera Escritura que yo nombraría es la epístola a los Hebreos capítulo 6. Si nosotros tenemos vida
eterna y paz para con Dios, entonces ¿qué puede significar esto, "Porque es imposible que los que una vez
fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron
de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando
de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio"? (Hebreos 6: 4-6). Hay muchos que sienten
que ésta es una afirmación muy difícil.
Juan.
Si esto significara que si un cristiano en un momento de descuido cometiera un pecado y apostatara de Cristo y que entonces
no hay posibilidad alguna de restauración, entonces la dificultad sería verdaderamente insuperable. De hecho,
el cristianismo sería sencillamente mucho peor que el judaísmo. Un judío podía traer una ofrenda
por el pecado y su pecado le sería perdonado tal como se afirma en Levítico capítulo 4. Y esto era cierto
tanto para toda la congregación como para un individuo. Ahora bien, ciertamente este no puede ser el significado.
Santiago.
Eso ciertamente está claro; pero entonces, ¿qué significa?
Juan.
Es importante observar que esta epístola fue dirigida o escrita al conjunto de los Hebreos que profesaban ser cristianos
los cuales eran también celosos por la ley, tal como dijo Jacobo: "Ya ves, hermano, cuántos millares de
judíos hay que han creído; y todos son celosos por la ley". (Hechos 21: 20). Ellos estaban en un estado
de transición. La ley no era la verdad perfecta o completa. Ella contenía los primeros rudimentos, o principios
elementales, de las palabras de Dios. El resultado del hecho de que ellos permanecían en este estado era que apenas
podían diferenciar entre el judaísmo y el cristianismo: "eran tardos para oír". "Porque
debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles
son los primeros rudimentos de las palabras de Dios". (Hebreos 5: 12).
Santiago.
Entonces, ¿eso es lo que significa: "Por tanto, dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo (o "la
palabra del principio de Cristo"), vamos adelante a la perfección"? (Hebreos 6: 1). ¿Significa esto
dejar los principios elementales de la verdad tal como los conoce un judío y avanzar a la verdad completa, es decir,
tal como es revelada en Cristo?
Juan.
Exactamente; y eso hace que todo lo que sigue sea muy sencillo. Ocupémonos de cada cláusula. "No echando
otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras muertas, de la fe en Dios". (Hebreos 6: 1). Si ellos eran cristianos
ellos habían hecho esto una vez, ellos mismos se habían juzgado culpables de rechazar al Señor Jesús
y de darle muerte; sin embargo, la fe en Dios Le había reconocido al resucitar a Jesús de entre los muertos.
Este cambio de mente en absoluto juicio propio había aceptado el perdón de pecados en Su nombre y así
había sido puesto el único fundamento el cual no podía ser repetido. Pero como ellos eran celosos por
la ley estaban en gran peligro de regresar a cuando fracasaron, como antaño, a repetidas ofrendas y arrepentimientos.
Tú observas, Santiago, que el cristianismo establecido por Dios el Espíritu Santo era un gran contraste con
el judaísmo. El cristiano no tiene templo alguno, ni ritual, ni sacrificios, ni nada en lo que la vista se puede fijar.
Todo es celestial: toda adoración es espiritual: no es de extrañar que hubiera tal tendencia a abandonar lo
espiritual y regresar totalmente a la adoración terrenal visible.
Santiago.
Yo no había pensado en eso: entonces, ¿crees tú que esta epístola fue escrita para afrontar esa
tendencia a abandonar a Cristo y regresar totalmente a la ley? Me refiero a las abluciones de la ley, las ofrendas y las sombras,
e incluso a la verdad como revelada imperfectamente o conocida de manera incompleta por los judíos. ¿acaso
no se refiere la siguiente cláusula al bautismo cristiano?
Juan.
Si te fijas, no se trata de un bautismo, sino "de la doctrina de bautismos, de la imposición de manos". (Hebreos
6: 2). La misma palabra ha sido traducida como "abluciones" en el capítulo 9 donde leemos, "Comidas
y bebidas, de diversas abluciones, y ordenanzas, acerca de la carne, impuestas hasta el tiempo de reformar las cosas".
(Hebreos 9: 10).
Es
decir, debemos avanzar a Cristo, la única ofrenda, dejando atrás la doctrina de todas las diversas abluciones,
de ollas y sartenes; leprosos, y sacerdotes de la ley. Y también de toda imposición de manos sobre las cabezas
de machos cabríos y novillos. Nosotros debemos avanzar al sacrificio único que es presentado en los capítulos
9 y 10 de la epístola a los Hebreos dejando atrás todo ese sistema de repetición.
Santiago.
Eso es nuevo para mí; pero cuando pensamos en el objetivo de esta epístola ello es bastante claro. Pero dime,
¿cómo podemos nosotros avanzar desde la doctrina "de la resurrección de los muertos"; acaso
hay algo más completo que esa doctrina?
Juan.
La doctrina judía de la resurrección de los muertos es ciertamente verdadera hasta cierto punto y era sostenida
por los fariseos y todos los judíos, excepto los saduceos quienes, al igual que los filósofos paganos, la negaban.
Pero el Señor Jesús enseñó una resurrección de los muertos, o explícitamente, de
entre los muertos. ( Lucas 20: 35). ¿Y no has notado tú que esto era exactamente lo que tanto indignaba a los
judíos: que los apóstoles anunciasen en Jesús la resurrección de entre los muertos? La resurrección
que es de entre los muertos iba más allá de todas sus enseñanzas y los ofendía grandemente. ¿Y
acaso no era ésta la meta a la que Pablo aspiraba, — la resurrección de entre los muertos (no resucitar
él de los muertos), a la que él anhelaba llegar? (Filipenses 3: 11-14). ¿Y acaso no Le ha agradado a
Dios revelar que los otros muertos no volverán a vivir hasta que se cumplan mil años? (Apocalipsis 20).
Santiago.
Nunca había pensado en esta importante diferencia entre la imperfecta o incompleta revelación a los judíos,
y la completa verdad cristiana en Cristo.
Juan.
Me alegra oírte expresarlo así pues aunque esta epístola no lo explica, sí está explicado
en otra parte. Todo esto está vinculado con Cristo, la Cabeza. Nosotros somos hechos conforme a Él en esta,
la primera resurrección de entre los muertos. Es la resurrección de los que son Suyos. "Pero cada uno en
su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida. Luego el fin, etc.". (1ª Corintios
15: 23). Lamento decir, Santiago, que en lugar de avanzar la iglesia profesante durante muchos siglos volvió al judaísmo,
y sostuvo meramente la doctrina de la resurrección de los muertos; y perdió por completo la doctrina cristiana
de la resurrección de entre los muertos.
Santiago.
