¿SERÁN TODOS LOS SANTOS ARREBATADOS
CUANDO EL
SEÑOR VENGA?
Todas
las citas bíblicas se encierran entre comillas
dobles ("") y han sido tomadas
de la Versión Reina-Valera Revisada en 1960 (RVR60) excepto en los lugares
en que, además de las comillas dobles (""), se indican otras
versiones, tales como:
LBLA
= La Biblia de las Américas, Copyright 1986,
1995, 1997 by The Lockman Foundation, Usada con permiso.
Nosotros respondemos
esta pregunta con un decidido SÍ. Al hacerlo, sin embargo, somos conscientes de
que no pocos creyentes fervientes responderían NO, y que esta afirmación
contraria se hace con citas Escriturales que se supone que la apoyan, y se
insiste en ella con un gran grado de habilidad argumentativa.
La controversia, no
obstante, no es el objetivo de este artículo, sino más bien una sencilla
declaración de algunas razones para la fe que está en nosotros en relación con
este asunto.
Por todas partes y
cada vez más, los hijos de Dios se
están alineando en el lado de aquellos que creen que Cristo viene y viene pronto; de modo que la expectativa de un cumplimiento cercano de
1ª. Tesalonicenses 4: 13 al 18 es muy general:
"Tampoco
queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os
entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. Porque si creemos que
Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron
en él. Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que
vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los
que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y
con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán
primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos
arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire,
y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto, alentaos los unos a los otros
con estas palabras."
No es de extrañar,
por tanto, que la pregunta que tenemos ante nosotros sea debatida de manera
vehemente; ella es, obviamente, de candente importancia en vista de la
inminencia del regreso de nuestro Señor.
La Escritura ya
mencionada es el pasaje especial que trae ante nosotros este tremendo
acontecimiento, y las tres claras acciones de las que dicha Escritura se compone,
son claramente discernibles:
1ª. "EL SEÑOR
MISMO con voz de mando, con voz de
arcángel, y con trompeta de Dios, DESCENDERÁ DEL CIELO."
2ª. "y LOS
MUERTOS EN CRISTO RESUCITARÁN PRIMERO."
3ª. "luego
NOSOTROS LOS QUE VIVIMOS, LOS QUE HAYAMOS QUEDADO, SEREMOS ARREBATADOS juntamente
con ellos en las nubes para
recibir al Señor en el aire."
El precioso
resultado y la conclusión de esta acción triple nos son presentados en las
palabras, "y así estaremos siempre con el Señor.
Las tres acciones
son perfectamente claras. DESCENSO, RESURRECCIÓN, TRASLADO.
Los tres grupos
participantes de esta gran operación triple son igualmente puestos de
manifiesto de manera clara y explícita. Nosotros tenemos:
El descenso del
SEÑOR MISMO.
La resurrección de
los MUERTOS EN CRISTO.
El traslado de
NOSOTROS LOS QUE VIVIMOS Y QUE HAYAMOS QUEDADO junto con los muertos en Cristo.
No hay lugar reservado
alguno, ninguna condición calificadora, no hay pensamiento alguno acerca de
alguna selección interior en ninguna de las tres acciones.
El Señor mismo.- No se trata de una emanación de Él, de una
manifestación de Su poder como siendo efectuada aparte de Su presencia; de una
diputación de seres angélicos, ni siquiera del arcángel mismo.
Los muertos en Cristo.- No se trata de algunos de los muertos en
Cristo; de los muertos en Cristo que son de la iglesia, como siendo distintos
de los santos que vivieron antes de que Cristo viniese; de los muertos de
fidelidad excepcional, los "Elías" de la historia como siendo
diferenciados de los "siete mil" cuya fidelidad consistió en la
virtud (en sentido negativo) de no doblar la rodilla ante Baal.
Nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado – No se trata de
algunos de nosotros, de presumiblemente unos pocos; de aquellos de nosotros que
somos vencedores según Apocalipsis 2 y 3; de los que están 'velando',
'esperando a Cristo'. El pronombre personal "NOSOTROS" es el
"nosotros" Cristiano, calificado y limitado por la sola y única condición,
no por el hecho de velar y servir, sino porque vivimos y hemos quedado. [Nota 1]
[Nota
1] Que nadie pase por alto la
importancia de velar y servir y vencer. Nosotros enfatizamos estas cosas más
adelante en este escrito. Hablamos simplemente aquí de lo que la Escritura
dice, y de lo que ella no dice.
Teniendo en cuenta
estos hechos sencillos y obvios, nos atrevemos a caracterizar la importancia de
cualquiera de estas calificaciones y reservas hechas al pasaje, como un
procedimiento audaz y cuestionable — una contención que sólo se puede permitir
oír si se puede demostrar que existe una revelación adicional y posterior del
Señor a Su apóstol, que muestre claramente que el pasaje debe ser leído en
cualquier manera limitada. Otras Escrituras aluden al 'Arrebatamiento', es
decir, el arrebatamiento de los santos, pero este es el único pasaje que lo
revela plenamente, y, por lo tanto, nosotros comenzamos observando que dicho
pasaje no contiene indicio alguno de un arrebatamiento parcial o selectivo. Los
que van a ser arrebatados son descritos en términos que abarcan a todos los Cristianos.
