¿Enseña la
Escritura un Arrebatamiento Parcial?
Todas las citas
bíblicas se encierran entre comillas dobles ("") y han sido tomadas de la Versión
Reina-Valera
Revisada en 1960 (RVR60) excepto en los lugares en que, además de las
comillas dobles (""), se indican otras versiones, tales como:
NTPESH = NUEVO
TESTAMENTO DE LA BIBLIA PESHITTA En Español, Traducción de los Antiguos
Manuscritos Arameos. Editorial: Broadman & Colman Publishing Group.
Copyright: © 2006 por Instituto Cultural Álef
y Tau, A.C.
Doctrinas extrañas y
diversas abundan cada vez más en estos días. Parece que Satanás, en astucia sin
par, hace todo lo posible para unir muchas de estas doctrinas a la verdad de la
segunda venida de Cristo, ya sea para llevar esa preciosa doctrina al
descrédito, o para desconcertar y confundir a almas honestas, para privarlas
del consuelo y la bendición que Dios quiere que obtengamos del hecho de estar
"aguardando la esperanza bienaventurada." (Tito 2:13).
Una de estas
doctrinas extrañas es que solamente una parte de la Iglesia será arrebatada en
la venida de Cristo, y el resto será dejado atrás para pasar a través de la
"gran tribulación." Se llama
' El Arrebatamiento Parcial.'
Mostraremos, a
partir de la Escritura, que esta doctrina no es Escritural y es, asimismo, perniciosa;
porque la Palabra de Dios es tan clara y concisa sobre el tema, que cualquier lector
atento debería saber quiénes serán arrebatados cuando se oiga la voz de mando
que reúne.
Pasemos a unas pocas
Escrituras que muestran, sin lugar a dudas, a quiénes viene Cristo a buscar.
"Vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy,
vosotros también estéis." (Juan 14:3). ¿Considera aquí, nuestro Señor, una
clase especial entre los creyentes? ¿Dijo Él, «Algunos de ustedes, aquellos que
estarán esperándome? ¿aquellos de
ustedes que estarán en una adecuada condición de alma? o, ¿aquellos que han
alcanzado un cierto nivel de conocimiento o de santidad?» No, Él los incluye a
todos, "os tomaré", "vosotros", sin ninguna condición
añadida; y lo que Él les dijo, lo dice a todos nosotros. (Véase Marcos 13:37 –
"Y lo que a vosotros digo, a todos lo digo").
Tomen una vez más el
pasaje bien conocido, 1ª. Tesalonicenses 4: 13 al 18: el pronombre
"nosotros" se encuentra allí cinco veces (de manera explícita o
implícita); y en cuatro de las cinco se refiere, indudablemente, a todos los
santos Tesalonicenses, así como también al apóstol, con Silvano y Timoteo sus
compañeros. La única excepción es: "[nosotros]
os decimos esto en palabra del Señor" (versículo 15), que se refiere,
obviamente, a Pablo y sus compañeros. Las demás son las siguientes; "
Porque si [nosotros] creemos que
Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron
en él. Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos,
que habremos
quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque
el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios,
descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros
los que vivimos, los que
hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para
recibir al Señor en el aire, y así [nosotros]
estaremos siempre con el Señor." (1ª. Tesalonicenses 4: 13 al 18).
Dice así: "si [nosotros] creemos"; "nosotros que vivimos, que habremos
quedado" (reiterado dos veces); "así [nosotros] estaremos siempre con el Señor."
¿Se refiere aquí,
el pronombre "nosotros", a una clase especial — particularmente a
algunos santos entre los creyentes Tesalonicenses, sólo a los considerados
"vencedores", a los más consagrados entre ellos? ¿O se refiere a
todos los Tesalonicenses? Se refiere a todos ellos, muy ciertamente — todos
están incluidos en la expresión "si [nosotros]
creemos", etc., todos los que creían en la muerte y resurrección de
Cristo por sus pecados y por su justificación.
Y, ¿han sido
cambiados los términos desde entonces? ¿Ha salido un decreto divino diciendo
que la fe en Cristo ya no es más el único terreno y la única condición de
aceptación — de que se requiere algo más para ser apto para Su presencia, o que
existe otro derecho para gloriarse aparte de Su sangre preciosa, derramada en
la cruz?
Consideren 1ª.
