Evangelio de Marcos
J. N.
Darby
Escritos
Compilados,
Volumen 24, Expositivo
Todas las citas bíblicas se encierran entre comillas dobles ("")
y han sido tomadas de la Versión Reina-Valera Revisada en 1960
(RV60) excepto en los lugares en que además de las comillas dobles
("") se indican otras versiones mediante abreviaciones que pueden ser
consultadas al final del escrito.
CAPÍTULOS 12 y 13
Marcos 12
La incapacidad y la incompetencia de las autoridades entre los judíos son
mostradas claramente. Ellos habían pretendido juzgar al Señor pero la palabra
de sabiduría divina en Su boca los había juzgado a ellos y los había obligado a
confesar su incompetencia. Ahora el Señor comienza por Su parte a mostrar a
todas las clases de los judíos el estado en que ellos estaban y en primer lugar
el de todo el pueblo. Israel había sido la viña de Jehová; Él la había arrendado
a ciertos labradores para recibir de ellos su fruto a su debido tiempo. Él había
hecho todo lo que podía por Su viña; era imposible hacer más de lo que Él había
hecho. Israel disfrutaba de todos los privilegios que una nación podía
disfrutar. En el tiempo de recoger los frutos el Señor envía a Su siervo para
que recibiese de los labradores del fruto de la viña.
Los profetas de parte de Dios buscaron estos frutos del pueblo pues Él
era el Señor de la viña pero los labradores tomaron a un siervo y lo golpearon,
mataron a otro y rechazaron a todos ellos. Así trató Israel a todos los siervos
de Dios enviados por Él para llamarlos a regresar a su deber. Por último,
teniendo aún un Hijo, Su muy amado Hijo, Lo envió también a ellos diciendo,
"Tendrán respeto a mi hijo". Pero ellos echándole mano le mataron y le
arrojaron fuera de la viña. Ellos querían tomar posesión de la viña matando al
heredero legítimo.
Analicemos un poco esta parábola. Con qué dignidad y calma el Señor
expone la conducta pasada del pueblo de Israel y ¡también la conducta de ellos en
aquel mismo momento! Él estaba dispuesto a padecer pues había venido a morir
pero los hechos de Sus enemigos debían ser claramente expuestos; ellos llenaron
la medida de su iniquidad con los ojos abiertos. ¡Pobres judíos! Dios en Su
gracia soberana tendrá compasión de ellos y restaurará a Su pueblo (mediante un
nuevo pacto) a su lugar de pueblo de Dios reconocido por Él. Marcos siempre narra
todo rápidamente. La consecuencia del pecado de Israel es mostrada pero sabemos
de la lectura de los otros Evangelios que en la respuesta de ellos los judíos
se vieron obligados a pronunciar su propia sentencia y que ellos comprendieron
bien lo que significaba la parábola. Aquí se cuenta el simple hecho de la ruina
de ellos y el del rechazo del Cristo, el Hijo de Dios. El Señor de la viña, Jehová
de los Ejércitos, vendría a destruir a los malos labradores y daría Su viña a
otros.
A continuación Él cita una vez más el
Salmo 118 y pregunta al principal
del pueblo (una pregunta que era aplicable
directamente a Él mismo), "¿Ni aun esta escritura habéis leído: La piedra
que desecharon los edificadores ha venido a ser cabeza del ángulo; El Señor ha
hecho esto, y es cosa maravillosa a nuestros ojos?" ¡Qué clara declaración
profética de la posición de Israel y de sus consecuencias! Toda la historia de
Israel presentada de manera sucinta y perfectamente descrita en unos pocos
versículos: toda su conducta desde el tiempo de Moisés hasta la cruz expuesta
en unas pocas palabras; su pecado con respecto a Jehová, con respecto a Cristo,
con respecto a los profetas y las temibles consecuencias para la nación y los modos
de obrar de Dios con respecto a ella. Dios le quita todos sus privilegios y
entrega Su viña (donde Él buscaba fruto) a otros. Es así con este gran hecho
del pecado del hombre y de la incredulidad judía, — es decir, con el rechazo y
la crucifixión del Señor, — Él sería exaltado a la diestra de Dios y se
convertiría en cabeza del ángulo. Nosotros también tenemos aquí la llave de la Escritura
Veterotestamentaria por medio de la profecía pues con una sola mirada vemos todos
los modos de obrar de Dios comunicados al entendimiento espiritual. Sólo la
sabiduría divina y la revelación divina son las que pueden revelarnos los
pensamientos de Dios y los hechos del hombre y pueden anunciárnoslos.
