DIOS ES POR NOSOTROS
Todas
las citas bíblicas se encierran entre
comillas dobles ("") y han sido tomadas de la Versión Reina-Valera
Revisada en 1960 (RVR60).
J. N. Darby
Collected Writings, Vol. 16,
Practical 1, p. 165.-
Romanos 8: 31-39
En esta porción de la
Escritura el apóstol resume los ejercicios de corazón, y la obra de la gracia;
en primer lugar, en estos ejercicios de corazón, y después en la revelación de
la real libertad a través de la redención que es en Cristo Jesús, de la cual
nosotros disfrutamos como redimidos de todo lo que éramos en la carne, libertad
del pecado y de Satanás y del mundo, y también de la ley. Pero entonces,
habiendo pasado por todo esto, y habiendo mostrado la manera mediante la cual
nosotros, teniendo el Espíritu, somos hijos de Dios y herederos, coherederos
con Cristo, y siendo conscientes de la servidumbre y corrupción que está aún a
nuestro alrededor aquí, el finaliza todo mostrando cómo, ante ella, y en ella,
y sobre ella, y más allá de todo, Dios está a favor de nosotros. Él saca a
relucir esta gran verdad para mostrar, no que Cristo está en lugares
celestiales, sino que Él está con nosotros en las dificultades. Él muestra (¡y
qué cosa bienaventurada es esta porque mediante ella Pablo llega a Dios mismo!),
aunque él entra en la dificultad del tiempo, que, antes que el problema
existiese, y antes que ustedes existiesen alguna vez, es Él mismo el que está a
favor tuyo; y si es así, ¡no importa lo que esté en contra de ti!
Después de pasar a través de
los ejercicios de alma antes de la redención y de mostrar la redención como
consumada, él se ocupa de la gran verdad que lo anula todo y lo atraviesa todo;
y esto no es lo que nosotros somos para Dios, porque nosotros estábamos
condenados, y, tal como él dice en el mismo capítulo, éramos enemistad contra
Dios — no sujetos a la
ley de Dios, y tampoco podíamos — pero por medio del proceso mediante el cual
Él me ha descubierto mi miseria, Él ha sacado a la luz la revelación de lo que Él
es para mi. Y la conclusión que él
saca del todo es, "Si Dios es
por nosotros, ¿quién contra nosotros?" Y ustedes encontrarán que, de la
manera en que él lo considera, él se ocupa de todos los aspectos del asunto. Él
no se satisface con considerar el mero hecho, aunque eso es bienaventurado en
sí mismo, sino que él se ocupa de todos los aspectos.
Y es sumamente precioso,
amados amigos, ver la manera en que Dios está a favor de nosotros. No sólo nada
puede escapar de Él, sino que Él se ocupa de todo lo que nos concierne. De la
misma manera, si una persona estuviera enferma, un amigo podría ir a
preguntarle como está; pero si se tratara de un niño cuya madre se estuviera
ocupando de ello, esta condición tendría todo su cuidado y todos sus
pensamientos, porque su corazón está allí. Ella está a favor de ello, y daría
todo lo que tiene por ello, y no le dejaría a usted entrar en la casa si usted
hiciera un ruido. Sin embargo esa es sólo una madre humana, que puede olvidar a
su hijo lactante. Al mismo tiempo es el carácter de ese amor perfecto de Dios
en su carácter condescendiente. Nada puede escapar de Él, y Él no descuida
nada. Podemos decir con seguridad, " Si Dios es por nosotros, ¿quién
contra nosotros?
"El que no escatimó ni a
su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros." En primer lugar,
yo encuentro aquí que Dios es un Dador. En fin, yo digo, Él ha dado a Su propio
Hijo bendito. Yo tengo a Dios como un Dador de la manera más elevada posible, de
modo que nada ha de ser nombrado así. Observen también el razonamiento: el
apóstol razona a partir de lo que Dios es y hace para los efectos en nosotros,
y no a partir de los efectos en nosotros o a partir de lo que hay en nosotros
para Dios. Si yo razono a partir de lo que encuentro en mí mismo, yo digo que
soy un pecador: Dios no me tolerará. Él debe condenarme, aunque pueda haber una
pequeña esperanza. Aun así, yo saco conclusiones de lo que yo encuentro en mí
mismo, y entonces, aunque puede haber algunos pensamientos verdaderos acerca de
Dios, ellos son en parte verdad y en parte errores. Eso no es fe, amados
amigos. Ello está tan alejado de la verdad — el alma sabe que Dios es un juez
santo; pero además el convencimiento real de pecado nos hace sentir que Dios no
nos puede tolerar.
