EL
SECRETO DE LA DISPENSACIÓN
F.
B. Hole
Todas
las citas bíblicas se encierran entre comillas dobles ("") y han sido tomadas
de la Versión Reina-Valera
Revisada en 1960 (RVR60) excepto en los lugares en que, además de las
comillas dobles (""), se indican otras versiones, tales como:
BTX
= Biblia Textual, © 1999 por Sociedad Bíblica Iberoamericana, Inc.
JND
= Una traducción literal del Antiguo Testamento (1890) y del Nuevo Testamento
(1884) por John Nelson Darby (1800-82), traducido del Inglés al Español por:
B.R.C.O.
KJV1769
= King James 1769 Version of the Holy Bible (conocida también como la
"Authorized Version").
LBLA
= La Biblia de las Américas, Copyright 1986, 1995, 1997 by The Lockman
Foundation, Usada con permiso.
RVA
= Versión Reina-Valera 1909 Actualizada en 1989 (Publicada por Editorial
Mundo Hispano)
VM
= Versión Moderna, traducción de 1893 de H. B. Pratt, Revisión 1929 (Publicada
por Ediciones Bíblicas - 1166 PERROY, Suiza).
La palabra dispensación aparece
dos veces en nuestra versión autorizada Inglesa de la Epístola a los Efesios,
—a saber, Efesios 1:10 y Efesios 3:2 (N.
del T.: en la RVR1960 se traduce como "administración"). En ambos
casos, la palabra Griega traducida así es una que significa ley, o disposición,
de una casa. Al estar aliada cercanamente con la palabra usada para mayordomo,
se traduce a veces como mayordomía. Hablando en términos
generales, podemos decir que una dispensación es aquel régimen, o disposición
de asuntos, que Dios se complace en instituir en cualquier momento dado.
Efesios 1:10, considera el régimen glorioso que va a ser
establecido en la edad venidera, el cual tendrá, como su característica culminante,
la reunión de todas las cosas en Cristo y Su liderazgo sobre todas las cosas, tanto
las que están en los cielos, como las que están en la tierra. Ha existido un
secreto en conexión con esto, "el misterio de su voluntad" tal como
lo muestra Efesios 1:9; aunque el secreto es ahora un secreto abierto a
nosotros, es decir, a Sus santos de esta dispensación. Esta edad venidera es el
tema de muchas resplandecientes Escrituras del Antiguo Testamento que deberían
haber alegrado el corazón de los santos viviendo en tiempos pre-Cristianos, y
que aún encienden y animan nuestros corazones hoy en día; no obstante, se hallará
que tales Escrituras contemplan la edad como siendo la edad de la gloria del
Mesías, con Israel, reunido bajo Él, como cabeza de las naciones, y los
Gentiles ordenados y bendecidos de manera subordinada a Israel. Sólo en muy
rara ocasión —tal como en Oseas 2:21— se alude a la esfera celestial. La
voluntad de Dios en cuanto a ello, no obstante, abarcaba más que las cosas
terrenales. Él se propuso en Sí mismo, según Su beneplácito (o complacencia)
una unidad de gloria más amplia y más maravillosa. No sólo todas las cosas que
están en la tierra —incluyendo Israel y las naciones, sino todas las cosas que
están en los cielos, –incluyendo la iglesia y las huestes angélicas, van a
encontrar su Cabeza unificadora en Cristo. Ningún santo del Antiguo Testamento
habría adivinado aquel secreto, aunque a nosotros se nos ha dado a conocer
plenamente.
Esa dispensación es futura, pero en Efesios 3:2, tenemos una
dispensación actual y mucho más limitada en su alcance, aunque mucho más íntima
en cuanto a su carácter. El apóstol habla de ella como una que le "fue
encomendada para vosotros" (Efesios 3:2 – BTX) —es decir, él era su
administrador (o mayordomo) en lo que a los Gentiles, tales como los Efesios,
les concernía. Siendo esto así, y teniendo en mente de qué manera completamente
perdida y sin esperanza habían estado los Gentiles, tal como se declara en
Efesios 2:12, es fácil ver que se trata, en efecto, de una dispensación de la gracia
de Dios; la edad (época) venidera
será más bien la dispensación de Su gloria.
