NUESTRA COMUNIÓN:
¿QUÉ ES?
De la Revista "The Christian's Friend" Año 1899.
Estas
palabras,
"nuestra comunión", se encuentran en 1ª. Juan 1:3 pero debido a que
ellas han sido usadas por algunos con un significado unido a ellas muy
diferente y limitado de aquel que, tal como lo entiendo, El Espíritu de Dios
les da aquí, tengo considerado decir una palabra acerca del tema de esa
comunión.
Yo
pienso que
la base de la comunión entre los hombres de este mundo es extremadamente sencilla.
Es porque el mundo 'ama lo suyo' (Juan 15:19) y debido a que "Como en el
agua un rostro refleja otro rostro, así el corazón de un hombre refleja el de
otro hombre." (Proverbios 27:19 (BJ).
Pero
hay otra
comunión, como he dicho, a la cual se refiere Juan, y es igualmente sencilla.
La Escritura (tal como lo hace con respecto a todo) nos presenta el testimonio
verdadero en cuanto a esta otra comunión, así como lo hace también acerca de la
primera, pero se necesita la luz del Espíritu para comprender ambas.
Toda
"comunión" actual involucra a
hombres en relaciones y asociaciones completamente fuera de la esfera de este
mundo. Vemos en ella entidades ocultas y espirituales obrando. El hombre no es
un agente libre e independiente en este mundo, aunque pueda pensar y hablar
acerca de sí mismo como el 'señor de la
creación.' Él sabe, en lo más íntimo de su corazón, que si una vez lo fue,
él no lo es ahora, ni tampoco es él
quien da origen a la escena actual de contrariedad a través de la cual se
mueve, y en la que transcurre su breve existencia. En algún momento u otro,
todos nosotros debemos haber admitido en secreto, si no públicamente, que
tenemos que ver con poderes superiores a
nosotros mismos. Estos son, evidentemente, para todos nosotros, los del
bien o del mal. Dios está al final del uno, y Satanás al final del otro. La
comunión se refiere a estos dos poderes; es decir, no puede estar limitada a
personas y cosas, sino que abarca las
fuentes de ambos. Por eso es que en ella yace el bien actual o el mal actual,
emanando de una fuente que está más allá de la esfera del tiempo, debido a que
las fuentes del bien y del mal no se limitan, ni pueden limitarse, al tiempo. Los
asuntos del bien y el mal y de la comunión están impresos en la eternidad. El
futuro de ellos está allí.
El
Padre y el
mundo, Cristo y Belial, el espíritu y la carne, el creyente y un incrédulo, la
luz y las tinieblas, la vida y la muerte, el templo (naos) del Dios viviente y
los ídolos — todos estos se nos presentan cuando se considera el asunto de la
comunión. Hay, por consiguiente, solamente dos comuniones reconocidas por Dios
en
este mundo, y en cuanto a cualquier parecido de la una a la otra, no existe
parecido alguno. Ellas son tan opuestas como la luz y las tinieblas y como la
vida y la muerte.
Está
a punto
de ser presentada la permanencia a esa condición de la que se habla ahora como
siendo una comunión, y a las personas y cosas que pertenecen a ella y que la
caracterizan. Se ha de cumplir literalmente: " Que el injusto siga
haciendo injusticias, que el impuro siga siendo impuro, que el justo siga
practicando la justicia, y que el que es santo siga guardándose santo."
(Apocalipsis 22:11 – LBLA). Cito este pasaje para demostrar qué es lo que está
a punto de ser hecho permanente. Lo que
procuramos ahora, y que el mejor de los que lo procuran (en la energía de la
nueva naturaleza) obtiene sólo parcialmente,
lo seremos en el bien pleno de entonces.
(Véase 1ª. Juan 1: 3, 4).
