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LA SUFICIENCIA DE CRISTO
Todas las citas bíblicas se encierran entre comillas
dobles ("") y han sido tomadas de la Versión Reina-Valera Revisada en 1960 (RVR60) excepto
en los lugares en que, además de las comillas dobles (""), se indican otras versiones, tales como:
BTX = Biblia Textual, © 1999 por Sociedad Bíblica Iberoamericana, Inc.
LBLA = La Biblia de las Américas, Copyright 1986, 1995, 1997 by The Lockman Foundation,
Usada con permiso.
VM = Versión Moderna, traducción de 1893 de H.
B. Pratt, Revisión 1929 (Publicada por Ediciones Bíblicas - 1166 PERROY, Suiza).
Colosenses
2: 5-19; Colosenses 3: 1-4
Creo que ustedes estarán de acuerdo en que hay una larga historia entre Colosenses 2:6 y Colosenses
3:4. En el primero de estos versículos tenemos el Principio; en el otro, la Consumación de la senda Cristiana. En la epístola Colosense tenemos una de las presentaciones
más plenas de la gloria del Hijo de Dios. En Colosenses 1, el Espíritu de Dios pone de manifiesto, paso a paso, Su gloria,
y Él es el objeto viviente que nos llenará y nos absorberá por la eternidad. Jamás nos cansaremos de la gloria, la plena suficiencia
y el encanto de nuestro Salvador. En el día actual, la invasión de la profesión Cristiana por parte del diablo es muy marcada.
Qué triste es que los que profesan la fe hayan permitido que las tradiciones de los hombres, la filosofía, la ciencia (falsamente
llamada así), las huecas sutilezas, etc., permeen la compañía Cristiana, pese a la grandeza y suficiencia de Cristo. Hoy en
día están a todo nuestro alrededor, de ahí que necesitamos esta epístola ahora más que nunca antes.
Remitiéndose primero a Colosenses 1:12, el apóstol se refiere a la acción de gracias. Es bienaventurado comenzar allí comprendiendo que, independientemente de que podamos aumentar
nuestra comprensión espiritual, no por ello seremos más aptos para "compartir la herencia de los santos en luz" (Colosenses
1:12 – LBLA) que cuando por primera vez creímos en Cristo. Aunque la marea de mal está envolviendo la Cristiandad, se nos hizo aptos y eso lo hizo el Padre. Su obra es perfecta y no puede ser mejorada.
Luego el apóstol retrata para nosotros, en detalles bienaventurados, las glorias de Cristo. Existían
en aquella época aquellos que, si bien no Le excluían abiertamente, no Le honraban en modo alguno. De hecho, según el capítulo
2, Le subestimaban y Le desplazaban, obteniendo como resultado la pérdida y el daño irreparables de las almas de los hombres.
En oposición a estos, el apóstol le glorifica a Él. Declara que el Hijo de Dios es el primogénito de toda creación (Colosenses
1:15). Él había entrado, por la encarnación, en la creación que Él mismo había creado. Es el Primogénito (en rango, no en
cronología) a causa de Quien es Él —Dios en la gloria de Su Persona. Él
es, de este modo, el principio de la primera creación y, como primogénito de entre los muertos, es el principio de la nueva
creación. Todos nuestros vínculos con Él son en resurrección.
En Colosenses 2, el apóstol plantea solemnes advertencias en cuanto al mal que está entrando
y presenta aquello que preserva de él, exponiendo la verdad de nuestra identificación con Cristo en la muerte, resurrección
y vida. En el versículo 6, se dice que ellos han recibido al señor Jesucristo.
Habla de la manera en que Le recibieron —"de la manera". Entonces, ¿de qué manera Le habían recibido? Quebrantados por
el evangelio de la gracia de Dios que los había salvado; conscientes de su total impotencia, absoluta indignidad y merecedores
del juicio divino, ellos habían sido atraídos a Cristo con el conocimiento cierto de que Él solo podía hacerles bien y llevarles
a Dios. Todo el tono de la vida Cristiana de ellos tiene que ser del mismo carácter ya que ahora han de 'andar en Él'. (Colosenses
2: 6, 7). Cristo es todo suficiente para todo el recorrido. ¿Puede cada uno de
nosotros decir verdaderamente, «Él es tan indispensable para mí hoy en día como en aquel día cuando por primera vez confié en Él como mi Salvador
y Señor»? Si alguno de nosotros no puede hablar así, que
nuestro amable Señor use esta palabra para restablecernos.
