La Cura para el Ritualismo
H. F. Witherby.
Todas las citas
bíblicas se encierran entre comillas dobles ("") y han sido tomadas
de la Versión Reina-Valera Revisada en 1960 (RVR60).
Es sólo ayer
que el entusiasmo de la superstición se impuso en una peregrinación de este
país a los supuestos huesos de un cuestionable ¿santo? Cientos de personas, en
su humildad voluntaria, besaron la vitrina donde, con oropel y vistosos ropajes,
yacía la figura de cera que cubría los huesos, antes que los nobles y los educados,
así como los pobres e ignorantes, se
postraran delante de esta reliquia. Cantaban y lloraban en su frenesí.
Arrancaron puñados de hierba, arrancaron hojas y se llenaron los bolsillos de
tierra, para llevar a casa sus tesoros desde el lugar que ¡los astutos
sacerdotes llamaban 'sagrado'!
¡Lamentable
espectáculo de corazones y conciencias insatisfechas! Hombres y mujeres
sinceros y, sin embargo, ilusos; se trata del pasatiempo del propio rechazo de
ellos para con Cristo que está a la diestra del Padre. No obstante, peor que la
vergüenza de su necedad, peor que su culto, que no tiene ni siquiera "valor
alguno contra los apetitos de la carne" (Colosenses 2: 23), — es el
desprecio de ellos por el cristianismo, la degradación de ellos del elevado y
celestial evangelio de Dios al nivel más vil del paganismo. ¿En qué se
diferencian, salvo en el nombre, el culto a las reliquias y el servicio
sacerdotal de los paganos, de lo que los países 'iluminados' siguen
llamando religión cristiana?
Si ellos sólo
conocieran a Cristo en la gloria como la vida de ellos, — si la esperanza de
sus almas fuera ser como Él es, — las reliquias, los sacerdotes y los rituales
serían barridos de sus corazones en un momento; barridos por el Espíritu de
Dios como repugnantes y abominables para el alma, como completamente aborrecibles
para Cristo. El Espíritu de Dios dice que "los débiles y pobres rudimentos"
del judaísmo son detestables para el cristianismo (Gálatas 4: 9); pero, ¿qué
lenguaje describirá la mezcla de judaísmo y paganismo que ahora es llamada fe
cristiana?
Nos
preguntamos, ¿de qué manera librarse de la religiosidad que lleva a las almas
cautivas a los sacerdotes y a las reliquias, y las encadena, corazón y mente, a
las cosas de la tierra? Leemos, "Si habéis muerto con Cristo a los
principios elementales del mundo, ¿por qué, como si aún vivierais en el mundo,
os sometéis a preceptos", es la pregunta de Dios, la cual proporciona la
respuesta. (Colosenses 2: 20 – LBLA).
Cristo, en
Su perfecta obediencia a Dios, guardó la ley (Él la cumplió) y observó las
fiestas; pero Él ha muerto para los templos y para la religión terrenal. Él ha
subido a lo alto. Ha entrado en el cielo mismo, y se encuentra allí, y es ahora
el centro de una nueva adoración; y, además, Él es la Cabeza, y de Él, personalmente,
por medio de Su Espíritu, todo alimento espiritual y toda enseñanza vienen a
los miembros de Su cuerpo, de Su carne y de Sus huesos en la tierra. (Efesios
5: 30).
Cuando
Cristo murió a los principios elementales del mundo, — a todo lo que es de la
tierra y del sentido, Su pueblo murió con Él. Ellos están con Él muertos a las
comidas, a las bebidas, a los días de fiesta, a las lunas nuevas y a los días
de reposo; muertos para la sombra, pero estando en Cristo, — vivos de entre los
muertos, sentados en lo alto, — ellos viven en la nueva atmósfera de la nueva
creación, y son alimentados por Él mismo. (Colosenses 2: 16 a 23).
¿Qué
tienen que ver estos preceptos con la nueva vida, que es nuestra, de los que creemos
en el Cristo resucitado? ¿Quién, conociendo a Cristo en la gloria, — querría
tocar, rebajar a Cristo como para besar, — la vitrina de una figura de cera, en
la que fueron enclaustrados ciertos huesos atados con hilo de oro? La dignidad
del Resucitado rechaza con desdén, pero, al mismo tiempo, con compasión por los
que hacen esas cosas, la pueril invitación.
No nos corresponde
a nosotros, cuya "vida está escondida con Cristo en Dios" (Colosenses
3: 3), rebajarnos al nivel de los desventurados paganos, rebajar el poder y la
magnificencia de "Cristo en vosotros, la esperanza de gloria"
(Colosenses 1: 27), a cualquier tipo de ceremonial terrenal.
¡Lector!,
ten la seguridad de esto, a saber, que Dios te acepta como estando en Cristo;
cualquier cosa inferior es muerte. Dios ve al hombre como estando en Adán, o
como estando en Cristo, — como muerto en sí mismo, o vivo en Su Hijo. ¿Conoces
tú a Cristo, — a Cristo en el cielo? El camino a Su gloria es Su cruz. ¿Crees
tú en Aquel "que no conoció pecado", y que " por nosotros"
fue hecho "pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en
él"? (2ª Corintios 5: 21). ¿Conoces tú a Aquel que fue crucificado por los
pecadores, pero vive para siempre? Un Jesús resucitado y glorificado es la
verdad para el día actual. Esto te salvará de incontables engaños; y además, esto,
cuando el Espíritu de Dios llene tu corazón y tu mente con ello, te preservará
en medio de las asechanzas de Satanás. Si, pues, has resucitado con Cristo, pon
tus afectos en las cosas de arriba, (Colosenses 3: 1), no los pongas en
los principios elementales del mundo, no los pongas en la música, ni en las
vidrieras, ni en el incienso, ni en los sacerdotes, ni en los ropajes de lujo;
ponlos en Cristo resucitado y en Sus cosas celestiales. Y así, deleitándote en
el Hombre que está a la diestra de Dios, — teniendo a Cristo en tu corazón como
la esperanza de gloria, — teniendo la semejanza de Aquel que está en lo alto
como tu perspectiva, tu destino, — tú te emanciparás para siempre de toda
servidumbre, sea ella causada por la duda, por el temor, por incrédulos, o por
sacerdotes.
H. F. Witherby.
Traducido del Inglés por: B.R.C.O. –
Noviembre 2020.
Título original en inglés: The cure for Ritualism, by H. F. Witherby
Publicado
en Inglés por: A.
HOLNESS, 21, PATERNOSTER Row. London.
U. K.
Versión Inglesa |

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