Esta dispensación, asimismo, tiene un "misterio" o
"secreto" relacionado con ella —un secreto, es decir, desde el punto
de vista de todos los que vivieron previamente a la muerte y resurrección de
Cristo, a la venida del Espíritu en Pentecostés, y a al paso posterior del
período de transición y la revelación del primer pensamiento de Dios en
relación con la iglesia. En el tiempo en que se escribió la epístola Efesia, el
secreto había sido divulgado por el Espíritu a los apóstoles y profetas
(Efesios 3:5), aunque fue revelado independientemente a Pablo (Efesios 3:3), y
él solo fue el administrador de dicho misterio (o secreto) por lo que se
refiere a los santos Gentiles (Efesios 3:2).
¿Cuál es este secreto especial de la dispensación revelado ahora a
nosotros? Sólo tres pasajes nos proporcionan sus detalles, aunque otros aluden a
él. Los tres son: Efesios 2: 8-22; Efesios 3:6; y Colosenses 1:27. El hecho de
que la primera de estas tres Escrituras es una revelación del misterio es
demostrado por Efesios 3: 3-4, donde el
apóstol apela a lo escrito anteriormente como muestra de su conocimiento acerca
del tema. Es digno de notar, a propósito, que él denomina como "breves
palabras" este pasaje escrito anteriormente ("cómo por revelación
fuéme dado a conocer el misterio, según escribí más arriba en breves
palabras" – Efesios 3:3 – VM), aunque
es el pasaje más largo y completo de los
tres. Esto nos muestra que se trata de un resumen condensado del asunto, y que
podemos esperar hallar en él gran plenitud y profundidad.
El secreto de la dispensación, entonces, tiene que ver con la obra
de Dios entre los Gentiles, mediante la cual una elección de entre ellos es
llevada, al igual que con una elección de entre Israel, a la plenitud de
bendición en Cristo. Ambos entran en términos iguales e idénticos, y no sólo
eso, sino que también en una posición y en unas relaciones que son totalmente
nuevas.
Siendo estas cosas la esencia misma del asunto, señalamos, en
primer lugar, de qué manera son manifestadas en esta Escritura.
(1). De los dos, Judío y
Gentil, creó uno solo, "derribando
la pared intermedia de separación" y aboliendo "las enemistades"
"en su carne", es decir, por la muerte de Cristo (Efesios 2: 14 y
15). A ambos los reconcilió "en
un solo cuerpo" (Efesios 2:16). Ambos
tienen acceso al Padre por un mismo
Espíritu (Efesios 2:18). Esto nos autoriza a decir que ambos entran en términos
iguales e idénticos.
(2). Ellos, no obstante, no entran sobre la antigua base planteada
en la ley dada a Israel. No se trata de que los Gentiles son admitidos ahora a
compartir la posición de Israel delante de Dios. La sangre de Cristo los ha
hecho cercanos en Cristo Jesús
(Efesios 2:13). Su muerte es, en efecto, el terreno eficaz de ello, pero Él ha
creado así "en sí mismo de los
dos un solo y nuevo hombre" (Efesios 2:15). La palabra usada aquí es
realmente "crear" aunque a
veces es traducida como "hacer". Ambos son llevados a Dios en un solo
cuerpo, pero es como reconciliados
mediante la cruz (Efesios 2:16), ambos tienen entrada al Padre pero es por un
mismo Espíritu (Efesios 2:18) y no
por medio de ordenanzas como antaño. Es evidente, entonces, que ambos son
llevados sobre una nueva base. La posición de viejo Adán carnal que ambos
compartían es desechada, la posición nacional como pueblo de Jehová que
pertenecía exclusivamente al Judío es también desechada, y entra la elección de
entre ambos reconciliados mediante la
cruz, "un solo y nuevo hombre", "en Cristo Jesús."
