LA
CASA DE DIOS
descrita a través de las Escrituras.
E. Dennett.
Reimpreso de la revista "'The Christian Friend
and Instructor", Broom.
Todas las citas bíblicas
se encierran entre comillas
dobles ("") y han sido tomadas de la Versión Reina-Valera Revisada en
1960 (RVR60) excepto en los lugares en que, además de las comillas dobles
(""), se indican otras versiones, tales como:
LBLA = La Biblia de las Américas, Copyright 1986, 1995,
1997 by The Lockman Foundation, Usada con permiso.
VM = Versión Moderna,
traducción de 1893 de H. B. Pratt,
Revisión 1929 (Publicada por Ediciones Bíblicas - 1166 PERROY, Suiza).
CONTENIDO
El Tabernáculo en el Desierto
El Templo de Salomón
El Templo después del Regreso de
Babilonia
La Iglesia: Hechos 2
La Iglesia edificada por el Hombre: 1ª.
Corintios 3
El Aspecto Final de la Iglesia: Efesios 2: 19-22;
Apocalipsis 21: 2, 3
6.
Aspecto final de la Iglesia: Efesios
2: 19-22; Apocalipsis 21: 2, 3
Efesios 2: 19-22; Apocalipsis 21: 2, 3
El aspecto final de la Iglesia como la
casa de Dios en la tierra es el presentado en esta Escritura; — a saber, el del
templo. De 1ª. Corintios capítulo 6 nosotros sabemos que el cuerpo de los
creyentes es el templo del Espíritu Santo, y de 2ª. Corintios capítulo 6 que
los creyentes, en su conjunto, son el templo del Dios viviente; pero el templo
en Efesios capítulo 2 difiere de estos en que no está aún completo. El apóstol
dice que los santos son "edificados sobre el fundamento de los apóstoles y
profetas (del Nuevo Testamento, obviamente), siendo la principal piedra del
ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo
para ser un templo santo en
el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios
en el Espíritu." (Efesios 2: 19-22). Ellos eran edificados así juntamente
como la morada de Dios, pero el templo
estaba en el proceso de
edificación — estaba creciendo.
Esto muestra muy claramente que el templo,
en este aspecto, incluye a todos
los santos de Dios de esta época de la gracia, desde el día de Pentecostés
hasta el regreso del Señor; mientras que la
casa o la morada de Dios, tal como ha sido explicado anteriormente, es
considerada como completa en cualquier momento dado. Así es también, de hecho,
con respecto a la Iglesia como el cuerpo de Cristo. En Efesios 1: 22, 23,
nosotros leemos que Dios ha puesto todas las cosas bajo los pies del Cristo
resucitado, y Le ha constituido cabeza sobre todas las cosas, con respecto a Su
Iglesia, la cual es Su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo.
En otras Escrituras, donde el cuerpo de Cristo es mencionado, este está
compuesto de todos los creyentes que existen en cualquier momento dado; pero en
este lugar el cuerpo de Cristo es visto como compuesto de todos los santos de
esta época de la gracia — la Iglesia en su totalidad y compleción (cualidad de
completa). Por consiguiente, el templo "creciendo" nos recuerda que
Cristo está edificando aún Su Iglesia, y que Él continuará edificando hasta que
el tiempo de Su paciencia finalice al levantarse Él de Su asiento, cuando Él,
habiendo ahora terminado Su obra como edificador, traerá a Su esposa, y se la
presentará a Sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tiene mancha ni arruga ni
cosa semejante, sino que ha de ser santa y sin mancha.
Si volvemos ahora una vez más a
Apocalipsis 21 encontraremos los mismos dos aspectos — la Iglesia como la
esposa de Cristo, y como el tabernáculo (no aquí el templo de Dios). "Y yo
Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios,
dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo
que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con
ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios."
(Apocalipsis 21: 2, 3). El primer cielo y la primera tierra no existían ahora,
y un cielo nuevo y una tierra nueva asumen existencia por la palabra de Dios;
una escena en la que la justicia podía morar eternamente. En una palabra, la
nueva creación, tanto interior como exterior, había sido consumada. La Iglesia,
la Esposa, la esposa del Cordero, que había estado asociada con Él en los
cielos en el perfecto disfrute de la intimidad de Su amor, desciende ahora sobre
la tierra nueva, y en relación con esto es que es hecha la proclamación, "He
aquí el tabernáculo de Dios con los hombres." En la tierra ella había sido
Su morada en el Espíritu, y ahora, completada como el templo, ella ha llegado a
ser Su tabernáculo por la eternidad, un privilegio especial que a los santos de
otras épocas — es decir, los "hombres" de esta Escritura, bendecidos
al máximo y de manera perfecta como ellos lo serán — no se les permite
compartir. Ellos rodean el tabernáculo, y Dios morará así con ellos, y los
traerá al disfrute de la relación con Él como Su pueblo, y Él estará con ellos
de manera manifiesta, y será su Dios.