Apliquemos ahora
otra prueba a esta pregunta. Existen, como hemos aseverado, otras Escrituras
que aluden a la venida del Señor por
Su pueblo, diferenciada de Su venida con ellos
en gloria – tales como Juan 14:3, 1ª. Corintios 15:23, y 1ª. Corintios 15: 51 y
52. Hay también otras partes de la verdad de Dios que tienen relación con ella,
de modo que la venida del Señor por
Su pueblo se convierte en un caso de ajustar lo que uno ha aprendido en cuanto
al Arrebatamiento, con otra verdad claramente revelada. La verdad de Dios es
semejante a un arco completo y perfecto, en el cual cada piedra es de tal forma
que se corresponde con sus piedras similares, y encaja con ellas, en ambos
lados. Ahora bien, ¿cuál es la forma correcta para esa piedra en el arco de
verdad que llamamos 'el Arrebatamiento'? ¿Debería ser cortada a límites
estrechos y ser confinada a un número selecto de creyentes muy fieles, los
cuales llegan a un estándar de santidad, cuyo grado es conocido sólo por Dios?
O por el contrario, ¿está relacionada con la gracia de Dios más que con nuestra
fidelidad y, por tanto, lleva impresa sobre ella la expansividad de esa gracia,
y abarca a todos los hijos de Dios?
Vamos a resumir
nuestras respuestas a esas preguntas bajo cuatro encabezamientos.
"Los que son de Cristo"
Acudamos, en primer
lugar, a 1ª. Corintios 15: 23 y 24. El gran tema de este capítulo es la
resurrección y no el arrebatamiento, pero ya que, como hemos visto en 1ª.
Tesalonicenses 4, la resurrección de los santos — la primera resurrección — no es
sino preliminar al arrebatamiento, este versículo está relacionado
evidentemente con nuestro tema.
El apóstol basa aquí
su razonamiento sobre el gran hecho establecido de la resurrección de Cristo.
Él muestra que dicha resurrección es un hecho que lleva en sí mismo una promesa
de la futura resurrección de los hombres, pero cada hombre en su orden propio.
Él enumera el orden.
1. CRISTO, las
primicias
2. "los que son de Cristo", en Su
venida.
3. "Luego el fin"—cuando la
muerte, el postrer enemigo, será destruida. En relación con la resurrección de
los muertos impíos, los asuntos son dejados indefinidos, ya que el gran tema de
este pasaje es la resurrección de los santos.
La descripción de
los que ocupan el segundo orden o lugar es, no obstante, muy precisa y clara.
Se los describe como, "los que son de Cristo."
Nuestra primera
observación es que, nuevamente allí, no hay indicio alguno de algo parcial. En
Su venida, los que son Suyos resucitarán, nada más y nada menos. No se enseña
aquí ninguna resurrección selecta, y por consiguiente, ninguna resurrección
parcial.
Pero además, leyendo
1ª. Corintios 15:23 a la luz del contexto, y especialmente del versículo 45 al
49 del capítulo, nosotros deducimos que en la expresión "los que son de
Cristo" hay más que el pensamiento de posesión.
Está también el pensamiento de comunidad
de identidad de vida y naturaleza.
Lean
cuidadosamente los
versículos 45 al 49. Adán y Cristo son contrastados. El primer Adán es un alma
viviente, pero natural y terrenal. Como hombre caído, él se reproduce en muchas
generaciones, pero siempre conforme a esa ley original de creación expresada en
esas palabras Hebreas repetidas diez veces en Génesis 1, y que la Versión
Reina-Valera 1960 traduce como: "según su género", " según su
naturaleza", "según su especie." No hay evolución alguna a un
orden más elevado y diferente. El hombre del siglo 20 no es sino el hombre del
siglo 1, según su especie, naturaleza, género, es un alma viviente, pero es,
no obstante, natural
y terrenal.
Cristo,
el postrer
Adán, es "espíritu vivificante", es decir, un espíritu dador de vida.
Él es espiritual, el Señor es del cielo y, por consiguiente, es celestial, y
los que son Suyos son según Él es. ¡Oh verdad maravillosa! Hay identidad de
vida y naturaleza. Ellos son también celestiales, y en la resurrección, en Su
venida, van a traer la imagen del Hombre espiritual y celestial.
A la
luz de esto, qué
riqueza de significado es revelada en esa última cláusula del versículo 23,
"los que son de Cristo, en su venida." Cuando Cristo venga, Él
resucitará a los que Le pertenecen, no meramente porque ellos son Su posesión,
sino porque son también de Su vida y naturaleza. Él posee mucho, los ángeles de
Su poder, por ejemplo, de los cuales no se podría hacer esta última
declaración.