(3). Las relaciones en las cuales ellos entran están mucho más
allá de cualquiera en que Adán haya estado incluso en inocencia, e igualmente
más allá de la relación nacional de Israel con Jehová. Ellos no son una nación
sino un solo cuerpo (Efesios 2:16),
entrando al Padre (Efesios 2:18) más
bien que entrando a Jehová. Además, los tales son "miembros de la familia
de Dios"; son edificados en aquello que está destinado a ser "un
templo santo en el Señor", y son "juntamente edificados para morada
de Dios en el Espíritu" como una cosa actual (Efesios 2: 19-22).
Este es, entonces, el secreto de la dispensación actual expresado
en unas pocas palabras. Efesios 3:6 nos presenta lo mismo en menos palabras; y
Colosenses 1:27 presenta el mismo gran tema incluso en aún menos palabras, pero
de un punto de vista diferente, cuando dice que "las riquezas de la gloria
de este misterio entre los gentiles", es "Cristo en [o entre] vosotros [es decir, Gentiles], la esperanza de gloria." Los profetas
habían predicho que el Mesías estaría entre Su pueblo sobre la base de la
redención, y que la gloria terrenal se establecería en relación con ella; pero el
hecho de que Cristo estaría en, o entre, una elección desde el mundo gentil,
era una cosa desconocida y asombrosa, despertando la expectativa más animada de
Su postrer resplandor en una gloria de aun más amplias dimensiones.
Hay otras Escrituras que no obstante no referirse exacta o
directamente al "misterio" o "secreto", aun así arrojan luz
adicional sobre él. La totalidad de 2ª. Corintios 3, por ejemplo, aclara
Colosenses 1:27.
Debemos, sin embargo, pasar de largo estos otros pasajes, siendo
nuestro objetivo actual alcanzar la incidencia práctica de toda esta verdad
sobre las vidas de los santos que componen la iglesia.
La totalidad de Efesios 3, excepto el versículo 1, tiene la
naturaleza de un paréntesis. Estando a punto de escribir instrucciones en
cuanto a la conducta de ellos, está claro que el apóstol sintió, evidentemente,
que era necesario hacerlas cumplir mediante una declaración de su autoridad
peculiar con respecto a ellos mismos. Él no sólo tenía meramente conocimiento
del misterio por revelación
directa, de primera mano, de parte del Señor, sino autoridad, puesto que la dispensación
o "administración"
con respecto a todo lo mencionado en la última parte del capítulo 2 fue, por lo
que se refiere a los Gentiles, dado a él (Efesios 3:2). Él fue hecho siervo
administrador de dicho misterio (Efesios 3:7), siendo su obra, como tal,
predicar entre los Gentiles las inescrutables riquezas de Cristo y hacer que
todos vieran lo que es la "dispensación" o "comunión"
(Versión Inglesa KJV1769) (o "administración"—Nueva Traducción de
John. N. Darby) del misterio. No enunció meramente la verdad recién revelada en
sus términos, sino que se ocupó de que en la comunión, o administración
práctica, la verdad fuese ejemplificada entre los santos y fuese llevada a cabo
por ellos, de manera que, siendo ellos nacionalmente Judíos o Gentiles, estaban
juntos, totalmente por sobre, y aparte, de las animosidades raciales y
religiosas que los caracterizaban por naturaleza, en el reconocimiento y en la
conciencia bienaventurados de la nueva posición establecida en Cristo, y la
relación nueva con el Padre, con Cristo, y de los unos con los otros, en el
poder del Espíritu de Dios. Hubo, entonces, una expresión práctica en la tierra
de lo que es el secreto real, el gran pensamiento característico de la
dispensación actual, y de ese modo se exhibía a las potestades celestiales la
multiforme sabiduría de Dios. La unidad así establecida en la iglesia entre
Judío y Gentil permanece aún delante de los ojos de las potestades celestiales
y exhiben aún la sabiduría de Dios, ya que no ha existido ninguna división de
la iglesia en una sección Judía o una sección Gentil. Ha habido divisiones,
¡lamentablemente! —casi innumerables— exponiendo demasiado claramente, delante
de los ojos celestiales, la necedad del hombre, pero ninguna de ella ha sido a
lo largo de las líneas de esa gran grieta original, entre Judío y Gentil,
removida tan maravillosamente por la sabiduría de Dios. Recuerde que estamos
hablando de la administración del misterio y no de la unicidad vital del
cuerpo.
