CARTA Vol. 3 # 226.- (Yo era un abogado; pero sintiendo que, si el Hijo de Dios se
dio a Sí mismo por mí yo me debía enteramente a Él…)
[N. del T.: Esta carta ha sido traducida del Inglés tal como aparece en el libro de N. Noel "The History of the
Brethren" ("La historia de los hermanos") Capítulo 1 "The Beginning of the Brethren" (El comienzo de los hermanos") publicado
en 2 tomos en Inglés por Chapter Two, Londres, U. K. (http://www.chaptertwobooks.org.uk). Las palabras en cursiva son del Editor en Inglés. Asimismo, el texto en Inglés
se puede consultar en el sitio web de STEM PUBLISHING, y puede ser leído en la siguiente URL: http://www.stempublishing.com/authors/darby/letters/53226E.html
CARTA
ESCRITA POR J. N. DARBY AL PROFESOR THOLUCK [1]
Querido
señor y hermano en Cristo:
Desde que le vi a Usted, yo he estado en
continuo movimiento, por lo que ha sido difícil para mí preparar el relato que usted deseaba recibir. Me parece que la mejor
manera será que yo mencione sencillamente las variadas circunstancias tal como ellas acontecieron, en la medida que yo estuve
personalmente involucrado, en la época en que esta obra de Dios comenzó por vez primera. Usted comprenderá, fácilmente, que
varios más han trabajado en aquel campo, y muchos con mucha más consagración que yo, y con un resultado muchísimo más marcado
con respecto a la bendición de las almas. Pero mi preocupación es ahora la obra de
Dios, y no los obreros; para que pueda usted deducir, a partir del relato,
lo que se adapta a su propósito.
[1] Una bien conocida "History of the Christian Church" (Historia de la Iglesia Cristiana), publicada en 1918,
dice acerca del Profesor Tholuck:
"Friedrich August Gottren Tholuck nació en 1799 y murió en 1877. Él llegó
a ser profesor en Berlín en 1823, pero conservó una cátedra en la Universidad
de Halle desde 1826 hasta su muerte. Él fue un hombre con simpatías Pietistas. . . . Él hizo que la Universidad de Halle se
volviera del racionalismo, el cual había dominado desde el tiempo de Wolff, al
'Evangelicalismo' que aún la caracteriza. Él fue distinguido como predicador. Su gentileza para con los estudiantes Ingleses
y Americanos fue incansable.
Yo era un abogado; pero sintiendo que, si
el Hijo de Dios se dio a Sí mismo por mí yo me debía enteramente a Él, y que el
así llamado mundo cristiano se caracterizaba por una profunda ingratitud para con Él, yo
anhelé una completa consagración a la obra del Señor; mi pensamiento principal fue persuadir entre los Católicos pobres
de Irlanda. Fui inducido a ser ordenado ministro. Yo no me sentía atraído a asumir un puesto fijo, pero, siendo joven en la
fe y no conociendo aún la 'libertad', fui gobernado por el sentimiento de deber hacia Cristo, más que por la conciencia de
que Él había hecho todo y que yo había
sido redimido y salvado; por consiguiente, fue fácil seguir el consejo de aquellos que estaban más avanzados que yo en el
mundo cristiano.
Tan pronto como fui ordenado ministro, fui
a estar entre los pobres montañeses Irlandeses, en un distrito salvaje y baldío, donde permanecí dos años y tres meses, trabajando
lo mejor que pude. Yo sentía, no obstante, que el estilo de trabajo no estaba de acuerdo con lo que yo leía en la Biblia con
respecto a la iglesia y el Cristianismo; ni tampoco se correspondía con los resultados
de la acción del Espíritu de Dios. Estas consideraciones me presionaban desde un
punto de vista Escritural y práctico, mientras buscaba asiduamente cumplir los deberes del ministerio que se me había confiado,
trabajando día y noche entre las personas, que eran casi tan salvajes como las montañas habitadas por ellas. Ocurrió un accidente
que me apartó por un tiempo; mi caballo se asustó y me lanzó contra el poste de una puerta. Durante mi soledad aumentaron
los pensamientos conflictivos; pero el mucho ejercicio de corazón tuvo el efecto de causar que las Escrituras ganaran completa ascendencia sobre mí. Yo siempre había reconocido que ellas eran 'la Palabra de Dios'.
