CÓMO VENCER
Pláticas acerca
del Libro de Jueces
J. T. Mawson
Todas las citas bíblicas se encierran entre comillas dobles ("")
y han sido tomadas de la Versión Reina-Valera Revisada en 1960
(RV60) excepto en los lugares en que además de las comillas dobles
("") se indican otras versiones mediante abreviaciones que pueden ser
consultadas al final del escrito
5.ª Plática: Cómo Vencer las Cosas
Terrenales
Lectura Bíblica: Jueces
6: 1 a 16
LOS MADIANITAS son
una sorprendente figura de cosas
terrenales.
Ellos desposeían a
los Israelitas del gozo de su herencia
dada por Dios y hacían que sus vidas fueran una carga y una miseria, y esto es
precisamente lo que las cosas terrenales hacen por el Cristiano cuando él es
dominado por ellas.
Ahora bien, las cosas
de la tierra no necesariamente
son malas y sumamente pecaminosas. Ellas son cosas que pueden ser rectas y
adecuadas cuando son mantenidas en su lugar correcto, y ellas pueden incluir
las misericordias temporales de Dios para con nosotros: pero, si ellas se
convierten en nuestro objetivo en la vida pueden desplazar las cosas de Cristo
y del cielo y, como consecuencia, la luz del sol se aleja de la vida y el
cántico desaparece de los labios y la prosperidad del alma llega a su fin.
Brevemente
resumidas, estas cosas representan
"preocupaciones", "riquezas", "placeres", y
"necesidades" de esta vida. Ellas abarcan lo dulce y lo amargo, el
gozo y el dolor, la prosperidad y la adversidad de nuestra existencia aquí, y
son encontradas en los círculos familiares, sociales y de negocio, y si la
mente llega a estar absorbida por ellas la semilla de la Palabra es ahogada en
el corazón y su fruto no madura. Esto es evidente de las propias palabras del
Señor, " Y la semilla que cayó entre los espinos, éstos son los que han oído, y al
continuar su camino son ahogados por las preocupaciones, las riquezas
y los placeres de la vida, y su fruto no madura". (Lucas 8: 14 –
NBA). "No os afanéis por vuestra vida, qué comeréis… ni por lo que habéis
de beber, ni estéis en ansiosa inquietud… Mas buscad el reino de Dios, y todas
estas cosas os serán añadidas". (Lucas 12: 22, 29, 31).
Aquellos que no conocen
a Dios y cuya visión está limitada
por el presente, — las gentes del mundo, — buscan estas cosas terrenales.
(Lucas 12: 30). Pero, como el águila extiende sus amplias alas y se eleva sobre
la tierra y se baña en la hermosa luz del sol, así el Cristiano ha recibido el
derecho y el poder para elevarse sobre las cosas de la tierra para disfrutar
los tesoros resplandecientes de aquel lugar donde Cristo es preminente. Si en
lugar de cumplir con este elevado llamamiento de Dios a él se lo encuentra
escarbando la tierra, no hay fruto para Dios ni luz para los demás, pues estas
dos cosas están íntimamente ligadas por el Señor. "Mas la que cayó en
tierra buena, son los que con corazón leal y bueno, habiendo oído la palabra,
la retienen, y llevan fruto con paciencia. Ninguno cuando enciende una luz, la
cubre con una vasija, o la pone debajo de una cama; sino que la pone en el
candelero, para que los que entren vean la luz". (Lucas 8: 15, 16 - VM).
Las cosas terrenales
se contraponen con las cosas en
el cielo y hay una rivalidad constante entre ellas. Las cosas en el cielo
pertenecen al Cristiano, pero las cosas de la tierra reclaman su atención y
excluirían del corazón y de la mente aquello que es su porción verdadera; de
ahí la necesidad de la exhortación, "Siendo, pues, que habéis resucitado
con Cristo … Ocupad la mente en las cosas de arriba, no en las de la
tierra". (Colosenses 3: 1, 2 - RVA). La condición de aquellos que piensan
en las cosas terrenales es muy seria aunque ellos sean Cristianos, pues el
Apóstol tuvo que escribir, "Porque muchos andan como les he dicho muchas
veces, y ahora se lo digo aun llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo,…
los cuales piensan solo en las cosas terrenales. Porque nuestra ciudadanía
está en los cielos". (Filipenses 3: 18, 19, 20 – NBA)
De Qué Manera los
Madianitas Trataban a Israel
"Y acampando contra
ellos… No dejaban qué comer
en Israel… Israel era empobrecido en gran manera por causa de los madianitas".