Luego, desde el versículo 14 hasta el final, se registra esa
maravillosa oración del Apóstol, en la que pide por una obra poderosa del
Espíritu en el hombre interior de estos santos Gentiles para que Cristo pueda
morar en sus corazones por la fe, y para que, con todos los santos, ellos
puedan entrar en la plenitud de estas cosas. Una poderosa obra interior era, en
efecto, necesaria si
estos antiguos adoradores de Diana iban a ser elevados en el conocimiento de su
propia alma y en el disfrute del nivel de estas cosas serenas y santas mientras
aún vivían en Éfeso y caminaban por sus calles. No es una obra menor la que es
necesaria en nuestro interior.
Efesios 4 retoma el hilo de Efesios 3:1 y el apóstol comienza su
enseñanza práctica en el más tierno de los tonos, y no obstante, respaldado con
todo el peso y autoridad del capítulo 3. La gran ocupación de estos santos
Efesios, y de nosotros mismos, es andar de una manera digna de la vocación con
que hemos sido llamados. Una tarea
sobrehumana ¡en efecto! que sólo es posible conforme la oración del apóstol
se cumple en
nosotros.
El punto central del empeño ha de ser la preservación
de "la unidad del Espíritu en el vínculo de la
paz." La "unidad del Espíritu" era, y es, un hecho real
subsistente. Nosotros no la hicimos, ni tampoco podemos romperla, pero en el
deterioro real de la vida y el andar diarios, podemos guardarla (o preservarla)
o podemos descuidarla. La exhortación es
que la guardemos en el vínculo unificador de la paz. Efesios 4:3 es, entonces,
la exhortación principal del pasaje. Los versículos 4 y 6 insisten en la
exhortación recordándonos de qué manera la unidad
es la característica sobresaliente de la vida y la profesión Cristianas en
todos sus ámbitos. El versículo 2 nos presenta los rasgos morales fundamentales
absolutamente necesarios, si la exhortación principal va ser llevada a cabo en
la práctica.
Una breve consideración acerca de cómo todo esto debe haber
apelado a los santos Efesios puede ayudarnos. La asamblea en esa gran ciudad
era predominantemente Gentil (Efesios 2:2; Efesios 4:17), aunque con una cepa
Judía en ella (Hechos 19: 1-7; Hechos 20:21), de ahí que hubiese un amplio
margen para fricción y problema. No obstante, la paz entre ellos había sido establecida
en Cristo (Efesios 2: 9-15)
y el efecto unificador de aquel vínculo se iba a sentir en su uso de diligencia
para guardar la unidad del Espíritu —llamada así porque aquel un mismo Espíritu
es el principio vital y animador del un solo cuerpo al que habían sido
llamados.
El guardar la unidad llama a ejercitar cuatro grandes
características morales:—
1. Humildad. Esa mente que es exactamente lo contrario de la mente
de Adán. Él se habría exaltado a sí mismo; la mente humilde desciende tal como
muestra Filipenses 2. Esto es muy esencial
particularmente importante para el Gentil en sus tratos con los santos
Judíos. El recuerdo, al cual el apóstol les llama en Filipenses 2: 1-8, fue
calculado para producir esto.
2. Mansedumbre. Lo opuesto al pujante espíritu de autoafirmación. Nuevamente,
esto es muy importante para el Gentil puesto que había un orden divino incluso
en relación con el evangelio, y este orden era "al judío primeramente y también
al griego"
(Romanos 1:16; Romanos 2: 9, 10).
3. Longanimidad o paciencia. La paciente y continua aceptación de incomodidades
personales o incluso males, una cosa que es posible sólo para uno que es de
espíritu humilde y manso.
