LAS ACCIONES DEL ESPÍRITU
SANTO
Todas las citas
bíblicas se encierran entre comillas dobles ("") y han sido tomadas de la Versión
Reina-Valera
Revisada en 1960 (RVR60) excepto en los lugares en que, además de las
comillas dobles (""), se indican otras versiones, tales como:
BTX = Biblia Textual,
© 1999 por Sociedad Bíblica Iberoamericana, Inc.
VM = Versión Moderna,
traducción de 1893 de H. B. Pratt, Revisión 1929 (Publicada por Ediciones
Bíblicas - 1166 PERROY, Suiza).
El
pleno
resplandor de la gloria del Señor no se pudo manifestar mientras Él estuvo en
la tierra. Un vislumbre de aquel resplandor fue visto tanto por Pedro como por
Tomás (Mateo 16:16; Juan 20:28), pero, ¿cómo podían los discípulos, o incluso
los que estaban en el hogar en Nazaret, haber vivido si hubiesen sabido que el
Dios eterno estaba entre ellos en Aquel hombre humilde? Ello comenzó a salir a
la luz inmediatamente después que el Espíritu vino. Hablando del don
Pentecostal, el Señor había dicho, "Pero cuando venga el Consolador . . .
él dará testimonio acerca de mí", y de nuevo, "El me
glorificará" (Juan 15:26; Juan 16:14).
Esto
se
comenzó a cumplir inmediatamente en la asamblea recién nacida, tal como los
primeros capítulos de los Hechos revelan. Aquel a quien vosotros crucificasteis,
dice Pedro, Dios le ha hecho Señor y Cristo. (Hechos 2:36). Luego los apóstoles
muestran, a partir de las Escrituras, Escrituras que como esclarecidos por el
Espíritu pueden usar con libertad santa, que Él es el Rey, el Hijo de David, el
Profeta mayor que Moisés, el Sacerdote mayor que Aarón, hasta que, en Hechos 7,
Esteban Le contempla en gloria como el Hijo del Hombre.
Hay
un
progreso en todo esto, indicando la gloria oficial y mediadora de nuestro
Señor, no obstante Saulo de Tarso, inmediatamente después de haberse
convertido, comenzara a predicarle como el Hijo de Dios. Esto es personal, y
muestra Su lugar con el Padre y el Espíritu. La asamblea había sido constituida
como el vaso formado por el Espíritu para contener y continuar estas cosas.
Esto implica para el creyente la transferencia, en el estado consciente de su
alma, de lo que él es en la carne y en naturaleza a lo que él es "en
Cristo".
El
hecho de
que el Evangelio abarca una cuestión con respecto a la raza, se pone de
manifiesto por la manera en que el Espíritu retrocede hasta Adán en Romanos 5.
La muerte de Cristo es el modo de salir, divinamente ordenado, de nuestro
estado arruinado como estando en Adán, y una nueva creación comenzó en la
resurrección de nuestro Señor. Tanto la vida como la relación y las
asociaciones pertenecientes a esa vida, salen a la luz en Juan 20: 17 y 22.
Como ser moral, colocado en el conflicto entre el bien y el mal, el hombre no
puede ser sacado de un mundo a otro como un mero objeto material. Se requiere
tiempo y crecimiento, ligados con los resortes más interiores del alma. Se
trata de un proceso muy escudriñador, que llega hasta lo más profundo de
nuestro ser.
El
apóstol
Pablo es conducido a mostrar que esto puede ser simplificado para nosotros como
algo personificado en él mismo. Por una parte, podía decir que en cuanto a la
ley él era irreprensible, pero, por otra parte,
tenía que aprender que el aguijón de la ley estaba en su cola, y que el
último de los diez mandamientos le reclamaba, de modo que tenía que decir, "el
pecado revivió, y yo morí." (Romanos 7:7 y siguientes). Ese es, realmente,
el camino que todos debemos recorrer si vamos a participar en la
bienaventuranza de la nueva creación. Si un hombre debe nacer de nuevo, ello
demuestra que todo lo que precedía en nuestro estado natural no sirve de nada
para Dios. La educación, la reforma, el refinamiento, o independientemente de
cómo se pueda llamar, son descartados, y el hombre, como nacido en este mundo,
con la herencia de una naturaleza caída, llamada en la Escritura "la
carne", es incapaz de agradar a Dios. "Porque la manera de pensar de
la carne es enemistad contra Dios, pues no se sujeta a la ley de Dios, porque
tampoco puede." (Romanos 8:7 – BTX). ¿Y luego qué? Cristo como nuestro
substituto ha muerto, y si aceptamos Su muerte como nuestra, todo se aclara y
salimos del oscuro túnel de la introspección a la luz de estar en la vida
resucitada de nuestro Señor. Se debe tomar nota que ninguna mera adquisición
mental de estas cosas será de utilidad: tener la luz de la liberación aparte de
un profundo escudriñamiento de alma que ella involucra, es la causa de mucha de
la superficialidad e irrealidad que son tan manifiestas en la actualidad.