Cuando llegué a comprender que yo estaba
unido a Cristo en el cielo, y que, por consiguiente, mi lugar delante de Dios estaba
representado por el Suyo propio, fui obligado a llegar a la conclusión de que ya no era un asunto, con Dios, de este miserable
'YO' que me había agotado durante seis o siete años, en presencia de las demandas de la ley. Fue evidente para mí, entonces,
que la Iglesia de Dios, tal como Él la considera, estaba compuesta solamente de
aquellos que estaban unidos así a Cristo; mientras que la Cristiandad, contemplada
externamente, era realmente el mundo; y no podía ser considerada como "la Iglesia", excepto con respecto a la responsabilidad
ligada a la posición que ella profesaba ocupar, - una cosa muy importante en su lugar. Al mismo tiempo, yo vi que el Cristiano,
teniendo su lugar en Cristo en el cielo, no tiene que esperar nada excepto la venida del Salvador, para ser establecido, de hecho, en la gloria que ya es su porción "en Cristo".
La lectura cuidadosa de los Hechos me ofreció un retrato práctico de la iglesia temprana, que
me hizo sentir profundamente el contraste con su real estado actual, aunque aún, como siempre, amada por Dios. En aquel tiempo
yo tuve que usar muletas para trasladarme, de modo que ya no tuve oportunidad de dar a conocer mis convicciones en público;
además, como el estado de mi salud no me permitía asistir a la adoración, me vi obligado a permanecer fuera. Me parecía que
la buena mano de Dios había venido así a mi ayuda, ocultando mi debilidad espiritual bajo la incapacidad física. Mientras
tanto, en mi corazón crecía la convicción de que lo que el Cristianismo había logrado en el mundo no respondía, en ninguna
manera, a las necesidades de un alma cargada con el sentido de lo que el santo
trato gubernamental de Dios tenía la intención de efectuar. En mi retiro, el capítulo 32 de Isaías me enseñó claramente, de
parte de Dios, que había aún una economía (administración) venidera, ordenada por
Él; un estado de cosas de ninguna manera establecido hasta ahora. La conciencia de mi unión
con Cristo me había dado la actual porción celestial de la gloria, mientras
que este capítulo expone claramente la parte terrenal correspondiente. Yo no fui capaz de poner estas cosas en sus lugares
respectivos o arreglarlas en orden, tal como yo puedo hacerlo ahora; pero las verdades mismas fueron reveladas en aquel entonces por Dios, por medio de la acción de Su Espíritu, mediante la lectura de Su
Palabra.
¿Qué se debía hacer? Yo vi, en esa Palabra,
la venida de Cristo a tomar la iglesia a Sí mismo en gloria. Yo vi allí, la cruz
- la base divina de salvación, la cual debería imprimir su propio carácter sobre
el Cristiano, y sobre la Iglesia, en la perspectiva de la venida del Señor; y vi también, que mientras tanto, el Espíritu
Santo fue dado para ser la fuente de la unidad de la Iglesia; así también como
el manantial de su actividad; y, en efecto, de toda energía cristiana.
Por lo que se refiere al evangelio, yo no
tenía dificultad en cuanto a sus dogmas recibidos. Tres personas en un Dios, la divinidad de Jesús, Su obra de expiación en
la cruz, Su resurrección, Su sesión a la diestra de Dios, eran verdades que, entendidas como doctrinas ortodoxas, habían sido
desde hacía tiempo una realidad viviente para mi alma. Ellas eran las condiciones
conocidas y sentidas, las actualidades, de mi relación con Dios. No solamente ellas
eran verdades, sino que yo conocía a Dios personalmente de aquella manera; yo no tenía ningún otro Dios sino Él, quien se
había revelado así a Sí mismo, y yo Le tenía a Él. Él era el Dios de mi vida y de mi adoración; el Dios de mi paz; "el único Dios verdadero."