Consideren
aún un poco
más lo que esto significa. Supongamos que en una esquina de un gran taller de
ingeniería se encuentra un montón de limaduras de metal. Varias carretillas
cargadas de ellas han sido descargadas allí de manera casual, sin tener en
cuenta su naturaleza, y el resultado es que limaduras de acero y plomo se encuentran
completamente mezcladas. ¿Quién puede desenredarlas ahora? Aun si una docena de
hombres se pusieran a trabajar con sus dedos, se demostraría que ello sería una
tarea desesperada y angustiosa.
Pero,
¡alto! Existe un
método muy simple de separación. Permitan que un poderoso imán eléctrico viaje
en dirección del montón hasta que esté directamente sobre él. Ustedes saben lo
que sucederá. Las limaduras de acero, sintiendo la fuerza de su atracción,
comenzarán a moverse y se elevarán atraídas por el imán. Las limaduras de plomo
permanecerán en la tierra, inertes como antes.
Pero,
supongan que en
el curso de semanas las limaduras han sido a menudo saturadas con agua — ¿qué
sucede entonces? Pues entonces, el agua que puede haber lavado las limaduras de
plomo hasta que ellas brillen con más intensidad, ha herrumbrado las de acero
hasta el punto que no brillan más. Ahora bien, ¿se verá alterado, o revertido,
por esta situación, el proceso con el imán? ¿Serán atraídas las limaduras brillantes
y serán dejadas atrás las herrumbradas
de acero? Absolutamente no. Hay una cierta identidad, o afinidad, de naturaleza
entre el imán y el acero, que ninguna herrumbre superficial puede erradicar, y
entre el imán y el plomo hay una falta total de tal afinidad que ninguna
brillantez puede compensar. La naturaleza,
y no la condición de la superficie es el factor decisivo.
"Los
que son de
Cristo, en su venida." Él, el Imán celestial, ejercerá Su poder de resurrección,
y los que son de Él, de Su vida y naturaleza y, por tanto, Su posesión, oirán
Su voz y resucitaran para estar con Él para siempre. Cada uno de los millones
resucitados será 'acero verdadero', si es que podemos decirlo así, aunque no todos,
de ninguna manera, se habrán librado de contraer un buen poco de la herrumbre
de este mundo contaminante mientras pasan a través de él. Ninguna persona
mundana estará allí. Al igual que el plomo, ellas permanecerán inmóviles hasta
el fin. Ellas pertenecen al tercer rango u orden, y no al segundo.
Nosotros
afirmamos,
entonces, que esta corta frase en 1ª. Corintios 15:23, implica la resurrección
de todos los que son de Cristo en Su
venida, y que la suposición de un arrebatamiento parcial viola esta maravillosa
revelación de comunidad de vida y naturaleza entre Cristo y los Suyos, tal como
es presentada en 1ª. Corintios 15: 45 al 49.
Para
evitar un
malentendido, destacamos nuevamente que la declaración de 1ª. Corintios 15:23
se hace acerca de la resurrección y no
del arrebatamiento, pero en vista de
que el arrebatamiento de los santos es el acto que da los últimos toques al
plan de Dios en cuanto a la resurrección, estos dos acontecimientos no pueden
ser disociados. Tampoco se puede sostener seriamente, que en Su venida, el
Señor tratará con Sus santos que viven sobre principios diametralmente opuestos
a los que operan con respecto a los santos que duermen. Si hay selección de los
unos, entonces debe haber de los otros o viceversa.
"La redención de nuestro cuerpo."
En segundo lugar, podemos
citar ciertas Escrituras que se refieren a la venida del Señor por Sus santos
sin mencionar explícitamente el arrebatamiento. Las alusiones que ellas hacen a
este gran acontecimiento son, sin embargo, de gran valor, ayudándonos a
determinar su naturaleza. Tales escrituras son:
Romanos 8:23 "Nosotros
mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro
de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo."
Romanos 13:11 "Y
si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el
que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos
mortales por su Espíritu que mora en vosotros."
Efesios 1:13 y 14
"En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio
de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el
Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la
redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria."
Efesios 4:30 "Y no
contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el
día de la redención."
1ª. Tesalonicenses 5: 8
al 10 "Pero nosotros, que somos del día, seamos sobrios, habiéndonos
vestido con la coraza de fe y de amor, y con la esperanza de salvación como
yelmo. Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por
medio de nuestro Señor Jesucristo, quien murió por nosotros para que ya sea que
velemos, o que durmamos, vivamos juntamente con él."
2ª. Tesalonicenses 2:13
"Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros,
hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio
para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad."
1ª. Pedro 1: 5 y 13
"[vosotros] que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para
alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero."
"Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y
esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea
manifestado."
