LA
CASA DE DIOS
descrita a través de las Escrituras.
E. Dennett.
Reimpreso de la revista "'The Christian Friend
and Instructor", Broom.
Todas las citas bíblicas
se encierran entre comillas
dobles ("") y han sido tomadas de la Versión Reina-Valera Revisada en
1960 (RVR60) excepto en los lugares en que, además de las comillas dobles
(""), se indican otras versiones, tales como:
VM = Versión Moderna, traducción de 1893 de H. B. Pratt,
Revisión 1929 (Publicada por Ediciones Bíblicas - 1166 PERROY, Suiza).
CONTENIDO
El Tabernáculo en el Desierto
El Templo de Salomón
El Templo después del Regreso de
Babilonia
La Iglesia: Hechos 2
La Iglesia edificada por el Hombre: 1ª.
Corintios 3
El Aspecto Final de la Iglesia: Efesios
2: 19-22; Apocalipsis 21: 2, 3
2.
El Templo de Salomón
El Tabernáculo, el cual había sido la
casa de Dios en el desierto, junto con su mobiliario sagrado, fue llevado por
los hijos de Israel a Canaán, y fue erigido en Silo (Josué 18:1). Fue, por
consiguiente, a este lugar que los hijos de Israel acudían con sus sacrificios
anuales (1º. Samuel 1:3), y aún era llamado "el tabernáculo de
reunión" (1º. Samuel 2:22), pero también "el templo de Jehová",
y "la casa de Jehová" (1º. Samuel 3: 3, 15). Estos últimos nombres
sólo presagiaban la casa que se edificaría en el futuro en Jerusalén. Mientras
los hijos de Israel eran peregrinos en el desierto, y habitaban en tiendas,
Dios mismo habitó en una tienda (2º. Samuel 7:6), adaptándose Él mismo, como Él
ha hecho siempre en Su preciosa gracia, a la condición de Su pueblo; pero
cuando Él hubo establecido a Sus escogidos en la gloria del reino, una casa fue
erigida — "magnífica por excelencia" (1º. Crónicas 22:5) — la cual,
en cierta medida, debía ser la expresión de Su majestad, la majestad de quien
se dignó hacerla Su morada en medio de Israel (2º. Crónicas 2:4-6).
No está dentro del propósito actual
llamar a poner la atención a las diferencias características entre el
tabernáculo y el templo, sino más bien señalar su semejanza tanto con respecto
a su origen como a su objetivo. Como en el caso del primero, así en el segundo,
el plan fue comunicado divinamente. Fue David quien tuvo el honor de
convertirse en el depositario de este diseño; y en vista de que no se le
permitió, según el deseo de su propio corazón, edificar él mismo el templo, él
lo comunicó a Salomón. "Dió entonces David a Salomón su hijo el diseño del
Pórtico del Templo, y de sus edificios, y de sus tesorerías, y de sus
cámaras altas, y de sus cámaras interiores, y [del lugar] de la Casa del
Propiciatorio; asimismo el diseño de todo lo que tenía ideado, por el
Espíritu, respecto de los atrios de la Casa de Jehová, y de todas las cámaras
al rededor, y de las tesorerías de la Casa de Dios", etc. (1º. Crónicas
28: 11, 12 – VM). Todo lo que Salomón hizo y preparó, en relación con la obra a
la cual había sido llamado, fue de acuerdo con las instrucciones que había
recibido. El sitio mismo había sido indicado divinamente, así como el diseño y
la forma del edificio. (1º. Reyes 6:38; 2º. Crónicas 3:3). Aunque el encargo de
erigir fue dado a manos humanas, el edificio era divino; porque los
pensamientos humanos y las ideas humanas no deben inmiscuirse en las cosas de Dios.
La relación entre el tabernáculo y el
templo, como siendo ambos por igual la morada de Dios, puede ser vista de dos
maneras. Cuando Salomón hubo completado la casa, él reunió a los ancianos de
Israel, a todos los jefes de las tribus y a los principales de las casas
paternas de los hijos de Israel; y leemos que, "se
congregaron con el rey todos los varones de Israel, para la fiesta solemne del
mes séptimo" (2º. Crónicas 5: 2, 3) (es decir, la fiesta al son de
trompetas, una figura de la restauración de Israel en los últimos días — Números
29:1). "Vinieron, pues, todos los ancianos de Israel, y los levitas
tomaron el arca; y llevaron el arca, y el tabernáculo de reunión, y todos los
utensilios del santuario que estaban en el tabernáculo; los sacerdotes y los
levitas los llevaron." Y entonces, después que ellos hubieron sacrificado tantas
ovejas y bueyes que no se podían contar ni numerar, "los sacerdotes
metieron el arca del pacto de Jehová en su lugar, en el santuario de la casa,
en el lugar santísimo, bajo las alas de los querubines" (2º. Crónicas 5: 1-7).
Fue el arca lo que dio su carácter a la casa; porque era el trono de Dios en
medio de Israel, desde donde Él gobernaba a Su pueblo sobre la base de Su ley santa,
tal como es mencionado aquí mediante la declaración de que "en el arca no
había más que las dos tablas que Moisés había puesto en Horeb, con las cuales
Jehová había hecho pacto con los hijos de Israel, cuando salieron de Egipto."
(2º. Crónicas 5:10).
