UNA PALABRA ACERCA DE LA COMUNIÓN DE LOS SANTOS,
A
CUALQUIERA QUE ESTÉ DESCONCERTADO ACERCA DE LA CUESTIÓN INGLESA DE BETESDA
G. V. Wigram
Índice de Contenidos
Introducción
No. 1. "Guerra sin Cuartel"
No. 2. La Iglesia de Dios
No. 3. "Dios y yo"
No. 4. Realidad
Hay un Hombre, un Hombre glorificado, sentado
ahora en el trono de Dios en el cielo - el Hombre que es el Compañero de Jehová (Ver Zacarías 13:7). De Él, Dios el Espíritu
Santo, ha dado testimonio en las Escrituras; a Él llama a los pecadores a poner atención; a Él guía Él el ojo de la fe de
cada creyente, y Él lo fijará allí. Porque Él, el Unigénito Hijo del Padre, es el Único sobre el cual, y sobre cuya vida y
obra como Salvador, Dios, el Padre, puede reposar en complacencia.
Esa vida, esas obras, eran para salvación
y redención eternas para el hombre pecador. En Él, y por medio de Su vida y muerte, y resurrección y ascensión, el pecador
puede ahora, por medio de la fe, hallar reposo con Dios en Su gloria, y recibir el don gratuito del Espíritu Santo, y la gracia
para ser lleno del mismo y para andar en Él.
Permitan, les ruego, que uno cuyo nombre
no es digno de ser nombrado (salvo como encontrándose en Él) les suplique que piensen
en Él - por amor a Él, el cual tiene derechos sobre ustedes, y por amor a Dios que es un Dios celoso, y que insiste en los
derechos que Él ha reconocido en el Hijo de Su amor, siendo reconocido por ustedes - reconocerle sólo a Él como digno. Él
es el único Hombre digno de que Dios piense acerca de Él, y digno de que cualquier hombre piense acerca de Él. Pero Él es
digno - porque Su nombre Jesús significa "Jehová salva."
No sigan ustedes, les ruego, poniendo el
nombre de un hombre caído contra el nombre de otro hombre caído, nombres de pecadores contra nombres de pecadores, tal como
ustedes lo han hecho en sus interacciones acerca de asuntos en los cuales sólo debería importar el nombre del Padre, del Hijo,
y del Espíritu Santo, y la honra debida a Dios. Ustedes han hecho eso, hasta han estado muy cerca de olvidar al Hombre sin
pecado, a Aquel que, porque no conoció pecado, pudo ser hecho ofrenda por el pecado, y que fue hecho y Él mismo se hizo tal,
para que así, por medio de la fe, nosotros pudiésemos ser hechos justicia de Dios en Él.
Al principio, puede haber sido inconscientemente
que ustedes hayan estado colocando un nombre meramente humano contra otro nombre meramente humano, hasta que el nombre de
"Jesús", y la revelación en él, haya sido olvidado entre conversaciones acerca de hombres y sus hechos y reclamaciones, las
cuales son de tan poco valor y significado como podría ser cualquier letra del alfabeto (tales como una M, o una D, o una
W), en comparación con aquella Persona Bendita (Jesús) y Su obra.
El Espíritu es contristado y apagado de este
modo; y la ceguera, y el fervor del espíritu partidario consigue predominar, y una pesada niebla de mistificación se levanta
y se expande sobre sus actuaciones; es humillante pensar en ello.
Es un pobre pecador en sí mismo, y no un
profeta, quien les escribe; pero, lo hace en la luz del Hombre sin pecado (¡Incomparable y sin igual es Él!); se trata de
uno que teme que - bajo esa nube de mistificación que reposa sobre ustedes - pueda
haber otro espíritu (no del hombre), mucho más sutil que el de Ahitofel de antaño, - mucho menos escrupuloso que él - o a
sus peligros posteriores en cuanto al honor de Cristo. Puesto que si Su nombre es usado por alguno como una cubierta para
las tinieblas y el mal, y el nombre de "la Iglesia" es usado como el nombre de un lugar donde aquellos en la tierra que son
indiferentes al honor y la santidad de Cristo, en fe, doctrina, moralidad, o andar, pueden congregarse, Su nombre es puesto
en vergüenza y el Espíritu Santo es deshonrado.