La diferencia práctica en mi predicación,
una vez que comencé a predicar nuevamente, fue como sigue a continuación: Cuando yo era un párroco, había predicado que el
pecado había creado un gran abismo entre nosotros y Dios, y que sólo Cristo pudo tender un puente sobre él; yo predicaba ahora
que Él ya había terminado Su obra. La necesidad de la regeneración, que fue siempre
una parte de mi enseñanza, se relacionó más con Cristo, el postrer Adán; y yo comprendí
mejor, que se trataba de una vida real, enteramente nueva, comunicada por el poder del Espíritu Santo; pero, como he dicho, mas relacionada con la persona de Cristo
y el poder de Su resurrección; combinando el poder de una vida victoriosa sobre
la muerte, con una posición nueva para el hombre delante de Dios. Esto es lo que
yo entiendo por "libertad". La sangre de Jesús ha quitado toda mancha del creyente;
todo rastro de pecado, conforme a la pureza de Dios. En virtud de Su derramamiento de sangre, la única propiciación posible,
nosotros podemos invitar ahora a todos los hombres a venir a Dios, un Dios de amor, el cual para este objeto, ha dado a Su
propio Hijo. La presencia del Espíritu Santo, enviado del cielo para morar en el creyente
como la "unción", el "sello", y las "arras de nuestra herencia", así también como estando en la iglesia, el poder que la une en un cuerpo y distribuye dones a los miembros según Su voluntad; estas verdades se desarrollaron ampliamente
y asumieron gran importancia en mi mente. Con esta última verdad se relacionaba el asunto del ministerio. ¿De dónde venía el ministerio? Según la Biblia, el ministerio venía claramente de Dios por la libre y poderosa acción del Espíritu Santo.
En la época que yo estaba ocupado con estas
cosas, la persona con quien yo estaba en relación cristiana localmente, como ministro, era un Cristiano excelente, digno de
todo respeto, y uno por quien yo tuve siempre un gran afecto. Yo no sé si él vive aún, pero desde el tiempo del cual yo hablo,
él fue designado archidiácono. No obstante, fueron los principios, y no las personas,
los que influyeron sobe mi conciencia - ya que yo ya había renunciado, por amor al Salvador, a todo lo que el mundo podía
ofrecer. Me dije a mí mismo: «Si el apóstol Pablo tuviese que venir aquí ahora, a él no
se le permitiría, conforme al sistema establecido, ni siquiera predicar, por no
estar legalmente ordenado; pero si un obrero de Satanás, quien, mediante su doctrina,
negara al Salvador, viniese aquí, él podría predicar libremente; y mi amigo cristiano se vería obligado a considerarlo como
su colaborador; mientras que él estaría incapacitado para reconocer al más poderoso instrumento
del Espíritu de Dios, no obstante lo muy bendecido en su obra de conducir a multitudes de almas al Señor, si él no hubiese
sido ordenado ministro según el sistema.» Todo esto, yo me dije a mí mismo, es
falso. Esto no es un mero abuso, tal como se puede encontrar en todas partes; lo que es defectuoso es el principio del sistema. El "ministerio" es del Espíritu. Hay algunos, entre el clero, que son ministros por el
Espíritu pero el sistema está fundamentado en un principio opuesto; por consiguiente,
pareció imposible permanecer por más tiempo en él.