Con la ayuda del Señor yo examinaré detenidamente este asunto. Pero ahora veamos la siguiente cláusula,
"y del juicio eterno". (Hebreos 6: 2). ¿Acaso no es verdadera la doctrina de un juicio general como lo sostenían
los judíos? ¿No comparecerán todos juntos ante el juicio para ser juzgados? ¿No es ésta
la doctrina de los credos y de los concilios? ¿Acaso no dice la Escritura en alguna parte que está establecido
para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio? (Hebreos 9: 27). ¿Y no dice que los impíos
y los justos serán levantados juntos de la tumba, y serán separados como se describe, las ovejas a la derecha
y los cabritos a la izquierda, etc.? Yo no veo cómo pueden ser estas cosas a partir de lo que vemos que se dice acerca
de la primera resurrección. Pero, Juan, por lo que yo pregunto es por esto, tantos hablan de esta manera que a uno
lo confunde mucho.
Juan.
Si tú examinas estas Escrituras encontrarás que están muy mal citadas. Añadiendo incluso una palabra
todo el significado es alterado. De este modo, si nosotros añadimos la palabra 'todos' a Hebreos
9: 27, ello altera completamente el sentido. Si tú oyeras una terrible explosión en una mina de carbón
donde han sido empleadas trescientas personas, y cincuenta acaban de salir, tú podrías decir que esa explosión
es ciertamente la muerte de los mineros; pero ¿se referiría eso a los cincuenta que habían sido sacados?
O si veinte hombres estuvieran condenados a muerte y tres recibieran el indulto de Su Majestad, ¿significaría
eso que los veinte siguen condenados a muerte? Es cierto que todos han sido declarados culpables, — todos bajo la sentencia
de muerte.
"Y
de la manera que está establecido para los hombres [no para todos los hombres] que mueran una sola vez, y después
de esto el juicio, así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá
por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan". (Hebreos 9: 27, 28). Y ahora,
Santiago, si lees esa otra Escritura donde el Señor Jesús describe los juicios de los gentiles que viven (Mateo
25: 31-46) no hay ni un solo pensamiento acerca de que los buenos y los impíos resucitan juntos. No hay una palabra
acerca de aquel asunto, se trata sencillamente de los gentiles vivos; es un juicio de los vivos. Ciertamente debe haber una
gran diferencia entre los que todavía están bajo juicio y los que ya han sido perdonados y justificados de todas
las cosas. Su Majestad no puede perdonar a un hombre y al mismo tiempo hacer que lo ahorquen. Entonces, ¿cómo
puede Dios justificar a un hombre cuyos pecados Cristo llevó en el madero y también llevarlo a juicio? Esto
no toca la bienaventuranza de estar ante la Béma de Cristo, Su juicio para recompensa. (2ª Corintios 5: 19).
Así,
el apóstol avanzaría desde los rudimentos, o desde la verdad elemental tal como la conocían los judíos,
a la verdad completa en Cristo.
Santiago.
Entonces, ¿está todo en contraste entre la doctrina de un juicio general como la sostenida por los judíos
y Cristo habiendo llevado una sola vez los pecados de muchos; para ellos no hay juicio por los pecados sino que Le esperan
sin relación con el pecado para salvación? Todo lo que yo puedo decir es que si ese es el caso, es justo lo
contrario de lo que me han enseñado.
Juan.
La palabra de Dios lo dice; y así debe ser.
Santiago.
Entonces, ¿cuál era la diferencia entre los que gustaron del don celestial y fueron hechos partícipes
del Espíritu Santo, gustaron de la buena palabra de Dios, etc., y los verdaderos creyentes que tenían la salvación
eterna?
Juan.
Ellos habían estado en el derramamiento de Pentecostés y después gustaron, pero no bebieron
la verdad (como la tierra en el versículo 7 de Hebreos 6). Como la semilla que cayó junto al camino, no había
raíz. (Mateo 13). La tierra dura no había sido quebrantada. El corazón no había sido preparado
por el Espíritu Santo para recibir la Palabra.
Santiago.
Entonces, ¿de qué recayeron?
Juan.
Si ellos apostataban de la profesión de Cristo y regresaban a las abluciones y ofrendas de la ley (justo lo que ellos
serían de manera natural), era sencillamente imposible ahora que esas abluciones, y ofrendas, y ceremonias carnales,
los renovaran para arrepentimiento. Sí, para que los judíos renunciaran a la profesión de cristianismo
ellos tendrían que tratar, incluso hasta el día de hoy, a Cristo como anatema, como un impostor, "crucificando
de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio". (Hebreos 6: 6). ¿Leerás
este capítulo hasta el final, Santiago? Ahora debemos separarnos por un tiempo.
Santiago.
Ahora entiendo que se trata de un judío que profesó a Cristo regresando al judaísmo. Me gustaría
considerar Hebreos 10: 26 y 27, donde leemos, "Si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el
conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio,
etc.". ¿Cuándo podrías explicar esto?
Juan.
Si es la voluntad del Señor veremos esta Escritura la próxima vez que nos encontremos.
Segunda
conversación
Santiago.
Estoy muy contento de tener otra oportunidad de hablar contigo acerca de esas Escrituras que han confundido a tantos. Antes
de que consideremos el asunto de pecar voluntariamente sólo me gustaría decir que he hecho lo que querías
al leer todo el pasaje de Hebreos 6 y el final del capítulo confirma firmemente la opinión que me presentaste,
— que la recaída fue allí regresar desde el cristianismo a las abluciones y sacrificios de la ley, los
cuales, obviamente, han perdido ahora toda su eficacia y nunca pueden renovar para arrepentimiento. ¿Dirías
tú que el principio de la promesa y el juramento de Dios está también en contraste
con el judaísmo, es decir, el pacto de obras tal como fue dado en Sinaí?
Juan.
Exactamente. Por ejemplo, en aquel pacto había dos partes y Moisés como mediador entre ellas. Dios por Su parte
se comprometió a bendecirlos a condición de la obediencia de ellos; y ellos aceptaron las condiciones y se comprometieron
a obedecer. Nosotros sabemos que ellos fracasaron por completo; y lo mismo sucede con todos los que intentan aplicar aquel
principio del pacto. La bendición dependía de la fidelidad de dos partes, — Dios y el hombre. El hombre
fracasó. Cuando se trata del principio de la promesa la bendición depende sólo de uno. Si tú contratas
a un empleado su salario depende de la fidelidad de dos: tú para pagarle, y él para hacer el trabajo pactado.
Ahora
bien, en este asunto de nuestra salvación eterna Dios desea que nosotros tengamos una absoluta, segura y firme certeza.
Por lo tanto, Él nos dio dos cosas en las cuales era imposible que Él mintiera, — Su promesa y Su juramento.
Tanto la promesa como el juramento de Dios son inmutables. Nada puede invalidar la promesa de Dios. (Véase Gálatas
3: 16-18 y 19-22). ¡Qué contraste es esto con el hombre bajo el pacto de la ley! Nuestra eterna salvación
depende únicamente de la promesa y del juramento de Dios. En efecto, como con Abraham, la promesa de Génesis
12 fue confirmada cuando en sentido figurado recibió a Isaac de entre los muertos, en el capítulo 22 del mismo
libro. Así, la promesa se cumple para nosotros en la muerte y en la real resurrección de Jesús de entre
los muertos. ¡Qué certeza! ¡Qué "fortísimo consuelo"!
