LAS
SENDAS ANTIGUAS
James McBroom
(Extractado de la revista "Scripture
Truth", Vol. 32, 1940, pag. 106.)
Todas
las citas bíblicas se encierran entre
comillas dobles ("") y han sido tomadas de la Versión Reina-Valera
Revisada en 1960 (RVR60) excepto en los lugares en que, además de las
comillas dobles (""), se indican otras versiones, tales como:
VM = Versión
Moderna, traducción de 1893 de
H. B. Pratt, Revisión 1929 (Publicada por Ediciones Bíblicas - 1166 PERROY,
Suiza).
"Así dice Jehová: Deteneos en medio de los caminos, y mirad; y
preguntad cuáles sean las sendas antiguas, y dónde está el camino
bueno; y andad en él; y hallaréis descanso para vuestras almas. Mas ellos
dijeron: ¡No andaremos en él!
"Jeremías 6:16 – VM).
El pasaje de arriba debería ser leído junto
con Mateo 11:29 y Apocalipsis 2:4. Para entender su relación con Israel es
necesario no solamente conocer el contexto inmediato sino estar familiarizado
con la condición moral tal como está descrita en ambos capítulos y en los
capítulos finales de 2º. Reyes. Era una época de oscura apostasía y la moral
era baja. La degradación durante el reino de Manasés, seguido por el breve
tiempo de Amón, había llevado al pueblo de Judá y a Jerusalén a un estado de
rebelión, corrupción y desafío a Dios que, eventualmente, trajo sobre ellos ese
juicio de Dios conocido como los setenta años de cautividad.
Se trató de uno de los momentos más
importantes en la historia del mundo porque los tiempos de los Gentiles
comenzaron en ese entonces. Dios hace que el mal de los hombres Le sirva. Este
fue un tiempo cuando la espada de gobierno fue puesta en las manos de los
Gentiles en la persona de Nabucodonosor, el tiempo cuando la nube de gloria,
símbolo de la presencia de Jehová, salió de Israel al cielo. Efraín, las diez
tribus, había sido llevado cautivo por los Asirios, y Judá, en lugar de prestar
atención, cayó en las mismas prácticas y descendió cada vez más hasta que
fueron impregnados por los ritos abominables de los Gentiles que estaban
alrededor de ellos, y no hubo esperanza alguna de una recuperación general.
Josías ascendió al trono cuando era un niño
de ocho años y estaba bajo el cuidado de Hilcías, y el remanente piadoso creció
en el temor de Dios. Comenzó un avivamiento que condujo a la purificación del
Templo. El libro de la ley fue hallado en medio de esta obra, lo cual dio gran
ímpetu a la obra de recuperación y, exteriormente, la obra de Jehová pareció
prosperar. Pese a todo esto la condición general era tan mala que el juicio
tuvo que caer.
Fue en este tiempo que Jeremías fue llamado,
y a través del cual la voz de Jehová fue oída y el velo levantado, lo cual da un
indicio de la terrible condición del pueblo. Eclesiásticamente, socialmente,
moralmente el caso no tenía remedio. Toda clase de vergonzosa impureza moral
caracterizaba al pueblo, a los sacerdotes, a los profetas, y a los ancianos.
Los hombres estaban sacrificando a dioses falsos y sus mujeres horneando tortas
a la reina del cielo (Jeremías 7:18). Ellos son necios (Jeremías 5:21), engañadores
(Jeremías 5:27), insensatos (Jeremías 4:22 – VM), sin esperanza (Jeremías
3:25), rebeldes (Jeremías 4:17), desleales (Jeremías 3:7 – VM), y obstinados
(Ezequiel 2:4 – VM). Este era el estado de cosas que Jeremías y el remanente
tuvieron que afrontar, y estas fueron algunas de las palabras que el profeta
tuvo que decirles. Recuerden también que ellos tenían su religión. Cuán similar
a la Cristiandad en la actualidad. Ellos se jactaron del arca del pacto. Ellos
habían hecho eso en el día de Samuel y la perdieron cuando los filisteos la capturaron,
una circunstancia que se les recuerda en Jeremías 7; ellos iban a perderla
ahora para siempre (véase Jeremías 3:16). El templo fue también su mentirosa
jactancia, pero ellos habían hecho de ella una cueva de ladrones. A pesar de
sus malvados y licenciosos modos de obrar ellos se jactaban de la ley,
diciendo: "Nosotros somos sabios, y la ley de Jehová está con
nosotros" (Jeremías 8:8), y a pesar de su descenso a la terrible
corrupción de cultos fálicos, aun así, ellos se jactaban del Holocausto.
¡Qué copia de todo esto se ve en la
actualidad en la Cristiandad con su mayor luz y mayor responsabilidad! ¿Acaso
no tenemos nosotros un reto en los cultos impíos del momento en su blasfema
oposición a Dios, y la pluma mentirosa del escriba {*}, el modernista, el
terrible descenso a la cautela mental en el púlpito; el impío atropello de las
cosas santas por parte del pueblo donde el nombre mismo de Jeremías es convertido
en un sinónimo de pesimismo?