Que estos pasajes
sean leídos cuidadosamente con su contexto, y haciendo esto se verá:
1º. Que cada uno
contiene una alusión a la venida del Señor como la esperanza del santo y, por
decirlo así, el gran final del recorrido al cual él se está moviendo.
2º. Que el carácter impreso
sobre la venida del Señor en su relación con los creyentes, no es el de juicio,
o ley, o mérito, sino que es expresado en palabras tales como
"redención", "salvación", "gracia."
Este es un punto de
importancia primordial y es, por tanto, digno de un cuidadoso examen. La
primera de las Escrituras arriba citadas puede ser tomada como representativa
de las demás. "Nosotros", es
decir, los hijos de Dios, teniendo las primicias del Espíritu, "también
gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro
cuerpo."
La alusión a la
venida del Señor en este pasaje es totalmente inequívoca. La primera parte de
la epístola a los Romanos ha sentado las bases para ello. Se descubre que el Cristiano
es un hombre justificado de su culpa, y libre del dominio del pecado y de la
condenación, por medio de la cruz de Cristo, la cual lo disoció de Adán para
que pudiese estar en Cristo; y el Espíritu de Cristo es visto estando en él.
Con respecto a su
alma, a su espíritu, una redención plena le ha alcanzado, y sólo queda,
entonces, que en la venida del Señor su cuerpo será también redimido, para que
liberado, espíritu, alma y cuerpo, él
pueda entrar "a la libertad gloriosa de los hijos de Dios." Esta
redención será efectuada mediante la transformación del cuerpo de nuestro estado
de humillación, en conformidad al cuerpo de
gloria de Cristo (Filipenses 3: 20 y 21). Al leer estos dos versículos, observe
que el Señor Jesucristo lleva a cabo esta gran obra cuando Él viene desde el
cielo, no como Juez, ni como Mediador, sino como Salvador.
Ahora bien, enfaticemos esa palabra
REDENCIÓN. Ella nos presenta, en una palabra, el carácter que está impreso, a
través de toda la Escritura, sobre la
venida del Señor por Su pueblo. Posterior
a esta venida está el tribunal de Cristo y Su aparición gloriosa.
Responsabilidad, galardón o pérdida, y juicio, están estampados claramente
sobre estos dos acontecimientos. Esta es una distinción que debe ser tenida
siempre en cuenta.
Ahora bien, nosotros afirmamos, sin temor
a la contradicción que, en todas partes en la Escritura, la redención está
relacionada con la misericordia y no
con el mérito. La redención tiene que
ver con la gracia de Dios y no con la fidelidad del hombre.
Se trata, por lo tanto, de un hecho de
importancia decisiva, y es que lo que alcanzan los santos en la venida del
Señor por ellos, según 1ª. Tesalonicenses 4: 16 y 17, es la redención de sus cuerpos.
Ello da
perfectamente por seguro que la resurrección de los santos que duermen, la
transformación de los santos que viven y el arrebatamiento de ambas clases para
estar para siempre con el Señor, es un acto de gracia y no un acto de juicio.
No es de extrañar que cuando se contempla el aumento de la apostasía del
postrer tiempo, Judas habla de la venida del Señor, que es la verdadera vía de
escape para los santos, como de misericordia.
"Conservaos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor
Jesucristo para vida eterna." (Judas 21).
Queda ahora el hecho de aplicar los hechos
anteriores a la pregunta que está ante nosotros. Cuando el Señor Jesucristo
viene como Salvador a redimir los cuerpos de Sus santos, ¿se extenderá esta
misericordia suprema a todos, o sólo a unos pocos de mayor vigilancia y de
mayores logros que los demás? ¿Qué forma se debe dar a esta piedra llamada
'Arrebatamiento' en el arco de la revelación divina, si ha de estar de acuerdo
con esta verdad? ¿Es posible que Dios nos brinde redención en cuanto a nuestras
almas, sobre el terreno de Su gracia, y luego, en cuanto a nuestros cuerpos, la
conceda sobre el terreno de lo que nos merecemos, de nuestros méritos — por lo
cual, el fracaso en cuanto a la
vigilancia y cosas semejantes, puede aplazar la redención de nuestros cuerpos
por mucho tiempo, y hasta ocasiones de las cuales el Espíritu no da indicio
alguno?
Nosotros respondemos resueltamente—ello no es posible. Enseñar
un arrebatamiento
parcial o selectivo sobre el terreno de nuestra fidelidad, es enseñar que Dios
comienza la redención sobre el principio de la "gracia", y la
finaliza sobre el principio de las "obras", y esa enseñanza es, en su
esencia, el error de los creyentes Gálatas [Nota 2]. Bien podemos formular la
pregunta que Pablo les pidió que respondiesen: —"¿Tan necios sois?
¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne? (Gálatas
3:3).