Ojalá que yo esté equivocado en cuanto a
vuestro peligro. Si no lo estoy, pueda Dios darles liberación, y victoria sobre cada mentira y cada engaño del Maligno.
Esa es mi oración,
Vuestro hermano, en quebrantamiento de espíritu.
G. V. W.
Nelson, Nueva Zelanda, 24 de Septiembre 1874.-
Un Clamor Desde Boquim.
G. V. Wigram
Tercera Edición
Publicado en Inglés por: Crocker & Crocker
Introducción.
La confesión y la humillación son adecuadas,
y en una manera peculiar, convienen a los hijos de Dios en el día actual. Nosotros no hemos atendido fielmente ni a la gloria
de Dios, ni al honor de Cristo, ni a la presencia del Espíritu Santo; y, la iglesia - ¿dónde está ella? Y, ¿cuál es su condición
en la tierra?
Pero, ¿acaso no es la amplia gama de la Cristiandad,
o el radio de acción más estrecho de Inglaterra, lo que yo miro? ¿Acaso no es a confesión y a humillación a lo que, muchos
de los que están en el estrecho círculo al cual estas líneas pueden llegar, son llamados?
¿Humillación y confesión para qué? Que cada
uno piense - que cada uno diga - para con Dios y para con Cristo: y sinceramente (según sus propios y eternos intereses en
el Espíritu) para con sí mismo, también, al dar la respuesta. Yo lo haré aquí por mí mismo; que los demás vean cuán lejos
están de mi marca.
Cristo se entregó a Sí mismo por nuestros
pecados, para que Él pudiera librarnos del presente mundo (siglo) malo. La amistad del mundo es enemistad contra Dios, y preocuparse
de cosas terrenales es enemistad hacia la cruz de Cristo.
Ahora bien, hablando por Dios y por Cristo,
¿qué diré yo en cuanto a mí mismo - en cuanto a mis hermanos en este respecto? ¿Estamos nosotros - hemos sido - de forma práctica, en corazón, en pensamiento, y acción, aquello que nosotros
somos en Espíritu - «no de este mundo, como tampoco Cristo es de este mundo»?
Yo no habla ahora de mundanalidad, como los hombres del mundo, a aun como hablan hombres (hombres Cristianos) en esta tierra; sino
que yo hablo de mundanalidad conforme al santuario.
La auto-complacencia y la confianza propia
de Pedro, y la poderosa energía del amor personal a su Maestro, que (obrando con motivos mezclados, y desde un corazón no
humillado en él) lo llevó a usar la espada y a cortar la oreja del siervo del Sumo Sacerdote, fue carnalidad y mundanalidad
cuando esto es sopesado en el santuario. Ha existido esto, yo juzgo, que debe ser confesado por muchos de los mejores en nuestro
día - celo sin conocimiento; correcto en cuanto a su objetivo; equivocado en cuanto a muchas cosas en uno mismo como vindicador;
y equivocado en cuanto a muchos medios y cursos perseguidos: y mucho de esto es a través de auto-complacencia y confianza
propia en nuestra propia línea de cosas.
Mi convicción es que la mundanalidad y la
propensión a lo terrenal han cegado los ojos, y han endurecido los corazones, hasta un extremo del que muy pocos de nosotros
tenemos alguna idea; y que, como una consecuencia, ningún caso que se relacione con la moralidad del andar de la iglesia puede
ser justamente juzgado por la masa de creyentes. En innumerables casos que han ocurrido, los afectos para con Cristo mismo
no han sido lo suficientemente vívidos como para que las personas se indignen ante los insultos abiertos puestos sobre Cristo,
y como para que estas mismas personas se aparten de aquello que, en su asociación, tuvo la intención de dar su aprobación
a la deshonra hecha a Él.
Dios no permita que nosotros debamos usar
la mundanalidad y la propensión a lo terrenal, o la pretensión de confesarlas, como un manto para cubrir la indiferencia de
los afectos del corazón para con Cristo, o para restar importancia a la carencia de celo, para separarse de toda asociación
con aquellos que admiten y siguen una libertad para ser indiferentes a Su honor.