(Jueces 6: 4 a 6 – NBA).
Los Madianitas prevalecieron
contra Israel y a causa
de los Madianitas "los hijos de Israel se hicieron escondites en las
montañas y en las cavernas y en los lugares fortificados". (Jueces 6:
2 – NBA). En resumen, se ocultaron en la tierra. Dios los había establecido en
esa tierra para ser un testimonio para Él mismo, y si ellos hubiesen andado en Sus
sendas la luz de ellos se habría mantenido resplandeciente y las demás naciones
se habrían enterado acerca de cuán bueno era tener al Dios de Israel. Pero
ellos no fueron ningún testimonio para Dios ocultos en los escondites y
cavernas de la tierra; y tampoco hay luz alguna hoy en día en aquellos de Su pueblo
que están bajo el poder de las cosas de la tierra; la luz de ellos está oculta
en lugar de estar puesta en el candelero para que todos puedan ver la luz.
Dios había traído
a Su pueblo a esa tierra para que
pudieran disfrutarla y ellos encontraron que era una tierra que fluía leche y
miel, — una tierra de gozo y regocijo — donde el trigo crecía en abundancia y
el ganado medraba sobre sus verdes colinas. Pero, cuando los Madianitas
invadieron la tierra y establecieron su hogar allí, todo esto lo perdieron pues
los invasores entraron como langostas que devoran toda cosa verde, y el pueblo
de Israel fue empobrecido en gran manera y despojado por completo de esas
bendiciones que Dios les había dado.
Cristiano, ¿se encuentra
usted en una situación similar?
Usted ha permitido que las cosas de la tierra ocupen sus pensamientos y su
corazón, y ellas han invadido la tierra en multitud, han desplazado las cosas
más resplandecientes y mejores. Usted puede mirar hacia atrás, al tiempo en que
las cosas de Cristo y del cielo eran el gozo y el deleite de su alma, pero usted
ha perdido el gusto por ellas y el Espíritu Santo ha sido contristado y su alma
se ha empobrecido grandemente. Usted no tiene tiempo ahora para una quieta
comunión con el Señor pues los madianitas han subido "con su ganado y sus
tiendas", y han entrado "como langostas en multitud". Y ellos
han entrado "en la tierra para devastarla". (Jueces 6: 5 – NBA).
Oh, es lamentable
que este sea el triste caso de miles
de lozanos Cristianos que antes crecían, los cuales han sido vencidos, no por
grosera pecaminosidad, ni siquiera por la mundanalidad, sino por las
"cosas de la tierra". Ellos dicen, «Uno debe ocuparse de la
familia, de los negocios, de las cosas de esta vida»", y, consecuentemente,
las cosas de Cristo, que son su verdadera y propia porción como pueblo de Dios,
son descuidadas, y observen bien el triple resultado:
En primer lugar, no
hay fruto para Dios.
En segundo lugar,
no hay luz para los demás.
En tercer lugar, no
hay sustento para ellos mismos.
El Primer Paso Para
la Liberación
Pero, en su angustia,
Israel clamó a Jehová a causa de
los Madianitas y ese clamor de necesidad fue el comienzo de cosas mejores.
Ellos fueron llevados a reconocer que si Dios no los ayudaba no había esperanza
para ellos; y esta es una inmensa lección que todos deben aprender. Nunca será
demasiado insistir en que la liberación, en cada fase, debe provenir de Dios,
—nuestro esfuerzo es fútil. Es posible que usted haya hecho muchos intentos
para librarse del yugo mortificante de las cosas terrenales, pero todos han
sido en vano. Si usted ha llegado al fin de sus propios recursos, entonces ha
llegado al lugar correcto para la bendición; pues el fin de los recursos
suyos es el comienzo de los de Dios, y para los recursos de Él no hay fin.
Si su alma se ha empobrecido deje que Él oiga su clamor. Él no ha cambiado; lo
que ha traído el desastre sobre usted son sus propios caminos, así como los Israelitas
estuvieron padeciendo por la propia desobediencia de ellos. (Jueces 6: 10).
En respuesta al clamor
de necesidad de ellos Dios les levantó
un libertador; y de él tenemos una descripción sumamente interesante e
instructiva. Hay varias cosas que sobresalen notablemente en su carácter y
conducta y a las que se debe llamar a prestar atención:
Primero, Él fue capaz
de conservar para sí mismo algunos
de los productos de la tierra de los que el resto de Israel había sido
despojado.
