Las Fiestas de Jehová - George
Christopher Willis
Capítulo
5
La
Pascua
"En
el mes
primero, a los catorce del mes, entre las dos tardes, pascua es de Jehová.
(Levítico 23: 5)
"Sacrificarás
la pascua por la tarde a la puesta del sol, a la hora que saliste de
Egipto". (Deuteronomio 16: 6)
"Nuestra
pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros". (1ª Corintios 5: 7)
¿Por
qué el Cordero
Pascual,
De
antaño por
Israel sangró?
Para
ser su
salvaguarda y su fiesta.
Para
rociar y
alimentar.
No
atiendas, alma
mía escudriñadora,
A
sombras rituales
ahora;
Cristo
es el
Cordero todo puro e íntegro,
Y
tú eres el
primogénito rescatado.
Haz
que tu casa
entre ahora.
Inmola,
come, unge
tu puerta;
El
temible vengador
no entra
Para
herir, sino
que pasa por alto.
Él
mira y llama
desde lo alto,
«¿Vas a morir o a vivir?»
Él
oye los postes y
el dintel clamar,
«Perdona, perdona, perdona».
Oigo
al acusador
rugir
Acerca
de maldades
que yo he hecho;
Las
conozco bien, y
miles más;
Jehová
no encuentra
ninguna.
Pecado,
Satán,
Muerte, oprimen de cerca,
Para
acosar y
horrorizar;
Que
aparezca mi
sangrante Señor,
Ellos
retroceden y
caen.
Ya
hemos mencionado
la diferencia entre el Día de Reposo y las otras fiestas de Jehová.
La Pascua era la primera de las Fiestas
anuales de Jehová. Era observada el día catorce del primer mes, — el mes de
Abib. (Deuteronomio 16: 1). La Pascua recordaba cada año la Redención y la
liberación desde Egipto. Cristo, nuestra Pascua, fue sacrificada por nosotros.
(1ª Corintios 5: 7). El Cordero pascual era un tipo de Cristo. Cada vez que era
sacrificado, señalaba hacia adelante a Aquel que había de venir, — el Cordero
de Dios, "en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de
pecados". (Colosenses 1: 14).
Cuando la Pascua fue dada por primera
vez a Israel, ellos eran esclavos de Faraón, el rey de Egipto, un tipo de
Satanás, y servían a los ídolos en Egipto. Podemos ver que los propios
israelitas, al igual que los egipcios, merecían recibir el justo juicio de Dios
contra los pecados; no había ninguna diferencia. Dios advirtió al pueblo de
Egipto, — tanto a los egipcios como a los israelitas, les dijo claramente:
"A la medianoche yo saldré por en medio de Egipto, y morirá todo
primogénito en tierra de Egipto". (Éxodo 11: 4, 5). Pero Dios también
proporcionó una forma de escapar de este juicio. Cualquier persona que creyera
y obedeciera la palabra de Dios sobre la manera de librarse, ciertamente sería
salva.
¿Y cuál era la manera de librarse? El
décimo día del primer mes debían tomar un cordero y guardarlo hasta el día
catorce del mes al atardecer, un cordero por familia. Si la familia era tan
pequeña que no bastaba para comer el cordero, que él y el vecino más cercano a
su casa lo tomen. Noten, por favor, que no había duda acerca de que el cordero
pudiese ser demasiado pequeño para la familia. El Cordero de Dios es suficiente
para todos, — incluso para el peor pecador. El día catorce del primer mes por
la tarde, ellos inmolaron el cordero, colocaron la sangre en un lebrillo, y con
un manojo de hisopo pintaron el dintel y los dos postes de la puerta de la casa
de ellos con la sangre que estaba en el lebrillo, y nadie podía salir de esa
casa hasta la mañana.
La sangre estaba en el exterior de la
casa. Las personas que estaban adentro no podían verla. La sangre era sólo para
los ojos de Dios. En la oscuridad de la medianoche Sus ojos podían decir si
había sangre en la puerta o no, y Él dijo, "Cuando yo vea la sangre pasaré
sobre vosotros, y ninguna plaga vendrá sobre vosotros para destruiros". (Éxodo
12: 13 – JND).