Cuando
se
alcanza este importante hito en la historia de un alma, el individuo llega a
ser consciente de que tiene una nueva existencia espiritual y comienza una
nueva historia espiritual. Aunque está aún en el cuerpo, donde el pecado reside
aún, él sabe que a los ojos de Dios ha hecho la travesía de Adán a Cristo; sabe
lo que es ser "un hombre en Cristo", de modo tal que sigue el rastro
de su genealogía espiritual a Aquel que es su Cabeza en el cielo. ¡Cuán
perfectos y admirables son los modos de obrar de nuestro Dios! ¡Oh, qué cambio
produciría en las vidas de incontables multitudes si esta transferencia fuese
aceptada!
Estamos
ahora,
inteligentemente, sobre el terreno del propósito de Dios, y podemos entrar en
él y disfrutar de las cosas preciosas y celestiales que pertenecen a este nuevo
orden. Esto no es sólo nuestra bendición individual sino también la que es
colectiva, como abarcando las asuntos familiares. Los santos son la asamblea de
Dios, y son piedras vivas en una casa espiritual, la casa de Dios donde se
hallan los tesoros celestiales.
Podemos
ser
enriquecidos aquí, una vez más, por 'las
riquezas de las edades', ya que en el hogar en forma de tipo leemos acerca
de tesoros, tanto las cosas santificadas como lo que se tomaba de los botines
de la guerra. (Véase 1º. Crónicas 26: 20-28). Podemos considerar los botines de
la victoria, que se encontraban allí, como un tipo de la manera en que el
círculo completo de la verdad está disponible actualmente para nosotros,
siendo, mucho de ello, ganado por hombre de Dios a través de muchos conflictos.
Se puede recordar la energía de Lutero y la de muchos otros, así como las
labores y conflictos de hombres usados en la recuperación de la verdad hace más
de un siglo. (N. del T.: se recuerda al
lector que este escrito data de los años 1948-1950).
Pero
estaban
también las cosas santificadas y podemos tomar estas como siendo un tipo de
semejantes realidades espirituales como las que tenemos registradas en Efesios 2.
Todo es aquí fruto de la hechura Divina, ya que tanto Judíos como Gentiles son
hechos uno en una nueva economía de gracia y gloria con la pared intermedia de
separación derribada. La distancia ha desaparecido, y hay ahora intimidad de
cercanía en Cristo Jesús, y todo es establecido en justicia en Su sangre
derramada. El nuevo hombre viene a continuación, seguido por la verdad del
cuerpo de Cristo, en la luz plena de la reconciliación. Luego, coronándolo
todo, y en la luz de la Trinidad Santa, tenemos, por medio del Señor Jesús,
entrada por un mismo Espíritu al Padre. Y hay aún más, puesto que los santos
son vistos como familia de Dios, como un templo que va creciendo, y por último,
como una morada de Dios en el Espíritu. Estamos aquí, ciertamente, en medio de
los tesoros acumulados de la casa de Dios.
¡Qué
infinitamente bienaventurado es todo esto! El Cristianismo es, ciertamente, un
sistema de fe y por sobre todos nuestros sentidos, porque Dios, por Su
Espíritu, ha revelado a los que Le aman "cosas que ojo no vio, ni oído
oyó, Ni han subido en corazón de hombre." (1ª. Corintios 2:9). Pues
bien, "nosotros hemos recibido, no el espíritu del mundo, sino el Espíritu
que es de Dios; para que conozcamos las cosas que nos han sido dadas
gratuitamente por Dios." (1ª. Corintios 2: 9-12; VM).
Del
grupo de
cosas mencionado en Efesios 2, el Espíritu toma la iglesia como el cuerpo de
Cristo y se detiene en ella en un largo paréntesis, el cual ocupa todo el
capítulo 3. El misterio, o secreto de Dios, que estuvo oculto a través de las
edades, incluye a Cristo y a Su iglesia, pero es revelado ahora a Sus santos
Apóstoles y profetas por el Espíritu. Este secreto dado a conocer a la fe, del
que se ha hablado como siendo la 'obra
maestra de Dios', es definido en Efesios 3:6, "que los gentiles son
coherederos y miembros del mismo cuerpo, y copartícipes de la promesa (N. del T.:
lit, "de Su promesa")
en Cristo Jesús"; y el medio de entrada es "por medio del
evangelio."
La
riqueza de
aquel Evangelio resplandece en el versículo 8 de Efesios 3 —"las
inescrutables riquezas de Cristo." La administración (N. del T.: o la dispensación,
el otorgamiento) del misterio viene a
continuación, y vemos aquí su conexión con el corazón y el propósito de Dios
desde toda la eternidad, puesto que es "para que la multiforme sabiduría
de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y
potestades en los lugares celestiales." (Efesios 3:10).