Luego, ellos debían arraigarse y edificarse en Él No
hay duda alguna de que 'arraigados' sugiere el pensamiento de un árbol con su crecimiento y fructificación, lo que es para
Su ojo y placer. 'Edificados' sugiere la casa, lo que se ve como testimonio aquí en este mundo. Tenemos nuestra parte en ambos
aspectos de la vida Cristiana estimada así. Que podamos hundir nuestras raíces profundamente en este suelo fértil y que seamos
edificamos "en" Él, el seguro fundamento. Ellos debían estar "confirmados en
la fe." (Colosenses 2:7). Para estar confirmados así, necesitamos conocer qué es la "fe". Ningún libro de humana sabiduría
puede educar nuestras almas en cuanto a esto. La segura Palabra de Dios es nuestro único libro de texto, de ahí la necesidad
constante de empapar nuestras almas en la preciosa Palabra de Dios. ¿Leemos y meditamos acerca de las Escrituras tanto como
podemos, no sólo como deberíamos hacerlo? Es cierto que si leemos, buscando a Cristo en cada página, la luz de Dios inundará
nuestras almas. "La fe" es el cuerpo completo de la verdad revelada de Dios; la enseñanza completa del Cristianismo en la
que tenemos la revelación de Dios en el Hijo y los tesoros de sabiduría y conocimiento que hallan su centro en Cristo, el
cual murió y está ahora triunfalmente resucitado y glorificado —una reserva inagotable. Esta es la sustancia bienaventurada
de la fe. Ellos debían seguir la enseñanza del apóstol —"como habéis sido enseñados." (Colosenses 2:7). A menudo se ha dicho, «Lo que es verdad no es nuevo y lo que es nuevo no es verdad.» Habían recibido lo que era desde el principio por medio del apóstol y no debían apartarse de
ello. El sello distintivo de la autoridad apostólica es, "el que conoce a Dios, nos oye" (1ª. Juan 4:6). Las innovaciones,
independientemente de cuán eruditas y atractivas sean, han de ser probadas mediante las Escrituras —la sola Palabra
de Verdad. Si no coinciden firmemente con la enseñanza apostólica —independientemente de quien las proponga— no
tienen valor alguno. Son, de hecho, positivamente malas; debemos deshacernos de ellas. La marca de un Cristiano sano es la
tenaz adhesión a la enseñanza original. Al principio de la dispensación (época) ellos "continuaban perseverando todos
en la enseñanza de los apóstoles, y en la comunión unos con otros, en el partir el pan, y en las oraciones." (Hechos
2:42 – VM). Solamente así abundaremos en acción de gracias. ¿Nos lleva nuestro estudio a hacer esto? La filosofía, el
legalismo, etc., llevan al hombre a considerarse a sí mismo; una desafortunada ocupación. "La fe nos da un objeto afuera de
nosotros mismos, el glorioso Señor Jesucristo vivo, el cual eclipsa de tal modo a todos y a todas las cosas, que nos hace
abundar en acciones de gracias a Dios por medio de Él. En medio de una Cristiandad que está apostatando rápidamente hemos
recibido, por gracia, el verdadero y sano ministerio, pero recordemos que cuánto más grande es nuestro privilegio, mayor es
nuestra responsabilidad. La manera de crecer en la verdad de Dios es mediante la obediencia y el camino a la obediencia es
el afecto.
Luego el apóstol advierte, en el versículo 8, en cuanto a qué cosas deben ser evitadas, colocándolas
en marcado contraste con Cristo mismo en quien "habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad" (versículo 9). No podemos
obtener ayuda de parte de ninguna cosa fuera de Él. El ministerio que no nos lo presenta a Él vivamente, no servirá de nada.
El ministerio verdadero exalta a Cristo y edifica a los santos. Sería bueno aislar el ministerio que no hace esto. En Colosenses
1:19 se nos asegura que "toda plenitud" habitaba en Él para el propósito específico de efectuar la reconciliación. Él participó
de carne y sangre para poner Su vida para llevarnos a Dios, pero nunca renunció a Su Humanidad y la plenitud de la Deidad
habita hoy corporalmente en Él como el Hombre glorificado. Todo lo de Dios está concentrado en aquel Hombre y estamos llenos,
completos en Él. Aquel que es lo suficientemente grande como para llenarlo "todo" (Efesios 4:10), se deleita en llenar nuestros
corazones. Que el Señor nos conceda crecer en el conocimiento de Dios, comprendiendo que todo lo que no es conforme Cristo
no es conforme a Dios.
