Las Fiestas de Jehová
Levítico 23
George Christopher Willis
Contenido:
Prefacio
Prefacio a la
Segunda Edición
Introducción
Los Redimidos
de Jehová
Las Siete
Fiestas
El Día de
Reposo
La Pascua
La Fiesta de
los Panes sin Levadura
La Fiesta de las
Primicias
La Fiesta de
las Semanas o Pentecostés
El Intervalo
Actual
La Fiesta de
las Trompetas
El Día de la
Expiación
La Fiesta de
los Tabernáculos
Diagrama
N. del T.: Todas las citas bíblicas se encierran
entre comillas dobles
("") y han sido tomadas de la Versión Reina-Valera Revisada en 1960
(RVR60).
Otras versiones de la Santa Biblia usadas en esta
traducción:
JND = Una traducción del Antiguo Testamento (1890)
y del Nuevo
Testamento (1884) por John Nelson Darby, versículos traducidos del Inglés al Español
por Benito Carnio.
LBLA = La Biblia de las Américas, Copyright 1986,
1995, 1997, 2000 por
The Lockman Foundation, Usada con permiso.
RVA = Versión Reina-Valera 1909 Actualizada en
1989 (Publicada por
Editorial Mundo Hispano)
RVR1977 = Versión Reina-Valera Revisión 1977 (Publicada
por Editorial
Clie).
VM = Versión Moderna, traducción de 1893 de H.
B. Pratt, Revisión 1929
(Publicada por Ediciones Bíblicas - 1166 PERROY, Suiza).
Traducido
del Inglés al Español
por
Benito Carnio (B.R.C.O.)
Octubre/Noviembre
2020
Prefacio
Las páginas que
siguen son, en gran parte, el resultado de Estudios Bíblicos, o charlas, acerca
de Las Fiestas de Jehová. Los mensajes fueron presentados por primera vez
después de leer y disfrutar enormemente, el pequeño libro de John Ritchie,
"Las Fiestas de Jehová: Brillantes Prefiguraciones de la Gracia y de la
Gloria."
El primer pensamiento del escritor fue procurar traducir ese pequeño
libro al idioma Chino, pero a medida que el trabajo progresaba, pareció estar
bien ir más allá de los límites del original, y no se podría decir que el
presente libro es una traducción de dicho original. Al mismo tiempo, el pequeño
libro del Sr. Ritchie ha sido la base en la que este se ha basado, y el
escritor reconoce muy agradecido su gran deuda con su autor. Muchas partes de
este libro están tomadas directamente del trabajo del Sr. Ritchie.
El escritor también
está en deuda con muchos otros autores. Él ha recurrido libremente a todas las
obras que han estado disponibles para él. Especialmente debe mencionar los
"Escritos sencillos acerca de Temas Proféticos" del Sr. W.
Trotter, y "Sinopsis de los Libros de la Biblia" y otros
libros del Sr. J. N. Darby.
También quiere
reconocer con la más profunda gratitud el amoroso y fiel servicio del Sr. Shih
T'ien Min, que ha hecho todo el trabajo de traducción, y sin cuya labor este
libro nunca habría aparecido.
Es el sincero deseo
de aquellos que han trabajado en estas páginas que ellas sean como un dedo apuntando
nuestros corazones a las Fiestas de Jehová, Fiestas que fueron diseñadas y dispuestas
por el Señor
para volver nuestros corazones hacia Él, para que podamos aprender a conocer
mejor Su gracia, y para animarnos para la senda oscura de aquí abajo, mediante
una visión de la Gloria resplandeciente que está por delante.
Jeroboam organizó
una Fiesta "a los quince días del mes octavo, el mes que él había
inventado de su propio corazón; e hizo Fiesta a los hijos de Israel, y subió al
altar para quemar incienso". (1º. Reyes 12:33). Esto fue abominable para
Jehová. Que esto sirva de advertencia para que nos sometamos a la Palabra de
Dios, y como una demostración de la importancia de cada Fiesta, justo en sus
tiempo y forma designados. Si nosotros abordamos este tema tan hermoso con un
espíritu tal, creemos que no podremos dejar de obtener refrigerio.
La mayor parte de
los Manuscritos Ingleses fueron preparados sólo con vistas a su traducción al
chino, y fueron mostrados a dos o tres amigos cristianos de confianza en casa
para su crítica. Uno de ellos ha instado a su publicación en Inglés, y mediante
su generosidad él ha hecho posible llevar a cabo este trabajo. El escritor está
profundamente agradecido por la amabilidad y el estímulo de este amigo, y por
sus valiosas críticas y correcciones.
No se ha hecho
ningún esfuerzo para cambiar el estilo, que sólo aspira a la sencillez para el
trabajo de traducción, y no estaba destinado a los lectores ingleses. Debemos
pedirles paciencia y esperar que a pesar de este 'mao p'ing', las Fiestas de
Jehová dirijan cada corazón a la Gracia y la Gloria de Dios, para que pueda
desbordarse en adoración para Aquel que por gracia dispuso estas Fiestas.
*
* * * *
Prefacio a la
Segunda Edición
Por la misericordia
de Dios, se ha hecho necesaria una segunda edición de este pequeño libro. Se ha
hecho algunas adiciones y correcciones, pero, por lo demás, es similar a la
primera edición. Que el Señor lo use con gracia para animar y edificar a Su
pueblo, y para Su propia gloria.
G. Christopher Willis
Hong Kong
25 de octubre de 1957.
Capítulo
1
Introducción
En este capítulo tenemos las siete
grandes Fiestas que Jehová ordenó a Su pueblo que celebrara cada año en la
tierra de Canaán. En estas siete Fiestas podemos ver una imagen de la manera en
que Dios ha tratado con el hombre desde la muerte del Señor Jesucristo, hasta
Su reino, en la época del milenio, — y, realmente, este capítulo mira hacia
atrás al Reposo de Dios antes de que el pecado entrara, y hacia adelante al
Reposo Eterno de Dios.
Aunque ahora hace quizás unos 3.300 años
desde que este capítulo 23 de Levítico fue escrito, hace sólo unos 1.900 años
que murió el Señor Jesús; y algunas de las Fiestas ya se han cumplido, pero
otras todavía no. Cuando ellas fueron escritas, formaron una profecía; y aún
nos hablan de las cosas que sucederán en el futuro.
En Hebreos 10:1 leemos, — "Porque
la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, no la imagen misma
de las cosas", y, en Colosenses 2:17 leemos que "los días de
Fiesta", o la "luna nueva" o "el día de reposo" son
una "sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de
Cristo".
Así que nosotros podemos entender que
estas Fiestas en Levítico 23 son sombras. Nosotros hemos visto ahora algunas de
las imágenes reales claramente, y podemos ver cuán exactamente las sombras se
ajustan a la imagen real. Así que podemos esperar que las imágenes de las cosas
que aún no vemos, también se ajustarán de manera exacta con las sombras, que
esperamos examinar con la ayuda de Dios, en este capítulo. Qué maravilloso es
para nosotros tener presente que cuando Dios dibujó las imágenes de estas
sombras que estamos considerando ahora, Él mismo veía claramente la imagen real
de estas cosas. Podemos recordar que Él se deleitó en mirar hacia adelante y considerar
estos maravillosos acontecimientos, de los cuales Él nos ha presentado aquí la
imagen. Si Dios se deleita en considerar estos acontecimientos, y si Dios se ha
tomado la molestia de dibujar las imágenes de ellos para nosotros, cuánto nos
alegraría, a ustedes y a mí, tener el privilegio de considerarlas también, y
así compartir los secretos de Dios y el deleite de Dios.
¡Que no
despreciemos estas preciosas imágenes que Dios nos ha presentado en el Antiguo
Testamento! Es sumamente triste la forma en que el antiguo Israel despreció
estas Fiestas de Jehová. La Fiesta de la Pascua, el Fundamento de todo para
Israel, fue descuidada desde la época de Salomón hasta los días de Ezequías:
pero cuando por fin ellos la celebraron de nuevo, con la Fiesta de los Panes
sin Levadura, ello dio tal gozo a sus corazones que "toda aquella asamblea
determinó que celebrasen la Fiesta por otros siete días; y la celebraron otros
siete días con alegría". (2º Crónicas 30:23). Pero aun así, quedó para un
día más tarde y más oscuro el guardar la Pascua aún más de acuerdo con la
Palabra, de modo que se dice de la Pascua de Josías que, "Nunca fue celebrada
una pascua como esta en Israel desde los días de Samuel el profeta; ni ningún
rey de Israel
celebró pascua tal como la que celebró el rey Josías". (2º Crónicas
35:18). Y la más alegre de todas las Fiestas, la Fiesta de los Tabernáculos,
fue tan despreciada y olvidada que desde los días de Josué hasta los días de
Esdras y Nehemías no fue celebrada de acuerdo a la Palabra (Nehemías 8:17). Que
Dios impida que Su pueblo en estos días trate sus Fiestas con el mismo
desprecio. Espero que al considerar más de cerca estas Fiestas podamos ver que
en este capítulo, Levítico 23, tenemos una de las imágenes más completas,
claras y hermosas que podríamos obtener, de la forma en que Dios ha tratado con
los hombres.
Oramos para que Dios alimente
verdaderamente nuestras almas, y nos dé más fuerza espiritual mientras leemos y
meditamos en estas Fiestas, y que por ellas Él nos acerque más al Señor Jesús,
y haga que nuestros corazones ardan dentro de nosotros, mientras Él nos abre la
Escritura.
Capítulo
2
Los
Redimidos de Jehová
Bienaventurado tú, oh Israel.
¿Quién como tú? (Deuteronomio 33: 29)
"Los hijos de Israel, El pueblo a
él cercano." (Salmo 148:14)
Tal
vez nos ayude a entender mejor "las Fiestas de Jehová", si
consideramos primero al pueblo de Jehová, — a esas personas a las que Él les
mandó celebrar las Fiestas.
El libro de
Levítico, donde leemos el relato de estas Fiestas, es el tercer libro del Antiguo
Testamento. En el primer libro del Antiguo Testamento, Génesis, leemos acerca
de la manera en que Dios hizo al hombre, lo puso en un huerto hermoso, y
descendió, al fresco del día, para pasear en el huerto con el hombre que Él
había hecho. Nosotros encontramos aquí el maravilloso hecho de que Dios buscaba
la compañía del hombre. Supongo que todos sabemos cómo el hombre pecó, y
estropeó así esta comunión con Dios. En la breve historia del hombre antes del
diluvio, Dios hace una pausa para hablar de un hombre que caminó con Dios
durante trescientos años (Génesis 5:23). Dios nos deja ver Su gozo en este
hombre, con quien pudo tener compañía.
Luego leemos acerca
de la apostasía general, y del diluvio. Después del diluvio las cosas no fueron
mejores, leemos acerca de la Torre de Babel, y del modo en que el hombre se
apartó nuevamente de Dios. Entonces Dios eligió a un hombre, Abraham; él era el
"amigo de Dios". Volvemos a ver el gozo de Dios en un hombre con el
que podía tener compañía. Leemos acerca de este mismo gozo en Proverbios 8:31,
donde el Señor Jesucristo, tipificado por la "Sabiduría" dice, "
mis delicias son con los hijos de los hombres".
Dios eligió a
Abraham para ser el padre de una nación especial. Esta nación iba a ser el
propio pueblo de Dios — un "pueblo a él cercano". Espero que la
mayoría de mis lectores conozcan la historia de Abraham y sus descendientes.
Ustedes conocen la forma en que esos descendientes llegaron a ser esclavos en
Egipto, y cuando comienza el segundo libro del Antiguo Testamento, (Éxodo),
vemos a los descendientes de Abraham, una gran y poderosa nación, en Egipto,
pero como esclavos indefensos allí bajo el cruel dominio del gran rey Faraón.
Pero no sólo eran esclavos, sino que también habían olvidado al Dios que los
había escogido y los había hecho Suyos. Ellos eran idólatras en Egipto, (ver
Josué 24:14). Cuando Dios estaba a punto de enviar a Moisés para libertarlos,
nosotros vemos, en Éxodo 3:13-14, que cuando Dios dijo a Moisés que dijera al
pueblo: " El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros",
Moisés le preguntó a Dios, "Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?,
¿qué les responderé?" El pueblo de
Dios había olvidado a su Dios hasta tal punto, que incluso habían olvidado Su
gran Nombre.
No había "Fiestas
de Jehová" en Egipto. No había "santas convocaciones". No había
momentos de regocijo. El Faraón trató de hacer que Israel celebrara la Fiesta
en Egipto, pero eso era imposible. (Éxodo 5:1; 8:25). Eran esclavos e idólatras
allí. Esto nos muestra una imagen del hombre, pues todo hombre, en su
estado natural, se ha alejado de Dios. Es un esclavo de Satanás, el príncipe de
este mundo. Cualquier cosa y todas las cosas tienen un lugar en su corazón,
pero "No hay Dios en ninguno de sus pensamientos". (Salmo 10:4).
¿Abandonó Dios a Su
pueblo porque estaba en esta terrible condición? No, no lo hizo. Con un poder
inmenso sacó a Su pueblo de Egipto. Los libertó de la cruel mano de Faraón. Los
separó del pueblo y de los ídolos de Egipto, para convertirlos en el pueblo
escogido por Jehová, según Sus promesas a Abraham, Isaac y Jacob. Después les
dijo, "Vosotros visteis lo que hice a los egipcios, y cómo os tomé sobre
alas de águilas, y os he traído a MÍ". (Éxodo 19:4).
Los inicuos modos
de obrar de estas personas en Egipto exigían la muerte, y Dios los sacó de
Egipto por medio de la muerte, como veremos. Pero fue la muerte de otro: no de
Israel, que merecía morir. Fueron redimidos de Egipto y de la esclavitud
por medio de la sangre.
Ellos fueron
redimidos, fueron separados, para ser el "especial tesoro" de Jehová,
un "pueblo a él cercano" (Salmo 148:14), con Jehová en medio de
ellos, escudándolos, protegiéndolos y gobernando sobre ellos. Jehová nuevamente
estaba concibiendo una forma por la cual Él podría habitar entre los hombres.
Pero consideren,
por favor, qué maravillosa gracia es que Dios tomara a tales pobres esclavos
rebeldes, y los redimiera, los salvara de su cruel amo, los acercara tanto a
Él, y llenara sus bocas con cánticos. No es de extrañar que Moisés dijera,
cuando se despidió de ellos, en Deuteronomio 33:29, "Bienaventurado tú, oh
Israel. ¿Quién como tú, Pueblo salvo por Jehová?"
Pero, aunque la
gracia que llevó a Israel a tal lugar fue muy maravillosa: aunque las bendiciones
que Israel recibió fueron mucho más allá del pensamiento del hombre: sin
embargo, todo esto fue sólo una sombra de la mayor gracia que lleva a los
pobres y perdidos pecadores de hoy en día, a un lugar aún más elevado y mejor.
Por favor, escuchen estas palabras, "Bendito sea el Dios y Padre de
nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los
lugares celestiales en Cristo". (Efesios 1:3).
Mucho menos que
esto nos hubiera satisfecho. Habríamos estado bastante satisfechos de ser
librados del infierno y del juicio. Eso era todo lo que deseábamos cuando
descubrimos que estábamos perdidos. Pero menos que estas maravillosas
bendiciones no podían satisfacer a Dios, o cumplir los deseos de Su corazón. Él
estaba buscando adoradores, (Juan 4:23). No dice que estaba buscando
"adoración", sino "adoradores". Su propósito era tener un
pueblo a Él cercano, hecho como Su propio Hijo amado, "santos y sin mancha
delante de El en amor". (Efesios 1:4 - JND).
Estas Fiestas no
habrían sido de utilidad para Israel en Egipto. Otras cosas llenaban sus mentes
allí. Sus vidas eran amargas con una dura esclavitud. Sus días consistían sólo
en hacer ladrillos y mortero. Sus espaldas estaban doloridas por los látigos de
los maestros. No tenían corazón para "las Fiestas de Jehová". Pero
ahora que Jehová los había libertado y sacado de Egipto, y a través del Mar
Rojo, al desierto, donde podían estar a solas con Él, ellos estaban preparados
para escuchar la benigna invitación de Jehová a venir a sus Fiestas. Entonces
Jehová pudo decirles lo que había en Su corazón, e invitarlos a compartir con
Él las grandes cosas que habían estado en Sus pensamientos desde la eternidad.
Una vez más, Jehová pudo tener el deseo de Su corazón, tener a Su pueblo
consigo mismo, y estar en compañía de ellos. Oigan Sus propias palabras,
"que hagan un santuario para mí, para que yo habite entre ellos."
(Éxodo 25:8 – LBLA), y, "Habitaré entre los hijos de Israel, y seré su
Dios. Y conocerán que yo soy Jehová su Dios, que los saqué de la tierra de
Egipto, para habitar en medio de ellos". (Éxodo 29:45-46).
Jehová era el
anfitrión de estas Fiestas, y Su pueblo Israel eran Sus invitados. Él dispuso
estas Fiestas como celebraciones de Su propio gozo, de Su propio deleite, en
los grandes acontecimientos a los que ellas señalaban. Ciertamente, ellas no
eran más que sombras de los grandes acontecimientos que estaban por venir, pero
Jehová podía ver las imágenes reales por Sí mismo. Y aunque Su pueblo no podía
entender la plenitud y la profundidad del significado, como nosotros podemos
hacerlo ahora, el gozo y el privilegio de ellos era compartir con Jehová Su
gozo, y ser Sus invitados.
Cuando leemos y
meditemos sobre estas Fiestas, veremos que las cosas que han ocupado el corazón
de Dios desde toda la eternidad, eran aquellas que aún perdurarán por toda la
eternidad. Los cánticos del Cielo nunca envejecerán. ¡Qué diferente de los
gozos y los cánticos de la tierra, que fenecen tan pronto! Que el Señor nos dé
ojos para ver, y un corazón para compartir aquellas cosas que llenan de gozo el
corazón de Dios.
¿Recuerdan ustedes
que, en la parábola del Sembrador, parte de la semilla cayó entre espinos, y
los espinos crecieron y la ahogaron, y el Señor nos dijo que los espinos eran
un retrato de los afanes de este siglo, y el engaño de las riquezas, y que
crecieron y ahogaron la Palabra, por lo cual ella se hizo infructuosa? Qué
triste es si los afanes de este siglo, y el engaño de las riquezas hacen
imposible que nos preocupemos por estas cosas que son un gozo para el corazón
del Señor. Qué triste es si estamos demasiado ocupados con otras cosas, tal vez
negocios, o estudios, o incluso la obra del Señor, — como para tomarnos el
tiempo de oír del Señor estas cosas en las que Él se ha deleitado durante tanto
tiempo, y que se ha tomado la molestia de contarnos.
Cada santo
individual es llamado a tener comunión con el Padre y con el Hijo" (1ª.
Juan 1:3), y toda la iglesia, (que significa «los llamados
a salir»)
es llamada "a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor". (1ª
Corintios 1:9). ¿Recuerdan ustedes esas benignas palabras del Señor Jesús en
Juan 14, "El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y
vendremos a él, y haremos morada con él"? (Juan 14:23). Compárese también
con Juan 14:3 y Apocalipsis 21:3; 22:3.
El Señor desea la
comunión con Su pueblo ahora, y también la deseó en los días antiguos. Él la
deseaba tanto que pensó en las dificultades que podrían surgir cuando Su pueblo
se reuniera para encontrarse con Él, y Él proveyó para estas dificultades.
Todos sabemos que sería imposible para nosotros regocijarnos delante del Señor
si nos preocupáramos por nuestros afanes en el hogar. Cuando todos los hombres
dejaran sus hogares para ir al encuentro de Jehová, ¿quién protegería los
hogares del poder del enemigo? ¿Y qué les parecen a ustedes los filisteos que
siempre estaban dispuestos a combatir al pueblo de Jehová? ¿Sería seguro o
correcto dejar a sus mujeres e hijos desprotegidos para subir al encuentro de
Jehová, como Él deseaba? Jehová conocía todos estos peligros y dificultades, y
por eso Él dio la promesa especial, "Ninguno codiciará tu tierra, cuando
subas para presentarte delante de Jehová tu Dios tres veces en el año".
(Éxodo 34:24). El Dios que pudo pensar en estas cosas y cuidar especialmente de
Su pueblo en aquellos días, no las olvidará ahora. Él nos dice ahora que no
abandonemos el congregarnos, (Hebreos 10:25) y, ¿acaso no cuidará Él de que
aquellos que escuchan y obedecen Su Palabra, no sufran pérdida por ello? ¿No es
esta una palabra especial para nosotros que estamos en China, donde a nuestro
alrededor vemos a nuestros vecinos no hacer ninguna diferencia para con el Día
del Señor, sino que siguen con sus propios asuntos en los negocios y en los
placeres, como si el día fuera de ellos? ¿Acaso no podemos nosotros sentirnos
tentados a seguir el ejemplo de ellos? Pero cuando nosotros conocemos el
profundo deseo del corazón del Señor de tenernos con Él y alrededor de Él, que
nada nos estorbe, y ciertamente encontraremos, en la eternidad, que no hemos
sufrido pérdida por ello. La promesa del Señor sigue en pie, "yo honraré a
los que me honran" (1º Samuel 2:30), y, "buscad primeramente
el reino de Dios y su justicia" (es decir, pongan en primer lugar las
cosas de Dios), y todas estas cosas os serán añadidas". (Mateo 6:33).
Pero, antes de
comenzar a considerar las "Fiestas de Jehová" en detalle, hay un
asunto más relacionado con ellas que debemos mencionar. Si en nuestras Biblias
pasamos al Evangelio de Juan, leemos en el capítulo 2, versículo 13 acerca de
la Pascua, la primera de las "Fiestas de Jehová". Pero aquí no es
llamada "la Fiesta de Jehová", sino "la Pascua de los judíos".
En Juan capítulo 7, versículo 2 leemos, "Estaba cerca la fiesta de los
judíos, la de los tabernáculos". "Las Fiestas de Jehová" se han
convertido en las "Fiestas de los judíos". La forma exterior estaba
allí, pero el Señor Jesucristo, el Hijo de Dios, había sido rechazado, y ¿qué
gozo podía tener Dios en formas vacías?
Hablando de ellas
en un día anterior, (Isaías 1:14), Jehová había dicho, "Vuestras lunas
nuevas y vuestras fiestas solemnes las tiene aborrecidas mi alma; me son
gravosas; cansado estoy de soportarlas". ¿Por qué fue esto? ¿Acaso no fue
por una manera formal y vacía en la que el pueblo celebraba las Fiestas,
mientras ellos mismos se contaminaban con el pecado y continuaban con el mal?
¿No creen que ustedes y yo podemos aprender una lección muy valiosa de esto
para nosotros hoy? ¿Creen ustedes que al Señor le agrada más una forma
correcta, y una excelente adoración exterior, si el corazón está lejos de Dios,
y las manos están contaminadas por el pecado, y los pies no caminan en la
verdad? El Señor dice claramente, "el obedecer es mejor que los
sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros". (1º
Samuel 15:22). Cuanto vemos, acerca de nosotros, que tiene la forma de
adoración, pero si lo examinamos, encontramos que no está de acuerdo con la
Palabra de Dios, y no está en obediencia a Su expreso mandato. Nosotros oímos a
los hombres decir: «Tú
adoras a tu manera, y yo a la mía; todos tenemos derecho a nuestras propias
opiniones».
Esto es exactamente lo que no tenemos, a saber, ese derecho. Y si usted o yo
adoramos a nuestra manera, podemos estar seguros de que esta adoración no es
aceptable para Dios.
Recuerden ustedes
que en Apocalipsis 3:14-22, la iglesia de Laodicea tenía una gran apariencia
exterior. Ellos eran ricos y se habían enriquecido con bienes, y de ninguna
cosa tenían necesidad (a sus propios ojos). Pero, ¿cuál es la sentencia del
Señor? Estaban listos para ser vomitados de Su boca, tan aborrecibles eran
ellos para Él. No podía soportarlos más. Que ustedes y yo tengamos cuidado para
no seguir también esa senda. Y no olvidemos que el principio de la caída, como
es visto en la iglesia de Éfeso, en Apocalipsis 2:4-5, no fue de ninguna manera
evidente, sino que estuvo en el corazón, "Has dejado tu primer amor".
Que el Señor guarde nuestros corazones, que mantenga nuestro amor
resplandeciente y fresco, con sólo Él como objeto —, y encontraremos nuestro
gozo al estar con Él, así como también Él encuentra Su gozo
al tenernos con Él. Qué bueno es si nuestros corazones pueden decir, "Mi
amado es mío, y yo suya" (Cantar de los Cantares de Salomón 2:16), pero es
una lección más profunda cuando podemos decir, "Yo soy de mi amado, y su
deseo es hacia mí". (Cantar de los Cantares de Salomón 7:10 - JND). ¡Qué
gran gracia!
Él
es totalmente encantador;
Yo
era tan morena como podía serlo,
Pero
Él dice que soy codiciable:
Su
deseo es hacia mí.
Oh,
qué grande es la benignidad de mi Salvador
Y
Su hermosura: todos pueden ver.
Pero
en mí, Él pone Su hermosura;
Su
deseo es hacia mí.
Él
es el más hermoso entre diez mil,
Digno
de la alabanza de ellos es Él;
Pero
Él me amó toda, yo sin atractivo,
Su
deseo es hacia mí.
Pregúntales:
¿Quién es tu Amado?
El
Hijo de Dios, hecho hombre, Él es.
Por
mi dejó la gloria,
Su
deseo es hacia mí.
Él,
el que es Rico, vino desde el Cielo,
Porque
mis pecados murieron en el madero,
Él
murió para poder Él hacerme digno:
Su
deseo es hacia mí.
Capítulo
3
Las
Siete Fiestas
"Estas son las fiestas señaladas por
Jehová". (Levítico 23: 4 – JND)
Lo cual es sombra de lo que ha de venir".
(Colosenses 2:17)
Antes que
consideremos las Fiestas de Jehová por separado, en detalle, considerémoslas
todas juntas. Había siete Fiestas, o, si incluimos el Día de Reposo, había ocho
Fiestas. El Día de Reposo era diferente de las otras Fiestas de varias maneras.
(Si consideramos el diagrama al final
del libro, entenderemos mejor las Fiestas)
El Día de Reposo
era diferente de las otras Fiestas de varias maneras.
Se lo describe en
una sección separada de Levítico de las otras Fiestas. Notarán que el tema de
esta Fiesta comienza, "En cuanto a las fiestas señaladas por
Jehová, ... estas son mis Fiestas señaladas". (Levítico 23:2 – JND).
Después de hablar del Día de Reposo, tenemos casi las mismas palabras para una
introducción a las otras siete Fiestas, "Estas son las Fiestas señaladas por
Jehová" (versículo 4 – JND). Ninguna otra Fiesta tiene esta introducción
especial. Asimismo, el Día de Reposo era observado semanalmente, todas las
otras Fiestas eran anuales.
El Día de Reposo
era observado en el hogar de las personas, pero las otras Fiestas debían ser
observadas en "el lugar" que Jehová escogiera para poner allí Su
Nombre. (Deuteronomio 12:14; 16:6).
El Día de Reposo
nunca se ha cumplido completamente, y no se cumplirá completamente hasta la
eternidad, pero las otras siete Fiestas se cumplen dentro de un cierto tiempo.
Las siete Fiestas
pueden ser divididas en dos partes, cuatro en la primera parte y tres en la
segunda.
La Pascua, la
Fiesta de los Panes sin Levadura, la Fiesta de las Primicias y Pentecostés, eran
las cuatro primeras. Todas ellas eran cercanas la una de la otra. Luego había
un intervalo de unos cuatro meses, durante los cuales no había "Fiesta de
Jehová" ni "santa convocación" del pueblo en Jerusalén. Era una
larga pausa entre la Fiesta de Pentecostés y la siguiente, la Fiesta al son de
Trompetas (Levítico 23:24), durante la cual no se oía ningún nuevo llamamiento
de Jehová a Su pueblo. Ciertamente Jehová tuvo un propósito en esto, y una
lección para que nosotros la aprendamos. El significado es, quizás, que las
verdades representadas en las cuatro primeras Fiestas ya se han cumplido,
mientras que lo que es representado en las tres últimas Fiestas aún no se ha
cumplido. Quizás el largo espacio entre la Fiesta de Pentecostés y la siguiente
Fiesta muestra el largo espacio de más de 2000 años desde el día de Pentecostés
hasta el día en que vivimos ahora.
Las primeras cuatro
Fiestas parecen estar relacionadas con el pueblo celestial del Señor, —
la Iglesia, mientras que las últimas tres
parecen estar especialmente relacionadas con Su pueblo terrenal, Israel, aunque
quizás el pueblo celestial también está representado en estas tres Fiestas.
Nosotros veremos
que las primeras cuatro Fiestas se han cumplido exactamente, y esto hace que
esperemos que las últimas tres Fiestas también se cumplirán exactamente en el
propio tiempo de Dios. El fracaso del hombre y toda la iniquidad del hombre no
pueden cambiar los propósitos de Dios.
¡De qué manera este
capítulo debería fortalecer nuestra fe en toda la verdad de cada palabra de la
Biblia! Aquellos que nos dicen que ella es falsa, están demasiado ciegos para
ver la maravillosa exactitud, verdad y hermosura en un capítulo como este, o
ellos nunca más podrían dudar de la Palabra de Dios. Cuanto más de cerca consideramos
las obras del hombre, peor aparecen, pero cuanto más de cerca examinamos las
obras de Dios, más hermosas aparecen.
Dios ordenó a todos
los varones de Israel que se presentaran ante Él tres veces al año, en la
Fiesta de la Pascua, en la Fiesta de Pentecostés y en la Fiesta de los
Tabernáculos. (Éxodo 23:14-17). Tenían que venir al lugar que el Señor había
escogido para poner allí Su nombre (Deuteronomio 16:16). Y no debían venir con
"las manos vacías". (Deuteronomio 16:16; Éxodo 29:24; Levítico 16:12;
Deuteronomio 26:2).
¡Qué felices deben
haber estado los hombres de Israel al reunirse todos de todas partes del país
en el mismo centro, todos con un solo corazón y un solo objetivo, encontrarse
con Jehová, y, de la plenitud de la bendición que Él les había dado, devolverle
Su porción! "Cada uno dará según lo que esté en su poder dar, conforme a
la bendición de Jehová tu Dios que Él te haya dado". (Deuteronomio 16:17 -
JND). Los hombres creen que el pequeño grupo de Salmos (120 a 134) llamado «Cánticos
de Ascenso Gradual»,
era cantado por estas mismas multitudes felices mientras viajaban a la ciudad
del Gran Rey, Jerusalén.