[Nota
2] El hecho de que no hemos
presentado injustamente el caso en las declaraciones anteriores es evidenciado
por el hecho de que un destacado exponente del arrebatamiento selectivo usa
palabras como estas: — 'El
Arrebatamiento, o Rapto, es un acto de juicio…. Eso no puede acaecer en el
Día de la Gracia el cual retira del mundo los testigos de la gracia, no se
trata del último acto en 'este Día', sino del primero de 'aquel Día': el arrebatamiento
cae en la esfera del juicio, y es así una recompensa o galardón según las
obras, no un privilegio unido a la gracia'. (De: El Arrebatamiento, escrito por
D. M. Panton. Las letras en Itálica
son del autor.
Una iglesia gloriosa, sin que tenga
mancha ni arruga, ni cosa semejante
Hemos considerado,
hasta ahora, la pregunta del título de este artículo, desde un punto de vista
más o menos individualista. Consideremos ahora, en tercer lugar, el asunto tal
como tenemos derecho a hacerlo,
en relación con aquello que Dios ha establecido de naturaleza colectiva: es decir,
la iglesia. Cada creyente debería reconocer que, más allá de los
privilegios y responsabilidades que son suyas a título individual, está el
hecho de que él es parte de un cuerpo colectivo establecido por el propio
Señor, con privilegios y responsabilidades en esa calidad colectiva. La
epístola que más se extiende acerca de este aspecto de la verdad es la epístola
a los Efesios.
La epístola Efesia
tiene mucho que decirnos con respecto a "la iglesia": es decir, la
asamblea de los llamados a salir fuera, — los llamados a salir del mundo para
Cristo, entre el día de Pentecostés, cuando el Espíritu bautizó a los creyentes
en un solo cuerpo, y el Arrebatamiento que pone fin al período actual. En la
epístola se habla de la iglesia bajo la figura de un templo, un edificio bien
coordinado (Efesios 2: 20 al 22); como un cuerpo, el cual es el cuerpo de Cristo
(Efesios 1: 22 y 23; Efesios 2: 12 al 16); y como una esposa (Efesios 5: 25 al
27).
Aquí, entonces, el
creyente es considerado como una pequeña parte de un gran todo; y ese todo no
es una mera colección de unidades, una organización, sino más bien un organismo.
Consideren este
asunto atentamente, porque se ha de temer que, con respecto a ello, muchos
Cristianos se dan el gusto de pensar de manera vaga y descuidada, — si es que
piensan en ello en absoluto. La iglesia es, entonces, un cuerpo de una
naturaleza orgánica, de modo que el cuerpo humano puede ser mencionado como una
figura de ella.
Permitan una
ilustración. Un colegial regresa de sus juegos balanceando una bolsa de
canicas. Ellas son muchas en número, y son diferentes en tamaño y cantidad. La
mayoría son de la clase más común, algunas son de vidrio brillantemente
coloreado, aquí o allá hay una que ha sido cortada de sanguinaria (especie de
ágata, de color de sangre), y una, quizás, su principal tesoro, es una ágata
verdadera. La bolsa de gran capacidad las mantiene a todas juntas y las forma en
una cierta 'unidad' artificial. Demasiados Cristianos consideran la iglesia
como una organización mediante la cual la masa diversa de creyentes
individuales es mantenida unida, según el modelo de esa bolsa de canicas.
El pensamiento
divino es muy diferente. La iglesia es un edificio "bien coordinado";
cada parte ajustada y en conexión estructural. Es un cuerpo "(estando bien
ajustado y unido por la cohesión que las coyunturas proveen)" (Efesios
4:16 – LBLA). La figura es aquí aún más intensa. No se trata meramente de
unidad estructural, sino de unidad orgánica. Al igual que la vida misma, la
sangre fluye a través de cada parte del cuerpo humano, y la cabeza es la sede
de toda instrucción y de todo control. Finalmente, la iglesia va a ser
presentada a Cristo por Él mismo como una esposa a su marido, "sin que
tenga mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuera santa e inmaculada."
(Efesios 5:27 – LBLA). Después del arrebatamiento, y después que los santos han
pasado individualmente ante el tribunal de Cristo, esta presentación tendrá
lugar antes de la aparición en gloria (Apocalipsis 19: 6 al 9).
¿Cómo concuerda la
idea de un arrebatamiento parcial y selectivo con esta gran verdad? No concuerda en
absoluto. Dicha idea
sería bastante consistente si la iglesia fuese semejante a esa bolsa de canicas
mencionada anteriormente. Habría sido bastante fácil, para el muchachito,
introducir su mano y sacar la ágata, la sanguinaria (especie de ágata, de color
de sangre), o incluso las canicas de vidrio, y dejar las pobres canicas
ordinarias atrás. Pero sacar de la estructura la más fuerte o la más ornamental
de las "piedras vivas", o los miembros más vigorosos o más útiles del
cuerpo, dejando atrás, en ambos casos, nada más que un despojo mutilado, es un
procedimiento impensable, incluso si nosotros no tuviéramos la clara certeza,
ya citada, de que cuando Cristo se presente la iglesia a Sí mismo, ella estará entera,
completa, y sin mancha.
