Observaciones Generales
acerca de la Palabra Profética
J. N. Darby
Escritos Compilados, Expositivos, Volumen 30
Todas las citas
bíblicas se encierran entre comillas dobles ("") y han sido tomadas
de la Versión Reina-Valera Revisada en 1960 (RV60.
1. Antiguo Testamento
Al comenzar estas
observaciones hay que hacer una gran distinción entre los profetas. Algunos
escribieron antes del cautiverio y llamaron a los judíos al arrepentimiento,
como esperando que todavía pudieran prestar atención a la advertencia, con
independencia de cuál fuese la solemne luz acerca del juicio futuro, pero con bendición
al final. Los demás escribieron un poco durante, o poco después del cautiverio
sobre la base del juicio de Dios. Isaías está en la primera clase, Jeremías y
Ezequiel son de la transición; Daniel está en la segunda, así como Hageo,
Zacarías y Malaquías. Jonás está solo como una especie de testimonio final a
los gentiles, mientras que Israel todavía era reconocida como pueblo de Dios.
ISAÍAS
profetiza en general acerca de todas las esperanzas del pueblo de
Dios y de las naciones en sus relaciones con Israel. El libro está dividido en
dos partes muy distintivas, finalizando la primera con el capítulo 25, la
segunda comenzando con el capítulo 40, y la porción histórica que forma un
paréntesis entre esas dos partes. La primera parte contiene el juicio de Dios
sobre Israel y sobre las naciones; la segunda parte presenta la consolación de
Israel por medio de la gracia divina y en vista de su culpa, en primer lugar
por la idolatría, y luego por el rechazo del Mesías, el cual viene de nuevo
para la liberación de ellos para la gloria de Dios.
El
capítulo 1 profetiza acerca de Jerusalén; el capítulo 2 es el
juzgamiento de las naciones en relación con los judíos; los capítulos 3 y 4
desarrollan aún más los fundamentos del juicio y su carácter y resultado
divinos; mientras que el capítulo 5 expone el pecado y la ruina de Israel, a
pesar de toda la bondad y el esmero de Dios desde el principio. En el capítulo
6 vemos una especie de introducción que nos presenta el carácter de la profecía
en cuanto a los judíos solamente. {Ver nota}. La profecía del capítulo 7 no
finaliza hasta el capítulo 9, versículo 7. Ella está dividida en dos secciones:
del capítulo 7 nos enteramos acerca de Emanuel, del capítulo 8 nos enteramos
acerca de la tierra de Emanuel. Luego comienza un nuevo tema en el capítulo 9,
versículo 8, o más bien, una reanudación de lo que comenzó en el capítulo 5, lo
cual termina con el capítulo 12.
{Nota. El capítulo 6 presenta el carácter general
de la profecía. Acaz está a punto de consumar la apostasía de la familia de
David construyendo un altar idolátrico. Antes que esto ocurra, la gloria de
Cristo es revelada; por medio de la misma, el estado moral del pueblo es
condenado completamente y el juicio es pronunciado. El cumplimiento de la
sentencia queda suspendido hasta que hayan rechazado al propio Cristo, como
vemos en Juan 12. La promesa de un remanente es revelada ante la intercesión
del profeta.}
El
capítulo 13 abre una serie de juicios sobre las naciones, comenzando
con Babilonia, en el capítulo 24, involucrando a toda la tierra, y concluyendo
con el capítulo 27. Se debe observar aquí que, como en todas partes, todo
juicio termina con bendición, siendo la gloria de Cristo el objeto de todas
estas profecías.
Desde
el capítulo 28 hasta el capítulo 35 inclusive, son hallados los
juicios especiales sobre Israel en los postreros tiempos.
En
los capítulos 35 al 39 vemos que es predicho el derrocamiento de
Asiria, la enfermedad de muerte pero el levantamiento (en tipo) del Hijo de
David, y el poder de Babilonia como llevándose a los judíos.
Los
capítulos 40 y sucesivos, hasta el final, predicen el estado de
Israel, no externamente como lo hacen los capítulos antes del paréntesis
histórico, sino internamente y hacia Dios, como probados por su llamamiento a
ser testigos del único Dios verdadero y esperar al Mesías, con los grandes
resultados cuando la misericordia se regocija en el juicio, en la gloria al
final y para siempre.