Observen, por favor, que el cordero vivo
no podía salvarlos. Noten también que el cordero muerto con la sangre en el
lebrillo no los salvaba. Ellos debían tomar esa sangre y ponerla en su propia
puerta, si la salvación había de venir a esa casa. La sangre fue aplicada con
hisopo, y el hisopo es una hierba amarga, y nos habla de la amargura del alma
en el arrepentimiento, cuando yo me doy cuenta de que mis pecados han
causado la muerte del Cordero de Dios para salvarme. Querido lector,
permita que le pregunte, ¿ha aplicado usted la sangre a su puerta, o todavía
ella está en el lebrillo? Dios ha provisto el Cordero, — a saber, Cristo; el
Cordero de Dios ha muerto, Su sangre está disponible para usted. Ella está, por
así decirlo, en el lebrillo. ¿No tomará usted el hisopo y se la aplicará usted
mismo, pues de lo contrario, ella no sirve de nada para usted?
Sí, Dios en misericordia «pasó por alto» de los pecadores que confiaron en la sangre del cordero.
En cambio, el
juicio de la muerte cayó sobre el Cordero inmaculado. La sangre en el dintel y
los dos postes protegió a todos los que estuvieron en el interior de esa casa
de la destrucción de la muerte cuando Jehová pasó por Egipto esa noche en
juicio.
La propia palabra de Dios fue,
"Veré la sangre, y os pasaré por alto". (Éxodo 12: 13 – VM). La
sangre del cordero los hizo estar a salvo. La palabra de Dios les hizo saber
con certeza que ellos estaban a salvo. El cordero murió para que ellos pudieran
vivir. La sangre apropiada para ellos, puesta en su propia puerta, por medio de
la fe en la palabra de Jehová, les dio Certeza y Gozo. La sangre del cordero
fue el fundamento de la nueva posición de ellos con Jehová, como Su
pueblo redimido. La redención mediante la sangre fue el derecho de ellos a
todas las bendiciones que después recibieron de Dios, porque eran Su pueblo. La
sangre fue el fundamento de todo. La Pascua, la primera de las Fiestas, fue el
fundamento de todas las demás Fiestas.
Pero hay otra lección para nosotros en
esta Fiesta. Este mes no fue antes el primer mes. Dios cambió el calendario de
ellos. Los meses anteriores del año fueron borrados, y el mes en el que ocurrió
la Pascua fue el primer mes del año.
¡Cuán cierto es esto para el pecador! Su
vida pasada es borrada por esa preciosa sangre. Él comienza una nueva vida
cuando se refugia bajo la sangre de Jesucristo, el Cordero de Dios. Él nace de
nuevo, y el tiempo comienza de nuevo para él. Es realmente el primer mes del
año, — un nuevo comienzo, "las cosas viejas pasaron". Él tiene un
nuevo día en que cumple años.
Esto
nos muestra de
qué manera la redención y el nuevo nacimiento están unidos. Confiar en la
preciosa sangre de Cristo, es "nacer de nuevo".
Dispensacionalmente,
esto puede señalar el período del juicio del hombre desde Adán hasta la muerte
de Cristo. Todo fue fracaso, y debía fenecer. En la cruz hubo un nuevo
comienzo. Como ustedes saben, la mayoría de los países del mundo calculan sus
años desde el tiempo de Cristo. Verdaderamente, la cruz es un nuevo comienzo, «el primer
mes del año».
Para
el cristiano individual, ello muestra claramente que cuando cree en Cristo, él
nace de nuevo. Ya no se le considera como un hijo de Adán, como un pecador
caído. Él está en Cristo ahora como una nueva creación. Él comienza a vivir una
nueva vida. Su antiguo yo está crucificado y enterrado.
Él ha sido comprado para
Dios
Ha nacido de Dios
Sale a vivir para
Dios,
Y ya no para servir al
pecado, al mundo y a
Satanás.