Nosotros hemos visto que todas las clases de
judíos vienen una tras otra a juzgar al Señor pero de hecho vienen a ser juzgadas.
Los fariseos y los herodianos se presentan primero para atraparlo en Sus
palabras. Ellos no se atrevían a ponerle las manos encima aunque lo habrían
hecho gustosamente porque habían comprendido perfectamente que la parábola de
la viña y los labradores había sido pronunciada contra ellos pero el pueblo
estaba todavía bajo la influencia de Sus palabras y de Sus obras. Los
gobernantes temían al pueblo pues no meramente eran ellos esclavos de sus
propias pasiones e incredulidad sino del pueblo mismo y ellos temían aún más
hacer algo contra el Señor creyendo que el pueblo Le favorecería ya que ellos no
tenían ni el poder de la fe ni la libertad que es el resultado de la rectitud;
pero ellos dependían del favor del pueblo.
La hora del Señor no había llegado aún. Ellos
enviaron algunos espías para que Le sorprendieran en Sus palabras. Los fariseos
llenos de soberbia en cuanto a los privilegios del pueblo y siempre dispuestos
a soliviantarlo contra los romanos halagaron las pasiones del pueblo. Ellos estaban
sometidos al yugo gentil a causa de sus pecados y ya no eran reconocidos como
pueblo de Dios. El Mesías prometido había sido enviado en la persona del Señor
y ellos no habían estado dispuestos a recibirle porque Él manifestaba a Dios en
la tierra y el endurecido corazón de ellos no deseaba a Dios ya que ellos
deseaban poseer la gloria de ser el pueblo de Dios pero no recibir a Dios y
someterse a Él. La rebelión del corazón de ellos contra Dios estaba unida a la
rebelión de su orgullo nacional contra los gentiles.
Los herodianos, por el contrario, aceptaban
la autoridad romana y no se afligían por los privilegios de Israel pero ellos estaban
dispuestos a buscar a toda costa el buen favor de ese pueblo poderoso que
mantenía al pueblo de Israel bajo su pesado yugo por juicio de Dios. Ahora
bien, si el Señor hubiera dicho que ellos no debían pagar tributo Él se habría
mostrado hostil al dominio romano y los herodianos estarían dispuestos a
acusarle; y si Él decía que ellos debían pagar entonces Él no era el Mesías que
debía liberar a Su pueblo del odiado yugo romano. Ellos no pensaban en ninguna
otra liberación y por eso Él habría perdido el favor del pueblo. Los herodianos
y los fariseos se reconciliaron con el propósito de deshacerse del Señor pero
la sabiduría divina responde a toda dificultad.
Los judíos debiesen haberse sometido al yugo
que Dios mismo había colocado sobre el cuello de ellos hasta el momento en que
la gracia los liberara y recibieran al Libertador que vendría según las
promesas de Dios; y hasta que estas promesas se cumplieran ellos debían dar
humildemente a Dios lo que Le es debido aceptando siempre su castigo de manos
de Él. Pero ellos no hicieron ni lo uno ni lo otro; fueron hipócritas ante Dios
y rebeldes con respecto a los hombres. El Señor les pide que Le den una moneda
con la imagen de la cabeza del emperador y les pregunta, "¿De quién es
esta imagen y la inscripción?" Los judíos responden, "De César";
y Jesús dice, "Dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios".
Y los judíos se marchan asombrados. Una respuesta justa que no sólo respondió a
la acusación de ellos sino que reconoció al mismo tiempo el verdadero estado de
Israel y el juicio de Dios.
Luego vienen los saduceos, otra secta de los
judíos quienes no creían en el mundo invisible, ni en los ángeles, ni en la
resurrección. Dios había dado una ley a Su pueblo Israel y eso era todo.
