"LO QUE ESTÁ DE ACUERDO CON LA SANA DOCTRINA"
(Extraído de
la revista "Scripture Truth" Vol. 39, 1956-8, pag. 52, también Vol. 16, 1924, pag. 78.)
En esta epístola a Tito, el apóstol Pablo
puso gran énfasis sobre dos cosas: primero, la "sana doctrina" (Tito 1:9 - VM); segundo, sobre "las cosas que convienen a la sana doctrina" (Tito 2:1 -
RVR1865). Estas dos cosas están estrechamente relacionadas como causa y efecto, y tanto es así que cada una puede ser usada
como una prueba para la otra.
Al comenzar la epístola, el Apóstol escribió "de la verdad que es según la
piedad," ya que toda "verdad" real tiene esto como resultado y fruto, es decir
"la piedad." Aquello que no lo tiene se declara que es, por consiguiente, espurio y que no es "verdad" en absoluto. Pero,
por otra parte, al escribir "habla las cosas que convienen a la sana doctrina" (Tito 2:1 - RVR1865), él indicó que cualquier
curso de conducta o de discurso que no esté de acuerdo con la verdad y la sana doctrina es, por ese motivo, condenado. Sana
doctrina y sana conducta se corresponden la una con la otra así como un troquel y la impresión que este hace en el metal.
Aunque esta corta epístola se ocupa de las enseñanzas en cuanto a la conducta, no obstante, en ella se presenta un
resumen muy claro de sana doctrina, tanto en cuanto a la gracia de Dios que ha aparecido, obrando redención a nuestro favor,
como de la misericordia que al lavarnos y al renovarnos ha obrado nuestra salvación. Lo primero trata con la obra objetiva
obrada por nosotros, y no obstante, fuera y aparte de nosotros, por Cristo. Lo último trata con la obra subjetiva, obrada
en nuestro interior individualmente y separadamente por el Espíritu de Dios.
En primer lugar, entonces, la sana doctrina coloca ante nosotros la gracia de Dios. En la isla de Creta se hallaban
"muchos contumaces, habladores de vanidades y engañadores, mayormente los de la circuncisión." (Tito 1:10). Estos estaban
llenos de "fábulas judaicas,… [y] mandamientos de hombres que se apartan de la verdad." (Tito 1:14). La ley era su tema,
pero la ley que había degenerado en mandamientos humanos; y ellos, obligando a los demás a guardar la ley, son estigmatizados
mediante un fino toque de ironía como siendo ellos mismos contumaces. La ley genuina
había aparecido una vez, pero ahora es la gracia de Dios la que ha aparecido.
A continuación, ha aparecido esta gracia que trae con ella salvación a todos los hombres (Tito 2:11) - esta es una
mejor traducción. La gracia pasa por sobre los límites que eran observados bajo la ley. En aquel entonces Dios dio a conocer
Sus demandas a una nación solamente. Ahora, con la ofrenda de la gracia, Él mismo se dirige a todos los hombres. Cuántos pueden
humillarse para recibir Su gracia es otro asunto.
Además, la gracia se ha expresado en el Señor Jesús, "quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos." (Tito
2:14). Israel fue redimido, en forma típica, de Egipto, la tierra de tinieblas y servidumbre, para que ellos pudieran ser
Sus siervos y testigos. Nuestra redención fue un asunto más vital, fue librarnos de toda iniquidad, y purificarnos para Su
propia posesión especial, un pueblo celoso de buenas obras.
Entonces, asimismo, la gracia que nos ha redimido nos enseña de una manera muy eficaz. Anteriormente, la ley era un
tutor o ayo, e imponía sobre el hombre demandas y enseñanzas desde afuera. La gracia enseña actuando sobre el corazón y la
conciencia en el interior. Si nosotros miramos al pasado, a nuestros días de colegio, cuando se imponía desde fuera muchas
cosas sobre nuestras memorias mediante libros, nos damos cuenta cuántas de ellas hemos olvidado por completo. No obstante,
hubo muchas cosas que nunca cargaron nuestras memorias y sin embargo ellas mismas se escribieron sobre nuestros corazones
y se arraigaron en nuestros caracteres. No hemos perdido, ni nunca perderemos, estas cosas. La gracia enseña de esta manera.
Por último, la gracia dirige también nuestros ojos al futuro, de manera que nosotros estamos "aguardando la bienaventurada
esperanza y la aparición gloriosa del gran Dios y Salvador nuestro, Cristo Jesús." (Tito 2:13 - NC). La gracia que ha aparecido
redime, enseña, y nos permite esperar la gloria; porque la segunda venida de nuestro Señor es una parte integral de la "sana
doctrina."
