EL CUERPO DE
CRISTO Y SU UNIDAD
(Notas
de un sermón acerca de 1ª. Corintios 12)
Todas las citas bíblicas se encierran entre
comillas dobles ("") y han sido tomadas de la Versión Reina-Valera
Revisada en 1960 (RVR60) excepto en los lugares en que, además de las
comillas dobles ("") se indican otras versiones mediante
abreviaciones que pueden ser consultadas al final del escrito.
De
la revista "The Bible Monthly", editada por W. J. HOCKING, vol. 9,
1929.-
Este
tema es, sin duda, familiar para la mayoría, pero no debemos asumir con
demasiada facilidad que los que son jóvenes en la fe entienden exactamente
dónde estamos nosotros y por qué estamos allí. La cuestión con la que todos tenemos
que encararnos es con respecto a si hay algún motivo para que existamos, no
como individuos, sino como un cuerpo separado de Cristianos. La gran dificultad
es que no estamos ahora rodeados por Judíos o paganos, como los primeros
creyentes estaban, sino por numerosas compañías de Cristianos, algunos reunidos
de manera más Escritural que otros, y todos, quizás, sosteniendo mucho de lo
que está bien. La pregunta es, por tanto, ¿por qué nos reunimos como lo
hacemos? Y, ¿por qué no nos reunimos en comunión con aquellos que, nosotros
confesamos, tienen mucho de lo que está bien? Es evidente que no somos personas
sabias para actuar como lo hacemos a menos que tengamos la autoridad de la
palabra de Dios.
Si
nosotros no nos adherimos a los modos de obrar de los demás cristianos tenemos
que soportar el vituperio. La senda de la fe nunca es fácil. Así que debemos
tomar constantemente en serio la exhortación del apóstol a portarnos
varonilmente y ser fuertes. (1ª. Corintios 16: 13 – VM). Lo que más sentimos es
que la oposición no proviene tanto del mundo como viene de nuestros hermanos
Cristianos. Si no adoptamos sus formas de hacer las cosas, si procuramos
guardarnos de la mundanalidad, a menudo ellos están dispuestos a hablar mal de
nosotros; pero si nosotros tenemos la palabra de Dios para todo lo que hacemos,
con independencia de la oposición que encontremos, tendremos Su aprobación.
Recuerdo a un revisor de billetes de tren que se sentía satisfecho mientras
tuviera la aprobación del jefe de la estación. Mientras las personas se
apresuraban a salir del tren y marcharse, un hombre que estaba junto a él le
dijo, «Supongo que tiene usted muchas quejas y reclamaciones, ¿no es así? »
«Sí», dijo él, «pero (moviendo su cabeza hacia la oficina del jefe de estación)
mientras él lo apruebe, ¿qué me importa?» Es una gran cosa obtener la
aprobación del Señor. La asamblea en Filadelfia obtuvo Su aprobación porque
aunque tenía poca fuerza, había guardado Su palabra, y no había negado Su
nombre. (Apocalipsis 3: 7-13).
Hace
unos cien años {*}, muchos Cristianos fueron sacados de las denominaciones;
ellos vieron lo que la asamblea de Dios era y trataron de realizarlo.
{*}
N. del T.: Este escrito es del año 1929.-
Si
nosotros acudimos a la Escritura nos enteramos de lo que una vez fue la
asamblea de Dios; nosotros no podemos restaurarla. Podemos lamentar su
decadencia, pero nuestro objetivo debería ser darnos cuenta de ello. Si no
podemos hacer que otra alma obedezca, procuremos obedecer nosotros mismos.
El Descenso del Espíritu Santo
Vemos
en la Escritura que cuando el Señor Jesús murió en la cruz, resucitó de entre
los muertos y ascendió al cielo, Dios comenzó una obra que Él nunca antes había
hecho. Él estableció una sociedad divina aquí en la tierra. El propósito de
Dios fue reunir en uno a todos los hijos de Dios. (Juan 11: 52 – LBLA).
Las
personas dicen, con mucha elocuencia, «Solamente hay una comunión», y luego se
detienen. Dichas personas eligen ignorar las divisiones que han surgido. Es
verdad que existe solamente una comunión según Dios. Ella fue establecida en
este mundo como la comunión de los apóstoles: "Y ellos perseveraban en la
doctrina y en la comunión de los apóstoles,
en el partimiento del pan y en las oraciones." (Hechos 2: 42 – JND). Pero
los Cristianos se
han apartado de ella; y no hay nada más fácil para cualquiera de nosotros que
salir de esa comunión.