Segundo, Él estaba
muy preocupado por la condición del
pueblo de Dios.
Tercero, Él tenía
ínfimos pensamientos sobre sí mismo.
Cuarto, los principales
incidentes en su camino hacia
la victoria tuvieron lugar de noche o en secreto.
1.—
Gedeón es presentado mientras está sacudiendo el
trigo en el lugar secreto para ocultarlo de los Madianitas. Este trigo era la
porción verdadera del pueblo; para nosotros es un tipo de Cristo. Israel había
sido despojado de su sustento, pero Gedeón había podido asegurar, al menos,
algo de aquel sustento de manos de los ladrones. Evidentemente, Él valoraba
aquello que había
guardado tan cuidadosamente y no sería despojado de ello si él lo podía evitar.
Fue a aquel varón que el propio Dios se reveló, y él pudo ser llamado, "varón esforzado
y valiente", pues había iniciado el camino hacia la victoria final.
(Jueces 6: 12).
¿Aprecia usted a Cristo,
y acostumbra usted a
retirarse a lo secreto, lejos del estrés y de la preocupación del diario vivir
para alimentarse de Él y de Sus cosas, las cuales son su verdadera porción?
¿Es posible que usted
tenga que confesar que no tiene
tiempo para Sus cosas y que desde el amanecer hasta el atardecer usted está
ocupado por completo con los deberes del día? Entonces, en realidad, usted está
bajo el yugo mortificante de estos muy tiránicos enemigos de su alma, — a
saber, las cosas terrenales.
Dedique usted tiempo
para alimentarse de Cristo en lo secreto.
Pronto se dará cuenta de lo bueno que ello es. Los días serán más luminosos,
las cargas menos pesadas, su espíritu menos inquieto y, tal vez, esa mirada
ansiosa desaparecerá de su rostro. En resumen, una nueva era amanecerá para usted
si usted se aparta para sacudir el verdadero Trigo en lo secreto de la
presencia de Dios. Usted tendrá que guardar celosamente estos momentos de quietud
pues, si se les permite, estas cosas terrenales se entrometerán en las horas
más sagradas.
Fue mientras Gedeón
sacudía el trigo que el Ángel de Jehová
se le apareció con el anuncio que estremece el alma: "Jehová está contigo,
varón esforzado y valiente". A aquel que podía aferrarse a lo que Dios le
había dado se le pudo hablar así; Jehová estaba con él y, consecuentemente, la
fuerza y el valor debían ser suyos. (Jueces 6: 12).
(2) Pero Gedeón no
se entusiasmó con la salutación del
ángel. Él pensó en el estado de la tierra y expresó el profundo ejercicio de su
corazón al respecto. Los días no eran como una vez habían sido y él lo sentía
profundamente. Parecía como si Jehová hubiese abandonado a Su pueblo y él estaba
muy preocupado por ello. Tenía trigo para sí mismo pero no se conformaba con
tenerlo solo y permanecer indiferente a la condición empobrecida de la herencia
de Dios.
Y Jehová lo miró con
evidente satisfacción, y dijo:
"Vé con esta tu fuerza, y salvarás a Israel de la mano de los madianitas.
¿No te envío yo?" (Jueces 6: 14).
Aquel que verdaderamente
trata con Dios acerca de las
cosas debe sentir cuán enjutos de alma son muchos del pueblo de Dios y cuán
poco son conocidas y valoradas las cosas preciosas de Cristo. Sintiendo esto él
no se satisfará con comer su porción solo. Ah, no, hacer eso sería una
evidencia innegable de un corazón alejado de Dios. No podemos separarnos en
pensamiento del resto del rebaño de Dios; su pobreza y su dolor son nuestros.
Gedeón rehusó separarse
del resto del pueblo de Dios
pues cuando el ángel dijo: "Jehová está contigo", Gedeón
respondió: "Si Jehová está con nosotros" (Jueces 6: 23, 13); y
cuanto más apreciamos a Cristo, más amaremos a Su pueblo y anhelaremos la
liberación de cada uno de ellos de todo yugo de esclavitud.
(3) El tercer rasgo
en el carácter de Gedeón fue la baja
estima de sí mismo. No se jacta por la forma en que se le habla sino que habla acerca
de la pobreza de su familia y de su propia pequeñez; y esto lo señaló aún más
decididamente como un vaso escogido para Jehová; de modo que lo que ya había
sido anunciado puede ser ahora enfatizado: "Herirás a Madián como a un
solo hombre". (Jueces 6: 16 – VM - JND).
