LA
CASA DE DIOS
descrita a
través de las Escrituras.
E. Dennett.
Reimpreso de la revista "'The Christian Friend
and Instructor", Broom.
Todas las citas bíblicas
se encierran entre comillas
dobles ("") y han sido tomadas de la Versión Reina-Valera Revisada en
1960 (RVR60) excepto en los lugares en que, además de las comillas dobles
(""), se indican otras versiones, tales como:
VM = Versión Moderna,
traducción de 1893 de H. B. Pratt,
Revisión 1929 (Publicada por Ediciones Bíblicas - 1166 PERROY, Suiza).
CONTENIDO
El Tabernáculo en el Desierto
El Templo de Salomón
El Templo después del Regreso de Babilonia
La Iglesia: Hechos 2
La Iglesia edificada por el Hombre: 1ª.
Corintios 3
El Aspecto Final de la Iglesia: Efesios
2: 19-22; Apocalipsis 21: 2, 3
3.
El Templo después del Regreso de
Babilonia
El Templo de Salomón duró hasta que
Nabucodonosor lo destruyó (2º. Crónicas 36); y Ezequiel describe la salida de
la gloria de Jehová de él, a causa de las abominaciones de Su pueblo, antes de
que fuese consumido por fuego por los Caldeos. (Véase Ezequiel capítulos 8 al 10).
Durante setenta años Jerusalén estuvo desolada (2º. Crónicas 36:21; Daniel
9:2), y entonces, "para que se cumpliese la palabra de Jehová por boca de
Jeremías, despertó Jehová el espíritu de Ciro rey de Persia, el cual hizo
pregonar de palabra y también por escrito por todo su reino, diciendo: Así ha
dicho Ciro rey de Persia: Jehová el Dios de los cielos me ha dado todos los
reinos de la tierra, y me ha mandado que le edifique casa en Jerusalén, que
está en Judá." (Esdras 1: 1, 2, etc.). El gobierno, debido al pecado de
Judá e Israel, había sido transferido ahora a los Gentiles, y por tanto Dios,
en primera instancia, obró a través de Ciro como instrumento. El lector
encontrará todos los detalles del regreso de un remanente de las dos tribus,
Judá y Benjamín, con sacerdotes y Levitas, en respuesta a la proclamación del
rey, registrados en el libro de Esdras. No fue sino hasta el año segundo de su
regreso que ellos activaron "la obra de la casa de Jehová." (Esdras
3:8). "Y cuando los albañiles del templo de Jehová echaban los cimientos,
pusieron a los sacerdotes vestidos de sus ropas y con trompetas, y a los
levitas hijos de Asaf con címbalos, para que alabasen a Jehová, según la
ordenanza de David rey de Israel. Y cantaban, alabando y dando gracias a
Jehová, y diciendo: Porque él es bueno, porque para siempre es su misericordia
sobre Israel. Y todo el pueblo aclamaba con gran júbilo, alabando a Jehová
porque se echaban los cimientos de la casa de Jehová. Y muchos de los
sacerdotes, de los levitas y de los jefes de casas paternas, ancianos que
habían visto la casa primera, viendo echar los cimientos de esta casa, lloraban
en alta voz, mientras muchos otros daban grandes gritos de alegría. Y no podía
distinguir el pueblo el clamor de los gritos de alegría, de la voz del lloro;
porque clamaba el pueblo con gran júbilo, y se oía el ruido hasta de lejos."
(Esdras 3: 10-13).
Cuando se echaban los cimientos, ellos alabaron
a Dios con címbalos, mientras los sacerdotes tocaron sus trompetas, y cantaron
el mismo cántico que había sido cantado en la dedicación del Templo de Salomón.