{*} Jeremías 8:8 - Nota
al margen en la Biblia Inglesa KJV: "Ciertamente la ha cambiado en mentira
la pluma mentirosa de los escribas", o "la pluma engañosa de los
escribas la han falsificado."
Es innecesario insistir en
esto, pero vean 2ª. Timoteo 3: 1-5. Quedaba que los tiempos de los Gentiles produjesen
en la Cristiandad el estado más oscuro de cosas que Dios permitiera alguna vez
en la tierra. El encaprichamiento precede al juicio y este juicio está a la
puerta; sí, ¿y qué si está ya activo en los estragos de la guerra comenzada?
Fue durante este tiempo que
Jeremías, en su segundo mensaje al pueblo, usa el texto como encabezamiento de
su escrito. "Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas
antiguas" (Jeremías 6:16). ¿Nos hemos dado cuenta de la gravedad de la
situación? ¿No estamos en peligro de sacar fuera de lugar esta amable súplica y
aplicarla a lo que es meramente exterior? ¿No hay una clara evidencia de parte
nuestra de que buscamos una posición eclesiástica correcta sin la condición
moral interior que Jehová pide a Su pueblo? Pero aún más solemne, ¿no existe el
peligro de perder la fuerza completa de la queja Divina y limitarla a un simple
detalle, con independencia de lo que ese detalle pueda ser? Las sendas antiguas
están claramente ante nosotros en Jeremías 2: 2, 3. "Me he acordado de ti, de la
fidelidad de tu juventud, del amor de tu
desposorio, cuando andabas en pos de mí en el desierto." (Jeremías 2:
2, 3).
Qué tremenda diferencia moral
en estas palabras comparada con la condición del pueblo detallada en estos
capítulos. ¿Y qué del remanente sincero en este tiempo? Estaban Jeremías,
Hilcías, la profetisa Hulda, el escriba Safán, Ahicam y Baruc. Ellos no estaban
divididos. Jeremías, Ezequiel y Daniel estuvieron todos ocupados en el cargo de
profeta en este tiempo. No era la parte de ninguno de ellos el exhortarse el
uno al otro a regresar a las sendas antiguas. Entonces, ¿qué? Ellos estuvieron
llorando (Jeremías 13:17), y diciendo, "¿Y tú buscas para ti grandezas? No
las busques." (Jeremías 45:5). Pero, ¿qué hay de Jehová Dios? Su corazón se
pone de manifiesto aquí en sus súplicas como en ningún otro lugar en la
Escritura. Al igual que un esposo abandonado por una esposa infiel Él les
suplica que regresen, y como un padre desesperado por la iniquidad de sus hijos
Él los llama a obedecer.
¿Cuál es entonces la
incidencia de Jeremías 6:16, por analogía, sobre los santos hoy? El pasaje es
usado tan constantemente para meros propósitos eclesiásticos que nosotros no
solamente estamos en peligro de perder su fuerza, sino de pervertir el solemne
lenguaje de Dios a la Cristiandad en este momento. ¿No es evidente que para
nosotros un pasaje semejante aplicado al orden exterior es perder la queja
completa de Jehová, perder el pathos (o, afecto vehemente del ánimo) del
mensaje y nosotros mismos mostrarnos incapaces de ese santo refinamiento que
brota del conocimiento verdadero de Dios? Vamos entonces a la causa, más allá
del fracaso eclesiástico. Las sendas antiguas y el buen camino significan mucho
más que hablar de principios divinos o asumir estar defendiendo la verdad. Los hombres
que defienden la verdad en el
libro de Jeremías estaban viviéndola.
Entonces, ¿cuáles son las
sendas antiguas? Santidad a Jehová
(Jeremías 2:3). "Me he acordado de ti, de la fidelidad de tu juventud, del
amor de tu desposorio, cuando andabas en pos de mí en el desierto, en tierra no
sembrada. Santo era Israel a Jehová, primicias de sus nuevos frutos." ¿Acaso
no tenemos nosotros un eco de esto para los santos de la actualidad en las
palabras de Apocalipsis 2:4, "Pero tengo contra ti, que has dejado tu
primer amor."? En vez de intentar formar un testimonio para el Señor
mediante medios artificiales, oigamos, tal como los hermanos de la primera
parte del siglo 19, la voz del Señor. "Al que venciere, le daré a comer
del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios."
(Apocalipsis 2:7). Estos dos pasajes citados y Jeremías 2: 2, 3, deberían ser
leídos junto con Mateo 11:29. "Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended
de mí,…; y hallaréis descanso para vuestras almas." Es sencillo y fácil
ver que, sin controversia alguna, la manera de vencer es empaparse del espíritu
de Cristo.
Los principios de Dios nunca
cambian, y juntando estos textos podemos ver cómo puede el individuo vencer en
un día malo, y estar en toda la luz de la época de la gracia, y, andar
tranquilamente en el temor de Dios con aquellos de igual sentir (2ª. Timoteo
2:22), en la ausencia de toda pretensión a una administración judicial, puede
complacer mucho al Señor.
James McBroom
Traducido del Inglés por: B.R.C.O. – Junio/ 2018