La
Iglesia comenzó a existir después de la Cruz. Su fundamento es, también, la
sangre del Cordero, pero lo consideraremos más plenamente más adelante.
Verdaderamente,
por medio de la cruz, de la que la Pascua habla, todas las cosas son hechas
nuevas. Bien puede decirse, «Es el primer mes del año para ustedes».
Aparte
de la muerte de Cristo, y de la fe en Aquel que murió, aparte de la Persona y
la obra de Cristo, no puede haber un verdadero Cristianismo en la tierra, y
ningún derecho para el cielo en lo sucesivo. La redención por medio de la
sangre es el fundamento de todo. La Cruz es el punto de partida para el trono.
La sangre del Cordero es el único derecho a la gloria de Dios. Y por eso Jehová
ordenó que la gran Fiesta de la redención fuera observada de año en año (Éxodo
13: 10), a lo largo de sus generaciones.
Inmediatamente
después de entrar ellos en el Año Nuevo, debían celebrar la Fiesta de la
Pascua. Y esto debía continuar incluso después que llegaran a la tierra de
Canaán, y se establecieran en su herencia más allá del Jordán. Esta Fiesta
conmemorativa aún debía mantenerse (Josué 5 y Deuteronomio 16), y cuando las
generaciones venideras preguntaran su significado, ellos debían contar la
historia de su redención. (Éxodo 12: 24 a 27).
Pero,
después de haber aplicado la sangre al dintel y a los dos postes y de haber
entrado en la casa, refugiándose bajo la sangre, ¿qué hizo entonces la familia?
Entonces ellos tomaron ese cordero muerto, cuya sangre les había salvado la
vida. Lo asaron, y con los lomos ceñidos, el calzado en sus pies y el bordón en
la mano, se reunieron alrededor del cordero asado, para alimentarse de él. La
sangre los hizo estar a salvo, la carne les dio comida. Pero este cordero debía
ser asado al fuego, no podían comerlo crudo, ni cocido en agua. El ardor del
juicio y de la ira de Dios fue soportado por el Cordero de Dios, sin que nada
se interpusiera entre Él y el fuego del juicio. ¿Quién puede hablar de las
profundidades de todo Su padecimiento durante esas horas de tinieblas, llevando
nuestros pecados en Su propio cuerpo en el madero? ¿Cómo podemos conocer las
profundidades de la angustia que motivó ese clamor , "Dios mío, Dios mío,
¿por qué me has desamparado?" Esto nos dice algo acerca del fuego
soportado por aquel inmaculado Cordero de Dios. Y este debía ser comido con
"hierbas amargas". Eso me dice que yo me doy cuenta en mi propia alma
de que ¡Él lo hizo por mí! Fueron mis pecados los que Le clavaron en esa cruz.
¡Cuán amargo, para el alma de quien le ama, es un pensamiento tal! ¡Pero, qué
precioso, también!
Pero,
consideremos por un momento aquel cordero, y mientras hacemos eso, que el Señor
nos ayude a ver más hermosura en el Cordero de Dios.
El
Cordero debía ser sin defecto (Éxodo 12: 5). No ha habido ninguno de los hijos
de Adán que haya podido afirmar que es "sin defecto". Sólo Cristo, el
Hijo de Dios, y el Hijo del Hombre, el Cordero de Dios, es "sin
defecto".
"Macho
de un año", (Éxodo 12: 5), nos habla de la fuerza y energía de nuestro
bendito Cordero. El cordero escogido no debía ser viejo ni decrépito. Y nuestro
Señor sufrió la muerte con toda Su vida, (humanamente hablando), ante Él. Tenía
unos 33 años. Él pudo decir en los Salmos, "Él debilitó mi fuerza en el
camino; Acortó mis días. Dije: Dios mío, no me cortes en la mitad de mis
días". (Salmo 102: 23, 24). Él tenía todavía el rocío de Su juventud.
(Salmo 110: 3).