Acostumbrados a los argumentos de los hombres ellos no esperaban encontrarse
con la sabiduría divina ni con la fuerza irresistible de la palabra de Dios. Ellos
presentaron un caso que (suponiendo que aquello que imaginaba la insensatez de
ellos fuese cierto) hacía que la resurrección fuera ridícula e imposible pues
ellos suponen que las relaciones y el estado de este mundo continúan en el
otro. Esto es lo que los hombres hacen, a saber, ellos mezclan sus pensamientos
con la palabra de Dios y como estos pensamientos no concuerdan con ella ellos piensan
que ella es ininteligible y la rechazan. Pero en este caso de lo que se trata
es de una verdad vital y fundamental y el Señor no sólo hace que Sus enemigos
callen mediante la sabiduría de Su respuesta dejando al descubierto la
hipocresía de ellos sino que Él revela claramente la verdad misma que es
enseñada de manera oculta en el Antiguo Testamento y la dota de Su propia
autoridad.
Todo depende de esta verdad; a saber, la
evidencia de que Jesús es el Hijo de Dios y de que Dios ha aceptado Su
sacrificio. Es la victoria sobre la muerte: todo lo que pertenece a la
miserable condición del hombre es dejado atrás; es la entrada en el nuevo
estado del hombre según los consejos de Dios; la introducción en el estado
eterno de gloria y la plena conformidad con Cristo. Es cierto que los inicuos
serán resucitados para juicio pero el Señor considera a los Suyos y el estado
de ellos como también lo hace 1ª Corintios 15. El Señor quiere decir que el
Antiguo Testamento contiene la revelación de esta verdad. En el Salmo 16 se
enseña claramente en cuanto a Su persona; pero se dice que los saduceos sólo
recibían la ley de Moisés; pues ahora bien, esta ley tiene que ver en primer
lugar con lo que Dios había establecido en la tierra para Su pueblo terrenal: y
la vida y la incorruptibilidad han sido sacadas a la luz por el evangelio y por
la resurrección del propio Señor. Y aunque esta luz estuvo nublada en los
tiempos del Antiguo Testamento sin embargo no carecieron de ella los que siendo
peregrinos y extranjeros en la tierra buscaban una patria mejor y una ciudad
celestial. (Véase Hebreos 11). La enseñanza inmediata se refería al gobierno de
Dios en la tierra pero por medio de la fe los corazones de los fieles pudieron hallar
ampliamente en ella lo que necesitaban para orientarse hacia una patria eterna
y celestial.
Los fariseos creían en la resurrección y en
cuanto a esto tenían el entendimiento de la verdad; pero el Señor deseó mostrar
que si los saduceos sólo recibían la ley, la ley misma, Dios había dado en todo
momento lo que era suficiente para llevar al entendimiento espiritual a esperar
cosas mejores que las terrenales, y por medio de la fe llevarlo a una relación
más cercana con Dios que la que podía ser disfrutada en Su gobierno ya sea del
mundo o de Su pueblo por muy real que este gobierno pudiese ser. Entonces el
Señor condena a los saduceos por completo; ellos ignoraban bastante las
Escrituras y el poder de Dios. El Señor revela la verdad en primer lugar y la
verdad es que tan pronto como una persona es resucitada de los muertos ella es
como los ángeles y ya no es cuestión de casarse o darse en casamiento. Luego Él
muestra que en sus primeros elementos la primera expresión de las relaciones de
Dios con los hombres (cuando Dios habló a Moisés) contenía una vida más allá de
la muerte y consecuentemente la resurrección ya que el hombre consta de cuerpo
y alma conforme a los consejos de Dios. Abraham, Isaac y Jacob habían estado
muertos por largo tiempo pero Dios era siempre Dios de ellos; y sin embargo
ellos seguían vivos y consecuentemente no permanecerían siempre bajo el poder
de la muerte sino que resucitarían.
Los saduceos los cuales sólo creían en la ley
necesitaban una prueba clara de la verdad tomada de la propia ley. Y cualquiera
que sea la verdad en cuanto a los saduceos es importante que entendamos que
desde el principio cuando Dios entra en relación con el hombre y habiendo
entrado el pecado y la muerte Dios siempre asume el terreno de la resurrección.
