EL
REINO DE LOS CIELOS
Todas
las citas bíblicas se encierran entre comillas dobles ("") y han sido
tomadas de la Versión Reina-Valera Revisada en 1960, excepto en los lugares en
que además de las comillas dobles ("") se indican otras versiones mediante
abreviaciones que pueden ser consultadas al final del escrito.
De la Revista "The Bible
Treasury", 2ª Edición, volumen 1, 1856
La frecuente repetición de esta
expresión en el evangelio de Mateo (pues no aparece en ninguna otra parte del
Nuevo Testamento), y de una expresión algo similar en todos los demás
evangelios y a lo largo de todo el Nuevo Testamento, no puede dejar de
sorprender al atento lector de la Palabra de Dios, y no puede dejar de producir
una impresión acerca de la importancia de tener una correcta comprensión,
conforme a Dios, de lo que es realmente el reino de los cielos.
Es digno de mención el hecho de
que sólo Mateo utiliza la frase; y más aún, ya que casi todos los demás libros
del Nuevo Testamento hablan del reino: pero éstos lo asocian invariablemente
con una persona, como, "el Reino de Dios", o "el Reino de
Cristo".
Las únicas Epístolas donde parece
que no se hace mención alguna del reino son, 2ª Corintios, Filipenses, 1ª
Timoteo, Tito, Filemón, 1ª Pedro, las tres epístolas de Juan, y la de Judas, —
y de estas, 1ª Timoteo habla del "Rey" (1ª Timoteo 1: 17; 6: 15), y
1ª Pedro habla de un "real sacerdocio" (1ª Pedro 2: 9), lo cual se
refiere, evidentemente, al pensamiento del reino.
Dejando a un lado por un momento
la pregunta con respecto al motivo por el cual sólo Mateo, tan persistentemente
(aunque no invariablemente) cambia la forma de la expresión de uso general en
el Nuevo Testamento, la expresión misma de inmediato nos lleva de regreso al
profeta Daniel, donde leemos acerca del "Rey del cielo", — (Daniel 4:
37), — y acerca del gobierno de los cielos. ("Lo que mandaron acerca de
dejar el tronco de las raíces del árbol, significa que tu reino se te quedará
seguro después que conocieres que gobiernan los cielos". - Daniel 4: 26 -
VM).
Cuando Dios al principio creó los
cielos y la tierra, fue evidente que la tierra estaba destinada por Dios para
ser la escena de bendición con referencia al hombre; y, exceptuando la
afirmación de una verdad eterna por parte de uno que fue enseñado en los
consejos divinos, (a saber, Melquisedec, una figura de Aquel que había de venir
después, — Génesis 14: 19), es sólo con referencia a esta tierra que Dios se da
a conocer, y es conocido por aquellos que caminaron delante de Él.
Pero, una prueba tras otra sólo
demostró más profundamente lo que salió a la luz al principio en el Huerto de
Edén, a saber, que el hombre, por su parte, era incompetente para ser el
receptor de la bendición que emana sin obstáculos de Dios.
Adán, Noé, la descendencia de
Abram, todos fracasaron en su tiempo y lugar; y cuando el pueblo escogido por
Dios, Israel, — escogido de la tierra para ser testigo de Él, — no sólo fracasó
en su lugar de testigo sino que estableció dioses falsos en lugar del
Verdadero, entonces Dios apela a los cielos y a la tierra para que oigan el
relato de la aflicción (Deuteronomio 32: 1, Isaías 1: 1 y sucesivos), e
introduce otro testigo, el cual iba descender del cielo a la tierra para
remediar lo que había llegado a estar implicado en el mal.
Además, cuando todo lo que estaba
exteriormente relacionado con Dios en esta tierra hubo caído en una ruina
aparentemente irremediable, cuando el Israel de Dios estuvo cautivo en tierra
ajena, cuando, además, Dios en juicio hubo quitado el cetro y lo hubo transferido
a un monarca Gentil; es entonces cuando la profecía de Daniel entra para hablar
del reino de los cielos, — es decir, por mucho que Dios pareciera haber perdido
Su reino en esta tierra, seguía siendo un hecho que el Altísimo estaba
gobernando el "reino de los
hombres", y que Él era también "Rey del cielo", y así fue
reconocido forzosamente por la cabeza del mundo Gentil. (Daniel 4).
Y un testimonio tal fue muy
necesario en aquel momento pues las apariencias eran ciertamente contrarias.
Pareció como si Satanás hubiera arrebatado realmente al hombre la autoridad que
se le había encomendado como jefe de la creación de Dios; pareció como si
Satanás hubiera arrebatado a Dios la verdadera gloria de Su reino, — el gozo
sin obstáculos En Sus criaturas y la comunión sin obstáculos de Sus criaturas
con Él mismo. Pero no fue así: pues la promesa en Génesis 3 reveló una verdad,
la cual iba a ser revelada más plenamente después, a saber, que en un HOMBRE se
iba a encontrar el remedio para todo ello; en efecto, que cuando viniera el
REY, — el Rey según el corazón de Dios, — el reino sería manifestado en gloria
divina, y en mayor gloria y en comunión más íntima entre Dios y Sus criaturas
que la que jamás conoció Edén.