Santiago.
Sí; pero eso sólo nos lleva al asunto: a saber, si nuestra eterna salvación descansa en la fidelidad
de Uno, y ese Uno es Dios el cual no puede mentir, entonces ¿cuál es el significado de Hebreos 10: 26-30? "Porque
si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más
sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios,
etc.". ¿Es posible que esto es la condenación de alguien que es eternamente salvo, que tiene eterna redención?
Juan.
Tú has planteado el asunto con firmeza, pero te lo agradezco. Es mejor mirar las cosas de frente y equitativamente.
El asunto entonces es este: a saber, si un cristiano verdadero comete un pecado, ¿acaso no hay nada más que
juicio e indignación para él? Solemne pregunta, pues entonces ¿quién podría ser salvo?
Pero entonces esto contradiría el contexto mismo del capítulo. ¿No sumiría esto a todos en la
desesperación?
Santiago.
Debo confesar que si esto fuera así yo no tendría esperanza; además, un pensamiento tal me quitaría
todo el consuelo de lo que precede. Y puedo preguntar, ¿no negaría esto el resultado de la expiación,
tal como este mismo capítulo la expone? Me gustaría tener más claridad con respecto a esto, — y
también saber ¿qué es no tener más conciencia de pecado? (Hebreos 10: 2).
Juan.
No tener más conciencia de pecado es saber que Dios no tiene un solo pecado que imputarme. Si tú te encuentras
con una persona a la que debes una gran suma de dinero y no tuvieras cómo pagarla te sentirías tan turbado en
tu conciencia que querrías cruzar a la acera de enfrente y apurar el paso como para que él te perdiera de vista.
Cuanto más desearas pagarla, más turbado estarías. Y si un amigo hubiese pagado tu deuda y tú
no lo supieras todavía estarías turbado. Por lo tanto, es común que una conciencia despertada huya de
Dios. ¿Cómo podré encontrarme con Dios, contra quien yo tanto he pecado? Bienaventurado Santiago, cuando
el mensajero de Dios se encuentra con el pecador que huye por otro extremo del camino y dice: «¿Sabes que ese mismo Dios de quien tú huyes envió a su Hijo amado para
llevar tus pecados en la cruz; y habiéndolos purificado, — quitándolos de la vista de Dios por Su muerte
expiatoria, — Dios Le ha levantado ahora de entre los muertos, y Le ha recibido en gloria?» ¿«Qué», dice el pecador que ha sido despertado, «han sido quitados mis pecados por el único sacrificio de Cristo?» Sí, y Dios no se acordará más de ellos. Lo que nunca pudo ser hecho
por todos los sacrificios de la ley Jesús lo ha hecho por el único sacrificio infinito de Sí mismo. Él
ha hecho así la voluntad, el propósito eterno de Dios y está sentado para siempre. "Porque con una
sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados". (Hebreos 10: 14). Notarás, Santiago, que todo esto
se refiere a la confianza o libertad para entrar en el Lugar Santísimo, — la santa presencia de Dios en los cielos.
En cuanto a esto, todo está hecho, todo está completo.
Santiago.
¿Cómo ilustrarías tú el contraste de esta libertad por el único sacrificio de Cristo con
la imperfección de la ley?
Juan.
Pues bien, Santiago, si tú quisieras un billete para viajar desde Derby a Londres y pagas un cierto precio por un abono
anual tú se lo presentas al guarda y él dice, «Debo informarle que el paso a este vagón aún
no está abierto para usted: yo no puedo admitirlo todavía, este billete es sólo un ejemplo, una especie
de promesa de algo mejor que está aún por venir». Ahora bien, Santiago, si tú renovaras este abono
anual año tras año durante quince años y nunca te diera derecho para ocupar tu asiento, no sería
muy perfecto, ¿verdad? El gran día de la expiación (Levítico 16) llegó durante quince siglos,
año tras año, pero nunca dio libertad para entrar a la santa presencia de Dios. Era una promesa a manera de
tipo que señalaba hacia adelante. Si un amigo verdadero tuyo fuera a la Compañía propietaria del ferrocarril
y dijera: «Cueste lo que cueste yo vengo a comprar para mi
amigo, no un abono anual, sino un abono eterno». El abono
ha sido concedido. La puerta está siempre abierta, tú tienes la perfecta y continua libertad de tomar tu asiento:
ningún velo te impide ahora la entrada. Tal fue, y es, el amor de Cristo. Él vino para hacer la voluntad de
Dios. Efectivamente, fue Su voluntad que tengamos libertad para entrar a Su santa presencia sin conciencia de pecado. Y el
Espíritu Santo da testimonio de que la voluntad de Dios Padre ha sido hecha por el Hijo Eterno de Dios.
Santiago.
Oh, Juan, hay solamente un asunto aquí acerca del cual me gustaría tener claridad. ¿Acaso no tener más
conciencia de pecado significa que después de ser salvos nunca más volvemos a pecar, que nunca más somos
conscientes del pecado? Todo está muy claro en la conversión, pero si la mala naturaleza actuara y hubiera pecados
después, ¿qué pasaría con esos pecados futuros?
Juan.
Ah, Santiago, ese asunto es el asunto que preocupa a muchas almas ansiosas. Cuando nacemos de nuevo, es decir, cuando tenemos
una nueva naturaleza enteramente de Dios y estamos en la luz de Su presencia, cuanto más estamos allí más
conscientes somos del fracaso y del pecado. En esa misma epístola de Juan, donde somos considerados como estando en
luz, como Él está en luz, estas dos cosas van juntas, — "La sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia
de todo pecado", y también: "Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y
la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados,
y limpiarnos de toda maldad". (1ª. Juan 1: 7-9).
Santiago.
Desearía entender esto claramente.
Juan.
Que el Espíritu Santo habilite a cada creyente ansioso para entender esto porque Él dice, "Y nunca más
me acordaré de sus pecados y transgresiones". (Hebreos 10: 17). ¿Acaso no abarca esto todos nuestros pecados
desde el nacimiento hasta la gloria? No se trata de los pecados de ellos hasta la conversión pues si así fuera,
¿qué podría quitarlos desde entonces? Ya no queda más sacrificio por los pecados. ¿Acaso
no ha llevado el hombre Cristo Jesús todos nuestros pecados? ¿No han sido ellos juzgados en la cruz? ¿Puede
Dios en justicia imputarnos alguna vez uno?
Santiago.
Entonces, ¿qué debo hacer si peco? No es que yo quiera pecar pues anhelo la santidad porque Él es santo.