Yo
sólo llamo
aquí la atención a estas cosas. Dios, y sólo Dios, puede clarificar estos
trascendentales asuntos que yacen en la palabra comunión, y hacer que todos vean claramente el final de ella, que es, ciertamente,
un asunto importante. Nuestra comunión – ¿cómo terminará? Está
claro que "ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para
sí." (Romanos 14:7). El bien y el mal luchan por el dominio en este mundo,
y debido a que lo hacen, jamás habrá una amalgama o unión. Toda persona
pertenece ciertamente al bien o al mal, y a una u otra comunión relacionada con
ellos, pero no a ambas, porque Dios reconoce
sólo dos comuniones.
El
origen, y
la base, actual de la comunión que es conforme a Dios se encuentra en Dios
mismo. De ahí su estabilidad. Dios se ha complacido en revelarse plenamente a
Sí mismo en el Cristianismo. Para Él, el Cristianismo ha desplazado al Judaísmo
en la tierra, en el cual Él no pudo ser plenamente conocido, puesto que Él no
se había revelado en dicho sistema. Él lo ha hecho ahora, y se ha revelado a Sí
mismo al hombre. El hombre que conoce a Dios es traído, de este modo, a estar
dentro de la comunión, porque afuera está la esfera donde Dios no es conocido.
Esto nos lo es presentado muy claramente en la Primera Epístola de Juan, la
cual es la epístola de la comunión. Y es la epístola de la comunión debido a
que insiste acerca del hecho de que Dios tendrá ahora a los partícipes en Su
propio gozo y en lo que Le es apropiado, y eso, también, fuera de todo lo que
hay en este mundo. Afuera de esta comunión está "el mundo", la escena moral completa que se opone a Dios,
"porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de
los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo."
(1ª. Juan 2:16). Es muy importante tener claridad acerca de esto. "Sabemos
que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno." (1ª. Juan
5:19). "Sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento
para conocer al que es verdadero." (1ª. Juan 5:20). Esto último es
conocimiento Cristiano. Dios es revelado. "Dios, habiendo hablado muchas
veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en
estos postreros días nos ha hablado por el Hijo [o, "en el Hijo"]." (Hebreos 1: 1, 2). Dios habla.
La
base y la
constitución de la comunión están en Dios mismo. Hay progreso en la comprensión
de lo que ella es por parte de los que son traídos a estar en ella. Hay en ella
"niños", "jóvenes" y "padres", pero todos son
traídos a ella (y de una vez y para siempre) por la recepción de la verdad del
evangelio. Dios es dado a conocer, y siendo introducida así la comunión, ellos
crecen en el "conocimiento de Dios." Pero Dios es dado a conocer para
la "
la obediencia a la
fe en todas las naciones." (Romanos 1:5). Si en
Atenas los Atenienses de los días de Pablo erigieron un altar al "AL
DIOS NO CONOCIDO, el apóstol tuvo
el privilegio de responder, "Al que vosotros adoráis, pues, sin conocerle,
es a quien yo os anuncio." (Hechos 17:23). Al recibir la verdad, las
personas pasan de las tinieblas a la luz. "Dios es luz," dice el
apóstol, "y no hay ningunas tinieblas en él. Si decimos que tenemos
comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero
si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la
sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado." (1ª. Juan 1: 5,
6, 7). Entonces, para todos los que conocen a Dios estando en la luz, no puede
ser de Dios ninguna comunión (llamada así) que tiene dimensiones más pequeñas
que estas, o que establece tales dimensiones o barreras.
Conocer a Dios es conocerle
tal como Le ha agradado revelarse a Sí
mismo —Padre, Hijo, y Espíritu Santo. No podría existir ninguna comunión con
Dios aparte de esta y, para Dios, no existe ninguna otra. En épocas pasadas
nadie pudo conocerle en ninguna otra forma de aquella en que a Él le agradó, en
aquel entonces, darse a conocer. A Abraham se dio a conocer fue como Dios Omnipotente
(o, Todopoderoso) (véase Éxodo
6:3); a Israel fue como Jehová; a nosotros se nos da a conocer de una forma que
incluye ambos y también Su revelación adicional como Padre, tal como el Hijo
Le conoce. (Juan 10: 14, 15). "Nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al
Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar."