En el versículo 11 de Colosenses 2 tenemos el pensamiento acerca de la circuncisión o del hecho
de que 'se nos desviste enteramente del cuerpo de la carne' ("en quien también
fuisteis circuncidados con una circuncisión hecha sin mano, desvistiéndoos enteramente del cuerpo de la carne, por medio de
la circuncisión de Cristo" Colosenses 2:11 - BTX). Podemos decir que expresa en pocas palabras que, en relación con todo lo
que éramos en Adán, hemos sido despojados en el despojo de Cristo. Él fue al Calvario para poner fin, bajo el juicio de Dios,
a aquel estado pecaminoso que estaba en nosotros. ¿Estamos de acuerdo con esto? ¿Le alabamos por ello? Se trata de un paso
necesario en la historia de nuestra alma. Dios ha terminado con el hombre en la carne —¿he terminado yo con ella? ¿Comprendo
que la carne en mi es incapaz de hacer ahora algo hacia Dios o para Él, al igual que en mis días de no convertido? El Espíritu
de Dios declara aquí doctrinalmente que, como hombres en la carne, hemos llegado
al final delante de Dios en la cruz de Cristo. Como sepultados con Él en el bautismo, nuestra profesión es que hemos sido
colocados fuera de la vista, según la carne, en la muerte de Cristo. Corresponde, por tanto, que cada uno de nosotros sea
verdadero en cuanto a nuestro bautismo. Entonces, también, hemos "resucitado con él". Dios atraería el alma con bendición
positiva —es decir, con nuestra asociación con Cristo resucitado. Además, se nos da vida con Él. No sólo nuestra posición
es sobre el terreno de la resurrección, sino que en esta posición nueva tenemos la vida que pertenece a la resurrección —la
vida de Cristo. Hemos abordado así lo que es nuestro "en" y "con" Él. Nos identificamos con Él en la muerte, resurrección
y vida. ¿Qué clase de personas deberíamos ser?
Colosenses 2: 16 y 17 presentan una lista de cosas de las que el Cristiano necesita ser libertado.
Son descritas como "sombra". ¿Para qué perseguimos sombras que han sido llevadas
a la sustancia gloriosa? No tenemos parte alguna en las sombras, pero sí la tenemos en esta cosa nueva —este organismo
vivo— el cuerpo de Cristo. El cuerpo no es un desarrollo de las sombras; tampoco es un producto de la filosofía del
hombre, "el cuerpo es de Cristo." (Colosenses 2:17). El cuerpo procede de Cristo, tal como Eva procedió de Adán, tal como
la mujer procede del hombre, asimismo la Asamblea, ya que el Cuerpo es de Cristo;
es el producto de Su sueño profundo en el Calvario; es parte de Él, en unión con Él. Entonces, como "el cuerpo es de Cristo",
recibe así de Él todo el alimento y la instrucción que necesita. Nuestros corazones
son dirigidos muy por encima de las aguas poco profundas de la mente del hombre, y por sobre las sombras de la ley, a nuestra
Cabeza en el cielo. Todo lo que necesitamos para ser capaces de estar aquí en la expresión de Su vida, en el mundo que Le
ha echado fuera, desciende de Él estando en gloria, y alcanza a los miembros de Su cuerpo en adecuado ministerio mediante
las coyunturas y ligamentos. Las coyunturas son para el movimiento energético, y los ligamentos son para unir.
Queridos hermanos, que lo nuestro sea dejar de considerar al hombre cuyo soplo de vida está en
su nariz (Isaías 2:22 – LBLA), y acudamos a nuestra Cabeza gloriosa para todas las cosas. Mientras hacemos esto, el
progreso saludable, vivo, espiritual, será promovido entre nosotros y en vez de fomentar las influencias dispersoras del diablo
promoveremos la unión y la vinculación de los hermanos. Promoveremos así esta obra bienaventurada de todo el cuerpo, creciendo
con el crecimiento de Dios. Todo conduce al gran clímax de Colosenses 3:4: eternamente en gloria, donde estaremos con Él y
seremos semejantes a nuestro bendito Señor para siempre. Amén.
Norman Anderson
Traducido del Inglés por: B.R.C.O. – Enero 2013.-
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