Yo estoy seguro de que en un momento como ese se ha interrumpido el disfrute de la comunión de alma con Dios. ¿Qué
debo hacer? ¿Tengo entonces confianza o libertad para entrar en el Lugar Santísimo?
Juan.
Ciertamente, tú tienes libertad para entrar por la sangre de Jesús (Hebreos 10: 19 y sucesivos), — de
hecho, esto es lo que tú debes hacer: debes venir directamente a la presencia de Dios, tu Padre, y confesar allí
tus pecados. Piensa, ahora, ¿acaso no es Jesús quien llevó estos pecados en la cruz, en la presencia
de Dios, y, por ti, tu Abogado para con el Padre? ¿No es Él la propiciación por tus pecados, —
el propiciatorio? ¿No es el Padre justo para perdonar? Nunca olvides que Él no puede imputar o cargar el pecado
sobre ti. Él sólo puede perdonar.
Santiago.
Oh, ya entiendo, Él no puede imputar el pecado a uno que ha sido limpiado por la sangre de Jesús. Creyendo esto
yo tengo una conciencia limpia.
Juan.
Muy bien; consideraremos ahora nuestra dificultad. ¿Cuál puede ser el pecado voluntario del que aquí
se habla, — este hecho de pisotear al Hijo de Dios? (Hebreos 10: 26-29). Ello es comparado a uno que desprecia la ley
de Moisés para el cual no había misericordia; y un juicio mucho más severo debe ser infligido a los que
cometen este pecado. Tú observarás, como en el capítulo 6, que el apóstol habló de los
que habían gustado, no de los que habían bebido de la verdad de Cristo. De la misma forma
aquí no se trata de los que habían recibido la verdad en el amor de ella, sino de los que habían "recibido
el conocimiento de la verdad". (Hebreos 10: 26). Este es un asunto muy diferente. Es indudable que esto los santificaría
por un tiempo, o los separaría por un tiempo, con la compañía o las personas separadas por la una sola
ofrenda de Cristo. (Hebreos 10: 14). Había dos cosas que continuaban en aquel tiempo: a saber, el culto en el templo
con todos sus sacrificios los cuales nunca pueden quitar los pecados; y la reunión de los creyentes en Cristo para
adorar en espíritu y en verdad. Algunos estaban renunciando a reunirse así de manera evidente. No, si antaño
era imperdonable que alguno despreciara la ley de Moisés, ¿qué era despreciar voluntariamente
a Cristo, — pisotear al Hijo de Dios como un apóstata, tratar Su sangre como inmunda? Habiendo mostrado la eficacia
eterna del único sacrificio de Cristo, y que Dios había quitado, desechado, todos los sacrificios de la ley,
que no se complacía en ellos porque no podían quitar los pecados; ahora sencillamente declara que si alguien
pecaba voluntariamente rechazando a Cristo y Su sacrificio infinito, no había otro sacrificio por los pecados: y para
todos los que despreciaban así a Cristo no había nada que esperar sino un juicio terrible y seguro.
¿No
es así, Santiago? ¿Has despreciado así a Cristo?
Santiago.
Oh, no, yo quiero conocerle más y más. ¿Despreciar el único sacrificio expiatorio de Cristo y
regresar a los sacrificios de la ley; o a los pretendidos sacrificios de los sacerdotes modernos; o despreciarle negando Su
Deidad como Hijo de Dios; o Su muerte expiatoria? No, no; yo nunca pensé en negar así a mi Señor y mi
Dios. Es extraño que alguna vez yo haya tenido tal dificultad en esta Escritura. Ella es bastante clara. Si hay un
solo sacrificio infinito por los pecados al despreciarlo no puede haber otro, no puede haber remisión, debe haber un
juicio terrible y eterno. Terribles palabras, ¡no queda más sacrificio por los pecados! A través de incontables
edades de la eternidad no queda más sacrificio por los pecados, — Jesús no muere más, — no
queda más sacrificio, — ¡no más remisión! Ciertamente yo nunca pensé cuán terrible
es despreciar a Cristo. Qué infinita misericordia es poder decir: "Pero nosotros no somos de los que
retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma". (Hebreos 10: 39).
Juan.
Mediante el estudio paciente de la palabra de Dios nosotros a menudo encontramos que cuando aquello que a primera vista parece
presentar una dificultad es entendido, ello está lleno de la más rica bendición. Sólo piensa ahora
en lo que este capítulo 10 de la epístola a los Hebreos presenta a la fe. La muerte expiatoria de Cristo es
vista como la voluntad eterna misma de Dios. Esto ha sido llevado a cabo por el Hijo de Dios. Por lo tanto, el adorador una
vez limpio no tiene más conciencia de pecado, — ha sido hecho perfecto para siempre por la única ofrenda
de Cristo. El Espíritu Santo da testimonio de todo esto. Los pecados ya no son imputados, ya no son recordados, y tenemos
libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesús. (Hebreos 10: 19).
Santiago.
¡Qué paz de conciencia y de corazón da esto! La voluntad de Dios. La obra de Cristo. El testimonio del
Espíritu Santo. Las tres Personas de la Deidad implicadas en llevar al pobre pecador a Dios.
Juan.
Bueno, Santiago, ¿tienes alguna otra dificultad? ya que debemos separarnos de nuevo por un tiempo.
Santiago.
Me alegro de que estés dispuesto a continuar éstas conversaciones. En nuestra próxima reunión
me gustaría que me explicaras lo siguiente: una persona en nuestro medio me planteó este asunto. Él afirmó
que el apóstol dijo: "Golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros,
yo mismo venga a ser eliminado". «Ahora bien», dijo él, «¿no implica eso al menos que
incluso Pablo pensaba que existía una posibilidad de que él viniese a ser eliminado o descalificado?»
Parece que esto hace que muchas personas pongan en duda que la salvación es eterna.
Juan.
Bueno, Santiago, si realmente existiera tal Escritura debemos admitir honestamente que implicaría la posibilidad de
que un verdadero cristiano fuese eliminado o descalificado. Mientras tanto, busca si puedes encontrar aquel texto. Por el
momento, adiós.
Tercera
conversación
Juan.
Bien, Santiago, ¿has encontrado una Escritura tal del apóstol diciendo: "Golpeo mi cuerpo, y lo pongo en
servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado"? Tal como dijimos en nuestra
última conversación tal Escritura implicaría claramente que incluso Pablo podría llegar a
ser eliminado; y esto, obviamente, sacudiría hasta los cimientos la verdad de la salvación eterna.
Santiago.
¿Pero acaso no hay una Escritura así en 1ª Corintios 9: 27? Y a decir verdad, Juan, es una Escritura que
me ha turbado mucho a mí y a miles más. La posibilidad de que un cristiano llegue a ser eliminado o
descalificado, como me han dicho que la palabra realmente significa, no es un asunto trivial.
Juan.
Lee cuidadosamente el texto; y ahora, ¿dónde hay un pensamiento en el versículo acerca de que un cristiano
sea eliminado? Lo que leemos es, "no sea que… yo mismo venga a ser eliminado", no dice , no sea…
que yo esté eliminado.
