¿QUÉ ES COMER LA CARNE Y BEBER LA SANGRE
DEL HIJO DEL HOMBRE?
Todas
las citas bíblicas se encierran entre
comillas dobles ("") y han sido tomadas de la Versión Reina-Valera
Revisada en 1960 (RVR60) excepto en los lugares en que, además de las comillas dobles
(""), se indican otras versiones, tales como:
VM = Versión
Moderna, traducción de 1893 de
H. B. Pratt, Revisión 1929 (Publicada por Ediciones Bíblicas - 1166 PERROY,
Suiza).
E. L. Bevir.
De la revista "The
Christian's Friend vol. 15, 1888, p. 19.
"Jesús, pues, les dijo:
En verdad, en verdad os digo: A menos que comáis la carne del Hijo del hombre,
y bebáis su sangre, no tendréis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe
mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. Porque mi
carne es verdadero alimento, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi
carne y bebe mi sangre, mora en mí, y yo en él. Como el Padre viviente me
envió, y yo vivo por medio del Padre, así el que me come, éste también vivirá
por medio de mí. Éste es el pan que descendió del cielo: no como vuestros
padres que comieron el maná, y murieron: el que come este pan, vivirá
eternamente."
Juan 6: 53-58 – VM.-
No puede haber duda alguna
de
que en la parte Inglesa (Protestante) de la Cristiandad alrededor nuestro, los
hombres están tomando dos grandes direcciones — una, la de la incredulidad o
infidelidad positiva de tipo materialista; la otra, la adopción de un sistema
sacramental, cuyas doctrinas fundamentales están llevando a las almas de
regreso a la esclavitud del papismo (N.
del T.: Papismo: término que se refiere a la Iglesia de Roma, con sus
organismos y doctrinas). Dejando de lado el primer asunto, la del
ateísmo profesado de manera positiva (donde, remarquemos, no es la ciencia lo
que ha llevado al hombre a él, sino su propio corazón malvado con falsas
objeciones 'científicas'), veamos brevemente la segunda cuestión especialmente
en relación con los versículos en Juan 6 a los que se hace referencia arriba, y
que tan a menudo son aplicados erróneamente en el día actual a una perversión
sacramental falsa del Cristianismo verdadero.
Estaría bien mencionar la
verdadera fuerza de este maravilloso pasaje antes de hablar de su uso incorrecto.
El Señor Jesús es presentado a nuestros corazones en Juan 6 como el Hijo del
Hombre, el Pan de Dios que descendió del cielo, dando vida al mundo. Al
principio del capítulo los Judíos habían deseado hacer Rey a Jesús por medio de
la fuerza, después que Él había realizado el milagro de los panes y los peces;
se trató de lo que se denomina la elección del pueblo, y fue desaprobada
completamente por el Señor. Al pueblo le hubiese gustado un rey que les diese
pan y pescado cada día, pero a ellos no les gustaba la palabra de Su boca que
hablaba a sus conciencias. Ellos habían entendido bastante bien cuando Él los
mandó recostarse sobre la hierba, pero no podían entender nada cuando Él
hablaba acerca de Su muerte, cosa que daba a entender el propio estado perdido de
ellos. El Señor no aceptará el lugar de Rey, ni será Él revelado como Profeta,
hasta que este tiempo presente se agote, cuando Él aparecerá a toda la tierra
en estos caracteres maravillosos; pero Él es rechazado ahora, mientras todo el
mundo entero madura rápido para el juicio.
¿Cuál es, entonces, el
significado de esta porción de la Palabra, donde Jesús nos es presentado como
el Pan de Dios que descendió del cielo? En la primera parte de los versículos a
los que se hace referencia los Judíos preguntaron, "¿Cómo puede éste
darnos a comer su carne?" (Juan 6:52). Y el Señor responde, "A menos
que comáis la carne del Hijo del hombre, y bebáis su sangre, no tendréis vida
en vosotros." (Juan 6:53 – VM)). El Pan vivo que descendió del cielo, el
Señor Jesucristo, debía morir, y no
puede haber ninguna posesión verdadera de vida a menos que un Cristo muerto sea
comido; es decir, a menos que Él sea
recibido verdaderamente y conocido como Aquel que vive pero que murió; y
nosotros tenemos aquí una verdad inmensa que indica claramente la actual
posición de los creyentes. No es solamente el hecho formidable de que el Señor
Jesucristo murió por nosotros, sino que nosotros obtenemos vida alimentándonos
de un Cristo muerto. Nosotros tenemos nuestra porción actual con Él el cual murió.
El creyente Cristiano ha recibido esto, y aunque el hecho de que el Cristiano
ha muerto con Cristo no está presentado aquí como lo está en Romanos 6, aun así
tenemos el hecho solemne de que nosotros recibimos, comemos, nos identificamos
con el Cristo que murió. El bendito
Señor al morir, dejó este estado de cosas para siempre; es decir, el estado de
cosas en la tierra en medio de la cual Él se complació en andar; y nosotros, al
recibirle, aprendemos que también tenemos nuestra parte con Él. ¡Cuán poco es
entendida tal verdad! ¡Y cuán ciertamente la carne resistirá el pensamiento de
morir y de la muerte! Y sin embargo, ¡qué liberación para un santo fiel!
