Vida Eterna
Sermón
presentado por Arend Remmers en Canterbury
Conferencia
2011
Arend
Remmers
Todas las citas bíblicas
se encierran entre comillas
dobles ("") y han sido tomadas
de la Versión Reina-Valera Revisada en 1960 (RVR60) excepto en los lugares
en que, además de las comillas dobles (""), se indican otras
versiones, tales como:
JND = Una traducción literal del Antiguo Testamento
(1890) y del Nuevo Testamento (1884) por John Nelson Darby (1800-82), traducido
del Inglés al Español por: B.R.C.O.
LBLA = La Biblia de las Américas, Copyright 1986, 1995,
1997 by The Lockman Foundation, Usada con permiso.
RVR1977 = Versión Reina-Valera Revisión 1977 (Publicada
por Editorial Clie).
VM = Versión Moderna, traducción
de 1893 de H. B. Pratt,
Revisión 1929 (Publicada por Ediciones Bíblicas - 1166 PERROY, Suiza).
"Entonces
Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y
sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente."
(Génesis 2:7)
"Oh
Señor, por todas estas cosas los hombres vivirán, y en todas
ellas está la vida de mi espíritu; pues tú me restablecerás, y harás que viva.
He aquí, amargura grande me sobrevino en la paz, mas a ti agradó librar mi vida
del hoyo de corrupción; porque echaste tras tus espaldas todos mis pecados."
(Isaías 38:16-17)
"Porque
de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo
unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida
eterna." (Juan 3:16)
Vida
Natural
Estos tres breves pasajes que
hemos leído, nos muestran tres aspectos diferentes de la vida. La primera cosa
que hemos leído es que el hombre, cuando fue creado, fue un ser viviente. La
misma expresión es usada en el primer capítulo de Génesis cuando Dios creó los
animales, ellos fueron también seres vivientes; ¿y cómo pudieron ellos llegar a
ser seres vivientes? ¿Cómo pudo el hombre llegar a ser un ser viviente? Sólo
porque había Uno el cual era, en Sí mismo, la vida — Dios.
Nosotros leemos en la Biblia la
expresión "el Dios viviente." Esto no sólo distingue a Dios de todos
los ídolos muertos, hechos por el hombre, (ya que todo ídolo, todo dios aparte
del único Dios verdadero y viviente, es un dios hecho por el hombre); sino que
asimismo, y es un pensamiento mucho más profundo, Él es el Dios viviente porque
Él es la vida y la fuente de toda
vida. ¿De dónde viene la
vida? La Biblia es el único libro que nos lo dice. La gente trata de explicarlo
sin Dios, pero ellos deben asumir como
premisa un milagro en el principio. El 'big bang' y el origen de la vida es, en
la teoría evolutiva, un milagro que no puede ser explicado. También en la
Biblia es un milagro que la vida haya sido creada, pero ello es explicado, porque
hay un Dios
viviente, el Dios que es en Sí mismo la vida, el cual creó todos los seres
vivientes, incluyendo al hombre; pero hay aún una gran diferencia entre la
creación de todos los demás seres vivientes, almas vivientes, y el hombre, porque
Dios sopló en la nariz del hombre el
aliento de vida.
De modo que, desde el principio
el hombre no fue sólo una criatura de origen divino sino que él recibió un
aliento de vida que lo distingue de toda otra criatura. Ninguna otra criatura
tiene una conciencia, ninguna otra criatura tiene un espíritu que le permite
ponerse en contacto con su Creador, sólo el hombre — porque Dios sopló Su
propio espíritu en este hombre natural creado para hacer de él un ser viviente.
Pero, probablemente, muy poco tiempo después de haber sido creado por Dios, el
hombre cayó en pecado; el hombre desobedeció a su Creador. Él obedeció a
Satanás y, por tanto, llegó a ser un pecador. Y tal como Dios había predicho,
tan pronto como el hombre comió del árbol prohibido (el árbol del conocimiento
del bien y del mal), él murió. La muerte fue introducida y terminó, por así
decirlo, esta maravillosa vida natural
del hombre en el huerto del Edén.