Sin embargo, mientras yo me limpio de la
conducta que parece ser indiferencia a Cristo, y de toda asociación con los que abogan y actúan de acuerdo a su libertad para
pensar sus propios pensamientos en este respecto, surgirá la pregunta, - ¿Y qué es lo que les impide, después de todo, a tantos
de los que son queridos para ustedes, y queridos para Cristo, ver que Su honor ha sido atacado? La verdadera respuesta, me
temo, es la mundanalidad y la mente terrenal - el fruto de nuestras propias acciones. Ahora bien, yo admito esto; porque creo
que un andar más Nazareo, de mi parte, y de parte de algunos otros, podría haber dado poder para actuar sobre las conciencias;
y de algún modo o de otro, lograr que ellos se separasen de un curso en el cual yo no me atrevo a andar - y que, en la eventualidad
de andar en él, preferiría andar solo por el resto de mis días terrenales. El honor de Cristo ha sido atacado; la moralidad
de la iglesia ha sido atacada - directamente por algunos, e indirectamente por otros, a quienes no les importa tanto su Señor
y Maestro como para estar dispuestos a separarse de la asociación con aquellos que Le han blasfemado abiertamente.
Reconozco que el estado mundanal de los santos,
un estado bajo, de mente terrenal, que no puede hacer frente a esto, es una consecuencia de que el Espíritu Santo haya sido
contristado y apagado.
Deseo descender lo más bajo posible, llevando
cualquier culpa y toda la culpa; pero, pase lo que pase, jamás aprobar aquello que corrompe la moralidad de la iglesia - jamás
ser tolerante de aquello que insulta a Cristo; y jamás ser identificado por estar asociado con aquello que no se preocupa
ni por la gloria de Cristo, ni por la moralidad de Su iglesia, ni por su unidad.
Plymouth, 23 de Enero de 1857.
No.1. "Guerra sin Cuartel"
Sí: ¡Guerra! incluso sin cuartel, a toda
indiferencia (en el corazón del pecador salvado por gracia) en cuanto al honor
de Cristo el Salvador, y en cuanto a la santidad y unidad de la iglesia del Dios viviente.
Cristiano, ¿te parece una cosa extraña que
seas llamado a circuncidar tu corazón de toda "abundancia de malicia" (o, de "todo exceso vicioso" - Santiago 1:21 - VM),
y limpiarlo de toda indiferencia y descuido en cuanto al Dios que dio a Su Hijo por ti, - en cuanto al Hijo del Hombre que
llevó la maldición por ti (Él, el Justo, en lugar de nosotros los injustos)? ¿Es duro decir, - ¿es, de alguna manera, antinatural que tú seas llamado a tener un poquito de celo por Cristo, en los sentimientos de la nueva naturaleza
y del Espíritu? ¡Antinatural! cuando todo siervo de todo monarca terrenal es considerado
responsable por el honor de aquel monarca; si lo consideras así, vete al Ejército o a la Marina, y ve de qué manera, allí,
la responsabilidad y el sentimiento Británico impregna y enciende todo corazón leal al honor de Su Majestad real.
Y, ¿me ha llamado Dios, en Su soberanía,
(siendo yo el mayor de los pecadores) a ser un hijo y heredero de Dios? ¿Ha obrado Cristo, en vida aquí abajo, - en muerte
en la cruz, - en resurrección, por mí, y me ha llamado Él, ascendido en gloria,
por nombre, dándoseme a conocer por fe, y dándome Su Espíritu para llevarme a la gloria - y supones tú que yo deseo ser tibio
para con Él? No, es anatema, y sea anatema, todo lo que prevalece para impedir que ese amor Suyo entre y brinde calor al corazón.
Nosotros le amamos, porque Él nos amó primero
(1a. Juan 4:19). Bendito sea Dios por aquel Su amor, derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido
dado (Romanos 5:5). Que el amor de Cristo nos pueda constreñir - llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo.
(2a. Corintios 10:5). S.S.
No.2. La Iglesia de Dios
Dios tiene «Una Iglesia»: Dios no se ha avergonzado
de relacionar Su nombre con una iglesia - la iglesia del Dios viviente (1a. Timoteo
3:15). A menudo Él la llama, "la iglesia de Dios." (Ver Hechos 20:28; 1a. Corintios 15:9; Gálatas 1:13; 1a. Timoteo 3:5).