Mientras el corazón
del pueblo del Señor estuvo en el estado correcto, ellos se regocijaron en
estas Fiestas de Jehová, y se alegraron cuando se decían unos a otros:
"¡Vamos a la Casa de Jehová!". (Salmo 122:1 - JND).
Pero,
lamentablemente, cuando sus corazones se apartaron del Señor, encontraron
gravosas Sus Fiestas y pronto las descuidaron de tal modo que, en el último
capítulo de Jueces, al relatar el lugar que el Señor había elegido para Sus
Fiestas, (Jueces 21:19), fue necesario dar las más cuidadosas instrucciones
acerca de cómo encontrarlo. Pero si cada varón iba a ese lugar tres veces al
año como Dios había dispuesto, todo varón de Israel conocería el camino
perfectamente.
En el libro de
Malaquías (1:10) el Señor pregunta: "¿Quién hay entre vosotros que cerrase
las puertas? y vosotros no encenderíais fuego sobre mi altar en vano"
(Malaquías 1:10 – JND), y para las ofrendas a Jehová traían lo cojo, o lo enfermo,
(Malaquías 1:13) diciendo de las cosas de Jehová, "¡Oh, qué fastidio es
esto!". De hecho, las cosas habían empeorado tanto en los días de
Malaquías que Dios habló de, "el estiércol de vuestras fiestas".
(Malaquías 2:3 - JND).
¿Somos nosotros mejores
en nuestros días? ¿Cuántas veces abandonamos las cosas del Señor para buscar
nuestras propias cosas? Incluso en los días del Apóstol Pablo, él tuvo que
escribir, "todos buscan lo suyo propio, no lo que es de Cristo
Jesús". (Filipenses 2:21). Y, por otra parte, tuvo que decir, "Ya
sabes esto, que me abandonaron todos los que están en Asia". (2ª Timoteo
1:15).
Que el Señor Jesús
llene tanto nuestros corazones que todas las demás cosas pierdan su atractivo,
y que de verdad digamos,
«Nada de lo que tengo lo llamo propio,
Lo
tengo para el
Dador,
Mi
corazón, Mi
fuerza, Mi vida, Mi todo,
son
Suyos, y Suyos
para siempre».
Nosotros hemos visto que en el Evangelio
de Juan las Fiestas de Jehová se habían convertido en "las Fiestas de los
judíos".
Cuando llegamos a
las epístolas, encontramos que los cristianos tienen una sola Fiesta, no anual,
sino que el primer día de cada semana, y el Señor mismo, como anfitrión, nos
llama a Su mesa para comer Su cena, en memoria de Él, y Él mismo
está presente con nosotros.
La Pascua miraba
hacia el futuro, hacia la muerte de Cristo. La Fiesta de los Panes sin Levadura
hablaba de la comunión de los santos en santidad y amor, la Fiesta de las
Primicias nos hablaba de la resurrección de Cristo, la Fiesta de Pentecostés
esperaba la llegada del Espíritu Santo. En la siega (Levítico 23:22), podemos
ver el regreso de Cristo.
¿Acaso no están
todas ellas incluidas en la Cena del Señor, cuando semana a semana nos reunimos
para recordarle?
Cuando miramos hacia
atrás, a la muerte de Cristo, nosotros disfrutamos de la comunión de los
santos, recordamos que Cristo no está muerto, sino que Él ha resucitado, y que
el poder para disfrutar de todo esto, y para adorar, es sólo por medio del
Espíritu Santo, y "hacemos esto, "hasta que él venga". (1ª
Corintios 11:26).
Verdaderamente
acerca de esa cruz podemos cantar,
«¡Oh, misterio de misterios!
De
la vida y de la
muerte el madero;
Centro
de dos
eternidades
Que
miran con
embelesados y adoradores ojos,
Hacia
adelante y
hacia atrás a Ti...
Oh
cruz de Cristo,
donde todo Su dolor
Y
muerte es nuestra
ganancia eterna".
Capítulo
4
El
Día de Reposo
"Y acabó Dios
en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que
hizo". (Génesis 2:2).
"Guardarás el
día de reposo para santificarlo, como Jehová tu Dios te ha mandado… Acuérdate
que fuiste siervo en tierra de
Egipto, y que Jehová tu Dios te sacó de allá con mano fuerte y brazo extendido;
por lo cual Jehová tu Dios te ha mandado que guardes el día de reposo".
(Deuteronomio 5:12, 15). "Acuérdate del día de reposo para santificarlo...
Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las
cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día". (Éxodo 20:8, 11).
"Queda un
reposo para el pueblo de Dios". (Hebreos 4:9).
«Ese reposo protege de
los males,
Ni nube ni dolor mancha
allí,
La alabanza infalible
llena cada corazón,
Y el amor eterno reina».
El Día de Reposo es la primera Fiesta de
Jehová que nos es presentada en este maravilloso capítulo. Debido a que está en
primer lugar, nos llama a considerarlo de una manera especial, y podemos
entender que es muy importante.
En hebreo, "Sabbath" significa
"reposo", y debemos entender claramente que en la Biblia, ya sea en
el Antiguo Testamento o en el Nuevo Testamento, tener una participación en el
reposo de Dios es lo que caracteriza al pueblo de Dios. Este es su privilegio
especial. Como Dios dice, "En verdad vosotros guardaréis mis días de
reposo; porque es señal entre mí y vosotros". (Éxodo 31:13). La forma del
reposo puede cambiar, como veremos, pero una participación en el reposo de Dios
es siempre la señal entre Dios y Su pueblo.
Dios estableció este reposo en el
principio en la creación. Dios reposó, y llamó al hombre a compartir Su reposo.
Es cierto que el pecado entró y estropeó el reposo de Dios, por lo que el Señor
Jesús dijo, "Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo". (Juan
5:17).
Más tarde, en Deuteronomio 5:12-15,
vemos que el Día de Reposo fue dado como un memorial de la liberación desde
Egipto.
Fue incluido de
nuevo en la ley en el Monte Sinaí, no como un mandamiento moral, sino como una
señal del reposo de Dios en el principio.
En Ezequiel 20:12,
encontramos que el Día de Reposo fue dado como una señal, "Les di también
mis días de reposo, para que fuesen por señal entre mí y ellos, para que
supiesen que yo soy Jehová que los santifico".
Vemos así que el
Día de Reposo fue una señal del pacto de Dios.
Es muy importante
que entendamos esto. El Día de Reposo dado a Israel fue la señal del pacto de
Dios con Israel.
En Hebreos 8 vemos
que este antiguo pacto ha fenecido, y "lugar" ha sido buscado
"para el segundo", que es "un mejor pacto, establecido sobre
mejores promesas". Es muy importante que entendamos claramente que el
pacto entre Dios y el pueblo judío prescinde completamente de nosotros, y que
la señal de este pacto, (reposar en el día séptimo), no nos pertenece. Si
nosotros comprendemos claramente esta importante enseñanza de las Escrituras,
ello nos librará de la trampa de la enseñanza de los Adventistas del Séptimo
Día, y de todos los demás que procuran poner al pueblo del Señor bajo la ley.
Pero hay más.
Nuestro reposo no está en este mundo. El Día de Reposo fue la señal de reposo
en este mundo, y el Señor Jesús es el Señor del Día de Reposo. El Espíritu de
Dios ha tenido el cuidado de mostrar en los cuatro Evangelios cuán a menudo Él
trabajó en el Día de Reposo. El Señor no mencionó el Día de Reposo en el Sermón
del Monte (Mateo 5, 6 y 7), donde Él presentó un resumen precioso de los
principios fundamentales adecuados para el Reino. El Señor Jesús pasó el Día de
Reposo en el sepulcro, una señal de la posición en que el viejo pacto está
ahora.
Muchas personas
procuran mostrar que el Día de Reposo es ahora el Día del Señor. Pero el Día de
Reposo era el séptimo día, — un reposo al final de la Semana, después de
terminado el trabajo. El Día del Señor es llamado en las Escrituras el Primer
Día de la semana, que para nosotros es el día más importante de todos los días.
Es el día de la resurrección. Ello muestra que encontramos nuestro reposo en la
resurrección. Encontramos nuestro reposo al principio de nuestra vida
espiritual, en lugar de encontrarlo al final de nuestros trabajos. Cristo dijo,
"Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré
descansar". (Mateo 11:28). Nuestro reposo está en la Nueva Creación.
Algunos cristianos piensan que el Día del Señor es igual a los demás días,
porque entienden que nuestro reposo no está en este mundo. Pero ellos no
comprenden que las Escrituras claramente hacen una diferencia entre este día y
los siguientes seis días de la semana. Incluso el propio Señor ha escogido el
nombre de este día. Él lo llama, "el día del Señor". (Apocalipsis
1:10). Algunos nos dicen que significa, "el día de Jehová", del cual
leemos mucho en el Antiguo y Nuevo Testamento. Pero el griego dice otra cosa, y
es una palabra muy diferente. Esta palabra es usada sólo dos veces en el Nuevo
Testamento: "La Cena del Señor" y "el Día del Señor".
Así que nosotros
debemos entender claramente la naturaleza del Día de Reposo. Era la señal
designada por Dios para buscar el reposo como resultado del trabajo bajo la
ley. Cuanto más entendamos esto, y entendamos que el Señor Jesús, el cual es
"Señor del Día de Reposo", ha anulado el primer pacto, más claramente
entenderemos que cualquier persona que procura ahora mantener la autoridad del
Día de Reposo judío, está en peligro de negar la autoridad, la dignidad y los
derechos del propio Señor Jesús.
Por otra parte,
tengamos cuidado, debido a que no estamos bajo la ley sino bajo la gracia, de
no olvidar el pensamiento acerca del reposo del hombre y también acerca del
reposo de Dios. Como hemos señalado antes, el reposo es la señal especial del
Pueblo Propio de Dios. Cuando nosotros venimos a Cristo, Él nos da
reposo, y cuando tomamos Su yugo sobre nosotros, encontramos descanso
para nuestras almas. Para el siervo del Señor que está cansado en el
servicio de su Maestro, (no cansado de Su servicio), nosotros leemos
acerca de otro reposo, "Venid vosotros aparte… y descansad un poco"
(Marcos 6:31), y allí, solo, en la presencia de su Maestro, lejos del ímpetu y
del trabajo, él siervo encuentra reposo y refrigerio, y sale aprestado de nuevo
para Su obra.
Y en cuanto a los
santos que nos han dejado y están "con Cristo", ellos descansan
"de sus trabajos", están en el Hogar con su Señor en el Paraíso. (Ver
2ª Corintios 5:8; Lucas 23:43).
El Milenio será una
etapa más de este reposo que Dios da, cuando Cristo reine por mil años y
Satanás sea atado, entonces se cumplirá la profecía. "¡Ya descansa y está
en quietud toda la tierra; prorrumpen los hombres en cánticos!". (Isaías
14:7). El alarido de pelea ha desaparecido. El clamor de los oprimidos cesará,
y "el Sol de Justicia" traerá paz y abundancia a esta agotada tierra.
Ella guardará su Día de Reposo. Pero incluso esto no es el reposo
definitivo. El reposo definitivo es reposar de los trabajos espirituales en
medio de este mal, no sólo del pecado. Durante el milenio el pecado permanecerá
en este mundo. Satanás, aunque atado, será desatado de nuevo. El reposo Eterno,
— este interminable Día de Reposo de Dios, — nosotros lo disfrutaremos con el
Señor mismo en un día venidero, aunque ahora tenemos el privilegio de trabajar
para Aquel que ha dicho, "Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo
trabajo".
Capítulo
5
La
Pascua
" En el mes
primero, a los catorce del mes, entre las dos tardes, pascua es de Jehová".
(Levítico 23:5).
"Sacrificarás
la pascua por la tarde a la puesta del sol, a la hora que saliste de
Egipto". (Deuteronomio 16:6).
"Nuestra
pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros". (1ª Corintios
5:7).
¿Por
qué el Cordero
Pascual,
De
antaño por
Israel sangró?
Para
ser su
salvaguarda y su fiesta.
Para
rociar y
alimentar.
No
atiendas, alma
mía escudriñadora,
A
sombras rituales
ahora;
Cristo
es el
Cordero todo puro e íntegro,
Y
tú eres el
primogénito rescatado.
Haz
que tu casa
entre ahora.
Inmola,
come, unge
tu puerta;
El
temible vengador
no entra
Para
herir, sino
que pasa por alto.
Él
mira y llama
desde lo alto,
«¿Vas a morir o a vivir?»
Él
oye los postes y
el dintel clamar,
«Perdona, perdona, perdona».
Oigo
al acusador
rugir
Acerca
de maldades
que yo he hecho;
Las
conozco bien, y
miles más;
Jehová
no encuentra
ninguna.
Pecado,
Satán,
Muerte, oprimen de cerca,
Para
acosar y
horrorizar;
Que
aparezca mi
sangrante Señor,
Ellos
retroceden y
caen.
Ya hemos mencionado
la diferencia entre el Día de Reposo y las otras fiestas de Jehová.
La Pascua era la primera de las Fiestas
anuales de Jehová. Era observada el día catorce del primer mes, — el mes de
Abib. (Deuteronomio 16:1). La Pascua recordaba cada año la Redención y la
liberación desde Egipto. Cristo, nuestra Pascua, fue sacrificada por nosotros.
(1ª Corintios 5:7). El Cordero pascual era un tipo de Cristo. Cada vez que era inmolado,
señalaba hacia adelante a Aquel que había de venir, — el Cordero de Dios,
"en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados".
(Colosenses 1:14).
Cuando la Pascua fue dada por primera
vez a Israel, ellos eran esclavos de Faraón, el rey de Egipto, un tipo de
Satanás, y servían a los ídolos en Egipto. Podemos ver que los propios
israelitas, al igual que los egipcios, merecían recibir el justo juicio de Dios
contra los pecados; no había ninguna diferencia. Dios advirtió al pueblo de
Egipto, — tanto a los egipcios como a los israelitas, les dijo claramente:
"A la medianoche yo saldré por en medio de Egipto, y morirá todo
primogénito en tierra de Egipto". (Éxodo 11:4, 5). Pero Dios también
proporcionó una forma de escapar de este juicio. Cualquier persona que creyera
y obedeciera la palabra de Dios sobre la manera de librarse, ciertamente sería
salva.
¿Y cuál era la manera de librarse? El
décimo día del primer mes debían tomar un cordero y guardarlo hasta el día
catorce del mes al atardecer, un cordero por familia. Si la familia era tan
pequeña que no bastaba para comer el cordero, que él y el vecino más cercano a
su casa lo tomen. Noten, por favor, que no había duda acerca de que el cordero
pudiese ser demasiado pequeño para la familia. El Cordero de Dios es suficiente
para todos, — incluso para el peor pecador. El día catorce del primer mes por
la tarde, ellos inmolaron el cordero, colocaron la sangre en un lebrillo, y con
un manojo de hisopo pintaron el dintel y los dos postes de la puerta de la casa
de ellos con la sangre que estaba en el lebrillo, y nadie pudo salir de esa
casa hasta la mañana.
La sangre estaba en el exterior de la
casa. Las personas que estaban adentro no podían verla. La sangre era sólo para
los ojos de Dios. En la oscuridad de la medianoche Sus ojos podían decir si
había sangre en la puerta o no, y Él dijo, "Cuando yo vea la sangre pasaré
sobre vosotros, y ninguna plaga vendrá sobre vosotros para
destruiros". (Éxodo 12:13 – JND).
Observen, por favor, que el cordero vivo
no podía salvarlos. Noten también que el cordero muerto con la sangre en el
lebrillo no los salvaba. Ellos debían tomar esa sangre y ponerla en su propia
puerta, si la salvación había de venir a esa casa. La sangre fue aplicada con
hisopo, y el hisopo es una hierba amarga, y nos habla de la amargura del alma
en el arrepentimiento, cuando yo me doy cuenta de que mis pecados han
causado la muerte del Cordero de Dios para salvarme. Querido lector,
permita que le pregunte, ¿ha aplicado usted la sangre a su puerta, o todavía
ella está en el lebrillo? Dios ha provisto el Cordero, — a saber, Cristo; el
Cordero de Dios ha muerto, Su sangre está disponible para usted. Ella está, por
así decirlo, en el lebrillo. ¿No tomará usted el hisopo y se la aplicará usted
mismo, pues de lo contrario, ella no sirve de nada para usted?
Sí, Dios en misericordia «pasó
por alto»
a los pecadores que confiaron en la sangre del cordero. En cambio, el juicio de
la muerte cayó sobre el Cordero inmaculado. La sangre en el dintel y los dos
postes protegió a todos los que estuvieron en el interior de esa casa de la
destrucción de la muerte cuando Jehová pasó por Egipto esa noche en juicio.
La propia palabra de Dios fue,
"Veré la sangre, y os pasaré por alto". (Éxodo 12:13 – VM). La sangre
del cordero los hizo estar a salvo. La palabra de Dios les hizo saber con
certeza que ellos estaban a salvo. El cordero murió para que ellos pudieran
vivir. La sangre apropiada para ellos, puesta en su propia puerta, por medio de
la fe en la palabra de Jehová, les dio Certeza y Gozo. La sangre del cordero
fue el fundamento de la nueva posición de ellos con Jehová, como Su
pueblo redimido. La redención mediante la sangre fue el derecho de ellos a
todas las bendiciones que después recibieron de Dios, porque eran Su pueblo. La
sangre fue el fundamento de todo. La Pascua, la primera de las Fiestas, fue el
fundamento de todas las demás Fiestas.
Pero hay otra lección para nosotros en
esta Fiesta. Este mes no era antes el primer mes. Dios cambió el calendario de
ellos. Los meses anteriores del año fueron borrados, y el mes en el que ocurrió
la Pascua fue el primer mes del año.
¡Cuán cierto es esto para el pecador! Su
vida pasada es borrada por esa preciosa sangre. Él comienza una nueva vida
cuando se refugia bajo la sangre de Jesucristo, el Cordero de Dios. Él nace de
nuevo, y el tiempo comienza de nuevo para él. Es realmente el primer mes del
año, — un nuevo comienzo, "las cosas viejas pasaron". Él tiene un
nuevo día en que cumple años.
Esto nos muestra de
qué manera la redención y el nuevo nacimiento están unidos. Confiar en la
preciosa sangre de Cristo es, "nacer de nuevo".
Dispensacionalmente,
esto puede señalar el período del juicio del hombre desde Adán hasta la muerte
de Cristo. Todo fue fracaso, y debía fenecer. En la cruz hubo un nuevo
comienzo. Como ustedes saben, la mayoría de los países del mundo calculan sus
años desde el tiempo de Cristo. Verdaderamente, la cruz es un nuevo comienzo, «el
primer mes del año».
Para
el cristiano individual, ello muestra claramente que cuando cree en Cristo, él
nace de nuevo. Ya no se le considera como un hijo de Adán, como un pecador
caído. Él está en Cristo ahora como una nueva creación. Él comienza a vivir una
nueva vida. Su antiguo yo está crucificado y enterrado.
Él ha sido comprado para
Dios
Ha nacido de Dios
Sale a vivir para
Dios,
Y ya no para servir al
pecado, al mundo y a
Satanás.
La Iglesia comenzó a
existir después de la Cruz. Su fundamento es, también, la sangre del Cordero,
pero lo consideraremos más plenamente más adelante.
Verdaderamente, por
medio de la cruz, de la que la Pascua habla, todas las cosas son hechas nuevas.
Bien puede decirse, «Es el primer mes del año para ustedes».
Aparte de la muerte
de Cristo, y de la fe en Aquel que murió, aparte de la Persona y la obra de
Cristo, no puede haber un verdadero Cristianismo en la tierra, y ningún derecho
para el cielo en lo sucesivo. La redención por medio de la sangre es el
fundamento de todo. La Cruz es el punto de partida para el trono. La sangre del
Cordero es el único derecho a la gloria de Dios. Y por eso Jehová ordenó que la
gran Fiesta de la redención fuera observada de año en año (Éxodo 13:10), a lo
largo de sus generaciones.
Inmediatamente
después de entrar ellos en el Año Nuevo, debían celebrar la Fiesta de la
Pascua. Y esto debía continuar incluso después que llegaran a la tierra de
Canaán, y se establecieran en su herencia más allá del Jordán. Esta Fiesta
conmemorativa aún debía mantenerse (Josué 5 y Deuteronomio 16), y cuando las
generaciones venideras preguntaran su significado, ellos debían contar la
historia de su redención. (Éxodo 12:24 a 27).
Pero, después de
haber aplicado la sangre al dintel y a los dos postes y de haber entrado en la
casa, refugiándose bajo la sangre, ¿qué hizo entonces la familia? Entonces ellos
tomaron ese cordero muerto, cuya sangre les había salvado la vida. Lo asaron, y
con los lomos ceñidos, el calzado en sus pies y el bordón en la mano, se
reunieron alrededor del cordero asado, para alimentarse de él. La sangre los
hizo estar a salvo, la carne les dio comida. Pero este cordero debía ser asado
al fuego, no podían comerlo crudo, ni cocido en agua. El ardor del juicio y de
la ira de Dios fue soportado por el Cordero de Dios, sin que nada se
interpusiera entre Él y el fuego del juicio. ¿Quién puede hablar de las
profundidades de todo Su padecimiento durante esas horas de tinieblas, llevando
nuestros pecados en Su propio cuerpo en el madero? ¿Cómo podemos conocer las
profundidades de la angustia que motivó ese clamor , "Dios mío, Dios mío,
¿por qué me has desamparado?" Esto nos dice algo acerca del fuego soportado
por aquel inmaculado Cordero de Dios. Y este debía ser comido con "hierbas
amargas". Eso me dice que yo me doy cuenta en mi propia alma de que ¡Él lo
hizo por mí! Fueron mis pecados los que Le clavaron en esa cruz. ¡Cuán amargo,
para el alma de quien Le ama, es un pensamiento tal! ¡Pero, qué precioso,
también!
Pero consideremos por
un momento aquel cordero, y mientras hacemos eso, que el Señor nos ayude a ver
más hermosura en el Cordero de Dios.
El Cordero debía ser
sin defecto (Éxodo 12:5). No ha habido ninguno de los hijos de Adán que haya
podido afirmar que es "sin defecto". Sólo Cristo, el Hijo de Dios, e
Hijo del Hombre, el Cordero de Dios, es "sin defecto".
"Macho de un
año", (Éxodo 12:5), nos habla de la fuerza y energía de nuestro bendito
Cordero. El cordero escogido no debía ser viejo ni decrépito. Y nuestro Señor
sufrió la muerte con toda Su vida, (humanamente hablando), ante Él. Tenía unos
33 años. Él pudo decir en los Salmos, "Él debilitó mi fuerza en el camino;
Acortó mis días. Dije: Dios mío, no me cortes en la mitad de mis días".
(Salmo 102:23-24). Él tenía todavía el rocío de Su juventud. (Salmo 110:3).
"En el diez de
este mes tómese cada uno un cordero… Y lo guardaréis hasta el día catorce de
este mes, y lo inmolará toda la congregación del pueblo de Israel entre las dos
tardes". (Éxodo 12:3, 6). Cuán
maravillosamente el Señor cumplió todo esto. El décimo día del mes primero Le
vemos venir a Jerusalén. Él permaneció allí (aunque pernoctando fuera de la
ciudad) hasta el día catorce, y al atardecer de ese día Él murió.
Nuestro Señor comió
la última cena con Sus discípulos en las primeras horas del día catorce, porque
el día judío se contaba desde el atardecer al atardecer siguiente. Era de noche
cuando Judas salió de la habitación. Más tarde, esa noche, ellos fueron al
Huerto de Getsemaní, y mientras aún era de noche Judas guio a la banda de
hombres a prender al Señor. Él fue crucificado a la hora tercera (Marcos
15:25), o nueve de nuestra hora. Hubo tinieblas desde la hora sexta hasta la
hora novena: es decir, desde las doce hasta las tres de nuestro tiempo, y
alrededor de la hora novena murió el Cordero de Dios: aún en el día catorce del
primer mes. El Cordero Pascual debía ser inmolado "entre las dos
tardes". (Éxodo 12:6). Nos dicen que esto significa entre las 3 y las 6 de
la tarde. Así que el Cordero de Dios murió exactamente a la hora en que ellos comenzaban
a inmolar los corderos de la Pascua.
Hay una conexión notable
más entre el tipo y su cumplimiento. En la Septuaginta, (la traducción griega
del Antiguo Testamento), en Éxodo 12:13, la palabra usada para «pasar»
significa «proteger, defender». Pero en Éxodo 12:23, en la citada traducción, la
palabra usada para «pasar» significa «pasar de largo» o «pasar por alto».
Nuestro Señor usa esta misma palabra en Mateo 26:39, cuando Él ora en
Getsemaní, "pase (o pase por alto) de mí esta copa". Así como Dios
pasó por alto las casas en la noche de muerte en Egipto, así oró el Señor
Jesús, para que esta copa pudiera pasar por alto de Él. Pero qué precioso el
final de esa oración, "pero no sea como yo quiero, sino como tú".
Por otra parte, del
Cordero Pascual estaba escrito, "ni quebraréis hueso suyo", — Éxodo 12:46.
La forma judía de quitar la
vida era la lapidación, lo cual quebraría los huesos. Pero Dios había dispuesto
así que el Cordero de Dios fuera crucificado. Y aunque las piernas de los dos
ladrones, crucificados con el Señor Jesús, fueron quebradas, el Espíritu de
Dios, por medio de Juan, nos dice claramente que los soldados "no le
quebraron las piernas. Pero uno de los soldados le abrió el costado con una
lanza, y al instante salió sangre y agua. Y el que lo vio da testimonio, y su
testimonio es verdadero; y él sabe que dice verdad, para que vosotros también
creáis. Porque estas cosas sucedieron para que se cumpliese la Escritura: No
será quebrado hueso suyo.". (Juan 19:32-36).
Si en la Fiesta de la
Pascua, en medio de la paz y la abundancia de la tierra de Canaán, los hijos de
Israel se deleitaban en mirar hacia atrás a esa oscura noche de juicio en
Egipto, cuando en medio de los clamores de muerte y aflicción que los rodeaban,
ellos fueron salvos, cuanto más nos deleitamos nosotros en mirar hacia atrás y
contemplar al Cordero de Dios que era tan digno del lugar más elevado en el
Cielo, pero que ocupó el lugar más bajo en la tierra, incluso la muerte, muerte
de cruz. Cuán preciosos son para nuestros corazones todos estos detalles en el retrato
que el Espíritu de Dios nos ha dibujado tan perfectamente.
Pero por favor,
consideren ustedes además que la Fiesta de la Pascua era "la Fiesta de
Jehová". Era un retrato de Su propio gozo en el gran acontecimiento del
cual ella era la sombra, y Su pueblo redimido era congregado alrededor de Él
para compartir Su gozo en Su presencia. ¡Qué maravilloso pensamiento es este!
¡Jehová celebra una Fiesta en anticipación de la muerte de Cristo! ¡Esto rebasa
todos nuestros pensamientos! No podemos entenderlo. Ningún santo ni ningún
ángel puede conocer el valor de la muerte del Cordero de Dios, o lo que esa
muerte significó para el corazón de Dios. Aquel Cordero que murió en la cruz
era el Unigénito Hijo de Dios. Qué profundidades de significado hay en las
palabras. "Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas"
(Génesis 22:2); y además, "de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a
su Hijo unigénito" (Juan 3:16); y por otra parte, "El que no escatimó
ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros," (Romanos
8:32); y de nuevo, "teniendo aún un hijo suyo, amado, lo envió también a
ellos" (Marcos 12:6); y nuevamente, "En esto se mostró el amor de
Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para
que vivamos por él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado
a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación
por nuestros pecados". (1ª. Juan 4:9-10).
Aquel Cordero de
Dios, el "amado Hijo" de Dios (Colosenses 1:13), "se hizo
obediente hasta la muerte, y muerte de cruz". Esa perfecta obediencia
hasta la muerte, esa completa entrega, esa consagración inquebrantable, fue un
"olor grato" para Dios. La Cruz fue una Fiesta para Jehová. Ella Le
devolvió más que aquello de lo cual el pecado Le había privado.
La Pascua miraba
hacia adelante, a la cruz. La Cena del Señor mira hacia atrás, a la cruz, y
podemos aprender preciosas lecciones acerca de esa cena al considerar la fiesta
de la Pascua.
¿Dónde debía ser
comida? "En el lugar que Jehová tu Dios
escogiere… sacrificarás la pascua". (Deuteronomio 16: 6, 7).
Tres veces en este relato de
la Fiesta Jehová repite esas palabras, "En el lugar que Jehová tu Dios
escogiere". Ciertamente esto habla de la gran importancia que tiene este
asunto a los ojos de Dios.
Lamentablemente, hoy en día,
encontramos a muchas personas comiendo la Cena del Señor en el lugar que el
hombre ha escogido. Encontramos compañías de hombres llamados mediante nombres
de hombres, o de países, o de formas de gobierno eclesiástico. Estos son
lugares que los hombres han hecho, y los hombres han escogido, y ciertamente no
es cada uno de ellos el lugar que el Señor ha escogido para poner allí Su
nombre, o no veríamos tal confusión, y tantos lugares, cada uno afirmando ser
el lugar donde nosotros podemos comer la Cena del Señor.
Si nosotros nos alejamos de
toda esta confusión, nos preguntamos, ¿encontramos alguna luz que nos guíe en
la Palabra de Dios, en cuanto al lugar que Él ha escogido en estos días para
poner allí Su nombre? Definitivamente sí.
Leemos, "Donde dos o
tres han sido congregados a mi Nombre, allí estoy yo en medio de ellos". (Mateo 18:20 – JND). "Dos o tres" no
sugeriría un gran número, ni ninguna fuerza o autoridad personal. Pero, "a
mi Nombre", nos habla del poder y la autoridad de Aquel a quien pertenece
aquel Nombre.
Un súbdito británico en
alguna lejana tierra extranjera puede acudir a la Embajada Británica en busca
de ayuda y protección, debido al Nombre que esa embajada representa: a
saber, al Soberano de Gran Bretaña. El poder y la autoridad de la embajada
pueden no ser nada en absoluto: pero, debido al Nombre que representa, hay
tanto poder como autoridad. Pero ese poder y esa autoridad deben ser usados de
acuerdo con la voluntad y los deseos del Soberano. Sería impensable que el
embajador actuara según sus propios deseos, sin tener en cuenta la voluntad de
su soberano que lo ha colocado allí, y cuyo Nombre él representa. Así que si
nosotros hemos sido reunidos "a Su Nombre", es evidente que todo debe
ser de acuerdo con la voluntad de Dios, y con las enseñanzas presentadas en Su Palabra.
