"ÉL
RESTAURA MI ALMA"
L. M. Grant
Todas
las citas bíblicas se encierran
entre comillas dobles ("") y han sido tomadas de la Versión
Reina-Valera Revisada en 1960 (RVR60) excepto en los lugares en que, además de
las comillas dobles ("") se indican otras versiones mediante
abreviaciones que pueden ser consultadas al final del escrito.
"Él restaura mi alma…" (Salmo
23: 3 – LBLA).
David había pecado y su pecado fue
extremadamente serio (2º. Samuel 11), como aquellos pecados acerca de los que
Jehová dijo que causarían que los enemigos de Jehová blasfemaran. (2º. Samuel
12: 14). Ya sea que nuestro pecado sea tan serio como el de él o no, el Señor
hablará a nuestra conciencia de tal manera como para hacernos sentir que es tan
serio como para haber causado una triste interrupción en nuestra comunión con
Él. ¿Cómo podemos nosotros disfrutar la comunión con Él si escogemos hacer lo
que sabemos que es una desobediencia a Su palabra? Si tratamos de cubrirlo,
nuestra conciencia protesta. David trató de enfrentar el asunto audazmente,
pero encontró que él era miserable. ¿Por qué? Porque la mano de Dios pesaba
sobre él. "Porque día y noche tu mano pesaba sobre mí…" (Salmo 32: 4
– LBLA).
Al pecar nosotros sucumbimos ante lo que
nuestros sentimientos desean. Nuestro espíritu (o nuestro intelecto) puede
razonar que podemos hacerlo impunemente, pero cuando cedemos, la que sufre es
el alma con sus sentimientos emocionales. Estos amargos sentimientos no sólo
nos harán miserables, sino que causarán que estemos irritables y amargos hacia
los demás. Dios está detrás de esta dolorosa experiencia porque Él nos ama
demasiado como para permitir que escapemos de cualquier sentido de
responsabilidad. Y Él quiere que nuestras almas disfruten de la comunión con Él
que sólo puede ser encontrada cuando nos sometemos a Su voluntad.
¿Continuará esta dolorosa angustia por
mucho tiempo? No necesariamente, pero algunas veces somos demasiado tercos como
para ir honestamente a Él en franca confesión de la seriedad de nuestro pecado,
y con la firme decisión de apartarnos de él mediante Su gracia.
Si hacemos eso Le encontraremos lleno de
compasión porque Él se deleita en restaurar a los que han pecado, y como David
escribió en el Salmo 23, los guía también por sendas de justicia por amor de Su
nombre. Ciertamente nosotros no deseamos nada menos que esto, porque cuando
hemos pecado hemos dañado nuestras propias almas confiando en nuestras propias
decisiones en cuanto a cómo actuar. No confiemos más en nosotros mismos, sino
en Aquel que le prometió a David: "Yo te enseñaré y te instruiré en el
camino que debes seguir; seré tu consejero y estarán mis ojos sobre ti." (Salmo
32: 8 – NC).
No obstante, es importante ser francos y
honestos en la confesión, no defraudándonos a nosotros mismos o presentando
excusas para hacer que el pecado sea menos serio. Dios sabe exactamente cual es
el caso y Él espera que dejemos al descubierto nuestro corazón delante de Él en
una plena y genuina confesión. Cuando esto es así, ¡Qué alivio, qué consuelo,
qué estímulo ello trae al alma! Porque entonces somos restaurados a Dios y la
comunión con Él es restablecida, muy probablemente para ser disfrutada más
dulcemente que nunca antes.
Restauración
Ante los Demás
Dado que ninguno de nosotros vive para sí
mismo, nuestro pecado bien puede haber afectado también a otros, y Dios tiene
interés en que este asunto sea atendido correctamente también. Cuando Pedro
pecó al negar que el conocía al Señor Jesús, salió fuera y lloró amargamente.
(Lucas 22: 61, 62). Desde entonces, durante la noche del Viernes, el Sábado y
la noche del Sábado, nosotros sólo podemos imaginar la amargura en su corazón
mientras pensaba en su pecado y que él no había podido acercarse al Señor antes
de ser Él crucificado. Pero en el primer día de la semana, después que Él
resucitó de entre los muertos, Él apareció a María y a los dos en el camino a
Emaús antes que se nos dijera, "Ha resucitado el Señor verdaderamente, y
ha aparecido a Simón." (Lucas 24: 34). ¡Maravillosa gracia! Nada se nos
dice acerca de lo que Él dijo a Simón, pero podemos estar seguros que él fue
verdaderamente restaurado al Señor en esta trascendental ocasión.
Sin embargo, Pedro necesitó también ser
restaurado a la confianza de sus hermanos, y el Señor llevó a cabo esta obra de
restauración en Juan 21: 15 a 19. Pedro había asumido que sería más fiel al
Señor que los demás cuando dijo que aunque todos se apartasen por causa de Él, él
no lo haría. (Mateo 26: 31 a 35 – LBLA). Esta confianza d Pedro en sí mismo
tuvo que ser quebrantada, así que el Señor le preguntó, "Simón, hijo de
Jonás, ¿me amas más que éstos?" (Juan 21: 15). Pedro respondió que tenía
afecto por el Señor, pero no diría "más que estos." El Señor le
presionó un poco más hasta que Pedro contestó, "Señor, tú lo sabes todo; tú
sabes que te amo." (Juan 21: 17). Entonces el Señor puso en claro ante los
discípulos que Pedro sería usado para la bendición de otros. Por lo tanto,
Pedro fue restaurado a la confianza de los demás discípulos.
Nuestro pecado puede haber socavado seriamente
la confianza de otros creyentes, y puede ser que el pecado sea serio como para haber
causado que la asamblea nos haya puesto fuera de la comunión con ellos. En
tales casos el Señor desea ciertamente la restauración tan claramente como Él
lo hizo en los casos de David y Pedro. Mis hermanos estarán interesados primero
en que yo haya juzgado verdaderamente el pecado y haya sido restaurado al
Señor. Ellos buscarán una actitud cambiada a una de sumisión y fe. Pero ser
restaurado a la comunión con la asamblea también implica ser restaurado a la confianza
de ellos.
Si un curso de vida pecaminoso ha sido un
curso largo, yo no debo sorprenderme si hace falta un tiempo para que la
confianza sea restaurada. Si yo me he juzgado a mí mismo y solicito ser
restaurado a la comunión en la asamblea, yo debiese estar agradecido por el
hecho de poder demostrar mi restauración para con el Señor tomando asiento y
esperando que los hermanos recuperen su confianza. No obstante, esto no debiese
tardar mucho tiempo, pero si es llevado a cabo correctamente, el resultado será
sumamente precioso y provechoso cuando, finalmente, la restauración pública ocurra.
Que el Señor dé mucha gracia tanto en los
casos de aquellos que han pecado como en los que procuran ayudarlos, para que
el resultado en misericordia restauradora dé gozo eterno.
L. M. Grant
Traducido del Inglés por:
B.R.C.O. – Marzo 2019.-
Otras
versiones de La Biblia usadas en esta traducción:
LBLA = La
Biblia de las Américas, Copyright 1986, 1995, 1997 by The Lockman Foundation,
Usada con permiso.
NC = Biblia Nacar-Colunga (1944) Traducido
de
las lenguas originales por:Eloíno Nacar y Alberto Colunga. Ediciones B.A.C.
VM = Versión
Moderna, traducción de 1893 de
H. B. Pratt, Revisión 1929 (Publicada por Ediciones Bíblicas - 1166 PERROY,
Suiza).