CONTRASTE ENTRE BENDICIÓN TERRENAL
Y BENDICIÓN
CELESTIAL
Todas las citas bíblicas se
encierran entre comillas dobles ("") y han sido tomadas de la Versión Reina-Valera
Revisada en 1960 (RVR60) excepto en los lugares en que, además de las
comillas dobles (""), se indican otras versiones, tales como:
BTX = Biblia Textual, © 1999
por Sociedad Bíblica Iberoamericana, Inc.
Efesios 1; Salmos 103 a 107.
Habiendo considerado en días
anteriores las bendiciones en los Salmos 32 y 40, es ahora mi deseo considerar
la relevancia de la bienaventuranza traída al corazón en los Salmos, y ver el
contraste en el carácter de la bendición para el santo en los lugares
terrenales, y para el santo en los lugares celestiales.
Es necesario recordar dos cosas:
Primero, la posición de bienaventuranza pertenece al Hombre, Cristo Jesús, el
Hijo de Dios, el cual llega a ser la raíz de bendición para los demás; en
segundo lugar, esta bendición está destinada a influir sobre el corazón del
hombre, para que ella pueda regresar a Dios en alabanza. Dios no da Su gloria a
otro; pero cuando Él da, da de tal modo que todo ha de regresar a Él en el
perfecto gozo en Sí mismo, para Su propia alabanza. Hay más en esto que en el
pensamiento que expresa el incensario, porque el incensario no es capaz de
disfrutar. Dios es firme, inamovible en Sus propósitos de misericordia.
Nosotros lo vemos aun en la lluvia que Él da, la cual hace surgir el verdor. Él
dará bendición, y la dará de tal modo que
coloca la bendición en el corazón; y la coloca de tal modo que el corazón la
disfruta, y la devuelve a Dios en alabanza. El poder creativo de Dios ha
entrado al alma; el hombre se deleita disfrutándolo, y dice, «Aquí está; te lo
devuelvo en alabanza.» De este modo sube a Dios.
Consideraremos ahora brevemente
las bendiciones terrenales y celestiales contenidas en los Salmos 103 a 107.
Tenemos la bienaventuranza milenaria. El Salmo 102 muestra a Cristo como Aquel
que cambia las escenas de las dispensaciones.
"Desde el principio tú
fundaste la tierra,
Y los cielos son obra de tus
manos.
Ellos perecerán, mas tú
permanecerás;
Y todos ellos como una vestidura
se envejecerán;
Como un vestido los mudarás, y
serán mudados;
Pero tú eres el mismo,
Y tus años no se acabarán. (Salmo
102: 25-27).
Sigue después la irrupción de
alabanza de los Salmos 103, 104, 105 — siendo toda esta una alabanza desde la
tierra. Cuando Dios lo ha hecho, no hay nada más que hacer sino encender el
incensario de la alabanza, y meciéndolo, hacer que ella suba de regreso a Dios,
el cual lo ha hecho. David pudo alabar a Dios, pero su alabanza no provino de
él mismo, sino de Dios. «Yo no he hecho nada», él diría, «nada sino fracasar;
pero tú lo has hecho todo.» "Bendice, alma mía, a Jehová,
Y bendiga todo mi ser su santo
nombre." (Salmo 103:1)
Cuando no podemos hablar de
nada
más, podemos hablar de Dios. En el Salmo 103 David se remonta hasta la raíz de
las cosas. El alma sube más y más, escalando, por así decirlo, esta
misericordia, la cual, después de todo, está más allá de toda medida. «Tú has
redimido mi vida de la destrucción, me has alimentado, has cuidado de mí, me
has guardado, después de todo, yo no puedo medirlo»: "Cuanto está lejos el oriente del occidente." (Salmo 103:12). El
palmo más ancho del hombre no sería más que una medida pobre para esa
misericordia que es desde la eternidad y hasta la eternidad. El versículo 13 de
este Salmo 103 muestra que la ternura de Su amor es paternal. "Como el
padre se compadece de los hijos, Se compadece Jehová de los que le temen."
Siendo tal Su misericordia, la demanda práctica sobre el corazón se fundamenta
sobre ella: "bendiga todo mi ser su santo nombre." (Salmo 103:1).