Entonces, si comparamos con la Palabra esas diferentes compañías de personas
que comen la Cena del Señor, podemos decir si están actuando de acuerdo a su
propia voluntad, o de acuerdo a la Palabra de Dios.
Notaremos claramente que
ningún edificio especial, o ningún lugar especial, son mencionados. Ya no se
trata de un lugar particular aquí abajo, sino del lugar donde Cristo está en
medio. Se trata de una PERSONA, no de un lugar, a la que ahora hemos
sido reunidos. Nunca leemos en las epístolas acerca de «edificios sagrados»,
más santos que otros. Nosotros leemos acerca de, "la iglesia
que está en tu casa" (Filemón 1:2), y es evidente que los discípulos se
reunían en casa de Filemón para comer la Cena del Señor. (Compárese también con
Romanos 16:5; 1ª Corintios 16:19; Colosenses 4:15). No leemos nada acerca de un
ministro o de un clérigo. ¿Cómo podría un hombre asumir el control si el Señor
está verdaderamente en medio? Sería impensable.
De modo que podemos ver que
no es necesario tener un Salón Evangélico, o una Sala de Reuniones, o un
"predicador", o "un ministro", o "un
evangelista", o "un clérigo", para poder comer la Cena del
Señor. Sólo dos o tres, si ellos han sido reunidos al Nombre del Señor, pueden
comerla en una casa privada. Lo que importa es que Cristo está en medio, no edificios
santos o personas ordenadas por hombres.
Pero la Pascua también nos
habla claramente acerca de quiénes han de comer esta Fiesta. En Éxodo
12:43-45 leemos, "Y Jehová dijo a Moisés y a Aarón: Esta es la ordenanza
de la pascua; ningún extraño comerá de ella. Mas todo siervo humano comprado
por dinero comerá de ella, después que lo hubieres circuncidado. El extranjero
y el jornalero no comerán de ella". En Efesios 2:19, leemos, "Así que
ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y
miembros de la familia de Dios". Es evidente que sólo los que son hijos de
Dios, "hechos cercanos por la sangre de Cristo" (Efesios 2:13) pueden
comer esta cena. ¡Qué tristeza ver a los inconversos comiendo, para poder
obtener la bendición! Esto es lo opuesto a la Palabra de Dios.
El rito de la circuncisión
consistía en cortar una parte de la carne de todo varón. La ley de Dios para
Israel era que todo varón debía ser circuncidado, es decir, a todo varón se le
debía cortar una parte de su carne. El significado espiritual de esto para los
Cristianos es que debemos "cortar" la carne. En el Nuevo Testamento
Dios habla de "la carne", como de esa mala naturaleza en nosotros que
siempre es propensa a hacer cosas malas. El cristiano no debe permitir esto:
debe cortarla, o mantenerla en el lugar de la muerte: pero, en realidad, la
carne está siempre con nosotros hasta que el Señor nos lleve al Hogar; pero no
debemos dejar que actúe.
El rito de la circuncisión
estaba abierto para aquellos que desearan formar parte del pueblo de Dios, y
entonces ellos también podían comer la Pascua. Ahora, por medio de la fe en
Cristo, nosotros llegamos a ser hijos de Dios, miembros de la casa de Dios, y
con la carne cortada, en el lugar de la muerte, podemos comer esa cena.
Podemos ver, también, de
qué manera debía ser comida esta Fiesta. En Éxodo 12:11, leemos, "Y lo
comeréis así: ceñidos vuestros lomos, vuestro calzado en vuestros pies, y
vuestro bordón en vuestra mano; y lo comeréis apresuradamente; es la Pascua de
Jehová". Debían comerla estando listos para dejar la tierra de su dolor y
esclavitud. Y aunque nosotros hemos sido libertados de esa tierra por la
misericordia de Dios, sin embargo, comemos de esa cena, listos para dejar este
mundo de dolor y muerte. La Palabra de Dios dice: "Todas
las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor
anunciáis hasta que él venga". (1ª Corintios 11:26). Comemos y bebemos
esa cena esperando que el Señor venga.
También podemos mencionar que
el tiempo exacto de la celebración de la Pascua fue especificado, y si miramos
el Nuevo Testamento, podemos ver, Cuándo hemos de comer la Cena del Señor.
Es cierto que las Escrituras
dan gran libertad en este asunto. La Palabra dice: "Todas las veces que
comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta
que él venga ". (1ª Corintios 11:26). Esto parece darnos libertad para
comer «este pan y beber esta copa» en cualquier momento, y parece que en los
primeros días de la asamblea ellos partían el pan diariamente. (Hechos 2:46).
Pero las Escrituras señalan
claramente la práctica de la iglesia primitiva en los días de los Apóstoles, y
bien podemos prestar atención a esto. En Hechos 20:7 leemos, "El primer
día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan". En 1ª
Corintios 16:2, hablando de la ofrenda para los santos, leemos: "Cada
primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya
prosperado". En Hebreos 13:15-16 este "sacrificio" de dar está
relacionado con la muerte de Jesús.
Así que nos enteramos que la
iglesia primitiva se reunía el primer día de la semana. Era entonces cuando
hacían su ofrenda, su sacrificio de hacer el bien y de ayudarse mutuamente, y
era entonces cuando se reunían para partir el pan. No hay ninguna sugerencia en
las Escrituras acerca de partir el pan sólo una vez al mes, o una vez cada tres
meses, o una vez al año como los hombres han dispuesto. El primer día de la
semana es, evidentemente, el momento en que el Señor quiere que partamos el pan
en memoria de Él. ¡Qué día tan apropiado para este propósito! ¡El día de la
resurrección! Proclamamos la muerte del Señor en el día en que Él resucitó.
Y hacemos bien en recordar
que fue "a la puesta del sol" cuando se comió la Pascua.
(Deuteronomio 16:6). El memorial del Señor es llamado, "La cena del
Señor". Nosotros no comemos nuestra cena diaria por la mañana. Cuando los
discípulos se reunieron para partir el pan en Troas, parece que fue por la
tarde, ya que Pablo les predicó hasta la medianoche. (Hechos 20:7).
Es un hecho notable que una
palabra griega especial es utilizada para el primer día de la semana, "el
día del Señor" (Apocalipsis 1:10) y "la cena del Señor" (1ª
Corintios 11:20), a saber, "kuriakós". Ella no es usada en ningún
otro lugar de la Biblia. Significa, «perteneciente al Señor». El Primer Día le
pertenece a Él. Qué apropiado es que comamos la Cena del Señor en el Día del
Señor».
Resumamos lo que hemos
aprendido de esta Fiesta con respecto a la Cena del Señor.
¿Dónde la comemos?La
comemos "Donde dos o tres han sido congregados" al nombre del Señor
Jesús. (Mateo 18:20 – JND).
¿Quién puede comerla?
Solamente aquellos que
verdaderamente han nacido de nuevo pueden comerla.
¿Cómo la comemos?
Como no siendo nosotros del
mundo, sino como estando preparados para dejarlo, y partir a otro lugar.
¿Cuándo la comemos?
En el primer día de la
semana.
Cuando meditamos en esta gran
Fiesta fundacional de Jehová, y nos volvemos a Aquel que ha cumplido tan
completamente cada detalle de ella, podemos clamar con todo nuestro corazón:
"El Cordero que fue
inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza,
la honra, la gloria y la alabanza". (Apocalipsis 5:12).
Capítulo
6
La
Fiesta de los Panes sin Levadura
"Siete días comerás
con ella pan
sin levadura, pan de aflicción". (Deuteronomio 16:3).
"Nuestra pascua, que
es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros. Así que celebremos la fiesta, no
con la vieja levadura, ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con
panes sin levadura, de sinceridad y de verdad". (1ª Corintios 15:7, 8).
«Entonces, dentro de Su casa
me llevó,
Él me trajo donde se
celebra la Fiesta,
Me hizo comer con Él mi
Padre,
A mí, que rogué por el
pan del esclavo.
No como un suplicante a Su
puerta,
Sino como hijo dentro de Su
casa —
Al amor, al gozo, al cántico,
A la gloria, he llegado»
La Fiesta de
los Panes sin Levadura
comenzaba el día después de la Pascua, y duraba siete días. Siete días tiene el
significado de un período de tiempo perfecto. El cordero era inmolado el día
catorce al atardecer; la Fiesta de los Panes sin Levadura comenzaba después que
principiaba el día quince, lo cual era inmediatamente después del atardecer, por
lo que no quedaba tiempo entre la Fiesta de la Pascua y la Fiesta de los Panes
sin Levadura. No había ningún intervalo de tiempo entre la muerte del cordero,
la aspersión de la sangre y la celebración de la Fiesta.
Los siete días
de la Fiesta de los
Panes sin levadura es un retrato de toda la vida del creyente, y así podemos
comprender que, tan pronto como una persona confía en la preciosa sangre de
Cristo, entonces su vida como creyente comienza a celebrar la Fiesta de los
Panes sin Levadura.
La inmolación
del cordero era un solo acto,
y la Pascua era considerada como una Fiesta de un día. También lo eran la
Fiesta de las Primicias, la Fiesta de Pentecostés y el Día de la Expiación.
Estas Fiestas de un solo día apuntan a ciertos grandes actos de la mano de Jehová,
cada uno de los cuales era perfecto y completo en sí mismo. Pero esas Fiestas
de siete u ocho días apuntan al resultado de estos grandes actos de Dios.
Así como la Pascua
es un cuadro de la
muerte de Cristo, la Fiesta de los siete días de los Panes sin Levadura habla
de la vida del creyente en la tierra desde el día en que él confía en Cristo
hasta que deja esta tierra. Ella habla de la comunión con Dios, basada en la
redención en santidad y verdad. La sangre de Cristo es el fundamento de toda
verdadera comunión con Dios. La única manera de continuar en esta comunión es
alimentarse del cordero sacrificado, — alimentarse de Cristo, el cual murió por
nosotros. La única manera de disfrutar del cordero sacrificado es quitando la
levadura (el mal) lo cual da lugar a la santidad en la senda del creyente aquí
abajo.
El Espíritu Santo
nos dice el
significado de este tipo. Él dice: "Nuestra pascua, que es Cristo, ya fue
sacrificada por nosotros. Así que celebremos la fiesta, no con la vieja
levadura, ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin
levadura, de sinceridad y de verdad". (1ª Corintios 15:7, 8).
La sangre en
los postes y en el dintel
era el fundamento de todo, no sólo de la seguridad sino de la paz. Mientras yo
procure examinar la sangre, no tendré verdadera paz, — pero cuando yo aprendo
que es el pensamiento de Dios acerca de la sangre, y no el mío, lo que me hace
estar a salvo, entonces puedo tener paz verdadera. La sangre era para los ojos
de Dios, los que estaban dentro de la casa no podían verla, pero por medio de la
fe tenían una paz perfecta cuando estaban protegidos en ella.
Debemos recordar,
también, que no se
trataba acerca de si acaso las personas de la casa eran buenas o malas. No se
trataba de si ellos estaban felices o tristes, — pacíficos o asustados, — lo
que los hacía estar a salvo era la sangre en la puerta para los ojos de Dios.
Cuando yo aprendo
esto, y confío sólo
en la sangre, y en la Palabra de Dios, hay conocimiento de la salvación y de la
paz verdadera con Dios.
Sólo con esta
paz verdadera en
nuestros corazones podemos alimentarnos con gozo del cordero asado. Todos los
redimidos se reunieron alrededor de esa mesa con un solo corazón para celebrar
la Fiesta.
¡Qué Fiesta es
para el pecador
redimido! Ese cordero asado es el mismo Señor Jesús que ha soportado la ira y
el juicio de Dios contra mis pecados. Alimentarse de Él es fortaleza. Lomos
ceñidos, calzado en nuestros pies, bordón en la mano, todo ello nos habla de
que somos peregrinos. Ellos estuvieron en Egipto, pero no eran de él, —
estuvieron listos para dejar Egipto en cualquier momento. Así que los santos de
Dios son sólo peregrinos aquí abajo, el mundo no es nuestro hogar. Estamos en
él, pero no somos de él. La cruz cortó los lazos que nos unían a este mundo.
Las cuerdas que ataban mi
corazón a la tierra
fueron soltadas por la
mano de Jesús:
Ante Su cruz me hallé —
Como un extranjero en la
tierra.
No importa si
la Fiesta de los Panes
sin Levadura era celebrada en Egipto, en el desierto o en la tierra de Canaán,
estas señales eran siempre las mismas. No importa si el cristiano es visto como
un "extranjero" en el mundo, Éxodo 12:11; como un
"peregrino" en el desierto, Números 9:3; o como los "poseedores"
de la tierra de la promesa, Josué 5:10, la Fiesta es exactamente la misma. Así que
aprendemos que la comunión del santo se basa en la redención, es sostenida por
medio de alimentarse de Cristo, y es mantenida segura en santidad y separación
del mal. Estos son principios que nunca cambian, son como el carácter de Dios
mismo.
En nuestro último
capítulo nos dimos
cuenta de que los israelitas alimentándose del cordero asado, pueden ser
comparados con los santos participando de la cena del Señor hoy en día. La
verdadera marca de esa cena es la adoración. Mientras nos alimentamos de Aquel
que murió por nosotros y recordamos Su muerte, nuestros corazones se inclinan
ante Él en adoración, desbordándose en alabanza y adoración a Él mismo. Nada de
ese cordero asado debía ser dejado hasta la mañana, Éxodo 12:10, y ello nos habla
acerca de que la verdadera adoración no puede ser conocida separada de la
muerte de Cristo. La adoración verdadera no puede estar nunca rancia:
debe ser una adoración que está siempre fresca.
La Fiesta debía
celebrarse con
"panes sin levadura", y no debían ser vistos levadura o pan con
levadura en sus casas. Por favor, observen ustedes lo cuidadosos que fueron los
mandamientos de Jehová sobre este asunto.
1º. No se debía
comer pan con
levadura.
2º. No debía
ser vista ninguna
levadura.
3º. No se permitía
que hubiera levadura
en sus casas. (Éxodo 13:7).
¿Qué es la levadura?
Es el material
que ahora ponemos en la harina para hacer pan. Los pequeños agujeros que vemos
en el pan son causados por la levadura que hay en él. Un muy pequeño trozo de
levadura pronto afectará a una gran cantidad de harina. Podemos ver que hincha
la masa y la hace parecer grande. Si dejamos que siga trabajando en la masa,
pronto la masa se agriará, y en poco tiempo se pudrirá y deberemos desecharla.
Un pequeño trozo de esta masa leudada puesta en una masa fresca y limpia sin
levadura pronto leudará, o agriará, todo el trozo de masa que antes no había
leudado. De esta manera vemos que la levadura aumenta muy rápidamente.
Se
requería que las personas procurasen diligentemente que toda la levadura fuera
quitada, o de lo contrario, "un poco de levadura" dejada atrás pronto
leudaría "toda la masa".
La
levadura es una figura del mal, — solamente del mal, — siempre del mal, y de un
mal tal que lleva la corrupción dondequiera que ella obra. Nada de esto debe ser
permitido donde la comunión con Dios es buscada. La carne siempre estará
presente, pero no se debe permitir que el pecado obre y entre en nuestras
vidas, ya sea en secreto o públicamente, o de lo contrario, la comunión con
Dios es imposible.
"Dejad
también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, etc." (Colosenses
3:8).
"Desechando,
pues, toda malicia". (1ª Pedro 2:1).
"Desechando
toda inmundicia". (Santiago 1:21).
Estas
son palabras que muestran lo que Dios quiere decir en cuanto a quitar la levadura
por parte de aquellos que querrían tener comunión con Dios.
Quizás
la vieja levadura se refiere a viejos hábitos, viejos pecados que hemos llegado
a amar, viejas asociaciones en las que continuamos y disfrutamos antes de
convertirnos. Estos viejos pecados pueden llevar al creyente nuevamente al
cautiverio si él no vela, y no busca diariamente la comunión con nuestro Señor
Jesucristo.
Aunque
ello nos humilla, es algo muy bueno que nosotros recordemos que las raíces de
cada pecado que el hombre ha cometido alguna vez permanecen en la carne de todo
hijo de Dios, — y si no fuera por la gracia de Dios, que nos guarda por medio
del poder del Espíritu Santo, estos pecados producirían su fruto. Aquellos que
nos dicen que las raíces del pecado ya no permanecen en su carne, sólo se
engañan a sí mismos, y hacen un daño muy grande a los santos de Dios y traen
deshonra al Nombre de Cristo. (1ª. Juan 1:8). El Señor no les diría a los
santos del Nuevo Testamento que se deshicieran de estos pecados, si la raíz de
los mismos hubiese desaparecido de sus corazones, y no hubiera peligro de caer
en ellos.
Si
la "vieja levadura" representa esos viejos pecados cometidos antes de
la conversión, tal vez podamos considerar también la "nueva
levadura", que tal vez representaría otros pecados a los que el incrédulo
no es tentado. Estos pecados, desgraciadamente, podemos verlos a menudo en el
pueblo del Señor ahora. Algunos de estos pecados son la soberbia espiritual,
los celos, la jactancia, un espíritu sectario, el deseo de tener preeminencia,
la mala doctrina, la duda y la crítica de la Palabra de Dios, y muchos otros
pecados que ustedes pueden haber encontrado en ustedes mismos.
Estos
pecados, si no son juzgados, y si no velamos, estropearán nuestra comunión tan
verdaderamente como los pecados que para el hombre parecen ser peores. Satanás
usa a menudo estos pecados para estropear nuestra comunión con el Señor y con
los demás. Por lo tanto, queridos hermanos, velemos y seamos sobrios, apartemos
la levadura de nuestras vidas, y busquemos la gracia de Dios para juzgarla tan
pronto como aparezca.
Es
bueno que recordemos que la Fiesta de los Panes sin Levadura, cuando el pueblo
de Dios se reunía alrededor de ese cordero asado, con los Panes sin Levadura sobre
la mesa delante de ellos, no sólo representaba la comunión con Jehová, sino la
comunión en la separación del mal, con la persona de Cristo como centro. El
método del hombre para la unidad y la comunión es restar importancia al mal, — cubrirlo,
y no tomarlo en cuenta, — y podemos ver esto constantemente en las uniones y
concilios que a menudo llevan el título de cristianos, pero que en realidad
están lejos de estos principios fundamentales que Dios ha establecido tan
claramente para nosotros en Su Palabra.
Un gran hombre del mundo dijo una vez acerca
de un cristiano, «No conozco a nadie en toda Inglaterra con mayor habilidad que
Juan, — pero él se somete a ese antiguo Libro como un necio». Que ustedes y yo,
queridos hermanos, procuremos siempre someternos a «ese antiguo Libro», aunque
el mundo, incluso el mundo religioso, nos considere necios. El mal debe ser
juzgado y eliminado si se quiere disfrutar de la comunión con Dios, ya sea en
nuestras vidas individuales o en la asamblea de los santos.
Los panes sin levadura debían ser comidos
durante siete días. Los "panes sin levadura, de sinceridad y de
verdad", es lo que el Espíritu de Dios nos dice que significa esta parte
del tipo. Quitar la levadura es un aspecto de esta verdad, comer Panes sin
Levadura es el otro aspecto de esta verdad.
Estos dos aspectos son sacados a relucir muy
claramente en Santiago 1:21. "Por lo cual", desechen ustedes
"toda inmundicia y abundancia de malicia, (esto nos habla acerca de que
hay que desechar la levadura), y, "recibid con mansedumbre la palabra
implantada, la cual puede salvar vuestras almas", (esto nos habla acerca
de que hay que alimentarse de los Panes sin Levadura). Tenemos el mismo
pensamiento en 1ª Pedro 2:1-2, donde leemos, "Desechando, pues, toda
malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones, desead,
como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada (o, sincera), para
que por ella crezcáis". Siempre es peligroso ver sólo un aspecto de cualquier
verdad. ¿Qué significa "no adulterada" (o, sincera)? En Filipenses
1:10 tenemos la palabra «sincero», allí significa algo «puro cuando se lo ve a la luz
del sol». Ustedes pueden sostener un vaso, o una gota de agua al sol, y
encontrarlos bastante puros. Ello es ser «sincero» en esta significación. De
modo que «sinceridad» significa dejar que el radiante resplandor de la luz de Dios
en Su Palabra resplandezca en nuestro andar y en nuestros modos de obrar, y entonces
juzgar cualquier cosa que yo encuentre contraria a ella. Pero, ¿quién hay que
deje que este radiante resplandor de la luz de Dios resplandezca en sus modos
de obrar, y que ella no encuentre nada más que lo que es puro? Sólo Uno, y ese
es el Señor Jesucristo. Él es el "Pan que descendió del Cielo". Él es
el pan sin levadura "de sinceridad y de verdad". Otro ha traducido la
palabra «sinceridad» como «un carácter transparente». Así como el cordero asado
Le presenta como el Cordero de Dios sin mancha que soporta la ira y el juicio
de Dios contra mi pecado, así el pan sin levadura Le presenta como el Hombre
santo, puro y sin mancha que descendió del cielo. ¡Qué Fiesta ha sido preparada
para mí aquí! Ciertamente ella hará que yo deje que el radiante resplandor de
la luz de la Palabra de Dios resplandezca en mi andar y también en mis modos de
obrar. Sin duda esto mostrará a menudo en nuestras vidas aquello que no es
"puro" para esa luz, y nos humillará, y hará que nos postremos en
confesión y vergüenza ante nuestro Señor. Pero este es Su modo de obrar, y es
la senda de santidad y salud para nuestras almas. Sólo de esta manera podemos
disfrutar la Fiesta; es una senda amarga para la carne, y Jehová sabía esto
porque mandó, "con hierbas amargas lo comerán". (Éxodo 12:8). Nunca
el alma disfruta tanto de Cristo como cuando se juzga a sí misma. Las hierbas
amargas nos permiten disfrutar más del cordero asado y del pan sin levadura.
Estar 'al resplandor del sol' ante Dios
siempre nos lleva a la Cruz y a la Persona de Cristo. "El "pan de
aflicción" (Deuteronomio 16:3) y las hierbas amargas, siempre formaron parte
de la Fiesta. En 1ª Corintios 5:8, encontramos que no sólo eran "panes sin
levadura, de sinceridad", sino "panes sin levadura, de sinceridad y
de verdad". Esto también es parte de la Fiesta. Cristo dijo, "Yo soy
la verdad". Todo es Cristo. Él es nuestro alimento. La verdad de Dios debe
tener su lugar. "Todo el consejo de Dios" (Hechos 20:27) debe ser
recordado, nada retenido, — ninguna parte descuidada, — ninguna parte exaltada en
forma desmedida. De esta manera, la "comunión de los santos", primero
con su Dios, y luego entre ellos, se mantendrá ininterrumpida a través de los
"siete días" de la Fiesta, — es decir, durante toda nuestra vida
terrenal, "hasta que Él venga", y luego, en esa resplandeciente
mañana de resurrección, los santos vivos y los santos que duermen serán todos
reunidos a la casa del Padre, al brillante Hogar donde la levadura nunca puede
entrar, y donde todo lo que ha quebrantado y estropeado la comunión aquí abajo
ha pasado para siempre, y con un solo corazón y una sola voz nos reuniremos
alrededor del Cordero que fue inmolado, — Él, nuestro único objeto, —
y su alabanza, nuestro
único tema.
¡Apura
Señor ese día!
¡Oh, feliz mañana! El
Señor vendrá
Y llevará a Su pueblo
que espera al hogar
¡Más allá del alcance
de las preocupaciones!
Donde la culpa y el pecado
son todos
desconocidos:
El Señor vendrá y reclamará
los Suyos,
Y los situará con Él en
Su trono,
Para compartir la resplandeciente
gloria.
La mañana de la
resurrección romperá
Y todos los santos
dormidos despertarán,
¡Sacados de nuevo en luz!
¡Oh, mañana, demasiado resplandeciente
para ojos mortales!
Cuando toda la iglesia
rescatada se levantará
Y volará hacia cielos insondables
—
Llamada con Cristo a
reinar.
¡Oh Señor! Nuestros
espíritus peregrinos anhelan
Cantar el cántico eterno
De la gloria, del honor, del
poder;
Hasta entonces, cuando
todo Tu poder ejercerás
Bendito Salvador, nuestro
escudo serás,
Porque Tú te has revelado
a nuestras almas
Tú mismo — nuestra fuerza
y nuestra torre.
Capítulo
7
La
Fiesta de las Primicias
(Levítico
23:9 a 14).
"Las primicias
de los primeros
frutos de tu tierra traerás a la casa de Jehová tu Dios". (Éxodo 23:19).
"Cuando hubiereis
entrado en la
tierra que os voy a dar, y segareis la mies de ella, traeréis una gavilla, por
primicias de vuestra siega, al sacerdote; el cual mecerá la gavilla delante de
Jehová, para que sea acepta a favor vuestro; el día siguiente al sábado de la
Pascua, la mecerá el sacerdote". (Levítico 23:10, 11 – VM).
"Mas ahora Cristo
ha resucitado
de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho". (1ª Corintios
15:20).
La tercera de las fiestas de Jehová
seguía muy de cerca a la fiesta de la Pascua, y se celebraba al mismo tiempo
que la Fiesta de los Panes sin Levadura. Esta era la Fiesta de las Primicias.
Se celebraba a la mañana siguiente al Día de Reposo. La Pascua y la Fiesta de
los Panes sin Levadura fueron celebradas primero en Egipto y después en el
desierto. Pero la Fiesta de las Primicias sólo pudo ser celebrada en la tierra
de la Promesa.
El desierto no era el lugar que Dios
había escogido para Israel. La tierra de Canaán era el hogar de ellos. Ello nos
habla de esa tierra celestial que es nuestro hogar. Incluso ahora "nuestra
ciudadanía está en los cielos" (Filipenses 3:20); e incluso ahora Dios
"nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en
Cristo" (Efesios 1:3); y en Él "tuvimos herencia". (Efesios
1:11). De modo que, aunque nuestra senda está todavía en este mundo desierto,
nuestros corazones ya están en el hogar en el cielo, y así también podemos
celebrar la Fiesta de las Primicias.
En esa "tierra buena", la
tierra de Canaán, una "tierra de trigo y cebada, de vides, higueras y
granados" (Deuteronomio 8: 7 a 9) no les faltó nada. Pero en esa tierra
buena, antes que ellos mismos tocaran alguna de esas ricas cosechas, debían
traer esta gavilla por primicias para ser aceptados, — "Las primicias de
los primeros frutos". "No comeréis pan, ni grano tostado, ni espiga
fresca, hasta este mismo día, hasta que hayáis ofrecido la ofrenda de vuestro
Dios". (Levítico 23:14). Esa ofrenda era una gavilla segada de los campos
de grano maduro en la tierra de Canaán, y llevada al sacerdote, para ser mecida
ante Jehová para ser aceptada en lugar de ellos, seguida del holocausto, la
ofrenda vegetal y las libaciones; pero observen, por favor, que no había
ofrenda por el pecado. Esta Primera Gavilla era una muestra de la gran cosecha
que iba a seguir. El Espíritu de Dios ha tenido el cuidado de decirnos, también,
el significado de esta fiesta, tal como leemos en 1ª Corintios 15:20, "Ahora
Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho":
y, además, "Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su
venida". (1ª Corintios 15:23).
Lamentablemente, Israel no entendió que
Cristo era el Cordero Pascual, ni tampoco que Cristo era la Gavilla por Primicias.
Consideren
ustedes, por favor, una vez más, que el Cordero Pascual fue inmolado hace más
de 1900 años. Su cuerpo fue bajado del madero, y en la noche antes del Día de
Reposo, fue puesto en el sepulcro. Durante todo el Día de Reposo estuvo en esa
tumba, con la gran piedra rodada contra la puerta, y sellada, para que nadie
pudiera abrirla. Pero luego, muy temprano después del Día de Reposo, al
amanecer del primer día de la semana, hubo un gran terremoto; porque el ángel
del Señor descendió del cielo, y vino y rodó la piedra de la puerta, y se sentó
sobre ella. (Mateo 28:1-2).
El Señor
había resucitado, la Gavilla por Primicia había sido segada, presentada a Dios,
aceptada por Él, como muestra de la gran cosecha que seguiría. En Jerusalén, en
el templo, el pueblo de Israel traía sus primeras gavillas, y los sacerdotes
las mecían ante el Señor, pero fuera de esa ciudad estaba la Gran Gavilla, en
la que Dios encontraba toda Su complacencia.
Exactamente
en la Fiesta de la Pascua, el Señor Jesús murió, y exactamente en el día de la
Fiesta de las Primicias, el Señor Jesús resucitó de entre los muertos. Así como
la Fiesta de la Pascua es un cuadro de la muerte del Señor Jesús, la Fiesta de
las Primicias es un cuadro de la resurrección del Señor Jesús de entre los
muertos.
Nosotros Le
vimos colgado en la Cruz, soportando nuestra gran carga de pecado. Le hemos
oído clamar, — "Consumado es", y hemos visto Su cuerpo ir al sepulcro.
¿Será ese sacrificio suficiente para quitar nuestros pecados? ¿Será ese
sacrificio acepto ante Dios? Sí, la Fiesta de las Primicias responde a
estas preguntas. Dios mismo dice: "Mecerá la gavilla delante de Jehová,
para que sea acepta a favor vuestro". (Levítico 23:11 – VM). La
resurrección es la prueba de que Dios ha aceptado ese sacrificio por el pecado.
La resurrección es el comprobante que demuestra que toda mi deuda está pagada,
y que soy libre.
Esa gavilla
era una muestra de toda la siega que vendría después, y cuando esa gavilla fue
acepta, todos los campos para la siega de Canaán fueron aceptos con ella. Y
desde ese día, ¡cuántas gavillas han sido cosechadas en esos campos para la
siega! No sólo de Canaán, sino de los campos blancos para la siega de todas
partes del mundo. "Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en
su venida". (1ª Corintios 15:23). Y pronto llegará el día en que todas las
gavillas serán reunidas en el hogar, — "en su venida", — los santos que
duermen y los santos que están vivos, — todos juntos reunidos en el hogar,
todos "aceptos en el Amado".