Santiago.
Nunca antes había notado eso. Ciertamente eso hace una amplia diferencia.
Juan.
Lo entenderás aún más claramente si acudes a otra Escritura escrita a esta misma asamblea. "Pues
buscáis una prueba de que habla Cristo en mí… Examinaos a vosotros mismos si estáis
en la fe… ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos
que estéis reprobados?" (2ª corintios 13: 3-5). Esta palabra griega traducida aquí como "reprobados"
es la misma palabra que ha sido traducida como "eliminado" en la otra Escritura. Así, en cuanto al apóstol
había sólo dos cosas ante él: o Cristo Jesús en vosotros, o vosotros estáis reprobados.
No hay ningún pensamiento acerca de un cristiano llegando a estar reprobado, o ser eliminado. Él dice: "Mas
espero que conoceréis que nosotros no estamos reprobados". (2ª Corintios 13: 6). Él tampoco tenía
alguna incertidumbre personal en la primera epístola. (1ª Corintios 9: 24-27). El apóstol tenía
la costumbre de referirse a él cuando él trasladaba el asunto a sí mismo como en 1ª Corintios 4:
6. Lo que él muestra es esto: a saber, que no servirá de nada confiar en haber predicado a otros. Tal como él
muestra en el capítulo 10 que no servirá de nada confiar en hacer meramente una profesión mediante el
bautismo.
Santiago.
Entonces, ¿entendemos nosotros que un hombre puede predicar a otros y sin embargo estar reprobado si no hay
santidad de vida, el fruto de la fe?
Juan.
Sin duda ese es el hecho enseñado claramente en la Palabra en más de un lugar. Existen muchos de tales predicadores,
— no pocos, — los cuales están reprobados; Cristo Jesús nunca estuvo en ellos, como Él dice,
Él nunca los conoció, — hombres tenidos en gran estima, y que parece que han hecho una gran obra para
Dios, y sin embargo están reprobados, y perecerán eternamente. Sabes, Santiago, si un predicador está
ya reprobado él no puede llegar a estarlo.
Santiago.
Iba a decir que es terrible pensar en esto. Ciertamente ello escudriña mucho el corazón. Es suficiente hacer
que cada uno, predicador o no, diga: «¿Estoy yo descansando
en mí mismo y en mis obras y practicando todo el tiempo el pecado, o estoy yo descansando en Cristo y mediante el poder
del Espíritu Santo andando en santidad, golpeando mi cuerpo?»
Pero, ¿enseñan las Escrituras que hay muchos de tales predicadores?
Juan.
Oye tú las palabras mismas de Cristo: "Por sus frutos los conoceréis. No todo el que me dice: Señor,
Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.
Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre
echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos
de mí, hacedores de maldad". (Mateo 7: 20-23). Y ¿acaso nunca has notado una característica
de un predicador reprobado, o de uno que asume el lugar de siervo pero dice en su corazón: "Mi señor tarda
en venir; y comenzare a golpear a sus consiervos, y aun a comer y a beber con los borrachos"? ¿Acaso no le asignará
el Señor "su parte con los hipócritas; allí será el lloro y el crujir de dientes"? (Mateo
24: 48-51). En contadas ocasiones una palabra fiel es dicha a los predicadores. Pero tú ves que no se trata de que
un verdadero ministro cristiano llegue a estar reprobado sino de 'falsos maestros entre vosotros' que están
reprobados. (2ª Pedro 2: 1). ¿No hay nadie en este día que diga en su corazón: "Mi señor
tarda en venir"? ¿Acaso no hay predicadores que golpean con la pluma o la lengua a sus consiervos y que encuentran
su deleite en la mesa del mundo? Es posible que ellos no sean borrachos pero encuentran su deleite con los borrachos.
Santiago.
Esta es una verdad muy solemne, me hace temblar. Sólo piensa: ¡un hombre que predica a otros y sin embargo está
reprobado! Y no saberlo; estar confiando en su supuesto carácter oficial y popularidad; y sin embargo oír al
final esas terribles palabras: "Nunca os conocí". Ello me recuerda a los carpinteros de Noé, si es
que él tuvo alguno; qué cosa tan horrible, estar tan cerca del arca y sin embargo dejados fuera. En el arca,
o fuera de ella; en Cristo, o fuera de Cristo. Pero, Juan, tú dijiste algo acerca de los falsos maestros. Si no me
equivoco eso está en el mismo capítulo acerca del cual yo te quería preguntar: efectivamente, estas palabras
me han sido citadas para demostrar que el cristiano no tiene vida eterna, o salvación eterna sino que, después
de todo, él puede perderse, — que "su postrer estado viene a ser peor que el primero". Yo quisiera
volver a leer contigo estos versículos usados tan frecuentemente y que dejan a las almas confundidas. "Ciertamente,
si habiéndose ellos escapado de las contaminaciones del mundo, por el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo,
enredándose otra vez en ellas son vencidos, su postrer estado viene a ser peor que el primero. Porque mejor les hubiera
sido no haber conocido el camino de la justicia, que después de haberlo conocido, volverse atrás del santo mandamiento
que les fue dado. Pero les ha acontecido lo del verdadero proverbio: El perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada
a revolcarse en el cieno". (2ª Pedro 2: 20-22). ¿No parece eso realmente como si un cristiano verdadero,
una de las ovejas de Cristo a quien Él da vida eterna pudiera después de todo perderse? ¿Qué dices
con respecto a esto, Juan?
Juan.
No, no se trata de lo que yo digo sino, ¿qué dice el pasaje? ¿Acaso son cristianos aquellos de los cuales
se habla? ¿Se habla de un perro, o de una puerca lavada, de una oveja? Todo depende de quiénes son "ellos".
"Si habiéndose ellos escapado, etc.". Si nosotros leemos todo el capítulo veremos claramente que los
"ellos" son "falsos maestros" que habría entre ellos. Qué retrato de todos los rasgos de
los falsos maestros desde aquel día hasta hoy en la cristiandad. Judas describe a las mismas personas como hombres
sensuales (naturales) que no tienen al Espíritu. Una característica muy distintiva es que ellos se burlan y
son escarnecedores de la venida del Señor. Ellos no pueden soportarla. (2ª Pedro 3: 2-4). "Burladores, andando
según sus propias concupiscencias, y diciendo: ¿Dónde está la promesa de su advenimiento?"
Este debe ser el caso cuando un hombre sensual (natural) que no tiene al Espíritu es educado para el ministerio cristiano.
Es seguro que de una manera u otra el final va a ser malo. Hubiera sido mejor para ellos no haber conocido el camino de la
justicia. La diferencia entre el mero conocimiento y la fe salvadora es muy importante. El texto no dice que ellos habían
creído. No hay una línea en este capítulo que describa a los falsos maestros de la cristiandad que no
se haya cumplido durante estos mil ochocientos años. ¿No has notado, Santiago, que dondequiera que el Espíritu
de Dios comienza una obra los falsos maestros ciertamente tratan de obstaculizarla? Pero sería muy injusto decir que
esto también fuese cierto acerca de los siervos fieles de Cristo.