No hay otro fundamento verdadero de bendición. Las mismas promesas hechas a Israel
se fundamentan en esta verdad; al menos el cumplimiento de ellas. (Hechos 13: 34).
Por lo tanto lo primero que el Evangelio revela tiene su origen en la primera
manifestación clara de Dios en la relación con los hombres, una relación fundamentada
en la redención (una cosa externa en Israel, es cierto, pero eternamente consumada
en Cristo). Pero así como la gran verdad del cristianismo, a saber, el nuevo
estado del hombre, es establecida por la palabra del Señor, así también la
perfección de la ley como norma del deber del hombre es puesta de manifiesto.
Uno de los escribas que había oído la disputa
del Señor con los saduceos y había percibido que Él había respondido con
verdadera y divina sabiduría se acercó y le preguntó: "¿Cuál es el primer
mandamiento de todos?" Los escribas creían que los mandamientos diferían
en cuanto a valor y que unos valían más que otros para completar el total de
justicia que el hombre debiese lograr. Nuevamente el Señor responde en este
caso sin devolver la pregunta a los que la formularon para confusión de ellos
pero Él establece los dos grandes pilares de la responsabilidad del hombre: a
saber, la unidad de Dios y el deber del hombre hacia Él y hacia su prójimo.
Esta era la fe de Israel y su deber hacia todos. El Señor no cita los diez
mandamientos sino los grandes principios de la ley en cuanto a todo el deber
del hombre. El Señor supo sacarlos a relucir, divinamente ocultos como ellos están
en los libros de Moisés; Deuteronomio 6: 4, 5; Deuteronomio 10: 12; Levítico 19:
18.
El sentido del deber era perfecto en Él como
también la gracia y el amor divino; es Uno mayor que éstos. Es hermoso ver esta
perfección en el Señor: la gracia y el amor de Dios fueron manifestados en toda
Su vida; nosotros los hemos visto. Pero aquí encontramos también la norma
perfecta del andar y del deber del hombre en la tierra según la ley; no lo que
era evidente para todos los hombres (es decir, los diez mandamientos que son lo
primero que viene a la mente), sino los principios esparcidos aquí y allá a lo
largo de los libros del Antiguo Testamento que resplandecían en todas partes
para Él, — para un corazón que comprendía y poseía la perfección de humanidad
ante Dios; porque Él exponía la perfección divina ante los hombres. Su corazón
veía lo uno y lo entendía mientras que la expresión de lo otro brotaba del
mismo corazón de manera natural. La conciencia y el corazón del escriba están
conmovidos y él da testimonio de la perfección de la respuesta del Señor
añadiendo que hacer así valía más que los sacrificios y los holocaustos. Él no
estaba lejos del reino de Dios. Un corazón que comprende los pensamientos de
Dios acerca del hombre ama aquello que Dios ama; la diferencia moral de lo que
es bueno está muy lejos de la capacidad de recibir lo que Dios revela para la
bendición de Su pueblo. Ahora bien, a partir de este momento ellos no se
atrevieron a hacerle pregunta alguna. La sabiduría del Señor era demasiado
grande para sus corazones.
Pero el Señor les hace a Su vez una pregunta
de cuya respuesta dependía toda la verdad relativa a Su posición y a la de
ellos: «¿De quién es hijo Cristo?»
Los judíos dijeron: "De David". Ello era cierto pero el Señor dijo
además: «Entonces, ¿cómo
le llama David su Señor si él es su hijo?»
Jesús era el Hijo de David pero Él debía sentarse a la diestra de Dios como
Señor en naturaleza de hombre. Esta era la clave de la situación. Pero las
relaciones del Señor con los judíos habían llegado a su fin; cada clase se
había presentado ante Él y había sido juzgada.
Versículos
31-40.