En
estos días
finales ha existido un ministerio acerca del lugar de la iglesia como la casa
de Dios y el cuerpo de Cristo, que ha sido de bendición para muchos. La casa es
donde Dios mora y donde Su voz es oída, tal como vemos en Hechos 5: 3, 4;
Hechos 13:2; 1ª. Timoteo 4; Efesios 2:22. Es donde Dios reposa y, por
consiguiente, se encuentran allí salvación y bendición, junto con el gozo santo
que pertenece al lugar, como lo tenemos anunciado proféticamente en el Salmo
132: 13-16. En el Nuevo Testamento encontramos que ello es señalado tanto por
la elevación como por la iluminación, porque, "porque el Señor Dios
Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero. . . la gloria de Dios la
ilumina, y el Cordero es su lumbrera." (Apocalipsis 21: 22, 23).
Ciertamente es el lugar,
'Donde
todo Su resplandor muestra Dios,
Y
donde moran las glorias del Cordero.' [*]
[*]
N. del T.: Dos últimos versos del Himno "Rest of the Saints Above"
(Descanso de los santos arriba) escrito por J. N. Darby – Se puede leer la
versión Inglesa y oír su melodía en el sitio web de Stem Publishing: http://www.stempublishing.com/hymns/ss/79
Nuestro
Señor
dijo, "las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida."
(Juan 6:63). Si leemos la Escritura de esta forma, no pensaremos acerca de la
actual casa de Dios de otro modo más que como una estructura viva, compuesta de
los santos que forman la asamblea de Cristo. Ella fue formada por el Espíritu
Santo para Dios mismo, y será Su morada por todas las edades. A Él será la
gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, tal como vemos en
Efesios 3:21.
Nada
muestra
más claramente la soberanía de Dios y Su predilección por el hombre, como distinto
de todas Sus otras criaturas, que el hecho de que Él mora con y en el hombre.
Fue siempre Su deseo, pero a la entrada del pecado, y al conflicto entre el
bien y el mal, se les permitió impedirlo. Pero aun esto Él lo ha anulado para
cumplir Su gran objetivo, mediante la redención obrada por Su Hijo. Dios mismo
es el Arquitecto de esta casa; Cristo es el Edificador; al Espíritu Santo lo
podemos comparar, con reverencia, con el Cemento, puesto que Él une todo. Los
hombres redimidos son el material; siendo Cristo formado en ellos, son piedras
vivas. Fueron dados al Hijo por el Padre en las eternas edades pasadas, y Él
los presenta en Su propia aceptación para con el Padre, y en Su propia relación
como hijos.
Con
esto es
perspectiva, ya somos bendecidos con toda bendición espiritual en los lugares
celestiales en Cristo, y somos hechos santos y sin mancha en amor delante de
Dios, y todo esto según el puro afecto de Su voluntad (Efesios 1: 3-5). Ciertamente,
entonces, la casa de Dios es una realidad grande y bienaventurada. La razón por
la que ello no es mejor comprendido y disfrutado es, quizás, nuestra tendencia
al materialismo. Pero cuando la Escritura habla de "la casa de
Israel", o de "la casa de David", no pensamos inmediatamente
acerca de un edificio material, o de mobiliario fino, sino de personas vivas.
Así debiéramos pensar acerca de la casa de Dios.
El
hecho de
que el Espíritu Santo habita en el creyente es una verdad reconocida comúnmente,
pero a menudo se comprende muy poco de qué manera somos transferidos de Adán a
Cristo, de tal modo que creados de nuevo se nos une a Cristo y se nos vincula
con aquel mundo de gloria del cual Él es Cabeza y Centro. Nosotros pertenecemos
a una nueva raza que forma la familia de Dios y, como Su familia, hemos de ser
Sus representantes en este mundo; pero, ¿cómo podría ser esto si no Le
conociéramos?
La
presencia
de Dios es nuestro hogar, y somos llevados allí con una naturaleza y una
relación adecuada a Él. De este modo, tenemos comunión con el Padre y con el
Hijo en la santa intimidad que pertenece a la naturaleza divina, cuya
descripción excede a la capacidad de las palabras.
'¡Oh
gracia sin límites! Que llena con gozo
Puro
a todo aquel que entra allí,
La
naturaleza de Dios, el amor sin mezcla,
A
nuestros corazones aun ahora se les permite compartir.' [**]
[**] N. del T.: Quinta estrofa del
Himno "FATHER, Thy sovereign love has sought" (Padre, tu soberano
amor ha buscado), escrito por J. N. Darby – Se puede leer la versión Inglesa y
oír su melodía en el sitio web de Stem Publishing: http://www.stempublishing.com/hymns/ss/331
James McBroom
(Extractado
de la revista
"Scripture Truth" Vol. 36, 1948-50, pag. 273)
Traducido del Inglés por:
B.R.C.O. –
Abril 2013.-