4. Soportando en amor. Íntimamente relacionado con lo tercero, y
su complemento —el amor que soporta lo que podría ofender a otros, en lugar de
procurar una reparación mediante métodos violentos.
Todas estas cosas serían muy solicitadas al Gentil en sus tratos
con el Judío. Mediante el entrenamiento legal y el instinto hereditario de
siglos, este último llevaba dentro de sí mismo la tendencia a tomar el punto de
vista estrecho, centrado en sí mismo, legal, de las cosas; los asuntos
mencionados en Hechos 15 y Romanos 14 muestran esto. Nada más que la
longanimidad, o paciencia, junto con el amor que sana todas las cosas, les
capacitarían para permanecer juntos en paz.
De más está decir que el Judío necesitaría igualmente estas cosas
en sus relaciones con su hermano Gentil. De hecho, la experiencia muestra que
la disposición a llevar las cosas hasta los extremos y olvidarse de la unidad
del Espíritu está arraigada más profundamente en el estrecho tipo de
pensamiento Judío que en el amplio tipo Gentil. Estos cuatro rasgos excelentes
eran indispensables en ambos lados.
Ellos no son menos indispensables para nosotros en la actualidad
sino más aún, si fuera posible. En la actualidad no existen dificultades y
puntos de ruptura entre Judío y Gentil, no obstante, con el transcurso de los
siglos se ha perdido ampliamente de vista el hecho mismo de que la iglesia es
una unidad establecida por Dios, al mismo tiempo que el carácter esencial de
esa unidad, tal como se expone en Efesios 2: 9-18, es reconocida en aún menor
grado. Jamás hemos necesitado, en una medida más profunda, la afirmación
apostólica de que "Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu" (Efesios 4:4 – LBLA) y la exhortación a
procurar "con diligencia guardar la
unidad del Espíritu en el
vínculo de la paz." (Efesios 4:3
– RVA).
Algunos de nuestros lectores que por largo tiempo
se han 'reunido sobre el terreno del un
solo cuerpo' pueden considerar tales comentarios como superfluos por lo que
les concierne a ellos, pero estamos persuadidos que ellos no lo son. La
tendencia a pasar por alto el hecho del 'un solo cuerpo' y 'un solo Espíritu'
alcanza nuestras mentes en muchas formas sutiles.
Tomen un ejemplo de ello:— Ciertos creyentes, y
por tanto miembros del cuerpo de Cristo, son despertados por el Espíritu de
Dios por medio de las Escrituras a esas partes del círculo de la verdad que
concierne a la iglesia, a su posición, sus privilegios, y su destino, junto con
sus responsabilidades como testigo en la tierra para Cristo durante el período
de Su rechazo y ausencia; y para practicar
lo que han aprendido, se retiran de muchas organizaciones religiosas de origen
puramente humano, y vuelven a la sencillez de aquello divinamente instituido a
través de los apóstoles. Todo esto es hecho en sencilla fidelidad a la Palabra
de Dios sin pensar en ellos mismos en absoluto, pero a medida que pasan los
años y la energía de la fe declina un tanto, reaparece el ocuparse de uno mismo,
y la pregunta acerca de cuál es la posición que tienen ahora como resultado de
actuar así se plantea en la mente de muchos. Nada será ahora más fácil que
asumir que por el hecho de haber abandonado ellos una posición hecha por el
hombre y ocupar el terreno de la iglesia conforme a las Escrituras ellos han
adquirido una posición corporativa
renovada, la cual es propia de ellos y en la cual los demás Cristianos no
comparten.
La sutileza de esta idea se puede ver en el hecho
de que es muy posible abrigarla al mismo tiempo que se insiste con fuerza
acerca de la verdad del 'un solo cuerpo'. Se puede proclamar esto último, y
contender por ello, y no obstante, las personas pueden idealizarlo de tal
manera en sus mentes como para no ver nada inconsistente con ella en la idea de
otro "cuerpo"— especialmente cuando este otro "cuerpo" se
encuentra dentro del verdadero "un cuerpo" que el Espíritu formó
originalmente.