Tesalonicenses 2: 19 y 20: "Porque ¿cuál es nuestra esperanza, o gozo, o
corona de que me gloríe? ¿No lo sois vosotros, delante de nuestro Señor
Jesucristo, en su venida? Vosotros sois nuestra gloria y gozo." ¿A quiénes
se refiere él mediante el pronombre "vosotros"? — ¿a una clase entre
los creyentes, a los de mérito especial, o de santidad peculiar o de
consagración extraordinaria? ¿o se refiere el apóstol a todos aquellos a
quienes se dirige la epístola, "a
la iglesia de los Tesalonicenses" (1ª. Tesalonicenses 1:1)? No
puede haber más que una respuesta: él se refiere a todos ellos, a todos los
que, por la gracia de Dios, se habían convertido "de los ídolos a Dios,
para servir al Dios vivo y verdadero, y esperar de los cielos a su Hijo."
(1ª. Tesalonicenses 1: 9 y 10).
¿Y estaban todos
estos santos Tesalonicenses sirviendo al Dios vivo y verdadero con iguales o
adecuados consagración y celo? Sólo tenemos que leer la segunda epístola
dirigida a la misma compañía, y escrita sólo unas pocas semanas después de la
primera, y ver que algunos andaban "desordenadamente, no trabajando en
nada, sino entremetiéndose en lo ajeno." (2ª. Tesalonicenses 3:11). ¿Hay
alguna sugerencia o amenaza (abierta o velada) de que alguno de estos podría
ser dejado atrás en el arrebatamiento? Ni la más mínima. Y, ciertamente, este
sería el lugar para indicar una segregación de creyentes, si algo en ellos iba
a evitar que una parte de ellos iba a ser 'arrebatada' en la venida del Señor.
Pero el apóstol no insinúa nada por el estilo, ya que él sabe, tal como enseña
en otra parte, que en la venida de Cristo, todos los Suyos serán arrebatados, y
que la gracia, la gracia salvadora,
es la base de ello, y que la sangre que hace expiación por el pecado, es el
único y todo suficiente derecho para compartir aquel glorioso acontecimiento que
él animaba a todos los creyentes, en todas partes, a esperar.
Consideremos, una
vez más, 1ª. Corintios 15: 51 y 52, donde tenemos tres veces el pronombre
personal "nosotros" (de manera explícita o implícita). "He aquí,
os digo un misterio: No todos [nosotros]
dormiremos; pero todos [nosotros] seremos
transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final
trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados
incorruptibles, y nosotros seremos
transformados. ¿A quiénes se refieren estos "nosotros" — a algunos, o
a todos ellos? A todos, incuestionablemente. Y si la conducta de un Cristiano
pudiera afectar su derecho a tener parte en el arrebatamiento, esta sería la
ocasión más adecuada para enseñarlo; ya que estos Corintios, tal como el
apóstol dice en otra parte, eran verdaderamente carnales, cismáticos;
gloriándose en los hombres; exaltando la sabiduría humana, eran aún niños en Cristo
(1ª. Corintios 3:1);
teniendo pleitos unos contra otros (1ª. Corintios 6:7). Sí, él dice, "vosotros
cometéis el agravio, y
defraudáis, y esto a los hermanos." (1ª. Corintios 6:8). Algunos de ellos
se comportaban indebidamente en la cena del Señor, comiendo y bebiendo de los
símbolos indignamente, y llevando sobre sí mismos el justo castigo del Señor.
Aun así, el apóstol no sugirió, de manera alguna, que alguna persona
verdaderamente convertida entre ellos, podría dejar de ser arrebatada en el
arrebatamiento. No, sin calificación alguna, él dice, "nosotros [los
vivos] seremos transformados." (1ª. Corintios 15:52).
Y otra cosa: ¿Qué es lo que le da derecho,
al santo que duerme en Jesús, a tener parte en la primera resurrección? ¿Es su
conducta mientras vivía en este mundo, o es por gracia? Sólo por gracia, muy ciertamente.
¿Y acaso no es lo mismo
con respecto a los que serán transformados, así como con los muertos que serán
resucitados incorruptibles? ¿No fueron, algunos de ellos, muy deficientes en su
conducta mientras estuvieron en la tierra? Aun así, ellos no serán dejados en
sus sepulcros en la "resurrección de vida", así como tampoco el
creyente vivo será dejado atrás en la venida del Señor. Los dos
acontecimientos, "la resurrección de los justos" y el traslado de los
santos, ocurren en el mismo momento, y el derecho a ambos reposa en la misma
base — en la sangre de Jesucristo que nos limpia de todo pecado.
