EDIFICACIÓN ESPIRITUAL CRISTIANA EN GRACIA Y VERDAD

CÓMO ESTUDIAR LA ESCRITURA (C. H. Mackintosh)

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CÓMO ESTUDIAR LA ESCRITURA

 

 

Es algo muy difícil, para cualquier persona, intentar prescribir a otro el método correcto de estudio de la Escritura. Las profundidades infinitas de la Santa Escritura, al igual que los recursos inagotables que están en Dios y las glorias morales de la Persona de Cristo, son revelados solamente a la fe y a la necesidad. Esto hace que ello sea muy sencillo. No son la inteligencia o el poder intelectual lo que necesitamos, sino la sencillez de un niño pequeño. Aquel que compuso las Santas Escrituras debe abrir nuestros entendimientos para recibir su preciosa enseñanza. Y Él lo hará así, si nosotros esperamos sólo en Él en verdadera sinceridad de corazón.

 

Nosotros no debemos perder jamás de vista el hecho importante de que nuestro conocimiento aumentará  cuando actuamos conforme a lo que conocemos. Nunca servirá sentarse a leer la Biblia como un 'devora libros'. Podemos llenar nuestro intelecto con conocimiento bíblico, podemos tener las doctrinas de la Biblia y la letra de la Escritura a nuestro alcance sin, una partícula de unción o de poder espiritual. Debemos acudir a la Escritura como un hombre sediento acude a un pozo; como un hombre hambriento va a una comida; como un marinero acude a una carta de navegación. Debemos acudir a ella debido a que no podemos prescindir de ella. Acudimos a ella, no meramente para estudiar, sino para alimentarnos. Los instintos de la naturaleza divina nos llevan a la Palabra de Dios así como un recién nacido desea la leche mediante la cual ha de crecer. El nuevo hombre crece por alimentarse de la Palabra.

 

Por eso es que podemos ver de qué manera es muy real y práctico este asunto acerca de cómo estudiar la Escritura. Ello está íntimamente relacionado con nuestra entera condición moral y espiritual, con nuestro andar diario, con nuestras costumbres y nuestro curso verdaderos. Dios nos ha dado Su Palabra para formar nuestro carácter, para gobernar nuestra conducta y para dar forma a nuestro curso. Por consiguiente, si la Palabra no tiene una influencia formativa y un poder que gobierna sobre nosotros, es el colmo de la necedad pensar en almacenar una cantidad de conocimiento escriturario en el intelecto. Ello sólo puede hacer que nos envanezcamos y nos engañemos. Es una cosa muy peligrosa transitar en la verdad no percibida; ello provoca una indiferencia despiadada, superficialidad de espíritu, insensibilidad de conciencia, que es espantosa para las personas de piedad seria. No hay nada que tienda a lanzarnos más completamente en las manos del enemigo que una cantidad de conocimiento intelectual de la verdad sin una conciencia tierna, un corazón verdadero, una mente recta. La mera profesión de la verdad que no actúa sobre la conciencia y sale a la luz en la vida, es uno de los peligros especiales en el día en el cual nos toca nuestra porción. Es mucho mejor, con creces, conocer sólo un poco en realidad y poder, que profesar una cantidad de verdad que yace impotente en la región de la comprensión, no ejerciendo influencia formativa alguna sobre la vida. Preferiría mucho más estar honestamente en Romanos 7 que de manera ficticia en Romanos 8. En el primer caso estoy seguro de salir bien, pero en el  último caso no hay forma de saber a qué puedo yo llegar.

 

En cuanto al asunto de hacer uso de los escritos humanos para ayudarnos en el estudio de la Escritura, es necesaria mucha cautela. Es indudable que el Señor puede hacer uso, y lo hace, de los escritos de Sus siervos, tal como Él usa el ministerio oral para nuestra enseñanza y edificación. De hecho, en el actual estado quebrantado y dividido de la Iglesia, es maravilloso advertir la rica gracia y el tierno cuidado del Señor en el hecho de alimentar a Su amado pueblo con los escritos de Sus siervos.

 

Pero, reiteramos, es necesaria gran cautela, una ferviente espera en el Señor, para que no podamos abusar de un don tan precioso, para que ello no pueda conducirnos a comerciar con 'capital ajeno'. Si realmente dependemos de Dios, Él nos dará la cosa correcta; Él pondrá el libro correcto en nuestras manos; Él nos alimentará con comida adecuada a nosotros. Lo recibimos así de Él mismo y lo sostenemos en comunión con Él. Ello es nuevo, vivo, poderoso, informativo; habla al corazón y resplandece en la vida; y nosotros crecemos en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. ¡Crecimiento precioso! ¡Ojalá hubiese más de él!

 

Finalmente, tenemos que recordar que la Santa Escritura es la voz de Dios y que la palabra escrita es la transcripción de la Palabra viviente. Es sólo por medio de la enseñanza del Espíritu Santo que nosotros podemos comprender realmente la Escritura, y Él revela sus vigorosas profundidades a la fe y a la necesidad. Jamás olvidemos esto.

 

C. H. Mackintosh (1820-1896)

 

"Things New and Old - Volumen 13

 

 

Traducido del Inglés por: B.R.C.O. – Junio 2014.-

Título original en inglés:
HOW TO STUDY SCRIPTURE, by C. H. Mackintosh
Traducido con permiso

Versión Inglesa
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