Si
tú lees una descripción de unas monedas denominadas media corona, falsas, malas, falsificadas, jamás
soñarías que la descripción se refiere a las monedas auténticas. Podría ser difícil
distinguirlas pues ellas podrían estar galvanizadas, pero todas se desgastarían con el tiempo. Lo mismo sucede
con el falso maestro; él puede estar, por así decirlo, galvanizado con educación y con conocimiento del
cristianismo, pero al final es como el perro o la puerca lavada. Cuán extraño es que almas piadosas hayan sido
turbadas por este capítulo pues no hay una palabra en él acerca de ellas excepto esto: "Sabe el Señor
librar de tentación a los piadosos, y reservar a los injustos para ser castigados en el día del juicio".
(2ª Pedro 2: 9).
Santiago.
Para usar tu figura, veo que no se trata de la buena media corona convirtiéndose en mala.
Juan.
Así es. Nunca hay un pensamiento tal en las Escrituras como el de un hijo de Dios llegando a estar reprobado o eliminado.
¿Acaso puede tu hijo dejar de ser tu hijo? Él puede llegar a ser muy malo. Él puede fracasar y puedes
tener que castigarlo. Incluso en la naturaleza la relación es invariable. Entonces, si un cristiano pudiera dejar de
ser un cristiano el Espíritu nunca habría usado un término expresivo tal acerca de una relación
inmutable.
Santiago.
Ciertamente hay una gran diferencia entre un siervo en una casa y un hijo.
Juan.
En efecto, es el Señor quien dice: "Y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda para
siempre". (Juan 8: 35). Sin duda esto es aplicable principalmente a Él mismo; pero ¿qué dice la
Escritura a los que han nacido de nuevo, a los que son hijos de Dios? ¿Deben ellos temer que algún día
puedan dejar de ser hijos de Dios y perderse? No; y leemos, "Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud
para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos:
¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos,
también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que
juntamente con él seamos glorificados”. (Romanos 8: 15-17).
Ahora
bien, Santiago, si bien un siervo que es un profesante, incluso un muy admirado maestro, puede estar reprobado y perecer eternamente,
no obstante un hijo es un hijo de todos modos. ¿Crees tú, Santiago, que si un cristiano, un hijo de Dios pudiera
perderse, Dios usaría un lenguaje como éste? — "Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros
corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! Así que ya no eres esclavo, sino hijo;
y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo". (Gálatas 4: 6, 7). Un esclavo no queda en la
casa; el cristiano ya no puede estar en ese principio. Oh la bienaventuranza de esa relación inmutable; si eres hijo
entonces eres heredero de Dios por medio de Cristo. Si Satanás y los hombres te dicen que esto no es verdad, ¿creerás
a ellos o a Dios? Si el Espíritu de Dios mora en ti tú eres coheredero con Cristo. ¡Maravillosa unidad!
Él tendría que dejar de ser Cristo si tú dejaras de ser un cristiano.
Santiago.
Parece casi demasiado bueno para ser verdad. Esa certeza de ser coheredero con Cristo es tan diferente de mi pasado estado
de temor, duda e incertidumbre. Yo no creo, Juan, que puedas tener idea de la oscuridad que produce una enseñanza como
la que he recibido. No me asombra el hecho de que muchos que son sinceros pierdan la razón. Me han dicho que yo podría
ser un cristiano feliz y fiel toda mi vida, a punto de entrar en el cielo, fracasar al final, — justo al final, —y
descender a una aflicción interminable. Ellos dicen que al igual que un barco después de haber desafiado las
tormentas de un largo, largo viaje, y pesadamente cargado de mercancías, acaba de entrar en el puerto con banderas
ondeantes; y mira tú, la nave golpea una roca cuando entra en el puerto. Se hunde y todos los tripulantes perecen teniendo
a la vista el hogar. Ahora bien, Juan, ¿puede un hombre ser feliz bajo una enseñanza como esa?
Juan.
¡Feliz! Yo diría que no. Todo está muy bien si es aplicado a un mero profesante engañado, a uno
que está reprobado. Pero enseñar al hijo de Dios una oscura incredulidad así debe ser muy ciertamente
la obra de aquel que hace mucho tiempo instó: "¿Conque Dios os ha dicho?" (Génesis 3: 1). Lee
Efesios capítulo 1. ¿Acaso el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo no bendijo verdaderamente al creyente
ahora incluso con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo como él será bendecido
cuando esté en la gloria? ¿No está él sellado "con el Espíritu Santo de la promesa,
que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria”?
¿No hace ese sello que la herencia sea tan segura como si la tuviéramos ahora? Piensa en esto, Santiago: somos
coherederos con Aquel que ha resucitado de entre los muertos y que está sentado "a su diestra en los lugares celestiales,
sobre todo principado y autoridad y poder, etc.". ¡Oh, piensa en aquel hombre Cristo Jesús en la gloria,
Heredero de todas las cosas y piensa en que somos coherederos con Él! Si Él permanece para siempre todos los
coherederos del Hijo permanecen para siempre. Recuerda que nosotros hemos sido reconciliados con Dios por Su muerte. (Romanos
5: 10). Lejos está esto del hecho de que Pablo tuviera un pensamiento tal como el de que él podría convertirse
personalmente en un reprobado pues él dice: "Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio
de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados,
ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar
del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro". (Romanos 8; lee los versículos 28-39).
Santiago.
Eso parece incontrovertible; pero ellos dicen: «Sí,
pero la roca está en el puerto: si él peca antes de llegar al cielo él se perderá».
Juan.
Y la Escritura dice: "la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado". (1a. Juan 1: 7). Y además,
"Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos
para con el Padre, a Jesucristo el justo. Y él es la propiciación por nuestros pecados". (1a. Juan 2: 1,
2). ¡Oh, precioso Abogado y preciosa propiciación! Yo puedo fracasar, Santiago, pero Él nunca lo hará.
Yo no me atrevo a confiar en mí mismo ni un paso del camino; pero mi corazón tiene un perfecto descanso en Él.
Aquel que buscó a Su oveja perdida y la ha puesto sobre Su hombro, la llevará a salvo a casa.
Santiago.
Estoy agradecido de que no hay en la Palabra de Dios un pensamiento como el de que un cristiano verdadero llegue a ser
reprobado. Si lo hubiera habido yo habría estado seguro de llegar a ser uno. Yo espero ahora descansar en Cristo. Hay
otra Escritura que yo mucho agradecería considerar, — a saber, "Ocupaos en vuestra salvación con
temor y temblor". Te puedo asegurar que un gran número de personas están turbadas por estas pocas
palabras y yo no sé exactamente cómo responderles. Ellos insistirán en que después de todo la
salvación depende de ellos mismos.