¿Y en qué basa, esta enseñanza, la idea de
que sólo una parte de la compañía de los redimidos irá a la gloria en la venida
del Señor? Principalmente en dos cosas: Primeramente, en una errónea
interpretación del evangelio — no logrando ver que el verdadero derecho del
pecador a cualquier cosa que pertenece al cielo, o al favor espiritual, reposa
en la gracia. En segundo lugar, en la
soberbia espiritual — en el vano concepto de que alguna superior consagración a
Cristo asegura una mejor pretensión a la "esperanza bienaventurada", que
otros hermanos Cristianos, menos santos
o menos espirituales, no logran alcanzar.
Pues bien, en cuanto a lo primero, ¿cuál
es el terreno de nuestra entrada en la gloria, en cualquier época anterior o
desde la cruz, al morir ahora, o en la venida del Señor en breve? El terreno es
la gracia, sólo la gracia redentora.
No podría ser ningún mérito propio, ya
que esto oscurecería el evangelio y contradiría la Palabra escrita de Dios. A
los convertidos Tesalonicenses se les enseñó a esperar de los cielos al Hijo
de Dios, jamás con una
pregunta en cuanto a cualquier pretensión superior para estar entre los
trasladados en aquel feliz momento. La razón que tenía el más recientemente
convertido para esperar que Cristo viniese a buscarle, es el mismo mensaje de
la gracia de Dios que vino a él como pecador, y le habló también acerca de la
venida de su Salvador — ¿y a quiénes viene a buscar? ¡Vaya! A todos los que
reciben ese mensaje, "el evangelio de vuestra salvación." (Efesios
1:13). ¿Tiene, el creyente más recientemente convertido, algún derecho menor
que «alguien como Pablo el anciano»? ¿O del que tienen los Corintios o los
Tesalonicenses? Todos son igualmente participantes de ese "llamamiento
celestial" (Hebreos 3:1), y compartirán igualmente en la consumación de
esa "esperanza bienaventurada." Si el hecho de ser arrebatado para ir
al encuentro del Señor en el aire depende del estado de alma del creyente o de
su conducta, ello nos lleva de regreso a nuestros propios méritos, en lugar de
la gracia de Dios y el amor de Cristo.
Pero, ¿qué dice la Palabra? "Los que son de Cristo, en Su venida."
Sí, en efecto, ellos son de Cristo; esta es la única razón por la que tienen
parte en la primera resurrección; y eso es justamente el por qué usted y yo,
amado hermano creyente, vamos a ser arrebatados en el mismo momento alegre —
¡porque pertenecemos a Cristo! Y nosotros somos Suyos, no por algo en nosotros
mismos, sino por la redención de Cristo, y sólo
eso. ¿Es usted de Cristo? Tenga, entonces, la seguridad de que usted tendrá
parte en esa "esperanza bienaventurada"; porque así como será con los
que han muerto en Cristo, así será
con los que están vivos en Él —
"Los que son de Cristo, en su
venida." (1ª. Corintios 15:23).
En cuanto a la
segunda razón de este error (a saber, algún mérito superior o distintivo en un
creyente), ¿Quién o qué debo yo esperar que tenga alguna parte en el
arrebatamiento, si ello dependiera de algo en mí o en mi andar? ¿No enseñó
nuestro Señor a Sus discípulos a confesarse como "siervos inútiles"?
(Lucas 17:10). ¿Y no nos dice Santiago que "todos ofendemos muchas veces?
(Santiago 3:2). ¿Y no se confesó, el apóstol Pablo, diciendo "soy menos
que el más pequeño de todos los santos"? (Efesios 3:8). En vista de esto,
¿quién podría esperar cualquier otra cosa que ser de los 'dejados' en la venida
de Cristo, si se trata de cualquier cuestión de aptitud personal o de logro de
la santidad? Y más: ¿quién me podría decir, o por qué medio podría yo saber,
cuándo hubiese logrado llegar al grado de santidad, consagración, o crecimiento
en la gracia (cualquiera que sea), que me garantiza tener parte en el
arrebatamiento — si ello está condicionado a algo más que una fe sencilla en la
obra y los méritos de nuestro Señor Jesucristo? ¿Mediante qué medida, los
maestros de esta doctrina extraña, me asignan, o se asignan ellos mismos, una decisión
en el asunto? Si la enseñanza de ellos es verdad en cuanto al traslado
solamente de unos santos seleccionados, tendríamos que clamar con el añoso
Samuel Johnson (1709 – 1784), en referencia a la justificación, «¡Quién me
puede decir cuándo he hecho lo
suficiente!»