(Mateo 11:27). "Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro
Dios." En la resurrección, Él da a conocer nuevamente el nombre del Padre
y lo anuncia a Sus hermanos. (Juan 17:26; Hebreos 2:12).
He denominado la Primera
Epístola de Juan como «la epístola de la
comunión». Permítanme llamar la atención a unos pocos puntos que, yo pienso,
aclarará lo que quiero decir. Diría, en primer lugar, que en el evangelio el
Espíritu lleva los hombres a Cristo, y que Cristo es, entonces, el Revelador
del Padre, y Aquel que lleva al Padre, y creo que es así como Dios es conocido
y que es así como somos llevados a esta comunión.
Juan escribe su epístola
para que nosotros podamos tener
comunión con él, y esta comunión del apóstol era "con el Padre, y
con su Hijo Jesucristo." (1ª. Juan 1:3). ¿Qué obtenemos nosotros,
entonces, en esta comunión?
1. El PADRE y el HIJO
son conocidos en el poder del ESPÍRITU. "Vosotros
tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas." (1ª. Juan 2:20).
2. Se anda en la LUZ
y se disfruta de ella en contraste con las
tinieblas morales que existen a todo nuestro alrededor.
3. Se practica la
JUSTICIA en medio de una escena de injusticia. (1ª.
Juan 2:29 - 3:12).
4. Nos deleitamos
y nos gozamos en el AMOR el cual es la exhibición de
la naturaleza de Dios. (1ª. Juan 3:14 – 5:3).
5. Finalmente, esta
comunión en la tierra es la esfera de la VIDA TERNA
(1ª. Juan 5:6 hasta el final de la epístola).
Agrego una palabra
más. La comunión que existe entre los hombres en el
mundo es reconocida plenamente por el apóstol. "El mundo entero está bajo
el maligno." (1ª. Juan 5:19). Juan es posterior a Pablo, y él tiene a la
vista la comunión que entró en lo que nosotros llamamos Cristianismo, y que
ninguna descomposición de la Iglesia (como estando establecida aquí en la
tierra en responsabilidad) puede tocar. Pablo nos presenta, en 2ª. Timoteo 2,
el modo en que la descomposición es enfrentada por individuos quienes, no
obstante, permanecen en el bien de lo que Juan expone más tarde como la
comunión que existía en "el principio."
La Segunda Epístola
de Juan está escrita para advertir a los santos
acerca de aquellos con quienes NO HAN de tener comunión, y la Tercera está
escrita para exhortarles en cuanto a aquellos con quienes HAN DE tener
comunión.
No conozco porción
alguna de la Palabra que se ocupe tanto de la
cuestión de lo que yo puedo llamar comunión divina, y de lo que pertenece a
ella y se encuentra en ella, como lo hacen las tres epístolas de Juan. Su
entrada en el mundo en el Cristianismo está contenida en las palabras introductorias
de su primera epístola: "Lo que era desde el principio." (1ª. Juan
1:1). Dios es visto allí viniendo a establecer lo que Le es apropiado. Él es el
Originador y Establecedor de ello en el hecho de darse Él a conocer en Cristo. Él
forma una esfera para el hombre que es apropiada para Él mismo, y dos cosas
caracterizan esta esfera. Ella excluye a todos y a todo lo que es
contrario a Aquel que se revela en ella; y ella incluye a todos los que
son nacidos de Él y, por consiguiente, a todo lo que en este mundo es agradable
a Él. Es una condición de bendición para la tierra con Dios como su centro, en
la que todo es moralmente conforme a Él, de quien todo en ella procede. Siendo
los apóstoles los primeros en ella, ellos la dan a conocer.
Que pueda el Señor
llevarnos a entrar en la realidad de esta comunión santa
a la cual somos llamados, para que, como santos, podamos ser, en ella, grandes
ayudadores los unos de los otros.
H. C. Anstey
Traducido del Inglés por:
B.R.C.O. – Abril 2014.-