"En
el diez de este mes tómese cada uno un cordero… Y lo guardaréis hasta el día
catorce de este mes, y lo inmolará toda la congregación del pueblo de Israel
entre las dos tardes". (Éxodo 12: 3,
6). Cuán maravillosamente el Señor cumplió todo esto. El décimo día del mes
primero Le vemos venir a Jerusalén. Él permaneció allí (aunque pernoctando
fuera de la ciudad) hasta el día catorce, y al atardecer de ese día Él murió.
Nuestro
Señor comió la última cena con Sus discípulos en las primeras horas del día
catorce, porque el día judío se contaba desde el atardecer hasta el atardecer
siguiente. Era de noche cuando Judas salió de la habitación. Más tarde, esa
noche, ellos fueron al Huerto de Getsemaní, y mientras aún era de noche Judas
guió a la banda de hombres a prender al Señor. Él fue crucificado a la hora
tercera (Marcos 15: 25), o nueve de nuestra hora. Hubo tinieblas desde la hora
sexta hasta la hora novena: es decir, desde las doce hasta las tres de nuestro
tiempo, y alrededor de la hora novena murió el Cordero de Dios: aún en el día
catorce del primer mes. El Cordero Pascual debía ser inmolado "entre las
dos tardes". (Éxodo 12: 6). Nos dicen que esto significa entre las 3 y las
6 de la tarde. Así que el Cordero de Dios murió exactamente a la hora en que
ellos comenzaban a inmolar los corderos de la Pascua.
Hay una
conexión notable más entre el tipo y su cumplimiento. En la Septuaginta, (la
traducción griega del Antiguo Testamento), en Éxodo 12: 13, la palabra usada
para «pasar» significa «proteger, defender». Pero en Éxodo 12: 23, en la citada
traducción, la palabra usada para «pasar» significa «pasar de largo» o «pasar
por alto». Nuestro Señor usa esta misma palabra en Mateo 26:39, cuando Él ora
en Getsemaní, "pase (o pase por alto) de mí esta copa". Así como Dios
pasó por alto las casas en la noche de muerte en Egipto, así oró el Señor
Jesús, para que esta copa pudiera pasar por alto de Él. Pero qué precioso el
final de esa oración, "pero no sea como yo quiero, sino como tú".
Por otra
parte, del Cordero Pascual estaba escrito, "ni quebraréis hueso
suyo", — Éxodo 12: 46. La forma
judía de quitar la vida era la lapidación, lo cual quebraría los huesos. Pero
Dios había dispuesto así que el Cordero de Dios fuera crucificado. Y aunque las
piernas de los dos ladrones, crucificados con el Señor Jesús, fueron quebradas,
el Espíritu de Dios, por medio de Juan, nos dice claramente que los soldados
"no le quebraron las piernas". Pero uno de los soldados le abrió el
costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua. Y el que lo vio da
testimonio, y su testimonio es verdadero; y él sabe que dice verdad, para que
vosotros también creáis. Porque estas cosas sucedieron para que se cumpliese la
Escritura: No será quebrado hueso suyo.". (Juan 19: 32 a 36).
Si en la
Fiesta de la Pascua, en medio de la paz y la abundancia de la tierra de Canaán,
los hijos de Israel se deleitaban en mirar hacia atrás a esa oscura noche de
juicio en Egipto, cuando en medio de los clamores de muerte y aflicción que los
rodeaban, ellos fueron salvos, cuánto más nos deleitamos nosotros en mirar
hacia atrás y contemplar al Cordero de Dios que era tan digno del lugar más
elevado en el Cielo, pero que ocupó el lugar más bajo en la tierra, incluso la
muerte, muerte de cruz. Cuán preciosos son para nuestros corazones todos estos
detalles en el retrato que el Espíritu de Dios nos ha dibujado tan
perfectamente.
Pero por
favor, consideren ustedes además que la Fiesta de la Pascua era "la Fiesta
de Jehová". Era un retrato de Su propio gozo en el gran acontecimiento del
cual ella era la sombra, y Su pueblo redimido era congregado alrededor de Él
para compartir Su gozo en Su presencia. ¡Qué maravilloso pensamiento es este!