En
cuanto a JEREMÍAS, nosotros vemos que, habiendo Manasés consumado la
iniquidad de Israel, el juicio se hace necesario. (2º Reyes 23: 26; Jeremías
15: 4). Este juicio es irrevocable: Jeremías es el profeta de él en medio de
Jerusalén. Hasta el final del capítulo 24 él hace el alegato de Jehová contra
Su pueblo para convencerlos de pecado en toda forma.
Desde
el capítulo 15, Jerusalén (considerada como bastante pagana) es
juzgada con todas las naciones. El nuevo pacto es introducido en estos
capítulos. El trono de Jehová deja de existir en Jerusalén; pero Jerusalén
ciertamente será llamada así una vez más cuando todas las naciones sean
reunidas a ella.
En
EZEQUIEL tenemos el rechazo de todo lo que fuese judío o gentil. Él
profetizó entre los cautivos de Israel, no de Judá. Pronunció juicios sobre las
naciones en su conjunto, sobre los que permanecieron en la tierra después de la
cautividad, sobre Faraón que deseó ayudarles y obstaculizar el establecimiento
por parte de Jehová del primero de los cuatro grandes imperios, y él habla de
lo que sucederá a la nación (diez tribus y todos) cuando la última de las
cuatro monarquías habrá sido juzgada. La restauración de Israel [comienza] con
el capítulo 34.
En
DANIEL tenemos la historia de las cuatro grandes monarquías que han
reemplazado el trono de Jehová para la tierra. Ellas subsisten de Su parte, el
cual reina por medio de ellas. De ahí que Pablo declara que todas las
autoridades que existen han sido establecidas por Dios. (Romanos 13: 1). Los
reyes reinan por Su autorización; mientras que, al contrario, el principio de
que ello es por la voluntad del pueblo es el presagio del espíritu
anticristiano. Lo que detiene la manifestación del inicuo es la presencia del
Espíritu de Dios en la tierra en la iglesia. Siendo este el objetivo de la
gracia y la obra de Dios, él no dará rienda suelta a las naciones para que
estropeen y destruyan. Entonces, la presencia de la iglesia en la tierra
obstaculiza la manifestación del inicuo. El Espíritu Santo, estando en la
iglesia, reconoce a las autoridades como establecidas por Dios, mientras que el
Anticristo no reconocerá a hombre alguno, ni a Dios ni a cualquiera autoridad.
Evidentemente los hombres están avanzando hasta esta época; pero hay algo que
obstaculiza su manifestación y detiene al inicuo; ello es la presencia de la
iglesia, o del Espíritu Santo en la iglesia.
En
OSEAS tenemos el juicio de Israel, aunque también el de Judá, y la
restauración conjunta de ellos en el día postrero. Mientras tanto, Jezreel,
Lo-ruhama y Lo-ammi, hablan de la historia, estando Judá especialmente en vista
hasta el final del capítulo 3, mientras que, en general, los detalles que
siguen desde el capítulo 4 consideran a Israel.
JOEL
presenta la revelación del día de Jehová, grande y terrible. Para
anunciarlo, el Espíritu de Dios utiliza la ocasión de algunos juicios
particulares en aquel momento.
AMÓS
se ocupa particularmente de Israel y de las naciones relacionadas
con Israel.
ABDÍAS
predice el juicio de Edom, que es la única de entre las naciones
que va a ser destruida sin ningún remanente.
JONÁS
proporciona la última interpelación profética a las naciones antes
que hayan asumido el carácter Babilónico, para demostrar el interés que Dios
tiene en toda la creación, aunque en Su misericordia haya escogido un pueblo
para Sí mismo, para preservar el conocimiento de Su nombre en la tierra. El
poder de Nínive era anterior al de Babilonia como poder imperial.
MIQUEAS
profetizó durante el período de Isaías. Él trata de la invasión
de los Asirios y sus amenazas, para presentar, de manera especial, el juicio de
Judea, pero, al mismo tiempo, la bendición de Jehová en Cristo.
NAHUM
presenta el juicio del mundo en general, no de la corrupción de
Babilonia sino del hombre, de su poder que es presentado en el caso de Nínive.
HABACUC
se queja de la iniquidad del pueblo de Dios y desarrolla el
castigo que caerá sobre él a ser efectuado por aquellos aún más malvados que
ellos, — los Caldeos, quienes, por dar rienda suelta a su violencia, se
convierten a su vez en objeto del juicio de Jehová. Pero Su gloria y Su
justicia serán manifestadas tanto en uno como en el otro, tipos del pueblo
judío y del mundo.