Esto fue lo que Cristo llamó (Mateo 16:18) "mi iglesia." Y, ¡oh, qué maravilloso! Cristo dado por Dios para ser cabeza sobre
todas las cosas, con respecto a la iglesia ("y ha puesto todas las cosas bajo sus pies, y le ha constituido cabeza sobre todas
las cosas, con respecto a su Iglesia." Efesios 1:22 - VM), "la cual es su cuerpo, el complemento de aquel que lo llena todo
en todo." (Efesios 1:23 - VM). (Ver también Efesios 3:10; Efesios 5: 23, 25, 27, 29, 32; Colosenses 1: 18, 24).
¡Hijo de Dios! ¿me puedes mostrar esta iglesia? Yo tengo un retrato de ella, amado de mi corazón, en las Escrituras; pero he buscado eso
que la Palabra de Dios describe como la iglesia, y no la he hallado, por ejemplo, como se la podía hallar, una vez, en Jerusalén,
en Éfeso, etc.
¿Qué debo hacer? ¿Debo humillarme hasta el
polvo, en la medida en que se cómo hacerlo (y he procurado hacerlo estos últimos 25 años), no porque los santos están dispersos
sino debido al completo fracaso del hombre en responsabilidad para con Dios en cuanto a la iglesia? Entonces tú dirás, «Tú
buscas ver lo que Dios hará por ti y por Sus santos en cuanto a comunión.» No es
así; si mi ojo es sencillo, yo procuro ver, entonces, lo que Dios hará por Su propia
honra, y para gloria de Cristo, con todo Su pueblo creyente, bajo estas circunstancias;
y esto es absolutamente otra cosa. Él puede contar que ello sea para Su honra y para la gloria de Cristo, y para nuestra bendición
en el Espíritu, para hacernos probar el fruto de las acciones del hombre, y el fracaso, y probarlo con amargura interior y
experiencia individual. Que Dios pueda hacer con nosotros como a Él le parezca. Ninguna unión, ninguna comunión que no sea
la de la iglesia de Dios, en el poder del Nombre del Señor Jesús, podría satisfacer al Espíritu de Dios en nosotros.
¿Acaso no ha asumido, NUESTRA experiencia
en la comunión de los santos, un lugar equivocado en muchos corazones? ¿Acaso no hay muchos que esquivan la cruz, por soportar,
exteriormente, un estado de cosas que Dios ha sacado a relucir para hacer que nos demos cuenta qué hemos escondido de nosotros
mismos, en cuanto al fracaso?
Que el Señor haga como a Él la parezca bien.
¿Estudias tú Su Palabra para ver qué es la Iglesia de Dios, y para evitar, por una parte, coartar la verdad a formas humanas
y a rígidas cristalizaciones y, por la otra, neutralizar la verdad mediante la confusión de asociaciones e interacciones multitudinarias
con la comunión de los santos? Y, por sobre todas las cosas, que juzgues tu 'yo', y que corrijas tu 'yo', más que a las iglesias.
La verdad formativa que influyó sobre el corazón humano, para formar la iglesia al principio, permanece; y cada alma individual
puede decir, "He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad" (Hebreos 10:7) - en cuanto a todo lo que tiene que hacer:
y en cuanto a todo lo que tiene que sufrir, "la copa que el Padre me ha dado, ¿no la he de beber?" (Juan 18:11). S.S.
No.3. "Dios y yo."
La fe sitúa a un hombre con Dios, y lo hace
como individuo, solo con Dios. Abel actuó como un individuo; Enoc caminó solo con Dios; Noé halló gracia a Sus ojos; Abram
fue llamado a salir fuera de todo, y fue el amigo de Dios. José y Moisés, y Samuel y David, y Daniel, y todos los ilustres
de la familia de la Fe, cada uno de ellos encontró que su progenie estaba en Dios - que su guía procedía de Dios.