Hay que notar
aquí una cosa. No se trata meramente de la asignación de la bendición a Dios
por parte de David, sino que es el Espíritu en David que usa la bendición dada para
devolver alabanza. Una cosa es hacer un arpa, y otra cosa es hacer música en
ella. Hay dos sentidos en que es usada la palabra bendición — una cosa es un
hombre colocando su mano sobre un instrumento para infundir bendición, y otra
cosa es el hablar bien de Su bendición. Nosotros, como pobres pecadores,
podemos bendecir a Dios, el cual, en lugar de destruirnos con el rayo de Su
ira, ha pensado qué podía hacer Él por nosotros, y ha dado a Su Hijo. David
entra aquí en la bienaventuranza de Dios, y él mismo la experimenta. ¡Qué Dios
es Él para dar un Hijo tal! ¿Acaso no es este el pensamiento que recorre el
Salmo 103, que el pobre pecador enteramente arruinado ha hallado a Dios como el
Dios de misericordia? ¿Que un hombre
que ha hecho todo mal, incluso el asesinato, ha probado de tal modo los
manantiales que están en el Dios de misericordia como para poder regocijarse en
ella mientras la bendición se apresura a entrar en el alma? En Él está el agua
viva, justo lo que necesito, pura en sí misma, aunque el canal (es decir yo
mismo) está lleno de lodo; y esta agua viva lava mucha de esta basura, y me
muestra más y más acerca del mal que yo tengo en mí mismo. ¿Y no podemos decir
cada uno de nosotros, «Este Dios de misericordia, esta misericordia que está en
Dios, me conviene.»? Yo no puedo escrutar la altura, la anchura, y la
profundidad de ella; el corazón de otro no la iguala. Ella es desde la
eternidad y hasta la eternidad.
El Salmo 104 es
otra cosa. En el Salmo 103 habla del hombre en la tierra. En el Salmo 104 es el
hombre aún en la tierra (siendo Cristo el único modo de bendición, como en
todos los tiempos); pero aquí se trata del alma admirando la bondad de Dios en
relación con la providencia, tomando, como una paloma, un amplio vuelo
alrededor de la creación, como siendo ella la obra de Aquel en quien ella ha
hallado misericordia y puede reposar. En los Salmos 105 y 106 hay una
diferencia — al estar relacionado el 105 con los tratos de Dios al doblegar a
Israel como individuos y familias, y al sacarlos de las naciones, y finalmente,
hacerlos entrar en Canaán. El Salmo 106 se refiere a Israel, como la nación
situada en un lugar particular como el centro, y finaliza con su
quebrantamiento y el hecho de ser llevados a la bendición. Dios ha demarcado un
espacio de tierra para que sea el centro de bendición de la tierra. Primero fue
el Edén; pero cuando Él separó a los hijos de Adán, el estableció los límites
de los pueblos según el número de los hijos de Israel (Deuteronomio 32:8). Los
ojos del Señor pudieron mirar esta buena tierra, aunque Él había hecho crecer
la roca a través de la tierra fértil. Un incrédulo le reprochó una vez a un
Cristiano con el cual estaba conversando, en cuanto a la estéril condición de
la tierra de Israel, que era imposible que alguna vez ella pudiera rebosar de
habitantes. Su compañero le preguntó, ¿si la tierra fuese quemada con fuego, y
regada después con sangre, ello no podría dar fertilidad al suelo? En su
respuesta afirmativa, se le mostró las Escrituras que demostraban que Dios hará
uso de estas medidas.
Todos estos
Salmos sacan a la luz el fracaso por parte del hombre, pero toda misericordia
por parte de Dios. Él tiene aún una porción de tierra que Él llama Suya. «Yo la
doy a ustedes en préstamo». Él dice a Israel; «pero os he expulsado por vuestra
desobediencia.» Pero la tierra es ahora el objeto del corazón de Dios, escena
de contienda tal como lo es en el momento actual.
Salmo 107. Dios
es visto ahora de norte a sur, de oriente a occidente; y cuando el pueblo no
supo qué hacer, sino que estuvieron desesperados, Él estuvo allí.
Salmo 103. Los
nombres más elevados por los cuales Dios es conocido en Israel están en los
Salmos — Dios, Jehová, y Jehová-Dios. En Efesios es diferente. El Hijo de Dios
es un título usado en la Escritura en muchos sentidos; así como por creación
Adán fue llamado hijo de Dios en Edén, y antes de eso existían los hijos de
Dios, los ángeles; pero Dios no pudo tomar ningún otro desde esa escena que Él
había creado para poner sobre él tal honor. El término hijo de Dios aplicado a
Adán (Lucas 3:38) sería al rastrear su origen, como un ser finito, hasta Dios
como la raíz de su existencia.