Parece contradictorio que, en el
capítulo segundo de Génesis, Dios dice al hombre, "porque el día que de él
comieres, ciertamente morirás." (versículo 17), pero en el capítulo
tercero leemos, "Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de
nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y
tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre." (versículo
22). ¿Cómo puede ser esto? Si Dios había
predicho que ellos morirían, ¿cómo podía el hombre, por así decirlo, desbaratar
la decisión de Dios al comer del árbol de la vida y vivir para siempre? Porque
este árbol es realmente el árbol de la vida, y hubiese sido desbaratar la
decisión de Dios si él hubiese comido de aquel árbol y hubiese vivido
eternamente como un pecador en este mundo. Dios evitó esto echando afuera al
hombre del Huerto del Edén. Y desde aquel momento de la caída, el hombre con su
vida natural, dada por Dios, está, interiormente, lejos de Dios; es un enemigo
de Dios por naturaleza, por el pecado que ha entrado en su vida, y, por
consiguiente (esto no está revelado en el Antiguo Testamento, sino en el
Nuevo), se dice que el hombre está muerto a los ojos de Dios, aunque está
viviendo de manera natural. Nosotros estábamos muertos en delitos y pecados
(Efesios 2). ¿Por qué es esto? Porque la vida que Dios había dado fue
deteriorada por el pecado, de modo que ya no hubo más respuesta en el hombre a
los llamamientos de la Palabra de Dios. Por el contrario, desde el momento de
la caída, esta existencia, (al igual que tantas otras cosas reveladas sólo en
el Nuevo Testamento, aunque verdaderas a través de todo el Antiguo Testamento),
la mente carnal, es enemistad contra Dios. Leemos esto, y otras cosas
importantes, en Romanos 7 y 8.
En Romanos 7:18, el hombre que
está en esta situación dice, "Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no
mora el bien." Esta es la consecuencia del pecado para el hombre. El mundo
no ve esto, sólo una persona que ha venido a la luz de Dios, que ha sido
iluminada por Dios y que ha nacido de nuevo (esto ya es nuestro segundo asunto),
puede ver que en él no mora el bien. Este es un punto muy importante.
En el capítulo 8 de Romanos, el
escritor va aún más allá. Es muy importante comprender por qué el hombre
natural, en su condición natural, nunca puede ponerse en contacto, nunca puede
tener comunión, con Dios. No hay bien alguno en el hombre; pero Dios es el bien
supremo. ¿Cómo puede el hombre acercarse a Dios? Romanos 8:6 dice, "Porque
la mentalidad de la carne es muerte." (RVR1977). No es que sólo su vida
natural está sometida a la muerte, sino que incluso su mente (sus pensamientos
y sentimientos), tal como se expresa en
Efesios 2:1, está muerta en delitos y pecados, se dirige hacia la muerte.
Romanos 8:8 dice, "los que están en la carne no pueden agradar a
Dios." (VM). Esto nos muestra que no es posible, para el ser humano,
ponerse en contacto con Dios, porque él no está en condición de hacerlo. Por lo
tanto, encontramos el segundo punto en Isaías 38, expresado por el rey
Ezequías, de que hay vida nueva al nacer de nuevo, al nacer de Dios.
2. Vida Nueva
Esta es una cosa muy importante,
porque sin una vida nueva, ningún creyente del Antiguo Testamento podía
acercarse a Dios. Él podía acercarse exteriormente al altar en el tabernáculo y
más tarde en el Templo, pero en su corazón, podía estar lejos de Él. Por tanto,
Dios abrió el camino para que el hombre tuviese comunión con Él mismo por medio
de una vida nueva, la cual es dada mediante el nuevo nacimiento. Muchos de
nosotros hemos formulado la pregunta, «¿Cómo pudieron los creyentes del Antiguo
Testamento tener comunión con Dios?» La respuesta es que ellos tenían vida.
Esto es lo expresado por Ezequías en Isaías 38, donde hallamos otro pensamiento
que también es importante en nuestro contexto.
Ezequías canta en el versículo
16, "Oh Señor, por todas estas cosas los hombres vivirán, y en todas ellas
está la vida de mi espíritu."