Y ahora, en segundo lugar, Jehová
aprobó la obra de Sus siervos tomando posesión de la nueva casa, tal como Él lo
había hecho anteriormente con el tabernáculo. "Y cuando los sacerdotes
salieron del santuario (porque todos los sacerdotes que se hallaron habían sido
santificados, y no guardaban sus turnos; y los levitas cantores, todos los de
Asaf, los de Hemán y los de Jedutún, juntamente con sus hijos y sus hermanos,
vestidos de lino fino, estaban con címbalos y salterios y arpas al oriente del
altar; y con ellos ciento veinte sacerdotes que tocaban trompetas), cuando
sonaban, pues, las trompetas, y cantaban todos a una, para alabar y dar gracias
a Jehová, y a medida que alzaban la voz con trompetas y címbalos y otros
instrumentos de música, y alababan a Jehová, diciendo: Porque él es bueno,
porque su misericordia es para siempre; entonces la casa se llenó de una nube,
la casa de Jehová. Y no podían los sacerdotes estar allí para ministrar, por
causa de la nube; porque la gloria de Jehová había llenado la casa de Dios."
(2º. Crónicas 5: 11-14). A continuación de esta descripción, nosotros
encontramos a Salomón relatando las circunstancias mediante las cuales él había
llegado a ser el instrumento divinamente designado para edificar una "Casa
de habitación" y "una morada estable" para Jehová, por los
siglos venideros [lit. para siempre] (2º. Crónicas 6:2 – VM); y entonces él se
arrodilló sobre un estrado de bronce (que él había preparado) delante de toda
la congregación de Israel, y extendió sus manos al cielo, y oró con respecto a
la casa que él había edificado, y él concluyó sus intercesiones con palabras
citadas del Salmo 132: "Oh Jehová Dios, levántate ahora para habitar en tu
reposo, tú y el arca de tu poder; oh Jehová Dios, sean vestidos de salvación
tus sacerdotes, y tus santos se regocijen en tu bondad. Jehová Dios (2º.
Crónicas 6:41, 42a), "no rechaces el rostro de tu ungido; acuérdate de tus
misericordias para con tu siervo David." ((2º. Crónicas 6:42b – LBLA).) Y
acto seguido leemos, "Cuando Salomón acabó de orar, descendió fuego de los
cielos, y consumió el holocausto y las víctimas; y la gloria de Jehová llenó la
casa. Y no podían entrar los sacerdotes en la casa de Jehová, porque la gloria
de Jehová había llenado la casa de Jehová." (2º. Crónicas 6: 41, 42; 2º. Crónicas
7: 1, 2).
De esta manera, y bajo tales
circunstancias, Jehová asumió Su morada en el templo — toda la escena, los
sacerdotes vestidos de lino fino blanco, su unánime glorificación de Dios
siendo una tenue sombra de la gloria de un día posterior, cuando el verdadero Salomón
vendrá a Su templo y Él mismo se rodeará de un pueblo justo y de corazón
dispuesto. Pero el único punto que ha de ser observado aquí es que encontramos
una vez más a Dios morando en Su casa en medio del pueblo que Él había
escogido. La diferencia entre el templo y el tabernáculo, tal como se recalcó
anteriormente, es mostrada mediante el contraste entre el desierto y la tierra;
por el carácter peregrino del paso de Israel a través del primero, diferenciado
de su morada estable en la última. Pero en ambos por igual Dios tuvo Su
habitación, Su casa. Dios moró en medio de todo Israel, y, como se ve
nuevamente del hecho de que el fuego descendió en respuesta a la oración de
Salomón, y consumió el holocausto y los sacrificios, Él lo hizo en el terreno
de la redención — en el terreno de la redención a través de todo el valor de
todo lo que Cristo fue en Su obra sacrificial. No habría sido posible en ningún
otro terreno; pero debido a que ello fue sobre el fundamento de todo el olor
grato de Cristo en Su muerte, él pudo, a pesar de lo que el pueblo era de
manera práctica, morar en medio de ellos, y todo el pueblo, por su parte, pudo
venir con los sacrificios señalados, de la manera designada, y los tiempos
señalados.
Desde entonces Jerusalén fue el único
lugar santo en la tierra, el único sitio, por tanto, al cual el corazón de todo
verdadero Israelita se volvía con pensamientos de adoración y alabanza. "¡CUÁN
amables son tus moradas, oh Jehová de los Ejércitos! ¡Mi alma suspira y aun
desfallece por los atrios de Jehová; mi corazón y mi carne claman por el Dios
vivo!... ¡Bienaventurados los que habitan en tu Casa! de continuo te alabarán."
(Salmo 84 – VM). Y allí se reunía el pueblo en la frecuencia de las fiestas.
"Jerusalén, que estás edificada compactamente, como ciudad que está bien
unida consigo misma: a donde suben las tribus, las tribus de Jehová, como
testimonio a Israel, para dar gracias al nombre de Jehová." (Salmo 122: 3,
4 – VM). Allí eran llevados y presentados al Señor todos los hijos primogénitos
(Lucas 2: 22-24), y allí también las familias de Su pueblo se reunían tres
veces al año. (Véase Deuteronomio 16). Por lo tanto, Jerusalén — debido a la
casa de Jehová — era el único lugar de bendición en todo el mundo, y no era un
privilegio menor tener permiso para formar parte de la asamblea que se reunía
allí de tiempo en tiempo, en obediencia a la Palabra. "Y te regocijarás
delante de Jehová tu Dios, tú, y tu hijo, y tu hija, y tu siervo, y tu sierva,
y el levita que reside dentro de tus puertas, juntamente con el
extranjero y el huérfano y la viuda que habitan en medio de ti, en el
lugar que escogiere Jehová tu Dios, para hacer que habite allí su nombre."
(Deuteronomio 16:11 – VM).
E. Dennett
Traducido del Inglés por: B.R.C.O. – Noviembre/2018.-
Título original en inglés: THE HOUSE OF GOD, by Edward Dennett
Versión Inglesa |
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