Tres cosas van siempre
juntas y cada una es una clara
señal de la gracia de Dios en Su pueblo, a saber,
en primer lugar, Apreciación
de Cristo;
en segundo lugar,
amor y cuidado por Su pueblo;
en tercer lugar, baja
estima acerca de sí mismo.
Dios Debe Tener Sus
Derechos
Gedeón estaba todavía
en mucha ignorancia con respecto
a quién conversaba con él, pero es agradable ver que cuando llegó el momento
oportuno él pudo traer los panes sin levadura, la harina fina y un cabrito de
las cabras. Jehová aceptó su ofrenda y le dijo, "Paz a ti; no tengas
temor, no morirás". (Jueces 6: 23). A medida que aumentaba la luz,
aumentaban la fe y el vigor de Gedeón pues construyó un altar a Jehová y lo
llamó "Jehová-salom", que significa «Jehová es paz.» Él asumió su
postura a partir de las propias palabras de gracia de Dios para él mismo, y
reclamó la paz para todos.
La construcción de
aquel altar significó que Dios debe
tener Sus derechos, — esos derechos de los cuales Él había sido privado durante
tanto tiempo; y cuando Dios tiene Sus derechos Él puede enviar paz.
Este fue, entonces,
el hombre que Dios pudo usar para
la liberación de Su pueblo, y las señales de la gracia y la fe en él son
figurativas de ese estado que debe caracterizarnos si hemos de ser libertados y
libertadores. El hombre cuya alma se alimenta de las cosas del cielo será un
adorador de Dios porque su corazón estará lleno de las cosas de Dios; y él es
quien puede levantar el altar con una intención divinamente dada de rendir a
Dios lo que es de Él; y tampoco entregará su mente y su corazón y el tiempo a ocuparse
de las cosas de la tierra.
Hasta ahora las actividades
y el progreso de Gedeón
habían sido en secreto y con Dios; pero llegamos ahora a su primer golpe al dominio
del enemigo.
Un altar al falso
dios Baal había sido levantado en la
tierra y fue a consecuencia de esto que ellos estaban padeciendo bajo la
tiranía de los Madianitas. Baal era el dios del sol. El sol establece las
influencias que rigen el día y el altar de Baal en la tierra es típico de las
cosas de la tierra que tienen ascendencia en los corazones y en las mentes del
pueblo de Dios. Este altar tenía que desaparecer para hacer sitio al altar de
Dios pues los dos no podían permanecer en pie juntos.
En la misma epístola
en que somos exhortados a ocupar la
mente en las cosas de arriba, no en las de la tierra (Colosenses 3: 2 – RVA, leemos:
"Para que en todo él [Cristo] sea preeminente". (Colosenses 1: 18 -
RVA). Si hemos de ser libres de la
esclavitud y andar en libertad, Cristo debe ser preeminente. Oh, cristiano,
¿responde su corazón a esto? Él es verdaderamente digno de este lugar, y si,
"en todo", entonces, ciertamente, Él es digno de este lugar en su
corazón y en su vida. Si las influencias del día y las cosas de esta vida
tienen el dominio sobre usted, entonces las cosas de Cristo son desplazadas; el
falso dios, Baal, ha levantado su cabeza en medio de su vida, y como
consecuencia usted no tiene gozo y es infructuoso. Oh, derribe usted ese altar;
hágalo de inmediato; haga que Cristo lo sea todo. "Hijitos, guardaos de
los ídolos. Amén". (1ª. Juan 5: 21).
Pero, preste usted
atención, fue el hombre que había
estado en lo secreto con Dios quien pudo derribar el altar del dios falso; y
usted no puede tener poder alguno contra estos enemigos salvo que usted lo haga
con Dios en lo secreto.
Una Necesidad Absoluta
Pasaremos ahora al
muy interesante incidente
registrado al final del capítulo, a saber, en Jueces 6: 33 a 40. Los
Madianitas, con sus aliados los Amalecitas, (una figura de la carne), salieron
a luchar contra Gedeón. Esto era natural y lo es hoy. Usted puede estar seguro
de que si en su corazón hay una atracción hacia el cielo, usted tendrá que contender
con estos poderes combinados, porque la carne no ama las cosas de Cristo sino
que encuentra su satisfacción en las cosas de la tierra. Pero Gedeón no tuvo temor;
tocó el cuerno de advertencia y reunió al pueblo de Dios, pero, antes de
emprender la batalla tuvo que volver a hablar con Dios en secreto. En lo
secreto de la presencia de Dios él deseó que se realizara un milagro, y un
milagro de un tipo muy peculiar. «Uno muy insignificante», dice el crítico detractor.