El pensamiento de lo que los Cretenses eran por naturaleza se extiende como un fondo oscuro para esta epístola. Pablo
citó con aprobación, el dicho muy poco halagüeño de uno de sus propios profetas, "Los cretenses, siempre mentirosos, malas
bestias, glotones ociosos." (Tito 1:12). Pero en el tercer capítulo, Pablo no habla sólo de los Cretenses, sino de él mismo
y de todos nosotros. "Porque nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias
y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros." (Tito 3:3). Siendo este
el caso, una minuciosa limpieza moral es nuestra profunda necesidad.
Esta profunda necesidad ha sido atendida por la aparición de la misericordia de Dios y el amor de Dios para con el
hombre - Su filantropía. [1] Nosotros hemos sido salvados por una obra llevada a cabo en nosotros, una obra de lavamiento
y renovación (Tito 3:5). La palabra traducida "lavamiento" es una que literalmente significa 'baño' o 'lavacro', y el único
otro lugar donde se utiliza en el Nuevo Testamento es en Efesios 5:26. En Levítico 8: 4-6, leemos cómo Moisés llevó a Aarón
y a sus hijos al lavacro o fuente (véase Levítico 8:11), y los lavó allí enteramente. Esto es un 'tipo' de nuestro pasaje.
Posteriormente, los sacerdotes tenían que lavarse las manos y los pies en el lavacro o fuente cada vez que entraban en el
santuario; y esto es más un 'tipo' del pasaje en Efesios.
[1] Filantropía = amor al género humano.- Fuente: Diccionario de la Lengua
Española - RAE.
La palabra traducida "regeneración" ocurre
también sólo dos veces en el Nuevo Testamento, siendo la otra ocasión en Mateo 19:28, donde ella da a entender el nuevo orden
de cosas que será establecido cuando el Señor reine, y cuando "nacerá una nación" - Israel - "de una vez." (Isaías 66:8).
En Tito aprendemos que aunque nosotros no hemos llegado aún a la hora de esta regeneración mundial, no obstante, los creyentes
son individualmente, hoy en día, los sujetos del lavamiento de la regeneración. El nuevo nacimiento en todo su poder limpiador
es de ellos.
Relacionado con esto está "la renovación
del Espíritu Santo." (Tito 3:5 - VM). El Espíritu actuó en nuestro nuevo nacimiento, tal como Juan 3 lo muestra, pero esta
renovación es producida por el Espíritu siendo derramado "en nosotros abundantemente," (Tito 3:6), como el fruto del cual
nosotros tenemos vida más abundante, de la cual el Señor habló en Juan 10:10. Nosotros hemos sido salvados de toda la necedad
y de toda la inmundicia moral, de la que Pablo había hablado recién, por el nuevo nacimiento y el efecto renovador por la
morada y la obra del Espíritu de Dios. Salvados así y, asimismo, "justificados por su gracia" (Tito 3:7), según la redención
mencionada previamente, nosotros somos hechos "herederos conforme a la esperanza de la vida eterna." (Tito 3:7). Todo esto
nos presenta un esbozo de "sana doctrina."
Tito debía hablar "las cosas que convienen
a la sana doctrina" (Tito 2:1 - RVR1865), de modo que los convertidos en Creta pudieran caracterizarse por ellas y no estar
mostrando sus malos rasgos nacionales. Un creyente, hoy en día, puede tratar de excusar un estallido de mal genio o de alguna
exhibición carnal diciendo, «¡Ah! bueno, ese es mi maquillaje; esa es la clase de persona que soy.» Bien podemos responder,
«Indudablemente lo es, pero, ¿no ha sido usted lavado y por ello salvado de tales cosas?» La piedad debe ser nuestra marca;
y eso significa mostrar la naturaleza Divina y no nuestras propias deformidades.
Se nos informa en cuanto a las cosas que
convienen a la sana doctrina en la última parte de Tito 1 y la primera parte de Tito 2. Primero se les habla a los sobreveedores
(u obispos), luego a los hombres de edad (o ancianos) [2], a las mujeres de edad (ancianas), a las mujeres jóvenes, a los
jóvenes, al propio Tito, y después a los siervos. Es cuando llegamos a estos últimos, los cuales eran realmente esclavos,
o "siervos", que se encuentra el resumen más completo.
[2]
N. del T.: Aquí no se refiere al cargo de anciano en la iglesia, como a veces se mal interpreta, sino sólo a los de edad avanzada,
puesto que antes se le hablo a los sobreveedores u obispos. Lo mismo para las mujeres de edad avanzada.
El "mundo" o "edad" presente está siguiendo
aún su curso degradado e inestable, y este no será alterado hasta la aparición de la gloria.
Hoy en día, Dios altera el carácter completo de aquellos a quienes Él salva por gracia, para que ellos puedan proseguir
su curso a través de la edad inalterada sobre principios totalmente nuevos; los de la sobriedad, la justicia y la piedad.