El Señor denuncia aquí a los escribas que corrompían la palabra de Dios que
ellos pretendían explicar; ellos asumían la apariencia de piedad y buscaban su
propia gloria y el dinero de los demás incluso el de las viudas a las que ellos
obtenían acceso con el pretexto de piedad. Por esta causa el juicio de ellos
sería aún más terrible; pero Dios no olvida a los Suyos en medio de la
hipocresía de los aparentes religiosos. Ellos pueden cometer errores: tal vez el
óbolo de la viuda ayudó a pagar a Judas; pero dicho óbolo fue entregado a
Jehová y el corazón de la viuda que estaba ocupado acerca del óbolo no escapó a
los ojos del Señor ni a la atención de Su amor. Los ricos habían dado mucho
pero la viuda se ofreció a sí misma como un sacrificio vivo al Señor; ella dio
todo lo que tenía. Tal vez ella podría haber empleado mejores medios pero dio
su óbolo desde el fondo de su corazón al Señor y ese óbolo fue recibido por Él
y nosotros deberíamos pensar en esto.
Marcos 13
Nosotros hemos visto al pueblo juzgado, a cada clase llevada por la mano
de Dios a la presencia del Señor para recibir su juicio; los hemos visto
condenados moralmente por la palabra de Dios y por la bendita sabiduría del
Señor. Pero la iniquidad que motivó la ejecución misma debía causar muchas
dificultades a los discípulos. Ellos tendrían que andar por un camino lleno de
peligros y se les advierte aquí cómo pueden escapar del juicio que estaba a
punto de caer sobre el pueblo amado a causa de sus pecados. El Señor ya no
estaría presente para guiarlos pero Su corazón no podía dejarlos en ignorancia en
cuanto a la senda o en cuanto a las dificultades que ellos tendrían que
encontrar. Y el testimonio que Jesús dio de ello haría que las dificultades y
los peligros fueran una prueba de la verdad de Sus palabras y un estímulo para
sus corazones cuando se encontraran en la dificultad.
Pero el Señor no se detiene en el cumplimiento del juicio pronto a
realizarse sino que revela los modos de obrar de Dios hasta Su venida cuando
Israel será bendecido de nuevo después de haber pasado por un juicio tal que
sólo quedará un pequeño remanente del pueblo y el poder de las bestias (es
decir, de los imperios gentiles) será destruido, Satanás será atado y el mundo reposará
en paz. Sin embargo el Señor habla aquí más como una advertencia a Sus
discípulos que como un anuncio de la paz y el reposo del mundo después de la
ejecución del juicio.
Acostumbrados como estaban los discípulos a ver en el templo la casa de
Dios y el centro glorioso de la religión de ellos, señalan al Señor llenos de
asombro la belleza de los edificios y el tamaño de las piedras, y como sucede a
menudo ellos brindan al Señor la oportunidad de comunicarles los pensamientos
de Dios acerca de los tiempos y del estado de la nación culpable. Él les
anuncia claramente la destrucción del templo como un hecho cierto; pero cuando
los discípulos preguntaron cuándo sucedería eso Él habla del estado del pueblo
hasta Su venida en la medida en que esta historia tiene que ver con el servicio
de Sus discípulos. En general lo que se dice es similar a aquello contenido en el
Evangelio de Mateo pero el Espíritu Santo nos presenta aquí al Señor como estando
más ocupado en enseñar a Sus discípulos.
Tenemos aquí enseñanza general tal como en Mateo, enseñanza que llega
hasta el final del período de la proclamación de la gracia; luego tenemos la
señal especial de la ruina final de Jerusalén que precede inmediatamente la
venida del Señor en gloria. Este interés en los discípulos en cuanto al
testimonio y al servicio de ellos responde al carácter de este Evangelio el
cual nos ofrece una historia del servicio del propio Señor. El Señor no
responde inmediatamente la pregunta de los discípulos sino que les advierte de
los peligros que encontrarían en su servicio después de Su partida. Satanás
levantaría falsos Cristos para engañar a los judíos y muchos serían engañados. Ellos
tendrían que estar en guardia. Se producirían guerras y rumores de guerras pero
ellos no debían preocuparse acerca de esto; estas cosas debían ocurrir pero aún
no sería el fin. Estas cosas eran principios de dolores pero no el fin.