Sin que tenga mancha, es decir, sin defecto de
cualquier clase. Ni arruga, es decir,
ningún signo de vejez o decadencia, "ni cosa semejante", es decir,
ningún otro defecto de cualquier naturaleza imaginable. ¿Podría el lenguaje ser
más poderoso o más vehemente? Cuan imposible es hacer concordar estas
expresiones con la idea de que sólo individuos seleccionados, de entre los
muchos que componen la iglesia, van a ser arrebatados por el Señor a Su
presencia cuando Él venga. En ese caso, de hecho, Él se presentaría a Sí mismo fragmentos
mutilados, en vez de una iglesia sin mancha, ni arruga, ni cosa semejante.
Nosotros creemos,
entonces, que la verdad en cuanto a la iglesia prohíbe la lectura, en 1ª.
Tesalonicenses 4: 16 y 17, de cualquiera de tales calificaciones como siendo
las que demanda la teoría de un arrebatamiento selectivo.
"En un abrir y cerrar de ojos, a la
final trompeta."
En cuarto lugar,
regresemos a 1ª. Corintios 15: 50 al 52: Estos versículos siguen inmediatamente
a continuación de los versículos que se refieren a la raza humana del primer
Adán, y a la raza celestial del postrer Adán, a los cuales se ha atraído ya la
atención, y están estrechamente relacionados con ellos.
Este es un pasaje de
suma importancia para nuestro tema, ya que, primeramente, declara con gran
exactitud el procedimiento relacionado con la primera resurrección; y, en segundo
lugar, se refiere explícitamente a ese procedimiento en relación con los santos vivos,
proporcionando un detalle que
no es mencionado en 1ª. Tesalonicenses 4: 16 y 17, a saber, que nosotros, los
que vivimos, seremos transformados en cuerpos de gloria antes de ser
arrebatados para estar con el Señor. Esta transformación
de una condición de "carne y sangre" a una condición de incorrupción
e inmortalidad, es el tema principal de este pasaje.
Tengan en cuenta el
contexto: — Cristo resucitado es las primicias, o garantía, de toda la
resurrección (1ª. Corintios 15:20). En la venida de Cristo, los que son de
Cristo resucitarán (1ª. corintios 15:23). Ellos resucitarán en un cuerpo de
incorrupción, de gloria y de poder, en cuerpos espirituales (1ª. Corintios 15:
35 al 44). Ellos llevarán la imagen del Hombre celestial, del Señor, el cual es
del cielo, en vista de que son de Su linaje, participando de Su vida y Su
naturaleza (1ª. Corintios 15: 45 al 49). Pues bien, algo es necesario si
"nosotros", los santos que vivimos, hemos de compartir en el reino
incorruptible de Dios, lo cual será la porción de los santos resucitados. De
ahí la revelación de 1ª. Corintios 15: 51 y 52). "He aquí, os digo un
misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento,
en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la
trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos
transformados.
Nosotros citamos las
palabras en su totalidad porque el pasaje es uno e indivisible, aunque su
continuidad se ve algo discontinuada por el hecho de haber sido dividido, en
nuestras Biblias, en dos versículos en un punto donde ocurre una coma.
En dicho pasaje,
unas pocas cosas importantes se destacan claramente: —
1. El pronombre
"nosotros" es usado en el sentido Cristiano más amplio.
2. Todos nosotros seremos transformados, no
meramente unos pocos seleccionados.
3. Nosotros seremos
transformados instantáneamente — en
un momento, en un abrir y cerrar de ojos.
4. Todos nosotros
seremos transformados instantáneamente en
la misma ocasión — es decir, a la final trompeta.
Aquí tenemos,
entonces, un pronunciamiento tan claro como es posible, acerca de este
trascendental asunto. El arrebatamiento, es decir, el acto de tomar y llevar a
lo alto a los santos en su condición transformada, no es mencionado. Pero el
hecho de que se trata de la transformación preparatoria para el arrebatamiento,
hace que sea cierto que lo que se declara aquí acerca de la transformación, es
igualmente verdad acerca del arrebatamiento. Y lo que se nos revela es, que
TODOS los santos vivos serán transformados INSTANTANEAMENTE en cuerpos
glorificados, LLEGADO UN CIERTO PUNTO PRECISO DE TIEMPO — LA FINAL TROMPETA .
Ellos NO serán transformados y arrebatados en parcialidades.
Aquel punto preciso
de tiempo será el momento de victoria manifiesta — una victoria dada a nosotros
incluso ahora, no por nuestra fidelidad, sino por nuestro Señor Jesucristo. Ella
será alcanzada, entonces, sobre el mismo terreno — no como una recompensa, o
galardón, por unas supremas fidelidad y vigilancia, y por consiguiente, la
porción de unos pocos, sino como una muestra de la gracia y del poder del Señor
Jesús.