Cuando Israel
es llamado Su primogénito (Éxodo 4:22), es siempre en relación con la
providencia. Él trató en misericordia con la creación cuando envió ese lapso de
Su providencia, el arco en las nubes. (Génesis 9:13). Todas las bendiciones
para las naciones vienen en relación con Israel — esa fue la nación escogida, y
es llamada Hijo de Dios, título que expresa su relación con Dios en
providencia. Eso podía tener un fin, como hemos visto — no reconociendo las
naciones el centro ahora; pero hay otro sentido completamente diferente en el
cual el título es aplicado, a saber, Hijo del Padre, como se menciona en
Efesios. Israel no tenía duda alguna acerca de que el Mesías iba a ser el Hijo de
Dios; ellos no tenían idea, en
absoluto, de que Él es el Hijo del Padre.
Él les habló del Hijo del Hombre, pero ellos no pudieron comprender, en
absoluto, de qué manera Él (ese lastimoso Hijo del Hombre) iba a ser
"crucificado en debilidad" (2ª. Corintios 13:4). La luz que resplandeció
sobre Israel provenía toda desde el trono de Dios como Creador. Ellos no podían
subir, por así decirlo, al trono. No conocían la relación de Padre, Hijo, y
Espíritu Santo, aunque sí conocían la gloria de la Trinidad como Dios, Hijo, y
Espíritu. El Hijo del Padre fue un nombre nuevo, jamás revelado hasta que Jesús
estaba a punto de abandonar la tierra, y afirmarlo en relación con Su Iglesia.
Esto saca a la luz la diferencia entre el Judío, el hombre de la tierra, y el
hombre celestial, el Cristiano. La misericordia
es experimentada un poco por el Israelita en la tierra, y por el hombre en los
lugares celestiales. Presten atención a la ecuanimidad de los modos de obrar de
Dios; Sus modos de obrar no cambian. Cuando Dios cerró la puerta del Paraíso Él
introdujo la misericordia. Han existido muchas dispensaciones, Pero Dios jamás
dio bendición bajo ninguna de ellas excepto por misericordia. No dio ningún
poder sino por el Espíritu de Dios, ninguna forma de misericordia más que esta —
'la simiente de la mujer'. (Génesis 3:15). Esto fue presentado en el sacrificio
de Abel, independientemente del desconocimiento que él pueda haber tenido
acerca de ello. En fe él tomó un cordero para representar esta simiente de la
mujer. Para nosotros (que estamos en los lugares celestiales) Cristo es
conocido, no como nuestro Señor y nuestro Dios, bienaventurado como eso es,
sino como el Hijo del Padre; y el Espíritu no sólo es para nosotros como 'ojos
que recorren toda la tierra', sino como el sello,
la garantía (las arras) de nuestra herencia. Ahora, a plena luz del día,
podemos elevar los ojos al trono del Padre y ver allí a Su Hijo amado. Todo
ello es misericordia apropiada. Yo sólo preguntaría, ¿Cómo es que ustedes no
pueden hablar bien de Dios? Un hombre mundano no puede, el Cristiano puede. El
Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo han hecho todo por él; pero el discípulo
dice, « ¡Es lamentable! ¡Cuán
tristemente yo no logro hacerlo! La razón de esto es que ustedes no han llegado
al final de ustedes mismos. No han llegado a este punto, al punto en que ustedes
saben que Dios no piensa que son dignos de que se hable de ustedes. Eso es lo
que ustedes necesitan, hacer que estén dispuestos a hablar bien de Dios. Una
vez más, ustedes no pueden acelerar la obra (esta obra en la que Dios está
tratando con sus almas para quebrantarlos), y nadie puede acortarla por ustedes.
Yo veo en Pablo, Juan, etc., que ellos habían aprendido a tener a Cristo ante
todo, y al yo en último plano. Yo debo entregarme a mí mismo en las manos de
Dios, ser lento o rápido conforme a Él le agrade. El proceso no avanzará
mientras yo trate de apresurarlo. Si un hombre lucha en el agua él se puede
hundir, pero si se queda quieto sobre su espalda él flotará sobre ella, y
finalmente llegará a la costa.