Él no habla de la misión del apóstol Pablo sino de la de los doce en
medio de los judíos; sólo que el evangelio debe ser predicado a todas las
naciones antes del fin. El hecho es afirmado sin que se diga cómo debiese
cumplirse. Nosotros sabemos que será predicado el evangelio del reino tal y
como pudo haber sido predicado durante la vida del Señor. Aquí se trata del
sencillo anuncio de un testimonio del evangelio enviado a la nación antes de
que llegue el fin. Pero la consecuencia de este testimonio en lo que respecta a
los discípulos sería persecución; ellos serían golpeados en las sinagogas y
acusados ante reyes y gobernadores para testimonio a ellos. Este es el medio
que utiliza el Señor para llevar el Evangelio a reyes y a los grandes de la
tierra. Los predicadores no son los grandes de la tierra y Sus discípulos
tendrían que conservar siempre el verdadero carácter de ellos; en esto
comparecerían ante reyes y gobernantes como prisioneros para explicar la fe de
ellos.
El apóstol Pablo compareció así ante el consejo judío, ante Festo,
Agripa y finalmente ante César. Pero el posible resultado de la predicación del
evangelio no fue todo. La revelación de Dios en la persona de Cristo o en la
palabra predicada despierta la enemistad del corazón humano. Mientras Dios no es
revelado todo es tolerado pero cuando Él es revelado la voluntad del hombre se
levanta contra Su autoridad y contra la presión que esta revelación ejerce
sobre una conciencia que no está en paz; y cuanto más cercanas son las
relaciones mayor es el aborrecimiento. Este aborrecimiento rompe todos los
lazos de la naturaleza: hermano entregaría a la muerte a hermano y el padre a
su hijo; los hijos se levantarían contra sus padres y los matarían; y los
discípulos serían aborrecidos de todos por causa del Salvador.
¡Qué testimonio del estado del corazón del hombre! Si uno habla del
nombre de Jesús y de Su amor, del amor de Aquel que vino a salvarnos, el aborrecimiento
del corazón del hombre rompe todas las barreras; dicho aborrecimiento rehúsa
reconocer y atropella todos los afectos naturales. Pero el tiempo de la
liberación llegará y aquí se trata de una liberación terrenal. Ello es aún
mejor para nosotros pues si nos matan vamos a estar con el Señor y si Él viene
seremos glorificados con Él. Pero el Señor habla aquí del testimonio y del
servicio de los apóstoles en medio de los judíos. De cualquier manera en que lo
consideremos queda un reposo para el pueblo de Dios. Pero hay más; Dios estaría
con ellos por el camino. Cuando los discípulos estuvieran en presencia de los
magistrados ellos no debían pensar acerca de lo que debiesen decir; no sería
necesario preparar discursos pues el Espíritu Santo estaría con ellos y se les
daría lo que decir en aquel momento mismo.
Este es el retrato que el Señor traza del servicio de Su pueblo en medio
de los judíos hasta el final y Él añade que el evangelio será predicado hasta
lo último de la tierra. Pero ahora en el versículo 14 Él llega a una mención
más precisa y definida de los acontecimientos que ocurrirán en Jerusalén al
final. Él dice, "Cuando veáis la abominación desoladora de que habló el
profeta Daniel, puesta donde no debe estar (el que lee, entienda), entonces los
que estén en Judea huyan a los montes". Nosotros debemos considerar aquí
la profecía de Daniel que habla de esta abominación y la encontramos en el
libro de Daniel capítulo 12. La palabra "abominación" significa
simplemente ídolo; y es llamada abominación desoladora porque ella es la causa
de la desolación de Jerusalén y del pueblo judío.
Los judíos recibirán al Anticristo. El Señor dijo: "Yo he venido en
nombre de mi Padre, y no me recibís; si otro viniere en su propio nombre, a ése
recibiréis". (Juan 5: 43). Entonces y bajo la influencia del Anticristo
ellos volverán a la idolatría. El espíritu inmundo que salió de ellos después
del cautiverio en Babilonia entrará de nuevo en ellos con siete espíritus
peores que él y el postrer estado será peor que el primero. (Mateo 12: 43-45).