Nuestra respuesta es, «Un milagro muy esencial para nosotros si queremos ser
victoriosos». La petición de Gedeón fue que el vellón se saturase con aquello
de lo cual la tierra no supiera nada: «Que el rocío esté en el vellón solamente
y toda la tierra quede seca.» El carácter del animal se conoce por su vellón. Entonces
el vellón representará nuestro carácter en este mundo; pero recordemos que
el carácter se forma desde el interior, — desde aquello en lo que el corazón y
la mente permanecen. ¿Estamos preparados para decir a Dios: «Que el rocío esté
sobre el vellón; que estemos saturados, bautizados, enteramente caracterizados
por aquello que la tierra no posee»? Y lo que la tierra no posee es Cristo,
ciertamente; y sólo cuando nuestros corazones y mentes se alimenten de Él
llevaremos el carácter celestial y nos diferenciaremos claramente de lo que es
de la tierra. Usted puede decirme que ese es su deseo pero que todos sus
esfuerzos en esa dirección han sido totalmente vanos. Y permítame asegurarle
que sus esfuerzos serán siempre infructuosos. Usted no puede llevar a cabo un
milagro, y producir lo que estamos hablando es imposible salvo por el poder de
Dios.
Gedeón no se propuso
hacer esto por sí mismo sino que entregó
el vellón a Dios y le pidió que Él lo llevara a cabo. Y éste es el secreto:
"Preséntense ustedes mismos a Dios" (Romanos 6: 13 - NBA), y
comprobarán que lo que es imposible para los hombres es posible para Dios. Es Su
deleite, en perfecta gracia y por el poder del Espíritu, llenar nuestros
corazones y mentes con Cristo para que podamos llevar Su carácter en un mundo
que no conoce nada acerca de Él. Pero Gedeón hizo más que entregar el vellón a
Dios; él también mostró energía y deseo en relación con este asunto pues se
levantó temprano en la mañana para ver la respuesta de Dios a su oración.
Que Dios conceda que
podamos mostrar la misma energía
en nuestros deseos espirituales. A menudo, — ¡lamentablemente! — demasiado a
menudo nosotros estamos satisfechos con anhelar y orar, y ambas cosas son
correctas, pero debemos ir más allá; debe haber la rendición de nosotros mismos
a Dios; no hay substituto para esto; y luego debe haber la búsqueda y la espera
sinceras del resultado.
Gedeón tuvo una petición
más que hacer antes de salir
al campo; fue que el vellón estuviera seco y toda la tierra mojada. Tenemos
aquí el lado negativo del asunto que sigue al positivo de manera natural. El
significado de ello para nosotros es que seamos libres en el corazón y en el
carácter de aquello con lo que la tierra está saturada; que sus máximas, sus
principios, sus esperanzas y sus aspiraciones no tengan cabida en nuestras vidas
pues estas cosas sólo pueden estropear nuestro disfrute de Él. Su cruz nos ha
separado de ellas y debemos estar libres de ellas de manera práctica si hemos
de representarle acertadamente.
Es interesante notar
que fue en la era el lugar donde estos
deseos fueron expresados, — en el lugar donde Gedeón se había encontrado por
primera vez con Jehová y donde él había mostrado su aprecio por la bendición de
Dios; y también podemos estar seguros de que estos deseos son el resultado
verdadero y natural de alimentarse de Cristo en lo secreto de la presencia de
Dios, lejos de las influencias del día y de la intrusión de cosas terrenales.
A partir de este punto
Gedeón avanzó hacia la
victoria. Él había tenido mucho que ver con Dios en secreto y, con la fuerza,
el valor y la sabiduría adquiridos allí pudo planificar su campaña contra el
enemigo.
Pero hay aún otras
lecciones que debemos aprender
antes de llegar a la liberación final del pueblo y estas lecciones no hacen más
que enfatizar lo que ya hemos visto.