La pregunta puede ser planteada en
cuanto a la significancia de los diferentes apelativos que hemos mencionado —
casa, templo, y tabernáculo. El término "casa", como será evidente
para el lector más sencillo, lleva siempre con él la idea de una morada, una
habitación. La Iglesia como la casa de Dios es, por tanto, Su morada — Su morada
en la tierra, como no se puede dejar de recordar muy frecuentemente. El
pensamiento conectado con "templo" en los tres lugares en los que se
encuentra (1ª. Corintios capítulos 3 y 6; 2ª. Corintios capítulo 6), es el
pensamiento de santidad; como por ejemplo, "el templo de Dios, el cual
sois vosotros, santo es." Pero lo que constituye la santidad del templo es
el hecho de la presencia divina, y por otra parte, juntamente con eso, quizás
puede ser asociado el pensamiento adicional de lo que es debido a Aquel de
quien es el templo. Dios, el cual reside en el templo, es santo, y aquellos que
lo forman deben ser santos, tal como, de hecho, leemos en los Salmos, "La
santidad conviene a tu casa, Oh Jehová, por los siglos y para siempre."
(Salmo 93:5). Y además, "Adorad a Jehová en la hermosura de la santidad."
(Salmos 29:2; 96:9). Por tanto, hay sin duda un motivo muy especial para el uso
de la palabra tabernáculo en Apocalipsis 21. El lenguaje usado proporciona la clave.
Retrocediendo al libro de Levítico leemos, "Y pondré mi morada en medio de
vosotros, y mi alma no os abominará; y andaré entre vosotros, y yo seré vuestro
Dios, y vosotros seréis mi pueblo." (Levítico 26: 11, 12). Este fue el
deseo del corazón de Dios — un deseo frustrado por el pecado y la iniquidad de
Su pueblo. Él "dejó, por tanto, el tabernáculo de Silo (véase Josué 18:1),
La tienda en que habitó entre los hombres, Y entregó a cautiverio su poderío, Y
su gloria en mano del enemigo." (Salmo 78: 60, 61). Y después que el
templo de Salomón había sido edificado, Jehová habló por medio de Jeremías con
respecto a él, "(Yo) pondré esta casa como Silo, y esta ciudad la pondré
por maldición para todas las naciones de la tierra.” (Jeremías 26:6 – LBLA).
Jehová fue fiel a Su palabra, porque Su pueblo se mofaba "de los
mensajeros de Dios, y despreciaban las palabras de él, y hacían escarnio de sus
profetas, en grado que subió de punto la ardiente indignación de Jehová contra
su pueblo, hasta no haber remedio. Por lo cual él trajo contra ellos al rey de
los Caldeos, que mató a espada sus guerreros escogidos en la Casa de su
Santuario;… Y todos los vasos de la Casa de Dios, así grandes como pequeños,
con los tesoros de la Casa de Jehová, y los tesoros del rey y de sus príncipes,
lo hizo llevar todo a Babilonia. Incendiaron también la Casa de Dios,"
etc. (2º. Crónicas 36: 16-19 – VM). Después de setenta años el remanente que
regresó de Babilonia edificó de nuevo la casa de Jehová; pero cuando Él vino
súbitamente a Su templo (Malaquías 3:1), Su pueblo Le rechazó y Le crucificó, y
finalmente este templo, juntamente con Jerusalén, fue destruido por los
Romanos.
Por lo tanto, Dios no pudo morar en
medio de Su pueblo, tal como Él deseó. En consecuencia, encontramos al profeta
Ezequiel hablando de una época futura, cuando Israel habrá sido restaurado en
su propia tierra, y cuando el David verdadero será rey sobre ellos, entregando
este mensaje, "Estará en medio de ellos mi tabernáculo, y seré a ellos por
Dios, y ellos me serán por pueblo" (Exequiel 37:27); y esta promesa no fue
más que parcialmente cumplida. Por lo tanto, es evidente que el término
tabernáculo en Apocalipsis 21 se refiere a estas Escrituras; es evidente que,
de hecho, la primera expresión externa del propósito de Dios de tener Su eterna
morada en medio de Su pueblo es vista en el campamento de Israel; que Su
tabernáculo en el desierto, rodeado por las doce tribus, fue tanto un tipo como
una profecía, y que una vez más la morada más perfecta del milenio llega a ser
también una figura de Su perfeccionado tabernáculo en la eternidad.