De este modo, podemos dar por sentado muy
fácilmente en nuestras mentes algo que no tiene existencia alguna en el
pensamiento de Dios tal como nos es revelado en Su Palabra. Después de todo
existe "un solo cuerpo" y
sólo uno. Debería ser evidente, por tanto, que nosotros no deberíamos aceptar
nada que sea corporativo fuera del 'un
cuerpo', y aun el hecho de que
ciertos miembros del un cuerpo regresan
a la verdad de aquel un cuerpo,
después de siglos de desviación de ella, no los reincorpora como un pequeño cuerpo
interior dentro del un cuerpo. Dios
ha hecho UN cuerpo, y Él nunca considerará más de uno, independientemente de lo
que pueda hacer.
No continuamos más allá con esto, sino comentamos
meramente dos cosas: Primero, no hemos estado combatiendo una mera noción, una
idea abstracta sin ninguna consecuencia práctica. Este pensamiento, si se lo
abriga, conduce a consecuencias en la conducta, y especialmente en lo que
podemos denominar conducta de asamblea,
lo que es de gran gravedad. Segundo, enfatizamos el hecho de que hemos estado
hablando de lo que es corporativo y
no de lo que es colectivo. Dios
considera, efectivamente, la idea de una vida colectiva y de un testimonio
colectivo, y eso en un día de fracaso y ruina, y Él nos lo expone claramente en
una Escritura tal como 2ª. Timoteo 2:22. La esencia de los comentarios
anteriores es que cuando los que invocan al Señor con un corazón puro, están
siguiendo ardientemente la justicia, la fe, el amor, y la paz, ellos no
adquieren ninguna posición corporativa especial por hacer esto. Tienen verdaderamente
una posición corporativa, pero es la de miembros del "un solo cuerpo"
instituido originalmente por Dios. Habiendo así considerado brevemente nuestra
necesidad actual de la afirmación del Apóstol: "Hay un solo
cuerpo y un solo Espíritu"
(Efesios 4:4 – LBLA) queda sólo señalar la exhortación que el Apóstol
fundamentó sobre ella. En los círculos religiosos la unidad está de moda, no
obstante, no se piensa en la "unidad del Espíritu", y volviendo a
nosotros —¿cómo guardaremos la unidad del Espíritu si en nuestras mentes
tenemos esta segunda unidad inferior de la cual hemos hablado?
Por no decir más, habrá alguna ocasión
cuando chocarán las demandas de las dos unidades,
con el resultado casi cierto de que nos sometemos a las demandas del más pequeño,
pero no obstante más tangible, "cuerpo" de nuestra propia creación,
frente a las demandas del más grande y menos realizable "cuerpo"
creado por Dios.
Y luego, ¡el espíritu y la manera en que en que se
ha de guardar la unidad! Aquí está la mente de Cristo, y ha de ser exhibida en
los miembros de Su cuerpo. Estas no son cosas que se han de pasar de prisa como
para enfrentar alguna crisis de desunión, sino cosas que han de ser forjadas en
la fibra de nuestras almas por el Espíritu Santo. Las necesitamos siempre. Son
tan necesarias al llevar a cabo un solemne acto de excomunión ordenado
Escriturariamente, o de alejamiento de la iniquidad de un Himeneo o Fileto,
como en la confirmación del amor Cristiano a un santo una vez pecador pero
ahora arrepentido.
HUMILDAD, MANSEDUMBRE, LONGANIMIDAD O PACIENCIA,
SOPORTAR EN AMOR. ¡Ciertamente un cuarteto maravilloso de gracias semejantes a
Cristo! Casi, podríamos decir, un resumen condensado de 1ª. Corintios 13. Esto
es posible para nosotros en la medida en que el AMOR, la naturaleza divina, es
producido en nuestros corazones. Estamos convictos. Aquí ha sido el fracaso.
Aquí debe ser la recuperación. Pueda Dios obrarla en nosotros por Su Espíritu.
F. B. Hole
Traducido
del Inglés por: B.R.C.O. – Junio 2013.-