¡Jehová celebra una Fiesta en anticipación de la muerte de Cristo! ¡Esto rebasa
todos nuestros pensamientos! No podemos entenderlo. Ningún santo ni ningún
ángel puede conocer el valor de la muerte del Cordero de Dios, o lo que esa
muerte significó para el corazón de Dios. Aquel Cordero que murió en la cruz
era el Unigénito Hijo de Dios. Qué profundidades de significado hay en las
palabras. "Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas"
(Génesis 22:2); y además, "de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a
su Hijo unigénito" (Juan 3: 16); y por otra parte, "El que no escatimó
ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros" (Romanos 8: 32);
y además, "teniendo aún un hijo suyo, amado, lo envió también a
ellos" (Marcos 12: 6); y por otra parte, "En esto se mostró el amor
de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para
que vivamos por él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado
a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación
por nuestros pecados". (1ª. Juan 4: 9, 10).
Aquel
Cordero de Dios, el "amado Hijo" de Dios (Colosenses 1: 13), "se
hizo obediente hasta la muerte, y muerte de cruz". Esa perfecta obediencia
hasta la muerte, esa completa entrega, esa consagración inquebrantable, fue un
"olor grato" para Dios. La Cruz fue una Fiesta para Jehová. Ella Le
devolvió más que aquello de lo cual el pecado Le había privado.
La
Pascua miraba hacia adelante, a la cruz. La Cena del Señor mira hacia atrás, a
la cruz, y podemos aprender preciosas lecciones acerca de esa cena al
considerar la fiesta de la Pascua.
¿Dónde
debía ser comida? "En el lugar que Jehová tu
Dios escogiere… sacrificarás la pascua". (Deuteronomio 16: 6, 7).
Tres
veces en este relato de
la Fiesta Jehová repite esas palabras, "En el lugar que Jehová tu Dios
escogiere". Ciertamente esto habla de la gran importancia que tiene este
asunto a los ojos de Dios.
Lamentablemente,
hoy en día,
encontramos a muchas personas comiendo la Cena del Señor en el lugar que el
hombre ha escogido. Encontramos compañías de hombres llamados mediante nombres de
hombres, o de países, o de formas de gobierno eclesiástico. Estos son lugares
que los hombres han hecho, y los hombres han escogido, y ciertamente no es cada
uno de ellos el lugar que el Señor ha escogido para poner allí Su nombre, o no
veríamos tal confusión, y tantos lugares, cada uno afirmando ser el lugar donde
nosotros podemos comer la Cena del Señor.
Si
nosotros nos alejamos de
toda esta confusión, nos preguntamos, ¿encontramos alguna luz que nos guíe en
la Palabra de Dios, en cuanto al lugar que Él ha escogido en estos días para
poner allí Su nombre? Definitivamente sí.
Leemos,
"Donde dos o
tres han sido congregados a mi Nombre, allí estoy yo en medio de ellos". (Mateo 18: 20 – JND). "Dos o tres" no
sugeriría un gran número, ni ninguna fuerza o autoridad personal. Pero, "a
mi Nombre", nos habla del poder y la autoridad de Aquel a quien pertenece
aquel Nombre.
Un
súbdito británico en
alguna lejana tierra extranjera puede acudir a la Embajada Británica en busca
de ayuda y protección, debido al Nombre que esa embajada representa: a
saber, al Soberano de Gran Bretaña. El poder y la autoridad de la embajada
pueden no ser nada en absoluto: pero, debido al Nombre que representa, hay
tanto poder como autoridad. Pero ese poder y esa autoridad deben ser usados de
acuerdo con la voluntad y los deseos del Soberano. Sería impensable que el
embajador actuara según sus propios deseos, sin tener en cuenta la voluntad de
su soberano que lo ha colocado allí, y cuyo Nombre él representa. Así que si
nosotros hemos sido reunidos "a Su Nombre", es evidente que todo debe
ser de acuerdo con la voluntad de Dios, y con las enseñanzas presentadas en Su
Palabra. Entonces, si comparamos con la Palabra esas diferentes compañías de
personas que comen la Cena del Señor, podemos decir si están actuando de
acuerdo a su propia voluntad, o de acuerdo a la Palabra de Dios.