Tomen el hijo pródigo. Él se
convirtió; volvió en sí; conocía la bondad de su padre; pero él comienza de
inmediato a sacar conclusiones a partir de lo que él era. Entonces decide
decir, "Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus
jornaleros." (Lucas 15:19). Él pensó que estar en la casa de su padre era
una condición más adecuada. Su confesión de pecado fue correcta, pero las
conclusiones que él sacó fueron todas erróneas. Esto es lo que las personas
están haciendo ahora. Ello es perfectamente natural y también es cierto, si
esto fuera todo lo que hay que conocer. Pero ellas mezclan la verdad con
nociones humanas, tal como el hijo pródigo mezcló su sentido de pecado, lo cual
fue correcto, con pensamientos acerca de su padre, que estaban todos
equivocados. Cuando nosotros razonamos así, no nos hemos encontrado con Dios;
porque cuando el hijo pródigo se encontró con su padre, él se echó sobre su
cuello, y el mejor vestido fue puesto sobre él. Hasta entonces, él nunca
entendió el propio testimonio que el padre daba de sus tratos a partir de lo que
él era en sí mismo.
Precisamente así es la manera en
que el Espíritu razona cuando saca conclusiones para Dios. El alma puede estar
pensando que es humilde, cuando razona de otra manera; pero ella está
demostrando solamente que no se ha entregado a la gracia mediante una convicción
adecuada de pecado. El apóstol había pasado a través de todo ello; y él dice,
Dios ha dado a Su Hijo, y me gustaría saber qué es lo que Él no nos dará
después de eso. Si yo he asido esto — Dios no perdonó al mejor y más grande en
el cielo — yo debo decir, ¿qué es lo que Él no nos dará con Él? Si yo tengo
deudas, a mi no me gusta mirar mis libros de cuentas (si no soy honesto);
porque yo se lo que encontraré allí. Lo que está allí ejerce mucha presión
sobre mi; pero si alguien viene y paga mis deudas, yo no tengo temor (cuando
ellas están pagadas) a que mis acreedores vean mis libros. Yo los abro; y si
encuentro el gran monto de ellas, mientras más los veo yo pienso en el hombre
que las pagó. Así es en la redención. El efecto en mí, cuando veo la grandeza
de lo que ha sido hecho, es hacerme pensar más en Aquel que está por mi, que
está a mi favor; y así el arrepentimiento sigue creciendo toda la vida de un
hombre. Porque mientras más yo conozco a Dios, más veo la maldad del pecado.
Pero primero, yo dije, es Dios dando. Si Él dio a Su Hijo, la gloria entra como
una especie de consecuencia natural. Si yo siento y conozco realmente lo que
Cristo es, más yo veo esto. El estar nosotros en la gloria con Él es que Él ve el
fruto de la aflicción de Su alma (Isaías 53); y si nosotros no estamos en la
gloria con Él, Él no está viendo el fruto de Su aflicción — eso es la consecuencia.
Pero, además, el apóstol dice,
"¿Quién acusará a los escogidos de Dios?" Él es por mí, está a favor
mío, tanto acerca de los pecados al quitarlos, como acerca de la justicia. No
dice solamente, él es justificado por Dios, sino Dios justifica. Entonces ¿qué
importa si Satanás acusa como él hizo en Zacarías? (Zacarías 3). Este es "un
tizón arrebatado del incendio", dice Jehová. ¿Vas a volver a echarlo en el
fuego? Nosotros podemos preguntar triunfalmente, ¿Quién nos puede condenar?