Y ustedes
recuerdan que los "dos varones con vestiduras blancas" dijeron a los
discípulos que, "Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al
cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo". (Hechos 1:11). Él es
esa Gavilla por Primicias. Él es la 'muestra' de los que le seguirán. Y Él es el
"mismo Jesús", no un extraño, sino el "mismo". Aun así,
nuestros seres queridos que han partido antes que nosotros, también serán 'los
mismos'". Estarán glorificados, es cierto, pero seguirán siendo los mismos
seres queridos que hemos amado aquí abajo.
El amor del
Padre por Él es la medida del amor del Padre por ellos. (Juan 17:23). Ellos son
parte del campo del cual Él fue la 'muestra'. "Como él es, así somos
nosotros en este mundo". (1ª. Juan 4:17). Ellos están tan cerca y son tan amados
por Dios como lo es Cristo. ¡Maravillosa verdad! Bien podemos cantar —
"Tan amado,
tan amado por Dios,
No puedo ser
más amado:
El amor con
el que Él ama al Hijo
Tal es Su
amor por mí". (Véase Juan 17:23).
Y los campos de Israel también,
en un
día venidero, darán ricas gavillas para el gozo del Gran Labrador. Entonces
reconocerán al verdadero Cordero Pascual, y luego celebrarán la verdadera
Fiesta de las Primicias, y no sólo una forma vacía, como ellos hicieron en esa
mañana de resurrección hace mucho tiempo.
¿Pero
qué ocurre con los inicuos muertos? ¿Qué ocurre con los que han rechazado a
Cristo? ¿No resucitarán de nuevo? Sí, ciertamente lo harán. Pero la
resurrección de los santos es una "resurrección de entre los
muertos". Alrededor de Jerusalén se encuentran las tumbas de los que
habían muerto, pero Cristo, las Primicias, resucitó de entre los muertos, — Él fue
el "Primogénito entre muchos hermanos". (Romanos 8:29). Él fue el
"Primogénito de entre los muertos". (Colosenses 1:18). Y con Él,
después de Su resurrección, muchos cuerpos de los santos se levantaron también.
Pero ninguna tumba de un incrédulo fue removida para dejarlo levantarse.
Muchas
personas nos dicen que habrá una resurrección general de los justos e injustos.
La Biblia no nos dice esto. Al contrario, la Biblia dice claramente, "Los otros muertos
no volvieron a vivir hasta que se
cumplieron mil años". (Apocalipsis 20:5). Entonces ellos resucitan para
presentarse ante el Gran Trono Blanco, para ser juzgados según sus obras y para
ser arrojados al Lago de Fuego. ¡Verdad solemne! Querido lector, la Biblia dice,
"Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la
segunda muerte no tiene potestad sobre éstos". (Apocalipsis 20:6). Por
favor, permita que le preguntemos, ¿tiene usted parte en esta "Primera
Resurrección"?
Capítulo
8
Pentecostés
o la Fiesta de las Semanas
(Levítico
23: 15 a 21)
"Y
contaréis desde el día que sigue al día de reposo, desde el día en que
ofrecisteis la gavilla de la ofrenda mecida; siete semanas cumplidas serán.
Hasta el día siguiente del séptimo día de reposo contaréis cincuenta días;
entonces ofreceréis el nuevo grano a Jehová. De vuestras habitaciones traeréis
dos panes para ofrenda mecida, que serán de dos décimas de efa de flor de
harina, cocidos con levadura, como primicias para Jehová". (Levítico 23:
15 a 17)
"Y
CUANDO hubo venido el día de Pentecostés, estaban todos juntos en un mismo
lugar". (Hechos 2:1 – VM).
"Todos
vosotros sois uno en Cristo Jesús". (Gálatas 3:28)
Cincuenta días
después que la gavilla a
ser mecida hubo sido segada y presentada al Señor, y aceptada por Él, el pueblo
redimido se reunió de nuevo en el lugar que el Señor había escogido para poner allí
Su nombre.
Esto era para
celebrar la Fiesta de
Pentecostés, (o Fiesta de las Semanas). Pentecostés es la palabra griega para «quincuagésimo».
Es notable que esta fiesta se celebrara en "la mañana después del Día de
Reposo" (Levítico 23:15 – JND). Es decir, se celebraba el primer día de
una nueva semana. Ello habla de un nuevo orden de cosas que es introducido,
basado en la resurrección. Esta fiesta era para ofrecer una de las ofrendas más
extrañas de todas las ofrendas que Israel ofrecía a Jehová. ¿Y cuál era esta
extraña ofrenda? Eran dos panes de flor de harina, hechos de trigo de los
mismos campos que cincuenta días antes habían producido la gavilla por
primicias. Pero estos dos panes estaban cocidos con levadura. Ustedes
recuerdan lo importante que era que toda la levadura fuese quitada en la Fiesta
de los Panes sin Levadura. ¡Qué extraño que la cuarta fiesta tuviese que tener
levadura en la ofrenda! Estos dos panes cocidos con levadura eran mecidos por
el sacerdote ante Jehová, — presentados a Él y aceptados por Él. Estaban
acompañados por todos los sacrificios de olor grato, y también por la ofrenda
por el pecado. La ofrenda por el pecado hacía posible que Dios aceptara estos
panes cocidos con levadura. La ofrenda por el pecado estaba presente para
hablar de la expiación del pecado que era tipificado por la levadura. No había
levadura en la Gavilla Mecida por Primicias y, por lo tanto, no se requería una
ofrenda por el pecado. Pero observen, la levadura en los Panes Mecidos estaba
cocida, y, por lo tanto, había perdido su poder.
Hay una estrecha
conexión entre esta
fiesta y la fiesta de las primicias. Ellas están unidas entre sí al ser
introducidas en el versículo 9 de Levítico 23, mediante las palabras, "Y
habló Jehová a Moisés, diciendo". Y las palabras no son repetidas hasta el
versículo 23 donde la Fiesta de las Trompetas es introducida. Nosotros podemos
ver que, así como la Pascua y la Fiesta de los Panes sin Levadura están unidas,
del mismo modo la Fiesta de las Primicias, la Fiesta de Pentecostés, y la Siega
del versículo 22, están unidas.
Hemos visto que
Cristo murió el mismo
día de la Fiesta de la Pascua. Hemos visto que Cristo resucitó en el día exacto
de la Fiesta de las Primicias. ¿Qué ocurrió el día de la Fiesta de Pentecostés?
En ese día, en Hechos 2:1, vemos que el Espíritu Santo descendió del Cielo, y
formó a los cristianos individuales en un solo cuerpo, la Iglesia.
Hace muchos años,
yo estaba en el
muelle en el puerto de Kobe, Japón, esperando para abordar un barco para
Shanghái. Un amado hermano japonés había venido a despedirme. Había otro gran
barco al otro lado del muelle a punto de zarpar hacia San Francisco. Muy
arriba, en la cubierta superior misma de este transatlántico, había un
caballero, evidentemente un hombre importante, que partía hacia América. Un
gran número de personas había venido a despedirse de él. En Japón tenían la
costumbre de que cada persona que se despidiera llevara un rollo de cinta de
papel de color. El amigo que estaba en el barco sostenía el extremo de cada
cinta, y cada persona en el muelle, al despedirse, sostenía un rollo de cinta.
Mi amigo y yo
contemplamos esta escena
durante algún tiempo. Puede haber habido cien personas en el muelle, cada una
con un rollo de cinta, mientras el caballero en la cubierta superior tenía los
extremos de las cintas en su mano. De repente, mi amigo se volvió hacia mí y me
dijo: «Hay un retrato de Cristo y Su iglesia. Él es la Cabeza en el Cielo:
nosotros somos los miembros aquí abajo. Las cintas representan al Espíritu
Santo: y cada miembro está unido a la Cabeza por el Espíritu Santo; y cada
miembro, a través de la Cabeza en el Cielo, está unido a todos los demás
miembros en la tierra». Fue una dulce lección que nunca he olvidado. En la
fiesta de Pentecostés fue dado el Espíritu Santo, el cual une a cada creyente a
la Cabeza, y el uno al otro, formando "un solo cuerpo", la Iglesia.
La Iglesia está
compuesta por creyentes
judíos y gentiles. Los judíos y los gentiles siendo, tal vez, los dos panes
para hacer una sola ofrenda. Antes de Pentecostés estos dos pueblos estuvieron
separados por una "pared intermedia". (Efesios 2:14). Los judíos eran
el pueblo escogido, mientras que los gentiles estaban alejados y ajenos, lejos,
y sin Dios. Pero ambos se habían mostrado en contra de Cristo, ambos se habían
unido para crucificarle. En Romanos 3:22 y Romanos 10:12, Dios nos dijo que
"no hay diferencia". Ahora bien, en el día de Pentecostés, estos dos,
tan lejos el uno del otro, son unidos en una sola ofrenda.
Entonces se cumplió
la palabra de que
los gentiles habrían de ser coherederos y partícipes de Su un solo cuerpo, y de
la promesa dada por Él, mediante el Evangelio. "Porque por un mismo
Espíritu todos nosotros fuimos bautizados, para ser constituidos en un solo
cuerpo, ora seamos judíos o griegos, ora seamos siervos o libres; y a todos se
nos hizo beber de un mismo Espíritu". (1ª Corintios 12:13 – VM).
Este es el lugar
especial dado a los
santos de esta época, a todos los santos de cada país, desde el día de
Pentecostés hasta que el Señor venga a llamar a Su pueblo y a llevarlo de la
tierra al Cielo. Este es el llamamiento especial y la porción de la iglesia, el
cuerpo de Cristo, en contraste con todo lo que había pasado antes, y con todo
lo que seguirá. La Iglesia está unida a Cristo, la Cabeza en el Cielo, y Él
está unido a todos Sus santos en la tierra, por medio del Espíritu Santo.
Verdaderamente,
"El Señor ha
hecho esto, Y es cosa maravillosa a nuestros ojos". Y recuerden ustedes,
por favor, que siendo esta la obra de Dios, la Iglesia formada de esta manera
nunca puede ser destruida, y es por siempre y para siempre una sola. El hombre
no puede dividirla o estropearla, Dios la ha hecho una. Cristo es su Cabeza en
el cielo. La Iglesia es Su cuerpo y, ¿quién puede estropear o tocar Su cuerpo?
Cristo mismo dijo que las puertas del Hades no iban a prevalecer contra ella.
(Mateo 16:18).
Esta es la Iglesia
tal como Dios la
ve. Ella comenzó en Pentecostés con el descenso del Espíritu Santo. Ha sido
formada desde ese día hasta ahora al ser añadidos a ella los 'llamados a salir'
del mundo, y continuará aumentando hasta el día en que el Señor mismo baje del
cielo con voz de mando, y llame a Su iglesia, ya sea que ella esté durmiendo o
viviendo para Él. Entonces Él se la presentará "a sí mismo, una iglesia
gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa
semejante, sino que fuese santa y sin mancha". (Efesios 5:27). No
faltará ninguno en esa Iglesia. No faltará ni un solo miembro en ese cuerpo
místico. Será perfecto y completo, sin "mancha ni arruga ni cosa semejante".
Hemos hablado
de la Iglesia tal como
Dios la ve. Tal vez también deberíamos hablar de ella un poco tal como la vemos
en este mundo. La palabra griega es "Ekklesía" y significa «llamar fuera
de»; esto me dice que la Iglesia es llamada a salir de este mundo. Ella ya no
es parte de este mundo. Está en él, pero no es de él. Leemos en el Nuevo
Testamento acerca de tres clases de personas en el mundo de hoy, Los judíos,
los gentiles y la Iglesia de Dios. (1ª Corintios 10:32). Cuando un judío o un
gentil cree en el Señor Jesús, entonces él es parte de la Iglesia. En las
epístolas del Nuevo Testamento, especialmente las del Apóstol Pablo, el orden
de Dios para la Iglesia aquí abajo nos es presentado claramente.
En el Nuevo Testamento
no leemos
acerca de muchas iglesias como las que vemos a nuestro alrededor ahora,
formadas, y con nombres dados por el hombre. Sólo hay una Iglesia, y cada
asamblea de santos en cualquier lugar forma parte de esa única Iglesia. Sólo
Cristo es la Cabeza de la Iglesia, y tiene el derecho, por medio del Espíritu
Santo, de usar a quien quiera, para hablar y ministrar a la Iglesia. Él
expresamente prohíbe a una mujer hablar en las asambleas, y nos enseña que todo
hijo de Dios es un sacerdote.
Todas estas cosas
son enseñadas
claramente en el Nuevo Testamento, pero generalmente son negadas en la práctica
por los hombres de hoy. Feliz hubiera sido la iglesia hoy, si el pueblo del
Señor hubiera obedecido la Palabra del Señor y seguido Su orden, en lugar de
hacer que ciertos hombres sólo se interpusieran entre Dios y Sus santos, o
tomaran un lugar especial, por encima de sus hermanos.
Pero, consideremos
de nuevo esos dos
panes mecidos. Ellos pueden tener otro significado. Dos era el número más
pequeño que las Escrituras aceptaban como testimonio. Puede ser que estos dos
panes tengan el significado de un testimonio débil. En el versículo 16 ellos
son llamados, "ofrenda vegetal nueva a Jehová". (Levítico 23:16 –
VM). Esto puede decirnos que esta ofrenda habla de un nuevo tipo de testimonio,
algo que ningún hombre había visto antes en la tierra. Nosotros sabemos que
Dios dio "las primicias del Espíritu" (Romanos 8:23) en Pentecostés.
El Espíritu nunca habitó en este mundo hasta ese momento. Esto nos dice que la
Iglesia es un testimonio completamente nuevo, pero un testimonio débil, del
Señor, aquí abajo en la tierra. Y nosotros hemos visto que ella comenzó en el
Primer Día de una nueva semana. Todo nos dice que la Iglesia es un orden de
cosas completamente nuevo, y que no puede ser mezclada con lo que ha fenecido.
Es por este motivo que un cristiano guarda el primer día de la semana, no el
Día de Reposo judío.
Las primicias
señalaban al Cristo
Resucitado, aceptado a favor de Su pueblo en los Cielos. Los panes de
Pentecostés también son llamados, "primicias para Jehová". (Levítico 23:17).
Esto demuestra que son uno con "la Gavilla por Primicias". Ella era
"primicia de los primeros frutos", los panes son
"primicias". Ellos estaban hechos de harina de trigo de los mismos
campos que la Gavilla por Primicias. Pero en todas las cosas la Gavilla Mecida
era preeminente. Así es con Cristo y Su pueblo. Él es las "primicias"
(1ª Corintios 15:20), y de Sus santos está escrito, "De su propia voluntad
él nos engendró, con la palabra de verdad, para que seamos nosotros, en cierto
sentido, las primicias de sus criaturas". (Santiago 1:18 - VM).
Él es "el primogénito",
ellos son Sus "hermanos" (Romanos 8:29), “de uno son todos" (Hebreos
2:11), "la asamblea de los primogénitos". (Hebreos 12:23 - RVA). ¡Qué
verdad tan gloriosa es ésta! "Como él es, así somos nosotros en este mundo".
(1ª. Juan 4:17). Recibamos esto en nuestros corazones con todas sus cálidas luz
y bendición. Ello suena demasiado bueno como para ser verdad, y el corazón del
hombre siempre está buscando la manera de dejar de lado la belleza y el poder
de esta verdad. Pero creámosla. Recibámosla. Es la verdad de Dios. Nosotros somos
verdaderamente ‘uno con Cristo’, estamos ante Dios en Cristo, aceptos en Él,
"completos en Él". Ya no estamos en el caído Adán de la tierra, sino
en el Segundo Hombre, el postrer Adán, — Cristo resucitado y ascendido al
Cielo. Este es el lugar de cada creyente.
Dios ha dado
esta bendición a todo Su
pueblo. ¡Cuán pocos lo creen! ¡Y cuán poco lo disfrutamos la mayoría de
nosotros! Sin embargo, es la verdad de Dios, dada por Dios para ser creída y
disfrutada cada día. ¿Cómo hemos de disfrutarla? Por medio del Espíritu Santo
que mora en nosotros, dado a cada creyente. ¿Cuándo reciben los creyentes el
Espíritu Santo? — Dios responde, "Habiendo creído en él, fuisteis sellados
con el Espíritu Santo de la promesa". (Efesios 1:13). Y, “si alguno no
tiene el Espíritu de Cristo, no es de él". (Romanos 8:9). Lamentablemente,
muchos cristianos no creen en estas sencillas palabras de Dios, y oran y hacen
muchas cosas no Escriturales esperando recibir el Espíritu Santo. Ellos abren
sus mentes a las cosas espirituales, y a menudo los espíritus malos entran y
los hacen comportarse de manera vergonzosa. No se dejen engañar, queridos
hermanos, por estas cosas. Cuando ustedes creen en Cristo, Él les da Su
Espíritu Santo. Ustedes pueden contristarlo, pero Él no los dejará. David podía
orar, "no quites de mí tu santo Espíritu" (Salmo 51:11), pero esta no
es una oración para nosotros, porque desde los días de David, el Espíritu Santo
ha sido enviado a este mundo, y estamos sellados por Él "hasta la
redención de la posesión adquirida". (Efesios 1:14). Él nos ha redimido
verdaderamente ahora, — nos ha comprado ahora, — el precio ha sido pagado, pero
nuestros cuerpos, así como nuestras almas, han sido comprados, y todavía están
aquí abajo. Estamos sellados hasta el día en que el Señor tome para Él mismo
todo lo que Él ha comprado. Pero la Escritura habla también de ser "llenos
del Espíritu". Ser llenos del Espíritu no es lo mismo que ser sellados con
el Espíritu. La Escritura dice: "No os embriaguéis con vino, en lo cual
hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu". (Efesios 5:18).
Cuando un hombre se embriaga con vino, queda bajo el poder del vino, y su
propia voluntad está sometida al vino. Esto es malo; nosotros los creyentes no
debemos permitir que esto suceda, sino al contrario, debemos dejar que el
Espíritu Santo nos llene, para que Él lleve a cabo Su propósito, y nuestras
voluntades estén sometidas a Él. Pero, tanto si dejamos que Él nos llene como
si no, recuerden ustedes que Él mora siempre en los creyentes.
A muchos creyentes
les desconcierta el
hecho de saber si tienen el Espíritu Santo morando en ellos o no. ¿Podemos
mirar a lo alto, a Dios, y desde nuestros corazones decir, ¡Padre! "¡Abba,
Padre!" Si nosotros podemos hablarle así a Dios, entonces tenemos el
Espíritu Santo morando en nosotros, ya que es solamente por el Espíritu Santo que
podemos llamar a Dios, "¡Padre!". Véase Romanos 8:15.
"Las primicias
del Espíritu"
(Romanos 8:23), dadas a todos los creyentes, es el sello de la unidad de ellos con
Cristo, las arras y la promesa de resurrección y asociación de ellos con Cristo
en la gloria, y el poder para disfrutar ahora de esta gran verdad. Si Cristo no
hubiera sido glorificado a la diestra de Dios, el Espíritu no habría descendido
a morar en los creyentes. (Juan 7:39). La presencia del Espíritu Santo en la
tierra es el testimonio de que Cristo está glorificado a la diestra de Dios.
(Juan 15:26).
La presencia
del Espíritu Santo en la
tierra, y la unión de los creyentes con el Cristo resucitado a la diestra de
Dios por medio del Espíritu, son las dos grandes marcas de la época actual.
Los dos panes
mecidos eran cocidos
"con levadura". Ya hemos señalado que la levadura está en todas
partes y siempre es una imagen del mal. No había levadura en la ofrenda vegetal
(Levítico 2:11 - VM) porque esa ofrenda es un tipo de Cristo como el Hombre
perfecto. Él mismo era completamente puro y santo en todo Su carácter y Sus
modos de obrar.
Pero, lamentablemente,
Su pueblo no es
así. Incluso después de la conversión, y con el Espíritu morando en ellos, los
creyentes no están libres del mal, ni de manera individual, ni como Iglesia. La
carne aún habita en ellos. La presencia del Espíritu Santo no la expulsa, no la
mata, no la cambia, aunque, por la gracia de Dios, su poder ya no tiene por qué
gobernar en nuestras vidas. Los panes, y la levadura, eran cocidos. La carne es
impedida pero no erradicada. Por lo tanto, el creyente no está libre de pecado.
Él no es como era el Señor, apto para ser puesto en el altar para ser aceptado
por Dios. Con los dos panes mecidos, era necesario ofrecer una ofrenda por el
pecado, y también eran ofrecidas las ofrendas de olor grato.
Presentemos una
ilustración. Yo tengo
una casa que está alquilada a un inquilino muy malo. Lamentablemente, no tengo
forma de sacarlo de mi casa, pero llamo a un nuevo inquilino para que viva en
mi casa. Le advierto claramente acerca del antiguo inquilino y de su mal
carácter. Le exhorto a que mantenga al antiguo inquilino siempre encerrado en
una habitación de la casa. Todo va bien por un tiempo. El nuevo inquilino me
cree, y el antiguo inquilino se mantiene en sujeción. Pero después de un tiempo,
el antiguo inquilino busca hacer amistad con el nuevo. Él cree que quizás el
antiguo no es tan malo como le dije, y después de un tiempo le da al antiguo un
poco de libertad. Pronto, muy a su pesar, descubre que el antiguo inquilino está
tomando el mando de la casa, y a menos que recurra a alguien de afuera para que
le ayude, él está realmente en una mala situación.
Los dos panes
eran presentados así a
Jehová, con levadura en ellos, pero eran panes y levadura cocidos, y
bajo la protección, y cubiertos con la preciosidad de estas ofrendas. Así es
como los creyentes, individualmente, y la Iglesia, están ante Dios, como una
nueva ofrenda vegetal, aceptada en todo el valor de la persona de Cristo y Su
obra expiatoria.
Tan pronto como
cualquier cristiano, o
compañía de cristianos, piensa que la consagración personal, o el servicio, o
la obediencia a la Palabra, o la espera de la venida de Cristo, o cualquier
otra obra propia, da algún derecho ante Dios, él se dará cuenta, tarde o
temprano, de que ha sido engañado por Satanás. Esto es cierto, ya sea un
derecho para el Cielo o un derecho para ser arrebatado cuando el Señor venga, o
un derecho para formar parte del Reino. Todo nuestro derecho es a través de la
persona sin igual y la obra expiatoria de Cristo.
Y, además, permitan
ustedes que les
suplique que observen que esta Escritura enseña claramente que el mal permanece
en el individuo, y en la iglesia, y es encarado, no por mi obra, sino por la
obra de Cristo.
Aunque la iglesia
primitiva fue tan
nueva y hermosa, pronto se hizo evidente que había levadura en ella, incluso en
Jerusalén (Hechos 5:1), levadura en la doctrina (Gálatas 5:9), o en lo moral
(1ª Corintios 5:9 y 13). Cuanto más en estos días que vemos aparecer la
levadura por todas partes, cuando pueden ser oídas doctrinas de demonios, y
cuando los malos hombres y los engañadores van de mal en peor.
Esta aparición
de la levadura no tiene
por qué sorprendernos, aunque ciertamente debería humillarnos, y debería
hacernos regresar a buscar nuestro descanso y fortaleza sobre el único
fundamento en el que un cristiano individual, o la Iglesia de Dios, puede
descansar: — a saber, Cristo mismo. Él es la Roca sobre la que Su iglesia es
edificada, y a pesar de todo el aborrecimiento de los hombres y de los
demonios, recordemos que nada puede prevalecer contra ella.
Hay una notable
expresión más en
relación con la Fiesta de las Semanas. Leemos, en Deuteronomio 16:10,
"Harás la fiesta solemne de las semanas a Jehová tu Dios; de la abundancia
voluntaria de tu mano será lo que dieres, según Jehová tu Dios te hubiere
bendecido".
Cuán asombroso
es que esto nos recuerda
1ª Corintios 16:2. "Cada primer día de la semana cada uno de vosotros
ponga aparte algo, según haya prosperado".
Hace mucho tiempo
en Israel, en el
primer día de la semana, en esa Fiesta que más claramente señalaba a la
Iglesia, tenemos esta maravillosa visión, un israelita se presenta ante Jehová con
esos sacrificios, la sangre de ellos derramada, con esos dos panes y con una
ofrenda voluntaria, según lo había bendecido Jehová su Dios. ¿Podríamos
tener una imagen más perfecta de nosotros mismos en esta época de la gracia al
reunirnos en la presencia del Señor para recordar Su muerte? Tenemos el pan y
el vino sobre la mesa, y el privilegio de dar al Señor nuestra ofrenda
voluntaria según Dios nos "haya prosperado".
Y adviertan ustedes,
además, que la
dación de esa ofrenda voluntaria es seguida inmediatamente por esta Palabra:
"Y te alegrarás". Lean ustedes mismos estos versículos, Deuteronomio
16:10-11. El gozo era la marca de esa fiesta y cuán apropiado es que el gozo y
la alabanza marquen nuestra fiesta cuando recordamos a nuestro Señor Jesús, el
"don inefable" de Dios, aunque es cierto que, «Con una mezcla de gozo
y dolor hacemos memoria de Ti.»
Es muy llamativa
la forma en que el
Espíritu de Dios vincula nuestra dación con nuestro gozo.
Comparen ustedes con 2ª Corintios 8:1 a 4, donde leemos acerca de la liberalidad
de los queridos hermanos macedonios, que habían enviado tantas veces al
Apóstol: "una y otra vez" a él en Tesalónica: Filipenses 4:16; a él
en Corinto: 2ª Corintios 11:9; y otra vez a él en Roma: Filipenses 4:10. El
Apóstol escribe a los santos acaudalados de Corinto, (de los cuales no
aceptaría nada: 2ª Corintios 11), "ADEMÁS, hermanos, os hacemos saber la
gracia de Dios que ha sido dada en las iglesias de Macedonia; cómo en medio de
una grande prueba de aflicción, la abundancia de su gozo y su profunda
pobreza han redundado para aumento de las riquezas de su liberalidad.
Pues que les doy testimonio, que según sus fuerzas, y aun sobre sus fuerzas,
contribuyeron de voluntad propia; rogándonos con mucha instancia se les
concediese el favor de participar en el ministerio del socorro de los santos".
(2ª Corintios 8:1-4 – VM).
Pero, una palabra
más sobre la
"ofrenda voluntaria". ¿No es cierto, queridos hermanos, que a menudo
fracasamos justo aquí? Cuando damos al Señor, en el día del Señor en esa
"fiesta", ¿nuestro don es siempre el rebosar de gratitud de un
corazón agradecido? ¿Realmente nuestro don representa la medida en que Dios nos
ha prosperado?
¿Damos nosotros
" según Jehová tu
Dios te hubiere bendecido"? Tenemos que confesar con vergüenza que muy a
menudo no lo hacemos. A veces damos lo menos posible y seguimos siendo respetables.
A veces es simplemente una cuestión de costumbre. Siempre damos una cantidad
determinada sin pensar en de qué manera Dios nos ha prosperado o de qué manera
nos ha bendecido el Señor. ¿Acaso no explica esto la falta de "abundancia"
(verdadera abundancia) en muchas de nuestras vidas? Nosotros oramos por la
bendición del Señor, pero cuando Él nos bendice, olvidamos por completo
ofrecerle a Él en reconocimiento y en la medida de esa bendición.
Lejos esté el
pensamiento de que es un
asunto de ley con respecto a nosotros ahora. Nunca en el Nuevo Testamento, por
lo que sabemos, se sugiere que debemos dar una décima parte (el diezmo) de
nuestros ingresos. No, se trata esencialmente de una "ofrenda
voluntaria", dada enteramente por nuestra propia voluntad, dada en el
momento en que recordamos de qué manera el Señor se entregó a Sí mismo, entregó
todo, por nosotros, y mi don es la señal de mi apreciación de Su
don, y es el rebosar de mi corazón en acción de gracias a Él. El señor J.
G. Bellett comenta: «"El mundo dará lo que le sobra, el Señor da aquello que
Le costó todo. Juan 14:27». Nuestra dación es en realidad exactamente como una
adoración tan verdadera como nuestros himnos de alabanza o de acción de gracias.
De hecho, los tenemos relacionados en Hebreos 13:15-16, "Así que, ofrezcamos siempre
a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, … Y de hacer bien y de la
ayuda mutua no os olvidéis; porque de tales sacrificios se agrada Dios".
Además, las Escrituras
relacionan
nuestro gozo con nuestro dar. Recuerden las palabras de nuestro Señor Jesús,
cuando dijo, "Más bienaventurado es dar que recibir". (Hechos 20:35).
Nuestro Dios es un Dios que da, y ahora nos da el privilegio y el gozo de darle
a Él. Aunque en verdad cada uno de nosotros debe decir con David de antaño,
"De lo recibido de tu mano te damos". (1º Crónicas 29:14). "No
sois vuestros... habéis sido comprados por precio". (1ª Corintios 6:19-20.)
Todo, todo lo que
nosotros tenemos para ofrecer es realmente ya Suyo. Suyo por creación, y Suyo
por Redención, pero Él se deleita en darnos el gozo de devolverlo a Él mismo.
¿Es posible que tan incomparable gracia sólo proporcione una excusa para que
estos miserables corazones nuestros den menos al Señor de lo que la ley exigía,
y gasten más en nosotros mismos de lo que a Israel se le permitía hacer?
¿Podemos más
bien copiar a esos
queridos santos macedonios de los que Pablo escribe en 2ª Corintios 8:5? Ellos
presentaron su "ofrenda voluntaria", pero Pablo dice, "no como
lo esperábamos, sino que a sí mismos se dieron primeramente al Señor".
Demos nosotros de la misma manera.
Recordarán ustedes
que incluso nuestro
signo de escritura chino mismo para 'Alegría, gozo o bienaventurado', a saber,
'Fuh' (福)
incluye un altar, un sacrificio sobre
el altar, y, junto a él, (indicando en qué consiste el sacrificio) 'una boca'
(yo mismo); y 'campos' (todo lo que yo poseo). Esto nos habla acerca de que el
verdadero gozo se encuentra cuando presento mi cuerpo, un sacrificio vivo,
santo, aceptable a Dios, que es mi culto, o servicio, racional (Romanos12:1). Y
conmigo daré al Señor, no una décima parte, sino todo lo que poseo. Querido
lector, de verdad hagamos esto.
Si todo el reino de la
naturaleza fuera nuestro,
Que una ofrenda fuese demasiado
pequeña;
Un amor que trasciende
nuestros más altos poderes,
¡Exige nuestra alma,
nuestra vida, nuestro todo!
Capítulo
9
El
Intervalo Actual
(Levítico
23: 15 a 21)
"Dios visitó por primera vez a los
gentiles, para tomar de ellos pueblo para su nombre". (Hechos 15:14)
"Ha
acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud
de los gentiles". (Romanos 11:25)
'Su
esposa escogida, ordenada con Él,
Para
reinar sobre toda la tierra,
Primero
debe ser formada, antes que Israel conozca
El
inigualable valor del Salvador de ella.'