"Sobriamente." Esta palabra ocurre cinco
veces en la 'Authorized Version" (en Inglés) de la epístola a Tito. En una ocasión es la traducción de una palabra que significa
"vigilante" o "alerta" (Tito 2:2). Las otras veces, la palabra usada denota temperancia, prudencia, y fuerza de pensamiento
general. La palabra "sana" ocurre también cinco veces, y es la traducción de una palabra que tiene el sentido de "saludable",
la cual hemos importado a nuestra propia lengua (el Inglés) como "higiénico." La epístola a Tito bien puede ser llamada la
epístola de la higiene espiritual y la sobriedad.
La fuerza de la palabra "sobriamente" se vuelve sobre uno mismo. No define tanto la actitud que uno tiene hacia
Dios o hacia el vecino de uno, como el propio equilibrio mental personal de uno. Un hombre sobrio es uno que ha aprendido
su propia insignificancia en la presencia de Dios. Es uno al que se le ha hecho bajar de todos esos altos y sublimes pensamientos
del 'yo' que yacen en el corazón de todo hijo de Adán caído, y, por consiguiente, él ve a Dios en Su luz verdadera. Siendo
esto así, él ha aprendido a estimarse a sí mismo y a las personas y a las cosas en algo de su valor real, y no a lo impuesto
mediante meras apariencias. Esto le imparte una solidez y peso, exactamente lo opuesto a la inconstancia, la inestabilidad
y la frivolidad que son tan naturales en todos nosotros. Vivamos así en la luz de las cosas eternas para que no malgastemos
nuestras vidas mediante las frivolidades de la hora en que vivimos.
"Justamente." (Tito 2:12). Un hombre
justo es uno que rinde (o da) lo que es correcto a todos los que están fuera de él mismo; a Dios primeramente y por sobre
todo. Cuando el Señor Jesús dijo, "Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios." (Mateo 22:21), Él estaba
predicando justicia práctica.
A los hombres del mundo no les importa las demandas de Dios, pero examinan profundamente al Cristiano para ver
su él actúa justamente para con sus semejantes. De ahí que la acción justa de nuestra parte sea de la mayor importancia, ya
que una caída destruye aquí mucho bien, y una onza (aprox. 30 gramos) de injusticia práctica pesará más que una tonelada de
elocuente predicación. ¿Estamos débiles en cuanto a este punto?
A menos que caminemos con Dios en oración, nosotros podemos fácilmente, y casi insensiblemente, ser infectados
con el espíritu de la época actual. Hay un gran clamor por los derechos propios de cada uno con una determinación de eludir
la responsabilidad todo cuanto sea posible. Todo el furor está en obtener lo máximo posible a cambio de lo mínimo posible.
Por lo tanto, Cristianos ¡tengan cuidado! La gracia nos enseña a vivir justamente.
Ella enseña al Cristiano a pagar plena y adecuadamente a aquellos que él emplea. Enseña al hombre de negocios
a dar una medida llena, y a evitar cualquier truco mediante el cual se pueda lograr una ganancia ilícita. Enseña al hombre
trabajador a entregar un trabajo constante y honesto, tan a conciencia cuando no es supervisado como cuando está bajo supervisión.
Y si alguno tiene un amo, o patrón, creyente, o por el contrario un empleado creyente, no se debe sacar ventaja de aquel hecho,
tal como 1 Timoteo 6:2 muestra.
"Piadosamente". (Tito 2:12). La orientación
de esta palabra es claramente con respecto a Dios. Nuestro quehacer es adornar la doctrina de Dios nuestro Salvador en todas
las cosas. (Tito 2:10). La doctrina es hermosa en sí misma, y, no obstante, puede ser realmente adornada por nosotros; ¿y
qué hará esto de forma más efectiva que la exhibición de Su carácter en los que la profesan? Podemos afirmar con seguridad
que nada lo hará.
Si las palabras el Apóstol a través de Tito tuvieron su efecto correcto, y se halló en medio de los mentirosos,
las malas bestias y los glotones ociosos de Creta, un pueblo que estaba visiblemente purificados para Dios para Su posesión
especial, caracterizado por estas tres cosas (sobriedad, justicia, piedad), y celosos de buenas obras, ¡qué efecto debe haber
sido producido para la gloria de Dios!
No menos efecto se produciría sobre los hombres de esta época, si estas excelentes cosas que están de acuerdo
con la sana doctrina, o convienen a ella, fuesen promovidas más plenamente entre nosotros, y fuesen mostradas para ser vistas
por todos.
F. B. Hole
Traducido del Inglés por: B.
R. C. O. - Noviembre 2010.-