Esta no es la vida corporal externa,
sino la vida nueva, dada por Dios al
espíritu del hombre. Encontramos la razón al final del versículo 17, "porque
echaste tras tus espaldas todos mis pecados." Encontramos allí la cosa que
es tan importante, que fue conocida por todo creyente en el Antiguo Testamento,
y que está expresada aquí por Ezequías, «Mi espíritu tiene vida» — "porque
echaste tras tus espaldas todos mis pecados." Esto es perdón, y esta es
vida nueva. El Señor Jesús dice en Mateo 10:28; "Y no temáis a los que
matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede
destruir el alma y el cuerpo en el infierno." Vemos aquí, claramente, que
la vida natural, corporal, en el hombre, que está relacionada con el cuerpo,
llegará a su fin. No hay duda acerca de ello. Pero esto no significa que el
alma, la vida interior del hombre, termina en la tumba — una creencia que es
ahora muy común entre la gente de Europa Occidental. Ello no es verdad. Puede
ser que existan, tal como se menciona aquí, aquellos que llegan a ser mártires,
a quienes el Señor dice, "no temáis a los que matan el cuerpo." ¿Cuántos
creyentes hay a cuyos cuerpos se les ha dado muerte? Pero a sus almas no se les
puede dar muerte. El hombre tiene un alma inmortal. Pero el punto clave es, ¿en qué
estado está el alma después de la
muerte? ¿Está en un estado donde Aquel que creó al hombre, como Juez, debe
destruir el alma y el cuerpo en el infierno, o está él, o ella, por la fe, en
un estado donde Dios lo aceptará o la aceptará, en Su gloria? Ezequías lo supo
por fe, tal como Job, "Yo sé que mi Redentor vive." (Job 19:25) [Nota:
Destrucción no significa
aniquilación, sino castigo destructivo eterno].
Esa es una cosa maravillosa,
aunque (y esto es, en sí mismo, un tema), todas estas cosas no fueron reveladas
en el Antiguo Testamento tan claramente como en el Nuevo. Hubo creyentes, pero
para ellos no fue tan fácil como para nosotros. Ellos no tuvieron predicadores
del evangelio que dijesen, "Cree en el Señor Jesucristo, y serás
salvo." No había predicadores y no había aún un Salvador. Esta es la razón
por la que todas estas cosas, incluyendo la vida nueva, la vida del espíritu
que viene de Dios, eran cosas conocidas por muchos, pero no de una manera
doctrinal. Eso es muy importante. Pero, ¿qué clase de vida es la que tuvieron
estos creyentes? Fue vida divina. ¿Por qué la necesitaron? Porque el estado
natural de ellos era enemistad contra Dios. ¿Cómo puede alguien que es enemigo
de Dios entrar en el cielo? Él debe convertirse en un amigo de Dios. Y esto es
cierto desde el principio del mundo, desde Abel (el cual es el primero en ser
llamado creyente (justo), en Hebreos 11, aunque no dudo que Adán y Eva también
fueron creyentes) hasta la última persona que creerá en el milenio. Todos ellos
tienen vida divina, vida para el alma y vida para el espíritu eternamente — en
este sentido: vida eterna — a saber, que no tendrá fin.
3. Vida Eterna
Yo digo esto porque si usamos
este término, "vida eterna", tendríamos que estar conscientes de los dos sentidos
de este
término. El primero es 'sin final', y esto debiera incluir 'sin principio', porque
el Dios eterno no
sólo no tiene un final, sino que es sin un principio, mientras que nosotros,
como criaturas, no tenemos un final, porque al alma no se le puede dar muerte,
ella existirá eternamente, la pregunta es sólo dónde y cómo; pero nosotros
tenemos un principio. Entonces, vida eterna, en lo que yo denomino el sentido
más simple, significa vida sin final. Todo creyente no sólo tiene vida sin
final, sino una vida con Dios sin final. Todo incrédulo tiene — no me gustaría
llamarla vida sino—una existencia eterna, lejos de Dios y de Su presencia, en
la oscuridad extrema donde hay crujir de dientes, donde hay un fuego que no
puede ser jamás apagado y donde hay lloro incesante — hablando, todas estas
cosas, de los tormentos interminables de aquellos que han dicho durante su
vida, «Yo no necesito a Dios.» ¡Una eternidad terrible! Pero todos los que han
creído, y creen en Dios, desde el principio de la creación hasta el final del
milenio, cuando este mundo será quemado y habrá cielos nuevos y tierra nueva,
todos ellos tendrán vida nueva porque el hombre natural no es apto para estar
en la presencia de Dios. Un anciano hermano me dijo, tiempo atrás, que, para un
incrédulo, el cielo sería un infierno, ya que su corazón estaría lejos de Dios,
su corazón aborrece a Dios. Eso sería, para él, estar eternamente con Aquel a
quien él ha aborrecido a través de toda su vida, incluso si él sólo hubiese
sido indiferente, ya que la indiferencia no existe realmente. Un hombre está a
favor de Dios o está contra Él; un hombre indiferente también Le rechaza. Yo
creo que esto es muy importante si queremos entender cuál fue el carácter do
los santos del Antiguo Testamento. Ellos fueron creyentes, pero ser un creyente
significa tener vida nueva, ya que ser sólo un creyente profesante no sirve de
nada.