Yo vi en la Escritura que había ciertos "dones" que formaban el verdadero ministerio, en contraste con un clero establecido
sobre otro principio. La salvación, la iglesia, y el ministerio, todos estaban unidos; todos estaban conectados con Cristo,
la Cabeza de la iglesia en el cielo, con Cristo quien había cumplido una perfecta
salvación, así como también con la presencia del Espíritu en la tierra, uniendo los
miembros a la Cabeza, y uniendo los unos a los otros, para formar "un cuerpo",
y Él actuando en ellos según Su voluntad.
Efectivamente, la cruz de Cristo y Su regreso
debían caracterizar a la iglesia y a cada uno de los miembros. ¿Qué se debía hacer? ¿Dónde estaba esta unidad, este "cuerpo"?
¿Dónde era reconocido el poder del Espíritu? ¿Dónde se esperaba realmente al Señor? El nacionalismo (las iglesias nacionales)
estaba asociado con el mundo; en su seno, algunos creyentes se fusionaron con el
mismo mundo del cual Jesús los había separado; ellos estaban, además, separados los
unos de los otros, mientras Jesús los había unido. La cena del Señor, símbolo de la unidad
del cuerpo, se había convertido en un símbolo de la unión de este último con el mundo, es decir, exactamente lo contrario
de lo que Cristo había establecido. La disensión (los Disidentes) había tenido, sin duda, el efecto de hacer que los hijos
de Dios fuesen más manifiestos, pero aquí, ellos estaban unidos sobre principios muy diferentes de la unidad del cuerpo de Cristo. Si yo me unía a estos, me separaba de los demás en todas partes. La desunión del cuerpo de Cristo, más que su unidad, era evidente en todas partes. ¿Qué debía yo hacer? Tal era la
pregunta que se me presentó, sin ninguna otra idea más que la de satisfacer mi conciencia, según la luz de la Palabra de Dios.
Una palabra en Mateo 18 proporcionó la solución de mi problema: "donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos." (Mateo 18:20). Esto era exactamente
lo que yo quería: la presencia de Jesús estaba asegurada en tal adoración; es allí que Él ha grabado Su nombre, tal como Él lo había hecho antaño en el templo de Jerusalén para aquellos que eran llamados a recurrir
allí.
Cuatro personas que estaban más o menos en
el mismo estado de alma que yo, acudieron juntas al lugar donde yo me hospedaba; estando reunidos hablamos acerca de estas
cosas, y les propuse partir el pan el domingo siguiente, lo cual hicimos. Entonces
otros se unieron a nosotros. Yo salí de Dublín (Irlanda) poco tiempo después, pero la obra comenzó inmediatamente en Limerick,
una ciudad en Irlanda, y después en otros lugares.
Dos años más tarde (1830), fui a Cambridge
y a Oxford (Inglaterra). En este último lugar, algunas personas que aún están involucradas en la obra, compartían mis convicciones,
y sintieron que la relación de la iglesia con Cristo debía ser la de una esposa
fiel.
Por invitación, fui a Plymouth a predicar.
Mi costumbre era predicar dondequiera las personas lo desearan, ya sea en edificios o en casas privadas. [2] Más de una vez,
incluso con ministros de la iglesia nacional (Anglicana), hemos partido el pan la tarde del Lunes después de reunirnos para
edificación cristiana, donde cada uno era libre de leer, hablar, orar, y pedir un himno. Algunos meses después, nosotros comenzamos
a hacerlo el Domingo por la mañana, haciendo uso de la misma libertad, añadiendo sólo la
cena del Señor, que nosotros teníamos, y aún tenemos, la práctica de tomar cada
Domingo. Ocasionalmente, se ha partido el pan más a menudo. Alrededor de aquel
tiempo, algunos comenzaron también a hacer lo mismo en Londres. La unidad de la
iglesia, como cuerpo de Cristo, la venida del Señor, la presencia del Espíritu Santo aquí abajo, en el individuo y en la iglesia; una proclamación asidua de la verdad,
así como también la predicación del evangelio sobre el terreno de la pura gracia
y de una obra cumplida, dando, como consecuencia, la seguridad de la salvación cuando es recibida en el corazón por el Espíritu; la separación práctica del mundo; consagración a Cristo, como a Aquel que ha redimido la iglesia; un andar teniéndole
sólo a Él como motivo y norma; y otros temas en relación con estos; - todo esto ha sido tratado en publicaciones separadas así como también mediante revistas de publicación periódica; y estas verdades han sido
ampliamente difundidas en el extranjero.