Esta Escritura, repetimos,
niega claramente cualquier idea de transformaciones y arrebatamientos parciales
tal como se enseña hoy en día.
*******
Resumamos ahora lo
que hemos recabado de la Escritura.
1. El Arrebatamiento
no es un acto de juicio sino el acto supremo de la gracia. Es el toque final de
la gran redención que es en Cristo Jesús.
2. Mediante este
arrebatamiento, el Señor tomará a Sí mismo, desde el cielo, a Sus celestiales —
los que son de Él, de Su naturaleza, y esto no permite el pensamiento de que se
hace una selección. [Nota 3]
[Nota
3] Es un hecho que después
del arrebatamiento, el Espíritu de Dios resucitará
a otros santos, algunos padecerán el martirio y serán resucitados
posteriormente (véase Apocalipsis 20:4). Esto no repercute, en lo más mínimo, en
contra de lo que afirmamos, a saber, que cuando Cristo viene, Él arrebata a todos
los que son Suyos hasta aquel momento.
3. El Arrebatamiento
no es exactamente el arrebatamiento de la iglesia, ya que todos los creyentes,
desde el principio, serán indudablemente incluidos, pero la iglesia será arrebatada.
Ella es un
organismo vivo y suponer que sólo unos miembros serán tomados, violenta esta
verdad de la Escritura.
4. En las grandes
Escrituras que se refieren a la venida del Señor a buscar a Su pueblo tales como:
Juan 14:3, 1ª. Tesalonicenses 4:
15 al 17, 1ª. Tesalonicenses 5: 9 y 10, 2ª. Tesalonicenses 2:1, no se presenta
indicio alguno de un tal 'arrebatamiento
parcial' como se sugiere, y una de tales Escrituras, a saber, 1ª. Corintios
15: 51 y 52 — lo niega, tal como lo hemos visto explícita y formalmente.
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Somos totalmente
conscientes de que hay Escrituras que, a primera vista, puede parecer que
niegan lo que nosotros hemos presentado. La misma cosa se podría decir de
prácticamente cada verdad de la Escritura. Un pasaje o pasajes, pueden ser
presentados, que sin son leídos superficialmente parecen negarlo. Uno de estos
pasajes en relación con nuestro tema es Hebreos 9: 27 y 28: "Y de la
manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después
de esto el juicio, así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los
pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado,
para salvar a los que le esperan." Él aparece por segunda vez para salvar
"a los que le esperan." No
obstante, el contexto muestra que la alusión es aquí al Sumo Sacerdote de
Israel que entró al Lugar Santísimo con la sangre del sacrificio, y al pueblo
que está afuera esperando Su reaparición, la cual les daría la certeza de que
la expiación había sido hecha. En todas partes, en la epístola a los Hebreos,
encontramos estas alusiones a tipos del Antiguo Testamento, y contrastes con
esos tipos. Esta Escritura no se refiere en ningún modo exclusivo, o incluso
preciso, al arrebatamiento. Ella trata con Su aparición en términos generales
que cubrirán al remanente fiel de Israel, el cual espera a Cristo cuando la
iglesia ya no está en la tierra. Es cierto, obviamente, que todo Cristiano espera
a Cristo, aunque a
menudo con poca inteligencia, o comprensión, en cuanto a Su venida.
Otros pasajes pueden
ser citados de los Evangelios: Mateo 24 y 25, y otros similares. Se afirma, por
ejemplo, que las diez vírgenes insensatas de Mateo 25 representan a Cristianos
que no velan y que son dejados atrás. El versículo 12 de Mateo 25 demuestra que
eso no es así. El Señor no responde «Yo solía conoceros, pero os he olvidado»
como las teorías Arminianas pueden sugerir, tampoco responde «Yo os conozco,
pero a causa de que no habéis velado yo rehúso reconoceros por ahora», como
sugerirían estas teorías de un arrebatamiento parcial — sino que Él responde
sencillamente "No os conozco."
Ellas nunca fueron, propiamente hablando,
Suyas. De los Suyos Él dice "Yo las conozco." (Véase Juan 10:27).
Las vírgenes insensatas tenían una profesión exterior pero ningún vínculo real
con el Señor — ellas eran meras profesantes.
De hecho, casi toda
Escritura mencionada para apoyar la teoría de un arrebatamiento selectivo, y
para refutar el arrebatamiento de todos los santos, en un panfleto como el que
se menciona en la nota 2 de este escrito, es tratada sobre el principio erróneo
de adjudicar a creyentes verdaderos las solemnes advertencias y amenazas
exhortadas contra los meros profesantes del Nombre de Cristo.