El Pueblo es Probado
El pueblo era demasiado
numeroso y existía el peligro
de que ellos se atribuyeran el mérito de la victoria y cayeran así en un estado
peor que aquel en el cual ellos habían estado. Más de dos tercios de ellos eran
cobardes; sus propias vidas tenían más valor para ellos que la lucha de Jehová
y se alegraban de volver a sus propios hogares. ¿Acaso evitamos el ejercicio de
alma? ¿Buscamos nosotros la facilidad y la comodidad en lugar del conflicto que
debemos tener si hemos de ser vencedores? Nosotros podemos continuar con las
reuniones y los servicios, leer libros y discutir doctrinas, pero, ¿están
nuestras almas afirmadas en el valor divino? Si no es así, no somos aptos para
la lucha, y hasta que nuestras almas sean verdaderamente revividas estamos
descalificados para ella.
Quedaban aún diez
mil que no eran cobardes como sus antiguos
compañeros; pero la mayor parte de ellos no eran de los que Dios podía
utilizar; así que se les aplicó una prueba más severa.
La orden de Dios es,
"Llévalos a las aguas, y
allí te los probaré". (Jueces 7: 4). El agua es una de las mayores misericordias
de Dios y en este caso fue puesta al alcance del ejército una abundante
provisión, y por la forma en que ellos la trataron se manifestó su aptitud para
ser guerreros de Dios o al contrario. Nueve mil setecientos doblaron sus
rodillas para beber todo lo que pudieron, y, por el momento, parecieron olvidar
la lucha. Por otra parte, trescientos tomaron sólo lo que les permitía
satisfacer su necesidad del momento y nada más: la lucha del Señor los
controlaba y todo lo demás fue mantenido en suspenso.
El Verdadero Uso de
las Misericordias de Dios
Nosotros vemos aquí
el verdadero uso de las
misericordias de Dios. Necesitamos comida y ropa y refugio y todo esto es
puesto a nuestro alcance. ¿Cómo debemos tratarlos? Si nuestro objetivo es
obtener la mayor cantidad posible de estas cosas nos hemos convertido en
siervos de ellas y estamos entre los que no pueden enfrentar al enemigo pues
hemos comenzado a pensar en las cosas terrenales. Si por el contrario estas
cosas son utilizadas sólo como misericordias de Dios para nosotros y nos
contentamos con las cosas que tenemos recordando que no estamos aquí para
acumular tesoros en la tierra sino para el testimonio del Señor, entonces
demostraremos ser vasos aptos para Su servicio.
Este rasgo encomiable
se manifiesta aún más en los
valientes trescientos pues ellos llevaron sus vituallas en la mano, lo
suficiente para su necesidad y no más. Ellos fueron los hombres adecuados para
la guerra que no se dejaron enredar por los asuntos de esta vida.
Las Municiones de
Guerra
Ellos fueron un ejército
extrañamente equipado cuando salieron a luchar; sus armas fueron contrarias a
todas las ideas aceptadas, y sus tácticas no podían ser aprendidas en las
escuelas militares; pero fueron también hombres de ojo sencillo y obedientes y
confiados, y eso era todo lo que necesitaban ser.
Ellos fueron hombres
de ojo sencillo, y la mirada de
ellos estuvo fija en su líder, pues su orden fue: "Miradme a mí".
(Jueces 7: 17). Si ellos hubieran mirado
al enemigo probablemente se habrían desanimado por el número de ellos; pero
mirar al enemigo no era asunto de ellos pues el jefe que Dios les había dado
reclamaba su atención y les ordenaba su obediencia, y mientras le miraron ellos
"estuvieron firmes cada uno en su puesto" (Jueces 7: 21), y estando
cada uno en su puesto ellos llegaron a ser una compañía compacta e indivisa.
Sus armas de guerra
fueron extrañas, trompetas,
cántaros que sólo fueron sostenidos para ser quebrados, y antorchas. No llevaron
consigo ninguna espada de acero templado pero su grito de guerra fue glorioso y
demostró que eran hombres seguros de la victoria. Y en efecto, no quedaron
defraudados, pues al gritar: "¡Por la espada de Jehová y de Gedeón!... todo
el ejército echó a correr dando gritos y huyendo". (Jueces 7: 20, 21).
En la segunda epístola
de Pablo a Timoteo tenemos lo
equivalente en el Nuevo Testamento. La epístola ha sido calificada de negativa
y en verdad tiene su aspecto negativo pues en ella es expuesto claramente el
terrible alejamiento de la verdad de la Iglesia profesante: es decir, el
resultado de preocuparse primero en las cosas terrenales.