Después, la época del Antiguo Testamento terminó, y llegó
la
época en que vivimos, la época después de la aparición del Señor Jesús, el Hijo
de Dios. Y de Él se dice que Él es la
vida eterna. Vemos aquí la distinción de la cual yo dije, hace un momento, que,
en un sentido, la vida terna es la vida sin final, pero cuando leemos, en 1ª.
Juan 5:20, "Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado
entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en
su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna." De este
versículo es muy claro que esta expresión, "vida eterna", ha
adquirido un significado bastante diferente de 'vida sin final'. Aquí es la
Persona del Hijo de Dios la que nos es presentada especialmente en los escritos
del apóstol Juan. Se dice aquí que esta Persona ha venido a darnos
entendimiento, el entendimiento de quién es Dios realmente, la verdad de la
Trinidad, el Dios triuno — el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo — verdad que
no fue revelada en el antiguo Testamento.
Antes de pasar otra vez a otros
pasajes, vamos al principio de 1ª. Juan, donde leemos en el versículo 1,
"Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con
nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al
Verbo de vida (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y
testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se
nos manifestó)." El Señor Jesús, el eterno Hijo de Dios, no sólo es la
vida eterna, sino que, por medio de Él, la vida eterna fue manifestada, fue vista,
fue oída, incluso fue tocada por los doce discípulos. Ahora bien, vemos que la
expresión "vida eterna" en Juan, y podemos decir que también en las
demás epístolas del Nuevo Testamento, ha adquirido para nosotros, en cuanto a
la revelación, un sentido completamente nuevo, porque vemos aquí que no es
solamente un tipo de existencia, sino que es una Persona. Y eso no es todo. El
Hijo de Dios, el Señor Jesús, es llamado "la vida eterna". Esto
muestra la inmensa profundidad e inmensa envergadura de esa expresión. Yo estoy
agradecido de que tengo vida eterna. Pablo dice que Él es nuestra vida. Aunque,
y este es un hecho bien conocido que menciono sólo de paso, todas las demás
epístolas del Nuevo Testamento hablan, en su mayoría, de vida eterna en el
sentido futuro. La Palabra de vida eterna fue manifestada y vista y se
testificó de ella, pero, ¿de dónde vino Él? Del cielo. En Juan 4 el Señor
estaba sentado junto al pozo de Sicar hablando a una pobre mujer, la cual
estaba lejos de Él, pero que se marchó como una creyente. El Señor dice, en
Juan 4:14 (LBLA), "pero el que beba del agua que yo le daré, no tendrá sed
jamás, sino que el agua que yo le daré se convertirá en él en una fuente de
agua que brota para vida eterna." ¿Qué significa eso? No puede significar
solamente 'vida sin final'. Pero en el contexto de los dos pasajes que hemos
leído en 1ª. Juan, ello nos muestra que la vida en el creyente tiene una
relación viviente con la Fuente de vida en el cielo. Esto no está en un sentido
futuro de algo que vendrá, sino que significa que el creyente en este mundo,
creyendo ahora en el Señor Jesús, tiene, por medio del Espíritu, una relación
viviente con la Fuente de vida eterna en el cielo; la fuente brota para vida
eterna. Estos son algunos de los pensamientos, algunas de las connotaciones,
que están unidas a la expresión "vida eterna", pero de ningún modo
son todas.
Nosotros hemos visto que el Señor
Jesús, el propio Hijo de Dios, es la vida eterna. Y cuando Pablo dice que
Cristo es nuestra vida (Colosenses 3:4), él está hablando de esa vida eterna,
«Aquel que está ahora glorificado en el cielo es mi vida.» No es solamente una
idea. Es una Persona, el Señor Jesús. Juan dice que esta vida la tenemos en Él.