Recordarán ustedes
que la Fiesta de la
Pascua, la de los Panes sin Levadura y la de las Primicias, son todas
celebradas en una semana. Comenzaban el día catorce del mes primero, y duraban
siete días. Cincuenta días después de la Fiesta de las Primicias, venía la
Fiesta de Pentecostés a principios del mes tercero.
Después de la
fiesta de Pentecostés
había un largo intervalo de tiempo en el que no había fiesta alguna. Desde el
comienzo del mes tercero hasta el comienzo del mes séptimo, durante casi cuatro
meses, no había ningún nuevo llamamiento de Dios para venir a Él.
¿Qué hacían las
personas durante este
largo período? Segaban sus campos, reunían sus gavillas.
Este largo intervalo
de tiempo nos
habla acerca del día de hoy. ¿Qué está haciendo el Señor durante el tiempo actual?
Él está segando Sus campos, recogiendo Su grano de este mundo para llevárselo a
Él mismo. Ustedes recuerdan que el Señor Jesús dijo: "Si el grano de trigo
no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto".
(Juan 12:24).
El Señor Jesús
era este grano de
trigo. Él ha muerto y ha resucitado, como las Primicias, y ahora Él da mucho
fruto. Así que podemos ver que esos cuatro meses sin fiesta corresponden al
tiempo actual en que el Señor está recolectando, en Su siega, a aquellos que ha
redimido, del mundo. Nunca leemos en la Biblia que todo el mundo se convertirá,
sino que leemos que "los malos hombres y los engañadores irán de mal en
peor". (2ª Timoteo 3:13).
La iglesia está
compuesta por aquellos
que son llamados a salir de este mundo malo.
Pero justo en
medio de las Fiestas de
Jehová, entre la Fiesta de Pentecostés y la de las Trompetas, tenemos lo que
parece ser una interrupción, un paréntesis. — En Levítico 23:22, leemos,
"Cuando segareis la mies de vuestra tierra, no segaréis hasta el último
rincón de ella, ni espigarás tu siega; para el pobre y para el extranjero la
dejarás. Yo Jehová vuestro Dios". Y así, cuando el granjero israelita hubo
cortado el último grano en sus campos de siega, ¿qué es lo que vemos? Vemos
gavillas esperando ser recogidas en el granero, pero también vemos, puesto en
un rincón del campo, buen grano, y, yaciendo en el suelo, vemos puñados de
grano que han sido dejados caer, pero no recogidos.
El propio Señor
Jesús nos dice que
"el campo es el mundo" (Mateo 13:38), y aunque se habla de ello en una
parábola, creemos que también es cierto acerca de este tipo. "El
"rincón" del campo nos habla de las partes distantes, — de " los
últimos confines de la tierra" (Hechos 1:8 - VM), a los que el Señor había
enviado a Sus siervos justo antes de regresar al Cielo, pero, lamentablemente, la
mayoría de esos 'rincones de los campos' están todavía en las tinieblas del
paganismo. No piensen ustedes, ni por un momento, que esto nos da, a ustedes o
a mí, una excusa para no ir a esos 'rincones' donde el Señor nos ha enviado. La
obediencia sencilla requiere que vayamos. ¿Debía este buen grano en el campo
ser desperdiciado? No, ciertamente el Señor no permitiría que esto se pierda. Aquel
que dijo: "Recoged los pedazos que sobran, para que no se pierda
nada" (Juan 6:12), no perdería este buen grano. Este remanente era dejado
para el pobre y para el extranjero. ¿Y acaso este pequeño remanente de buen
grano dejado en los campos de los que se han cortado las gavillas, no nos habla
acerca de otro remanente? Nosotros creemos que sí.
La palabra "remanente"
significa, 'lo que queda'. En nuestra conversación diaria nosotros la usamos acerca
de muchas cosas diferentes. En la Biblia, el Espíritu de Dios la usa muy a
menudo para describir la fiel porción piadosa de un pueblo, más especialmente
del pueblo judío, o de la nación de Israel, después que la mayor parte de la
nación se haya alejado de Dios. Los profetas de la Biblia dejan perfectamente
claro que existirá tal remanente. Isaías dice (Isaías 1:9), "Si Jehová de
los ejércitos no nos hubiese dejado un resto [un remanente] pequeño,
como Sodoma fuéramos, y semejantes a Gomorra". En Isaías 10:21, 22, leemos
de nuevo acerca del remanente, y en estos versículos se trata, evidentemente,
del remanente de un día futuro. "El remanente volverá, el remanente
de Jacob volverá al Dios fuerte. Porque si tu pueblo, oh Israel, fuere como las
arenas del mar, el remanente de él volverá". El lector también
puede comparar las siguientes Escrituras: Isaías 11:11, Joel 2:32; Joel 3:1, 2,
Miqueas 4:7. Véase también Romanos 11. Creemos que estas Escrituras nos hablan
de un remanente de Israel que será salvo en esta tierra después que la iglesia
haya sido convocada a estar con Cristo.
Las Escrituras
hablan también del
remanente de otras naciones como Siria, Asdod, los filisteos, etc., pero en
casi todos los casos "el remanente" se refiere a Israel, y muy
a menudo al de Israel en un día futuro.
Esto es muy importante
para el
cristiano que desea entender la Biblia, entender claramente esta verdad del
"remanente". Para aquellos que están interesados, les recomendamos el
libro de W. Trotter, 'Escritos sencillos acerca de temas proféticos".
En los escritos 16 y 17 encontrarán este tema tratado de manera más completa.
Nosotros creemos
que este remanente de
buen grano dejado en los campos para los pobres después que las gavillas eran
recogidas, nos habla, en tipo, de este remanente de Israel. Pobre y despreciado
a los ojos del hombre, pero precioso a los ojos de Dios. Noten la frecuencia
con que en los salmos Dios habla de los "pobres". A menudo se
refieren al remanente de Israel.
Pero este pequeño
remanente de buen
grano era dejado no sólo para los pobres, sino también para el extranjero.
¿De quién nos hablaría "el extranjero"? Creemos que el extranjero nos
habla de un remanente de gentiles que también va a ser salvo, después que la
Iglesia haya sido arrebatada para estar con Cristo. Creemos que a este
remanente se hace mención en Apocalipsis 7:9, "Después de esto miré, y he
aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus
y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del
Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos".
Creemos que este
remanente gentil es
visto de nuevo en Mateo 25:31 a 46. Allí vemos varias personas o compañías
diferentes, vemos al Rey, a los "hermanos" del Rey, a "todas las
naciones", a las que separa "como aparta el pastor las ovejas de los
cabritos". Ustedes notarán que lo
que decide el destino de las naciones es la forma en que ellas han tratado a
los "hermanos" "del Rey. Creemos que estos son el remanente
piadoso de los judíos. La Biblia nos dice que "las ovejas" son de
todas las naciones, — es decir, gentiles. De modo que en esta parábola vemos el
remanente de judíos y gentiles, de los cuales hemos estado hablando.
No piensen ustedes,
por favor, que
esto significa que la Escritura enseña que cualquier hombre que continúa con
sus pecados puede ser salvo, rechazando a Cristo y Su oferta de salvación a
través de la Cruz. La Biblia es bastante clara sobre esto. "El que creyere
y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado".
(Marcos 16:16). El Señor Jesús se revelará desde el Cielo con los ángeles de Su
poder, en llama de fuego, dando retribución a los que no conocen a Dios, y a
los que no obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo, "los cuales
sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la
gloria de su poder, cuando venga en aquel día para ser glorificado en sus
santos y ser admirado en todos los que creyeron". (2ª Tesalonicenses 1:7 a
10).
No, la Biblia
es perfectamente clara.
Hay una salvación completa, gratuita, ahora para el peor pecador, judío o
gentil, que acepta la oferta de misericordia de Dios a través de Cristo. Pero
hay condenación y castigo eterno para aquellos que desprecian o rechazan esta
oferta ahora. De hecho, incluso no es necesario ni siquiera despreciarla o
rechazarla mediante ninguna señal exterior. Ustedes pueden admirarla y tener la
intención de aceptarla algún día, — pero es la palabra de Dios la que hace esa
pregunta solemne: "¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una
salvación tan grande?" (Hebreos 2:3).
No dejen ustedes
que los maestros de
hoy en día los engañen para ir al infierno. No les crean cuando dicen a ustedes
que hay una segunda oportunidad después de la muerte, o que, aunque ustedes
sean dejados atrás en la venida del Señor, ustedes pueden entonces dar la
vuelta y escapar. No, en aquel entonces, "Dios les envía un poder
engañoso, para que crean la mentira, a fin de que sean condenados todos
los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia".
(2ª Tesalonicenses 2:11-12).
Nosotros sabemos
que el diablo tiene
sus siervos que predican 'el evangelio de la segunda oportunidad'. Pero queden
ustedes advertidos de que este es el evangelio del diablo, no el de Dios. Dios
dice, "He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación".
(2ª Corintios 6:2). Qué terrible para muchos que clamarán, "Pasó la siega,
terminó el verano, y nosotros no hemos sido salvos". (Jeremías 8:20).
Por favor, que
quede bien en claro.
Debido a que la gracia de Dios nos habla de un remanente tanto de judíos como
de gentiles, perdonados y salvados, (aunque muchos sufren la muerte), después
que la Iglesia sea quitada, esto no es motivo para que usted, o cualquier
hombre, aplace aceptar a Cristo y Su Gran Salvación un momento más.
Dejaremos ahora
ese grano en los
rincones de los campos de Israel, y volveremos nuestros ojos a las gavillas,
cortadas y listas para ser recogidas en los graneros.
Nosotros hemos
sugerido que el largo
período de unos cuatro meses desde la Fiesta de las Semanas hasta la Fiesta de
las Trompetas habla del actual largo período, más de 1900 años, mientras el
Señor ha estado reuniendo a los Suyos de cada tribu y nación para formar la
iglesia. Llegará el día en que Él recogerá las gavillas en el granero. (Mateo
13:30). Nosotros llamamos a ese día el "Hogar de la Siega". Es un día
de alegría, cuando los preciosos frutos de la tierra, por los que hemos
trabajado y esperado durante meses de cansancio, son finalmente llevados al
Hogar. Y ese gran día de la Siega se acerca, viene en breve, cuando el propio
Señor de la Siega venga a buscar Su precioso grano. "El Señor mismo con
voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del
cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que
vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en
las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el
Señor". (1ª Tesalonicenses 4:16, 17).
Este es el tiempo
de la Siega, cuando
el Señor reúne a los Suyos para Sí mismo, para llevarlos a la casa de Su Padre.
Es cierto que hay más grano en los rincones de los campos, y dejado en la
tierra para ser espigado, que sin duda formará una parte más de la siega, pero
esta gran recolección, cuando el Señor tome a la Iglesia, a muertos y a vivos,
para Sí mismo, este es el gran comienzo de Su siega.
Observen ustedes
que se da un tiempo
definido para todas las Fiestas de Jehová, pero para esta recolección de las
gavillas, no se da ninguna fecha definida. Por lo que dice este capítulo, ello podría
haber tenido lugar en cualquier momento después de la Fiesta de Pentecostés. Y
así en el Nuevo Testamento era esperable que los santos estuvieran siempre esperando
de los Cielos al Señor, y velando. No se fijó un momento definido para Su
regreso, pero los Tesalonicenses se convirtieron "de los ídolos a Dios,
para servir al Dios vivo y verdadero, y esperar de los cielos a su Hijo".
(1ª Tesalonicenses 1:9-10).
Pablo podía hablar
de sí mismo y decir,
"nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del
Señor". (1ª Tesalonicenses 4:15). Pablo no esperaba la muerte, esperaba de
los Cielos al Señor.
'Podemos no morir,
sino resucitar y encontrarnos con el Señor,
Oh, la resplandeciente
gloria que estas pocas palabras proporcionan,
Transformados al
instante, en un abrir y cerrar de ojos,
Y Te veré cara a cara,
nuestro Señor, para siempre.
Algunos no morirán,
sino que se levantarán y se encontrarán con su Señor,
Oh preciosa promesa,
fiel, verdadera y buena,
Aunque no sabemos ni el
día ni la hora,
Sabemos que Él mismo
vendrá en poder'.
Hay hombres que
nos dicen que muchas
cosas deben suceder antes que el Señor regrese, pero la Biblia no nos dice
esto. La enseñanza clara y sencilla de la Escritura es que podemos esperar que
el Señor venga por nosotros en cualquier momento.
Nos
hemos preguntado si las palabras de nuestro Señor en Juan 4:35, se referían a
estos cuatro meses. Leemos, "¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses
para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los
campos, porque ya están blancos para la siega". Sus ojos miraron a lo
largo de los siglos hasta el gran día del Hogar de la Siega, cuando todo los Suyos
serían arrebatados para estar para siempre con Él mismo, pero mientras tanto,
al mirar alrededor en los campos, Él vio el grano maduro y muy maduro,
esperando ser segado o perdido.
Querido
compañero cristiano, ¿has levantado los ojos en respuesta a Su propio mandato?
¿Están los campos menos "blancos" que en Su época? Mientras
esperamos, esperando sólo la voz de mando que nos llame a Su hogar, a Él mismo,
que el Señor de la siega mueva nuestros corazones para buscar y segar algo de
ese grano que ha madurado, antes que se pierda.
¡Oigan la trompeta! He
aquí que suena,
El sueño de las edades
ahora,
Y, ¡he aquí! la luz de la
gloria resplandece,
En muchas frentes
doloridas.
Transformados en un
momento, — levantados a la vida,
Los vivos, los muertos se
levantan,
En respuesta a la voz del
ángel,
Que nos llama a los
cielos.
Ascendiendo a través del
concurrido aire,
En alas de águila nos
elevamos,
Para morar en el pleno
gozo del amor,
Y allí no hay más dolor.
No deslumbrado por la luz
gloriosa,
De ese amado rostro,
Vemos sin una sola nube,
¡Vemos al Salvador ahora!
Oh Señor, la resplandeciente
y bendita
esperanza
Que nos animó en el pasado
De pleno descanso eterno
en Ti,
Por fin se ha cumplido
toda ella.
El clamor de dolor aquí
es silenciado,
La voz de la oración ha
finalizado
Es innecesaria ahora,
— porque, Señor, no
imploramos más
De gracia Tu socorro.
Sólo la alabanza, la alabanza
sin fin, conviene
A este resplandeciente
y bienaventurado lugar,
Donde todo ojo contempla
desvelado
Los misterios de Tu gracia.
Pasado aquí el conflicto,
oh Señor, nos
corresponde,
A través de los días eternos,
Cantar nuestro cántico
de victoria ahora,
Y sólo vivir para alabar
La mies es mucha.
Lucas 10:2.
Los campos están
blancos para la
siega. Juan 4:35.
La mies de la
tierra está madura. Apocalipsis
14:15.
Pasó la siega. Jeremías 8:20.
Capítulo
10
La
Fiesta de las Trompetas
"He aquí, os
digo un misterio: No
todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir
y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los
muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados".
(1ª Corintios 15:51-52).
"El Señor mismo
con voz de mando,
con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los
muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que
hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para
recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor". (1ª
Tesalonicenses 4:16-17).
Ya hemos mencionado
que las cuatro
primeras fiestas son cercanas en el comienzo del año. Luego vienen casi cuatro
meses de siega hasta que la última gavilla era cortada, aunque todavía quedaba
buen grano en el rincón del campo.
Ahora procuraremos,
con la ayuda de
Dios, considerar las tres últimas fiestas. Todas ellas se acercan mucho en el mes
séptimo.
En la creación,
Dios hizo el mundo en
seis días y reposó en el séptimo. En la dispensación de la ley, los hombres
trabajaban seis días y reposaban el séptimo. En las fiestas de Jehová, seis
meses del año pasaban, pero una vez llegado el mes séptimo, el primer día
del mes séptimo, Dios dice: "Tendréis día de reposo, una conmemoración al
son de trompetas, y una santa convocación. Ningún trabajo de siervos haréis; y
ofreceréis ofrenda encendida a Jehová". (Levítico 23:24-25).
Nosotros hemos
visto que las cuatro
fiestas que han pasado se han cumplido con gran exactitud. Hemos visto que en
la actualidad todavía estamos en ese largo espacio de tiempo que queda para la siega,
entre la fiesta de Pentecostés y la Fiesta de las Trompetas.
La Fiesta de
las Trompetas y las dos
fiestas que la siguen rápidamente, el Día de la Expiación y la Fiesta de los
Tabernáculos, aún no se han cumplido. Estas tres fiestas señalan a acontecimientos
futuros. Así como las cuatro fiestas pasadas se han cumplido con tanta
exactitud, podemos esperar confiadamente que las tres fiestas futuras se
cumplirán con la misma exactitud en un día venidero.
En las fiestas
pasadas, sólo hemos
visto acontecimientos en la tierra, aunque, de hecho, estos acontecimientos han
incluido la resurrección y la ascensión al Cielo de nuestro Señor Jesús, y el
descenso desde el Cielo del Espíritu Santo. Pero durante este tiempo, los
cielos y la tierra han estado divididos por el pecado, pero, en un día
venidero, el Señor Jesús juzgará este mundo con justicia, y luego lo tomará
para Sí mismo. Él no sólo será Rey de los Judíos, sino que también "Dominará
de mar a mar, Y desde el río hasta los confines de la tierra". (Salmo 72:8).
"Y Jehová será rey sobre toda la tierra". (Zacarías 14:9).
El mismo Señor
que ahora está
glorificado en el Cielo como Cabeza de la iglesia, también reinará en la tierra
como Rey de Israel y Señor de toda la creación. Será "Rey de reyes y Señor
de señores". Será honrado en los cielos arriba y en la tierra abajo, y los
hombres de todas las naciones, pueblos y lenguas, se unirán para reconocer a
Jesús de Nazaret, "Señor de todos". Por estos motivos, nosotros sugerimos
que las fiestas restantes tienen, quizás, un significado doble. Su significado
primario es, sin duda, un relato de los acontecimientos que vienen a esta
tierra, especialmente en relación con Israel, pero, así como las fiestas
anteriores también incluyen los acontecimientos del más profundo interés para
la iglesia, parecería que las fiestas restantes también tienen una aplicación
secundaria que podría predecir acontecimientos relacionados con la iglesia en
el Cielo. Pues nunca debemos olvidar que la porción de Israel es la tierra,
pero la porción de la iglesia está siempre en los Cielos.
La Fiesta de
las Trompetas comienza la
segunda serie de las "Fiestas señaladas por Jehová".
En Números 10:2,
Dios ordenó a Moisés
que hiciera dos trompetas de plata. Estas trompetas se usaban para convocar la
asamblea y para poner en marcha los campamentos. Ellas debían ser usadas cuando
Israel fuera a la guerra; y Dios prometió que cuando estas trompetas fueran
tocadas, Él se acordaría de Su pueblo y lo salvaría de sus enemigos. (Números
10:9). También eran usadas en sus fiestas y en sus lunas nuevas. Dios dijo,
"serán para vosotros como recordatorio delante de vuestro Dios".
(Números 10:10 – LBLA). La plata nos
habla de redención, y esas notas en las trompetas de plata no sólo traerían a
la memoria el pacto de Dios con Su pueblo terrenal, y Su promesa a Su pueblo
celestial, sino que también traían a la memoria el precio que se pagó en la
cruz para comprar la redención tanto del pueblo celestial como del pueblo
terrenal.
Esta fiesta era
un momento especial para
hacer sonar estas trompetas. Era llamada, "una conmemoración al son de
trompetas". (Levítico 23:24). Era verdaderamente una fiesta de recuerdo.
¿No nos habla esto de la gran trompeta que va a ser tocada en un día venidero?
En aquel entonces Él "enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y
juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo
hasta el otro". (Mateo 24:31).
En Isaías 18:3
a 7 leemos, "¡Todos
los moradores del mundo y los habitantes de la tierra, cuando fuere alzada la
bandera sobre los montes, vedla! ¡y cuando fuere tocada la trompeta,
oídla!... ¡En aquel tiempo será traído un presente a Jehová de los Ejércitos,
de parte de un pueblo tirado y despojado… al lugar del Nombre de Jehová de los
Ejércitos, al Monte de Sión!" (Isaías 18: 3-7 – VM). Y de nuevo, en Isaías
27:13, "Acontecerá en aquel día, que se tocará la gran trompeta; y vendrán
los que perecían en la tierra de Asiria, y los que eran parias en la tierra de Egipto,
y adorarán a Jehová en el monte santo en Jerusalén". (Isaías 27:13 – JND).
Compárese también con Zacarías 10:8 y 9, "Los llamaré con un silbido, y
los juntaré; porque yo los he redimido; y se multiplicarán como antes se
multiplicaban. Aunque los haya esparcido entre los pueblos, en tierras lejanas se acordarán de mí". (Zacarías 10:8,
9 – VM).
Hay muchos más
pasajes que hablan de
la reunión de Israel y Judá de regreso a su propia tierra, pero estos dejan muy
claro que, en un momento determinado, un llamamiento especial saldrá de Dios
para llevar a Su pueblo de regreso a la tierra de ellos. Tanto el Antiguo como
el Nuevo Testamento hablan de este llamado como una Trompeta, de modo
que nosotros creemos que la Fiesta de las Trompetas predice ese toque de
trompeta que llamará a Israel de regreso a su tierra.
Pero la Fiesta
de las Trompetas era
también para llamar a recordar, y en Números 10, cuando Dios le dijo a Moisés
que hiciera trompetas de plata, Él le dijo a Israel que cuando fueran a la
guerra contra el enemigo que los oprimía, "tocaréis alarma con las
trompetas; y seréis recordados por Jehová vuestro Dios, y seréis salvos de
vuestros enemigos". (Versículo 9). Y aunque ahora Israel parece haber sido
desechado y rechazado, la Palabra de Dios nos dice que esto no siempre será
así. En Ezequiel 16:60 leemos, "Yo tendré memoria de mi pacto que concerté
contigo en los días de tu juventud, y estableceré contigo un pacto
sempiterno". Y oigan ustedes estas gloriosas palabras dirigidas a Israel,
en respuesta a la queja de Israel, — "Sión dijo: Me dejó Jehová, y el
Señor se olvidó de mí". (Isaías 49:14). Eso se parece a justo ahora, pero
¿es realmente así? Oigan ustedes, — "¿Puede una mujer olvidar a su niño de
pecho, sin compadecerse del hijo de sus entrañas? Aunque ellas se olvidaran, yo
no te olvidaré. He aquí, en las palmas de mis manos, te he grabado; tus muros
están constantemente delante de mí". (Isaías 49:15, 16 – LBLA).
Podríamos recurrir
a muchos otros
pasajes que nos dicen que Dios recordará de nuevo a Su pueblo. Pero, en la
Fiesta de las Trompetas, ¿acaso no es Dios quien toca la trompeta Él mismo? Si
Dios, en Su gracia, habla de recordar de nuevo a Su pueblo, ¿no es
verdaderamente Dios quien toca la trompeta para llamar a Su pueblo a recordarle?
Ya hemos hablado del versículo en Zacarías 10:9, donde Dios dice, "en
tierras lejanas se acordarán de mí". (Zacarías 10:9 – VM). Los versículos
de Ezequiel 16 que ya hemos citado, siguen de esta manera, — "por mi pacto
que yo confirmaré contigo; y sabrás que yo soy Jehová; para que te acuerdes y
te avergüences". (versículos 62, 63).
Israel olvidó
a su Dios y Le abandonó,
y ahora parece como si Dios se hubiera olvidado y abandonado y desechado a Su
pueblo Israel. Pero es sólo apariencia. Pablo pregunta: "¿Ha
desechado Dios a su pueblo?" Y la respuesta es clara y decisiva, "En
ninguna manera" — "No ha desechado Dios a su pueblo, al cual desde
antes conoció" (Romanos11:1-2), pero nosotros creemos que se acerca el día
en que se tocará la Trompeta que muestra que Dios se acuerda de nuevo de
Israel, y de Su pacto con ellos, y esa Trompeta llamará a Israel para que se
acuerde de su Dios, y se vuelva a Él de nuevo. ¡Qué día tan feliz será para
Israel! Dios describe la Fiesta de las Trompetas, diciendo: "Tendréis día
de reposo, una conmemoración al son de trompetas, y una santa convocación".
(Levítico 23:24). Y el Espíritu de Dios en los Salmos dice de ella,
"Cantad con gozo a Dios, fortaleza nuestra; Al Dios de Jacob aclamad con
júbilo. Entonad canción, y tañed el pandero, El arpa deliciosa y el salterio.
Tocad la trompeta en la nueva luna, En el día señalado, en el día de nuestra
fiesta solemne". (Salmo 81:1 a 3). Pobre Israel, qué poco saben ellos de
reposo y gozo ahora, echados de un país a otro, — ¡no tienen reposo
alguno! Pero, aunque sabemos que Israel debe pasar primero por los juicios más
terribles, sin embargo, el reposo y el gozo de ellos están a punto de llegar, de
hecho, ¿acaso no puede ser posible que las primeras notas de esa trompeta de
plata, o el eco de ellas desde lo alto, empiezan a caer en los oídos de Israel?
Por todas partes vemos que ellos oyen un llamamiento a recordar y a regresar a
la tierra de sus padres, y decenas de miles están atendiendo el llamamiento y regresando.
¿No es evidente para todos que Israel está nuevamente comenzando a venir en
recuerdo ante Dios? Le recuerda a uno la descripción de otra trompeta en un día
más tarde. (Apocalipsis 10:7 - RVA). Leemos, "En los días de la voz del
séptimo ángel, cuando él esté por tocar la trompeta". ¿No podría ser
esta una descripción de la forma en que la trompeta 'está por ser tocada' en la
actualidad con respecto a Israel? (Aunque, por supuesto, la trompeta de
Apocalipsis 10:7 no tiene ninguna referencia a la trompeta predicha en Levítico
23). Tememos, tristemente, que Israel no haya oído todavía esa trompeta de
manera que les haga recordar a su Dios, y volverse a Él de nuevo. En Isaías
27:13 vimos que Israel iba a volver a adorar "a Jehová en el monte
santo". Ellos sólo pueden hacer esto cuando acepten al Señor Jesús como su
Mesías, su Cristo. Pero, lamentablemente, no están preparados para hacer esto,
así que podemos saber que, en la actualidad, esas dulces notas de la trompeta
de plata no están sonando como pronto lo harán. Tal vez ello será como la
trompeta en el Monte Sinaí, cuyo sonido "aumentaba más y más". (Éxodo
19:19 – LBLA).
Pero, si incluso
el eco de las notas
desde lejos están empezando a sonar, diciéndonos que la trompeta de plata está 'por
ser tocada', regocijémonos y levantemos la cabeza, y oigamos con más anhelo la
nota de otra trompeta, que parecería ser un toque corto y agudo, — "En un
momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta". (1a Corintios
15:52).
No, no es la
trompeta que llama a
Israel a su tierra lo que nosotros, la iglesia, estamos esperando, sino al
mismo Señor Jesús, porque, "El Señor mismo con voz de mando, con voz de
arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo
resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado,
seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en
el aire, y así estaremos siempre con el Señor". (1ª Tesalonicenses
4:16-17.) Y, por otra parte, "He aquí, os digo un misterio: No todos
dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y
cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los
muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados".
(1ª Corintios 15:51-52).
¡Qué día de gozo
y alegría y reposo será
éste para la iglesia! Entonces estaremos para siempre con el Señor. Seremos
como Él, porque Le veremos tal como Él es. Entonces, ya no por espejo,
oscuramente, ¡sino cara a cara! Y los seres queridos que han partido antes,
serán resucitados primero, ¡y estaremos juntos de nuevo para no salir más!
Pero no sólo
era un día de gozo y
alegría y reposo, sino que el Señor advierte especialmente contra cualquier
"trabajo de siervos" en aquel día. ¡Qué diferente de la enseñanza de
algunos de que es sólo con nuestro propio esfuerzo en el velar y en la
superación que nosotros podemos siquiera esperar ver aquel día, u ¡oír aquella
trompeta! Tales maestros poco conocen la gracia de Dios, o el valor de la
redención de la que se nos habla en esas notas de la trompeta de plata, ni
conocen la inutilidad o aborrecimiento de su propio trabajo de siervos para hacerse
a sí mismos aptos para aquel día. No, no es el temor a quedarse atrás en ese
día lo que Dios coloca ante nosotros como motivo para mantenernos limpios aquí
abajo, sino la bendita esperanza de verle, y ser semejantes a Él, — leemos, "todo
aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es
puro". (1ª Juan 3:3).
La Fiesta de
las Trompetas sigue a
continuación de la siega descrita en el versículo 22 de Levítico 23. Hay un
pasaje muy interesante en Isaías 27:12 y 13, donde leemos, "Vosotros,
hijos de Israel, seréis reunidos (o, espigados) uno a uno (Isaías 27:12
- RVR60), y, "Acontecerá en aquel día, que se tocará la gran trompeta; y
vendrán los que perecían en la tierra de Asiria, y los que eran parias en la
tierra de Egipto, y adorarán a Jehová en el monte santo en Jerusalén".
(Isaías 27:13 – JND). "Reunidos (o, espigados) nos recuerda Levítico
23:22, e inmediatamente le sigue la "gran trompeta" que nos habla de
la Fiesta de las Trompetas. Nosotros creemos que se trata de la siega que
tipifica la venida del Señor por Su iglesia, pero las trompetas de plata de
esta fiesta no pueden dejar de recordar la Trompeta que llama a la iglesia para
estar para siempre con el Señor, y, evidentemente, ellas están íntimamente relacionadas
con ella. La Fiesta de las Trompetas caía en el primer día del mes, es decir, en
el momento en que la luna es más negra y es más pequeña. En China la llamamos, 'la
Luna Negra'. Quizás esto nos recuerda que "los malos hombres y los
engañadores irán de mal en peor". (2ª Timoteo 3:13). Al igual que las iglesias
en Apocalipsis 2 y 3, que empeoran gradualmente, hasta que al final Laodicea es
vomitada de la boca de Cristo. La estrella de la mañana aparece justo antes del
amanecer, cuando la noche es más oscura. Así que, hermanos, mientras vemos que
la iglesia profesante empeora, mientras la vemos volverse más oscura y fría, y
más y más parecida al mundo, miremos hacia arriba y velemos más fervientemente
a la espera de la Estrella de la Mañana, y oigamos más intensamente el sonido
de la Trompeta.