Notaremos
claramente que
ningún edificio especial, o ningún lugar especial, son mencionados. Ya no se
trata de un lugar particular aquí abajo, sino del lugar donde Cristo está en
medio. Se trata de una PERSONA, no de un lugar, a la que ahora hemos
sido reunidos. Nunca leemos en las epístolas acerca de «edificios sagrados»,
más santos que otros. Nosotros leemos acerca de, "la iglesia que está en tu
casa" (Filemón 1: 2), y es evidente que los discípulos se reunían en casa
de Filemón para comer la Cena del Señor. (Compárese también con Romanos 16: 5;
1ª Corintios 16: 19; Colosenses 4: 15). No leemos nada acerca de un ministro o de
un clérigo. ¿Cómo podría un hombre asumir el control si el Señor está
verdaderamente en medio? Sería impensable.
De
modo que podemos ver que
no es necesario tener un Salón Evangélico, o una Sala de Reuniones, o un
"predicador", o "un ministro", o "un
evangelista", o "un clérigo", para poder comer la Cena del Señor.
Sólo dos o tres, si ellos han sido reunidos al Nombre del Señor, pueden comerla
en una casa privada. Lo que importa es que Cristo está en medio, no edificios
santos o personas ordenadas por hombres.
Pero
la Pascua también nos
habla claramente acerca de quiénes han de comer esta Fiesta. En Éxodo
12: 43 a 45 leemos, "Y Jehová dijo a Moisés y a Aarón: Esta es la
ordenanza de la pascua; ningún extraño comerá de ella. Mas todo siervo humano
comprado por dinero comerá de ella, después que lo hubieres circuncidado. El
extranjero y el jornalero no comerán de ella". En Efesios 2: 19, leemos,
"Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los
santos, y miembros de la familia de Dios". Es evidente que sólo los que
son hijos de Dios, "hechos cercanos por la sangre de Cristo" (Efesios
2: 13) pueden comer esta cena. ¡Qué tristeza es ver a los inconversos comiendo,
para poder obtener la bendición! Esto es lo opuesto a la Palabra de Dios.
El
rito de la circuncisión
consistía en cortar una parte de la carne de todo varón. La ley de Dios para
Israel era que todo varón debía ser circuncidado, es decir, a todo varón se le
debía cortar una parte de su carne. El significado espiritual de esto para los
Cristianos es que debemos "cortar" la carne. En el Nuevo Testamento
Dios habla de "la carne", como de esa mala naturaleza en nosotros que
siempre es propensa a hacer cosas malas. El cristiano no debe permitir esto:
debe cortarla, o, mantenerla en el lugar de la muerte: pero, en realidad, la
carne está siempre con nosotros hasta que el Señor nos lleve al Hogar; pero no
debemos dejar que actúe.
El
rito de la circuncisión
estaba abierto para aquellos que deseaban formar parte del pueblo de Dios, y
entonces ellos también podían comer la Pascua. Ahora, por medio de la fe en
Cristo, nosotros llegamos a ser hijos de Dios, miembros de la casa de Dios, y
con la carne cortada, en el lugar de la muerte, podemos comer esa cena.
Podemos
ver, también, de
qué manera debía ser comida esta Fiesta. En Éxodo 12: 11, leemos, "Y
lo comeréis así: ceñidos vuestros lomos, vuestro calzado en vuestros pies, y
vuestro bordón en vuestra mano; y lo comeréis apresuradamente; es la Pascua de
Jehová". Debían comerla estando listos para dejar la tierra de su dolor y
esclavitud. Y aunque nosotros hemos sido libertados de esa tierra por la
misericordia de Dios, sin embargo comemos de esa cena, listos para dejar este
mundo de dolor y muerte. La Palabra de Dios dice: "Todas
las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor
anunciáis hasta que él venga". (1ª Corintios 11: 26). Comemos y
bebemos esa cena esperando que el Señor venga.
También
podemos mencionar que
el tiempo exacto de la celebración de la Pascua fue especificado, y si miramos
el Nuevo Testamento, podemos ver, cuándo hemos de comer la Cena del Señor.