[2] Nota del Editor en Inglés: Esto debería ser notado por cualquiera que, en la época actual, pueda estar inclinado
a limitar o restringir la predicación del evangelio. Véase "Service and Fellowship" (Servicio y Comunión), por W. B. W. 1d.
(5 Rose St., London). Y "Service" (Servicio), que comienza con, «Conecte su servicio con nada más que con Dios, no con algún
particular grupo de personas.» ½ d. (C. A. Hammond). «Individuos de entre los hermanos pueden instar sus opiniones particulares
acerca de los evangelistas o de otros; pero toda esa estrechez es censurada por todo hombre sabio en medio nuestro; y, lo
que es más importante, ello está muerto contra aquel regreso a guardar la Palabra
de Cristo y no negar Su Nombre que caracterizan la obra. Ha surgido, a menudo, la cuestión acerca de la comunión, así como
también del servicio; e igualmente a menudo aquellos que tienen derecho a hablar han resistido la tendencia a una escuela
restrictiva. . . . La Escritura no conoce nada acerca de mantener afuera a un miembro de Cristo de piadoso andar. Muy poco apoya la interferencia de la iglesia con la obra del Señor, y especialmente en el evangelio. Colocar
al siervo en la dependencia sencilla del Señor, alentar su responsabilidad inmediata para con el Señor, sin la intervención
de la iglesia, es lo que todo hermano considera como un deber y principio sagrado, ... Esto mantiene al evangelista intacto
en su libertad y en su responsabilidad para con su Maestro." (De "The Only Fellowship" (La Única Comunión") y "Openness in
Receiving, and Freedom in Service" (Apertura al Recibir, y Libertad en el Servicio), por J. N. Darby y William Kelly, 1d.
(C. A. Hammond). Ver carta fechada en San Francisco, California, U.S.A., Agosto 1875; Vol. 2., pp. 415.418; "Letters of J.
N. D." (Cartas de J. N. D.)»
Un gran número de ministros de la iglesia
nacional (Anglicana) abandonó el nacionalismo para andar según estos principios, e Inglaterra llegó a cubrirse gradualmente
con reuniones, más o menos numerosas.
Siendo la ciudad de Plymouth el lugar donde
se originaron la mayoría de las publicaciones, el nombre 'hermanos de Plymouth' llegó a ser el apelativo usual dado a tales
reuniones.
En 1837 visité Suiza, y estas verdades comenzaron
a ser conocidas allí. Regresé allí más de una vez. La segunda vez, permanecí un tiempo considerable en Lausana, donde Dios
obró en conversiones, y reunió a varios de los hijos de Dios fuera del mundo. En Suiza ya había Disidentes, quienes habían
sufrido fielmente por el Señor durante veinte años previamente. Pero la actividad
de ellos había declinado considerablemente, e incluso parecía que el movimiento estaba a punto de desaparecer. La obra de
los hermanos ha llenado, hasta cierto punto, por la bondad de Dios, el país, siendo numerosas las conversiones. En la Suiza
Alemana, la obra se extendió en un grado mucho menor. En dos ocasiones que pasé un tiempo prolongado en Lausana, algunos jóvenes
hermanos que deseaban consagrarse a la obra del evangelio permanecieron casi un año conmigo con el fin de leer la Biblia.
Nosotros participamos juntos asimismo de la cena del Señor cada día.
Al mismo tiempo, bastante independientemente
de lo que estaba ocurriendo en Suiza, un hermano que estaba trabajando en Francia había despertado un interés en un distrito
considerable donde las personas estaban, en general, hundidas en incredulidad y tinieblas. Incluso algunos de los hermanos
jóvenes de los que he hablado, y otros dos o tres que conocí, pero que nunca se quedaron conmigo, fueron a trabajar en Francia.