El sistema sacramental que
aplicaría esto a la eucaristía se desploma tan pronto como la verdadera
relevancia del pasaje es entendida; porque el hecho de la ruina total del
hombre implicada aquí es fatal para dicho sistema. ¿Cuál debe ser en realidad
el estado de todos los hijos caídos de Adán para que Jesucristo debiese morir
(y esto es la razón por qué se habla separadamente de Su carne y Su sangre) antes
que alguien pudiese tener vida? En lo que concierne a que el hombre se salva
finalmente por participar en medios externos de gracia que confieren beneficios
a su alma, Juan 6:53 muestra su estado totalmente perdido, y la necesidad
(¡pensamiento solemne!) de la muerte de Cristo y la recepción de ello para
tener vida. Toda la enseñanza de la transformación gradual del hombre por medio
de participar de los sacramentos es un engaño fatal, y una negación de su
ruina, y del valor infinito de la muerte de Cristo para salvarlo; y es
verdaderamente triste ver esta doctrina supersticiosa haciendo tanto progreso
en el día actual.
No se habla aquí de la Cena
del Señor en absoluto; pero es muy cierto que nadie puede entrar en el gozo
bienaventurado de ella (véase 1ª. Corintios 10, y 11) hasta que la persona ha
entendido el amor del bendito Señor al descender hasta la muerte para salvarnos
a nosotros, pobres perdidos; entonces
con corazones agradecidos y adoradores, y en perfecta libertad a por Su muerte
y resurrección, nosotros podemos celebrar Su amor y recordarle como Aquel que
murió por nosotros. Nosotros recordamos a un Cristo muerto.
¿Pero es ello verdad para
nosotros, amados hermanos, que participamos de estas cosas? El Señor continúa diciendo,
en Juan 6:56, "El que come mi carne y bebe mi sangre, mora en mí, y yo en
él." (Juan 6:56 – VM). Es decir, No solamente un Cristo que murió debe ser
recibido para que nosotros podamos tener vida, sino que nos alimentamos así en
verdadera comunión — comiendo Su carne y bebiendo Su sangre. No tendría ningún
sentido hablar a uno que está comiendo la carne y bebiendo la sangre de Cristo
(es decir, cuya parte como una realidad conocida y disfrutada es con el Cristo
que murió) acerca de normas y restricciones religiosas. Esa persona se está
alimentando espiritualmente de ese bendito Salvador con quien él está asociado
para siempre, y conociéndole así, como Aquel que murió, él halla una liberación
bienaventurada de este presente mundo (siglo) malo, y de todos los errados y
ambiciosos deseos del corazón. De verdad nosotros debemos alimentarnos así para
poder negarnos, en la práctica, a nosotros mismos, y disfrutar una comunión
plena con el bendito Jesús. Que nuestros corazones puedan conocerlo más y más.
Su carne es verdadero alimento, y Su sangre es verdadera bebida.
En Juan 6:57 tenemos otra
cosa. Ello no es comer Su carne y beber Su sangre, sino, "Como el Padre
viviente me envió, y yo vivo por medio del Padre, así el que me come, éste
también vivirá por medio de mí." (Juan 6:57 – VM). Se trata de otra parte
de este tema muy bienaventurado; la vida que nosotros poseemos ahora (porque
Cristo mora en nosotros), es en dependencia de Aquel que es su Objeto glorioso.
Aquí se trata de un Cristo vivo, y nosotros vivimos por medio de Él (en
dependencia verdadera, y teniéndole a Él siempre ante nosotros) tal como Él,
cuando estuvo en la tierra, anduvo como un Hombre verdaderamente dependiente, y
vivió por medio del Padre. ¡Oh, maravillosa gracia! Así, el apóstol en
filipenses 3, avanzó en una senda recta y pudo decir, en Gálatas 2, que la vida
que ahora vivía en la carne, la vivía por la fe en el Hijo de Dios (Gálatas
2:20 – VM). Si alimentarse de un Cristo muerto libera de esta vida y de este
mundo de pecado, alimentarse de un Cristo vivo nos capacita para obtener de Él
en todo momento la fortaleza para terminar nuestro curso hacia Su gloria, a fin
de que cada una de nuestras vidas sea un testimonio de Él y de Su poder.
"Una cosa hago."
Por lo tanto, en lugar de un
falso sistema religioso, que siempre trataría de dar algún lugar al hombre
caído, nosotros encontramos en estos versículos maravillosos la ruina total de
todos los hombres; la muerte de nuestro Señor Jesucristo; y la parte del
creyente en ella con Él, donde todo lo que es del viejo hombre es juzgado; y
luego encontramos al creyente con una nueva vida viviendo por medio de Aquel
que es su Objeto. ¡Que nosotros podamos conocer cada vez más el poder de esto
para la gloria de Su nombre!
E. L. B.
* * *
La muerte era el final de la
vida para el hombre pecador. La resurrección es el final de la muerte, que, por
lo tanto, ya no tiene nada en nosotros. Nuestra ventaja es que, habiendo hecho
ella todo lo que podía hacer, está acabada. ] Nosotros vivimos la vida que la
destruyó. Nosotros salimos de todo lo que podía estar relacionado con una vida
que ya no existe. ¡Qué liberación! Cristo es este poder. Él por nosotros llegó
a ser esto, por nosotros en Su resurrección.
* * *
La muerte es el medio de
santificación, el Espíritu Santo es el poder de santificación. Cristo murió al
pecado; nosotros somos contados como habiendo muerto con Él, y muertos así al
pecado. Así, pues, en un Cristo muerto, resucitado y ascendido, obtenemos todo.
Traducido
del
Inglés por: B.R.C.O. – Noviembre 2018.-