Y los maestros de
esta teoría del arrebatamiento parcial, ¿no esperan ellos ser arrebatados cuando
Cristo venga? De ser así, ¿qué indica
esto? Sólo esto, que ellos tienen justicia propia; y que se consideran
superiores a los demás creyentes. Si yo en verdad me conozco — si conozco mis
muchos fracasos, mi corazón traicionero, mi absoluta indignidad — ¿puedo yo
reclamar tener derecho a alguna cosa excepto a confesarme como un pecador salvado
por gracia?
Sí, lector, usted
puede estar seguro que hay una sutil presunción que subyace en esta enseñanza,
que crea una clase privilegiada entre los santos, con la secreta auto-confianza
de que los maestros y seguidores de esta doctrina están entre los dignos, los
fieles, los vencedores.
Sí; esa es la
palabra que capturan, 'Vencedor'. Los vencedores, ellos dicen, serán
arrebatados, porque sólo a los tales se hace la promesa de ser guardados de
"la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a
los que moran sobre la tierra." (Apocalipsis 3:10). Concedido: pero,
¿quiénes son los vencedores? ¿Son ellos una clase especial en la Iglesia —
santos de un orden superior, o "verdaderamente discípulos", en un
sentido que implica que todos los creyentes no lo son? Veamos.
Pasamos a considerar 1ª. Juan 5: 4 y 5:
"Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la
victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo,
sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?" Tenemos aquí la descripción
divina de un vencedor: es la fe que hay en todo aquel que ha nacido de Dios — fe
en el Señor Jesús el Hijo de Dios — la que vence el vasto sistema hostil
llamado "el mundo."
Y presten atención, no se trata de lo que
algunos llaman erróneamente 'santidad por
medio de la fe' — es decir, la reivindicación, por medio de la fe, de una segunda
bendición, de un limpio corazón,
de un amor perfecto, de la limpieza del pecado innato, etc., sino de la fe en
Cristo — tal como una fe que todos los Cristianos verdaderos poseen. El que
vence es "el que cree que Jesús es el Hijo de Dios." De modo que es el 'vencedor'
el que se irá cuando
Jesús venga, pero el mismo término se aplica a todos los creyentes en Cristo — no
a una clase selecta entre ellos. Y así, en Apocalipsis 2 y 3, el vencedor es el
creyente verdadero, como siendo
distinguido del falso. Si no, ¿qué se podría entender de las promesas a los
tales? "Le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del
paraíso de Dios." (Apocalipsis 2:7). ¿Ha de ser esta la porción de santos
especiales, o es para todos los creyentes verdaderos? De nuevo, "El que
venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte." (Apocalipsis 2:11);
¿habrá algunos Cristianos que no serán vencedores y sufrirán daño de la segunda
muerte? El solo hecho de hacer la pregunta, da la respuesta: ¡No! y así con
todas las promesas en estos mensajes a las siete iglesias; no todas las
promesas son las mismas, pero todas están maravillosamente adaptadas a la
condición y circunstancia de cada asamblea a la cual se habla. Todos los
creyentes verdaderos participarán de las bendiciones prometidas, ya que, al
final, todos serán vencedores, no por algún grado superior de santidad o de
desarrollo de la vida de Cristo en ellos, sino por la victoria en la cruz de
Aquel en el que estamos completos (Colosenses 2:10), como está escrito, "Gracias
sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor
Jesucristo." (1ª. Corintios 15:57); y otra vez, "En todas estas cosas
somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó." (Romanos 8:37. ¡Aleluya
a Su Nombre!
Pues bien, veamos, por un momento, qué más
está involucrado en este error que hemos estado considerando.
Esta falsa doctrina involucra el error de
un Cristo dividido. La expresión, "El Cristo", incluye, en pasajes
tales como 1ª. Corintios 12:12, no sólo a Cristo como la Cabeza, sino también a
Su cuerpo, la Iglesia. ("Porque así como el cuerpo es uno y tiene
en sí muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un
cuerpo, así también es el Cristo" - 1ª. Corintios 12:12 – NTPESH) Si en Su
venida, sólo una parte de aquel cuerpo es tomado y el otro es dejado, ¿qué pasa
con la unidad de Su cuerpo místico? (Véase 1ª. Corintios 12:25). Y además, la
Iglesia, el cuerpo, compuesto de todos los creyentes, es la esposa de Cristo.