¡Cuán individual, y solitario también (no
sólo en el terreno de ser Él el Único sin pecado, Aquel único perfecto, sino también en el
modo de Su andar), fue el Bendito Señor! "He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad." (Hebreos 10:7) "La copa
que el Padre me ha dado, ¿no la he de beber?" (Juan 18:11). Estos fueron los lemas de Su vida aquí abajo.
Igualmente, cuán bellamente encontramos,
en el ladrón en la cruz, su fe (divinamente enseñada) situándole solo con Dios
- capaz de condenar, no sólo su propio curso pasado, sino todo lo que los religiosos de aquel día estaban haciendo; y capaz
de dar a Cristo, un título que era verdadero solamente acerca de Él de entre los hombres, "pero éste ningún mal ha hecho."
(Lucas 23:41 - VM). Él añade, "Señor, acuérdate de mí, . . . en tu reino." (Lucas 23:42 - VM). Y, se ha de notar la Palabra
del Señor a Pedro, "Si yo quiero que él [Juan] se quede hasta que yo venga, ¿a ti, qué? TÚ, SÍGUEME." (Juan 21:22 - LBLA).
El secreto de toda santidad práctica en un
creyente se encuentra en este andar individual con Dios - un andar que, a la vez que lo mantiene en la luz, donde Cristo está
a la diestra de Dios, lo mantiene en humilde juicio propio, porque él ve el contraste entre Cristo y él mismo - no obstante,
en firmeza, porque él tiene que ver con Dios, y actúa para Dios y de Dios.
Puedo decir, directamente, si la Palabra
de Dios proclama que una cosa es impía, yo debo dejar de hacerla de inmediato.
Es impía, a lo menos, para mí, e inmiscuirme en ella sería contaminación. Toda
alma piadosa (que conoce Romanos 14) daría su asentimiento a esto: toda alma piadosa debe decir, «hay que obedecer a Dios
antes que a los hombres; obedece a Dios conforme a tu luz - y no vayas más allá de ella.»
Se me ha preguntado (¡cuán lamentable para
los que preguntan!) cuando actúo así, «¿Es usted infalible? ¿Va usted a enseñorearse de la conciencia de los demás?» Mi respuesta
es simple: «Yo camino con Dios, y me juzgo a mí mismo; me parece que la Palabra
de Dios no me prohíbe ni un centímetro de la senda; camino derecho hacia adelante donde la Palabra me manda que avance.»
Se responde, «¿Cómo sabe usted que tiene
razón?» Yo pregunto, «Mientras camino dependiendo sólo de Dios para que me guie a ver Su pensamiento, para que yo lo pueda
hacer - ¿piensa usted que Él no será fiel a Él mismo? (Juan 7:17). Y en cuanto a la conciencia de los demás, yo no me enseñoreo
de la conciencia de ningún alma. Que cada uno camine con Dios; pero solamente que cada uno recuerde que si mi caminar es con
Dios, ¡ay! de aquel cuyo caminar no está en la misma senda; esté él delante o detrás de mí.»
No hay santidad en la comunión, ninguna "comunión
de los santos", aparte de este caminar solitario con Dios - es decir, de los santos
como individuos.
La agitada inquietud de muchos alrededor
nuestro me convence de que ellos no están caminando con Dios. S.S.
No.4. Realidad.
El poder que lleva a los santos a la comunión,
por la fe de un Señor una vez crucificado pero ahora ascendido, es el Espíritu Santo. Se encontrará que la aptitud interior
para la comunión de los santos radica en el propósito del corazón de andar solo con Dios, y no el conocimiento intelectual
en cuanto a la doctrina de la iglesia. La inteligencia, o conocimiento, intelectual acerca de lo que la iglesia era, y debería
ser exteriormente, puede conducir a un sectarismo estrecho; y el conocimiento de los principios de la iglesia, sin referencia
a la forma, puede conducir al así llamado 'multitudinismo' (N. del. T.: una doctrina que hace énfasis en la importancia de
la multitud, en vez del individuo.); pero mezclar el principio con la práctica, en esta materia, es el resultado del caminar
con Dios. Un propósito común proporciona una asociación natural y feliz [*]; y cuando ese propósito es la gloria de Dios y
el honor de Cristo, en un andar con Dios de auto-negación, la santidad y la consagración propia del propósito llevará y mantendrá
las mentes juntas; y, gracias a Dios, nada más puede hacerlo.