Nosotros no podemos, obviamente; es absurdo pensar en ello. Lo que es aquí
justificación es que Cristo es mi justicia. Yo estoy en Cristo el cual ha
glorificado a Dios, y que está delante de Dios. Tal como Él dijo, "Ahora
es glorificado el Hijo del Hombre, y Dios es glorificado en Él. Si Dios es
glorificado en él, Dios también le glorificará en sí mismo, y en seguida le
glorificará." (Juan 13: 31, 32). La obra en la cruz ha glorificado todo lo
que Cristo es; y Cristo está ahora en la gloria, y yo soy un hombre justo en
Él. No sólo se me ha quitado lo que yo era en Adán, sino que "como él es,
así somos nosotros en este mundo." (1ª. Juan 4:17).
Otra cosa viene a continuación;
porque nosotros podemos esperar todo después del don de Su propio Hijo. No
obstante haya, de hecho, dificultades en el camino; aun así, se trata de la
misma cosa, 'Dios está a mi favor.' Pero presten atención aquí de qué manera
cambia el término, "Cristo es el que murió; más aun, el que también
resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por
nosotros. ¿Quién nos separará del amor de Cristo?" ¿Por qué el apóstol
cambia y menciona ahora Cristo? Obviamente quiere decir el amor de Dios en
Cristo. ¿Pero por qué no decir el amor de Dios? Porque nosotros tenemos que ver
con Aquel que ha tomado el lugar a la diestra de Dios, después de haber estado
aquí abajo en las dificultades. Nosotros tenemos dificultades en todos los
lados: persecución en la familia, quizás no abierta, pero eso que es tan
difícil de sobrellevar; Cristo también la tuvo. Usted dice, «Ellos creen que yo
estoy loco»; los amigos de Cristo querían llevárselo, ellos también creían que
Él estaba loco. "Y entonces el apóstol nos hace comprender este amor mismo
de Aquel que descendió: "¿Quién nos separará del amor de Cristo?" Yo
he encontrado aquí el amor divino descendiendo para obtener la experiencia de
aquello por lo cual nosotros estamos pasando. Yo quiero conocer la compasión de
Cristo. Yo no entiendo esto cuando Dios me está perdonando. Dios no tiene
compasión alguna con mis pecados; pero en las pruebas yo sí quiero conocer que
Cristo padeció, siendo tentado
(Hebreos 2:18). "¿Quién nos separará del amor de Cristo?"
¿Principados y potestades? Cristo fue tentado por ellos y los venció por mí;
así que ellos no son un impedimento en el camino. ¿La vida? Él también pasó por
ella. Él tuvo mucho dolor en ello; y cuanto más dolor tenemos nosotros, mejor
es para nosotros. Pero aun así Él ha dicho, "La paz os dejo, mi paz os doy."
(Juan 4:27). La vida no me puede separar de Cristo, porque "para mí el
vivir es Cristo." ¿La muerte?
Esto no me puede separar, ciertamente, ella me llevará a Él: "el morir es
ganancia." (Filipenses 1:21). ¿Las persecuciones? No solamente yo triunfo
en ellas, sino que Cristo está conmigo en ellas.
En todas estas cosas yo aprendo
a
conocerme a mí mismo como algo inútil, y a conocer la plenitud de Cristo. Yo
puedo conocer un hombre que es amable; pero si sigo conociéndolo por treinta
años, y obtengo la experiencia de ello; no es que él haya cambiado, sino que yo
lo conozco mejor. Yo encuentro a Uno que me sacó de la gran dificultad; Él
intercede por mí ahora. Él no repite lo que Él hizo al principio, pero una
especie de confianza crece con la experiencia de cada día; no es que yo aprenda
que fe no es fe, sino que yo encuentro que Él es inmutablemente igual. Yo me
avergüenzo de mí mismo por mi falta de confianza en Él, y la comunicación de Su
gracia me da una familiaridad de conocimiento de Él (hablando de manera muy
reverente) y una confianza, un sentimiento de feliz confianza. Nosotros somos
"más que vencedores", porque estamos conociéndole a Él nuestra porción
eterna, y conociéndonos a nosotros mismos, de los cuales queremos deshacernos.
Todas las cosas creadas están en contra de nosotros, pero por otro lado, ellas
no son más que "cosas creadas."