Así como era el tipo
del Antiguo Testamento (véase Éxodo 12:38 y Números 11:4), así también fue el
antitipo del Nuevo Testamento. Temprano en la historia de la iglesia, la "grande
multitud de toda clase de gentes" (creyentes verdaderos y profesantes)
llegó a ser demasiada manifiesta, y por eso es que, en las epístolas del Nuevo
Testamento, tenemos muchas preguntas y advertencias escudriñadoras diseñadas
para remover la conciencia de muchos meros profesantes: — por ejemplo: tanto
1ª. Corintios como Hebreos se refieren a Israel, con sus multitudes cayendo en
el desierto debido a la incredulidad,
como una advertencia de lo que podría suceder a aquellos que están en una
relación exterior con Dios si se carece de la fe vital. (Véase 1ª. Corintios 10
y Hebreos 3 y 4). Si las personas asumen el terreno cristiano, Dios las acepta,
en valoración propia, para los propósitos de Su juicio santo, y las condena por
su propia boca, como el mal siervo de Lucas 19:22.
Esta es una llave
para la comprensión de mucha Escritura, y una confusión innecesaria es
introducida si ello no se discierne.
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Por último,
enfaticemos que hay una consideración de gran seriedad para todo creyente verdadero,
relacionada con el tribunal
de Cristo y con el reino milenial venidero. Si el arrebatamiento es el acto de
gracia finalizador y culminante, dicho acto, no obstante, lleva directamente a
cada santo individual a estar de pie ante el tribunal de Cristo — el cual
es el final del recorrido y el
lugar de la gran rendición de cuentas acerca de su responsabilidad — y, en
última instancia, lo lleva al reino, que es el lugar y la temporada cuando y
donde las decisiones de aquel tribunal serán mostradas. En ese tribunal
nosotros recibiremos según lo que
hayamos hecho mientras estuvimos en el cuerpo (2ª. Corintios 5:10), lo que
puede significar recibir una recompensa
o sufrir pérdida (1ª. Corintios 3: 14, 15). A ese reino, nosotros podemos
obtener amplia y generosa entrada o a
la inversa (2ª. Pedro 1:11)
¿Cómo nos irá a cada uno de nosotros en
aquel día? La respuesta depende enteramente del carácter de nuestras vidas
aquí, de nuestro servicio y padecimiento para y por Cristo, y de la medida en
la cual nuestros caracteres son formados conforme a Él.
Este tema escudriñador trasciende el
alcance del presente artículo. Lo mencionamos como un contrapeso necesario para
nuestras mentes, al considerar lo que es completamente de la gracia. Nosotros
necesitamos mantener la verdad completa en un equilibrio ecuánime.
Nosotros creemos que aquellos que enseñan
diligentemente un arrebatamiento parcial y selectivo, tienen los mejores deseos
e intenciones. Sintiendo intensamente la baja condición práctica de la mayoría
de los hijos de Dios, ellos desean alguna verdad que sobresalte para sacudirlos
de su actual apatía, y casi aterrorizarlos para que abracen una vida de
consagración y celo y vigilancia; y en lo que han presentado, ellos creen que
han hallado el incentivo necesario.
Pero, ¿lo han hallado? NO. La verdad con
respecto al tribunal de Cristo y al reino venidero, si es mantenida en su
relación correcta es, de hecho, un incentivo
poderoso para la consagración, pero no es, ni puede ser, su motivo principal.
Mucho menos puede una
perspectiva tan errónea del arrebatamiento ser algo por el estilo. El único
fundamento posible sobre el cual la consagración Cristiana puede descansar es
la GRACIA. Solamente la gracia
proporciona poder motivacional. Ninguna ley, ningún temor a incurrir en
penalidades, sino nada más que la gracia nos enseña de qué manera vivir. Tito
2: 11 al 13 lo expresa, "Porque la gracia de Dios se ha manifestado para
salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a
los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando
la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y
Salvador Jesucristo."
Entonces, por la gracia que le ha salvado,
lector Cristiano — gracia que colocará la piedra en la cúspide de la obra,
posándole a usted en gloria, con Cristo y semejante a Él, en el momento
bienaventurado del arrebatamiento — le instamos a despertar del sueño y del
letargo y, al igual que Caleb, siga fielmente a nuestro Señor (Deuteronomio
1:36). Como un incentivo adicional, le recordamos que toda su carrera aquí va a
ser escudriñada ante el tribunal de Cristo, con la correspondiente recompensa o
pérdida en el reino venidero. ¡Usted tiene solamente una vida para vivir! Sea
serio.
Pero que la gracia sea la comida y la bebida de su corazón para que usted
pueda, como Elías, tener fuerza para su senda de peregrinaje al lugar de
reunión designado. Téngalo usted por seguro: si cuando el Señor Jesús aparece
en gloria Él viene con TODOS Sus santos (1ª. Tesalonicenses 3:13), Él no arrebatará
a menos que a TODOS cuando Él venga previamente por ellos.
F.
B. Hole
Traducido
del Inglés por: B.R.C.O. – Febrero 2015.-