En
los días de los apóstoles no se pensaba acerca de una iglesia invisible. La
sociedad única establecida en este mundo fue concebida por Dios para ser una
sociedad visible. Los apóstoles fueron usados para poner el fundamento, y las
Escrituras presentan el plano del edificio. Cuando entendemos esto nuestro objetivo
debe ser mantenerlo. Procuremos realizarlo en obediencia a la palabra de Dios.
Se dicen muchos sinsentidos acerca de la comunión y de 'círculos de comunión'.
No hay Cristiano alguno, ningún 'hermano abierto', ni siquiera el más laxo
`hermano abierto' que esté vivo, que no reconozca en la práctica un 'círculo de
comunión' más pequeño que la iglesia de Dios. Yo no me puedo mudar de una
ciudad a otra sin preguntar, «¿Adónde puedo ir yo con una buena conciencia?»
«¿Dónde seré yo recibido?» Yo debiese sentirme contristado y humillado por el
confuso estado de cosas, pero es engañarse a uno mismo negar que la práctica
existe.
La Formación del Un Solo Cuerpo
En
nuestro capítulo (1ª. Corintios 12) tenemos el pensamiento de Dios con respecto
a las cosas espirituales. El capítulo habla de los diferentes dones dados por
el Señor Jesús en la asamblea. {*}
{*}
N. del T.: Cuando el autor menciona a la 'asamblea' o a la 'iglesia', no se
está refiriendo a la asamblea en una localidad dada, sino a todo el cuerpo de
Cristo en la tierra. Más adelante hace referencia a la asamblea local.
Dios
no nos ha dejado como santos individuales en el mundo. Una vez fue así, pero
cuando el Espíritu Santo descendió como consecuencia de la expiación, el
resultado fue doble.
En
primer lugar, el Espíritu Santo nos une al Señor Jesucristo. Y "el que se
une al Señor, un espíritu es con él." (1ª. Corintios 6: 17). Esto no pudo
ser verdad hasta que el Señor hubo regresado al cielo; entonces Él, como el
Hombre resucitado y glorificado habitado por el Espíritu Santo, envió el
Espíritu Santo a morar en nosotros, y a unirnos a Él. (Hechos 2: 32, 33).
Nosotros somos ahora miembros del cuerpo de Cristo. No estamos unidos a Él por
el nuevo nacimiento, o por medio de la fe, sino por una Persona Divina que ha
venido a morar aquí, tan verdaderamente como el Señor Jesús mismo vino una vez.
En
segundo lugar, estamos unidos los unos a los otros. Somos "miembros los
unos de los otros" (Efesios 4: 25), y somos dependientes los unos de los
otros. El apóstol usa la ilustración del cuerpo natural, donde cada parte
depende de cada otra parte. Dios ha llamado a uno aquí y a otro allí, y ha
edificado el cuerpo juntamente, haciendo que cada miembro dependa uno del otro,
para que no haya división en el cuerpo.
Reconociendo la Verdad
Esta
es la verdad que estamos llamados a reconocer. No se trata de constituirnos como
siendo mejores que los demás, sino de obedecer la palabra de Dios. No nos
atrevemos a hacer otra cosa. Yo supongo que todos los Cristianos reconocen esta
verdad hasta cierto punto, pero tenemos que tener cuidado de reconocerla como
un asunto de fe y quebrantarla en la practica. Es imposible reconocer que somos
miembros los unos de los otros, y que después uno no tenga cuidado por los
demás. No hay ningún miembro en el cuerpo que no dependa de los demás, porque
"Dios ha atemperado (o, ha acomodado) el cuerpo consigo mismo,… para que
no haya cisma [división] en el cuerpo, sino que los miembros tengan el mismo
cuidado los unos por los otros." (1ª. Corintios 12: 24, 25 - VM). Nosotros
no deberíamos estar satisfechos meramente con ser salvos y asistir a las
reuniones: deberíamos interesarnos por el bienestar de todo el cuerpo. Un
servicio sencillo y paciente, amor y afecto incondicionales, pueden no ser
vistos por los demás, pero son, no obstante, una bendición para todo el cuerpo.
Amando a la Asamblea de Dios
El
Señor Jesús ama a la asamblea. Usted puede decir, «Él me amó a mí.» Sí, eso es
cierto, pero Él amó a la asamblea y se entregó a sí mismo por ella, "a fin
de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni
arruga ni cosa semejante." (Efesios 5: 25-27). Este pasaje no quiere decir
que Cristo nos amó como individuos, sino que Él amó a la asamblea, y miró al
día cuando todos Sus propósitos de gracias se cumplirían en ella, y ella sería
exhibida en gloria con Él.