Dios está a favor mío; no es aquí
en el amor de un soberano que pensó el bien para mí cuando yo no pensaba en Él,
sino que es el amor de Dios en Cristo — en Aquel que pasó a través de todas las
dificultades por nosotros, la vida, la muerte, etc., y que por nosotros
encontró afrenta, opresión, resistencia, y persecución. Ahora bien, yo veo que
la cosa misma que me probaría es esa a través de la cual Él pasó por mí, y ello
es un testimonio del amor que pasó a través de todo por mí — con independencia
de lo que concierne a la persona que Dios ama y de la que Cristo se ocupa. De
esta manera nosotros tenemos que pasar a la gloria, a Cristo si usted prefiere,
en la conciencia de que Cristo nos ha llevado a ella. Si no, nosotros somos
como los hijos de Israel en Egipto. Cuando ellos pasaron el Mar Rojo, eso se
acabó. Ellos habían dejado Egipto. La redención los sacó. Hablando de la obra
como hecha, la redención está detrás de nosotros; en otro sentido ella no lo
está: el perdón de pecados sí lo está, pero eso no es todo en la redención,
aunque está incluido en ella. Pero nosotros
somos sacados de la condición en la cual estábamos a otra, tal como estaba Israel.
Aunque estaba aún en Egipto, ellos no fueron tocados cuando vino el juicio.
Pero esto no fue todo. Él también sacó sus cuerpos. Y así Él nos saca de la
carne (yo no quiero decir físicamente aún, aunque Cristo está fuera de él en
todo sentido). Por lo cual Jehová llevó a los Israelitas a una condición
completamente nueva, al desierto. Ellos tuvieron allí la nube y el maná durante
todo el camino. Allí, sus vestidos no se envejecieron y sus pies no se
hincharon; todo fue provisto por Dios. Ellos tuvieron que recoger el maná, es
cierto; tal como se nos demanda diligencia en las cosas divinas. Después ellos
cruzaron el Jordán donde comienza el conflicto, y es entonces cuando nosotros
encontramos que el Señor viene a Josué como Príncipe del ejército de Jehová.
Cuando Él viene así como Príncipe, el mandato es, "Quita el calzado de tus
pies, porque el lugar donde estás es santo." (Josué 5).
Este es el carácter de los modos
de obrar de Dios. No se trata aquí de redención. Él nos ha llevado a Él mismo;
pero, habiendo venido, lo que es de importancia para nosotros debe ser conforme
a la santidad de Dios. Porque nosotros somos llamados a la comunión con Dios, y
comunión significa felicidad común, pensamientos comunes, sentimientos comunes.
La complacencia del Padre está en Su Hijo; y nosotros tenemos comunión con Él
en eso. La complacencia del Hijo está en el Padre; y nosotros tenemos comunión
con Él en eso. De modo que nuestra comunión es con el Padre y con Su Hijo
Jesucristo. "Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en
tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad." (1ª. Juan 1:6). El
apóstol aplica de inmediato el carácter de Dios a la persona.
Por tanto, el efecto de la
redención es llevarnos a Dios. Siendo nosotros llevados a Él, podemos decir,
"Examíname, oh Dios." Porque Él sí examina, no para imputar, sino para
poder Él limpiar; y, por consiguiente, nosotros deseamos que Él lo haga. Y
entonces es un pensamiento bienaventurado, amados amigos, que mientras Él ha
pasado a través de todas mis dificultades aquí, Él me está adaptando para mi
lugar allí. Esto es verdad en todo sentido, a saber, que si el alma no es
suficientemente llevada a un sentido de pecado y no encuentra en Cristo todo lo
concerniente a la justicia, ella no entiende la gracia. Él Señor sólo nos da a
conocer (yo no estoy hablando de conocimiento, sino) en nuestros corazones y
conciencias, que nosotros tenemos que ver con Dios. No como Israel tuvo que
ver; porque ahora el velo se rasgó de arriba abajo, y nosotros debiésemos andar
conforme a la luz porque hemos sido llevados a ella. Esto es lo que yo deseo
fervientemente para todos nosotros, que podamos conocer la perfecta redención,
y tener conciencia que el efecto es llevarnos a la comunión con el Padre y el
Hijo, para que todo lo que es contrario a Su santidad pueda ser juzgado y
quitado.
J. N. Darby
Traducido
del
Inglés por: B.R.C.O. – Octubre 2018.-
Título original en inglés:GOD
FOR US, by J. N. Darby
Traducido con permiso
ENGLISH VERSION |
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