El Señor siempre
deja claro que Su venida
es inminente. "Aún un poquito, Y el que ha de venir vendrá, y no tardará".
(Hebreos 10:37). Tengamos cuidado de que nada en absoluto de lo que venga a
nuestros corazones nos permita decir, — incluso en lo más recóndito de nuestros
pensamientos, "Mi señor tarda en venir". (Lucas 12:45). Las palabras
de despedida del Señor a Su iglesia nos hablan acerca de cuándo Él regresará, —
"Ciertamente vengo en breve". Nosotros podemos esperarle de esta
manera cada día y cada hora, y con nuestros corazones siempre clamando, "Amén;
sí, ven, Señor Jesús". (Apocalipsis 22:20).
"¡Hasta que Él
venga!", entonces miren a lo alto,
Todos los que aman Su
aparición.
Oigan Sus últimas dulces
palabras de estímulo
A Sus santos que ahora
están aquí abajo —
" Ciertamente vengo
en breve".
Ven, Señor Jesús, Ven,
¡Amén!
Capítulo
11
El
Día de la Expiación
"En
este día se hará expiación por vosotros, y seréis limpios de todos vuestros
pecados delante de Jehová". (Levítico 16:30).
"Cristo,
habiendo sido ofrecido una vez para llevar los pecados de muchos, aparecerá por
segunda vez, sin relación con el pecado, para salvación". (Hebreos 9:28 –
LBLA).
'Allí en justicia trascendente,
He aquí, Él en el Cielo
aparece;
Muestra la sangre de Su
expiación,
Como tu derecho para estar
allí'.
Jehová apartó
el décimo día del mes séptimo
de cada año, como Día de la Expiación. En aquel día los pecados de la nación
eran expiados, — o, cubiertos, ya que "expiación" significa
"cobertura". Sólo de esta manera Jehová podía habitar en Israel.
Ustedes
recordarán
que cuando Israel salió de Egipto,
el mes séptimo fue cambiado al primer mes. Así que el décimo día del primer mes
un cordero fue escogido, y el decimocuarto día fue inmolado y su sangre fue
puesta en los postes de la puerta. La muerte de este cordero salvó a los
primogénitos de la muerte y del juicio. Ahora bien, el décimo día del mes
séptimo, un cordero es escogido de nuevo, y es inmolado. Este cordero no era ahora
para salvar a Israel del juicio, sino que la sangre de este cordero es llevada
dentro del velo y puesta sobre el propiciatorio.
El
Cordero de la Pascua tipifica a Cristo, el Cordero de Dios, el cual carga con
nuestros pecados para salvarnos a nosotros, pobres pecadores, de la ira de
Dios. La sangre del Cordero en el Día de la Expiación habla también de la
preciosa sangre de Cristo, que es presentada a Dios, pero muestra de qué manera
Su trono está establecido en justicia, para que Él pueda morar en medio de Su
pueblo.
En
el capítulo 16 de Levítico, Jehová nos habla con todo detalle de los
sacrificios en este día, pero en el capítulo que estamos considerando, Levítico
23, nosotros vemos la Fiesta desde el punto de vista de Dios.
Antes
de considerar los versículos en Levítico 23, consideraremos muy brevemente Levítico
16. En los versículos 1 y 2 leemos: "Y habló Jehová a Moisés después de la
muerte de los dos hijos de Aarón, cuando ofrecieron delante de Jehová y murieron.
Y Jehová dijo a Moisés: Di a Aarón tu hermano que no entre en todo tiempo en el
santuario, dentro del velo, delante del propiciatorio que está sobre el arca,
para que no muera; porque yo apareceré en la nube sobre el propiciatorio".
(Levítico16:1-2).
Esto
nos enseña claramente que el camino hacia el Lugar Santísimo no estaba abierto,
ni siquiera para que el Sumo Sacerdote entrara en todo momento. Tampoco había alguna
forma en que ellos pudieran permanecer allí en todo momento. El velo encerraba
a Dios del hombre, y dejaba al hombre sin acceso a Dios. La sangre de los toros
y de los machos cabríos no podía abrir aquel camino hacia el Lugar Santísimo. Ustedes
recuerdan que cuando el Señor Jesús murió, entonces el velo se rasgó, se rasgó
en dos, de arriba abajo, y ahora el camino al Lugar Santísimo está abierto de
par en par para todos aquellos cuyos pecados son limpiados por esa preciosa
sangre. "Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar
Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos
abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote
sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre
de fe". (Hebreos 10:19-22).
Pero
hasta la cruz, este camino estuvo cerrado. Sólo una vez al año, un hombre,
solo, podía pasar ese velo al Lugar Santísimo. "Con esto entrará Aarón en
el santuario: con un becerro para expiación, y un carnero para holocausto".
(Levítico16:3). Estas dos ofrendas tipifican las dos grandes cosas que la obra
de Cristo realizó. La ofrenda por el pecado, es decir, la expiación, satisfizo
perfectamente la necesidad del hombre, y el holocausto mantiene perfectamente
la gloria de Dios. En este día no son mencionadas las ofrendas de paz o la
ofrenda vegetal. El único gran tema es la expiación desde el punto de
vista de Dios y desde el punto de vista del hombre.
Aarón
debía lavar su carne con agua y debía vestirse con las santas vestiduras de
lino. Cristo no necesitó limpiarse. Él era absolutamente puro en todos los
sentidos. Lo que Aarón usó y lo que él hizo no son más que pequeñas sombras de
lo que nuestro gran Sumo Sacerdote, el Señor Jesucristo, es realmente en Sí
mismo.
Pues bien, leemos:
"De la
congregación de los hijos de Israel tomará dos machos cabríos para expiación, y
un carnero para holocausto. Y hará traer Aarón el becerro de la expiación que
es suyo, y hará la reconciliación por sí y por su casa". (Levítico16:5-6).
Aarón y su casa representan a la iglesia, no como el "un solo cuerpo"
como en Efesios y Colosenses, sino como en 1ª Pedro, donde leemos, "Vosotros
también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio
santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de
Jesucristo". (1ª Pedro 2:5.) También en Hebreos 3:6, "Pero Cristo
como hijo sobre su casa, la cual casa somos nosotros, si retenemos firme hasta
el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza".
Jehová mandó
al sumo sacerdote,
"tomará los dos machos cabríos y los presentará delante de Jehová, a la
puerta del tabernáculo de reunión. Y echará suertes Aarón sobre los dos machos
cabríos; una suerte por Jehová, y otra suerte por Azazel (o, macho cabrío
expiatorio). Y hará traer Aarón el macho cabrío sobre el cual cayere la suerte
por Jehová, y lo ofrecerá en expiación. Mas el macho cabrío sobre el cual
cayere la suerte por Azazel, lo presentará vivo delante de Jehová para hacer la
reconciliación sobre él, para enviarlo a Azazel al desierto". (Levítico 16:7-10).
Los dos machos
cabríos en estas
imágenes hablan de las dos formas en que podemos ver la expiación. La suerte por
Jehová caía sobre un macho cabrío, y la suerte por el pueblo sobre el otro
macho cabrío.
El macho cabrío
sobre el que caía la
suerte por Jehová no lleva los pecados especiales de ningún pueblo en
particular. Estos pecados son muy importantes, pero no son considerados en este
macho cabrío. Este macho cabrío tipifica a Cristo muriendo para glorificar a
Dios, con respecto al pecado, no a pecados especiales, sino al pecado que entró
en este mundo y trajo una maldición incluso sobre la tierra.
Dios tiene una
porción especial en la
muerte de Cristo, de modo que, aparte de que cualquier pecador obtiene salvación,
la muerte de Cristo glorificó a Dios. Él ha hecho expiación por el pecado. Él fue
hecho maldición, y redimió así a este mundo de la maldición. Él conquistó a Satanás,
y ató al "Hombre Fuerte", y en un día venidero pondrá a Satanás, de
manera justa, en el abismo. Sobre el fundamento de este sacrificio Dios puede
ofrecernos misericordia, en lugar de echarnos a todos en el Lago de Fuego.
Sobre el fundamento de este sacrificio Dios todavía tiene paciencia con el
hombre. Es sobre el fundamento de este sacrificio que tenemos comida, aire y luz
del sol; en lugar de estar en las angustias del Seol. El aire que respira un incrédulo,
la comida que come un blasfemo, todo lo que ellos disfrutan, se lo deben al
sacrificio de Cristo, a Aquel mismo que ellos aborrecen y del cual se burlan.
Si no fuera por la expiación de Cristo, como la vemos en "La suerte por
Jehová", estos hombres malvados estarían en los tormentos del infierno, en
lugar de estar blasfemando en la tierra.
Por favor, entiendan
ustedes claramente
que este sacrificio no habla de perdón o de la salvación de ninguna persona.
Este es otro asunto, y, como sabemos, ello es recibido cuando confesamos con
nuestra boca a Jesús como Señor, y creemos en nuestro corazón que Dios Le
levantó de los muertos. (Romanos 10:9). Esto es verdaderamente debido al
sacrificio de Cristo en la cruz, pero, entiendan claramente por favor, que hay
una gran diferencia entre Dios perdonando a un pecador, y Dios soportando con
paciencia a los hombres malvados, y dándoles aliento y comida y ropa y luz del sol.
Ambas cosas son por la obra de Cristo en la cruz, pero vemos que hay dos
maneras diferentes de ver esa maravillosa obra.
Algunas personas
piensan que estas
diferencias no son importantes, pero es debido a que las personas no entienden
estas diferencias que ellas cometen errores tan terribles. Hay personas que
enseñan que uno de estos machos cabríos es una imagen de Satanás, y hacen de
Satanás el salvador de ellas, para llevar sus pecados. Esta es una doctrina
terrible, y esperamos que todos nuestros lectores puedan ser librados de ella.
Si nosotros consideramos
algunos versículos
de la Biblia tal vez entendamos mejor este asunto. Por ejemplo: "He aquí
el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo". (Juan 1:29). Comparen
esto con 1ª. Juan 2:2, donde el Señor Jesús es llamado "la propiciación… de
todo el mundo". En estos versículos
vemos que el sacrificio de Cristo es por el pecado del mundo entero. Esto no
significa que todos en el mundo serán salvos porque sabemos, por medio de muchas
otras Escrituras, que sólo los que realmente creen serán salvos, pero en estas
Escrituras, vemos al Señor Jesús como Aquel que cumplió el tipo del macho
cabrío sobre el que caía la suerte por Jehová. Ello es de la manera más amplia
misma en que nosotros podemos pensar, y trae misericordia y bendición a todo el
mundo. Si pensamos en ciertas personas concretas, y en el perdón de sus pecados
en estas Escrituras, ciertamente estaremos en confusión. Hay muchas otras
Escrituras que hablan del mundo entero, o de todos los hombres. Estas son a
causa del sacrificio de Cristo, como lo vemos en esta manera especial, el macho
cabrío sobre el que caía "la suerte por Jehová".
Pero antes de
que Aarón degollara este
macho cabrío del que hemos estado hablando, sobre el que caía la suerte por
Jehová, para ser una expiación por el pueblo, él debía degollar primero el becerro
que había de ser la expiación por él y por su casa. Leemos, "Y hará traer
Aarón el becerro que era para expiación suya, y hará la reconciliación por sí y
por su casa, y degollará en expiación el becerro que es suyo. Después tomará un
incensario lleno de brasas de fuego del altar de delante de Jehová, y sus puños
llenos del perfume aromático molido, y lo llevará detrás del velo. Y pondrá el
perfume sobre el fuego delante de Jehová, y la nube del perfume cubrirá el propiciatorio
que está sobre el testimonio, para que no muera. Tomará luego de la sangre del
becerro, y la rociará con su dedo hacia el propiciatorio al lado oriental;
hacia el propiciatorio esparcirá con su dedo siete veces de aquella
sangre". (Levítico 16:11-14).
Como ya ha sido
señalado, cuando la
Escritura habla de 'Aarón y su casa', ello es un retrato de la iglesia, no como
el "un solo cuerpo", sino como casa sacerdotal.
El Señor Jesucristo
no tuvo necesidad
de un sacrificio para hacerle aceptable a Dios. Dios siempre podía decir de Él,
"Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia". Pero cuando nosotros
nos identificamos con Cristo, entonces somos aceptos tal como Él es acepto. Esa
nube de perfume aromático que cubría el propiciatorio, nos habla de la dulzura
y la preciosidad del Señor Jesucristo. El Sumo Sacerdote entra en el Lugar
Santísimo, completamente cubierto con esa nube de perfume aromático. El fuego
para quemar ese incienso provenía del "altar de delante de Jehová", y
nos habla acerca de que la muerte de Cristo es el fundamento de nuestra
aceptación.
Luego el sacerdote
rociaba la sangre
del becerro que era para él y su casa, sobre el propiciatorio y delante del propiciatorio
siete veces. De esta manera Aarón hacía expiación para sí mismo y para su casa.
Expiar significa cubrir. La sangre hace una expiación, (una cubierta), para
el alma. Levítico 17:11. En el libro de Levítico tenemos la palabra expiación,
u ofrenda por el pecado, cuarenta y nueve veces, siete veces siete. Esto
nos hablaría de la perfección divina absolutamente completa. La sangre
cubría el propiciatorio, así como la nube de incienso cubría el
propiciatorio. Aquí vemos la obra del Señor Jesús, y la valía, (o, el
valor o preciosidad), de Su Persona. El creyente es acepto en la Persona del
Señor Jesucristo mismo: somos "aceptos en el Amado". (Efesios 1:6).
¡Qué maravilloso
es pensar que somos
aceptos en Cristo! ¡Al igual que Él es acepto, nosotros también somos aceptos!
Podemos decir con gozo, "En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros,
para que tengamos confianza en el día del juicio; pues como
él es, así somos nosotros en este mundo". (1ª Juan 4:17). Querido
compañero creyente, detente y piensa en esas palabras, ¡"como él es, así
somos nosotros en este mundo"! ¿Es Él acepto ante Dios? ¡Nosotros también
lo somos! ¿Puede Él entrar a la presencia misma de Dios? ¡Nosotros también
podemos! ¿Está Él cerca de Dios? ¡Nosotros también!
Cuando
yo era niño solíamos cantar un hermoso himno:
Una mente en "perfecta paz" con Dios:
¡Oh, qué palabra es ésta!
Un pecador reconciliado por medio
de la sangre;
¡Esto, esto sí que es paz!
Por naturaleza y por práctica, lejos
¡Cuán lejos de Dios!
Sin embargo, ahora, por gracia, acercado
a Él,
Por medio de la fe en la sangre de
Jesús.
Tan cerca, tan cerca de Dios,
No puedo estar más cerca;
Porque en la Persona de Su Hijo,
Estoy tan cerca como Él.
Tan amado, tan amado por Dios,
Más amado no puedo ser;
El amor con el que Él ama al Hijo,
Así es Su amor por mí.
Yo
solía cantar las dos primeras estrofas, pero cuando llegábamos a las estrofas
tercera y cuarta, que decían que estábamos tan cerca y éramos tan amados por
Dios como el propio Cristo, yo dejaba de cantar, porque no lo creía. Parecía
demasiado maravilloso para ser verdad, pero más tarde descubrí que era verdad,
¡aunque sea tan maravilloso! Porque, "como él es, así somos nosotros en
este mundo".
Siete
es el número perfecto, y cuando vemos la sangre rociada siete veces delante del
propiciatorio, aprendemos que cuando la sangre es rociada para expiación,
entonces, a los ojos de Dios, todo es perfecto.
Después que la sangre del becerro es llevada al Lugar
Santísimo, entonces él "Degollará el macho cabrío en expiación por el
pecado del pueblo, y llevará la sangre detrás del velo adentro, y hará de la
sangre como hizo con la sangre del becerro, y la esparcirá sobre el
propiciatorio y delante del propiciatorio. Así purificará el santuario, a causa
de las impurezas de los hijos de Israel, de sus rebeliones y de todos sus
pecados; de la misma manera hará también al tabernáculo de reunión, el cual
reside entre ellos en medio de sus impurezas". (Levítico 16:15-16).
Así
que vemos que es la sangre lo que asegura la salvación de la Iglesia, la
"casa" del verdadero Aarón. Es la sangre lo que asegura a la
"congregación" de Israel. Es la sangre lo que asegura la
bendición de toda la creación en el día postrero. Todo descansa en la sangre
de Su cruz. Es la sangre que habla de paz a nuestro corazón y a
nuestra conciencia. Esa sangre ha sido rociada sobre el Trono de Dios, y siete
veces delante del Trono de Dios. Cuanto más nos acercamos a Dios, más vemos el
valor y la preciosidad de la sangre del Señor Jesús.
Nosotros
vemos la sangre en el altar de bronce, en el velo; pero en ningún lugar leemos
tanto acerca de la sangre como en el Lugar Santísimo, dentro del velo, delante
y sobre el trono de Dios.
El
Dios santo no podría haber permanecido ni un momento en medio de la
congregación excepto por esa sangre. Fue la sangre la que hizo posible que Dios
habitara, obrara y gobernara en medio de un pueblo inmundo y pecador.
Pero,
reflexionen ustedes ahora por un momento en el versículo 17 de Levítico 16.
"Ningún hombre estará en el tabernáculo de reunión cuando él entre a hacer
la expiación en el santuario, hasta que él salga, y haya hecho la expiación por
sí, por su casa y por toda la congregación de Israel". Aquí estamos
verdaderamente en tierra santa. Inclinemos la cabeza al pensar en la
profundidad del significado de estas palabras. Ciertamente ellas nos hablan de
esas horas de oscuridad en la cruz cuando el Señor Jesús solo, muy solo, estuvo
haciendo expiación por nuestros pecados. Nosotros leemos que "todos los
discípulos, dejándole, huyeron". Leemos en los Salmos, acerca de la
profundidad de Sus padecimientos y de cómo sintió esta soledad, "Esperé
quien se compadeciese de mí, y no lo hubo; Y consoladores, y ninguno hallé".
(Salmo 69:20) Pero el clamor más amargo de todos fue, "Dios mío, Dios mío,
¿por qué me has desamparado?" (Salmo 22:1, Mateo. 27:46). Nunca ningún
corazón puede concebir la profundidad de Su dolor y Su padecimiento durante
esas terribles horas de oscuridad, mientras colgaba de la cruz como Portador
del pecado, haciendo expiación por los pecados de ustedes y por los míos, y soportando
el juicio de un Dios santo, santo, santo, contra el pecado. Y Él lo soportó solo.
"Ningún hombre estará en el tabernáculo de reunión cuando él entre a hacer
la expiación en el santuario".
Como
hemos dicho, no sólo el Señor Jesús cargó con nuestros pecados en la cruz, sino
que además encaró plenamente toda la cuestión del pecado que había afectado a
todo el universo. Es este aspecto de la muerte de Cristo el que vemos aquí.
Entonces
"pondrá Aarón sus dos manos sobre la cabeza del macho cabrío vivo, y
confesará sobre él todas las iniquidades de los hijos de Israel, todas sus
rebeliones y todos sus pecados, poniéndolos así sobre la cabeza del macho
cabrío, y lo enviará al desierto por mano de un hombre destinado para esto. Y
aquel macho cabrío llevará sobre sí todas las iniquidades de ellos a tierra
inhabitada; y dejará ir el macho cabrío por el desierto". (Levítico 16:21-22).
Vemos
aquí que los pecados actuales que hemos cometido son llevados, y vemos así toda
la cuestión del pecado completamente resuelta para siempre.
Si
pasamos ahora al capítulo 23 de Levítico, donde el Día de la Expiación nos es
presentado desde el punto de vista de Jehová, vemos primero que es en el décimo
día del mes séptimo. El número diez en la Escritura habla de responsabilidad
para con el hombre y para con Dios. Había diez mandamientos. Todo el fracaso en
el cumplimiento de estas responsabilidades debía ser considerado y encarado, y
todo este fracaso debía ser cubierto. Esta fiesta es llamada "santa
convocación". Tres veces leemos que ellos debían afligir sus almas.
(Versículos 27, 29, 32). Tres veces leemos, "Ningún trabajo haréis"
(Versículos 28, 30, 31). Tres veces leemos la palabra "expiación", o cobertura.
Y en el versículo 32 leemos: "Día de reposo será a vosotros".
¡De
qué historia nos habla esto! Mientras Aarón, con ambas manos en la cabeza del
macho cabrío expiatorio vivo, confiesa los pecados de la congregación, de qué
manera debían ellos inclinar la cabeza avergonzados, al pensar en todos los
horribles fracasos y pecados del año pasado. Verdaderamente bien podían afligir
sus almas mientras todo pasaba en solemne retrospección.
¿Cómo
debía ser tratada esta larga lista de pecados? "Cualquiera persona que
hiciere trabajo alguno en este día, yo destruiré a la tal persona de entre su
pueblo". "Ningún trabajo
haréis". Entonces, ¿qué se debe hacer con todo el pecado y la
contaminación? ¡Todo es cubierto por la sangre! Expiación significa cubertura.
"Es el día de expiación" o, 'es el día de cobertura'. "Es un día
de expiación (o de cobertura), para hacer expiación (o cobertura) por vosotros
delante de Jehová". (Levítico 23:27, 28 – JND).
Gracias
sean dadas a Dios porque Él "designa medios para que el desterrado no sea
alejado de él." (2º Samuel 14:14 - LBLA).
¿Y
qué nos dice todo esto acerca del futuro? Hemos visto que la Fiesta de las
Trompetas, cuando Israel sea reunido de nuevo de regreso a su propia tierra,
aún no se ha cumplido, y el Día de la Expiación sigue de cerca después de la
Fiesta de las Trompetas. Ella cae antes de la Fiesta de los Tabernáculos, la
cual anuncia los gozos de los mil años de Paz, cuando Cristo reinará.
Entonces,
¿qué describe el Día de la Expiación? Para el pueblo terrenal de Israel creemos
que habla de la amarga tristeza cuando sus ojos sean abiertos al hecho de que
su Mesías, el Señor Jesucristo, ya vino a ellos, y ellos no Le recibieron, sino
que Le dieron muerte. Entonces lo recibirán, pero preguntarán: "¿Qué
heridas son estas en tus manos? Y él responderá: Con ellas fui herido en casa
de mis amigos". (Zacarías 13:6).
Entonces
ellos entenderán que han quitado la vida al Autor de la Vida, y han deseado un
asesino en lugar de Él. Entonces Jehová dice, "Derramaré sobre la casa de
David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y
mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito,
afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito. En aquel día habrá
gran llanto en Jerusalén, como el llanto de Hadadrimón en el valle de Meguido. Y
la tierra lamentará, cada linaje aparte; los descendientes de la casa de David
por sí, y sus mujeres por sí; los descendientes de la casa de Natán por sí, y
sus mujeres por sí; … todos los otros linajes, cada uno por sí, y sus mujeres
por sí". (Zacarías 12:10-14).
Esto
nos habla, en el lenguaje más claro posible, acerca de la forma en que el
remanente de Israel 'afligirá su alma'. Tenemos más de la misma aflicción de
alma en Isaías 53. Leemos, "Despreciado y desechado entre los hombres,
varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el
rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos". ¡Oh, la amargura de alma!
¡Pensar que el Mesías de Israel vino, y fue tratado de esta manera terrible! Bien
puede el Espíritu, en el Evangelio de Juan, exclamar, "A lo suyo vino, y
los suyos no le recibieron".
No
sólo habrá allí la aflicción de alma y la confesión de pecado que están
señaladas tan claramente en Levítico, y en estos pasajes de Zacarías 12 que
hemos citado anteriormente, hablando del llanto de Israel cuando mirarán a Él, "a
quien traspasaron", sino que, inmediatamente leemos estas palabras bienaventuradas:
"En aquel tiempo habrá un manantial abierto para la casa de David y para
los habitantes de Jerusalén, para la purificación del pecado y de la inmundicia".
(Zacarías 13:1).
Aunque
culpables del terrible crimen del homicidio de su propio Mesías, el Hijo de
Dios, no obstante, en el momento que ellos lo reconocen en amargura de alma,
ese momento en que ellos descubren el manantial abierto para la purificación
del pecado, la preciosa sangre de la expiación para cubrir toda la culpa de
ellos, entonces pueden continuar en el lenguaje de Isaías 53, "Ciertamente
llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le
tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por
nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue
sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos
descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó
en él el pecado de todos nosotros".
No
podemos no leer, en estas preciosas palabras, la profundidad de la angustia con
que el remanente de Israel afligirá sus almas, ¡cuando sus ojos sean abiertos
por fin para ver a su Mesías, el despreciado y rechazado Jesús! Pero, ¡no
podemos no leer, al mismo tiempo, las maravillosas verdades del Día de la
Expiación, o Día de la Cobertura.
Vemos
también que no es por medio de obras. No es la angustia de alma de ellos lo que
cubre la culpa de ellos, sino la preciosa sangre del Cordero de Dios, — inmolado
por ellos mismos, — que cubre toda la maldad de ellos, incluso ese pecado culmen,
a saber, el rechazo y el homicidio de su Mesías.
Pero
hay un acontecimiento más que tiene lugar en el Día de la Expiación. Leemos acerca
de esto en Levítico 25:9. "Entonces harás que la trompeta sonora (o
trompeta del jubileo) recorra el país, en el mes séptimo, a los diez del mes;
en el Día de la Expiación haréis que la trompeta recorra toda vuestra tierra".
(Levítico 25:9 – VM).
¿Qué
era "la trompeta sonora" (o trompeta del jubileo)? Era diferente a la
Fiesta de las Trompetas que había pasado diez días antes. Dios dice de ella:
"Contarás siete semanas de años, siete veces siete años, de modo que los
días de las siete semanas de años vendrán a serte cuarenta y nueve años".
(Levítico 25:8). Siete veces siete años habla, ciertamente, de la plenitud del
tiempo de Dios. Entonces la trompeta sonora (o trompeta del jubileo) es tocada
y, ¿qué sucede? El esclavo cautivo es libertado. La tierra perdida es devuelta.
Ellos debían pregonar, "libertad en la tierra a
todos sus moradores; ese año os será de jubileo, y volveréis cada uno a
vuestra posesión, y cada cual volverá a su familia". (Levítico 25:10).
La
trompeta había sonado el día primero del mes séptimo para llamarlos de regreso
a su tierra, pero no era hasta que se completaba el Día de la Expiación cuando todos
sus pecados eran juzgados y cubiertos, no era hasta entonces que la trompeta
del jubileo sonaba, y se pregonaba libertad "en la tierra a todos sus
moradores".
¡Y
cuán dulce es el final de aquel día! ¡Reposo! Comenzaba con la aflicción de
alma, continuaba con cada pecado cubierto y eliminado para siempre, no por medio
de obras; luego venía la libertad, y finalmente ¡el reposo! Qué perspectiva
para el pobre y hollado Israel. Y ciertamente ello sucederá.
Nosotros
creemos que esto es lo que el Día de la Expiación señala hacia adelante, en
cuanto a su aplicación primaria al pueblo terrenal de Dios, Israel. Pero,
creemos que quizás también hay una aplicación para el pueblo celestial, la
iglesia. Nos parecería que esto nos habla algo acerca del Tribunal de Cristo.
En
2ª Corintios 5:10, leemos: "Es necesario que todos nosotros comparezcamos
ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho
mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo". Querido compañero creyente,
reflexionemos acerca de esta Escritura. En primer lugar, dejemos claro que estos
son un momento y un lugar completamente diferentes al "gran trono
blanco", del que leemos en Apocalipsis 20:11. El tribunal de Cristo es
antes de los mil años en que Cristo reinará. El gran trono blanco es después de
ese tiempo. (Apocalipsis 20:7). En el tribunal de Cristo, todos
"nosotros" debemos estar. ¿Quiénes son los "nosotros" en
este versículo? "Nosotros" somos los cristianos. La Segunda Epístola
a los Corintios está dirigida a "la iglesia de Dios que está en Corinto,
con todos los santos que están en toda Acaya". (2ª Corintios 1:1). Pablo
escribió la epístola e incluyó a Timoteo en el saludo a la iglesia en Corinto.
Pablo
y Timoteo y toda la iglesia en Corinto y todos los santos en toda Acaya están
incluidos en esta palabra, "nosotros", los cuales debemos estar ante
el tribunal de Cristo. No hay incrédulos en esta palabra "nosotros",
sólo cristianos verdaderos, y también nos incluye a ustedes y a mí, si es que somos
verdaderos creyentes en el Señor Jesucristo.
Pero
en el gran trono blanco no hay creyentes. En Juan 5:24, el Señor dice, "De
cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene
vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida".
(La palabra "condenación", en nuestra Biblia Reina-Valera 1960
debería ser, "juicio". Véase la Biblia Textual 3ª Edición, Biblia de
Jerusalén, y Biblia JND). Ningún cristiano verdadero incurre en juicio ante el
gran trono blanco. Todo cristiano verdadero ha sido resucitado de entre los
muertos mil años antes, "y vivieron y reinaron con Cristo mil años".
(Apocalipsis 20:4). Pero los otros muertos (aquellos cuyos nombres no se
hallaron inscritos en el libro de la vida, y cuyos pecados nunca han sido
lavados por la preciosa sangre de Cristo), "no volvieron a vivir hasta que
se cumplieron mil años". (Apocalipsis 20:5).
En
el gran trono blanco ellos fueron juzgados según sus obras, (Apocalipsis 20:13)
y el resultado con cada uno que se presenta para el juicio según sus obras debe
ser el lago de fuego. No hay manchas de sangre en el gran trono blanco, como
las que había sobre y delante del trono de Dios dentro del velo, en el día de la
expiación. Pero todo es de una blancura y pureza deslumbrantes, — toda obra
humana aparecerá vil y pervertida en esa deslumbrante blancura. En el tribunal
de Cristo, el asunto no es acerca de si nosotros vamos al cielo o al infierno,
sino que el asunto es acerca de recompensas o de sufrir pérdida.
Muchas
personas piensan que en el fin del mundo habrá un gran día de juicio cuando
todos aparecerán ante Dios, y sus buenas obras serán puestas en un lado de una
balanza y sus malas obras serán puestas en el otro lado, y el lado que sea más
pesado decidirá a dónde iremos por la eternidad, si al cielo o al infierno. La
Biblia nunca, en ningún lugar, enseña una doctrina como esta. Esta es sólo la
opinión de los hombres, y no la Palabra de Dios. La Biblia enseña claramente dos
resurrecciones. Leemos, "Vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros
oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas
los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación". Juan 5:28, 29. Y
como hemos visto, estas dos resurrecciones están separadas por mil años.