[*] Cada uno de los doce apóstoles había dejado todo para seguir a Cristo. Este propósito de seguirle a Él, esta vida
dedicada a seguirle a Él, les dio una unidad y una comunión; precisamente así, aunque de manera más elevada, la fe da ahora
a cada creyente, una vida de comunión con Dios; obediencia a Él, y alabanza a Él, por medio del Espíritu y en el Espíritu.
En la promesa de Mateo 18:20 - "Porque donde
dos o tres se hallan reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos." (Mateo
18:20 - VM), las palabras "en mi nombre", no deben ser olvidadas. La reunión debe ser según el «poder y el carácter del Dios
Salvador», de lo contrario, esa reunión no se lleva a cabo en el Nombre de Jesús.
Nosotros solíamos afligirnos por la deshonra
del hombre hacia Dios, en el poder que Satanás, mediante la mundanalidad y la carnalidad de los 'incrédulos creyentes' de
nuestros día, - y de qué manera, a consecuencia de esto, los queridos hijos de
Dios se dividían unos de otros, y encuentras algunos en la iglesia Romana, y algunos en la Reformada, y algunos en las varias
iglesias disidentes; pero ninguna unidad visible. Esto es ahora tan verdadero como lo fue hace veinte años [**]. Pero algunos
que pensaron llevar a cabo la liberación en la tierra, se constituyeron, y han sido quebrantados. ¿Me lamento yo, entonces,
acerca de este quebrantamiento? No; aunque sí me lamento por el hecho de que, en lugar de haberse ellos humillado por el estado
común de la iglesia del Señor en la tierra (lo cual habría sido piadoso y humilde), sale ahora a la luz que ellos pensaron
que ellos habían de obrar liberación en la tierra. Bueno, el corazón (mi corazón) es engañoso más que todas las cosas, y desesperadamente
perverso. (Jeremías 17:9).
[**] N. del T.: Recuerde el lector que estos escritos fueron publicados en 1857.-
¿Quién, excepto Dios, habría pensado que
el descubrimiento de la irremediable ruina ha sido utilizado de este modo? Un poco de conocimiento en cuanto a «lo que la
iglesia era, y lo que ahora no era», llegó a significar, «El templo del Señor somos nosotros; vengan con nosotros, y nosotros les haremos bien.» Bendigo al Señor por haber hecho estallar la burbuja. ¡Hazla estallar una segunda
vez; permitan a Aquel que lo hará!
Muchos de estos decepcionados han regresado
a males que ellos anteriormente deploraban en la iglesia establecida (Anglicana, en el caso del Reino Unido), en los disidentes,
etc.; algunos de ellos ¡cuán lamentable! han establecido su unión (sea multitudinaria o sectaria, o las dos juntas), y están
tan enfadados por el quebrantamiento de Dios en ellos, que no perdonarán jamás a aquellos de los cuales se separaron - hasta
que el propio ídolo de ellos sea enmendado. Unos pocos (ojalá fuesen más) han reconocido el justo juicio de Dios sobre la
soberbia y la locura - han aceptado el castigo de Su mano, y el ídolo de ellos ha sido derribado - no han regresado a los
males que una vez habían dejado; sino que han procurado regresar a Boquim, y caminar allí, humildemente, con Dios.
Cuando pienso en el quebrantamiento de 'nosotros
mismos' (como algunos dicen), yo digo, «¡Gracias a Dios! ¡Tú eres verdadero y justo! Cuando pienso en cuán poco responden,
en nuestro día, los hijos de Dios a la gloria de Dios y al honor de Cristo, tal como la iglesia debería hacerlo, yo me lamento;
y sin embargo, si, en cuanto a la iglesia en la tierra, El Espíritu de Dios es un Espíritu contristado y apagado, que pueda
yo encontrar gracia para hacer que mi espíritu esté en sintonía con el de Dios y sentir correctamente y como Él lo hace, en
cuanto al actual estado de cosas en la tierra entre Su pueblo profesante.» S.S.
G. V. Wigram
Traducido del Inglés por:
B.R.C.O. - Mayo 2010.-