Otros obreros, pertenecientes a sociedades, creyendo que serían más bienaventurados trabajando bajo la dirección inmediata
del Señor, y no como estando sometidos a comités, renunciaron a sus salarios, considerando que tales arreglos son desconocidos,
en hecho así como en principio, a las Escrituras, puesto que su existencia misma atribuía a la posesión de dinero el derecho
a dirigir la obra del Señor: estos comenzaron a trabajar en sencilla dependencia del Señor, confiados en Su fiel cuidado.
Dios levantó a otros también, aunque aún permanece verdadero que "la mies es mucha, y los obreros pocos." (Lucas 10:2 - BTX).
Dios ha bendecido a estos obreros mediante conversiones, numerosas, gracias a Dios, especialmente en el sur de Francia. Desde el principio, yo he visitado estos países y he compartido el gozo con las tribulaciones
y fatigas de estos hermanos; pero son ellos quienes, realmente, han trabajado en la obra. En algunos lugares, tuve los primeros
problemas; en otros, yo sólo los visité, tomé parte y los ayudé, cuando la obra, gracias a Dios, ya había comenzado. Él nos
dio que fuésemos de un corazón y un alma;
que nos ayudásemos mutuamente los unos a los otros, procurando el bien de todos, reconociendo, a la vez, nuestra debilidad
individual.
Casi al mismo tiempo, en la parte oriental
de Francia, una obra similar había comenzado, independientemente de esta. Dicha obra había sido visitada también, de modo
que actualmente la obra se extiende desde Bale (Región de Bourgogne, Francia) a los
Pirineos, con una brecha bastante grande en los distritos de los que Tolosa forma el centro. El país está más o menos
cubierto con reuniones, y la obra, por la gracia de Dios, aún sigue adelante.
Debería decir que yo jamás me he entrometido,
en modo alguno, con el llamamiento ni tampoco con la obra de los hermanos que estudiaron la Biblia conmigo. Con respecto a
algunos, yo tengo la convicción de que ellos no habían sido llamados a la obra, y ellos han regresado, de hecho, a la rutina
común de la vida. En cuanto a los demás, yo sólo les ayudé en el estudio de la Biblia, comunicándoles la luz que Dios me había
dado, pero dejando enteramente a ellos la responsabilidad de su llamado a la obra de evangelización o de enseñanza.
Nosotros teníamos la costumbre de reunirnos
ocasionalmente por algún tiempo, cuando Dios habría el camino para ello, a estudiar juntos temas Escriturales, o libros de
la Biblia, y para comunicarnos unos a otros lo que Dios había dado a cada uno. Durante varios años, en Irlanda e Inglaterra, esto tuvo lugar anualmente en grandes conferencias que duraban una semana. En el Continente
Europeo, y últimamente en Inglaterra, ellas han contado con menor asistencia; y por consiguiente, con menor número de asistentes,
ha sido posible pasar una quincena o tres semanas estudiando algunos libros de la Biblia.
Mi hermano mayor, quien es un Cristiano,
pasó dos años en Düsseldorf (Alemania). Él está dedicado a la obra del Señor, en cualquier parte en que se pueda encontrar
en un momento dado. Él ha sido de bendición para varias almas en la vecindad de Düsseldorf. Estas, a su vez, han esparcido
la luz del evangelio y de la verdad, y un cierto número de personas se han reunido en las provincias Renanas (Se dice de los territorios situados en las orillas del Rin, río de la
Europa central.) Tratados y varias publicaciones de los hermanos han sido traducidos y ampliamente distribuidos; y luz ha sido diseminada en cuanto a la 'libertad' del alma, el carácter verdadero de la iglesia, la presencia del Espíritu Santo aquí abajo, y el regreso del Señor.