Consideremos
entonces el momento en que todos los cristianos debemos estar ante el tribunal
de Cristo. Es en un momento después de que hayamos sido arrebatados para
encontrarnos con el Señor en el aire, y sabemos que vamos a estar "siempre
con el Señor". Es antes del tiempo del reinado de Cristo en la tierra.
Cuando nosotros estemos ante el tribunal de Cristo, cada uno recibirá "según
lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo". (2ª
Corintios 5:10). Tengan claro que no se trata de ser salvo o perdido. Todos los
que estemos allí somos hijos de Dios, y ahora vamos allí para que nuestra vida como
hijos, — nuestra senda como siervos, — puedan ser evaluadas. En cada uno de
nosotros habrá lo que el Señor puede alabar y, lamentablemente, habrá en cada
uno aquello que el Señor debe censurar. Es como el día de la premiación en una
escuela, cuando el trabajo de los niños del año pasado es evaluado. Algunos
ganarán premios, otros se avergonzarán. La obra de uno es aceptable, la de otro
no lo es, así que el Apóstol Pablo dice, — "Por tanto procuramos también,
o ausentes o presentes, serle agradables. Porque es necesario que todos
nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo". (2ª Corintios 5:9-10).
En
1ª Corintios 4:5, leemos que el Señor "aclarará también lo oculto de las
tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones". Querido
compañero cristiano, ¿podemos tú o yo evaluar toda nuestra senda aquí abajo?
¿Podemos hacer que se manifiesten todos los pensamientos e intenciones de
nuestro corazón? Yo pregunto: ¿Podemos tener la escudriñadora luz del cielo
encendida sobre todas estas cosas secretas, y no afligir nuestras almas? ¡Qué
triste historia para la mayoría de nosotros será! Soberbia, egoísmo, pensamientos
necios e incluso impuros, palabras ociosas, — oh, cuánto nos agrada ahora
mantener estas cosas ocultas de nuestros compañeros cristianos. Entonces todo
saldrá a relucir a los ojos de Cristo y a los míos. Todo será manifestado. No
será manifestado, gracias a Dios, para condenarme al infierno para siempre,
como ciertamente debe hacerse si las obras han de ser consideradas. No, todo será
pesado en las balanzas del Santuario, y verdaderamente 'afligiremos nuestras
almas'. Entonces veremos claramente las oportunidades de soportar la vergüenza
por amor a Cristo que hemos perdido. Entonces veremos de qué manera Él nos hubiera
querido que le sirviéramos, pero nos desviamos de ello. Cada fracaso será
sacado a la luz. Pero cada deseo de nuestros corazones después de Cristo
también será recordado, y, maravilla de maravillas, cuando el Señor saque a la
luz lo oculto de las tinieblas, cuando Él manifieste las intenciones de los
corazones, entonces, — oigan ustedes las palabras, — "entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios. Sí, querido compañero
creyente, la gracia de Dios encontrará en ti y en mí, lo que Él sabe que ha
sido hecho para Él, y "cada uno" recibirá "alabanza de
Dios". (1ª Corintios 4:5).
Aunque
cada uno recibirá alabanza de Dios, sin embargo, sabemos, por 1ª Corintios 3:11-15,
que "la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará". Si "alguno
edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, la obra de
cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será
revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará. Si permaneciere
la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. Si la obra de alguno
se quemare, él sufrirá
pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego".
Del
oro, la plata, las piedras preciosas, casi no se hace tan grande gala como de la
madera, el heno o el rastrojo. Qué gran montón de heno podemos recoger, y
presumir de todo lo que hemos hecho, — pero qué angustia de corazón cuando el
fuego lo prueba y todo se quema.
Pero,
gracias a Dios, el Día de la Expiación era un día de cobertura, y después que
hayamos repasado todo el triste pasado, entonces todo será cubierto, llevado a
una tierra no habitada. (Levítico16:22). Nunca más estas cosas serán esgrimidas
contra nosotros. Están cubiertas por esa preciosa sangre. Ellas son borradas, desaparecidas
para siempre.
Pero
no pensemos que es a causa de nuestras propias buenas obras que todo este pasado
fracaso es borrado. La misma sangre preciosa por la que fuimos redimidos y
acercados a Dios, es lo único que borra todos los fracasos del pasado en nuestra
senda aquí abajo. "Cualquiera persona que hiciere trabajo alguno en este
día,
yo destruiré a la tal persona de entre su pueblo". Esto nos habla de la manera
en que Dios estima nuestro trabajo en este sentido. Todo es por gracia, y todo
debe ser de gracia. Tal vez nunca antes en toda nuestra vida habremos conocido
las riquezas de Su gracia como las conoceremos cuando estemos ante el tribunal
de Cristo.
Y
así como el día de la expiación de Israel finalizaba con reposo, ¿no será lo
mismo para nosotros? Una vez que todo haya salido a la luz, todo haya sido
manifestado, el reposo seguirá a continuación. Incluso aquí y ahora nosotros
conocemos algo del reposo que sigue a la confesión. ¡Cuánto más pleno será ese reposo
cuando todo sea manifestado, todo sea cubierto, todo desaparezca para siempre!
¿Y
nos gustaría evitar el tribunal de Cristo? No lo creo. Cuán alegres seremos al
ver los problemas de esta triste senda disiparse en la luz del cielo. cuán
bueno es contar con que las raíces de amargura que tal vez hemos permitido que
crezcan durante años, todas marchiten y desaparezcan. ¡Y qué gracia! ¡Cada uno recibirá
su alabanza de Dios!
'Hechos
que pensamos que eran méritos,
Él
nos mostrará que no eran más que pecado;
Pequeños
actos que habíamos olvidado,
Él
los reconocerá como hechos para Él.
En aquel
entonces, ese vaso de agua fría dada en Su nombre, pero olvidado hace tiempo
por nosotros, recibirá su recompensa. Entonces descubriremos que, "Dios no
es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado
hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún".
(Hebreos 6:10).
Que el Señor nos dé gracia para vivir
más ahora en la luz
de ¡"Aquel día"!
Capítulo
12
La
Fiesta de los Tabernáculos
"La
fiesta solemne de los tabernáculos harás por siete días, cuando hayas hecho la
cosecha de tu era y de tu lagar". Deuteronomio 16:13.
"En
tabernáculos habitaréis siete días; todo natural de Israel habitará en
tabernáculos, para que sepan vuestros descendientes que en tabernáculos hice yo
habitar a los hijos de Israel cuando los saqué de la tierra de Egipto. Yo
Jehová vuestro Dios". Levítico 23:42, 43.
"Venga
tu reino". Mateo 6:10.
'¡Salve, Ungido del Señor!
Hijo mayor del gran David:
Cuando a la hora señalada,
Los años rodantes transcurrirán,
Viene a romper la opresión,
Para libertar al cautivo;
Para quitar la transgresión,
Y gobernar con equidad.'
Llegamos
ahora a la última de las "Fiestas de Jehová", "La Fiesta de los
Tabernáculos". Esta fiesta era celebrada durante siete días cuando el
trabajo en los campos había sido completado. En aquel entonces, todos los israelitas
de nacimiento se hacían tabernáculos de ramas de árboles y habitaban en ellas.
Era un tiempo de alegría y regocijo. El trabajo y los cuidados de esta vida eran
olvidados, y sus corazones volvían al tiempo en que Jehová los condujo a través
del desierto como peregrinos y extranjeros, sin casa ni hogar, sino sólo con
tabernáculos para habitar. El Señor nunca querría que nos olvidáramos de nuestra
senda en el desierto. Él dice, "Te acordarás de todo el camino por donde
te ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para afligirte,
para probarte, para saber lo que había en tu corazón". (Deuteronomio 8:2).
Todos esos fatigosos
días en el
desierto no eran más que recuerdos, y si ellos traían recuerdos de su fracaso e
infidelidad, estos recuerdos eran superados por el recuerdo del cuidado
infalible de Dios, y Su fidelidad.
'En el desierto Dios te
enseñará
Lo que el Dios que te ha
encontrado es,
Paciente, benigno,
poderoso, santo,
Toda Su gracia abundará
allí'.
Fue
en el desierto que Él "los apacentó conforme a la integridad de su
corazón, Los pastoreó con la pericia de sus manos". (Salmo 78:72). Y ahora,
en la tierra de Canaán, con paz, descanso y gozo en todas partes, pueden
sentarse bajo sus tabernáculos, y mirar al pasado con gozo y acción de gracias
por todo el camino por el que Jehová los había conducido, y a 'Alabarle por
todo lo que había pasado'.
En
Éxodo 23:16 leemos: "La fiesta de la Cosecha, al fin del año, cuando
hayas cosechado el producto de tus labores del campo". (Éxodo 23:16 –
VM). Con esta fiesta llegamos al
"fin" del año, y, como veremos, esta fiesta no sólo lleva nuestros
pensamientos al Milenio, (los Mil Años en que Cristo reinará), sino al "Octavo
Día" (Levítico 23:36), nos lleva al Estado Eterno.
Nosotros hemos
visto el deseo de Dios,
a través de estas fiestas, de reunir a Su pueblo alrededor de Él, y ahora, en
esta última fiesta, vemos más que en ninguna otra anterior el gozo del
cumplimiento de Sus propósitos de gracia. "Te alegrarás en tus fiestas
solemnes, tú, tu hijo, tu hija, tu siervo, tu sierva, y el levita, el
extranjero, el huérfano y la viuda que viven en tus poblaciones. Siete días
celebrarás fiesta solemne a Jehová tu Dios en el lugar que Jehová escogiere;
porque te habrá bendecido Jehová tu Dios en todos tus frutos, y en toda la obra
de tus manos, y estarás verdaderamente alegre". Deuteronomio 16:14-15.
Hemos visto que
las dos fiestas que
acabamos de considerar, la Fiesta de las Trompetas y el Día de la Expiación,
apuntan a acontecimientos que aún no se han cumplido. La Fiesta de los
Tabernáculos sigue a estas fiestas, así que podemos entender claramente que
está aún más lejos en el futuro que las Fiestas de las que acabamos de hablar.
El versículo citado al comienzo de este capítulo, (Deuteronomio 16:13), nos
dice exactamente cuándo esta fiesta ocurre, "cuando hayas hecho la cosecha
de tu era y de tu lagar". Comenzaba a los quince días del mes séptimo, y
duraba siete días, con un "Octavo día" especial, el "gran día de
la fiesta", (Juan 7:37) que ponía término a las Fiestas de Jehová para
todo el año.
La cosecha de
Israel consistía en dos
partes, el "grano" y las "uvas". Cada una de estas partes
tiene un significado típico en la Biblia, del que se habla simbólicamente en
Apocalipsis 14:14-20. Primero tenemos "el grano". "Miré, y he
aquí una nube blanca; y sobre la nube uno sentado semejante al Hijo del Hombre,
que tenía en la cabeza una corona de oro, y en la mano una hoz aguda. Y del
templo salió otro ángel, clamando a gran voz al que estaba sentado sobre la
nube: Mete tu hoz, y siega; … Y el que estaba sentado sobre la nube metió su
hoz en la tierra, y la tierra fue segada". El Señor Jesús nos habló mucho antes
de esta
gran cosecha del "grano". Él dijo: "recoged el trigo en mi
granero". (Mateo 13:30). (El trigo y el grano tienen el mismo
significado). Al decirnos el significado de esta parábola, el Señor dijo,
"la siega es el fin del siglo" (otras traducciones de la Biblia al
castellano rezan, "el fin del mundo"). (Mateo 13:39). Así que podemos
ver que la enseñanza del Señor, en el Evangelio de Mateo, concuerda exactamente
con la enseñanza típica de Levítico y la enseñanza simbólica de Apocalipsis. El
Señor Jesús nos dijo en Juan 12:24, "De cierto, de cierto os digo, que si
el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva
mucho fruto". Él mismo era "el grano de trigo" que cayó en la
tierra y murió. Pero en Su resurrección lleva consigo una rica cosecha, produce
"mucho fruto". La cosecha del "grano de trigo", que tiene
la misma naturaleza y procede del mismo tallo, es una hermosa imagen de Cristo
resucitado de entre los muertos, con todo Su pueblo celestial.
Este es "el "trigo"
que
será recogido en, "mi granero", al "final", en "la
Fiesta de la Cosecha". Creemos que "el trigo" nos habla de todos
los que participan en "La Primera Resurrección". (Apocalipsis 20:5).
1ª Corintios 15:23 dice, "Cristo, las primicias; luego los que son de
Cristo, en su venida". Ya hemos considerado "Las Primicias",
ahora vemos la cosecha. Hebreos 11:39-40 indicaría que en este número
encontramos a los santos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento. Para que "Ellos",
es decir, los santos del Antiguo Testamento, "no fuesen perfeccionados",
"aparte de nosotros", es decir, de los santos del Nuevo
Testamento". Apocalipsis 20:4 nos dice que esta "primera
resurrección" incluye también a los mártires que han dado sus vidas por
causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, en ese espacio de
tiempo entre la venida del Señor a buscar a Su iglesia, y el momento en que Él toma
Su reino y reina. Los santos del Antiguo Testamento, la Iglesia, y los mártires
mencionados anteriormente, todos serán reunidos en un hogar seguro para la
gloria en "la "cosecha del "trigo".
La cosecha de
las uvas también es
mencionada en el pasaje de Apocalipsis 14, del cual hemos citado el relato de
la siega de la tierra. Leemos en los versículos 17 a 20, "Salió otro ángel
del templo que está en el cielo, teniendo también una hoz aguda. Y salió del
altar otro ángel, que tenía poder sobre el fuego, y llamó a gran voz al que
tenía la hoz aguda, diciendo: Mete tu hoz aguda, y vendimia los racimos de la
tierra, porque sus uvas están maduras. Y el ángel arrojó su hoz en la tierra, y
vendimió la viña de la tierra, y echó las uvas en el gran lagar de la ira de
Dios. Y fue pisado el lagar fuera de la ciudad, y del lagar salió sangre hasta
los frenos de los caballos, por mil seiscientos estadios". Nosotros creemos
que la vendimia de la tierra, y el pisar el lagar de la ira de Dios se refieren
a la reunión de los enemigos de Cristo para el juicio. Leemos más sobre el
pisado de este lagar en Isaías 63:1 a 6. Evidentemente, es el propio Señor
quien está hablando, leemos, "He pisado yo solo el lagar, y de los pueblos
nadie había conmigo; los pisé con mi ira, y los hollé con mi furor; y su sangre
salpicó mis vestidos, y manché todas mis ropas. Porque el día de la venganza
está en mi corazón, y el año de mis redimidos ha llegado. Miré, y no había
quien ayudara, y me maravillé que no hubiera quien sustentase; y me salvó mi
brazo, y me sostuvo mi ira. Y con mi ira hollé los pueblos, y los embriagué en
mi furor, y derramé en tierra su sangre".
Esto nos muestra
claramente que el lagar
nos habla del juicio de los enemigos de Cristo. Sabemos cuándo tendrá lugar
esta gran cosecha de aquellos que son del Señor, y también sabemos cuándo ocurrirá
este temible juicio de Sus enemigos. Ambos suceden justo antes del momento en
que Él toma el Trono, y responde a esa oración que ha subido a lo alto por más
de mil novecientos años, "Venga tu Reino". Apocalipsis 20:4, al que
nos hemos referido anteriormente, termina de esta manera, "y vivieron y
reinaron con Cristo mil años".
A partir de estas
Escrituras, creo que
podemos entender claramente el versículo en Deuteronomio 16:13, "La fiesta
solemne de los tabernáculos harás por siete días, cuando hayas hecho la cosecha
de tu era y de tu lagar". Creemos que esto es como un dedo que nos señala
el momento en que podemos esperar que la Fiesta de los Tabernáculos se cumpla.
Creemos que esta fiesta es un tipo del reinado glorioso de Cristo durante mil
años. Generalmente llamamos a esto 'El milenio', que sólo significa "mil
años". Ha habido, quizás, unos seis mil años desde la creación, pero no se
puede hablar de ninguno de ellos como los, "Mil Años". Han sido seis
mil años en los que "toda la creación gime a una, y a una está con dolores
de parto hasta ahora". (Romanos 8:22). El pecado entró en el tercer
capítulo de la Biblia, y con el pecado entraron la maldición, las espinas y los
cardos, las lágrimas, el dolor, y la muerte "hasta ahora". No sólo el
hombre ha padecido por el pecado de Adán, sino que incluso los animales y la
tierra han padecido también, de modo que la Escritura dice verdaderamente:
"Toda la creación gime".
Pero en la Fiesta
de los Tabernáculos
ya hemos visto que no sólo Israel, sino incluso el extranjero, va a estar
"verdaderamente alegre". Nunca ha habido un día desde que el pecado
entró que haya sido un verdadero cumplimiento de tal fiesta. Pero, gracias a
Dios, se acerca el momento en que el Príncipe de Paz tomará el trono, y durante
mil años reinará, y esta fiesta tendrá su verdadero cumplimiento.
Otra persona
ha escrito sobre este
tiempo. «¡Esfuérzate, pues, querido lector, en comprender cuál sería la
condición de un reino, bajo el gobierno absoluto de un monarca tan sabio como
para no cometer nunca un solo error, tan equitativo como para hacer justicia
imparcial a todos, tan tierno de corazón como para gobernar con el más suave
dominio, tan piadoso y benévolo como para no buscar ningún objetivo sino la
gloria de Dios y el bienestar de Sus súbditos, y tan poderoso como para
asegurar la sumisión absoluta de todos dentro de la esfera de Sus dominios!
¡Qué reino! Pero cuando pensamos que tal reino se extiende por toda la tierra y
abarca a todas las naciones dentro de sus límites; y cuando entendemos que
Cristo mismo ha de ser su Cabeza y Señor, y que los santos resucitados han de
ser Sus asociados en el trono, todo lenguaje fracasa, y el corazón sólo puede
encontrar alivio en una adoración demasiado profunda para ser expresada.» (Escritos
sencillos sobre temas proféticos, W. Trotter).
Esta es una descripción
del Reino de
nuestro Señor Jesucristo en esta tierra, durante el Milenio. Esta es una
descripción de la época que es tipificada por la Fiesta de los Tabernáculos.
¡Qué cambio con respecto a la actualidad! Pecado, guerras, violencia, injusticia,
todos abatidos con una mano poderosa, y la Misericordia y la Verdad exhibidas
por todos lados.
Ya hemos señalado
que esta Edad de Oro
que esta pobre tierra ha esperado tanto tiempo, sigue a continuación de la cosecha
del trigo y de las uvas. "El trigo" es recogido en aquel
resplandeciente Hogar en la gloria, algunos por medio de la muerte y la
resurrección, y otros sin pasar por la muerte, por lo que se puede decir,
"No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en
un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y
los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados".
(1ª Corintios 15:51-52). Nosotros hemos hablado de los juicios de los que nos
habla la cosecha del lagar. El Libro de Isaías, que también describe, en el
lenguaje más brillante, las glorias del reino venidero, describe los juicios
que deben marcar el comienzo de esa era maravillosa. Veamos muy brevemente
algunos de estos versículos. "HE aquí que Jehová vaciará la tierra, y la
dejará desierta, y cual vaso, la volverá boca abajo, y dispersará sus
habitantes… La tierra será enteramente vaciada y completamente saqueada; porque
Jehová ha hablado esta palabra. La tierra se pone de luto y se marchita, el
mundo desfallece y se marchita; desfallece la gente encumbrada de la tierra…
por tanto son abrasados los habitantes de la tierra, y pocos hombres son
dejados en ella". (Isaías 24:1-6 - VM). "¡Completamente quebrantada
está la tierra! ¡completamente despedazada está la tierra! ¡completamente
sacudida está la tierra! tambalea la tierra como un borracho; se columpia de
acá para allá como hamaca, y pesa sobre ella su transgresión; y caerá, y no
volverá a levantarse. Y acontecerá en aquel día, que Jehová castigará al
ejército de lo alto en el alto, y a los reyes de la tierra sobre la tierra; … Y
la luna será abochornada, y el sol se avergonzará; por cuanto Jehová de los
Ejércitos reina ya en el Monte de Sión, y en Jerusalem, y delante de sus
ancianos, ¡gloriosamente!" (Isaías 24:19-23 - VM). "Porque he aquí
que Jehová sale de su lugar para castigar a los habitantes de la tierra por su
iniquidad; la tierra también descubrirá sus homicidios, y no encubrirá más sus
muertos. EN aquel día Jehová castigará con su espada, bien templada, grande y
fuerte, al Leviatán, serpiente veloz, y al Leviatán, serpiente tortuosa; y
matará al dragón que está en el mar… En los tiempos venideros se arraigará
Jacob; Israel retoñará y echará flor, y llenará la haz de la tierra con su
fruto". (Isaías 26:21 y 27:1-6 - VM).
En este último
pasaje hemos traído
ante nosotros tres partes diferentes en el programa de Dios para establecer Su
reino. Primero vemos el terrible castigo a Sus enemigos. Luego vemos un castigo
especial sobre "esa serpiente tortuosa", el diablo. Hablaremos de
esto con más detalle en un momento. Y, por último, vemos la rica bendición que
viene para Israel.
El Antiguo Testamento,
en Tipos,
Salmos y Profecías, está lleno de referencias a la venida del Reino glorioso,
pero no es hasta que llegamos a Apocalipsis 20 que nosotros nos enteramos de la
duración de ese maravilloso reinado. Los "Mil Años" son mencionados
seis veces en este capítulo. Veremos que los dos acontecimientos destacados
durante estos mil años son,
En primer
lugar, El "dragón, la
serpiente antigua, que es el diablo y Satanás", será atado y arrojado al
abismo durante todo este período.
En segundo
lugar, Cristo reinará, y
Sus santos van a reinar con Él.
No hay palabras
que puedan hablar de la
diferencia que estos dos grandes acontecimientos harán en este mundo. Ahora
Cristo está oculto y Satanás anda suelto. Ahora Satanás es el dios de
este siglo, (2ª Corintios 4:4), y es el príncipe de este mundo. (Juan 12:31,
14:30, 16:11). Ahora Satanás engaña a las naciones. En aquel entonces
él no engañará más a las naciones, hasta que se cumplan mil años. (Apocalipsis
20:3). Ahora vemos a Cristo sólo por medio de la fe. Entonces la
fe será cambiada a vista. Ahora no sólo tenemos nuestra propia
naturaleza caída, sino también a Satanás que influye sobre esa naturaleza
caída. En aquel entonces Satanás está ausente.
¡Qué transformación
durante esos Mil Años!
Y no sólo Satanás estará atado, sino que Aquel que reina como Rey es nuestro
amado Salvador y Señor, y reinaremos con Él. No es de extrañar que el mundo se
regocije y que Israel y el extranjero sean llamados a estar 'verdaderamente
alegres'.
Veamos muy brevemente
la condición de
este mundo durante ese glorioso reinado. En las fiestas anteriores hemos visto
que, aunque la aplicación primaria es muy ciertamente terrenal, sin embargo, de
ellas podemos aprender lecciones en los Cielos. En la Fiesta de los
Tabernáculos podemos ver que hay una relación más íntima entre los Cielos y la
tierra que en cualquiera de las otras Fiestas. Esto es lo que esperaríamos,
porque el diablo está atado, y el pecado es abatido con una mano fuerte. Nuestra
porción, la porción de la Iglesia, es Celestial, — Nuestro lugar no está en
esta tierra, ni siquiera en el Milenio, aunque veremos que tenemos que ver con
ella.
Citaremos de
nuevo el libro del Sr. W.
Trotter, 'Escritos sencillos acerca de temas proféticos', donde leemos, «La relación
de la iglesia con el estado milenario nos es presentada en la visión de Juan de
"la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios,
teniendo la gloria de Dios". Ella es llamada "la desposada, la esposa
del Cordero"; y si bien su relación con Cristo es expresada así, su
relación con la tierra milenaria es indicada en varias partes de la
descripción. No hay noche en la ciudad celestial, y, sin embargo, no es por
vela, o por sol y por luna, que ella está iluminada, sino que el Señor Dios
Todopoderoso y el Cordero son su luz, mientras que las naciones de los que hubieren
sido salvos, — las naciones perdonadas de la tierra milenial, "andarán a
la luz de ella"».
«En ella no hay
templo, el Señor Dios
Todopoderoso y el Cordero son el templo de ella, — pero a ella, como templo,
los reyes de la tierra llevan su gloria y honor. Tampoco los reyes por sí solos
la frecuentarán. Pues leemos, "llevarán la gloria y la honra de las
naciones a ella". (Apocalipsis 21:22-24)».
«El "río limpio
de agua de vida, resplandeciente
como cristal", que sale del trono de Dios y del Cordero, fluye por en
medio de la ciudad. En ambos lados del río está el árbol de la vida, cuyas
hojas son para la sanidad de las naciones. Tal es la relación de la Iglesia con
esta escena de bendición. Ella misma es el testimonio y la expresión de la
perfecta gracia de Dios, y del perfecto amor de Cristo su Señor y Esposo. Ella
es el instrumento de esa gracia, al ministrar la luz y la sanación a las
naciones. Con ella, en su gloria gubernamental, como reinando con Cristo, están
asociados los santos del antiguo Testamento, y los de la crisis Apocalíptica,
... Todos los que forman "la primera resurrección", viven y reinan
con Cristo a lo largo de los mil años.».
«La sede terrenal
de dominio y el centro
de bendición es "la ciudad del gran rey", — Jerusalén, pues las doce
tribus restauradas a la tierra, que ya no son más dos naciones, sino una, (Véase,
por ejemplo, Jeremías 3:18), tendrán a Cristo como Rey y Cabeza, y constituirán
la porción más favorecida y honrada de la población redimida de la tierra. Esta
preeminencia nacional de Israel en tiempos mileniales ... queda demostrada por
casi todas las referencias al Milenio que contiene el Antiguo Testamento. En
aquel tiempo llamarán a Jerusalén, el trono de Jehová, y todas las naciones serán
reunidas a ella, en el nombre de Jehová en Jerusalén". (Jeremías 3:17).
"hasta ti vendrá el señorío primero, el reino de la hija de Jerusalén".
(Miqueas 4:8). "¡… Jehová de los Ejércitos reina ya en el Monte de Sión, y
en Jerusalem, y delante de sus ancianos, gloriosamente!. (Isaías 24:23 - VM). "Haré
de ti gloria eterna, gozo de generación en generación". (Isaías 60:15 - LBLA)».
«Con respecto
a este punto, es
interesante trazar la armonía entre el Antiguo Testamento y el Nuevo, y la
sorprendente correspondencia entre la Jerusalén terrenal y la celestial. Una es
"la Desposada, la esposa del Cordero", — la otra es la metrópolis
terrenal de Su reino. …».
«Hay mucho fundamento
para creer que
todos los que sobrevivan de Israel al comienzo del milenio serán salvos, y que
toda la nación también a lo largo de los mil años será salva. "Y todos tus
hijos serán enseñados por Jehová; y se multiplicará la paz de tus hijos".
(Isaías 54:13). El "nuevo pacto" se hará con la casa de Israel y con
la casa de Judá, en el que Dios se compromete a poner Su ley dentro de ellos y
a escribirla en sus corazones. "Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni
ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán,
desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque
perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado".
(Jeremías 31:31-34)».
No parece que
se puede decir lo mismo acerca
de las naciones. Por ejemplo, leemos en el Salmo 66, hablando, evidentemente,
de la época en que Cristo reinará, (versículo 3, Versión Moderna), "Por la
grandeza de tu poder, se te humillarán fingidamente tus enemigos". Encontramos
la misma expresión en el Salmo 18:44, Versión Moderna, donde leemos. "Al
oír de mí, me obedecerán; los hombres extraños me dirán lisonjas serviles".
A medida que profundizamos en la enseñanza de las Escrituras acerca de este
período, veremos que, por triste que ello sea, el hecho es que el corazón de
muchos, incluso en el Milenio, permanece sin cambios, y cuando el diablo es
desatado al final de los Mil Años, inmediatamente tiene muchos seguidores.
Consideremos
un poco más las
condiciones reales de la tierra durante este glorioso reinado. Las Escrituras
nos dicen mucho al respecto, como si el Espíritu Santo se deleitara en detenerse
acerca del gozo y la bendición que aún está por venir a esta triste tierra
maldita por el pecado.
La idolatría
habrá cesado por completo. Él "quitará
totalmente los ídolos". (Isaías 2:18). "Aquel día arrojará el hombre
a los topos y murciélagos sus ídolos de plata y sus ídolos de oro, que le
hicieron para que adorase". (Isaías 2:20).
El Dios verdadero
será conocido y
adorado.
"La tierra será llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el
mar". (Isaías 11:9). "Y sucederá que de luna nueva en luna nueva y de
día de reposo en día de reposo, todo mortal vendrá a postrarse delante de mí — dice
el SEÑOR". (Isaías 66:23 - LBLA). "Solo Jehová será exaltado en
aquel día". (Isaías 2:17).
La guerra
llegará a su fin, y la
tierra disfrutará de paz universal. "Volverán sus
espadas en rejas
de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán
más para la guerra". (Isaías 2:4). Véase también Miqueas 4:3.
Todo motivo
de temor, ya sea de hombre
o de bestia, será eliminado, los hombres vivirán en deliciosa confianza,
seguridad y paz.
"Y estableceré con ellos pacto de paz, y quitaré de la tierra las fieras;
y habitarán en el desierto con seguridad, y dormirán en los bosques". (Ezequiel
34:25). "Y el efecto de la
justicia será paz; y la labor de la justicia, reposo y seguridad para siempre.
Y mi pueblo habitará en morada de paz, en habitaciones seguras, y en recreos de
reposo". (Isaías 32:17-18).
La justicia
será administrada
imparcialmente.
"He aquí que para justicia reinará un rey, y príncipes presidirán en
juicio". (Isaías 32:1). Esto nos hablaría de esos gobernantes subordinados
que actúan como ministros de Cristo en los asuntos de este mundo. "El vil
no será más llamado generoso, ni el tramposo será dicho dadivoso". (Isaías
32:5 - VM).
Una vez eliminada
la maldición y
libertada la creación, habrá una maravillosa fertilidad y abundancia.
"Coronas el año
con tus bondades, y tus huellas derraman la abundancia. Derraman bendiciones
sobre los pastos del desierto, y los collados se ciñen de alegría. Vístense los
llanos de rebaños, y los valles se cubren de grano; dan voces de alegría, y
cantan también". (Salmo 65:11-13).