Es
cierto que las Escrituras
dan gran libertad en este asunto. La Palabra dice: "Todas las veces que
comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta
que él venga". (1ª Corintios 11: 26). Esto parece darnos libertad para
comer «este pan y beber esta copa» en cualquier momento, y parece que en los
primeros días de la asamblea ellos partían el pan diariamente. (Hechos 2: 46).
Pero
las Escrituras señalan
claramente la práctica de la iglesia primitiva en los días de los Apóstoles, y
bien podemos prestar atención a esto. En Hechos 20: 7 leemos, "El primer
día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan". En 1ª
Corintios 16: 2, hablando de la ofrenda para los santos, leemos: "Cada primer
día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya
prosperado". En Hebreos 13: 15, 16 este "sacrificio" de dar está
relacionado con la muerte de Jesús.
Así
que nos enteramos que la
iglesia primitiva se reunía el primer día de la semana. Era entonces cuando
hacían su ofrenda, su sacrificio de hacer el bien y de ayudarse mutuamente, y
era entonces cuando se reunían para partir el pan. No hay ninguna sugerencia en
las Escrituras acerca de partir el pan sólo una vez al mes, o una vez cada tres
meses, o una vez al año como los hombres han dispuesto. El primer día de la
semana es, evidentemente, el momento en que el Señor quiere que partamos el pan
en memoria de Él. ¡Qué día tan apropiado para este propósito! ¡El día de la
resurrección! Proclamamos la muerte del Señor en el día en que Él resucitó.
Y hacemos
bien en recordar
que fue "a la puesta del sol" cuando se comía la Pascua.
(Deuteronomio 16: 6). El memorial del Señor es llamado, "La cena del
Señor". Nosotros no comemos nuestra cena por la mañana. Cuando los
discípulos se reunieron para partir el pan en Troas, parece que fue por la
tarde, ya que Pablo les predicó hasta la medianoche. (Hechos 20: 7).
Es
un hecho notable que una
palabra griega especial es utilizada para el primer día de la semana, "el
día del Señor" (Apocalipsis 1: 10) y "la cena del Señor" (1ª
Corintios 11: 20), a saber, "kuriakós". Ella no es usada en ningún
otro lugar de la Biblia. Significa, «perteneciente al Señor». El Primer Día le
pertenece a Él. Qué apropiado es que comamos la Cena del Señor en el Día del
Señor».
Resumamos
lo que hemos
aprendido de esta Fiesta con respecto a la Cena del Señor.
¿Dónde
la comemos?La
comemos "Donde dos o tres han sido congregados" al nombre del Señor
Jesús". (Mateo 18: 20 – JND).
¿Quién
puede comerla?
Solamente
aquellos que
verdaderamente han nacido de nuevo pueden comerla.
¿Cómo
la comemos?
Como
no siendo nosotros del
mundo, sino como estando preparados para dejarlo, y partir a otro lugar.
¿Cuándo
la comemos?
El
primer día de la semana.
Cuando
meditamos en esta gran
Fiesta fundacional de Jehová, y nos volvemos a Aquel que ha cumplido tan
completamente cada detalle de ella, podemos clamar con todo nuestro corazón:
"El
Cordero que fue
inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza,
la honra, la gloria y la alabanza". (Apocalipsis 5: 12).
G.
C. Willis
Traducido del Inglés al Español por B.R.C.O.
Todas las citas bíblicas se encierran entre comillas
dobles
("") y han sido tomadas de la Versión Reina-Valera Revisada en 1960
(RVR60) excepto en los lugares en que además de las comillas dobles
("") se indican otras versiones mediante abreviaciones tal como las
que son indicadas a continuación:
JND = Una traducción del Antiguo Testamento (1890)
y del Nuevo
Testamento (1884) por John Nelson Darby, versículos traducidos del Inglés al
Español por Benito Carnio.
VM = Versión Moderna, traducción de 1893 de H.
B. Pratt, Revisión 1929
(Publicada por Ediciones Bíblicas - 1166 PERROY, Suiza).