Dos años más tarde y ayudado, yo creo, por
el conocimiento de estas verdades, pero enteramente independiente de esta obra, un movimiento del Espíritu de Dios comenzó
en Elberfeld (Alemania). Había en aquella ciudad una 'Hermandad' que empleaba doce obreros, si no me equivoco, a quienes el
clero procuraba prohibir que predicasen o enseñasen. Esclarecidos en cuanto al ministerio del Espíritu, y movidos por el amor
a las almas, ellos no se someterían a esta prohibición. Siete de estos obreros, yo creo, y unos pocos miembros de la 'Hermandad'
se separaron de ella, y algunos de ellos, con otros que Dios levantó, continuaron su obra
evangelística, la cual se difundió desde Holanda a Hesse. Las conversiones han sido muy numerosas, y varios centenares
se congregan actualmente a partir el pan. Más recientemente, la obra ha comenzado a establecerse en Holanda, así también como
en el sur de Alemania. Mediante otros instrumentos, dos reuniones en la ciudad de Würtemberg ya existían.
La predicación del evangelio en Suiza e Inglaterra
ha llevado a la formación de algunas reuniones entre emigrantes a los Estados Unidos de Norteamérica y Canadá; la evangelización
de personas de color llevó a otros a Jamaica y Demerara (en Guyana), y también entre los nativos de Brasil, por medio de un
hermano que fue allí y que ya ha fallecido. Yo no estoy al tanto de algún otro que conozca el idioma suficientemente como
para continuar esta obra, la cual ha sido bendecida. Las colonias Inglesas de Australia también tienen reuniones; pero este
bosquejo será suficiente para usted.
Los hermanos no reconocen ningún otro cuerpo
más que el cuerpo de Cristo, es decir, toda
la iglesia de los primogénitos (Hebreos 12:23
- VM, "a la asamblea general e iglesia de los primogénitos que están inscritos en el cielo, y Dios el juez de todos,
y a los espíritus de los justos, hechos ya perfectos"). Ellos reconocen, también, a cada Cristiano que ande
en verdad y santidad, como un miembro probado de
Cristo. La esperanza de ellos de la salvación final se fundamenta en la obra expiatoria del Salvador, cuyo regreso ellos esperan, conforme a Su Palabra. Ellos creen que los santos ya
están unidos a Él, como el cuerpo del cual Él es la Cabeza, y esperan el cumplimiento de Su promesa, esperando que Él
venga a tomarlos a Sí mismo en la casa del Padre, para que donde Él está, ellos puedan estar también allí. Mientras tanto,
ellos tienen que llevar Su cruz y padecer con Él, separados del mundo que Le ha rechazado. Su persona es el objeto de la fe
de ellos, Su vida es el ejemplo que tienen que seguir en su conducta. Su Palabra, a saber, las Escrituras inspiradas por Dios,
es decir la Biblia, es la autoridad que forma la fe de ellos; ella es, asimismo,
su fundamento, y ellos reconocen dicha Palabra como aquella que ha de gobernar su conducta. Solamente el Espíritu Santo puede
hacerlo efectivo tanto para la vida como para la práctica.
J. N
Darby - año 185.
Nota a la Edición Francesa:
Esta carta al Profesor Tholuck, encontrada entre los papeles de J. N. Darby, no ha sido enviada a su destinatario.
Hay razones para suponer que el autor, renuente en cuanto a aparecer hablando de él mismo y de su obra, renunció al
pensamiento de despacharla. (Quizás el hecho de retenerla fue del Señor, porque, si él la hubiese despachado, se habría perdido
para el conocimiento de los hermanos. Ed.).
Traducido del Inglés por: B.R.C.O.-
Febrero 2011.-
Título original en inglés:
Letters: Volume 3, number 226, by J.N.Darby
Publicado por:
Chapter Two,
Fountain House 3 Conduit Mews London, SE18
7AP United Kingdom
Versión Inglesa |
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