El estado de cosas
descrito en el tercer capítulo de
esta epístola difícilmente podría ser peor, y sin embargo tenemos allí una
imagen real de la Iglesia profesante de hoy en día, y es evidente que si la
Iglesia o cualquier parte de ella es nuestra esperanza y refugio, — nuestro
lugar de salvación, — entonces estamos realmente perdidos. Pero, Pablo no miró
en esa dirección; miró por encima de la escena del conflicto y el fracaso y
fijó su mirada en un Cristo resucitado a la diestra de Dios, y el resultado de
esta mirada firme fue un triunfo continuo. De modo que, vista desde este punto,
esta epístola es una de las más brillantes en el Libro porque el fracaso de los
hombres solo sirve para poner de relieve la fidelidad y estabilidad del Señor.
El Grito de Batalla
de Pablo
Así, Pablo tuvo un
grito de batalla al igual que
Gedeón. Él pudo vincularse con el testimonio del Señor y clamar: "No te avergüences
pues del testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo" (2a
Timoteo 1: 8 – VM); y aquel que tuvo tal grito de guerra pudo decir: "Pero
no me avergüenzo, porque yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es
poderoso para guardar mi depósito para aquel día". (2ª Timoteo 1: 12). Él
pudo decir también al final de la batalla: "He peleado la buena batalla,
he acabado la carrera, he guardado la fe". (2ª Timoteo 4: 7).
Él había permanecido
firme en su puesto, como los
hombres de Gedeón, porque conocía el poder y la gracia de su gran Líder, el
cual había aplastado al enemigo y triunfado sobre la muerte; y usted puede
estar seguros de que, al recordar a Jesucristo resucitado de entre los muertos
según el evangelio de Pablo, y al tener nuestros ojos fijos en Él, en quien
están aseguradas todas las intenciones de bendición de Dios, nosotros también
podremos permanecer firmes, "cada uno en su puesto". Tampoco estaremos
con miedo y pavor y depresión porque nuestros corazones serán mantenidos por el
triunfo del Señor, y al estar así en nuestro puesto haremos resonar confiadamente
el grito de batalla del Cristiano.
El Testimonio del
Señor
El testimonio del
Señor es la verdad bienaventurada en
cuanto a Su victoria y que toda la gracia de Dios está en Cristo donde ningún
enemigo puede estropearla. Es la proclamación del gran hecho de que Dios no ha
sido frustrado sino que todos Sus propósitos de gracia están sostenidos con
seguridad en la mano que hirió el poder de la muerte. En resumen, el testimonio
del Señor es el glorioso evangelio de Dios acerca de su Hijo como el Hombre
resucitado, a través de quien se cumple toda la voluntad de Dios. El
conocimiento de este evangelio nos hace triunfantes, y no lo predicaremos con
vergüenza porque no es acerca de nosotros sino acerca de Cristo; no es acerca de
la Iglesia sino acerca del poderoso Salvador, el Hijo de Dios.
Que nosotros podamos
ser verdaderamente controlados
por el espíritu de amor y poder, y de una mente sana, para que podamos seguir
decididamente con esta gloriosa predicación. Podemos sentirnos avergonzados de
la Iglesia como testigo de Cristo aquí abajo, y avergonzados de nuestras propias
y miserables personas, pero aquí hay algo de lo que nunca debemos
avergonzarnos, pues se trata del poder mismo y de la sabiduría misma de Dios.
Los Cántaros y las
Antorchas
Los hombres que gritaron:
"¡Por la espada de
Jehová y de Gedeón!", fueron los hombres que guardaban su luz en vasos de
barro, y esos tenían que ser quebrados para que la luz resplandeciera. El resplandor
de esta luz en la oscuridad debía acompañar al grito de batalla y al toque de las
trompetas. Se hace alusión a esto en 2ª Corintios 4: 7. Los creyentes poseen un
maravilloso tesoro: a saber, el conocimiento de Dios en sus corazones. Esta luz
gloriosa resplandece en toda su perfección desde la faz de Jesucristo y ha resplandecido
en nuestros corazones (2ª Corintios 4: 6); pero, si esa luz ha resplandecido en
el interior, es para que vuelva a resplandecer hacia afuera. La luz no debe
estar oculta; debe resplandecer desde los vasos de barro que la contienen. Esto
sólo puede ser en el poder de Dios: pues el esfuerzo humano es totalmente vano.
