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PROPICIACIÓN Y SUSTITUCIÓN (J. N. Darby)

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PROPICIACIÓN Y SUSTITUCIÓN

 

J. N. Darby

 

Todas las citas bíblicas se encierran entre comillas dobles ("") y han sido tomadas de la Versión Reina-Valera Revisada en 1960 (RVR60).

 

Escritos Compilados, Doctrinal, Volumen 29

 

        Mi relación con los santos y especialmente con los que predican me ha llevado a descubrir que una gran parte de la oscuridad en la manera en que ellos presentan el evangelio (y puedo añadir que una gran parte de la controversia arminiana y calvinista) surge de no diferenciar entre propiciación y sustitución. Mi inquietud no es por las palabras sino por la diferencia práctica que es muy sencilla y que yo creo que es de importancia. Yo hago mención de las palabras porque en la propiciación, en cierto sentido, Cristo estuvo en nuestro lugar. Sin embargo, hay una diferencia muy real en la Escritura.

       

        Esta diferencia está claramente señalada en la ofrenda del gran día de la expiación. (Véase Levítico 16). Aarón degollaba el novillo y el macho cabrío, el cual era llamado "la suerte por Jehová" y rociaba la sangre sobre y delante del propiciatorio y sobre el altar. La sangre era presentada a Dios cuya santa presencia había sido deshonrada y ofendida por el pecado. Así Cristo glorificó perfectamente a Dios en el lugar de pecado por Su perfecta obediencia y amor a Su Padre, al haber sido hecho pecado quien no conoció pecado. (2ª Corintios 5: 21).  La majestad, la justicia, el amor y la verdad de Dios, todo lo que Él es fue glorificado en la obra realizada por Cristo y de esto la sangre fue testimonio en el lugar santo mismo. Nuestros pecados brindaron la ocasión para ello; pero Dios mismo fue glorificado en ello. Por lo tanto el testimonio puede salir a todo el mundo en cuanto a que Dios ha sido más que satisfecho, ha sido glorificado; y todo aquel que viene mediante esa sangre es libre y completamente recibido por Dios y para Dios. Pero no había confesión de pecados sobre la cabeza de este macho cabrío; se trataba del pecado en virtud de la pecaminosidad de Israel; sino que era sencillamente sangre ofrecida a Dios. El pecado había sido tratado en juicio conforme a la gloria de Dios; sí, para la plena glorificación de Dios; porque nunca se habían visto así Su majestad, Su amor y Su aborrecimiento hacia el pecado. Dios podía resplandecer en favor del pecador que regresaba de acuerdo con lo que Él era; sí, en la infinitud de Su amor Él podía suplicar a los hombres que regresaran.

       

        Pero además de esto había culpa personal, pecados personales positivos de los que Israel era responsable y los hombres son responsables según lo que se exige justamente de cada uno. En el gran día de la expiación el sumo sacerdote confesaba los pecados del pueblo sobre el macho cabrío para expiación poniendo ambas manos sobre su cabeza; los pecados personales eran transferidos al macho cabrío por uno que representaba a todo el pueblo y desaparecían para siempre sin volver a ser encontrados jamás.

       

        Ahora bien, esto es otra cosa. Cristo es tanto sumo sacerdote como víctima, ha confesado todos los pecados de Su pueblo como propios y ha llevado nuestros pecados en Su cuerpo sobre el madero. Los dos machos cabríos no son sino un solo Cristo; pero existe el doble aspecto de Su sacrificio: hacia Dios y  llevando nuestros pecados. La sangre es el testimonio del cumplimiento de todo y Él no entra sin sangre. Él es la propiciación por nuestros pecados. Pero en este aspecto también entra el mundo. Él es una propiciación por todo el mundo. Todo lo necesario ha sido hecho. Su sangre está disponible para el más vil, quienquiera que sea. Por eso el evangelio dice al mundo: «El que quiere, venga». En este aspecto nosotros podemos decir que Cristo murió por todos, que Él se dio a Sí mismo en rescate por todos, — un «antilutron peri panton» en griego, un sacrificio adecuado y disponible por el pecado para todo aquel que quiere venir, — Él gustó la muerte por todos. (Hebreos 2: 9).