Entonces ellos levantarán un ídolo en el Lugar Santísimo donde no debiese ser
colocado y el juicio de Dios caerá sobre el pueblo y la ciudad. La desolación
será completa y "será tiempo de angustia, cual nunca fue". Y Daniel
dice, "En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está de
parte de los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia, cual nunca fue…".
(Daniel 12: 1). Esta angustia debe durar un tiempo, tiempos, y la mitad de un
tiempo (Daniel 12: 7), es decir, tres años y medio judíos, o 1.260 días, o 42
meses. Entonces los que están inscritos en el libro de Dios serán salvos, —
estos son los que habrán perseverado hasta el fin a pesar de las dificultades,
los padecimientos y la opresión del Anticristo y de los gentiles como el Señor
había predicho.
Mientras tanto y durante el tiempo del servicio general de ellos el
Espíritu Santo les daría toda sabiduría e incluso las palabras mismas que ellos
necesitarían. La bondad del Señor es aquí muy notable pues encontramos al Señor
pensando incluso en el clima en medio de este terrible juicio, juicio tan
terrible en verdad que no ha sido conocido nada igual a él en la historia del
mundo. Él les dice que oren para que su huida no sea en invierno. Él no habla
aquí del día de reposo como en Mateo porque las cosas judías no están tan en
perspectiva aquí como en aquel Evangelio. Él piensa en las que estén encintas y
en las que críen en aquellos días. Ah, cuán grande es la compasión del
Salvador; nada escapa a Su clemente memoria. Mientras advierte a Sus discípulos
acerca del juicio más terrible Él piensa en todas las dificultades que ellos encontrarían
por el camino que Él les enseña a seguir.
Pero el Señor ha acortado estos días o nadie sería salvo; pero los ha
acortado por causa de Sus escogidos. En aquel entonces para dar una esperanza
de liberación y de escape de los padecimientos surgirían falsos Cristos y
falsos profetas que harían milagros y señales (tan grande es el poder de
Satanás cuando Dios lo permite) para engañar de ser posible a los propios escogidos.
Pero ellos habían sido advertidos y después de esta tribulación sin precedentes
que sobrevendría a Jerusalén llegaría ahora el fin de la dispensación; toda
autoridad establecida sería trastornada por el juicio de Dios. El orden que Él
había establecido para el gobierno de la tierra será puesto en confusión.
Aparecen las señales de Su juicio.
Entonces verán al Hijo del Hombre que vendrá en las nubes con gran poder
y gloria. El Señor aparece para tomar posesión de la tierra que Él no sólo ha
creado sino que ha adquirido como Suya como Hijo del Hombre mediante Su muerte.
Pero lo que es anunciado especialmente aquí es que Él enviará a Sus ángeles
para juntar a Sus escogidos de todas partes del mundo. Aquí se trata siempre de
la tierra y de Israel pues la bendición de los gentiles y del mundo entero
tendrá lugar pero ello no es el asunto aquí. Nuestro lugar es mucho más elevado
ya que cuando Cristo sea manifestado nosotros seremos manifestados con Él. (Colosenses
3: 4). El Señor ya nos habrá juntado consigo en el aire, Él ya nos habrá
glorificado y nos habrá hecho semejantes a Él según Su gracia ilimitada que ha
adquirido esta gloria para nosotros según los consejos eternos de un Dios
justo; nosotros seremos semejantes a Su Hijo y estaremos con Él para siempre
siendo Él el primogénito entre muchos hermanos; pero Él habla aquí de los escogidos
de en medio de Israel dispersos entre los gentiles.
Todo esto tiene que ver aquí con el pueblo terrenal. "Esta
generación" de la que habla el versículo 30 es la generación perversa e
incrédula de los judíos que de hecho permanece incluso hasta nuestros días como
siendo una raza separada de todas las demás. Ellos moran entre las naciones
pero permanecen siempre como un pueblo separado y guardado para el cumplimiento
de los consejos de Dios. Nosotros encontramos este hecho y la fuerza de la
palabra "generación" en Deuteronomio 32: 5-20, "Generación
torcida y perversa". Y en cuanto al juicio bajo el cual se encuentra la
nación después de que Jehová ha pronunciado estas palabras se dice en el
versículo 20 de Deuteronomio 32, "Yo esconderé mi rostro de ellos; veré cuál
será su postrimería; porque generación muy perversa es, son hijos en quienes no
hay fe". (Deuteronomio 32: 20 – VM).