La luz resplandeció
en Pablo; su manera de vivir estuvo
en consonancia con el testimonio que él dio, de modo que si predicó que toda la
bendición estaba en Cristo en la gloria, él no la buscó en la tierra. Él no puso
su vista en las cosas que se ven sino en las que no se ven. Las cosas eternas y
no las temporales ordenaron su alma y él fue así un vencedor realmente libertado
y capaz de libertar a otros también.
El resplandor de la
luz y la salida del testimonio
deben ir juntos. A esto nos ha llamado el Señor y es nuestro privilegio relacionarnos
con el nombre y el testimonio del Señor. Pero, tengamos en cuenta que si nos
ocupamos en las cosas terrenales la luz se oscurecerá y dejaremos de interesarnos
en el testimonio del Señor.
He aquí las cosas
que llevaron a la derrota de estos
enemigos por parte del ejército de Gedeón.
1.— Ellos fueron
hombres valientes (Jueces 7: 3).
2.— Tomaron
sólo lo que necesitaban (versículo 6).
3.— Fueron obedientes
al comandante (versículo 17).
4.— Dejaron
resplandecer la luz que los cántaros contenían
(versículo 20).
5.— Gritaron
el grito de batalla (versículo 20).
6.— cada uno
estuvo en su puesto (versículo 21).
Que Dios conceda que
el bienaventurado antitipo de
estas cosas nos caracterice a cada uno de nosotros.
Una Advertencia
Hay mucho más en la
historia de Gedeón que es del más profundo
interés y de la más profunda enseñanza que no entra en el ámbito de nuestra plática:
pero, sin embargo, de una cosa es necesario que se nos advierta.
Los israelitas habrían
hecho de Gedeón su rey: hablan
de él como su libertador y parecen no reconocer que todo proviene de Dios (Jueces
8: 22). La historia se repite porque los corazones de los hombres son los
mismos y en la Iglesia muchos han caído en esta trampa. Hombres han sido
levantados por Dios para ayudar y libertar a Su pueblo y muchos los han
admirado y los han seguido, e incluso han llegado a denominarse a sí mismos con
el nombre del vaso que Dios ha utilizado, convirtiéndolo así en un rey sobre
ellos. Contra esto se nos advierte en 1ª Corintios, capítulos 1 y 3, y hoy más
que nunca existe más necesidad de la advertencia porque, en lugar de mirar y
adherirse sólo al Señor, la mayor parte de los Cristianos buscan aquí y allá a
alguien a quien puedan llamar el hombre de Dios para el momento, de quien pueden
obtener guía y luz. Gedeón se mantuvo fiel en esta prueba y dijo: "Jehová
señoreará sobre vosotros". (Jueces 8: 23).
Los hombres de Siquem
no hicieron caso a las sabias
palabras de Gedeón pues a su muerte hicieron rey a su hijo Abimelec, con el
resultado de que éste los destruyó y ellos lo destruyeron a él. (Jueces 8: 29 a
Jueces 9: 57).
El capítulo noveno
de los Jueces nos registra la
amarga cosecha de la soberbia de Abimelec y de la insensatez de ellos y nos
enseña a tener el cuidado de no confiar en el hombre de la zarza de la parábola
de Jotam en Jueces 9: 7 a 21, y especialmente cuando se trata de las cosas de
Dios.
Sólo el Señor es nuestra
suficiencia. Su amor, Su
gracia y Su poder nunca pueden fallar. Él es la vid, el olivo y la higuera verdaderos
de los que habló Jotam en contraste con la inútil zarza. Sí, toda la necesidad
de Su pueblo se encuentra en Él.
«Que con ÉL estemos
satisfechos,
y que en Su nombre
triunfemos.»
J. T. Mawson
Traducido del inglés
por: B.R.C.O. – Abril 2021
Otras versiones de La Biblia usadas en esta traducción:
JND
= Una traducción del Antiguo Testamento (1890) y del Nuevo Testamento
(1884) por John Nelson Darby, versículos traducidos del Inglés al Español por:
B.R.C.O.
NBA
= Nueva Biblia de las Américas, Copyright 2005 by The Lockman
Foundation.
RVA
= Versión Reina-Valera 1909 Actualizada en 1989 (Publicada por
Editorial Mundo Hispano)
VM = Versión Moderna, traducción de 1893 de H. B. Pratt, Revisión 1929
(Publicada por Ediciones Bíblicas - 1166 PERROY, Suiza).