Si fuese en nosotros, en un cierto sentido, sería en una posición muy
peligrosa. Se dice, en 1ª. Juan 5:11 (y esto nos muestra cuan precisamente
tenemos que leer estos versículos y expresiones para obtener el entendimiento),
"Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida
está en su Hijo." Dios ha dado vida eterna (Juan 3:16) a los que creen en
el Señor Jesús. Y después, Juan dice que tenemos esta vida "en su
Hijo." (1ª. Juan 5:11). No dice 'en nosotros', aunque la tenemos, y de una
manera podríamos decir que la tenemos en nosotros, porque Cristo está en
nosotros, la esperanza de la gloria, sino que dice más bien, "en su
Hijo." Un hermano explicó esto claramente hace mucho tiempo, mediante el
uso de la imagen de nuestro propio cuerpo. Si consideramos nuestros dedos,
podríamos decir que ellos tienen vida, se mueven, la sangre fluye a través de
ellos, pero no podríamos decir que nuestros dedos son dedos vivientes; ellos
toman vida del cuerpo. La vida está en el cuerpo y el dedo, siendo parte del
cuerpo, toma vida del cuerpo. La vida no está, por así decirlo, en el dedo, sino
que está en el cuerpo. Ese es, más o menos, el sentido que tenemos aquí.
Nosotros tenemos vida, pero esta vida no está en nosotros mismos, no somos la
fuente o sede de vida, o incluso una fuente de vida dependiente, sino que la
vida permanece siempre en la Persona del Hijo de Dios. Pero es nuestra vida y
podemos decir, 'Cristo, nuestra vida.' Que cosa maravillosa.
Vemos así, amados, que esta es la
vida eterna, tal como es presentada en el Nuevo Testamento. Dos veces tenemos
expresiones similares en el Antiguo Testamento, en Daniel 12:2 ("vida
eterna"), y en el Salmo 133:3 ("vida eterna", aunque en este
caso otras traducciones rezan, "vida para siempre" (LBLA), "vida
para siempre jamás." (VM). Allí se refiere más a la existencia eterna de
la vida divina. Pero tenemos aquí la distinción de que no es sólo vida en la
eternidad sino que es una vida, puedo decir, con una calidad que la vida nueva
en el Antiguo Testamento no pudo poseer, porque no conoció, ni pudo conocer, al
Señor Jesús. Esto es importante para entender correctamente las Escrituras.
Hay muchos Cristianos que dicen
que todos los creyentes, en todas las épocas, tienen el mismo tipo de vida. En
cierto modo es cierto, pero decir esto de manera general sería contradecir la
Escritura. En el evangelio de Juan, capítulo 10, leemos acerca del Buen Pastor,
el cual dice en el versículo 10, "Yo he venido para que tengan vida, y
para que [las ovejas, los creyentes] la tengan en abundancia." ¿Ha pensado
usted alguna vez en el hecho de que, como creyente en el Señor Jesús, usted
tiene vida en abundancia? Eliseo dijo una vez a los hijos de los profetas, «Pongan
la olla grande sobre el fuego», la más grande que tengan. Eso es lo que Dios
nos da. Nosotros, como Cristianos, no somos personas pobres, somos las personas
más ricas en este mundo. Pero nuestras riquezas no son las riquezas visibles de
este mundo, y cuidémonos de pensar que el hecho de que si somos ricos en este mundo, ello
es una gran bendición de parte de Dios. No lo es. Ello sólo aumenta nuestra
responsabilidad. Podemos estar agradecidos por comer y beber, etc., pero jamás
perdamos de vista las riquezas verdaderas que tenemos porque, de este modo,
vemos que tenemos vida en abundancia, debido a que tenemos la fuente en el
Señor Jesús, y nada se puede comparar con esta vida que está en el Hijo de
Dios, el cual nos ama, y se entregó a Sí mismo por nosotros; y no sólo eso,
sino que Él dio todo lo que Él es. ¿Sabemos quién es Él? ¿Sabemos quién colgó
en la cruz por nosotros? El Dios verdadero y la Vida Eterna que descendió como
Hombre, revelando a Dios en toda Su plenitud, porque la plenitud de la Deidad
habitó, y habita corporalmente en Él. (Colosenses 2:9). Él se entregó por
nosotros. Dios dio a Su Hijo — el mayor don de todos los tiempos. ¿Por qué hizo
Él eso? Porque Dios es amor. De modo que al pensar en la vida eterna, amados,
vemos ante nosotros al Señor Jesús, el Hijo Eterno de Dios, revelado,
manifestado en este mundo en gracia y santidad y obediencia, y Su vida consagrada
sólo a Su Padre. No hubo voluntad
propia alguna en Él. Esta Persona, amados, es nuestra vida — el Señor Jesús.