Los tres tiempos y medio de Daniel 12: 7 constituyen el tiempo que la
bondad y la misericordia de Dios han acortado, es decir, la última media semana
de Daniel que permanece aún sin cumplir. Después de que la abominación habrá
sido colocada en el Lugar Santísimo donde ella no debiese estar habrá tres años
y medio y después de eso habrá algunos días para purificar el templo. De este
modo el remanente de los judíos tendrá el consuelo de saber en medio de la gran
tribulación que ello será sólo por un corto tiempo. Pero nosotros ignoramos por
completo cuándo llegará este momento solemne pues ello no ha sido revelado y
sólo Dios sabe cuándo será. El Señor envía a los discípulos en relación con los
judíos y cuando ellos vieran que estos acontecimientos comienzan a cumplirse
entonces sabrían que el tiempo se acercaba.
"El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán".
Marcos 13: 31). La destrucción de Jerusalén bajo el emperador romano Tito fue
algo parecido a esto pero la profecía del Señor no se cumplió de ninguna manera
en aquel momento. En primer lugar el Señor no vino después de este
acontecimiento y además en aquel entonces aquello acerca de lo cual Daniel
había hablado no ocurrió. Ya sea que contemos 1.260 días o 1.260 años después
de la destrucción de Jerusalén nada de esta profecía ocurrió en aquel momento y
por otra parte no puede haber dos tribulaciones "cual nunca fue". En
el Evangelio de Lucas encontramos en primer lugar la destrucción de Jerusalén y
el estado actual de los judíos y sin embargo él no habla de la abominación desoladora
pero diferencia muy claramente el sitio contra Jerusalén bajo Tito de la venida
del Señor mucho más tarde. El Evangelio de Marcos habla en primer lugar de todo
el servicio de los discípulos hasta el final y luego de la tribulación final
comenzando con el hecho de la instalación de la abominación desoladora donde no
debiese estar; esto comienza en Marcos 13 versículo 14.
Nosotros encontramos este tiempo de tribulación en Jeremías 30: 7; pero
en la tribulación que sobrevino a la nación en la destrucción bajo Tito los
judíos no fueron salvos. En Daniel 12 encontramos nuevamente la liberación y la
intervención de Dios por medio de Miguel y esto sucederá en la segunda venida
de Cristo. Los únicos pasajes que hablan de la gran tribulación cual nunca fue
son Jeremías 30: 7, Daniel 12: 1, Mateo 24 y Marcos 13; y todos ellos se
refieren a los postreros días terminados por la manifestación de Cristo.
Por último el Señor los exhorta a velar y orar pues ellos no saben la
hora en que ha de llegar este tiempo. Él era como un hombre que se va de viaje,
que dejó Su casa (vemos que se trata de la tierra y de Jerusalén) y que dio
autoridad a Sus siervos y a cada uno su obra y al portero mandó que velase. Este
es un retrato de la manera en que el Señor dejó a Sus discípulos en medio de
los judíos. Pero lo que Él les dijo a ellos lo dice a todos, a saber, "Velad".
Esta es la exhortación para nosotros pues estamos llamados a esperar al Señor
sin saber cuándo Él volverá para que no nos encuentre durmiendo. Que la gracia
obre en nuestros corazones para que podamos estar esperando Su venida con un
real deseo de verle y que andemos de tal manera ¡que podamos regocijarnos
siempre al pensar en Su venida! Que Su venida nunca sea demasiado pronto para
nosotros.
J. N.
Darby
Traducido del Inglés por: B.R.C.O. – Septiembre 2022
Otras versiones de La Biblia usadas en esta traducción:
VM = Versión Moderna, traducción de 1893 de H. B. Pratt, Revisión 1929
(Publicada por Ediciones Bíblicas - 1166 PERROY, Suiza).