La
asamblea es también "la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo."
(Efesios 1: 22, 23). Si todas las otras glorias de Cristo son exhibidas, Su
gloria no estaría completa si la esposa no está allí. Él la tendrá allí, no
simplemente porque Él murió por ella, sino por Su indefectible amor y cuidado
por ella. Él no cambia, y Él cuida de nosotros como un hombre cuida su propia
carne. Entonces, ¿cómo podemos nosotros ser tan descuidados en cuanto a la
asamblea? Debiésemos amarla porque ella es el objeto del incesante amor de
Cristo. Esto debiera ser así de manera práctica. Ello es nuestra
responsabilidad individual, ya que yo puedo, como individuo, negar la unidad
del cuerpo.
Olvidando la Unidad
Entonces
otro peligro nos amenaza. Nosotros estamos dispuestos a perder de vista la
unidad de la asamblea de Dios, y
concentrar nuestro interés solamente en la asamblea local. ¿Cuáles son las
consecuencias de esto? Es imposible escapar de caer en el sectarismo, ya que es
posible ser descuidados y sectarios, así como estrechos y sectarios.
Debemos
recordar que todos los creyentes son miembros de un mismo cuerpo. Un caso como
el que sigue a continuación debería poner a prueba nuestros corazones.
Suponiendo que un hombre piadoso de una de las denominaciones viniera a una
reunión de oración y tomara parte en la oración, ¿deberíamos nosotros sentir que
su acción es una cosa extraña? La medida de la extrañeza que sintamos mostraría
hasta qué punto habríamos perdido de vista la verdad del un solo cuerpo.
No
solamente hemos de actuar como 'miembros' de una asamblea local, sino que
debemos actuar también como miembros del cuerpo de Cristo.
Si
en una reunión nosotros recibimos individuos que han sido rechazados en otra
parte, esto mostraría que la idea que nosotros tenemos de la unidad del cuerpo
no es más clara de la que tienen los que están en las denominaciones. Dios ha
provisto para que no haya ninguna división en el cuerpo. Y no podría haber una
negación más completa de su unidad que recibir a un hombre que en otra parte
fue rechazado, porque hay un solo cuerpo, y eso no es una confederación de un
número de asambleas, cada una con sus propios 'miembros'.
Es
una cosa notable que a través de todo el fracaso del período conocido como
'Oscurantismo' (época medioeval), nunca se oyó nada acerca del Congregacionalismo
hasta después de la reforma. ¡Qué triste si volvemos a caer en eso! Es verdad
que somos débiles y vacilantes, pero tenemos la palabra de Dios y nuestro lugar
es obedecerla. ¿A quién dio Dios las normas en cuanto a la asamblea? Fue a los
apóstoles, y Él no ha presentado nada posteriormente. Si deseamos ser guiados
por la Escritura, debemos regresar a las normas dadas por Dios a la asamblea al
principio.
La Fidelidad de Cristo
Muchos
de los dones que una vez adornaron la asamblea se han perdido, pero nosotros
podemos aún contar con Su amor para todas las cosas que son necesarias. Nuestra
debilidad misma debiera hacer que nos volvamos a Aquel que nunca falla. Aquel
que es la Cabeza del cuerpo es suficiente para toda dificultad, incluso para
las dificultades que pertenecen a nuestro día.
En presencia de la dificultad y la
oposición podemos aprender lo que son Su suficiencia y la fidelidad de Su amor.
Asegurémonos de esto: que no deberíamos ocupar el lugar que ocupamos a menos
que tengamos autoridad divina para hacerlo. Pero tenemos la palabra de Dios, y
deberíamos obedecerla. Lo que nos incumbe es contar con Su fidelidad y Su amor,
porque sin importar cuán grande es nuestra debilidad, Él nunca nos fallará.
G. F. C.
Otras
versiones de La Biblia usadas en esta
traducción:
JND = Una traducción literal del Antiguo
Testamento (1890) y del Nuevo Testamento (1884) por John Nelson Darby
(1800-82), traducido del Inglés al Español por: B.R.C.O.
LBLA = La Biblia de las Américas, Copyright
1986, 1995, 1997 by The Lockman Foundation, Usada con permiso.
VM = Versión
Moderna, traducción de 1893 de
H. B. Pratt, Revisión 1929 (Publicada por Ediciones Bíblicas - 1166 PERROY,
Suiza).