Cuando el apóstol dice a los padres en la fe que ellos han conocido al que es
desde el principio, eso no se refiere a Dios. Dios no existe desde el
principio. Él existía en el
principio, y la Palabra (el Verbo) de Dios, el Hijo de Dios existía en el principio.
Tampoco la expresión "desde
el principio" se refiere a la creación, sino al principio de los tratos de
Dios con este mundo al enviar a Su Hijo. Este es el principio. Aquel que es
"desde el principio" es el Señor manifestado en este mundo y yendo a
la cruz del Calvario. Estos padres en Cristo, Cristianos maduros, habían visto
todo y dijeron, «No existe nadie y nada comparable al Señor Jesús.» Ellos
habían conocido a Aquel que es desde el principio.
Otro punto es que cuando el Señor
vino a los discípulos en Juan 20:22, se dice, "Y habiendo dicho esto,
sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo." Al principio de nuestra
meditación leímos que Dios, cuando Él creó al hombre como un ser natural, sopló
en su nariz aliento de vida. Ahora bien, después que el Señor Jesús manifestó
primero a Dios, y Le sirvió y Le glorificó, Él hizo otra cosa, la cosa más
importante, Él murió en la cruz. Dios es luz, Dios es amor. Esto fue
manifestado en la cruz. Eso significa que todo aquel que cree en el Señor Jesús
recibe vida eterna (Juan 3:16). Dios da esta vida eterna. El Señor Jesús dice,
"Yo les doy vida eterna." (Juan 10:28). No hay diferencia alguna.
Pero la fe no está fundamentada en El Señor Jesús viniendo a este mundo, sino
en Su obra en el Calvario: en una salvación conocida. Entonces, primeramente,
la revelación de Dios en Cristo fue desconocida para los creyentes del Antiguo
Testamento. El conocimiento de la Persona más maravillosa en el universo fue
desconocido para todo creyente en el Antiguo Testamento. En segundo lugar, yo
sé que mis pecados están perdonados. Esta seguridad, me atrevo a decir, no la
tuvo ningún creyente en el Antiguo Testamento. Ellos no tuvieron fundamento
alguno para hacerlo, aunque su fe práctica fue, algunas veces, más fuerte que
la de nosotros que tenemos la plena revelación divina.
Mediten en eso — nosotros
tenemos
la revelación de que el Señor Jesús murió por nuestros pecados en la cruz, y,
aun así, duda tras duda. Hubo santos del Antiguo Testamento que no pudieron
contemplar una obra de salvación consumada, que no conocieron un Salvador
personal, y aun así, tuvieron una fe como Job — "Yo sé que mi Redentor
vive." (Job 19:25). Él no sabía que el Señor Jesús era su Redentor.
Podemos aplicar esto hoy en día, pero él no conoció a redentor alguno, en este
sentido, aunque tuvo fe en Dios de que Dios sería este Redentor. ¿Cómo? — él no
lo supo. Abraham creyó en la resurrección. Él jamás había visto a alguien
resucitado de los muertos, ni siquiera había oído acerca de alguien siendo resucitado
de los muertos. Pero Hebreos 11 dice que él lo creyó. Abraham estimó que Dios
sería capaz de levantar
a Isaac de los muertos. Estimó. Y
esta estimación fue el resultado de una fe inquebrantable en que Dios sería
fiel y no desleal a un creyente. Esa fue la misma clase de fe que Job tuvo
cuando dijo, "Yo sé que mi redentor vive." Pero, ¿cuánto más tenemos
ahora, nosotros que conocemos la Vida Eterna, una salvación y una redención
consumadas? Sabemos que todos nuestros pecados están perdonados. Nosotros
consideramos el Calvario donde Aquel que es la vida eterna murió por nosotros
como Hombre. Sabemos que el Señor Jesús fue levantado de los muertos y más que
eso, que Él está a la diestra de Dios en la gloria. De eso es lo que habla
Pablo cuando habla de Cristo, nuestra vida, a la diestra de Dios. Esa es las
riquezas de la vida eterna en nuestro día. Es la revelación de la Persona y la
obra del Señor Jesús en toda su plenitud.