Pero antes iban a ser revelados
muchos consejos. El principio se dio a conocer en Edén en términos adecuados a
la necesidad de aquel momento, — la Simiente de la mujer, el Hijo de Adán, iba
a destruir al destructor, — pero no fue hasta que el diluvio pasó por Edén, en
el primer juicio de Dios sobre la maldad del hombre en esta tierra, que el
principio comenzó a ser revelado más; y no fue hasta que otro diluvio hubo
pasado sobre esa misma Simiente de la mujer que el pleno significado de esa
revelación llegó a ser conocida en otro huerto.
Sin embargo, en esa primera
palabra misma estuvo envuelto todo el secreto de lo que era necesario para
introducir el reino en gloria manifiesta, donde todo, en lo que respecta al
hombre y a Satanás, sólo tendía a desterrar la expectativa del mismo para
siempre.
Hubo la enemistad eterna, y la
doble herida (Génesis 3: 15), y todo ello relacionado con un Hombre (la
Simiente de la mujer), de modo que, cuando aquel Hombre vino realmente a la
tierra, el testimonio que responde a Él (el cual, en efecto, encarna toda esta
verdad en términos aún más breves) es: "He aquí el Cordero de Dios, que
quita el pecado del mundo". (Juan 1: 29).
Y en vista de que el reino no
podía ser manifestado hasta que esa primera herida hubiese tenido lugar, la
cual fue el medio para que el pecado fuera debidamente quitado por Aquel que
era el verdadero Cordero, (pues ciertamente el reino de Dios no puede estar
donde está el pecado), así el Señor dice en Juan que Su reino no es de este
mundo, y que, "A menos que el hombre naciere de nuevo, no puede ver el
reino de Dios" (Juan 3: 3 – VM); y Romanos 14: 17 describe el reino de
Dios como "justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo". Pero, sin
embargo, ello está asociado con el Rey, como necesariamente debe ser, porque,
,¿qué sería un reino sin un Rey, o un Rey sin un reino? Por lo tanto, cuando el
Rey viene, aunque sea en humillación, el reino de Dios es predicado (una
expresión peculiar de Lucas), y todos se esfuerzan por entrar en él, después
que el camino ha sido preparado por Juan el Bautista (Lucas 16: 16). Y por
tanto, Mateo, Marcos y Lucas hablan del misterio, o misterios del reino, y
afirman que se ha acercado, — envuelto, por así decirlo, en la persona del
Hijo, la sabiduría de Dios en misterio, revelado ahora por el Espíritu de Dios
a los " administradores de los misterios de Dios" (1a Corintios 4:
1), que saben que el reino "no consiste en palabras, sino en poder".
(1a Corintios 4: 20).
Por eso se dice en Mateo 21: 43
que el reino de Dios será quitado a los judíos y entregado a una nación que
produzca los frutos de él. Ello está tan ligado a la persona del Cristo, el
verdadero Rey, que se va con Su rechazo y viene con Su recepción.
Y así el Señor declara en Lucas
4: 43: "Es necesario que también a otras ciudades anuncie el evangelio del
reino de Dios; porque para esto he sido enviado". Mateo también declara
claramente que Su misión es la de predicar "el evangelio {ver nota} del
reino" (Mateo 4: 23, Mateo 9:35). Vemos, entonces, que "el
reino" es aquello que está asociado con Cristo, o lleva Su nombre en la
tierra.
El reino es llamado
""reino de los cielos" en Mateo, siendo ese el evangelio
dispensacional, — presentando a Aquel que era el Heredero de las promesas en
conexión con aquel pueblo que iba a ser el centro de bendición en la tierra, pero,
sin embargo, cuyo alejamiento de Dios y rechazo de Cristo no interfiere con el
gobierno de Dios sobre esta tierra, como mostró Daniel, ni con Sus propósitos
finales hacia dicho pueblo en Cristo, por mucho que el rechazo de Él pueda
haber retrasado Sus cumplimientos. Cuando la tierra ha fracasado, el recurso
viene de lo alto en Aquel que introduce el "reino de los cielos"
[ahora en misterio y paciencia, pero en breve en manifestación y poder].
{Nota. Es notable que en tres de los cinco lugares
en Mateo donde aparece la palabra "evangelio", ella está asociada con "el reino".
Los cinco lugares en Mateo son: Mateo 4: 23; Mateo 9: 35; Mateo 11: 5; Mateo
24: 14; Mateo 26: 13. Solamente Marcos, además de Mateo, hace uso de la
expresión, y eso en un caso, Marcos 1: 14; pero allí es, "el evangelio del
reino de Dios".
Traducido del Inglés por: B.R.C.O. - Julio 2021.
Otras
versiones de La Biblia usadas en esta traducción:
VM =
Versión Moderna, traducción de 1893 de H. B. Pratt, Revisión 1929 (Publicada
por Ediciones Bíblicas - 1166 PERROY, Suiza).