¿Va Él a recibir una esposa con miembros faltantes—un cuerpo incompleto, en el
cielo — estando unos miembros en la gloria, y gloriosos con Él en lo alto, y
otros en la tierra padeciendo en la gran tribulación? ¿Acaso no está escrito,
"De manera que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con
él."? (1ª. Corintios 12:26). ¿Cómo concuerda esto con la teoría de un arrebatamiento
parcial? Los miembros arrebatados en la venida, ¿padecerán en el cielo con sus
miembros hermanos dejados atrás en la tierra?
Por otra parte, si
el Espíritu Santo (el cual mora ahora en la iglesia como tempo de Dios) se va
con la Iglesia en la venida de Cristo, esa parte de la Iglesia dejada en la tierra
no sería más el templo de Dios o morada de Dios. Pero Efesios 4:30 declara que
los miembros de Cristo aquí en la tierra están, por el Espíritu, "sellados
para [o, hasta] el día de la redención." ¿Está esto de acuerdo con el
pensamiento de que algunos de estos sellados son dejados en Su arrebatamiento —
el día de la redención? El sello es la marca, el signo, colocado por el
propietario sobre la posesión adquirida, hasta que es trasladada por él a su lugar
de habitación establecido; y el creyente, 'comprado por precio' (1ª. Corintios
6:20), es marcado y separado para Dios, sellado "para [o, hasta] el día de
la redención." Pero si él es dejado en el arrebatamiento, que es el día de
la redención del cuerpo, ¿cómo se podría cumplir en él esta Escritura?
Y más aún: ¿habrá
clases diferentes del pueblo de Dios en la tierra en la tribulación — una, un
remanente terrenal y Judío; la otra, una porción de la Iglesia en la tierra con
un llamamiento celestial? ¿Y dónde se
menciona, esta porción dejada de la Iglesia, en el libro del Apocalipsis, o en
cualquier porción de la Escritura que trata acerca de la tribulación? ¿Cuál es
el testimonio de ellos, su lugar, su destino, y serán unidos alguna vez, de
nuevo a la Iglesia, "la cual es su cuerpo"? Podemos seguir fácilmente
el rastro de los santos terrenales, tanto del Judío como del Gentil, pero esta
porción desprendida del cuerpo, esta sección dejada de la Iglesia, no la encontramos
en ninguna parte de la
Escritura. ¿Por qué? Porque ellos no están allí; todos están en la gloria: la
esposa, la esposa del Cordero, presentada a Sí mismo 'una iglesia gloriosa, sin
mancha ni arruga ni cosa semejante', (Efesios 5:27), y podríamos añadir, ni sustracción
alguna, ni algún miembro faltante.
Dos Escrituras son
mencionadas frecuentemente como apoyando la creencia en un arrebatamiento
parcial. Una es la parábola de las diez vírgenes (Mateo 25). Fijémonos en ella.
La compañía completa de las diez vírgenes representa a la Iglesia profesante.
Las prudentes son los creyentes verdaderos; por medio de las Escrituras ellos
han sido hechos sabios "para la salvación por la fe que es en Cristo
Jesús. (2ª. Timoteo 3:15). Ellos no tienen solamente la lámpara de la
salvación, sino que tienen aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas.
El aceite, en la Escritura, es el tipo permanente del Espíritu Santo. Y está
escrito, "Si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él."
(Romanos 8:9). Y al ser de Cristo, las prudentes están preparadas, y cuando
viene el Esposo, ellas entran con Él a las bodas. Las vírgenes insensatas son
los que tienen la profesión, pero no tienen el Espíritu — ellos no son de
Cristo, no son hijos verdaderos de Dios; son meros profesantes, inconversos,
teniendo lámparas pero sin aceite, sin Espíritu Santo. De modo que cuando viene
el Esposo, ellos no están preparados y son excluidos — dejados sin esperanza.
"No os conozco, dice el Esposo. ¿Se podría decir esto de algún santo,
independientemente de lo insatisfactorio de su estado? No, porque escrito está:
" Conoce el Señor a los que son suyos." (2ª. Timoteo 2:19.)