Juan.
Debemos terminar aquí, Santiago, por el momento. Si el Señor quiere abordaremos ese tema en nuestra próxima
conversación. Mientras tanto, procura mantener tus ojos en Cristo y no en ti mismo.
Cuarta
conversación
Santiago.
Estoy agradecido por otra oportunidad de conversar contigo acerca de esas porciones de la Palabra que a muchos les resulta
difícil entender. La Escritura que mencioné fue ésta: "Ocupaos en vuestra salvación con temor
y temblor". (Filipenses 2: 12). Muchos entienden mediante esto que ellos deben terminar, o completar, su salvación
mediante obras de su propia justicia.
Algunos
dirían que fueron regenerados, o salvados, mediante el bautismo, pero que ellos mismos se tienen que ocupar en la salvación
final de ellos. Otros tienen alguna idea de que para empezar ellos están justificados por la fe; pero aun así
la salvación final de ellos depende de que ellos mismos se ocupen de alguna manera en ella y citan esta Escritura como
prueba. De modo que la dificultad es ésta, — ¿Cómo puede la salvación ser eterna si depende
de nuestras obras de justicia?
Juan.
Si nosotros examinamos el contexto, el comienzo mismo de la epístola muestra que el apóstol no podía
haber tenido tal pensamiento. Él dice: "Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena
obra, la perfeccionará [o terminará] hasta el día de Jesucristo". Filipenses 1: 6). En conexión
con estas mismas palabras se dice también, "Por tanto [o entonces], amados míos, como siempre habéis
obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación
con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad".
(Filipenses 2: 12, 13).
Santiago.
Entonces la confianza del apóstol estaba en Dios, en que Él terminaría la obra en ellos hasta el día
de Jesucristo.
Juan.
Bueno, aún más, Santiago. Según tú has oído estas palabras explicadas, ¿no pareció
ello como palabras de nuestra propia justicia para salvación?
Santiago.
Bueno, de eso es de lo que se trata. Hasta ahora yo soy salvo por Cristo pero nunca aprendí hasta qué punto;
pero mi salvación final depende de que yo me ocupe en ella hasta el final de modo que debo guardar la ley para justicia
y el día del juicio decidirá si lo he hecho o no.
Juan.
Pero si estamos en ese terreno, y si es posible que ese sea el significado, nosotros no necesitamos esperar el día
del juicio. Si pensamos que estamos ocupándonos en nuestra propia salvación mediante las obras de la ley ciertamente
estamos condenados: "Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición" (Gálatas
3: 10; y, "De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído".
(Gálatas 5: 1-14). "Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley". (Gálatas
5: 18). De hecho, en ninguna parte esta verdad es sacada a relucir de manera más convincente que en esta misma Epístola
a los Filipenses. Esta doctrina de la salvación por las obras de la ley es la mutilación de la cual debemos
cuidarnos. (Filipenses 3: 2). Y Pablo, mirando retrospectivamente toda su vida religiosa como judío podía decir:
"En cuanto a la justicia que es en la ley, irreprensible". (Filipenses 3: 6). Pero ¿qué dice él
acerca de todo ese sistema de obras para salvación? Él dice: "Pero cuantas cosas eran para mí ganancia,
las he estimado como pérdida por amor de Cristo". (Filipenses 3: 7). Efectivamente, él renuncia
completamente a este plan de obras para salvación y lo tiene "por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en
él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios
por la fe". (Filipenses 3: 8, 9). Ahora presta atención, esto no sólo expresa su estado en aquel
entonces sino que al final él no será hallado en su justicia propia, o teniendo su justicia propia. Él
anhela la resurrección de entre los muertos y entonces ser hallado en Él (en Cristo), la justicia que es de
Dios. Por lo tanto, es imposible que Pablo enseñe la doctrina que es lo contrario mismo de todo esto, como si Cristo
nos hubiera salvado en un sentido muy limitado y nosotros tuviéramos que completar lo que Él había comenzado,
mediante nuestras obras de la ley para justicia. ¿He dejado claro que mediante la expresión, "ocupaos en
vuestra salvación", él no pudo dar a entender que nosotros no teníamos salvación eterna
en Cristo sino que ella debía ser mediante obras hechas por nosotros mismos?
Santiago.
Ciertamente tú has dejado claro en cuanto a lo que el texto no significa; de hecho, yo recuerdo que el apóstol
dice en otra parte: "Y si por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia ya no es gracia. Y si por obras, ya
no es gracia". (Romanos 11: 6). Y también, "Mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío,
su fe le es contada por justicia". (Romanos 4: 5). Pero, Juan, la pregunta es, ¿qué significan estas palabras,
"ocupaos en vuestra salvación"? Yo estoy bastante satisfecho en cuanto a lo que ellas no significan; porque
si un hombre pudiera ocuparse en su salvación delante de Dios, ¿qué necesidad habría de la muerte
y resurrección de Cristo?
Juan.
Muy cierto. Entonces, consideraremos ahora lo que significan estas palabras. Que el Señor nos dé la enseñanza
del Espíritu Santo. Y en primer lugar es importante observar que estas palabras no están dirigidas en absoluto
a un pecador inconverso, ni siquiera a un santo o creyente individual sino a una asamblea. "A todos los santos en Cristo
Jesús que están en Filipos, con los obispos [o ancianos] y diáconos". (Filipenses 1: 1). Obviamente,
como la asamblea de Dios está compuesta por individuos salvos en Cristo lo que se dice a la asamblea como un todo se
dice a cada miembro individual pero aún en el carácter de asamblea. Además, observa que el estado de
esta asamblea era tal que el apóstol podía decir, "Doy gracias a mi Dios siempre que me acuerdo de vosotros,
siempre en todas mis oraciones rogando con gozo por todos vosotros, por vuestra comunión en el evangelio, desde el
primer día hasta ahora". (Filipenses 1: 3-5). Ahora bien, Santiago, ¿ves tú que todo esto debe estar
primero establecido en tu alma antes de que haya una palabra acerca de ocuparte en tu salvación? ¿Eres tú
un santo en Cristo Jesús? Recuerda que para los tales no hay condenación ni separación. (Romanos 8).
Todos los tales son aceptos en el Amado. "En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados
según las riquezas de su gracia". (Efesios 1: 3-8). Nosotros estamos completos en Él (Colosenses 2: 10),
hechos aptos "para participar de la herencia de los santos en luz". (Colosenses 1: 12-14). Porque Cristo les ha
sido hecho "sabiduría, justificación, santificación y redención". (1ª Corintios
1: 30). De este modo, si nosotros consideramos al santo como visto por Dios en Cristo su salvación es consumada y eterna,
habiendo Él "obtenido eterna redención." (Hebreos 9: 12). Y todo esto está demostrado
plenamente que es sin obras en Romanos capítulos 3, 4, 5; y en Gálatas 2: 16. Más aún, todos
los que están bajo el principio de las obras para salvación delante de Dios están bajo maldición.