Y la consecuencia fue que el
Espíritu Santo fue dado — "Recibid [el] Espíritu Santo" en Juan 20,
cuando Él sopló sobre ellos ("Y habiendo dicho esto, sopló sobre [ellos],
y les dice: Recibid [el] Espíritu Santo." Juan 20:22 – JND) [*]. Él no les
dio el Espíritu Santo como una Persona, porque, entonces, los apóstoles lo
habrían recibido dos veces, debido a que el Espíritu Santo descendió en el día
de Pentecostés en Hechos 2. Lo que sucedió en Juan 20, cuando el Señor sopló
sobre ellos, tal como Dios sopló la vida natural en la nariz de Adán, es que
después que consumó Su obra, Él les dio esta vida eterna que no podían tener
antes, porque la vida eterna se basa en la obra de Cristo en el Calvario. Por
eso es que "Espíritu Santo" está aquí sin el artículo en las traducciones de la
Biblia al Inglés, Alemán
y Francés de J. N. Darby, y es muy importante tener esto en cuenta. No es el Espíritu
Santo, la Persona; es la
vida que es caracterizada por esa Persona.
[*
And having said this, he breathed into [them], and says to them, Receive [the]
Holy Spirit." (JND – Inglés)]
¿Estamos conscientes del hecho de
que una Persona divina está morando en nosotros? «Yo les envío otro Consolador»,
parte de la vida eterna, la vida eterna, la vida de Dios manifestada en la
Persona del Hijo y relacionada con toda la plenitud de la Deidad. Nosotros
somos los hijos del Padre, tenemos el Espíritu Santo en nosotros y poseemos al
Señor Jesús como la vida eterna. Esta vida es nuestra. Un don de Dios.
Esto es lo que llenaba el corazón
y la mente de Juan que no conocía en el principio. Cuando él llegó a ser un
discípulo, se le llamó 'hijo del trueno'. No fue un elogio muy agradable ser
llamado 'hijo del trueno'—Boanerges. (Marcos 3:17). Este nombre fue dado tanto a
él como a su hermano Andrés. Y él quiere cambiar a todos. Y nosotros somos,
también, hijos del trueno (o incluso peor), no mejor—ya que esto no existe, la
mente de la carne es siempre enemistad contra Dios. Podemos llegar a ser
discípulos que aman la proximidad del Señor Jesús. Juan se recostaba sobre el
pecho de su Salvador. Ese era el lugar que él prefería, y el lugar en que
conocemos a Juan. Él era aquel al cual Jesús amaba. ¿El Señor le amaba más a
él? No. Pero él era aquel que estaba consciente
de este amor. ¿Estamos
nosotros? Él no fue amado más que los demás (al menos más que los otros diez — e
incluso Judas recibía el amor del Señor). Pero Juan era aquel que, aun en un
tiempo cuando la vida eterna fue
manifestada de manera vital en este mundo, sabía que Él era Aquel Único que
necesitaba, Aquel Único que quería, y Aquel Único que le satisfacía. Él
disfrutaba la vida eterna.
Yo he tratado de explicar un poco
de este amplio asunto — vida eterna. Pero otra cosa es disfrutarla. Que esta
conferencia pueda ayudarnos para que nuestro disfrute de la vida eterna, la
Persona del Señor en toda Su gloria, pueda ser acrecentado. "Y esta es la
vida eterna", dice el apóstol, "que te conozcan a ti (el Padre). . .
, y a Jesucristo, a quien has enviado." (Juan 17:3). Las mayores riquezas
están a nuestra disposición. Tenemos esta vida, amados, vida eterna en Cristo.
Que no sólo esperemos hasta la eternidad para disfrutarla allí en toda su
plenitud, sino que nuestro objetivo pueda ser disfrutarle a Él, el cual es la
vida eterna, en nuestras vidas en la actualidad.
Arend Remmers
Traducido del Inglés por B.R.C.O. – Octubre 2014.-
Título original en inglés: ETERNAL LIFE, by Arend Remmers
Traducido con permiso del Autor
Publicado por:
Versión Inglesa |
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