Efesios 1:3. El
apóstol comienza con Dios. Es una
gran cosa decir, «Mis pecados me son perdonados»; pero más es decir que el
Padre de nuestro Señor Jesucristo ha planeado un esquema tal de misericordia
mediante el cual Él es glorificado por Su perdón. En el Salmo 103 obtengo
misericordia que desciende desde lo alto; en Efesios yo obtengo la fuente y el
principio de ella. "Bendito sea el Dios y Padre", etc. Permítanme
preguntarles, ¿Dónde comienza vuestro evangelio? Esto es en el cielo, "toda
bendición espiritual en los lugares celestiales." El Salmo 103 era la nota
más elevada de alabanza que un Judío podía elevar; pero la ventana de David
estaba abierta hacia el norte, y él vio toda la promesa de bendiciones
terrenales; pero nuestra ventana está sobre nuestra está sobre nuestras
cabezas, hacia el cielo. Esteban miró directo al cielo. Yo puedo decir también
(Efesios 1:3), «Todo es mío.» Es una cosa diferente ser como David, sabiendo de
qué manera la misericordia me viene bien cuando he fracasado en todo; o como
Pablo, el cual sabía que él era solamente la persona adecuada para Dios.
"Fui recibido a misericordia, para que Jesucristo mostrase en mí el
primero toda su clemencia", etc. (1ª. Timoteo 1:16). La razón por la que
los santos no son más felices y resueltos en el alma es porque ellos no ven el
aspecto en el cual están delante de Dios, en relación con Su misericordia; y
consideran a Dios como repartiéndoles Su misericordia en la tierra, en lugar de
ver que Dios está en el cielo buscando a aquellos en los cuales Él puede
exhibir Su misericordia. Yo no sólo he hallado misericordia como pecador arruinado,
sino que he encontrado a Dios, el cual es rico en misericordia, y el cual dice
que yo, como pecador, Le soy adecuado.
Dios quiere pecadores. Yo soy una persona débil en quien Él puede manifestar Su
carácter de misericordia; pero yo soy uno. Yo, un pecador, necesito a Dios, y Dios
me quiere para manifestar Su misericordia. Nosotros necesitamos estar
fundamentados en la misericordia de
Dios. David lo aprendió en el lugar en el cual fue
colocado. (Véase 2º. Samuel 23). "Aunque mi casa no haya sido así para con
Dios, Él ha hecho conmigo un pacto eterno, En todo ordenado y bien seguro."
(2º. Samuel 23:5- BTX). La marca de lo que es adecuado para Dios no se
encuentra en mí, sino en Cristo. Él ha ascendido a las alturas, aceptado, y por
eso yo en Él, no así Israel.
El pensamiento principal en la Escritura es la misericordia; es en misericordia
que Él ha arrancado antorchas del fuego; y cuando Él quiso enviar uno entre los
Gentiles para llevar Su revelación especial, Él escogió a uno que había sido un
blasfemo e injuriador, etc. (1ª. Timoteo 1:13); y cuando Él enviaría a los Judíos
tercos y duros de cerviz, Él tomó a uno
que era incluso brioso en su impetuosidad, su torpeza, en su mal hablar, y
luego al negar a su Señor.
¡Vaya escuela
por la que estos dos tuvieron que pasar, para adecuarlos para manifestar la
idoneidad de los pobres perdidos para mostrar la misericordia de Dios! Yo
sostengo que esas personas (los santos en los lugares celestiales) se ven impelidas
a cantar. ¿Qué es lo que tenía que
hacer un hombre en el templo de Jerusalén establecido como cantor sino cantar? Él
podía desafinar, pero estaba
destinado a cantar, pero si usted está ocupado con Dios y con Cristo, usted
jamás desafinará. Mientras más yo estoy quebrantado de corazón y espíritu, más
profunda causa tengo para cantarle a Él (obviamente no debemos expresar
sentimientos que no tenemos, esto sería hipocresía); pero si yo canto acerca de
lo que Cristo ha hecho, puedo cantar desde el fondo del foso. Podemos confundir
a menudo 'alegría de sentimiento' con 'poder de alabanza', pero ellos son muy
distintos. ¡Que podamos tener ese óleo de alegría sobre la superficie de
nuestras almas para que alabarle a Él pueda ser una cosa fácil!
G. V. Wigram (1805 – 1879)
Traducido
del Inglés por:
B.R.C.O. – Julio 2014.-
Título original en inglés: CONTRAST BETWEEN EARTHLY
AND HEAVENLY BLESSING, by George Vicesimus Wigram
Versión Inglesa |
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