CRISTO ES TODO
Todas las citas bíblicas se encierran entre comillas dobles
("") y han sido tomadas de la Versión Reina-Valera Revisada en 1960 (RVR60) excepto
en los lugares en que, además de las comillas dobles (""), se indican otras versiones, tales como:
BTX = Biblia Textual, © 1999 por Sociedad Bíblica Iberoamericana,
Inc.
Dios, en Su gracia, ha centrado toda bendición para nosotros en
Cristo. Sin Cristo nosotros no tenemos nada, nada sino nuestros pecados; con Cristo tenemos todas las cosas y, por consiguiente,
no necesitamos nada añadido a Cristo. Tal como el Apóstol dice, "todo es vuestro, y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios."
(1 Corintios 3: 22, 23). De ahí el dicho de un antiguo escritor, «Si tú no conoces a Cristo, no importa si tú conoces todo
lo demás; pero si tú conoces a Cristo, no importa si tú no conoces nada aparte de Él.»
Ahora bien, no es que cada creyente conozca a Cristo. Todos los
creyentes - es decir, aquellos que tienen paz con Dios - conocen a Cristo como su Salvador. Ellos Le conocen en este carácter
o relación, pero otra cosa es conocerle a Él en Él mismo, tener tal conocimiento de Él como para estar íntimamente familiarizado
con Su mente, carácter y modos de obrar. Los que Le conocen así encuentran su deleite diario gozando de un verdadero banquete
de Sus hermosuras y perfecciones. Ellos Le valoran por lo que Él es más que por lo que Él ha hecho, si es posible, aunque
estas dos cosas no pueden ser separadas jamás. El apóstol Juan, de hecho, enseña que conocer a Aquel que es desde el principio
es el logro último y más elevado que el creyente hace. Este conocimiento es la característica de los padres en la familia
de Dios (1 Juan 2:13).
Se pregunta alguno, «entonces ¿dónde puedo yo encontrarme con Cristo
y estar en Su compañía de modo de aprender siempre más de Él?» La respuesta a esta pregunta es que el único lugar donde podemos llegar a estar en contacto con Cristo es la Palabra escrita de Dios. El Señor dijo
entonces a los Fariseos, "[Vosotros] Escudriñáis las Escrituras, porque os parece que en ellas tenéis vida eterna, y ellas
son las que dan testimonio de mí." (Juan 5:39 - BTX). Nosotros encontramos a Cristo -
a Cristo en cada aspecto, posición, carácter, y cargo en la Escritura, a Cristo en humillación y rechazo, y a Cristo
en exaltación y gloria. Por tanto, mientras más yo leo la Palabra de Dios y medito acerca de ella, más aprenderé de Cristo.
Recuérdese, sin embargo, que Cristo, aunque es revelado en las
Escrituras, no puede ser comprendido por cualesquiera esfuerzos de la mente. Nosotros podríamos leer las Escrituras desde
la mañana hasta la noche sin que caiga un solo rayo de la gloria de Cristo sobre nuestras almas. Es sólo el Espíritu Santo
quien toma de lo de Cristo y nos lo hace saber (Juan 16: 14, 15). Por consiguiente, mucho - ¿acaso no podríamos decir, todo?
- depende de nuestro estado de alma. Si yo leo descuidadamente o apresuradamente, si yo tengo un pecado no juzgado dentro
de mi corazón y, por consiguiente, el Espíritu contristado, ¿cómo me es posible discernir a Cristo? Al igual que María, yo
debo estar a los pies de Cristo, ocupado con Él, la mirada levantada mirándole a Él, y el oído abierto a Su voz, si el Espíritu
Santo ha de revelarle a Él a mi alma. Un corazón desocupado y quietud de mente son esenciales. Pero tú dices, «¿Cómo es posible
tener eso, estando absorbidos como estamos en nuestras diarias ocupaciones?» Es el Señor quien da a Sus amadas ovejas. Sí,
Él puede dar a nuestras almas quietud y reposo en Su propia presencia cuando estamos rodeados incluso por la tormenta y la
tempestad. Y entonces, a través de alguna Escritura oculta en nuestros corazones, Él puede irradiarla de tal manera con Su
propia gloria como para que ella sea el medio de una revelación ampliada de Él mismo a nuestras almas.
¿Deseas tú conocer más, tener más, de Cristo? Pocos hay que dudarían en responder, «Efectivamente, lo deseamos.» Y
no obstante es muy cierto, como se dice a menudo, «cada uno posee tanto de Cristo como él desea.» De los Israelitas en el
desierto nosotros leemos que ellos recogían maná según lo que cada uno pudiera comer. El apetito determinaba la cantidad recolectada.
Así es realmente con respecto a nosotros. Cristo jamás se oculta se aquellos que verdaderamente Le buscan; no, Él nos responde
mucho más allá de nuestros deseos. El hecho es que nosotros queremos tener más de Cristo, y alguna otra cosa además. Esto
no puede ser. Debe ser Cristo solo - Cristo nuestro único objeto - y entonces Él dará satisfacción incluso más allá de nuestras
máximas expectativas.
Filipenses 3 nos enseñará el verdadero método de búsqueda del conocimiento de Cristo mientras esperamos poseerle a
Él, y ser plenamente conformados a Él en la gloria. Todo es estimado como pérdida debido a la excelencia de Cristo. Por Él,
el Apóstol padece voluntaria y gustosamente la pérdida de todas las cosas para tener sólo a Cristo como su ganancia. Entonces,
dos cosas le caracterizan - concentración y propósito de corazón. Una sola cosa está delante de su alma, y esa cosa él la
busca resolutivamente. El Cristo glorificado, el cual le había sido revelado a él, actúa sobre su alma como un poderoso imán,
le aleja de todo lo demás a Él mismo, y engendra en él el deseo intenso de conocerle a Él aún más plenamente, de tener comunión
en Sus padecimientos, e incluso ser semejante a Él en su muerte, en vista de la perspectiva gloriosa de ser resucitado de
entre los muertos, cuando él estará con Él, Le poseerá, y será semejante a Él para siempre.
Que el Señor pueda conceder a cada uno de nosotros sentir lo mismo en este respecto que Su siervo Pablo.
E. Dennett
Traducido del inglés por: B.R.C.O. - Marzo 2011.-
Título original en inglés: CHRIST IS EVERYTHING,
by Edward Dennett
Traducido con permiso
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