Por consiguiente, la escena en
Apocalipsis 21 es la consumación de los eternos propósitos de gracia de Dios, y
por tanto, el resultado pleno de la eficacia de la sangre preciosa de Cristo.
Juan el Bautista había anunciado a nuestro Señor como el Cordero de Dios que
quita el pecado del mundo; y aquí encontramos que la obra esta hecha. Por eso
leemos, "Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá
muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas
pasaron." (Apocalipsis 21:4). Una vez quitado el pecado, su amargo fruto,
con todos sus dolores, ha desaparecido también; y así Dios ha enjugado para
siempre las lágrimas de Su pueblo. Además, una consecuencia adicional es que Él
puede morar ahora de esta manera perfecta en medio de los redimidos. Él es
ahora todo en todo; Él mismo en todo lo que Él es, como Padre, Hijo, y Espíritu
Santo, llena la escena, la fuente eterna de la felicidad eterna de sus santos
glorificados.
Esta es la revelación final de la
Iglesia como la morada de Dios. Pero durante los mil años, después que la
Iglesia ha sido arrebatada a las nubes, al encuentro del Señor, en el aire,
Jehová morará una vez más en la tierra. Primero el templo será reconstruido en
incredulidad, y no será reconocido por Jehová (véase Isaías 66: 1-6); pero este
será sustituido por uno edificado por medio de instrucciones divinas, y según
medidas divinas. (Véase Ezequiel capítulos 40 a 42). A este templo Dios
regresa, como es visto
en visión por el profeta: "y
he aquí la gloria del Dios de Israel, que venía del oriente; y su sonido era
como el sonido de muchas aguas, y la tierra resplandecía a causa de su gloria. Y el aspecto de lo que vi era como una visión, como aquella
visión que
vi cuando vine para destruir la ciudad; y las visiones eran como la visión que
vi junto al río Quebar; y me postré sobre mi rostro. Y la gloria de Jehová entró en la casa por la vía de la puerta que daba
al oriente. Y
me alzó el Espíritu y me llevó al atrio
interior; y he aquí que la gloria de Jehová llenó la casa." (compárese
con Éxodo 40:35;
2º. Crónicas 5:14; Hechos 2:2). "Y oí uno que me hablaba desde la casa;
y un varón estaba junto a mí, y me dijo: Hijo de hombre, este es el lugar de mi trono, el lugar donde
posaré las plantas de mis pies, en el cual habitaré entre los hijos de Israel
para siempre; y nunca más profanará la casa de Israel mi santo nombre,"
etc. (Ezequiel 43: 2-7;
véase asimismo Ezequiel capítulos 44 y 45).
Vemos por tanto que Dios ha tenido, y tendrá, Su morada en la
tierra en cada época o dispensación sobre la base de la redención. Habiendo
sacado a Su pueblo de Egipto, Él habló a Moisés, diciendo, "que hagan un
santuario para mí, para que yo habite entre ellos." (Éxodo 25:8 – LBLA).
De allí en adelante, tal como hemos trazado de la lectura de las Escrituras, Él
continuó morando en la tierra. El templo tomó el lugar del tabernáculo, la
Iglesia sustituyó al templo, el templo será reedificado una vez más en el
milenio; y al final de todo, cuando las primeras cosas hayan pasado, y todos
los propósitos de Dios en gracia y redención hayan sido cumplidos, la Iglesia es
vista en la tierra nueva como el tabernáculo de Dios. En un aspecto, el mismo
pensamiento es expresado por la casa en cada época o dispensación; a saber, el
gozo de Dios rodeándose Él mismo de Su pueblo redimido, y el deleite de Dios
por ser Él la fuente del objeto del gozo de ellos y el objeto de la adoración y
alabanza de ellos. Sin embargo, Sus moradas en la tierra no son más que las
anticipaciones de Su casa perfeccionada en el estado eterno — de ese templo que
está creciendo silenciosamente incluso ahora, cuando piedra tras piedra es
colocada en su lugar señalado sobre el Fundamento viviente, y que, cuando dicho
templo sea completado, después de la finalización de todas las dispensaciones
terrenales, llegará a ser Su tabernáculo por toda la eternidad.
E. Dennett
Traducido del Inglés por: B.R.C.O. – Diciembre/2018.-
Título original en inglés: THE HOUSE OF GOD, by Edward Dennett
Versión Inglesa |
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