El otro texto típico
es Hebreos 9:28, "[Cristo] aparecerá por segunda vez, sin relación con el
pecado, para salvar a los que le esperan." Ahora bien, no es nuestro
propósito examinar aquí el significado completo de este pasaje. Un examen muy
superficial del contexto podría mostrar que, el escritor inspirado tiene ante
él la figura Antiguo Testamentaria del sumo sacerdote Judío, entrando al Lugar
Santísimo del Tabernáculo, tal como lo hacía una vez al año, a hacer expiación
por Israel, mientras el pueblo expectante esperaba afuera su reaparición. Así
Cristo, nuestro gran Sumo Sacerdote, entró "en el cielo mismo para presentarse
ahora por nosotros ante Dios."
(Hebreos 9:24). Y a su debido tiempo, al igual que el sacerdote terrenal de
antaño, Él aparecerá nuevamente para "los que le esperan", y
"los que le esperan" son todo el pueblo de Dios. No dice, ni quiere
decir, que Él aparecerá sólo para los que esperan inteligentemente Su venida, o
para los que oyen con atención Su voz de mando. No; ya que esto haría que el
traslado de un santo dependiese, no de su fe en Cristo, o aun de su
consagración a Él, sino de su conocimiento — siendo esta una idea que negaría
la importancia evidente de la Escritura como un todo, y de pasajes especiales
en particular, tales como "El conocimiento envanece." (1ª. Corintios
8:1).
El hecho es que toda alma convertida
verdaderamente está esperando a Cristo —
no todas de la misma manera, ni tampoco con igual grado de inteligencia o
anhelo. Algunas, por ignorancia, Le esperan en el momento que mueren; otras
esperan verle viniendo en el fin del mundo; mientras otras, de nuevo, no tienen
una creencia fija en cuanto a la ocasión o al tiempo; sólo saben que Le aman
porque Él las amó primero, y su corazón se alegraría al ver Su gloriosa faz.
Yo recuerdo que muchos años atrás, oyendo
a un alma consagrada, una verdadera "madre en Israel", contar acerca
de un sueño que tuvo con relación al "fin del mundo", tal como se le
había enseñado. Los poderosos truenos resonando estrepitosamente, la tierra
desgarrándose, los cielos enrollándose como un pergamino, el fuego
descendiendo, y los sepulcros abriéndose, y el juicio a punto de sesionar; y
ella se despertó en su cama exclamando en éxtasis, «¡Oh, yo veré a Jesús!» ¿Acaso
no estaba ella esperándole? Aun así, cuan confundida estaba ella en todo. Al
igual que miles de otros santos de Dios, ella no sabía nada, en absoluto, de lo
que se denomina la 'verdad dispensacional'; pero, al igual que ella, y que
todos los que conocen y aman al Salvador, ella Le estaba esperando; y Él
aparecerá a ellos así como también a nosotros que, por gracia, poseemos un poco
más de conocimiento del orden en el cual La Palabra de Dios ha situado estos
diferentes acontecimientos. ¡Cuán equivocados están, entonces, los que limitan
y acotan un pasaje de la Escritura como este, y hacen que sea aplicable sólo a
una porción pequeña de los santos de Dios amados y comprados por sangre!
Cerramos nuestro razonamiento; y no se
trata de que hemos dicho la última palabra acerca del asunto; no, de ningún
modo; ya que se podría decir mucho más para refutar este error ampliamente
extendido de un arrebatamiento parcial. Pero se ha dicho lo suficiente,
creemos, para convencer y satisfacer a cualquiera que esté dispuesto a
someterse a la Escritura, y para estos nosotros escribimos; ya que nuestro
propósito ha sido más ayudar a los desconcertados, y proteger a los ya
enseñados, que convencer a los contradictores.
Al finalizar, nos resta sólo exhortar al
lector Cristiano, a ser hallado en Él en paz, velando y esperando, con lámpara
arreglada y encendida; ceñidos los lomos, "semejantes a hombres que
aguardan a que su señor regrese" (Lucas 12: 35 y 36), y que tanto el
lector como el escritor puedan ser presentados "sin mancha delante de su
gloria con gran alegría." (Judas 24). "Por tanto, no durmamos como
los demás, sino velemos y seamos sobrios." (1ª. Tesalonicenses 5:6).
C. Knapp
Traducido del Inglés por: B.R.C.O. – Octubre 2014.-
Título original en inglés: Does Scripture teach a Partial Rapture?, by C. Knapp
Versión Inglesa |
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