"He aquí que
vienen días, dice el
Señor, en que el arador alcanzará al segador, y el pisador de uvas al que
siembra la semilla; y los montes destilarán mosto, y todos los collados se
derretirán". (Amós 9:13).
Las costumbres
e instintos mismos de
la creación animal serán transformados. "Habitará
el lobo con el
cordero, y el leopardo sesteará junto con el cabrito; también el becerro y el
leoncillo y el cebón andarán juntos; y un niñito los conducirá. Asimismo la
vaca y la osa pacerán, y sus crías yacerán juntas; y el león comerá paja como
el buey. Y jugará el niño de pecho sobre el agujero del áspid, y el recién
destetado pondrá la mano sobre la madriguera de la víbora. No dañarán ni
destruirán en todo mi santo monte". (Isaías 11:6-9 – VM).
Las mentes
de los hombres, sin ninguna
vana búsqueda del conocimiento para su propio bien, estarán, no obstante, bien enseñadas.
Ciudades atestadas
y barrios bajos
serán suprimidos.
"Se sentará cada uno debajo de su vid y debajo de su higuera, y no habrá
quien los amedrente". (Miqueas 4:4, véase también Zacarías 3:10).
Habrán terminado
la prisa, la vorágine
y el egoísmo de las actuales calles de la ciudad.
"Aún han de morar
ancianos y
ancianas en las calles de Jerusalén, cada cual con bordón en su mano por la
multitud de los días. Y las calles de la ciudad estarán llenas de muchachos y
muchachas que jugarán en ellas". (Zacarías 8:4-5). ¡Qué contraste con la calle
de la ciudad actual! "En aquel día estará grabado sobre las campanillas de
los caballos: SANTIDAD A JEHOVÁ; y las ollas de la casa de Jehová serán como
los tazones del altar. Y toda olla en Jerusalén y Judá será consagrada a Jehová
de los ejércitos". (Zacarías 14:20-21).
No sólo Israel,
sino también las
naciones, recibirán la bendición. "Canta y alégrate, hija de Sión; porque
he aquí vengo, y moraré en medio de ti, ha dicho Jehová. Y se unirán muchas
naciones a Jehová en aquel día, y me serán por pueblo". (Zacarías 2:10, 11).
"Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el monte de
la casa de Jehová como cabeza de los montes, … y correrán a él todas las
naciones". (Isaías 2:2). "Y vendrán muchos pueblos y fuertes naciones
a buscar a Jehová de los ejércitos en Jerusalén, y a implorar el favor de
Jehová". (Zacarías 8:22).
El gozo y
el regocijo caracterizarán a
la tierra en esos días.
"Os regocijaréis
delante de
Jehová vuestro Dios por siete días". (Levítico23:40). "Te alegrarás
en tus fiestas solemnes, … y estarás verdaderamente alegre". (Deuteronomio
16:14-15). "En Israel había alegría". (1º Crónicas 12:40, (siendo el
reinado de David, una imagen con el reino del Salomón del Milenio). "Cantad
a Jehová cántico nuevo; Cantad a Jehová, toda la tierra. Cantad a Jehová,
bendecid su nombre; Anunciad de día en día su salvación… Decid entre las
naciones: Jehová reina… Alégrense los cielos, y gócese la tierra". (Salmo
96:1-11). Jehová reina; regocíjese la tierra, Alégrense las muchas costas.".
(Salmo 97:1).
Pero, aunque
el Señor reinará en aquel
entonces, y habrá por todas partes paz y prosperidad, gozo y alegría, aunque el
diablo estará atado en el abismo, para que no tiente al hombre al mal, — sin
embargo, a pesar de todo, el pecado no será completamente eliminado. Y así,
leemos en el Salmo 99, "Jehová reina; temblarán los pueblos… Y la gloria
del rey ama el juicio". Y el Salmo 101 nos presenta más detalles de Sus
modos de obrar en juicio. Leemos, "Al que solapadamente difama a su
prójimo, lo exterminaré; No soportaré al de ojos altaneros y de corazón
vanidoso… No habitará dentro de mi casa el que comete fraude; El que habla
mentiras no permanecerá en mi presencia. Cada mañana exterminaré a todos los
impíos de la nación, Para extirpar de la ciudad de Jehová a todos los autores
de iniquidad". (Salmo 101:5-8 – RVR1977).
De esta última
frase parecería que el
Señor 'celebrará una sesión judicial', por así decirlo, cada mañana, y
destruirá a los impíos de la tierra. "No habrá más allí niño que muera de
pocos días, ni viejo que sus días no cumpla; porque el niño morirá de cien
años, y el pecador de cien años será maldito". (Isaías 65:20). Es evidente
que la gente vivirá hasta una edad muy avanzada en aquel glorioso día que se
avecina, ya que el que muera a los cien años, será considerado sólo como un
niño.
Tal vez los días
más resplandecientes
que este pobre mundo ha conocido fueron durante el reinado del Rey Salomón. En
aquel entonces, "acumuló el rey plata en Jerusalén como piedras, y cedros
como los cabrahígos de la Sefela en abundancia". (2º Crónicas 9:27).
Salomón fue un
tipo del Señor
Jesucristo cuando Él reinará como Rey con todos los enemigos puestos debajo de Sus
pies.
Pero, oh qué
gran diferencia entre los
días más resplandecientes que esta tierra ha presenciado, y los días que hemos
estado describiendo recién. Lean el Libro de Eclesiastés y noten la "vanidad
y aflicción de espíritu". "Lo torcido no se puede enderezar, y lo
incompleto no puede contarse". (Eclesiastés 1:15). "Vi más debajo del
sol: en lugar del juicio, allí impiedad; y en lugar de la justicia, allí
iniquidad". (3:16). "Ciertamente la opresión hace entontecer al sabio".
(7:7). "La necedad está colocada en grandes alturas". (10:6).
Pero cuando "venga
aquel a quien
pertenece el derecho" (Ezequiel 21:27 – LBLA) y asuma el trono de esta
tierra, los gemidos de Eclesiastés se transformarán en cantos de alabanza.
Antes de dejar
de meditar acerca del
Reino Venidero, consideremos brevemente una muestra de él en el Nuevo
Testamento. Por favor, lean la historia de la Transfiguración de Cristo, como
la vemos en Mateo 16:28 a Mateo 17:6: Marcos 9:1 a 9, y Lucas 9:27 a 36. El
Señor dice: "Os digo en verdad, que hay algunos de los que están aquí, que
no gustarán la muerte hasta que vean el reino de Dios". (Lucas 9:27).
Luego sigue la escena de la transfiguración, cuando el Señor Jesús se
transfiguró ante ellos. "La apariencia de su rostro se hizo otra, y su
vestido blanco y resplandeciente". Pedro habla de esta escena como
"el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo" (2ª Pedro 1:16), y
dice " habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad".
En "la magnífica
gloria" por
encima de todo, en Su trono, estaba Dios, cuya voz era oída "en el monte
santo". Aparte y solos en un monte alto estaba el Señor Jesucristo,
transfigurado para ajustarse a la gloria celestial: y con Él, estaban Moisés y
Elías. Hablaban de Su muerte, que iba a cumplirse en Jerusalén, un tema
maravilloso, del cual los santos en la gloria nunca se cansarán. Moisés es una
imagen de esos santos que han muerto y que han sido resucitados. Elías,
recordarán ustedes, fue al cielo sin morir, y es una imagen de esos santos que
serán llevados para estar con Cristo sin pasar por la muerte. (1ª Corintios
15:51). Esta parte del retrato nos habla del aspecto celestial del Reino. ¡Y
qué imagen es! ¿Acaso la hermosa intimidad de esos santos celestiales con su
glorioso Señor, no nos habla, como las palabras no logran hacerlo, del carácter
de nuestro Hogar en el cielo?
Pero también
vemos a Pedro, a Jacobo y
a Juan, todavía en cuerpos mortales, — no cuerpos de resurrección como los
santos celestiales, — sino viendo y oyendo la escena celestial. Esto nos
muestra el lugar de Israel cuando ellos sean restaurados en aquel día venidero.
La Jerusalén terrenal "será enaltecida, y habitada en su lugar"
(Zacarías 14, 10), y disfrutará de la luz y la gloria de la ciudad celestial.
(Isaías 60:1; Apocalipsis 21:23-24). No es extraño que Pedro, en medio de esta
escena, dijera, "bueno es para nosotros que estemos aquí". Él quiso erigir
tres tabernáculos en este lugar santo. Pero el tiempo del Reino aún no había
llegado. En el día del Reino veremos que ellos celebrarán la Fiesta de los
Tabernáculos, y habitarán en tabernáculos, (Zacarías 14:16), pero ese tiempo
estaba aún muy lejos en aquel entonces, y el Rey debía ir primero a la cruz. Y
en aquel día, como en este, el Señor Jesús debe tener siempre la preeminencia. Dios
no puede permitir que Su amado Hijo sea puesto al mismo nivel que Moisés y
Elías. Así que vemos una nube que les hizo sombra, y desde la nube una voz
salió, diciendo: "Este es mi Hijo amado; a él oíd". Y luego, cuando
miraron en derredor, "no vieron más a nadie consigo, sino a Jesús
solo". (Marcos 9:7-8). Ellos regresaron a los días anteriores al Reino, es
decir, a los días en que nosotros vivimos. Gracias a Dios, aunque la gloria y
el poder, aunque Moisés y Elías se apartaron de la vista de ellos, tenían con
ellos "A JESÚS SOLO", y Él es suficiente. Le tenemos con nosotros
hoy. Es cierto que no Le vemos con nuestro ojo natural, pero por la fe Le vemos
en medio de nosotros, y Le vemos en la gloria de arriba, viviendo siempre por
nosotros; y Él es suficiente. Sí, gracias a Dios, aunque nuestros corazones
anhelantes puedan clamar, y con razón, "¡Venga tu reino!", aunque
todavía no hemos visto ninguna de Sus glorias, ni hemos probado Sus deleites,
sin embargo, "JESÚS SOLO" es suficiente.
Jesús, Tú eres suficiente
Para llenar la mente y el corazón,
Tu paciente vida para calmar el alma,
Tu amor, su temor disipa.
Nosotros
hemos estado tentados a persistir en el Reino venidero, y sin embargo no hemos
persistido tanto como desearíamos. ¿Acaso no podemos pedir a nuestros lectores
que tomen sus Biblias y reflexionen a solas con su Señor, acerca de algunas de
estas hermosas escenas que apenas hemos considerado? ¿No leerás tú, y releerás
por ti mismo, el Salmo 72, y beberás profundamente de los gozos de los días
venideros cuando Cristo reine? Déjalos entrar en tu corazón y en tu alma, y
encontrarás en ellos un maravilloso antídoto para el desánimo que procura
envolvernos como una espesa niebla, en estos oscuros días en los que Satanás es
el príncipe de este mundo.
"Oh
Dios, da tus juicios al rey, Y tu justicia al hijo del rey. El juzgará a tu
pueblo con justicia, Y a tus afligidos con juicio. Los montes llevarán paz al
pueblo, Y los collados justicia. Juzgará a los afligidos del pueblo, Salvará a
los hijos del menesteroso, Y aplastará al opresor. Te temerán mientras duren el
sol y la luna, de generación en generación. Descenderá como la lluvia sobre la
hierba cortada; Como el rocío que destila sobre la tierra. Florecerá en sus
días justicia, Y muchedumbre de paz, hasta que no haya luna. Dominará de mar a
mar, Y desde el río hasta los confines de la tierra…" (Salmo 72:1-8).
Léanlo ustedes todo, y al igual que el Salmista, debemos clamar, —
"Bendito Jehová
Dios, el Dios de
Israel, El único que hace maravillas. Bendito su nombre glorioso para siempre".
(Salmo 72:18, 19).
"Verá el fruto
de la aflicción de
su alma, y quedará satisfecho". Isaías 53:11.
Volvamos
ahora a Levítico 23, y, a la luz de lo que hemos espigado de otras Escrituras, procuremos
encontrar lo que el Espíritu Santo nos diría en esta porción de la Palabra de
Dios, acerca de esos resplandecientes días por venir.
El
lector más casual debe observar que el relato de la Fiesta de los Tabernáculos
ocupa más espacio en nuestro capítulo que cualquiera de las otras fiestas:
algunas partes parecen repetirse dos veces. Parecería que el Espíritu de Dios
se deleita en persistir en esta escena final; cuando Cristo vea la aflicción de
Su alma y quede satisfecho.
La cosecha está
toda recogida. Los
trabajos en los campos han terminado. Hay abundancia por todas partes. Ahora
viene el reposo y el regocijarse. Dos veces tenemos las palabras, "ningún
trabajo de siervos haréis". En el primer día, y en el octavo
día, no debía haber ningún trabajo de siervos. El primer día nos
hablaría de la entrada en esa fiesta, esto habla del Reino. El octavo día,
como veremos más tarde, habla de un nuevo comienzo, y llega hasta el estado
eterno. Las palabras para ambos son iguales. Ya sea que se trate de la entrada
en el Reino, o se trate de nuestra parte en la Eternidad, los trabajos "de
siervos" no tienen lugar en absoluto. Nuestro derecho a entrar en ambos es
el mismo, sólo por medio de la preciosa sangre de Cristo, sólo por medio del
poderoso Sacrificio del que hablan los sacrificios ofrecidos a lo largo de esta
fiesta. Ya sea en el Reino o en la eternidad, nuestra entrada allí no es en
absoluto en virtud de nuestro propio trabajo. Nuestros trabajos de siervos no
nos pueden hacer aptos para ninguno de los dos. Nuestro trabajar, nuestro velar,
nuestra superación, todos nuestros trabajos de siervos juntos, no tienen nada
que ver con nuestro privilegio de entrada en ese glorioso Reino, o en el Eterno
Reposo más allá de él.
Nuestra
posición en el Reino parece estar determinada por nuestro andar aquí abajo.
Leemos acerca de aquellos que tienen autoridad sobre diez ciudades, y otros que
tienen autoridad sobre cinco ciudades. (Lucas 19:17, 19). Esto es un asunto de
recompensa. Pero nuestra entrada en el Reino no tiene nada que ver con nuestras
obras.
El
versículo 42 de nuestro capítulo lo deja aún más claro. "En tabernáculos
habitaréis siete días; todo natural de Israel habitará en
tabernáculos". El derecho a celebrar la Fiesta de los Tabernáculos de la
manera indicada depende del nacimiento, no de las obras. No hay ninguna
sugerencia, ni siquiera en la Fiesta de la Pascua, de que sólo los que eran
israelitas podían poner la sangre en la puerta, y sabemos que una "multitud
de toda clase de gentes" subió de Egipto. (Éxodo 12:38). Incluso se hace
una provisión para el extranjero que deseara celebrar la Fiesta de la Pascua.
(Ex. 12:48). Pero la Fiesta de los Tabernáculos depende del nacimiento, "todo
natural de Israel habitará en tabernáculos". Y el derecho a entrar en el
Reino Celestial también depende del nacimiento. "El que no naciere de
nuevo, no puede ver el reino de Dios". (Juan 3:3). Sólo el nuevo
nacimiento, sin nuestros trabajos de siervos, da el derecho de entrar allí.
Los
tabernáculos en los que estos israelitas habitaban estaban hechos de
"ramas con fruto de árbol hermoso, ramas de palmeras, ramas de árboles
frondosos, y sauces de los arroyos". (Versículo 40). Las ramas de palmeras
hablarían de las victorias obtenidas aquí abajo, y los sauces de los arroyos
hablarían de los dolores, y tal vez los fracasos y derrotas, del camino del desierto.
(Compárese con Apocalipsis 7:9, y con el Salmo 137:2). Pero no eran las ramas
de palmeras las que daban el derecho de entrar en el Reino, ni los sauces
impedían que el peregrino tuviera su parte en aquel glorioso día. Suponemos que
cada uno en esa compañía celestial sabrá lo que es entretejer las palmeras y
los sauces, mientras miran hacia atrás, a este viaje por el desierto. (Véase el
versículo 43). Entonces descubriremos que "todas las cosas cooperan juntas
para el bien de los que aman a Dios". (Romanos 8:28 - VM). Encontraremos en
aquel entonces, que verdaderamente todas las cosas fueron por amor a nosotros.
(2ª Corintios 4:15). Y descubriremos que en aquel día cada uno recibirá su alabanza
de parte de Dios. (1 Corintios 4:5). Nosotros creemos que no habrá ni un solo
tabernáculo en esa Fiesta Celestial sin algunas ramas de palmera en él, aunque
parezca que hacemos que las cosas fracasen ahora aquí abajo. Donde sólo vemos
derrota puede ser que el Autor de nuestra salvación vea Victoria. Pensamiento bienaventurado,
"Esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe". (1ª. Juan
5:4), no nuestras obras.
La
descripción de las ramas de los árboles utilizados en la Fiesta de los
Tabernáculos en los días de Nehemías (de lo que esperamos hablar más adelante)
es muy notable. Leemos, "Salid al monte y traed ramas de olivo, ramas de
olivo silvestre, ramas de mirto, ramas de palmera y ramas de otros árboles
frondosos, para hacer tabernáculos". (Nehemías 8:15). Notarán ustedes que
las ramas de sauce son omitidas, supongo que debido a que anteriormente en el
capítulo, Nehemías y Esdras habían acallado el llanto del pueblo, diciendo,
"el gozo de Jehová es vuestra fuerza". Hay momentos en que el Señor
seca nuestras lágrimas, y nos da un gozo sin mezcla. Supongo que Romanos 11
interpreta las ramas de olivo y las ramas de olivo silvestre, como siendo
Israel y los gentiles. Aquí los encontramos entrelazados para celebrar la
Fiesta de los Tabernáculos, como veremos que ellos lo harán en breve.
Debía
haber sacrificios especiales cada día de la fiesta. "Siete días ofreceréis
ofrenda encendida a Jehová". (Levítico 23:36). En Números 29:12 a 40, tenemos
un relato detallado de estos sacrificios. El holocausto incluía becerros,
hablando, tal vez, del valor y el mérito de nuestro gran Sacrificio; carneros,
hablando de Su consagración hasta la muerte; y corderos, hablando de Su
mansedumbre y la forma especial en que Él vino como Cordero de Dios. Todos los
sacrificios debían ser sin defecto, todos predecían Su pureza sin mancha y
todos eran de olor grato para Jehová. La ofrenda por expiación, u ofrenda por
el pecado, es mencionada especialmente para cada uno de los siete días, y está especialmente
mencionada para el octavo día (Números 29:38). También en Ezequiel 45:25 vemos
que la ofrenda por expiación, u ofrenda por el pecado, el holocausto y la
ofrenda vegetal, deben ser incluidas en los sacrificios que han de ser
ofrecidos en la Fiesta de los Tabernáculos en los días Mileniales.
Nosotros
recibimos algunas enseñanzas muy notables acerca de los sacrificios de los becerros
durante los siete días de la Fiesta. En el primer día de la fiesta, el
sacrificio consistía en trece becerros de la vacada, dos carneros y catorce
corderos de un año. (Números 29:13). En el Segundo Día, sólo se ofrecían doce becerros
de la vacada. En el Tercer Día, once. El Cuarto Día, diez: hasta que el Séptimo
Día no encontramos más que siete becerros ofrecidos al Señor. ¿Nos habla esto
del sentido decreciente de la valía del valor del Sacrificio que les granjeaba
este Reino glorioso? En el aspecto terrenal del Reino, este parecería ser el
caso. El terrible padecimiento, la guerra y la mortandad de los juicios que
marcaron el comienzo de los Mil Años de paz, parecen haber hecho que algunas de
las naciones ofrezcan "lisonjas serviles",
como ya hemos visto. (Salmo 18:44 – VM).
A
medida que pasan los años, la gratitud de ellos hacia Aquel a quien le deben
todo crece cada vez menos, y para cuando los Mil Años hayan terminado, y el
diablo sea liberado de su prisión en el abismo, encontramos a las naciones que
están en los cuatro ángulos de la tierra, cuyo número es como la arena del mar,
(un gran contraste con la condición de la tierra al principio del Milenio,
cuando "ellos eran pocos en número" en ella). Estas naciones están
listas para seguir a Satanás para luchar contra el Rey de reyes, que ha
mantenido un gobierno tan justo y benigno durante mil años. (Apocalipsis
20:7-8).
Esta
puede ser una lección muy solemne para nosotros; vigilemos nuestro amor, no sea
que, como la Iglesia de Éfeso, se enfríe. (Apocalipsis 2:4). Vigilemos que
nuestro sacrificio de alabanza, día a día, no disminuya. Es sólo cuando
nuestros ojos y nuestros corazones estén ocupados de aquel Bendito que ha hecho
todo por nosotros, que el día postrero encontrará el mismo sacrificio que el día
primero. Que así sea con cada uno de nosotros.
El
hecho de que trece, y no catorce, (dos veces siete), becerros de la
vacada eran ofrecidos el primer día, podría indicar que en el Milenio todavía nos
falta un poco para ese tiempo perfecto en que el pecado será eliminado. Pero,
aunque esto sea cierto, cuán dulce es leer acerca de ese primer día de la
fiesta, (Levítico 23:39, Versión Moderna), "En el primer día habrá
descanso solemne, y en el día octavo, otro descanso solemne". El Señor
ofrece descanso, incluso ahora, a todos los que vienen a Él, y a todos los que
toman Su yugo, (Mateo 11:28-30), pero en los días venideros habrá un nuevo descanso,
cuando la maldición será en gran parte eliminada, y el Príncipe de Paz reinará.
¡Qué perspectiva para esta pobre tierra desgarrada por la guerra. Descanso, Paz
y Gozo! ¡Señor, apura ese día! ¡Venga tu reino! ¡Hágase tu voluntad, como en el
cielo, así también en la tierra!
Antes
que dejemos el tema de la Fiesta de los Tabernáculos, debemos mencionar con dolor
el poco valor que Israel le otorgó. En Nehemías 8:17, leemos: "Y toda la
congregación que volvió de la cautividad hizo tabernáculos, y en tabernáculos
habitó; porque desde los días de Josué hijo de Nun hasta aquel día, no habían
hecho así los hijos de Israel. Y hubo alegría muy grande". Incluso en los
gloriosos días de David y Salomón, días que, en tipo, miraban al Reino
venidero, ellos no celebraron esta fiesta de la manera indicada, (aunque había sido
celebrada, Véase 2º. Crónicas 7:8-10; 8:13; 1º. Reyes 8:2, y fue en esta fiesta
que el arca había sido llevada al templo recién edificado), pero quedó para un
pequeño remanente débil, regresado del cautiverio, el celebrar esta fiesta como
debía ser celebrada. Qué alegría y qué aliento para nuestros corazones en estos
días oscuros y difíciles, cuando hay tanta debilidad y fracaso. La esperanza de
la venida del Señor, y la esperanza del Reino venidero, pueden resplandecer intensamente
en nuestros corazones más que nunca antes. ¡Que así sea de verdad!
Fue
durante los siete días de la Fiesta de los Tabernáculos que Hageo pronunció su
conmovedor mensaje, (Hageo 2:1-9). "Cobrad ánimo… y trabajad". "La
gloria postrera de esta casa será mayor que la primera, ha dicho Jehová de los
ejércitos; y daré paz en este lugar, dice Jehová de los ejércitos".
Mientras esperamos esa paz prometida, que cada uno de nosotros sea encontrado
prestando atención a ese primer mensaje, "Cobrad ánimo… y trabajad".
Fue
en la Fiesta de los Tabernáculos que nuestro Señor mismo subió al templo. La
Fiesta ya no es llamada ahora "La Fiesta de Jehová", sino, "la
fiesta de los judíos, la de los tabernáculos". (Juan 7:2). El Rey había venido
a lo Suyo, y los Suyos no le habían recibido. (Juan 1:11). Les había ofrecido
el Reino, y ellos lo habían rechazado, y ahora el Señor rechaza la fiesta de
ellos.
Pero,
En el último y gran día de la fiesta", (el octavo día, del que debemos
hablar antes de terminar), "Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo:
Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la
Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu
que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el
Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado". (Juan
7:37-39).
Con
el Rey despreciado y rechazado por los hombres, el Reino, — es decir, lo que la
Fiesta de los Tabernáculos representaba, — debió ser postergado. Y ahora Judá
ha estado esperando casi 2000 años para el descanso y el gozo y la paz que hace
tanto tiempo rechazó. Pero, en la Escritura que acabamos de citar vemos que, en
lugar de la Fiesta de los Tabernáculos, el Señor da a los Suyos el Espíritu
Santo, y aún ahora aquí abajo tenemos descanso, y paz, y gozo. Ahora bien, si
alguno tiene sed, el Señor le llama para que venga a Él y beba. Quien cree en
Él, de su interior, (desde el fondo de su corazón, como decimos, de sus afectos
más íntimos,) fluirán corrientes de refrigerio para los demás. El pobre vaso es
llenado de tal manera que se desborda.
Cuando
el Señor venga, tendremos la siega y la vendimia, y luego la completa bendición;
pero hasta que esa bendición llegue, tenemos el Espíritu Santo en Su lugar, y
nuestro lugar es esperar a Cristo, cuando Él venga desde el Cielo.
Pero,
el día se acerca en que no sólo Israel, sino incluso las naciones del mundo la
celebrarán exactamente igual que Israel, pero no podemos dejar de citar el
siguiente pasaje notable de Zacarías 14, a partir del versículo 16. "Y
todos los que sobrevivieren de las naciones que vinieron contra Jerusalén,
subirán de año en año para adorar al Rey, a Jehová de los ejércitos, y a celebrar
la fiesta de los tabernáculos. Y acontecerá que los de las familias de la
tierra que no subieren a Jerusalén para adorar al Rey, Jehová de los ejércitos,
no vendrá sobre ellos lluvia. Y si la familia de Egipto no subiere y no
viniere, sobre ellos no habrá lluvia; vendrá la plaga con que Jehová herirá las
naciones que no subieren a celebrar la fiesta de los tabernáculos. Esta será la
pena del pecado de Egipto, y del pecado de todas las naciones que no subieren
para celebrar la fiesta de los tabernáculos".
Debemos mencionar
tres cosas en estos
versículos. En primer lugar, las naciones subirán cada año a adorar al Rey,
Jehová de los ejércitos. Este Rey será el Señor Jesucristo. Vemos que en aquel
tiempo Él está reinando, —y reinando en Jerusalén. En segundo lugar, vemos que
las naciones deben subir a adorar. Ahora bien, el Señor no obliga a
nadie a adorarle. Hay muchos en este mundo con gran prosperidad material que se
niegan a adorar al Señor. Pues bien, Él hace llover sobre justos e
injustos. (Mateo 5:45). En la época que viene, si las naciones no obedecen, y no
suben a adorar al Rey, y no guardan la Fiesta de los Tabernáculos, no tendrán
lluvia. Qué notable es que no se los llame a celebrar la fiesta de la Pascua o la
de Pentecostés, sino sólo la de los Tabernáculos. La Pascua y Pentecostés
tienen que ver especialmente con la Iglesia. La Fiesta de los Tabernáculos
tiene que ver con el Reino.
La
Fiesta de los Tabernáculos finalizaba con el "gran día de la Fiesta",
el Octavo Día. El Octavo Día habla de un nuevo comienzo. Los siete días de la
Fiesta hablan de los Mil Años en que Cristo reinará: "Luego el fin, cuando
entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda
autoridad y potencia. Porque preciso es que él reine hasta que haya puesto a
todos sus enemigos debajo de sus pies. Y el postrer enemigo que será destruido
es la muerte. Porque todas las cosas las sujetó debajo de sus pies. Y cuando
dice que todas las cosas han sido sujetadas a él, claramente se exceptúa aquel
que sujetó a él todas las cosas. Pero luego que todas las cosas le estén
sujetas, entonces también el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó a él todas
las cosas, para que Dios sea todo en todos". (1ª Corintios 15:24-28).
El
Octavo Día nos habla de un largo día de Reposo de la Eternidad. Lo vemos en
Levítico 23:39. "El octavo día será también día de reposo", o de descanso.
En Génesis 2:2-3 leemos, "Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo;
y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo. Y bendijo Dios al día
séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en
la creación". Lamentablemente, el pecado pronto irrumpió en el reposo de
Dios, de modo que el Hijo de Dios debió decir, "Mi Padre hasta ahora
trabaja, y yo trabajo". (Juan 5:17). Y a lo largo de casi seis mil años,
el Padre y el Hijo han estado trabajando para el pobre hombre, miserable y
pecador. Pero, "queda un reposo (o la observancia del día de reposo) para
el pueblo de Dios". (Hebreos 4:9). El pecado ha estropeado el resto del séptimo
día, pero aún queda el resto del octavo día.
En
Números 29:35-38, versión Moderna, vemos los sacrificios especiales que debían
ser ofrecidos en el Octavo Día de la Fiesta de los Tabernáculos, leemos, "Presentaréis
en holocausto, como ofrenda encendida de olor grato a Jehová, un novillo, un
carnero, siete corderos del primer año, sin tacha; la ofrenda vegetal de ellos
y sus libaciones serán correspondientes al novillo, al carnero y a los
corderos, según el número de ellos, conforme al reglamento: y un macho cabrío
como ofrenda por el pecado; además del holocausto continuo y su ofrenda vegetal
y su libación". A lo largo del largo reposo de la eternidad, subirá siempre
y por siempre el olor grato del holocausto a Jehová. A lo largo de la eternidad
no habrá ningún cambio en el valor y el mérito y la fragancia de esa ofrenda. Tampoco
los que tienen el privilegio de compartir esa dicha eterna se cansarán de ese
tema, ni disminuirá su sentido del valor de ese poderoso sacrificio, como era
el caso durante los siete días de la Fiesta.
No
sólo el Holocausto enviará siempre su olor grato, sino que la Ofrenda Vegetal hablará
por toda la eternidad de la senda aquí abajo del Varón de Dolores, en Su camino
hacia la cruz. Y la Ofrenda por Expiación, u ofrenda por el pecado, tampoco
será olvidada. Los pecados han desaparecido hace mucho tiempo, para no ser
recordados más, pero por siempre y para siempre recordaremos que Él Su vida
puso en expiación por el pecado, y que 'Él lo hizo por mí'.
Nosotros
hemos procurado trazar, en cierta medida, los modos de obrar de Dios tal como
son presentados en las Fiestas de Jehová desde la Eternidad hasta la Eternidad,
y mientras contemplamos con ojos embelesados la fascinante escena ante
nosotros, que se extiende una y otra vez a través de las innumerables edades de
la eternidad, no podemos sino prosternarnos y adorar, mientras clamamos,
"Al que está
sentado en el
trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los
siglos de los siglos". (Apocalipsis 5:13).