Entonces,
Santiago, ¿estás tú en Cristo? Si tú lo estás entonces Cristo está en
ti. (Romanos 8: 1-9). Y esta es la primera afirmación, el fundamento de todo lo que sigue a continuación. "A
todos los santos en Cristo Jesús". Presta atención, Santiago, para los tales no puede haber incertidumbre
en cuanto al resultado final. "Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra,
la perfeccionará [o terminará] hasta el día de Jesucristo". (filipenses 1: 6).
Tú
encontrarás que ello ayudará a aclarar el significado de este difícil texto, que así como la justificación
ante Dios es el tema en Romanos capítulos 1-8 y la justificación ante los hombres es el tema de Santiago; así,
lo uno mediante la fe, lo otro mediante obras de la fe (ambas ciertamente verdaderas e importantes en su lugar), y sin contradicción
alguna sino en perfecta armonía; así el asunto de la posición del creyente en Cristo es el tema de Efesios
capítulos 1-3. Los santos como vistos por Dios en Cristo, teniendo salvación eterna, hechos perfectos para siempre
como se lee en Hebreos capítulo 10. Así, en Filipenses la asamblea es presentada como vista entre los hombres,
abriéndose paso a través del desierto de este mundo hacia la gloria que aún está por ser revelada.
De modo que, Santiago, yo no entiendo bien cómo algún creyente puede entender este hecho de ocuparse
en su salvación hasta que ellos primero hayan visto lo que es estar en Cristo Jesús delante de Dios, y que esto
está asegurado hasta el día de Cristo. Y además ellos deben estar en el mismo terreno de la una sola
asamblea de Dios en la tierra entre los hombres.
Santiago.
Yo nunca había pensado una palabra acerca de todo esto.
Juan.
Puede ser; y puede que sea tan poco lo que han pensado quienes tratan de confundirte con este texto. Pero, ¿no son
éstos los hechos? ¿No fue escrita esta epístola a los que estaban en Cristo? y ¿no se ocupa ella
principalmente del comportamiento de la asamblea en este mundo? de la misma manera que Santiago y Pedro enseñan acerca
de las obras delante de los hombres. Lo que los hombres ven (Santiago 2: 14-24), "vosotros veis".
Santiago.
Vaya, Juan, ya la epístola se vuelve bastante nueva para mí. ¡Qué pena es mezclar las Escrituras
y perder así su enseñanza distintiva!
Juan.
Continuaremos ahora y sólo observa cuidadosamente el carácter asambleario de la enseñanza. "Solamente
que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo, para que o sea que vaya a veros, o que esté ausente,
oiga de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe del evangelio,
y en nada intimidados por los que se oponen… Porque a vosotros os es concedido a causa de Cristo, no sólo que
creáis en él, sino también que padezcáis por él". (Filipenses 1: 27-30). Debo decir,
Santiago, que yo no puedo entender de qué manera los cristianos puedan poner en práctica estos principios divinos
de asamblea a menos que ellos estén en el terreno de la una sola asamblea de Dios en la unidad del Espíritu.
¿Cómo podría la tripulación de un barco cumplir las órdenes del capitán en el espíritu
de unidad si ellos hubieran abandonado el único barco y estuvieran izando sus velas en sus propios barcos? Te aseguro,
Santiago, que estas palabras son muy preciosas y oportunas para todos los que desean hacer la voluntad de Dios. Tú
ves, Santiago, que se trata de la asamblea de Dios en la tierra en medio de muchos oponentes. Dedícate y estudia cada
versículo. "Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los
demás como superiores a él mismo". (Filipenses 2: 3). ¿Acaso no se ha apartado tristemente la cristiandad
de todo esto? Sí, incluso hasta defender divisiones las cuales son lo opuesto mismo a esta verdad de la asamblea.
Entonces,
Santiago, nosotros tenemos al Señor mismo visto como Hombre en esta tierra. "El cual, siendo en forma de Dios…
se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, etc.". (Filipenses 2: 6, 7). En este mundo Él ocupó
el lugar más bajo posible. Ahora bien, ¿no es el objetivo de la multitud en la cristiandad justamente lo opuesto
a esto, cada uno procurando estar un poco más alto en el mundo delante de los hombres? El bendito Señor esperaba
la gloria que tendría, no en un mundo donde Satanás es el príncipe reconocido, sino con Su Padre.
"Por
tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más
ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así
el querer como el hacer, por su buena voluntad". (Filipenses 2: 12, 13). Ahora bien, ya sea que consideremos los versículos
anteriores o lo que viene después, está claro que no se trata de la salvación del alma del pecado, la
salvación eterna obrada por Cristo; porque el pecado no es el asunto en ninguna parte de esta epístola sino
que el asunto sencillo es la diferencia entre la presencia y la ausencia del apóstol en la asamblea en Filipos. Ellos
habían contado con su apoyo en medio de una terrible oposición. Él había trabajado intensamente
para salvarlos como asamblea de los adversarios. Ahora él estaba ausente, prisionero de Jesucristo en Roma. (Filemón
1: 1). Ahora tendrían que ocuparse en la salvación de ellos, o liberación de los enemigos externos o
internos con temor y temblor; no con altivez y jactancia. Cristo era el ejemplo para ellos. Y presta atención al hecho
de que el apóstol no los dirige a un obispo en su ausencia; no, "Porque Dios es el que en vosotros produce así
el querer como el hacer, por su buena voluntad". Es una salvación semejante a la que Pedro quiso decir, "Sed
salvos de esta perversa generación". (Hechos 2: 40). Judas habla de lo mismo, sin embargo no para hacerles dudar
en cuanto a la salvación eterna, — no, sino "a los llamados, santificados en Dios Padre, y guardados en
Jesucristo". (Judas 1). Luego siguen a continuación las instrucciones acerca de la manera en que ellos deben comportarse
en las tristes circunstancias de estos postreros días.
Santiago.
Entonces, ¿cómo debían los filipenses ocuparse en su propia salvación?
Juan.
Sigue leyendo, Santiago. "Haced todo sin murmuraciones y contiendas, para que seáis irreprensibles y sencillos,
hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como
luminares en el mundo; asidos de la palabra de vida, etc.". (Filipenses 2: 14-16). ¿Estás satisfecho, Santiago?
Santiago.
Esto es totalmente nuevo para mí; ¿te importaría tener una pequeña conversación adicional
acerca de este tema, y especialmente en cuanto a su aplicación actual a aquellos que desean estar en el terreno de
la asamblea de Dios?
Juan.
Será un placer para mí hacerlo la próxima vez que nos encontremos, si el Señor lo permite.
C.
S.
Traducido
del Inglés por: B.R.C.O. – Septiembre-Octubre 2023
Versión
Inglesa: https://www.stempublishing.com/authors/stanley/Young_Believers_Difficulties.html
www.graciayverdad.net