Pero muchos lloraron — los ancianos que habían sido testigos presenciales del
esplendor de la casa primera (o, el primer templo). El contraste era realmente
grande. La casa primera fue edificada en medio de las glorias del reino, y en
una época cuando ese reino era preeminente — también una época de paz,
prosperidad, y bendición, un período que tipificaba el reino del Mesías, cuando
todos los reyes se postrarán delante de Él, y todas las naciones Le servirán (Véase
Salmo 72). Esto fue comenzado por un débil remanente en medio de las
desolaciones de la otrora ciudad gloriosa, a la que los hombres llamaban
"la perfección de hermosura", "el regocijo de toda la tierra"
(Lamentaciones 2:15 – VM), estando ellos mismos sometidos a un monarca Gentil,
dependiendo de él, por la voluntad de Dios, para el permiso de edificar, y
rodeados por todos lados por adversarios. Aun así, ellos edificaron; y
finalmente, después de mucha infidelidad por parte de ellos, la casa fue
terminada, y ellos "celebraron la dedicación de esta Casa de Dios con
gozo." (Esdras 6: 15-22 – VM).
Esta casa tomó el lugar de la que
Salomón había edificado. Sin embargo, hubo diferencias importantes.
No hubo nube alguna, ninguna gloria de
Jehová llenó la casa, como en el caso del tabernáculo y el primer templo; y
ningún fuego descendió del cielo para consumir sus sacrificios, como sucedió
con Moisés (Levítico 9:24) y con Salomón (2º. Crónicas 7:1). Es este hecho el que
hace que el paralelismo entre este remanente y la Iglesia sea tan interesante.
Tomás creyó cuando vio; pero el Señor anunció la bienaventuranza de los que
creerían sin ver (Juan 20). Esta fue la posición de este débil remanente así
como la de nosotros. El hecho de que Dios aceptara sus sacrificios y morase en
Su casa fue, en el caso de ellos, un asunto enteramente de fe — fe basada en la
palabra de Dios, de la misma forma, por ejemplo, como la presencia del Señor
Jesucristo en medio de los congregados a Su nombre es comprendida sólo por
medio de la fe, fe engendrada y sustentada por Su propia palabra (Mateo 18).
Pero Jehová consideró tan completamente esta casa como Su casa, que Él incluso
la identificó con aquella que esta había sustituido. Hablando por medio de
Hageo, uno de los profetas que Él había usado para estimular al pueblo y
animarlos en su obra de edificar, Él dice, "La gloria postrera de esta
casa será mayor que la primera." (Hageo 2:9). La casa era solamente una —
cualesquiera que fuesen sus circunstancias exteriores — en el pensamiento
divino, y por tanto, era la habitación de Dios en igualdad con el templo de
Salomón.
Esta casa existió hasta la época de Herodes el Grande, el cual la
reconstruyó (aunque no tenemos ningún informe de esto en las Escrituras) en una
escala de grandeza y magnificencia superiores, y fue a este templo al cual José
y María llevaron al niño Salvador cuando ellos lo presentaron delante del
Señor. Y es un hecho muy digno de mencionar que, edificado como lo fue este
templo por un rey extranjero — ya que si bien él profesaba la fe Judía él era
probablemente de descendencia Idumea — el propio Señor lo reconoció como la
casa de Su Padre. Rodeado, e incluso lleno, como lo estaba con corrupciones,
aun así Él lo reconoció (Mateo 21: 12, 13; Juan 2: 13-16, etc.); y Él no lo
abandonó sino hasta que Su rechazo por parte de Su pueblo se hubo hecho
evidente. Entonces Él pronunció la sentencia, "He aquí vuestra casa os es
dejada desierta" (Mateo 23:38); e inmediatamente Él se fue y salió del
templo. En paciencia y longanimidad Dios soportó a Su pueblo, y las
corrupciones de Su casa, hasta que no hubo remedio, y entonces la abandonó, tal
como Él lo había hecho antes con el templo de Salomón. Por Su parte había
habido juicio mezclado con gracia y misericordia expresado una y otra vez; por
parte de Su pueblo había habido pecado y corrupción, que alcanzaron su clímax
en el rechazo y crucifixión de su verdaderamente Jehová-Mesías, el cual había
condescendido a través de tantos siglos a tener Su morada en medio de ellos.
Esto concluye el período de la casa terrenal de Dios hasta los días
mileniales; pero aun así, ello fue solamente preparatorio para el cumplimiento
de Su propósito de morar en la tierra de una manera más excelente.
E. Dennett
Traducido del Inglés por: B.R.C.O. – Diciembre/2018.-
Título original en inglés: THE HOUSE OF GOD, by Edward Dennett
Versión Inglesa |
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