SOFONÍAS
habla del despertar que Dios, en Su gracia, obra en medio de Su
pueblo para que el juicio no caiga sobre ellos. En aquel día será un tiempo de
arrepentimiento y salvación para muchas almas. Sin embargo, Él demuestra que
los consejos divinos no pueden ser cambiados, que el mal está siempre en el
hombre ahora, y que Dios reunirá a todas las naciones para castigarlas, pero, que
en aquel entonces el remanente será bendecido en todos los sentidos.
HAGEO,
insistiendo en la reedificación del templo, aprovecha la ocasión
para revelar, mediante ello, la manifestación de Jesús en Su gloria viniendo a
la casa de Dios en el día postrero.
ZACARÍAS
se ocupa de todas las relaciones de Israel con las naciones
después del cautiverio. Él expone el rechazo mutuo de Cristo, y los judíos en
el momento de Su primera venida, y los modos de obrar de Dios hacia los judíos
y las naciones en el momento de Su segunda venida.
MALAQUÍAS
pronuncia el juicio de Judea después del regreso a la tierra
santa: y da a conocer el mensaje de Elías para llamar al pueblo al
arrepentimiento antes del día de Jehová.
2.
NUEVO TESTAMENTO
Mateo
24 hasta el versículo 44 presenta el juicio de los judíos; desde
el versículo 45 del mismo capítulo hasta el versículo 30 del capítulo 25 es el
juicio de aquellos a quienes el Señor ha confiado Su servicio durante Su
ausencia; y, desde el versículo 31 hasta el final del capítulo 25 es el juicio
de las naciones, no de los muertos sino de los vivos.
2ª
Tesalonicenses 2 muestra el misterio o secreto de la iniquidad, en
acción incluso en los días apostólicos, que finaliza cuando el poder
restrictivo ya no está, en la manifestación del inicuo en el poder de Satanás. Se
trata del mismo personaje que en las Epístolas de Juan es llamado el
Anticristo, el cual es predicho en Daniel 11: 36 como el rey que "hará su
voluntad"; es decir, no en su carácter moral sino en el político, en sus
relaciones con la tierra y con el pueblo de los Judíos.
Después
de lo que se refiere a las siete iglesias, el Apocalipsis
presenta el gobierno que el Señor Jesús, en medio del trono, ejerce en la
tierra antes de Su manifestación aquí abajo. La historia general de este
gobierno termina al final del capítulo 11.
El
capítulo 12 muestra la oposición de Satanás a la gloria de Cristo; el
capítulo 13 nos deja ver los instrumentos de esa oposición, mientras que el
capítulo 14 nos deja ver los modos de obrar de Dios después que Él comienza a
actuar hacia el remanente en la tierra, hasta que juzga finalmente al cuerpo de
la apostasía. Estos tres capítulos contribuyen a presentarnos una visión.
Los
capítulos 15 y 16 son otra visión que nos muestra el último juicio
de Dios (no del Cordero) en la tierra. Los santos ya estaban delante de Dios.
Los
capítulos 17 y 18 describen la culpa y el juicio de la gran ramera,
Babilonia, los rasgos de su carácter y sus relaciones con la bestia o imperio
romano.
El
capítulo 19 revela las bodas del Cordero, y el juicio de la bestia, y
del falso profeta, el cual es idéntico a la segunda bestia del capítulo 13. El
capítulo 20 nos presenta, en los primeros versículos, cuando Satanás es atado;
luego, a partir del versículo 4, el reinado de los santos glorificados sobre la
tierra durante mil años; a continuación, Satanás es soltado para la última
insurrección de los malvados entonces vivos, y la destrucción de ellos; y luego,
el juicio eterno final de los muertos, o de todos los impíos desde que el mundo
comenzó, seguido por los nuevos cielos y la nueva tierra, cuando Dios sea todo
en todos, poniendo fin al cargo mediador de Cristo, y todo el mal es lanzado en
el lago de fuego. Desde el capítulo 21, versículo 9, hasta el capítulo 22,
versículo 6, tenemos una visión del estado de cosas en el milenio; y desde el
versículo 7 tenemos las exhortaciones finales.
J. N. Darby
Traducido del Inglés
por: B.R.C.O. – Enero 2021.