 

Pero cuando yo llego al hecho de llevar los pecados el lenguaje es uniformemente diferente. Él llevó nuestros pecados, Él llevó los pecados de muchos. (Isaías  53: 12; Hebreos 9: 28). La palabra "todos" es evitada cuidadosamente. Yo digo cuidadosamente porque en Romanos 5: 18-19 la diferencia está cuidadosamente hecha. Leemos, "Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida. Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos". Lo primero referido a nuestros pecados es el lenguaje de la fe, abierto ciertamente a cualquiera que pueda usarlo; pero usado y para ser usado sólo por medio de la fe. El remanente creyente de Israel puede usarlo, incluyendo la bendición de las naciones, porque Él murió por esa nación; los cristianos lo usan en fe para que todos los que tienen fe lo usen. El segundo, "muchos", lo restringe de todos, pero generalmente tiene la fuerza de los muchos; los «oi polloi» "los muchos" como contrastados con una cabeza o con líderes, la masa en conexión con ellos. Los «oi polloi» "los muchos" de Adán resultaron ser todos, pero todos como estando en relación con él; los «oi polloi» "los muchos"  de Cristo son aquellos relacionados con Él. Pero nunca se encontrará en la Escritura que Cristo llevó los pecados de todos. Si Él lo hubiera hecho dichos pecados no podrían ser mencionados nunca más, ni los hombres podrían ser juzgados según sus obras.

 

Como hemos visto, el hecho de que Cristo murió por todos es algo que se dice a menudo en la Escritura. Por lo tanto yo voy con Su muerte al mundo como siendo ella el terreno de ellos, el único terreno de acercamiento, con el amor mostrado en Su muerte. Cuando un hombre cree yo puedo decir: «Ahora tengo más que decirte: Cristo ha llevado cada uno de tus pecados; ellos nunca más podrán ser mencionados».

 

Si nosotros consideramos la diferencia entre la predicación arminiana y la calvinista veremos de inmediato el significado de esto. Los arminianos toman la muerte de Cristo por todos y generalmente relacionan el llevar los pecados con ella; y todo es confusión en cuanto a la eficiencia y la efectividad de Cristo llevando nuestros pecados porque niegan cualquier obra especial por Su pueblo. Ellos dicen: «Si Dios amó a todos Él no puede amar a algunos de manera particular»; y el resultado es una salvación incierta y el hombre a menudo exaltado. De este modo el macho cabrío para expiación es desechado de manera práctica.

 

El calvinista sostiene que Cristo llevó los pecados de Su pueblo para que ellos sean eficazmente salvos; pero él no ve nada más. Él dirá: «Si Cristo amó a la Iglesia y se entregó a Sí mismo por ella no puede haber amor real por ninguna otra cosa». Él niega así la muerte de Cristo por todos y el carácter distintivo de la propiciación, y de la sangre sobre el propiciatorio. Él no ve nada más que sustitución.

 

La verdad es que se dice que Cristo ama a la Iglesia, nunca al mundo. Ese es un amor de una relación especial. Nunca se dice que Dios ama a la iglesia sino que ama al mundo. Esta es benignidad divina, lo que está en la naturaleza de Dios (no Su propósito), y Su gloria es el verdadero objetivo de todo. Pero yo no me explayo en esto, sólo señalo que la confusión de la propiciación y la sustitución crea necesariamente confusión en el evangelio, debilitando el mensaje al mundo, o debilitando la seguridad del creyente y dando incertidumbre al anuncio de la verdad en todo sentido. Yo creo que el fervor hacia las almas y predicar a Cristo con amor a Él será bendecido donde hay poca claridad y ello es más importante que una gran exactitud de afirmación. Sin embargo, es un consuelo para el predicador tenerlo claro aunque no piense en ello en el momento; y después al edificar la solidez de los fundamentos es de la mayor importancia.

 

J. N. Darby

 

Traducido del Inglés por: B.R.C.O. – Agosto 2023

Título original en inglés:
Propitiation and Substitution, by J. N. Darby
Traducido con permiso

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